INFLUENCIAS DE LA REVOLUCIÓN MEXICANA EN LOS MOVIMIENTOS OBREROS Y SINDICALES EN COLOMBIA (IV Parte).
INFLUENCIAS DE LA REVOLUCIÓN MEXICANA EN LOS MOVIMIENTOS OBREROS Y SINDICALES EN COLOMBIA.
El manejo político que hizo el Estado Colombiano a la información real de los hechos fue tan obvio que, utilizando mecanismos de presión hizo que los medios de comunicación desinformaran y desdibujaran la verdad de cómo acontecieron los sucesos. Lo único cierto y reconocido de todo esto, es que las fuerzas del Estado así fueran ocho, cien o más de mil, acribillaron a trabajadores que lo único que querían eran ver mejoradas sus condiciones de vida, todo a costa de satisfacer los intereses de una compañía multinacional americana, la que al final por las presiones que ejercía sobre el Gobierno central y regional, dentro de la estructura administrativa y/o aparato orgánico de manera consecuente se convirtió en un Estado dentro del Estado.
Como se ha podido notar hasta ahora, los primeros paros y ceses de actividades más sobresalientes sucedieron en la Costa Caribe colombiana, en especial sus puertos y sus zonas de influencia. Verbigracia de ello, los paros de Barranquilla en 1910 y 1918, de Cartagena en 1918 y Santa Marta tres veces, la primera de ellas en 1918 por lo del paro de los trabajadores portuarios; igualmente en ese mismo año con la primera huelga hecha por los trabajadores de la United Fruit Company y por último, la segunda gran huelga y masacre obrera de 1928. Esta situación demuestra que por ser ciudades puertos, las mismas zonas urbanas y sus áreas adyacentes por la actividad marítima y de comercio internacional que ejercían, había un alto influjo de pasajeros nacionales y extranjeros, al igual que tripulantes y marinos.
Estas migraciones en mucho de los casos traían consigo no sólo la carga o mercancías, sino también las noticias de los acontecimientos que sucedían en el entorno mundial, llegando incluso con ideas renovadas cargadas de pensamiento anarquistas y socialistas. De ahí que, algunos políticos ligados a estos movimientos fueran de corte liberal, mutualista, anarcosindicalistas y social revolucionarios, en su mayoría pertenecientes al Partido Socialista Revolucionario (PSR).
Estos aspectos los relató el periódico The Times de New York, cuando anunciaba los hechos acaecidos sobre la matanza de las bananeras e informaba de manera extensa que los disturbios obreros eran encabezados por agitadores mexicanos que, dos décadas antes habían liderado los procesos de la Revolución de ese país y con sus ideas revolucionarias promovían estas huelgas. Este aviso realizado por este medio de comunicación norteamericano fue producto de un comunicado de prensa que expidió la United Fruit Company a las agencias de New York y a los corresponsales del mundo, así:
la situación difícil que venía reinando desde hacía días en la región bananera colombiana, en donde la empresa tiene valiosísimos intereses, ha mejorado mucho desde las últimas 24 horas y que los despachos ya recibidos desde allí, dan esperanza de que pronto termine el conflicto surgido entre los patrones y obrero que culminó en una extensa huelga con caracteres revolucionarios.
El término “revolucionario” para el Gobierno de turno era una herejía. Hasta el punto que las noticias, después de la masacre obrera, los periódicos anunciaban en letras grandes y resaltadas en rojo los resultados del Ejército de la siguiente manera: “Los revolucionarios huyen en desbandada hacia la Sierra Nevada” ; “Las tropas del Gobierno batieron en toda la línea a los Huelguistas” ; “El ministro de Guerra informa que hubo más muertos en los últimos encuentros” . Los medios de comunicación en general informaban en sus apartes que, sobre el movimiento revolucionario del departamento Magdalena, todo tiende a demostrar que la fuerza militar había procedido con energía, más no había incurrido en excesos, pues los jefes militares habían ordenado hacer lo único que debía hacerse y que de ahí, no habían pasado.
