COOPERATIVISMO Y DICTADURAS
24 de marzo. Preservar la Memoria, por la Verdad y la Justicia
Entendiendo que la mejor manera de preservar la memoria social es reflexionar sobre lo sucedido, reproducimos un artículo que analiza los ataques soportados por el movimiento cooperativo de crédito durantes las dos últimas dictaduras militares, las luchas llevadas a cabo por el mismo para sobrevivir, y su efecto en la memoria colectiva de los cooperativistas de crédito.
«Fue Martinez de Hoz, el ministro de economía de Onganía»
“Errores” y “olvidos” en la memoria de los dirigentes del movimiento cooperativo de crédito
Daniel Plotinsky
«Lo que nos llevó a la transformación en Banco fue la caída del gobierno de Illia.... Fue lo del Golpe de Onganía y Martinez de Hoz (...) Claro, fue ahí donde nosotros... Martinez de Hoz nos hizo transformarnos en Banco»[i]
«El Golpe del 66, del año 66, si, claro... De ese Golpe surgió después Martinez de Hoz como Ministro de Economía. Bueno, en el año 66... lo que primero se hizo cuando fue el Golpe de Estado fue atacar a las universidades con la “noche de los bastones largos” incluida, y después al movimiento cooperativo»[ii]
¿Logró sus objetivos Martínez de Hoz, el Ministro de Economía de Onganía, o la lucha de los cooperativistas se lo impidió?
«Las luchas... es un hecho que no lo voy a contar solamente yo, supongo que todo el mundo lo recuerda, todo el mundo que pasó por esa etapa. Yo... lo que no recuerdo bien son los detalles precisos, quizá la fecha, pero se que en determinado momento como parte de una ofensiva permanente, porque la ofensiva contra el cooperativismo de crédito y contra el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos nunca cesó, tenía más violencia o menos violencia, tenía más impulso o estaba un poco aplacada, pero siempre se trató de desmembrar al movimiento cooperativo. Ese era como un objetivo permanente de todos los gobiernos»[i]
Las luchas por sobrevivir ¿a cuál dictadura? describen los testimonios –sumamente minuciosos en otros aspectos- que se vuelven imprecisos e inciertos ante aquella pregunta.
¿Por qué –a diferencia de la percepción social mayoritaria en el país- para los cooperativistas de crédito “la” dictadura fue la que encabezó el Gral. Onganía y no el auto- proclamado Proceso de Reorganización Nacional?
Si consideramos que «la importancia del testimonio oral puede residir no en su adherencia al hecho, sino más bien en su alejamiento del mismo, (...) y que las declaraciones “equivocadas” son psicológicamente “verídicas”»[ii], resulta más interesante analizar la gran cantidad de “errores”, “confusiones” y “olvidos” en los testimonios de dirigentes y funcionarios de las Cajas de Crédito al referirse a las dictaduras militares, que tratar de encontrar las “verdaderas” respuestas a aquellas preguntas.
Este trabajo se propone, por lo tanto, aportar a la comprensión de los modos de operar de la memoria individual y colectiva y examinar las funciones del tiempo en la historia oral a partir del análisis de 63 de las 141 entrevistas realizadas entre 1996 y 2004 en el proceso de creación del Archivo Histórico del Cooperativismo de Crédito. Las entrevistas analizadas corresponden a dirigentes y funcionarios de Cajas de Crédito que estuvieron vinculados a aquellas entidades desde antes de 1966 y continuaron -por lo menos- hasta 1979. En ese período centraremos el análisis.
1966 / 1979: Ataques dictatoriales y resistencia cooperativa
El 28 de junio de 1966 el gobierno constitucional de Arturo Illia es derrocado
por un golpe militar encabezado por el general Juan Carlos Onganía. Las primeras medidas de la dictadura estuvieron dirigidas a dos de los actores sociales más dinámicos: el movimiento cooperativo nucleado en torno al Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos y la Universidad pública.
A dos días de producido el Golpe de Estado, el vespertino La Razón anunciaba en titulares de tapa que el IMFC era responsable de una evasión de divisas de 50 millones de dólares. «Al dar esta cifra, sin duda no se habrá detenido el citado diario a reparar que ni las cooperativas de crédito ni el Instituto que las nuclea, jamás han operado en divisas ni calculado que 50 millones de dólares representan nada menos que 12 mil millones de pesos, suma que jamás ha constituido la disponibilidad de ese Instituto como consta en sus balances, el último de los cuales se acompaña y registra un saldo en Caja y Bancos del orden de los 1.167 millones de pesos y el total de los depósitos es de 2.860 millones de pesos...»[iii]
Ante esta denuncia, gran parte de los dirigentes nacionales son detenidos, pero pocos días después recuperan su libertad ante la falta de pruebas. «Tres coches con policías nos levantó a cada uno de los miembros del Consejo (...) y no nos tomaron declaración, no nos molestaron mayormente, pero nos amargaron la vida durante esos días»[iv]
Fracasada la estrategia de presentar a los dirigentes como delincuentes, el ataque al movimiento cooperativo se define por la asfixia económica. El 8 de julio se dicta un Decreto por el que se establecía la jurisdicción del Banco Central sobre las cooperativas de crédito, se aplican disposiciones que limitaban seriamente la operatoria permitida a las mismas y se lanza una campaña difamatoria por los medios de difusión para crear el pánico que lleve a la quiebra al sistema financiero de crédito cooperativo.
