Teatro y producción cooperativa: entrevista con La Hormiga Circular | Centro Cultural de la Cooperación

Teatro y producción cooperativa: entrevista con La Hormiga Circular

Autor/es: Jorge Dubatti, Nora Lía Sormani

Sección: Palos y Piedras

Edición: 7

Español:

La Hormiga Circular es un grupo teatral de producción cooperativa fundado en 1987. A través de más de veinte años de tarea, ha configurado una trayectoria notable en la que el modelo cooperativo se ha ido afianzando. A comienzos de abril de 2007, convocados por La Hormiga Circular, viajamos a Villa Regina, provincia de Río Negro, visitamos su sala, recopilamos material histórico de su archivo y tuvimos la oportunidad de reunir a los integrantes para una entrevista. Pronto publicaremos un libro con la historia del grupo en Ediciones Desde la Gente. Reproducimos a continuación el resultado de esa conversación, realizada una soleada tarde de otoño en la oficina de reuniones del teatro de La Hormiga Circular.


La Hormiga Circular es un grupo teatral de producción cooperativa fundado en 1987. A través de más de veinte años de tarea, ha configurado una trayectoria notable en la que el modelo cooperativo se ha ido afianzando.

A comienzos de abril de 2007, convocados por La Hormiga Circular, viajamos a Villa Regina, provincia de Río Negro, visitamos su sala, recopilamos material histórico de su archivo y tuvimos la oportunidad de reunir a los integrantes para una entrevista. Pronto publicaremos un libro con la historia del grupo en Ediciones Desde la Gente. Reproducimos a continuación el resultado de esa conversación, realizada una soleada tarde de otoño en la oficina de reuniones del teatro de La Hormiga Circular.

-¿Por qué La Hormiga Circular se llama a sí misma “cooperativa”? ¿Qué significa este término desde el punto de vista de la organización interna? ¿Tiene esto conexión con el movimiento cooperativo argentino o regional?

Carlos Massolo: Cuando gestamos La Hormiga Circular, ya estábamos consustanciados con la cultura de grupo. Veníamos de un grupo de teatro y teníamos una preocupación, una necesidad. Porque los grupos cercanos que conocíamos de Río Negro y de la Patagonia se disolvían al poco tiempo de existencia. Se separaban, les pasaban cosas que no resolvían, y quedaban en la nada. Los tachos en la casa de uno, los trastos en la casa de otro. Empezamos así a buscar una forma organizativa. Nos llevó casi dos o tres años definir esa forma. Empezamos siendo una cooperativa por decisión. Buscábamos una estructura que nos trascendiera en el tiempo, que fuera más allá de cada uno de nosotros, que fuera mejor que cada uno de nosotros. La forma cooperativa, más que la asociación civil u otros modos de asociación, era un deseo y una ideología. Desde 1987 nos llamamos “cooperativa” y nos constituimos legalmente como cooperativa. Pero durante los tres primeros años nos olvidamos de esto. Nos dedicamos a hacer teatro. Es así que a los tres años nos llegó una nota que decía que si no presentábamos un balance, nos daban de baja.  Ahí nos dimos cuenta de que además de “decir” que éramos una cooperativa, teníamos que “ser” una cooperativa.

Silvana Giustincich: Y cumplir con todos los requisitos que, a su vez, demandaban ser una cooperativa. Esto es: los balances, tener un consejo de administración, en definitiva, funcionar con un montón de obligaciones que nosotros no sabíamos que existían. Más tarde eso nos permitió ingresar a la Federación de Cooperativas de Río Negro y participar en ella para empezar a aprender a movernos como cooperativa.

Juan Carlos Muzzin: Nos llamamos así porque somos formalmente una cooperativa de trabajo artístico. Así se define el particular trabajo que realizamos, a diferencia de otras cooperativas cuyo trabajo es la cosecha de manzanas o la pesca en Mar del Plata. El rubro es el artístico, porque es la especialización técnica.

-¿Cuál es la diferencia entre cooperativa y grupo?