No contentos con ello, en un comunicado enviado por el general Carlos Cortés Vargas como Jefe Civil y Militar de la Zona Bananera del Magdalena, informa que él como máxima autoridad de la región había dictado un Decreto por medio del cual se consideraba como “Cuadrilla de Malhechores” a los revolucionarios del Magdalena. El decreto estaba conformado por tres artículos y entre sus apartes como justificación para expedir este decreto, se especificaba que se sabía que los huelguistas estaban muy conformes con las doctrinas comunistas y anarquistas.
Lo peor del asunto es que, después de ocurridos los hechos de la masacre, los medios de comunicación tanto nacionales como internacionales le dieron una significativa importancia a estos sucesos. En primeras páginas los periódicos anunciaban de forma resaltada que, en la madrugada del día 6 de diciembre de 1928 en la localidad de Ciénaga y toda la región bananera del Magdalena se había presentado un “combate” en la que tropas del Ejército colombiano se enfrentaron a muerte contra unos “revolucionarios” del Orden Estatal, y que en principio como resultado de ese enfrentamiento se habían dado de baja a varios “bandoleros” y otros huelguistas habían quedado heridos. El General Ignacio Rengifo, Ministro de Guerra, en la descripción que hiciera de los obreros fue que “en el Magdalena no hay Huelga sino Revolución”.
En efecto se pudo constatar que el movimiento obrero desarrollado en el Magdalena, si estuvo asesorado por revolucionarios mexicanos, quienes incluso promovieron la creación del semanario “Organización” en la ciudad de Santa Marta. Periódico éste que estaba editado por un grupo de anarquistas y de socialistas denominado como “Grupo Libertario”, que en principio buscaban promocionar el socialismo revolucionario, en especial, para los trabajadores del sector bananero, que liderados por María Cano, Raúl Mahecha e Ignacio Torres Restrepo, buscaban mejoras en las condiciones de los trabajadores y evitar más abusos laborales por parte de la multinacional norteamericana United Fruit Company.
Una de las personas de contacto con los mexicanos para el desarrollo de estas acciones fue el periodista colombiano Julio Cuadros Caldas, quién después de haber estado por espacio de treinta años residiendo en México se constituyera en uno de los agraristas más importante que tuvo ese país durante el periodo álgido de la revolución y su posterior consolidación. Cuadros Caldas para 1924 bajo el mandato del general zapatista Fortino Ayaquica llega a ser Coronel de la séptima división del Ejército Libertador del Sur y durante su permanencia allí, promocionó el proceso revolucionario a nivel nacional e internacional, ayudando además a masificar el pensamiento agrarista y popular, hasta que fuera expulsado de dicho país en 1933. Su entrada como representante en la Comisión Nacional Agraria (CNA) se da para fines de 1921.
Este personaje colombiano tan importante para la revolución mexicana tenía relaciones permanentes con Víctor Raúl Haya de la Torre, uno de los fundadores de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) y con el Presidente de Colombia de 1910-1914, el Antioqueño Carlos E. Restrepo, a quien le regaló un libro de su autoría y en su dedicatoria le escribe: “para evitar la miseria, la injusticia y el dolor en que viven los campesinos colombianos”. Para 1925 ya estando en la cúpula agrarista mexicana, inicia viajes a distintas zonas de México para promover que las distintas regiones se unan a la iniciativa reformista nacional.
Lo importante del asunto aquí, es que en esta campaña muchos extranjeros fueron invitados para que replicaran en sus países esta política. Como es lógico Colombia no fue la excepción. Por allá estuvieron varios representantes de los trabajadores de las plantaciones bananeras del Magdalena y algunos comisionados de cabildos indígenas del centro del país que, cansados de tanta explotación y usurpación de sus tierras querían buscarle solución a estos problemas. Otros países invitados que estaban con observadores extranjeros eran Cuba, que en cabeza del líder comunista José Antonio Mella ese país pudo hacer presencia; de la misma manera, Nicaragua con el revolucionario Augusto César Sandino y Chile, a través de Luís V. Cruz.
Dentro de este contexto, los invitados y observadores internacionales proponen la creación de la organización “Campesinos del Mundo Unidos”, pero después de una acalorada discusión terminan por denominarla “Campesinos de América Unidos”, pues consideraron que su envergadura no alcanzaba para una cobertura de talla mundial, pero si continental.