«En este contexto difícil, el Instituto y sus cooperativas asociadas deciden resistir y seguir operando, lo que abre una nueva etapa en la vida del movimiento cooperativo de crédito. De las 1.000 cooperativas de crédito existentes a mediados de 1966 -cuando se impusieron las normas restrictivas -apenas poco más de 400 pudieron llegar en funcionamiento al momento de la restauración democrática. Más de cinco centenas de entidades progresivamente liquidadas durante la vigencia del régimen negativo, sintetizan el elevado costo institucional soportado por el movimiento cooperativo de crédito»[v]
Los tres años de gobiernos peronistas permiten una leve recuperación, pero en marzo de 1976 se interrumpe nuevamente la continuidad institucional en nuestro país y las Fuerza Armadas asumen el Gobierno dando comienzo al auto- denominado Proceso de Reorganización Nacional.
La crisis capitalista internacional de 1973 significó en los países periféricos, como Argentina, el agotamiento del modelo basado en la industrialización sustitutiva, el pleno empleo, el Estado Benefactor y el crecimiento de la clase obrera. En
nuestro país, el ciclo histórico anterior cede paso al proyecto refundacional que instala una nueva “modernización” salvajemente autoritaria y excluyente. Como parte de ese objetivo, se anula la Ley de Nacionalización de los Depósitos que había sancionado el gobierno constitucional y se elabora un anteproyecto de "Ley" de Entidades Financieras que apuntaba –entre otras cosas- a liquidar al cooperativismo de crédito al plantear la eliminación de la forma jurídica cooperativa del sistema financiero.
«Que ese esquema original no haya llegado a materializarse totalmente fue consecuencia de la rápida reacción del movimiento cooperativo (...) entre muchas otras manifestaciones caben destacar dos que impactaron a la opinión pública: el 22 de setiembre de 1976 se publicó en los principales diarios del país una solicitada en apoyo de las cajas de crédito, suscripta por alrededor de 6.500 entidades sin fines de lucro, como Cámaras y Centros comerciales, Asociaciones vecinales, de fomento y de servicios públicos, Cooperadoras escolares, policiales y de hospitales, Clubes
deportivos y rotarianos, Mutuales, Escuelas (...) en enero del año siguiente, y durante siete días consecutivos, ocupando entre cuatro y cinco páginas diarias, apareció en el matutino “Clarín” de Buenos Aires una nueva solicitada firmada esta vez por nada menos que cincuenta mil pequeñas y medianas empresas, con la adhesión de cientos de miles de sus empleados y obreros, en apoyo al cooperativismo de crédito. Hubo también una declaración de más de cien personalidades de la ciencia, el arte, la educación, la cultura, la religión y el deporte»[vi]
En febrero de 1977 el Poder Ejecutivo sanciona la mal llamada “Ley” de
Entidades Financieras. Por ella, si bien queda vedado a las Cajas de Crédito la posibilidad de operar en cuentas a la vista, se le otorgaba la posibilidad de transformarse en Bancos Comerciales conservando su forma jurídica cooperativa. Para ello se daba un plazo de un año extensible a dos, a partir del momento de entrada en vigencia de la Ley, para adecuar su estructura al nuevo régimen legal mientras seguían operando de manera habitual.
«El movimiento logró, como solemos decir, un empate. Nos obligaron a transformarnos en Bancos, a hacernos una entidad grande, a unirnos porque implantaron normas de capitales mínimos muy exigentes, pero nosotros logramos que la figura jurídica del cooperativismo subsista en el sistema financiero argentino. Eso es lo que denominamos un empate»[vii]
En ese momento, 273 de las 379 Cajas de Crédito cooperativas existentes deciden su transformación, lo que –producto de las fusiones necesarias para alcanzar los capitales mínimos exigidos- genera la aparición de 77 nuevos Bancos cooperativos.
De estos, hoy sólo sobrevive uno.
Los “tiempos” en la memoria del cooperativismo de crédito
«Yo pienso que hay una etapa que es antes del sesenta y seis y después del sesenta y seis. Es una división muy importante, un hito. ¿Y por qué es importante? Porque antes del sesenta y seis era crecer, era desarrollarse»[viii]
«Pero no es lo mismo que antes. Nosotros no concebimos una entidad sin una amplia participación y esto es lo más difícil porque vamos un poco contra la corriente de lo que es hoy el mundo. Antes era muy fácil lograr que en una sucursal... en una Caja de Crédito, haya veinte, treinta, cuarenta personas actuando y bueno, hoy es difícil reunir a seis, o siete, o diez.»[ix]
Antes. ¿Cuántos “antes” hay en estos testimonios? Considerando que fechar un acontecimiento no es simplemente colocarlo en una secuencia lineal, sino también escoger en qué secuencia lineal ubicarlo ¿Qué secuencias construyen estos “antes”?
Al analizar las entrevistas se observa que el encadenamiento cronológico que se intenta construir desde las preguntas, se enfrenta –generalmente sin éxito- con dos “tiempos” que se superponen en los relatos.
