EL CASO NICARAGUA: De la República al intento de anexión
Mapa de América Central y Nicaragua
En Nicaragua, con extensión a Centro América, se dio el caso más grosero de intervención yanqui en aras de anexar territorios ajenos: no fue alentando movimientos separatistas o anexionistas en sí, sino avalando a un aventurero sin escrúpulos –un verdadero filibustero como fue catalogado- de nombre William Walker, quien al frente de su “Falange Americana”, integrada por mercenarios yanquis, invadió Nicaragua llegando a proclamarse presidente de la misma como paso previo al objetivo de la anexión. Ya tenía antecedentes peligrosos:
En 1853 partió de San Francisco de California y desembarcó en La Paz, capital de la Baja California. Allí se proclamó presidente de la República de la Baja California. Era la inspiración del ‘modelo’ texano...
En mayo de 1854 se ‘anexa’ Sonora...
Agotados sus medios, se rindió a las autoridades norteamericanas. Procesado a instancia de México, fue finalmente absuelto.[1]
En 1855 desembarca en Nicaragua mediante un trato con los liberales en lucha civil contra los conservadores que gobernaban. Luego de una serie de batallas contra el gobierno constituido logra imponer un nuevo presidente, al que luego reemplaza por otro, hasta que termina asumiendo personalmente él la presidencia. El presidente norteamericano Pierce se apresuró a reconocer a su compatriota como presidente de otro país. Estaba en juego el control del territorio de una nación en la que era muy probable que se construyera el futuro canal interoceánico. Así lo confiesa en una carta el embajador yanqui designado por Pierce:
... Si el tránsito por su hermoso istmo es de una importancia vital para todas las naciones marítimas de la tierra, ¿de cuán mayor importancia no lo es para los Estados Unidos, desde la accesión a la California y el arreglo de nuestros territorios... sobre el Pacífico? Es importante para las demás naciones e indispensable para los Estados Unidos....
En su respuesta Walker deja traslucir sus verdaderas intenciones:
... Es de esperar que se estén acercando mejores días, y que sea escuchada nuestra voz en nuestras reclamaciones de otras nacionalidades. Confío pues, que los Estados Unidos nos harán imparcial y estrictamente justicia, cuando presentemos nuestras demandas. Y además, esperamos con confianza y creemos de antemano que si hay otras naciones dispuestas a rechazar nuestros derechos, su gobierno no quedará frío espectador de sus actos.[2]
¿Cuáles eran esas reclamaciones de otras nacionalidades? ¿Cuáles las demandas a presentar y ante quién? Señala Gregorio Selser en su libro sobre Sandino:
... entre sus futuras ambiciones (se refiere a Walker) figuraba la de emular la hazaña de Sam Houston en Texas, incorporando la totalidad del territorio del istmo a los Estados Unidos. Para esto contaba no sólo con una situación política norteamericana propicia, sino con la benevolencia del propio presidente Pierce, quien no desautorizó al filibustero cuando éste proclamó que las elecciones que lo ungieron Presidente de Nicaragua habían sido supervisadas por tropas estadounidenses de New Orleáns y California...[3]
En una política de clara norteamericanización, Walker reestablece el sistema de la esclavitud y oficializa el inglés como segundo idioma. Pero voluntarios de toda la región acudieron para expulsar al extranjero que pretendía convertir a esos países en territorios norteamericanos. En toda América hispana se escucharon airadas protestas. Tal vez la más paradigmática es la moción que en Chile llevaron a la cámara los diputados Errázuris, Irisarri, Prado, Aguirre, Barriga y otros, sugiriendo que el Poder Ejecutivo intervenga en los problemas de Nicaragua:
Mañana será tarde, porque si cae Centro América, cae con ella la llave del continente americano español en poder de los enemigos de nuestra raza...
Mañana será tarde, porque no faltará un pretexto cualquiera, una diferencia antigua, algún ridículo reclamo, un protectorado, una isla despoblada para traer sobre nuestras cabezas la tempestad que hoy ruge sobre nuestros hermanos”.
¡Cuánta razón y premonición encierra este alerta patriótico!
La resistencia al filibustero se amplió. Los ejércitos de las pequeñas repúblicas al mando del costarricense José Joaquín Mora lo enfrentan con variada suerte, hasta que en 1857 Walker finalmente capitula ante el capitán de un navío de guerra norteamericano, quien en definitiva lo salva trasladándolo hasta Panamá y desde allí a los Estados Unidos, donde fue recibido como un héroe.
En 1860 Walker realiza una nueva tentativa, esta vez desembarcando en Honduras. La suerte no lo acompañó, fue hecho prisionero y fusilado.
En la correspondencia de los agentes norteamericanos se revelan los planes que incluían a otros países centroamericanos: Beverly Clarke, ministro de Estados Unidos para Guatemala y Honduras, en carta a Lewis Cass, secretario de Estado de los Estados Unidos, escribe en 1859:
En una época, mientras Walker fue jefe en Nicaragua, no hay duda que contaba con muchos amigos entre los liberales en Guatemala, y, a no ser por los supuestos errores en su política administrativa... muchos aseguran aquí que hubiera podido ser considerado como un libertador, y voluntariamente lo hubiesen constituido como cabeza política de este Estado.[4]
La derrota del proyecto Walker fue la derrota del Departamento de Estado de los Estados Unidos.
Horacio A. López
[1] Medina Castro, Manuel. Estados Unidos y América Latina. Siglo XIX. Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1974.
[2] Ibíd., p. 341.
[3] Selser, Gregorio, Sandino. General de hombres libres. Tomo I., Ediciones Especiales IV, Imprenta Nacional de Cuba, La Habana, 1960, p. 22.
[4] Medina Castro, Op. Cit., p. 344.
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