Campo popular. El IMFC y las luchas sociales
Desde su origen, el IMFC apoyó las luchas de sectores como el agrario y el industrial, mostrando interés por la economía nacional.
Las vinculaciones del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos con las organizaciones, movimientos y luchas sociales anteceden su propia existencia. Son heredadas, en verdad, de las cooperativas que participaron en el proceso de su creación. De manera que, desde sus primeras acciones, el IMFC entendió que su ideario de reivindicaciones era inseparable -como lo fueron en la historia las mejores manifestaciones del cooperativismo- de las diferentes formas que en el campo popular expresaban su lucha por lograr una sociedad más justa y solidaria. Y no hubo, en ese aspecto, exteriorizaciones de esas luchas que no contaran de algún modo con su participación y su apoyo.
Una ligazón fuerte de la entidad se desarrolló durante los primeros años de vida del Instituto, con las reivindicaciones y luchas agrarias: en 1959, el IMFC adhirió a una multitudinaria manifestación de trabajadores agrarios llevada adelante en la ciudad bonaerense de Rojas, en la que estuvieron presentes más de 500 cooperativas del sector que bregaban por la necesidad de una reforma agraria. Este interés del Instituto por las reivindicaciones del campo ya estaba presente en su congreso fundacional -el Congreso Argentino de Cooperativas- que a través de una de sus resoluciones planteó «la urgente necesidad de una profunda reforma agraria, única manera de poblar, engrandecer el campo argentino y terminar radicalmente con el problema de los latifundios que frena el desarrollo progresista de la economía nacional».
A su vez, en 1960, el Congreso de Defensa de la Economía Nacional también contó con el aval del Instituto, que acompañó además en 1961 el recorrido del Congreso de la Confederación General Económica, el cual resolvió apoyar a las cooperativas de crédito a partir de la ponencia del IMFC hecha en el marco de esa actividad.
Durante el periodo 1963-1965, el IMFC participó activamente de numerosas iniciativas que fortalecieron el vínculo entre la entidad y distintos movimientos. La primera edición del Congreso Nacional Empresario se desarrolló entre el 21 y el 23 de junio en la ciudad de Buenos Aires y contó con la representación del IMFC a través de los dirigentes Jaime Kreimer, Nicolás Nicanovich y Plácido Grela en un encuentro que tuvo como finalidad discutir los problemas económicos, sociales y financieros que atravesaba el país. En ese marco, el congreso aprobó por unanimidad un despacho referido al cooperativismo de crédito que bregaba para que «el Estado declare -a la cajas cooperativas- entidades de bien público» debido a «su decisivo aporte para contribuir a disminuir las angustias crediticias de vastos sectores productivos del campo y la ciudad».
Ese congreso analizó también la situación económica considerando que el país estaba afectado desde hacía diez años por crisis periódicas que se originaban en «deficiencias estructurales típicas de los países subdesarrollados» y destacó que en ese momento la crisis había alcanzado manifestaciones más agudas, que se expresaban en un brusco descenso de la producción industrial, una intensa retracción del consumo, desocupación, récord en los quebrantos comerciales, reducción de producción agropecuaria, inflación de costos, aumento del déficit presupuestario y disminución del producto bruto nacional.
Paralelamente, también como parte de su agenda social, en junio de 1963 el IMFC auspició las Jornadas Empresarias de Gálvez, donde se elaboraron diversas conclusiones que sirvieron como plataforma de discusión para la realización del segundo Congreso Nacional Empresario celebrado en noviembre. Para esta segunda edición, el objetivo de la iniciativa fue la evaluación de los puntos fijados en el primer congreso que exigían la revitalización del mercado interno, el desprendimiento de la dependencia externa, la promoción de «obras básicas de desarrollo» y el aumento de la renta nacional y el producto bruto por habitante.
En 1964 se pusieron en marcha dos Jornadas de Promoción Zonal en Villa Ocampo (Santa Fe) y en La Falda (Córdoba) impulsadas por el IMFC y las cajas de crédito de ambas localidades. Representantes del campo, la industria, el comercio y los gobiernos municipales consideraron fundamental «aunar esfuerzos para analizar los distintos problemas que traban el desarrollo progresista de la zona, en un verdadero ejercicio democrático del federalismo aplicado a la gestión económica», explicaba la Memoria y Balance del VI Ejercicio del IMFC sobre las jornadas. También en 1964 el IMFC junto a la Dirección General de Cooperativas organizaron en Rosario la Primera Jornada de Municipios, Comunas y Cooperativas de la Provincia de Santa Fe con el fin de evaluar la realización de obras de bien público entre cooperativas y gobiernos.
En mayo de 1965 el Instituto Movilizador integró el Congreso Argentino por la Reforma Agraria convocado por la CGT y organizado por la Comisión Coordinadora de Promoción de la Reforma Agraria (COCOPRA), algunas cooperativas agrarias y la Agrupación de Empleados de la Caja de Crédito Bahiense, entre otras.
Finalmente, hay que sumar los centenares de actividades compartidas o patrocinadas por las cajas de crédito asociadas a lo largo y a lo ancho de todo el país. Algunas veces, esas actividades se formalizaban en algún tipo de institución barrial o local. Un ejemplo de ello fueron las instituciones llamadas «intersocietarias», surgidas del lazo entre las cooperativas de crédito y la organizaciones de cada barrio que, según comentaba el dirigente Elías Zylber en una entrevista de 1996, eran conformadas por «clubes, parroquias, escuelas y entidades de diversa índole que llevaban adelante una actividad muy interesante, muy unitaria, con trabajos de apoyo al mejoramiento social», junto con las cajas de crédito. En otros casos, el trabajo colectivo era por un tema puntual: «Un día, todas las instituciones del barrio decidimos pelear para conseguir el asfalto de la calle Congreso y modernizar la Plaza Urquiza (...) Formamos una comisión con la instituciones de la zona y pedimos hablar con el intendente. Y finalmente lo logramos», contaba Marcos Liascovich sobre la intersocietaria integrada por la Cooperativa Urquiza Central de la Ciudad de Buenos Aires.
Ese acompañamiento y participación social del IMFC se repetía en numerosas localidades a través de la intervención del propio Instituto o mediante las cooperativas que lo conformaban. Según relataba el cooperativista Domingo Rottman en una entrevista de 1997 para el Archivo Histórico del Cooperativismo de Crédito, «las cooperativas de crédito se constituyeron en cada barrio como una especie de centro social». Se trataba entonces de consolidar, mediante la labor del IMFC, a entidades que no fueran espacios de acción individual sino reflejo de las demandas que buscaban establecer una sociedad más equitativa y solidaria.
Maximiliano Senkiw
Asesoramiento histórico: Daniel Plotinsky
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