En ese enfrentamiento, los entrevistados reacomodan permanentemente sus recuerdos eligiendo entre ubicarlos en su propia cronología “cooperativa” o en la secuencia externa que introduce el entrevistador. «Esta elección implica un juicio que con frecuencia se refleja en la cronología misma, hasta el punto de crear “errores” colectivos que no pueden entenderse en términos de la falible memoria de los informantes individuales»[x]
«Ahora es distinto. Antes se hacían muchas comidas, asados, lo que fuera, donde se invitaba a los socios y era una hermandad que de pronto había roces entre... pero cuando estábamos ahí éramos cooperativistas ¿entiendes? entonces el roce que vos podías tener por x motivo ahí ya no estaba, porque estábamos todos con lo mismo de ir a la cooperativa y había que sacarla adelante, porque importaba muchísimo para todos los que estábamos en el movimiento ¡era nuestra vida! era... era nuestro hijo que estábamos pariendo. Entonces yo tengo para mí que la época del cooperativismo fue, creo que una de las cosas más bellas que me han pasado en mi vida, una en que aprendí muchísimo ¡No sé! me hicieron persona yo digo»[xi]
Un tiempo -que se expresa en este testimonio- es el de la vida interna de las instituciones. En este estrato temporal hay un antes -la época del cooperativismo- que comienza a principios de la década del ´60, coincidiendo con el impulso generado por la creación del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos.
«Cuando se hizo la Caja de Crédito el pueblo se revolucionó, porque la gente no conocía los bancos, y los que los conocían tenían que andar agachándose la cabeza para entrar. Y cuando se abrió esta Caja de Crédito que entraba desde el empleado hasta el más potentado, entonces tomó un auge que Dios me libre y guarde, fue una cosa que, ya le digo, fue una cosa sorprendente para el pueblo, porque ahí en esa Caja de Crédito... en todos los bancos juntos no había la gente que había ahí...»[xii]
Los testimonios rescatan la familiaridad con que se manejaban las instituciones en ese período, y el constante crecimiento de las mismas. Nos describen, además, un mundo con reglas propias, a salvo de intromisiones externas, en el que «la operatoria era de amigos, es decir, entraba una solicitud y... ¿quién lo conoce? Fulano, y... ¿quién lo presenta? Mengano. ¿y qué tal es? y bueno, entonces nos mirábamos las caras y si nadie decía nada o hacía así con la cabeza... [gesto afirmativo] y ¿quién es la garantía? Sí, entonces... [gesto con las manos de finalización] ya está, con eso era suficiente. Sí al revés la cosa era, m... [cara seria] no sé, anda medio mal: ese crédito no salía. Quiere decir que era una técnica así al guiño va y viene, pero el crédito salía. Entonces, eso hacía muy estrecha la vinculación. No crecía tremendamente, crecía poco a poco, pero se integraba una cantidad de socios por vinculaciones, por amistad, por lo que fuera»[xiii]
Esta situación casi idílica se rompe cuando la necesidad obliga a
transformar las Cajas de Crédito en bancos cooperativos. En 1979 empieza un después con el que los entrevistados todavía conviven y en el que las reglas de juego son violentamente impuestas por el mundo exterior, porque «de los males mayores elegimos el menos malo ¿no? y ahí empezamos a ser banqueros. Jamás en mi vida yo pensé que algún día podía llegar a ser esto, allá en mi pueblo –Basavilbaso- si me lo hubieran contado de pibe que yo podía llegar a ser algún día banquero, no se que le podía haber contestado. No obstante, después de haber pasado tanto tiempo todavía allá en el fondo, en el rincón de mi corazón todavía extraño a la cooperativa porque... vamos a la realidad, nosotros cuando hacemos la transformación en banco, lo institucional lo pateamos, porque eso quedó así, de costado, porque había que consolidar el banco, se perdieron muchas cosas institucionalmente hablando ¿ no? se perdieron un montón de cosas, se trata de recuperar pero es un tema que... para analizar»[xiv]
Paralelamente a aquel tiempo de la vida interna, aparece otro, en el que se inscribe el relato de las relaciones entre el movimiento cooperativo y “el afuera”.
Es el tiempo de los ataques y las consiguientes luchas por sobrevivir:
«Fue una lucha esa, una lucha muy grande. Y no nos olvidemos que la oligarquía estaba muy en contra nuestro... yo lo digo porque en ese momento la oligarquía terrateniente estaba en contra del movimiento cooperativo que era el que... como sigue siendo hoy, pero entonces era más, era el que cobijaba a la pequeña y mediana empresa, es decir a quiénes les hacían la contra al gran capital. Pero ellos no querían que existiera ¿por qué? Porque el gran capital no quiere la creación de conciencia en la pequeña y mediana empresa y la gente que se nucleaba era gente consciente, que sabía adonde estábamos parados y por qué estábamos en la situación en que estábamos y todo lo demás...»[xv]
En esa lucha permanente entre las cooperativas de crédito y los grandes grupos empresarios nacionales y extranjeros representados por el Estado, hay un antes que comienza en «mil novecientos sesenta y dos. Primeras medidas del Banco Central, intentan, fracasan, no hay capacidad de contralor del Estado, etcétera. La Dirección de Cooperativas está a nuestro favor, pero empieza la agresión política basada en la presencia de los comunistas que tenían como proyecto hacer este movimiento con toda la sociedad y siendo parte de la sociedad y no del Partido. Se va generando la resistencia... pero no hay medidas directas. A todo esto, llegan Illia y Perette, que en su plataforma hay apoyo al cooperativismo, y realmente ellos lo hacen y nos apoyan, pero tienen su quinta columna que les sabotea hasta sus propias políticas, inclusive estas. Preparan normas represivas que nosotros desacatábamos, rechazábamos. Preparamos un proyecto de Ley de cooperativas que entra en la Cámara de Diputados. Es decir... y a todo esto, esas luchas en lugar de debilitar fortalecían al movimiento. El Instituto hace dos concentraciones en el Luna Park por año, el Luna Park queda chico, la cancha de Atlanta, la cancha de Newells Old Boys. Se repiten... gran fortaleza, crece el número de entidades, el número de personas...»[xvi]
El después, son las dictaduras militares que asolan nuestro país a partir del 29 de junio de 1966.