Carlos Massolo: Hay una diferencia esencial  Un grupo no tiene una estructura jurídica, un grupo es una cuestión afectiva, sentimental. En él pueden coincidir los objetivos, la estética, la ética, pero no tiene persona jurídica. Mientras que nosotros, como decía Tatalo (Muzzin), somos personas jurídicas. Y tiene  grandes diferencias con la Asociación Argentina de Actores, por ejemplo. Hay una gran confusión, porque se dice que existen  muchas cooperativas teatrales en el país, pero en realidad, son elencos que, para poder cobrar, encuentran una forma de distribución, de asociación, pero son  elencos ante un espectáculo. Nuestro punto de partida, en cambio, fue generar trabajo a los asociados y trascender en el tiempo. No nos asociamos para un solo espectáculo. Un grupo (y esto está sustentado por cualquier teoría del campo grupal) tiene algo que nosotros también tenemos: nos identificamos, conocemos nuestras historias, notamos las ausencias. Estas cosas las tenemos. Tenemos las características de grupo primario, pero lo fundamental es habernos estructurado en una forma organizativa que nos hace ser a todos iguales ante la toma de las decisiones, nos hace ser dueños de nuestros precarios medios de producción, de todo lo que poseemos y sobre todo, nos libera de querer ser esclavos.

Juan Carlos Muzzin: Las cooperativas se rigen por criterios universales a los que nosotros adherimos. Uno es la toma democrática de las decisiones. No en todos los grupos las decisiones se toman en forma democrática. Nuestras decisiones fundamentales se toman en forma democrática. No importan la edad, el dinero de cada uno, ni el rol que desempeña. El voto de Carlos Massolo, que es el presidente, vale lo mismo que el voto de la última persona que ingresó. Uno puede gritar más o menos, destacarse más que otro pero, a la hora de votar, sus decisiones valen lo mismo. En un grupo puede ser distinto; en una sociedad anónima es distinto, de hecho. Otro principio: cada uno cobra en proporción al trabajo realmente efectuado. Me refiero a la distribución del dinero. Un integrante que trabaja más retira el 40 por ciento y otro, que hizo menos, retira un 10 por ciento. Estos principios son los que rigen al resto del cooperativismo y a los que nosotros adherimos en la práctica.

Carlos Massolo: Tatalo hizo mención al “trabajo artístico”. ¿Por qué somos de trabajo y no de servicios? Porque hay una concepción fundamental en nosotros y es la idea de que el trabajo dignifica al hombre. El teatro es un trabajo para nosotros. No es ni una vocación ni es una locura de pibes. Pretendemos que esto sea un trabajo digno, serio, y que nos ennoblezca como personas, que nos permita tener una mejor calidad de vida.  Por eso somos una cooperativa de trabajo.

-Hay una estructura institucional: un presidente, un vicepresidente...

Silvana Giustincich: Una vez al año tenemos renovación de autoridades en forma parcial. Cada uno vota al compañero que cree que está en mejores condiciones, que es más capaz para estar en el Consejo. Después, los seis elegidos integran el Consejo de Administración y se distribuyen los cargos internamente. Un asociado no vota para un cargo sino para que determinada persona integre el Consejo de Administración. Después los roles se distribuyen en esa primera reunión que tienen esas seis personas.

-¿Cuáles son los seis cargos que se votan dentro del Consejo de Administración?

Silvana Giustincich: Presidente, Vicepresidente, Secretario, Tesorero,Vocal Titular Primero y Vocal Titular Segundo.

-¿Qué funciones específicas tiene cada uno?

Juan Carlos Muzzin: Las funciones estatutarias, es decir, las de forma, las legales. Y a esas se suman las que cada institución encuentra necesarias para funcionar. Hay algunas reglas que las fija la Ley. Por ejemplo, el órgano donde se toman las decisiones es una asamblea anual, ordinaria, donde se aprueba el balance y otros temas que están incluidos en el orden del día. Pero vos podés convocar a una asamblea extraordinaria en el momento del año que sea, requerida por algún porcentaje de los asociados. Después están las reuniones del Consejo de Administración que son los que deciden el accionar concreto de la cooperativa en lo diario. Nosotros tenemos una reunión semanal del Consejo de Administración. Y la Ley del cooperativismo dice que hay que tener, por lo menos, una reunión mensual. Además de las asambleas y del Consejo de Administración está la sindicatura que fiscaliza y controla.