Campañas estas que, por la experiencia obtenida y por sus dotes de escritor, hicieron posible que Julio Cuadros publicara en 1923 la obra denominada Catecismo Agrario. Libro que fue de mucha importancia para la comunidad campesina de la época, fuera de ser además un texto que por su valor en la lucha revolucionaria mexicana tuvo seis ediciones entre 1923 y 1932, con tres mil ejemplares cada una. Asimismo, durante su residencia en México publicó dos libros más para conocimiento del mundo exterior, uno titulado México-Soviétic y el otro denominado El Comunismo Criollo.
Como se podrá notar el tema agrario estuvo ligado a los movimientos obreros y sindicales, pues para el caso colombiano, como se mencionó en párrafos anteriores la economía del país giraba en torno al sector agrícola y su incipiente industrialización, es decir, estaba dada en torno a las plantaciones de tabaco, cacao, algodón, banano y por supuesto café, que grosso modo operaban en función de su transformación y posteriormente su exportación.
La cuestión plantacionista y minera, quiérase o no, están ligados al tema de la tierra y de ahí su relación con los sectores de la economía. Fuera de lo anterior, por las conexiones que se tenían con otras actividades productivas, el tema agrario no era sólo del sector primario sino de la industria y de la prestación de servicios especializados que, de alguna u otra forma, mantienen relación. Es el caso de los ferrocarriles y los puertos, ya que, todos esos cultivos debían ser transportados y exportados, de ahí que existiera todo un clúster de dinámicas económicas y por ende, incluyera a los trabajadores de estos sectores y sus movimientos obreros y sindicales. Lo que hacía que la fuerza obrera se convirtiera en una posición estratégica de poder.
Ese poder generó manifestaciones, nuevas ideas impregnadas de cambio social y mecanismos de presión hacia la clase dirigente. Tales manifestaciones fueron promovidas, aparte de las noticias que entraban por los puertos, por los libros que llegaban y circulaban en el país, como fueron los textos escritos por los colombianos Julio Cuadros Caldas desde México y José María Vargas Vila, éste último, quien en 1917 desde un pensamiento nacional antiimperialista con su libro Ante los Bárbaros, hizo una encendida defensa de la autonomía de los mexicanos para escoger el camino de su liberación. Circunstancia que le valió para ser considerado en ciertos círculos como un escritor escabroso y en contra del sistema.
Los norteamericanos retrocedieron asustados, cuando las hordas de Zapata y pancho Villa les salieron al encuentro y los obligaron a buscar la vida, más allá de las fronteras violadas.
Otra forma o mecanismos de difusión de las ideas liberales de la revolución mexicana en Colombia, fue la radiodifusión, la cual desde 1930 después de entrada en vigencia, lo que se denominó como la “República Liberal”, los gobiernos de turnos sobre todo los de Enrique Olaya Herrera y Alfonso López Pumarejo, estimularon a los municipios para la creación de empresas de radios en el país y con ellas se obtuvieran aparatos de radiodifusión, con el fin de divulgar en principio las labores de las autoridades nacionales, departamentales y municipales y como segunda medida, los acontecimientos nacionales relacionados con los asuntos públicos, los aspectos económicos y sociales. De igual forma, sería el medio para escuchar las locuciones presidenciales y conocer todo aquello que estuviera relacionado con lo que sucedía en la Nación, hecho que se configuró como premisa del presidente Alfonso López, ya que su fin primario era que los habitantes de Colombia se mantuvieran enterados de los acontecimientos socioeconómicos y del orden público del país.
Lo importante de este asunto es que, el presidente Alfonso López también quería que las poblaciones con más de 5000 habitantes tuvieran aparatos de radiodifusión y recepción para la enseñanza pública, pues según el Gobierno Central en países como México, la radio era utilizada para fomentar la cultura y la educación, además porque destacadas personalidades locutaban por ese medio temas relacionados con la ética, los valores, el ser humano, la filosofía, etc., razón por la cual, la radio sirvió de herramienta educativa a obreros, y pueblos enteros donde el acceso a la educación, por la escasez de establecimientos educativos, fuera casi nula. Además porque las primeras emisiones que llegaron a Colombia procedían de Cuba, Venezuela y México.