«En mil novecientos sesenta y seis fue el golpe de Onganía. Recuerdo que el diario La Razón que adhería al golpe, en la misma tapa donde informaba que hubo un Golpe de Estado y que fue derrocado el Presidente Illia, en la misma tapa decía que uno de los motivos del golpe era desmantelar el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos y que se estaba persiguiendo a los directivos, y realmente hubo alguno de los directivos del Instituto Movilizador que fueron detenidos, estuvieron un par de días detenidos, luego fueron liberados. Fue duro, y sin embargo no sé, había como una especie de mística de que... bueno, esto se va a superar. Al menos lo digo como yo lo sentí en aquel momento. Fue muy distinto porque hubo un segundo Golpe, hubo un segundo Golpe que fue el 24 de marzo del setenta y seis. En ese segundo Golpe ya estaba instalado el miedo, mucho miedo, y... ya vi las cosas, sí, con más pesimismo en el setenta y seis»[xvii]
Este tiempo de dictaduras crea su propia lógica discursiva, su propio continuo temporal. Y en ese continuo solo hay dos nombres propios -Onganía y Martínez de Hoz- omnipresentes, encabezando entrelazados una mismo agresión en dos etapas. En los testimonios casi no se menciona a Jorge Rafael Videla, y Krieger Vasena –uno de los Ministros de Economía de Juan Carlos Onganía- sólo es recordado por un entrevistado, pero como ministro de... Videla.
Por eso el ataque se produce durante «el Golpe del sesenta y seis, del año sesenta y seis, si, claro... De ese Golpe surgió después Martínez de Hoz como Ministro de Economía (...) y el gobierno de turno, que en ese entonces era... el gobierno de... el gobierno, bueno, donde Martínez de Hoz era el Ministro de Economía ¿Quién dirigía? No me acuerdo, ¿Estaba Onganía?» [xviii]
En el recuerdo colectivo, ambos “tiempos” se entrecruzan muy pocas veces, y en general es como resultado de la intervención del entrevistador rompiendo los niveles paralelos de narración. Ese es el momento en que los datos se desubican, al intentar pasar de un continuo temporal a otro, y los entrevistados se desconciertan.
Es que la ruptura de los continuos temporales coexistentes en la memoria colectiva, necesaria para ubicar los acontecimientos en un tiempo único, se produce en los dos niveles del relato: la sucesión lineal y la simultaneidad vertical. Y entonces las certezas se reducen a los antes y después: antes de Onganía, la “edad de oro” en que todo era perfecto; después de Martinez de Hoz se sobrevive, a riesgo de perder los objetivos fundacionales. En el medio, el enemigo: el Golpe de Onganía y Martinez de Hoz.
Las dictaduras militares en la memoria del cooperativismo de crédito
Desde 1966 los dirigentes cooperativos vienen trabajando colectivamente el recuerdo de los acontecimientos (los Golpes de Estado, las políticas dictatoriales, las medidas anti-cooperativas) y su disposición en la narración. Esto les permitió ir conformando una memoria colectiva que ubica los ataques en una causalidad “adecuada” y organiza la manera de contrarrestar el sentimiento de humillación generado por las derrotas.[xix]
«Fue una cosa terrible desde el punto de vista de las medidas de tipo terrorífico que tomaron. Como antes había dicho, de mil Cooperativas quedaron menos de la mitad, se quiso discriminar a algunos dirigentes por su condición de comunistas. Algunos lo eran, otros no eran comunistas, ni de lejos eran comunistas... pero tenían la mística de lo que era el movimiento cooperativo ¿no? y se dio una caza de brujas similar a la de los años cincuenta con McCarthy en los Estados Unidos, de tan triste celebridad que no hay que abundar porque es bien conocido. Entonces el Movimiento resiste y en definitiva triunfa en su cometido. Eso fue realmente brillante con cosas muy -podríamos decir modestamente- hasta heroicas, porque alguno de los integrantes del Consejo de Administración dejó su trabajo, dejó su empresa, dejó todo lo que hacía con los problemas consiguientes, y la casa de cada uno, y hubo quince días heroicos donde la gente no hacía otra cosa que tratar de salvar la Cooperativa. Y se salvó. Para nosotros fue una cosa muy... con mucho apoyo de la gente. Todos estaban convencidos, la inmensa mayoría del Consejo de Administración estaban convencidos, y entonces hicimos una asamblea que desbordaba hasta la calle»[xx]
La dura lucha contra las medidas represivas y la normativa administrativa con la que se pretendió destruir a las Cajas de Crédito en 1966, se transformó en un mito que cristalizó y organizó los acontecimientos históricos en un sistema de representaciones que puede ser narrado en términos sociales como una épica fundante del movimiento cooperativo. Pese a lo doloroso de la experiencia y a la cantidad de “bajas”, Ongania fue derrotado.