Carlos Massolo: Con respecto a este funcionamiento quiero agregar que, a lo largo de los años, fuimos ajustándolo y variándolo levemente. El funcionamiento de la cooperativa es en tres secciones: Presidencia, Secretaría y Tesorería. Dentro de las secciones tenemos funciones, por ejemplo, dentro de la Presidencia está lo estatutario, lo institucional, los eventos, la programación, las obras en funcionamiento. Dentro de la Secretaría estarían lo estatutario, los espacios físicos, las comunicaciones,  la formación, el reglamento interno y los equipos de trabajo. Dentro de Tesorería está lo estatutario (según marca el estatuto), más el presupuesto, la  publicidad, los vehículos, las salas y el padrinazgo. Incluimos aquí el padrinazgo porque para nosotros es importantísimo. Después, dentro de cada una de esas funciones hay roles; hay objetivos de los roles y de las funciones y hay un coordinador. La cabeza de los coordinadores siempre es uno del Consejo, pero adentro hay asociados. Rubén (Petricio), que es el vicepresidente, es el encargado de las obras en funcionamiento; Magui (Reyes) es la encargada de Betty Godt. Yo soy el director, sin embargo todo lo que tiene que ver con Betty Godt lo hace Magui, que le rinde cuentas a Rubén Petricio y él informa en el Consejo. Ese es el funcionamiento que estamos llevando a cabo en este momento.

Juan Carlos Muzzin: Lo importante es que ese tipo de organización es decisión interna de cada cooperativa. Nosotros lo cambiamos todos los años, porque a veces no nos funciona. Y vamos probando con otras estructuras. Lo que sí es seguro es que las reuniones del Consejo Administrativo tienen que existir y allí se toman algunas decisiones. Lo que también es seguro es que las decisiones grandes tienen que tomarse en asambleas. Nosotros inventamos otro órgano que llamamos “reunión ampliada”. En estas reuniones ampliadas tomamos decisiones que hacemos constar en Actas.

-¿Tienen antecedentes de algún grupo de teatro que trabaje con este modelo cooperativo?

Silvia Alvarado: Hay un grupo teatral que apadrinamos. Se llama Quetrequetrén, es de Río Colorado, provincia de Río Negro. Tienen el mismo formato y un estatuto similar al nuestro, porque se han basado, de algún modo, en nuestro modelo. Es muy reciente, pero tienen su sala de teatro. Y después hay en Catamarca una cooperativa de trabajo y de teatro, Cachalahueca. Es también incipiente y de servicios culturales. Hemos conocido otras cooperativas, pero han desaparecido. No duraron. Había una más en Río Gallegos. Un grupo que pudo funcionar como modelo fue la Cooperativa El Establo, en Neuquén.

Carlos Massolo: Si esa cooperativa fue un referente y de hecho nosotros tomamos su estatuto y lo adaptamos a nuestras necesidades.

-¿Se disolvieron esos equipos?

Silvana Giustincich: Sí.

-¿Ustedes se conectan con el cooperativismo a través de esas formaciones teatrales, o a través del movimiento cooperativo en general?

Juan Carlos Muzzin: En un principio, durante el primer año, constituimos una Intercooperativa en Villa Regina. En Regina existían alrededor de diez cooperativas: agrícolas, de servicios, de consumo, de servicios públicos, etc. Y nosotros coordinamos la celebración del Día de la Cooperación, aquí en Regina, época en que ocupamos la secretaría de esa comisión. Eso fue en 1987. Después, las cooperativas agrícolas, de servicios y de consumo se fundieron todas. Nosotros seguimos existiendo, pero la Intercooperativa desapareció. Había una Federación de Cooperativas,  pero era muy caro participar. Nos invitaban, íbamos pero había que pagar unas cuotas que para nosotros eran inaccesibles. Con el tiempo, cambió la política de la Federación y convocaron a cooperativas chicas como la nuestra. Fuimos a la primer reunión y nuestra presencia provocó risa: “¿Cómo, de teatro?, ¿qué van a hacer?”. Y nos integramos a la Federación pagando una cuota mínima, hace más de 10 años. Ibamos todos los meses a esa reunión mensual en distintos lugares de esta provincia, Río Negro, que es tan larga. Y a fuerza de militancia nos hicimos  reconocidos dentro de la Federación y ocupamos, dentro de tres períodos seguidos, la vicepresidencia de la Federación. Una Federación que es horizontal y nuclea a todas las cooperativas de todos los rubros por igual. Además, une a las pocas que hay en el país de esas características: eléctrica, de servicios, de trabajo, de consumo, de vivienda y artística.

