¿Es posible cambiar la escuela? por Patricia D´Amore | Centro Cultural de la Cooperación

¿Es posible cambiar la escuela? por Patricia D´Amore

06/03/2013

Patricia D´Amore, maestra de grado de una escuela pública del partido de Avellaneda, Provincia de Buenos Aires, relata el proceso de transformación de un establecimiento primario, desvalorizado por padres y alumnos y rechazado por el barrio, a partir de la decisión de sus docentes y directivos de pasar de la queja a la propuesta y de la resignación a la construcción de nuevas alternativas de enseñanza y convivencia

Llegué a la escuela, en la que todavía hoy trabajo, hace 18 años...de casualidad.

Era una escuela "desconocida", para mí, que vivía a apenas a doce cuadras de ella, y para muchos. Desconocida y sin embargo estaba a sólo seis cuadras de la avenida Mitre, la principal de Avellaneda. Una escuela sobre empedrado, pero entre calles de tierra y con límites barriales muy marcados: por un lado el arroyo Sto. Domingo, por el otro, el arroyo Sarandí; hacia el este el camino de acceso a La Plata; hacia el oeste... las vías (Ferrocarril Roca, ramales: Constitución-La Plata / Bosques ) ... Era la escuela que siempre quedaba "del otro lado"... del otro lado del arroyo, del otro lado de la vía... siempre del "otro lado".... Para una completa comprensión del imaginario con el que ella cargaba, hay que sumar a lo "geográfico" lo "histórico". La institución se fundó en 1965 con gran oposición de los vecinos, ya que se inauguraba para acompañar el plan habitacional que traía al barrio a los pobladores de una villa de Dock Sud que se había incendiado Era una escuela muy desprestigiada. Una escuela que recibía a esos alumnos, que ya sea por problemas de conducta, rendimiento o discriminación, habían fracasado en los establecimientos vecinos. A ella se llegaba por desidia familiar o por descarte; NUNCA POR ELECCIÓN, hasta que algo empezó a cambiar... Organizaré la descripción de la evolución producida en casi veinte años, dividiendo el relato de mi experiencia en tres momentos: 1º MOMENTO Cuando ingresé a la escuela, el equipo directivo estaba integrado por dos señoras que transitaban sus últimos años en la docencia y sostenían su rol con una presencia mínima. Esto, sumado a la casi nula participación familiar, hacía de la escuela una suma de individuos, de los que "trabajaban los que querían". Los alumnos faltaban muchísimo y era común sufrir robos y desmanes los fines de semana.... 2º MOMENTO