«Caímos pero no, no, no nos torcieron el brazo. Eran momentos amargos, fue duro, en general la lucha del movimiento cooperativo fue dura toda la vida, hasta ahora... con distintos matices pero siempre fue una lucha muy dura y bueno, llega el momento de Onganía donde nos quieren cerrar las cooperativas, consiguen algo, tenemos muchos problemas con los socios que se creen que nos guardamos la plata y en nuestra cooperativa hacemos una asamblea e invitamos a los socios. Las asambleas generalmente se caracterizaban porque había muy poquita gente, pero esa noche hubo una asamblea que estaba el salón al mango, estaba lleno y bueno, explicamos cuál era la situación, hubo alguna cosita así, pero al otro día vino gente a traer dinero. Nosotros supimos transmitir, porque esto era importante, saber transmitir, y entonces empezaron a venir y a los dos meses, o antes, empezamos a devolver los fondos y después al poco tiempo empezamos a dar algunos créditos y se empezó a mover nuevamente. Una cosa es contarlo y otra vivirlo, pero no nos torcieron el brazo para nada»[xxi]
El triunfo cooperativo se produce, además, porque los dirigentes y asociados de las cajas de Crédito eligieron el “camino correcto” que remite a los valores fundacionales: participación, resistencia y movilización. Asambleas multitudinarias que desbordan los salones, hablar, informar, pensar alternativas, y –en última instancia- caer dignamente.
«Muchas cooperativas cerraron, muchas no pudieron aguantar, muchas los socios no acompañaron, muchas tenían dificultades porque los créditos habían sido otorgados mal y no tuvieron recupero suficiente, y otras porque eran muy nuevitas. Pero ninguna del Instituto estafó ni quebró ni dejó de pagarle a sus socios. No. Las adheridas al Instituto pagaron hasta el último centavo. Quiere decir que el Movimiento se mantuvo y el Instituto se mantuvo por el camino honesto y la forma en que planteó las cosas»[xxii]
El mito tiene tal peso en la identidad cooperativa que se repite casi sin variantes aún en el “recuerdo” de quienes no participaron de esas luchas por haber ingresado al movimiento cooperativo con posterioridad. En algunos testimonios, esa imposible participación no requiere de explicaciones, el “peleamos” es sinónimo de “soy”, y cumple una función simbólica. En otros, la “participación” se produce trasladando horizontalmente ciertos acontecimientos sucedidos con posterioridad para conferirles una función periodificadora que subraye su importancia. De una u otra manera, todos los cooperativistas “estuvieron ahí”, y desde ahí se reconocen.
«Recuerdo el Golpe de Onganía como una cosa muy triste para nosotros, muy injusta. Pero eso nos unió más a todos para luchar contra la injusticia ¿eh?, ¡tanto vivimos! Hemos vivido tantos Golpes de Estado que no sabíamos ni por qué... pienso que esa es una experiencia triste que vivió nuestro país, y desde el movimiento cooperativo siempre se luchó en contra de eso. Es otra cosa que yo también le tengo que estar agradecido al movimiento cooperativo, porque me enseñó a luchar y valorar los derechos de uno ¿no? Yo creo que eso nos unió para siempre»[xxiii]
Nos unió para siempre. Un plural que combina múltiples subjetividades y une a transmisores y receptores en una memoria histórica común como proceso de conformación de una cultura común. Así, «el espacio de las memorias se convierte en un espacio de luchas políticas. Alude a la capacidad de preservar el pasado, pero esa capacidad necesariamente implica participar en la lucha por dar sentido a lo que está ocurriendo ahora y al proyecto futuro que tengamos. Las rememoraciones colectivas cobran importancia política como instrumentos para establecer comunidades de pertenencia a identidades colectivas y como justificación para el accionar de movimientos sociales que promueven y empujan una democratización cada vez más profunda»[xxiv]
Esa homogeneidad de discurso y de valoración desaparece cuando los cooperativistas tienen que explicar-se la actitud ante el ataque encabezado por José Alfredo Martines de Hoz, Ministro de Economía durante los primeros años del autodenominado Proceso de Reorganización Nacional.