Carlos Massolo: La integración a la Federación y el vínculo con el resto de las cooperativas, en principio, generaba un sentimiento entre simpático y burlón. “Hay viene la Hormiguita Viajera”, “La Hormiguita Colorada”, “La Hormiga Negra”... A eso se sumó el machismo de los cooperativistas. El cooperativismo, en términos generales, a nivel nacional, y en Río Negro en particular, está integrado mayoritariamente por hombres. Cuando empezaron a asistir nuestras mujeres, después nos reclamaban: “Que vengan las chicas de la Hormiga”.  Tuvimos que pelear contra todas esas cosas. Cuando solicitábamos que compraran funciones teatrales lo tomaban como una dádiva. Nosotros no queríamos que nos ayudaran, queríamos el reconocimiento a nuestro trabajo. Así como nosotros comprábamos vino en una cooperativa, queríamos que nos compraran espectáculos. Esto costó muchísimo. Tuvimos que pelear contra todas estas cosas. Ahora estamos instalados y somos reconocidos por el movimiento.

-De hecho ocuparon la vicepresidencia en la Federación...

Carlos Massolo: Ocupamos la vicepresidencia durante tres períodos. La ejercimos desde un lugar de mucho sacrificio para nosotros. Fue durante 2003, 2004 y 2005. Porque generalmente se reúnen los fines de semana que es cuando nosotros realizamos nuestros espectáculos. Nos cuesta ir.

Silvana Giustincich: Hoy en día, cuando uno que va a una reunión de la Federación, siente el respeto por parte de ellos. Hombres que van reconociendo lo que estamos haciendo. A veces nos pasan a buscar, vamos en la misma camioneta y conversamos. De a poquito fuimos teniendo nuestro lugar.

Juan Carlos Muzzin: Al principio existían diez cooperativas en Regina. Luego quedaron dos; una que se llama La Reginense, que es quizás la más antigua de la provincia, y nosotros. Somos las únicas que integramos la Federación y que representamos al movimiento cooperativo de Villa Regina. En su momento no teníamos estatura para estar ahí, pero por los avatares políticos y por una cuestión cultural y generacional, ellos se fueron corriendo de estos lugares y nosotros los fuimos ocupando.

Silvana Giustincich: Fue muy importante para nosotros haber organizado en Villa Regina el Congreso Provincial de 2002. Vino gente de todo el país, gente del cooperativismo de Buenos Aires. Fue una movida bastante importante. Demostramos que teníamos capacidad de trabajo, que no sólo hacíamos teatro, sino que teníamos capacidad de gestión para organizar también congresos de cooperativismo.

Juan Carlos Muzzin: El Congreso se volvía a hacer en Regina después de veinte años. El eje fue la educación cooperativa. Fue la primera vez que se tomaba ese eje en una federación de cooperativas. Fue significativo. A partir de ese congreso se lograron avances interesantes en la provincia: constitución de cooperativas escolares, generación de un espacio dentro del consejo provincial de educación, con una persona a cargo. Esa incorporación puede significar, en el futuro, la inclusión del tema del Cooperativismo en la currícula del proyecto educativo de cada escuela. Pequeños avances con todo lo que esto cuesta. No es mérito nuestro. Lo nuestro fue la idea de generar la discusión y a eso se llegó.

-¿De dónde viene el nombre La Hormiga Circular?