Como quien dice, las dinámicas de América Latina y Colombia en la primera mitad del siglo XX se movieron a ritmo de Rancheras. De ahí la importancia de su estudio, pues para Colombia no sólo fue la influencia que generó la revolución mexicana, sino su herencia. Hasta el día de hoy, los cantos de los charros mexicanos, como alegorías de su revolución, se sienten como si el tiempo no pasara, de igual manera el cine sigue tan campante con sus películas al estilo mexicano y desde la cultura en sus distintas expresiones como el muralismo, la literatura, las artes plásticas, los bailes, la música y las audiovisuales, México y su revolución aún residen en Colombia.
Referencias y Bibliografía en el archivo que esta a continuación:
Ponencia Revolución Mexicana y Movimientos Obreros en Colombia
Docente e Investigador de la Facultad de Ciencias Empresariales y Económicas de la Universidad del Magdalena (Colombia). Secretario Ejecutivo Internacional de la Asociación de Historiadores Latinoamericanos y del Caribe (ADHILAC).
Esta situación de presión ejercida por multinacionales de potencias mundiales a Gobiernos de países subdesarrollados y sobre todo en esta época, no sólo se presentó en Colombia, sino que fue una generalidad. Ver en los trabajos de Malcolm Rutherford: Institutionalism Between the Wars. Journal of Economic Issues, 34(2), 291-303. 2000 y también en: Understanding Institutional Economics: 1918-1929. Journal of the History of Economic Thought, 22(3), 277-308. 2000.
Revuelta altamente cargada con los ideales Anarquistas de tipo español, especialmente basados en los conceptos de los españoles Anselmo Lorenzo y Rafael Barrett, aunque posteriormente esos pensamientos fueron neutralizados con la creación del Partido Obrero en ese mismo año de 1910, el cual más tarde por una fuerte corriente socialista en 1925 se constituye en Partido Social Revolucionario, lo que hizo que para 1926 los pocos obreros que se mantuvieron con cierto arraigo a los pensamientos anarcosindicalista crearan la Federación Obrera del Litoral Atlántico (FOLA) con 16 sindicatos asociados en cabeza de los anarquistas Gregorio Caviedes y Elías Castellanos.
Es importante anotar, que estas huelgas sin ningún tipo de organización, son las que en la historiografía colombiana se han denominado como “Paros de Revuelta”.
Estas embarcaciones venían especialmente de Francia, Alemania, Inglaterra, España, EE.UU y de países y colonias del Gran Caribe como es el caso de Cuba, Panamá, Venezuela, Jamaica, Curazao y por supuesto de México.
Catherine Legrand. El Conflicto… op. cit. Ver también en Miguel Urrutia. Historia del Sindicalismo en Colombia. Medellín, la Carreta. 1976.
En la revuelta liderada por Raúl Mahecha fueron capturados por las autoridades varios mexicanos y españoles que habían llegado para asesorar al movimiento obrero, “El tiempo”. Año XVIII, Nro. 6180. Bogotá, Sábado 8 de diciembre de 1928. p. 1.
Para este caso ver los trabajos de Alfredo Gómez: Anarquismo y anarco-sindicalismo en América Latina. Madrid. Editorial Ruedo Ibérico. 1980. p. 29; Luis Vitale: Contribución a una historia del anarquismo en América Latina. Santiago de Chile. Instituto de Investigación de Movimientos Sociales “Pedro Vuskovik”. 1998. pp. 22-25.
Guillermo Palacios: “Julio Cuadros Caldas: Un Agrarista Colombiano en la Revolución Mexicana”. Revista Historia Mexicana, enero – marzo 2000. Vol. XLIX, Nro. 3. México D.F. El Colegio de México. pp. 431-476.
En 1911 fue arrestado por las fuerzas constitucionalistas debido a que para ese entonces ya hacía parte de los ejércitos zapatistas. En la cárcel conoce a uno de los máximos exponentes agraristas de la revolución Andrés Molina Enríquez, quién días previos había sido detenido por promover el “Plan Completo de la Revolución Agraria” y años más tarde lo recomendara para que integrara comisiones agraristas. De la misma manera, compartió celdas con el General Juan Andrew Almazan, líder irrestricto de la revolución, con quien a raíz de esa situación genera una gran amistad.