«Así vamos creciendo hasta que se produce el golpe militar del setenta y seis (...) ya a fines del setenta y seis, creo, Martínez de Hoz da a conocer, en una reunión de gabinete de la dictadura, que se va a producir un hecho de gran trascendencia, revolucionario: va a modificarse el sistema financiero argentino. Cuando se da a conocer el proyecto de ley, porque ellos hacían leyes que las hacían aprobar por la Comisión de Asesoramiento Legislativo que funcionaba en el Congreso con representantes de las tres armas. Y cuando se da a conocer, ahí la forma cooperativa no es admitida, sólo sociedades anónimas. Como estos proyectos se originaron en el Fondo Monetario y en el Banco Mundial, prohíben la forma cooperativa»
«Buscamos en qué forma nos expresamos... Entonces, actos públicos no nos iban a dejar hacer. Manifestaciones menos, las iban a reprimir. El diario, sacamos la solicitada en el diario, me acuerdo, durante ocho días consecutivos, cuatro o cinco páginas con firmas de gente, nunca se vio en la Argentina una solicitada así. Y fue una negociación fuerte, hasta que finalmente se llega a un punto donde Martínez de Hoz nos da una entrevista, que hasta entonces había negado, según parece presionado desde arriba. Es ahí cuando dice:“Bueno, pueden hacer el banco cooperativo, pero la caja de crédito, no”, el Banco»[xxv]
Esta vez el ataque lo encabeza Martinez de Hoz. El mismo ataque que en el ´66, el mismo objetivo pero a través de otros mecanismos. Menos brutal que la embestida de Onganía, pero en el marco de la más brutal de las dictaduras que sufrió nuestro país.
Nuevamente el cooperativismo de crédito resiste, da pelea, y le arrebata a esa dictadura una opción: la posibilidad de que las Cajas de Crédito se transformen en bancos cooperativos. Un “empate”, según los documentos y publicaciones del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos.
«Ahí tomamos la decisión, informamos y la gente lo toma bien. ¿Por qué lo toma bien? Porque también la presión del enemigo va debilitando las fuerzas y la gente ya estaba cansada de estar defendiendo la Caja, y veía que si dábamos el salto a banco llegábamos a la orilla, salíamos del pantano, íbamos a la tierra firme. Vos también tenés que ver el estado de ánimo de la gente. Si hubiéramos dicho “nada, acá nos quedamos como caja de crédito, sin cuenta corriente, y ya vendrán los cambios”, así como nos había pasado en la época de Onganía, volver a repetir “bueno, volvemos otra vez...” Pero ubicate, se veía un gran repliegue, la dictadura se había vuelto más feroz que nunca: desapariciones, terrorismo de Estado, etcétera. Entonces, no era cuestión de decir “mirá, aguantamos dos años y va a cambiar esto”. No, ahí se veía una noche negra. Te estoy hablando de mil novecientos setenta y siete, hasta la Guerra de Malvinas ¿qué pasaba? No estuvimos desacertados. Las posibilidades de oposición política eran muy difíciles. ¿Cuál hubiera sido el destino de Argentina si estos asesinos ganan en Malvinas? Si los yanquis en lugar de decir a los socios de la OTAN “bueno, le damos esto” le dicen “aflojen ustedes”. Entonces en el movimiento había cansancio de tanto “la caja no se va”. Entonces, el banco les parecía legitimarse» [xxvi]
¿Un empate? La creación de los bancos cooperativos genera un proceso de fusiones de Cajas de Crédito, de integración cooperativa. Sin embargo, los testimonios se disgregan. A diferencia de las luchas del 66, el “nosotros” ya no refiere a un colectivo –todos los miembros del movimiento cooperativo- sino a los asociados de cada una de las Cajas de Crédito.
Las valoraciones sobre lo actuado entran en contradicción, ya no hay un orgullo compartido que unifique y generalice el recuerdo de las “batallas”. Cada entrevistado estructura su propio relato de los sucesos. La memoria colectiva molesta.
«Eso obligó a que pensáramos seriamente en la fusión de las Cajas de Crédito para formar lo que es hoy el Banco. Lógicamente fue motivo de discusión, porque el sentido de la propiedad estaba muy arraigado, el sentido de decir “y Ramos [Mejía]¿qué va a pasar con Ramos? ¿cómo se va a...? Ramos ya no va a ser Ramos, va a ser un Banco, va a ser un... otro ente ¿quién lo va a manejar? ¿quién lo va a dirigir?” o sea, creaba una serie de inquietudes, tremendo el esfuerzo de haber edificado este edificio tan costoso, con tantos esfuerzos, con tanto aporte de gente, con sacrificios y todo lo demás. Lo teníamos que ceder a una nueva organización de la cual nosotros íbamos a ser el número cuarenta y dos de las cuarenta y tres instituciones que lo iban a constituir. Por lo tanto era muy difícil, era una situación... muy traumática, al transformarnos ¿no perderemos la esencia de lo que quisimos o de lo que pretendíamos de una Caja de Crédito? y bueno, y por otro lado estaban los que sostenían que sí, que había que unificar el sistema, que había que formar los Bancos a través de las fusiones y era un poco un mentís a las pretensiones de Martínez de Hoz, de que las Cajas no iban a poder transformarse en Bancos, que no iban a poder existir aunque se transformaran, y que iban a desaparecer de cualquier manera»[xxvii]
Nadie celebra la creación de los bancos cooperativos, no hay motivo de
orgullo: empatamos, negociamos, sobrevivimos. En la memoria colectiva parece haber acuerdo en que era la única manera de garantizar que las instituciones cooperativas sigan existiendo en el sector financiero, pero nada parece garantizarles que esas instituciones sigan manteniendo los valores cooperativos.
Simplemente, era la única opción.