Carlos Massolo: Cuando tuvimos que elegir el nombre del primer grupo, Nuestramérica, nos llevó mucho tiempo. Teníamos una grabación sonora de un Festival Latinoamericano de la Canción que se hizo en Nicaragua. Y allí Daniel Viglietti, cantautor uruguayo, antes de emitir su canto dice: “Cuando América Latina sea nuestra pasaremos a llamarnos nuestroamericanos”. De ahí surge Nuestramérica. Cuando en 1987 tuvimos que elegir el nombre de la  cooperativa estuvimos alrededor de 9 meses eligiendo. Lo parimos, hicimos listas, descartamos,  votamos y nos peleamos. Hasta que surgió la idea de volver a las letras de Viglietti. Pero esto fue después de haber pasado por todos los nombres habidos y por haber. Así apareció la canción “Las Hormiguitas”, que cuenta de un viaje circular, símbolo del exilio de los uruguayos, que se van por el mundo para volver a su tierra. Y el viaje es circular, y es tan redondo como los ojos, tan redondo como el planeta que vamos juntos a liberar.

Silvana Giustincich: Y nunca se pierden porque es un viaje circular. Ése es el origen. Lo debatimos como una cuestión de estado y de verdad que para nosotros es un nombre con un contenido muy fuerte. Lo fue desde el principio. Y la presentación en sociedad fue difícil. Desde entonces decimos el nombre de nuestro grupo, nos miran y se ríen.

Juan Carlos Muzzin: Es un nombre que sugiere mucho. Incluso muchas cosas que no las pensamos. “¿Por qué no hormigas redondas?”, nos dicen. Tiene connotaciones de las que nosotros no nos hacemos cargo. En todo caso, cuando nos preguntan por qué el nombre, les decimos rápidamente: “Y bueno, somos trabajadores como las hormigas y circulamos por todos lados”. (Risas) Porque si explicás todo se pierde la magia.

-Dentro de La Hormiga Circular funcionan varios grupos. ¿Hay identidades de grupo? ¿Qué rasgos tiene Los Nosotros que lo distinguen de Nuestramérica o Metástasis?

Silvana Giustincich:  Nuestramérica está formado por los viejos. Los Nosotros eran adolescentes, en una época, que venían a talleres que dictaba Carlos Massolo y se formaron como grupo. De ahí pasaron a asociarse a la cooperativa en  forma individual, pero no perdieron su identidad de ser el grupo Los Nosotros. Es decir, que en un mismo momento convivieron Nuestramérica, Los Nosotros y más tarde Metástasis. Y hoy por hoy, también hay elencos en la cooperativa. Por ejemplo, el elenco de Betty Godt está integrado por dos de Nuestramérica y dos de Los Nosotros. Los elencos se forman de acuerdo a las obras y a las necesidades de encarar un proyecto. Pero todos tenemos en nuestro corazón el grupo madre, más allá de las eventuales participaciones.

Juan Carlos Muzzin: Es como las marcas. Por ejemplo, la cooperativa La Reginense, que  nombré anteriormente, tiene una marca de sidra que se llama La Reginense, y antes tenía una marca de champagne que se llamaba de otra manera. Son los productos dentro de la cooperativa. Nosotros, muchas veces, nos preguntamos si vale la pena sostener estos elencos. Yo, al lugar que voy, me asumo como integrante de la cooperativa La Hormiga Circular. De hecho, en Cachuzo y Ferrolo trabajamos dos de Nuestramérica, Carlos Massolo y yo, sin embargo, siempre nos presentamos como La Hormiga Circular. Es una discusión que tenemos en el interior del grupo y la seguiremos debatiendo.

Carlos Massolo: De cualquier manera hay circunstancias en las que fue válido el tener identidad de grupo, por ejemplo, ante ciertas cuestiones organizativas para terceros, donde La Hormiga ha sido organizador y fue importante tener grupos. Podíamos organizar y, a la vez, presentar algún espectáculo. Son cuestiones burocráticas, por ahí muy absurdas, pero que a nosotros nos sirvieron. Nuestramérica es previo a la cooperativa. Los Nosotros es un grupo que se formó como taller pero  con alumnos, no asociados de la cooperativa. Ellos se asocian en forma individual posteriormente a su formación. Metástasis se conforma con muchos asociados y otros no asociados y es mucho más reciente en el tiempo. Pero, de hecho, a ninguno de estos grupos se incorpora gente. Y los nuevos asociados no están en ningún grupo.

Silvia Alvarado: Esas personas, dentro de la cooperativa, se asocian de acuerdo a necesidades, a proyectos, a trabajos y de ahí que haya grupos dentro de la cooperativa.