Julio Cuadros Caldas durante su tiempo en la revolución estuvo altamente comprometido en el reparto equitativo de las tierras y en la organización de comunidades campesinas.
Julio Cuadros nació en Cali (Colombia) en 1885 y llegó a México en mayo de 1909 por el puerto de Salina Cruz (Oaxaca) probablemente como corresponsal del periódico “La Humanidad” de Cali. En un ceso de extranjeros realizado en 1930 se declaró como una persona casada, de profesión periodista y de religión “Liberal”. Ver en Guillermo Palacios: Julio Cuadros Caldas… op. cit. p. 435.
Roberto Sandoval Zarraus: “Liga de Comunidades Agrarias del Estado de Veracruz. Su contribución al pensamiento agrario mexicano”, en Olivia Domínguez Pérez (Coord.) Agraristas y Agrarismo. Veracruz. Editora del Gobierno del Estado de Veracruz (México). 1992. p. 59
Este libro en principio fue publicado parcialmente por editoriales o columnas de opinión desde 1921 en el periódico “La Humanidad” de Cali. Ver en Guillermo Palacios: Julio Cuadros Caldas… op. cit. p. 447.
Ambos libros vieron la luz gracias al apoyo de Santiago Loyo Editor de Puebla. El primero de ellos se publica en 1926 y el segundo en 1930.
Luis Vitale. “A cien años de Chicago. El movimiento Obrero Latinoamericano”. Nueva Sociedad Nro. 83. Mayo junio de 1983. pp. 54-65; Ver también en Pablo González Casanova (Coordinador). Historia del Movimiento Obrero en América Latina: Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú, Bolivia y Paraguay. Tomo III. México. Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM. Siglo XXI Editores. 1984.
Jhon Womack Jr. Posición estratégica y fuerza obrera. Hacia una nueva historia de los movimientos obreros. México D.F. Fideicomiso Historia de las Américas, serie ensayos. Fondo de Cultura Económica. El Colegio de México. 2007.
El Periodista. Del Caribe a la Patagonia: Proyección Continental del México Insurgente. Buenos Aires. Noviembre de 1987. p. 2.
Archivo Histórico del Magdalena Grande (A partir de esta cita en adelante se denominará A.H.M.G.), Gaceta Departamental de 1934. Segundo Semestre. 9 de Octubre de 1934, Santa Marta. p. 669.
En México la educación durante la revolución fue una prioridad y más cuando el Partido Nacional Revolucionario Mexicano (PNR) lo toma como bandera de lucha a fines de los años veinte. El PNR posteriormente fue transformado por Lázaro Cárdenas en Partido de la Revolución Mexicana (PRM) y convertido finalmente en el Partido Revolucionario Institucional (PRI). Ver estos cambios en Alejo Maldonado Gallardo, Sergio Guerra Vilaboy y Roberto González Arana. Revoluciones Latinoamericanas del Siglo XX. Síntesis histórica y análisis historiográfico. Morelia-México. Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. 2006. p. 433.
Jorge Enrique Elías Caro. “La Radiodifusión en Santa Marta 1930 – 1940”. En Secuencia. Revista de Historia y Ciencias Sociales del Instituto Mora de México D.F (México). ISSN 0186-0348. Vol. 24 Número 72, Septiembre- Diciembre 2008. pp. 11 – 34
Con la revolución mexicana se inició toda una tendencia nacionalista y anti-imperialista, sobre todo en la segunda mitad del siglo XX, la cual con el tiempo transformó el imaginario de una sociedad, que a su modo, de manera incluyente se vio reflejada en manifestaciones populares como la música y en ese caso la de los campesinos o rancheros mexicanos. Ejemplo de ello, se tienen las canciones “El Rey” y “La Ley del Monte” alusivas de una u otra manera a las luchas revolucionarias de Francisco “Pancho” Villa, Emiliano Zapata y demás colaboradores. Ver en Jesús Jáuregui. El Mariachi: Símbolo Musical de México. México D. F. Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1991. p. 37; Carlos Felipe Romero Anzola: Colombia en el Siglo XX: Una historia a ritmo de Ranchera. Bogotá. Universidad Javeriana. 2009. p. 30.
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