«Le advierto que la nuestra, América del Sur, y tal vez haya sido el papel de todos, nos adherimos a esa idea la ultima noche cuando venció el plazo para constituirnos en Banco. Porque hubo una lucha entre quienes, por ese amor cooperativo, por eso que fueron dando sus antepasados y ellos mismo a las Cajas de Crédito, pensaban que la palabra Banco, y yo mismo estuve en duda no se lo niego, que la palabra Banco era la palabra fría del dinero y la Caja de Crédito era la parte caliente, pero la última noche conseguimos responder a esta iniciativa y nos integramos al Banco»[xxviii]
«Hoy somos una institución bancaria, seria. Con todos los atributos de una institución bancaria y con todos los defectos de una institución bancaria porque también tuvimos que cercenar muchas de las cosas que eran reivindicativas del Movimiento»[xxix]
Pero la memoria colectiva es una labor de reconstrucción permanente que se apoya en el presente para recuperar el pasado. En ese proceso de reconstrucción, los dirigentes cooperativos buscan explicar-se su propio acontecer y construir nuevos marcos de pertenencia que los contengan.
«Viendo lo que es hoy, el Banco realmente es un sueño hecho realidad. ¿Quién podía pensar en esa época llegar a tener una entidad como la que tenemos ahora? Creo que el desafío nuestro ahora es, como empresa seguir desarrollándonos como hasta ahora, con altos niveles de eficiencia... y por otro lado mantener siempre vivo el espíritu cooperativo que es el espíritu de la participación de la gente»[xxx]
En ese mismo proceso de reconstrucción, la memoria colectiva reelabora su mito fundante. Los cooperativistas están aquí y ahora, pese a todos los ataques del sistema. Pese a Ongania y Martínez de Hoz, unidos en su objetivo de arrasar al cooperativismo de crédito. Pese a los temores de los mismos cooperativistas.
Esa memoria reconstruida permite, entonces, reubicar la creación del banco en una secuencia épica y con ello recuperar el orgullo compartido.
«Apareció el problema de la transformación en Banco. Eso fue cuando Onganía nos apretó y nos transformamos (...) el movimiento se impuso y se juntaron cuarenta y cuatro cooperativas y formaron el Banco. Sobró, porque esa era otra: para poder ser Banco tenías que tener un fondo de tanta plata que ninguna cooperativa llegaba ni loco ¿eh? Pero se juntaron cuarenta y cuatro cooperativas y sobró plata. Eso fue cuando Onganía... y Martinez de Hoz»[xxxi]
Bibliografía
Jorge Aceves Lozano. «Las fuentes de la memoria: problemas metodológicos» en Voces Recobradas Nº 7. Buenos Aires, IHCBA, 2000
Marie-Francoise Chanfrault-Duchet. «Mitos y estructuras narrativas en la historia de vida» en Historia y Fuente Oral Nº 2. Barcelona, 1989
Sarah Dornier-Agbodjan. «Fotografias de familia para hablar de la memoria» en Historia, Antropología y Fuentes Orales Nº 32. Barcelona, 2004
Francia Farrugia. «Síndrome narrativo y reconstrucción del pasado» en Historia, Antropología y Fuentes Orales Nº 32. Barcelona, 2004
Aron Gleizer. «La experiencia del movimiento cooperativo de crédito en la República Argentina» en Revista del Instituto de la Cooperación Nº 31. Rosario, Idelcoop, 1981
Plácido Grela. Cooperativismo y monopolio. Buenos Aires, Editorial Platina, 1965
Carlo Guinzburg. «Memoria y globalización» en Historia, Antropología y Fuentes Orales Nº 32. Barcelona, 2004
Juan Carlos Junio. Nuestra experiencia cooperativa. Buenos Aires, Banco Credicoop, 2000
José Moset. La historia de todos. Buenos Aires, IMFC, 1988
Alessandro Portelli. «Historia y memoria: la muerte de Luigi Trastulli» en Historia, Antropología y Fuentes Orales Nº 1. Barcelona, 1989
--«Lo que hace diferente a la historia oral» en Dora Schwarzstein (comp.). La historia Oral. Buenos Aires, CEAL, 1991
--«Las funciones del tiempo en la historia Oral» en Jorge Aceves Lozano (comp.). Historia Oral. México, Instituto Mora, 1993
--«Terni en Huelga: 2004» en Historia, Antropología y Fuentes Orales Nº 32. Barcelona, 2004
Primera Caja Mercantil Coop. de Créditos, 25 años, Buenos Aires (Original en idish, traducción de Dob Katz para el Archivo Histórico del Cooperativismo de Crédito)
Regine Robin. «Historia oral y poder» en Jorge Aceves Lozano (comp.). Historia Oral. México, Instituto Mora, 1993
Brian Roberts. «Memoria, hacer historia y narración» en Voces recobradas Nº 3. Buenos Aires, IHCBA, 1998
Entrevistas
Realizadas por Daniel Plotinsky para el Archivo Histórico del Cooperativismo de Crédito.
Alvarez, Elipio Juvenal. Dirigente de Ciudad de Quilmes Coop. de Crédito Ltda. (Quilmes, Pcia. de Buenos Aires). Entrevista realizada el 6 de setiembre de 2001 en Quilmes (Buenos Aires).
Bonini, Ernesto. Funcionario del IMFC (Rosario, Santa Fe). Entrevista realizada el 8 de noviembre de 1999 en la ciudad de Buenos Aires.