-¿Hay pertenencias estéticas e ideológicas?

Juan Carlos Muzzin: Él (Carlos Bima) es el director del grupo Metástasis que está integrado por una persona que no es de La Hormiga y eso nos trae discusiones. Cosas nuevas que, al tener que decidirlas en forma democrática, generan muchos conflictos. Porque si votamos y él pierde, se tiene que ajustar a la decisión de la mayoría. Hay quienes pensamos que no está bien que haya elencos integrados con gente de afuera y otros que piensan que eso está bien y que eso nos va a enriquecer.

Carlos Massolo: Por ejemplo, este año estrenamos Babilonia y, para completar el elenco, tuvimos que poner actores invitados ya que no nos alcanzaban los personajes. Esto está consensuado y todo el mundo está de acuerdo. Y en muchas experiencias anteriores hemos convocado a actrices o actores externos a la cooperativa. Lo que plantea Tatalo (Muzzin) es que está clara la discusión, pero no la resolución.

-¿Qué objetivos tiene la cooperativa? ¿Cambiaron estos objetivos a lo largo de los veinte años?

Juan Carlos Muzzin: Nos habíamos propuesto tener un lugar propio, y lo tenemos. Un medio de movilidad, y tenemos dos autos. Y también poder cobrar por nuestros trabajos. Además teníamos el objetivo de recibir apoyo económico, que no podíamos pretender antes, porque no teníamos entidad. Eso está cumplido hace rato. Ahora es el momento de replantearse nuevos objetivos. El más importante es poder consolidar el ingreso económico de los asociados para enriquecer a la cooperativa y fortalecer la pertenencia desde lo laboral. Éste es para mí el objetivo en este minuto.

Silvana Giustincich: Otro de los objetivos que está presente es la ampliación de la sala. Hicimos todo un proyecto para ampliarla. La meta para el aniversario es terminar con el techo. Es el  objetivo de hoy y es palpable. Otro, en su momento, fue tener dinero para cambiar la camioneta grande, algo de mejor calidad que no se nos rompiera en todas las giras. Creo que, con el tema de crecer, esos objetivos se van agrandando. Lo mismo pasa con los vehículos. Son muy necesarios para crecer.

Carlos Massolo: A mí, en lo personal, me preocupa muchísimo lo que nos pueda ocurrir al haber alcanzado un espacio propio, un vehículo propio y una forma organizativa propia. Logramos eso y ahora nuestro objetivo debería ser disparar nuevos logros, nuevas utopías y nuevos planteos para no convertirnos en conservadores de lo que tenemos. El gran objetivo es que todos podamos tener una mejor calidad de vida y tener este único medio de trabajo. Una búsqueda difícil en el contexto de este país, de la provincia de Río Negro y de Villa Regina. Eso es lo que me motiva hoy. Y además, está lo artístico. A mí no me desvela tener una estética, me desvela tener una mayor calidad profesional en cada uno de los talleres y de los trabajos. Nos interesa más la gente que las cosas. El producto que le llevamos a la gente debe ser lo mejor de nosotros. Y no llevarle al público lo que nos trae un productor, o lo que nos da la televisión. Que se pueda identificar, que el sello sea la última gota de traspiración. No zafamos. Nos exprimimos, nos exigimos.

Oscar Benito: Es momento de un replanteo de objetivos. Al principio tuvimos un objetivo en la parte artística, que no era estético. Nos planteábamos hacer obras que pudieran entrar en una valija. Queríamos hacer un teatro que pudiera estar permanentemente en movimiento. Porque eran las características que nos exigía el lugar. Nosotros estamos en una comunidad de treinta mil habitantes y sabemos que las obras que estrenamos tienen un límite de público en sala. A partir de ahí tenemos que salir a otros lugares. A lugares cercanos o a recorrer toda la provincia. En los comienzos esto  implicaba (desde el momento en que se concebía un espectáculo) que uno ya tenía que tener en su cabeza la posibilidad de reducirlo a un tamaño práctico como para meterlo en una camioneta y llevarlo a otro lado. Eso generaba una estética. En el presente nos hacemos replanteos estéticos porque, como algunos compañeros decían recién, hemos concretado logros que tienen que ver con lo institucional, con las cuestiones físicas, como tener sala y vehículo, y entonces el desafío está en seguir creciendo desde lo artístico. Creo que estamos pretendiendo que (más allá de que la cooperativa como institución esté situada a nivel nacional), los productos de la cooperativa tengan también el mismo nivel de reconocimiento. Esta es una etapa en que sabemos que podemos generar cantidad de productos. Tuvimos una gran producción artística el año pasado con ocho o nueve obras funcionando a la vez, y creemos que debemos reforzar el tema artístico.