Unos años después, se renovó una parte del plantel docente. Se fueron algunas de las maestras más antiguas, las integrantes del equipo de orientación escolar y del equipo directivo. Y, entonces, lo que había sido reflexión individual, decisión personal, trabajo áulico aislado, empezó a encontrar eco y se empezaron a compartir los interrogantes: ¿Por qué nuestros alumnos no aprenden? ¿Por qué faltan tanto? ¿Por qué se agreden y agreden a la institución? Nuestra respuesta fue la decisión de hacer de la escuela un lugar querible, donde hubiera razones para estar. Por un lado, los nuevos directivos promovieron la creación del comedor escolar (aclaro que estábamos en plena década del 90); y por el otro , el grupo docente (con el apoyo y el entusiasmo contagiado por la dirección) buscó formas de " agasajar " a los alumnos con la básica intención de que aumentaran su autoestima, se sintieran respetados y valorados, y, si fuera posible, "decidieran " venir a la escuela . Así, nos disfrazamos para ellos, recreando cuentos y canciones; organizamos fiestas, armamos canastas para organizar una rifa y comprar el primer grabador y luego el primer micrófono...Y lo fuimos logrando...quedándonos a ensayar, a armar los juegos, las canastas, a tomar mate, a conversar, a discutir, a reírnos... Recuerdo con emoción ese trabajo honesto y, a la par, de verdadero compañerismo. Fue en esa época en que con mis alumnos de 7º año que empezaba a pertenecer al tercer ciclo de la Educación General Básica, establecido por la Ley Federal de Educación, armamos el proyecto de radio al que ellos eligieron llamar "Fuerza interna". El proyecto surgió con la participación de los chicos que divididos en grupos se hacían responsables de alguna columna del programa. A pesar del alcance limitado de la radio, el patio de la escuela, incluía en su formato las secciones de deporte, espectáculos, reportajes, noticias escolares y barriales, entre otros. Además, semanalmente se recibían y transmitían noticias, saludos, pedidos de los compañeros de los otros grados que eran editados para su inclusión en las emisiones. Cuando correspondía a 7° grado la responsabilidad institucional de presentar un número alusivo a alguna fecha patria , eran los locutores de Fuerza interna, vestidos acorde a la fecha en cuestión, quienes ofrecían datos históricos mechados con "publicidad y canciones de moda" adaptadas a las características de la época de los sucesos Hoy, a la distancia, tomo conciencia del valor real de ese nombre, de cómo los chicos entendieron que algo se gestaba, que la escuela empezaba a latir y que ellos eran parte de ese cambio. No es casual que el logo de Fuerza Interna fuera un corazón con brazos y piernas de fisicoculturista El objetivo se cumplió. Bajó considerablemente la inasistencia ¡Habíamos logrado que los alumnos vinieran a la escuela! Posiblemente porque el asistir empezó a tener sentido para maestros y alumnos Pero, aun faltaba mucho por hacer...

3º MOMENTO

Un nuevo cambio de directivos habría de promover los futuros logros. En primer término, en nosotras, las maestras, comenzó a producirse un cambio de conciencia sobre la práctica docente. Eso del "sacerdocio", de "la segunda mamá", de "pobrecito el nene, agradecé que viene" empezó a ser cuestionado y fue dando lugar al orgullo con que presentábamos a nuestra escuela como "una gran familia", en la que docentes y alumnos nos sentíamos como en casa. El cuestionamiento surgió a partir de la bibliografía que el nuevo director, no sin discusión, fue ...¿ imponiendo? ... como material de lectura Recuerdo su insistencia por hacer reuniones plenarias, cuando no estaban permitidas por inspección. Las directivas oficiales imponían reuniones por turnos: una con los docentes del turno mañana, a cargo de uno de los directivos, y otra con los del turno tarde a cargo del otro directivo. El nuevo director, por el contrario, habilitó espacios de encuentro y de

bate entre todos los miembros de la escuela. Así es que participábamos de cada jornada, directivos, maestros, equipo orientador y auxiliares

Recuerdo el fastidio inicial del plantel docente porque era llegar a una jornada de reflexión, encontrar las mesas ubicadas en círculo y el material de lectura listo para empezar puntualmente a las ocho, y trabajar, trabajar, trabajar.... Recuerdo cómo esa práctica se transformó en habitual y luego en "esperada" por todos nosotros, cómo llegaba la hora de salida y ahí seguíamos leyendo, debatiendo, entusiasmándonos. Recuerdo cómo esa escuela desconocida, la escuela "del otro lado de la vía", empezó a ser conocida y reconocida como la "escuela de Edgardo" (el Sr. director) una escuela en la que se trabajaba. Recuerdo a Kaufman, Jolibert, Freire, Luis Iglesias, la Srta. Olga...empezando a transitar nuestros pasillos y a meterse en nuestras aulas... Entonces, el objetivo logrado: que los alumnos asistieran a la escuela, nos que
dó chico. La pretensión se hizo más exigente. Vienen por más!! Y con este enunciado y la bibliografía como disparador, al vienen por más le apareció el reverso, VAMOS POR MÁS... Y fuimos ... Así, el patio de la escuela se convirtió en un patio colonial al que un Patriota de Mayo (que no era otro que nuestro director) llegaba corriendo, anunciando a los gritos que teníamos Gobierno Patrio. Allí lo recibía doña Lucía (nuestra vicedirectora) junto a sus damas de sociedad y sus esclavos. Y estos personajes, mezclados con alumnos, familiares y vecinos, festejaban, dudaban o cuestionaban a este nuevo gobierno. Y yendo por más, convertimos a la escuela en un mundo mágico de cuentos al que La hormiguita viajera llegaba por el empedrado en carro, de verdad, tirado por caballos, de verdad que nos había prestado una familia que se ganaba la vida trabajando de botelleros. (¿Se imaginan el orgullo de esos nenes que solían avergonzarse cuando sus compañeros tildaban a sus padres de "cartoneros"? El orgullo de haberse sentido parte...de haber tenido algo para dar...)