Chaia, Salomón. Dirigente de 11 de Setiembre Coop. de Crédito Ltda. y Coop. Flores Centro de Crédito (Buenos Aires). Entrevista realizada el 14 de agosto de 1996 en la ciudad de Buenos Aires.
Cwaigemberg, Harry. Dirigente de Caja Popular Villa Mitre SCL y Maturín Soc. Coop. de Créditos (Buenos Aires). Entrevista realizada el 26 de junio de 1996 en la ciudad de Buenos Aires
Gorini, Floreal. Funcionario y Dirigente del IMFC. Entrevista realizadas el 26 de octubre y el 15 de noviembre de 1999 en la ciudad de Buenos Aires.
Lais, Alberto. Dirigente de Caja de Crédito Villa Maipú Ltda. (Villa Maipú, Prov. de Buenos Aires). Entrevista realizada el 11 de diciembre de 1996 en Villa Maipú (Buenos Aires).
Liascovich, Marcos. Dirigente de Urquiza Central SCL. (Buenos Aires). Entrevista realizada el 16 de agosto de 1997 en la ciudad de Buenos Aires.
Lorenzo, Diego. Dirigente de Caja de Crédito Lincoln Centenario Ltda (Lincoln, Pcia. de Buenos Aires). Entrevista realizada el 8 de noviembre de 2003 en Lincoln (Buenos Aires).
Manetti de Sajaroff, Luisa. Dirigente de Soc. Coop. de Crédito Progreso de Castelar Ltda. (Castelar, Pcia. de Buenos Aires). Entrevista realizada el 21 de octubre de 1998 en Castelar, (Buenos Aires).
Nievas, Marilina. Empleada y Dirigente de El Puente de Liniers Coop. de Crédito Ltda. (Buenos Aires). Entrevista realizada el 17 de noviembre de 1997 en la ciudad de Buenos Aires.
Ostrovsky, Julián. Dirigente de Caja de Crédito Villa Maipú Ltda. (Villa Maipú, Prov. de Buenos Aires). Entrevista realizada el 11 de diciembre de 1996 en la ciudad de Buenos Aires.
Pijuán, Oscar. Dirigente de Soc. Coop. de Créditos del Sud Ltda (Lanús, Prov. de Buenos Aires). Entrevista realizada el 24 de setiembre de 1996 en Lanús (Buenos Aires).
Rottman, Domingo. Funcionario del IMFC y Caja Popular Villa Mitre SCL (Buenos Aires). Entrevista realizada el 26 de noviembre de 1997 en la ciudad de Buenos Aires.
Weinstein, Bernardo. Dirigente de América del Sud Coop. de Créditos Ltda. (Buenos Aires). Entrevista realizada el 7 de diciembre de 1996 en la ciudad de Buenos Aires.
Woscoboinik, Marcos. Dirigente de Nueva Caja de Crédito Ramos Mejía Ltda. (Ramos Mejía, Prov. de Buenos Aires). Entrevista realizada el 12 de junio de 1996 en Ramos Mejía (Buenos Aires.
Zaritzky, Mauricio. Dirigente de Soc. Coop. de Crédito Parque Chacabuco Ltda. (Buenos Aires). Entrevista realizada el 30 de octubre de 1996 en la ciudad de Buenos Aires.
Szyr, Marcos. Dirigente de Cabildo Norte SCL. (Buenos Aires). Entrevista realizada el 25 de febrero de 1998 en la ciudad de Buenos Aires.
Zylber, Elías. Dirigente de Primera Caja Mercantil Coop. de Crédito Ltda. (Buenos Aires). Entrevista realizada el 9 de setiembre de 1996 en la ciudad de Buenos Aires.
[i] Rottman. Entrevista
[ii] Portelli. (1991), p. 43
[iii] IMFC. Periódico Acción. Rosario, 1966; 6
[iv] Ostrovsky. Entrevista.
[v] Gleizer. ob. cit.; p. 434
[vi] Moset (1988). Pp. 52- 53
[vii] Junio. ob. cit; p. 7
[viii] Cwaigemberg. Entrevista.
[ix] Zylber. Entrevista.
[x] Portelli (1993), p. 209
[xi] Nievas. Entrevista.
[xii] Lorenzo. Entrevista.
[xiii] Cwaigemberg. Entrevista.
[xiv] Liascovich. Entrevista.
[xv] Manetti de Sajaroff. Entrevista
[xvi] Gorini. Entrevista.
[xvii] Rottman. Entrevista.
[xviii] Chaia. Entrevista.
[xix] Robin (1993), p. 182
[xx] Szyr. Entrevista.
[xxi] Liascovich. Entrevista.
[xxii] Cwaigemberg. Entrevista.
[xxiii] Lais. Entrevista.
[xxiv] Voces Recobradas (1999), p. 9
[xxv] Gorini. Entrevista.
[xxvi] Idem
[xxvii] Woscoboinik. Entrevista.
[xxviii] Weinstein. Entrevista.
[xxix] Cwaigemberg. Entrevista.
[xxx] Zylber. Entrevista.
[xxxi] Alvarez. Entrevista.
«Fue Martinez de Hoz, el ministro de economía de Onganía...»
Añadir nuevo comentario