¿Para qué sirve la crítica hoy? | Centro Cultural de la Cooperación

¿Para qué sirve la crítica hoy?

Autor/es: Natacha Koss

Sección: Palos y Piedras

Edición: 5 / 6

Palabras clave: Teatro, Crítica, Periodismo, Cultura
Español:

Se ha llegado a un punto en el que suele confundirse el rol del crítico con el del agente de prensa. La crítica se diferencia de la teoría, la investigación y el análisis, porque trabaja con un marco axiológico; es decir, emite juicios de valor. Además, funciona como puente o intermediario entre la obra y los espectadores. Pero esto no debe ser leído pensando en que la crítica conoce la “verdad” sobre determinada obra y se la “explica” al público. Por el contrario, este acercamiento tiene que ver, por un lado, con poner a disposición de la obra una cantidad de espectadores (léase darle visibilidad a la producción); y, por el otro lado, acercar el pensamiento de los realizadores poniéndolo a disposición del público.


Los críticos padecen, hoy en día, los problemas del periodismo en
general. Yo creo que la falta que se advierte en la lectura de los diarios es la
de un interés real de la Dirección porque haya una buena crítica
teatral. Se resuelve formalmente, y no desde el punto de vista de la calidad de
lo que se escribe. Se estrenó tal obra y tiene que estar mañana
mismo la crítica. Pero está todo contado con tan poco entusiasmo…
que realmente parece una obligación un poco a los tirones. Le falta pasión,
a toda la crítica nuestra le falta pasión. Enojarse o enamorarse
de algo. Bernard Shaw, que era un gran crítico musical, hablaba de eso.
Decía que cuando iba a escuchar un concierto, si era bueno se
entusiasmaba de una manera incontenible, lo gozaba extraordinariamente; en
cambio cuando un espectáculo era malo, sentía que se iba a morir y
odiaba todo. Deberíamos recuperar esa pasión; debería ser
una cuestión casi personal: “¡Qué me estás
haciendo imbécil con el Hamlet, cómo se te ocurre
hacer esto con el Hamlet!”

Kive Staiff

Hace unas pocas semanas le hacíamos una entrevista a Kive Staiff,
Director General del Complejo Teatral de la Ciudad de Buenos Aires, debido a su
inminente alejamiento del cargo que ocupa. Muy generosamente habló de
varias cuestiones, y como no podía ser de otra manera, terminamos
abordando el tema de la crítica, ya que ese fue su primer acercamiento
profesional al teatro. Es interesante notar que los problemas que él
registra en la actualidad de la profesión tienen que ver con dos
cuestiones fundamentales: la pasión por lo que se hace (la profesión
de fe) y el conocimiento indispensable para el ejercicio de la tarea. Se ha
llegado a un punto en el que, debido a esto, suele confundirse el rol del crítico
con el del agente de prensa.

La crítica se diferencia de la teoría, la investigación y
el análisis, porque trabaja con un marco axiológico; es decir,
emite juicios de valor. Además, funciona como puente o intermediario
entre la obra y los espectadores. Pero esto no debe ser leído pensando en
que la crítica conoce la “verdad” sobre determinada obra y se
la “explica” al público. Por el contrario, este acercamiento
tiene que ver, por un lado, con poner a disposición de la obra una
cantidad de espectadores (léase darle visibilidad a la producción);
y, por el otro lado, acercar el pensamiento de los realizadores poniéndolo
a disposición del público.

Esta específica función de la crítica está prácticamente
ausente dentro de la universidad. Salvo honrosas excepciones, los teatreros no
son invitados a visitar las aulas ni entablar diálogos con los alumnos.
Asimismo, los teatristas tampoco conocen el punto de vista de los espectadores,
a no ser por la recepción crítica que tienen las piezas en los
medios gráficos o los comentarios de conocidos y amigos a la salida de la
función.

Por lo tanto, hablar de crítica y universidad es básicamente
hablar de cómo los universitarios trabajan los conocimientos adquiridos
en la institución expandiéndolos por fuera de ella.

Pero, además, los críticos siempre han tenido una posición
un tanto delicada dentro del ámbito teatral: desde verdaderos conocedores
hasta sanguijuelas chupasangre, no faltó ningún adjetivo. Oscar
Wilde decía en Algunas máximas para la instrucción de
los sobreeducados
, que “lo único que el artista no ve es
lo obvio. Lo único que el público ve es lo obvio. El resultado es
la Crítica Periodística”.

Al día de hoy, seguimos atravesando una posición delicada, pero
esta vez por el rol de los medios masivos en términos generales. ¿Para
qué sirven los críticos hoy?

En abril de 2008, sucedió algo notable en uno de los medios en los que
trabajo. Se trata de una revista digital especializada en la cual, desde hace un
tiempo, se habilitó un espacio para que los lectores opinaran sobre las
notas, reportajes y críticas que se realizan. La idea era poder entablar
un diálogo entre los espectadores amateurs (los lectores) y los
espectadores profesionales (los críticos).