Y a la hormiguita la esperaban hadas, brujas, princesas y un señor alto en pijama, que había dejado de ser director para convertirse en anfitrión y terminaba apareciendo con la camiseta de Racing, para soñar que Racing salía campeón. Pero lo que no era sueño sino realidad, era que todos los chicos de la escuela recibían un libro de regalo

traído por las hadas que llegaban con cajas enormes llenas de libros. Y le siguieron el Festival de comunidades latinoamericanas la Fiesta de Educación Física la Murga en la escuela y en la calle los Musiqueros que llenaban de ruido la escuela el Circo

el Cuentacuentos Y las familias QUE YA ESTABAN DENTRO DE LA ESCUELA. Y los/as al

umnos/as, que ARMABAN afiches e invitaciones, que INVESTIGABAN y SINTETIZABAN para comunicar, que INVENTABAN historias para contar ¡QUE APRENDÍAN! Hasta acá, el relato de Patricia D´Amore, cálido, emotivo, profundo, mostrando lo que la escuela pública puede cuando sus docentes lo quieren y se organizan para lograrlo. Marta Marucco, en el contexto del Grupo de reflexión sobre la práctica, identifica características de la experiencia de Patricia que se pueden considerar emancipadoras porque superan rasgos alienantes de los modos habituales de enseñar y aprender La conversión de las dificultades y los obstáculos en problemas susceptibles de ser analizados y resueltos (escuela desprestigiada; alumnos con problemas de conducta y de rendimiento que se agredían y agredían a la escuela, que no aprendían) El reemplazo del fatalismo y la resignación por intentos de modificar la representación que el barrio, las familias, los alumnos y los propios maestros tenían de la institución (oposición de los vecinos a su creación, aislamiento geográfico, desinterés por la participación de maestros, directivos y familias) El paso de la impotencia a la búsqueda de soluciones en forma conjunta por docentes y directivos (tránsito de la reflexión y la decisión individual a la socialización de los problemas y a la realización de acciones complementarias: creación del comedor - iniciativas docentes para hacer de la escuela un lugar querible, donde hubiera razones para querer estar) La superación del sin sentido de las actividades escolares para maestros y alumnos, (recreación de cuentos y canciones - proyecto de radio) y la conciencia de lo logrado permitiéndonos comprender lo mucho que aun faltaba por hacer (el nuevo director agrega un plus a la retención: el mejoramiento de la enseñanza para el fortalecimiento del aprendizaje) El cambio en la relación teoría-práctica (no se leía para aplicar en el aula lo dicho por los especialistas sino para comprender las situaciones específicas que se deben afrontar y para fundamentar las intervenciones docentes) La integración escuela-comunidad y la formación en el respeto a la multiculturalidad (realización de los actos escolares en la calle - festivales - murga, etc.) Y si siguiéramos buscando, seguiríamos encontrando..., pero preferimos detenernos acá para dar lugar a las opiniones, comentarios, acuerdos, desacuerdos, iniciativas, críticas, de los lectores respecto de la pregunta-título: ¿Es posible cambiar la escuela? El Blog, el Grupo de Reflexión sobre la práctica y, por sobre todo, la Escuela esperan tu palabra

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