En una crítica realizada sobre una obra del off yo
afirmaba que, si bien era loable la labor del elenco, me había ido del
teatro con una sensación de déjà vu.
Sostuve en ese momento (y sigo sosteniendo) que las condiciones que imponen las
salas en cuanto a duración de las obras, espacio escénico,
escenografía, etc., están cercenando la producción y la
creación.

El director, furioso, escribió una carta de réplica tanto o más
larga que mi nota, apuntando, entre otras cosas, lo siguiente: como no tuvimos
oportunidad de charlar un rato "cara a cara", poco podía opinar
yo sobre la obra porque no conocía ni las intenciones ni el proceso de
producción. El elenco había gastado una buena parte del dinero en
pagarle a un agente de prensa, y yo no les estaba justificando dicho gasto,
porque el público iba a considerar ir o no ir a ver la obra en función
de mi crítica. Yo estaba emitiendo un juicio, sin que existiera demasiada
lógica ni justificación en la designación de mi rol como crítica
y el suyo como teatrista. Y por lo tanto, cuando hablaba de la pauperización
de la escena off porteña, estaba “alimentando el
goce sádico que implica la posibilidad de colocar al prójimo en un
lugar inferior al mío”. Ante lo cual arremetía: “A
veces me pregunto: ¿por qué no salen a la cancha y hacen teatro?”.
Y más o menos cerraba de la siguiente manera: “¿Y entonces
este tipo para qué se pagó una agente de prensa si piensa todo
esto de los críticos? Mi respuesta linda con lo absurdo pero a la vez es
absolutamente real: consideramos que, según lo expuesto en la primer
parte de este escrito, eso ayudaría a traer más gente.”

Esta carta del director provocó lo que para nosotros es un aluvión
de opiniones: 12 personas decidieron dejar sus variados puntos de vista sobre el
tema.

Lo interesante de esta anécdota es que explicitó el lugar al que
se quiere relegar a la crítica. Sería ridículo pensar que
el teatro no es un producto cultural de mercado casi como cualquier otro; pero
hoy en día el teatro off se está organizando de
forma bastante perversa. La mayoría de los proyectos independientes, que
sólo reciben (en el mejor de los casos) un subsidio del INT o de
Proteatro, tienen tres o cuatro grandes gastos: el alquiler de la sala, los
derechos de autor, la prensa. En cuanto a los realizadores, cobran los escenógrafos,
los sonidistas, los iluminadores, los vestuaristas y, si alcanza el dinero,
cobran los actores y el director. Tardan más o menos un año en
armar una obra, que por lo general pueden poner una vez por semana en un teatro
de 50 butacas.

Ahora bien, ¿por qué los críticos no podemos hablar sobre
esto también, cuando hablamos de una obra? Y el hecho de nombrarlo,
problematizarlo, sacarlo a la luz ¿no contribuye en nada a la solución
del problema?

Pero hay una cuestión más relevante en todo esto y es: una obra
debe valer por sí misma, más allá de los condicionamientos
de su realización. El teatro oficial da tres meses para ensayar y
estrenar, pero nunca nadie puso eso como justificación ante un problema
artístico.

Creo que es interesantísimo hablar con los teatreros, saber cómo
piensan, por qué hacen lo que hacen, cómo fue el proceso de
producción, la elección del elenco, etc. Pero también
considero que una obra debe valer independientemente de esta información.

Con esto se está proponiendo que el crítico no investigue, todo lo
contrario. La formación permanente y la información corroborada
son las bases de cualquier buen profesional. Pero antes que todo esto está
la obra en cuestión.

Por eso, y volviendo a la pregunta inicial, un crítico hoy sirve, en
principio, para dar panoramas generales del campo teatral, cosa que los
teatreros no pueden, por el simple hecho de que están trabajando al mismo
tiempo que sus colegas. Pero además, en su rol de intermediario y gracias
a este paneo general, puede dar visibilidad a personas que considera valiosas.
Asimismo debería dar herramientas para analizar las obras, crear debates
sobre cuestiones que afecten a la actividad, proponer opiniones propias sobre
los temas que trata, etc.

El teatro existe gracias a una división del trabajo según la cual
hay algunas personas que producen el espectáculo (artistas y técnicos)
y otras que espectan. Si bien algunos movimientos de vanguardia intentaron
quebrar esta división y retornar al rito sagrado del que –se supone–
nació el teatro, la separación de tareas se mantiene firme más
allá de la disposición de la sala. Que alguien elija uno de esos
dos lugares no quiere decir que sea inútil en el otro, simplemente quiere
decir que decidió especializarse en eso y por lo tanto es ridículo
exigirle otra cosa. Un crítico no es un artista frustrado… es un
crítico. Y muchas son las funciones que puede cumplir en su profesión,
pero definitivamente la que no le corresponde es la de agente de prensa.

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