Graciela Cabaza: Tenemos algunos objetivos consensuados y otros que son implícitos. Es decir, vamos trabajando hacia determinados objetivos por ahí sin saberlo. En algún momento de la historia del grupo sentí que teníamos como objetivo muy claro, sin decirlo, el tema de la inserción en la comunidad, el reconocimiento. Y era algo que nos pesaba porque girábamos mucho. Se sabía de La Hormiga Circular en Córdoba o La Pampa, y en Villa Regina seguíamos en un galponcito. Y en ese momento trabajamos para revertir eso, e insertarnos en la comunidad. Eso se logró. Fue un objetivo importante en su momento: lo local, la comunidad.

-¿Reconocen etapas en estos veinte años de trayectoria?

Oscar Benito: Me parece que marcan etapas determinados acontecimientos. La adquisición del vehículo marca una etapa. Antes de eso, no podíamos hacer muchas cosas. Compramos la camioneta en diciembre de 1993. A partir de ahí la historia de la cooperativa cambió mucho. Empezamos a decidir a dónde queríamos ir, qué tipo de giras queríamos organizar, si ir a un festival, si no ir. Antes, en un festival donde no pagaban por la función, había que conseguirse el pasaje y tramitar con la Municipalidad y con las autoridades del gobierno. Ahora decimos: “¿Tenemos la plata para el gasoil? ¿Vamos?”. Es más sencillo. Nos dio una dinámica diferente.

-¿Cuál fue el primer auto que tuvieron?

Oscar Benito: La camioneta. Una Ford carrozada, con motor cimarrón, doble cabina, de fábrica.

-¿Y después?

Silvana Giustincich: Un colectivo que se llovía.

Graciela Cabaza: Y en el que no se podía hablar del ruido que hacía. Tenías que ir a las señas.

Juan Carlos Muzzin: Sin calefacción. Entraba frío por todos lados. Pero te permitía moverte con obras muy grandes, mucha gente y mucha escenografía.

Liliana Pérez: Para El Maruchito eran nueve baúles con siete personas viajando.

Juan Carlos Muzzin: Después tuvimos una Ducato, era una combi, en 1994 y una Traffic del 94 y ahora tenemos una Fiat Fiorino que es del 2005.

Silvana Giustincich: La adquisición de la sala también marcó una etapa, el hecho de tener un lugar propio. La hicimos prácticamente nosotros, porque era un galpón con tres paredes. Tuvimos que pedirle a los bomberos para que acudieran con el camión y la manguera para limpiar el piso. No se podía de otra manera. Era mucha la mugre y no se podía entrar. Estrenar en nuestra sala y, sobre todo, invitar a los grupos de otros lados fue muy importante. Se hicieron espectáculos de teatro, pero también de música, títeres y danza. Pusimos la sala en funcionamiento. Los primeros tiempos hacíamos nuestras necesidades en un baño que estaba enfrente, que era un agujero. Ahora tenemos baño, una oficina, comodidades muy importantes para nuestro accionar.

-¿Cuándo llegan a este lugar?

Juan Carlos Muzzin: En el mismo año de la constitución de la cooperativa, en noviembre de 1987.

Carlos Massolo: Cuando fundamos Nuestramérica, trabajábamos en el depósito de una gomería. Veníamos de la Escuela Municipal de Arte, donde nos conocimos y formamos Nuestramérica. Allí estrenamos, pero no podíamos dejar las cosas porque llegábamos y nos habían usado todo. Vino la directora de la Escuela y nos dijo que su marido tenía una gomería cerrada, abandonada y nos dejaron el depósito para ensayar ahí. La convertimos en una sala. Ahí estrenamos La bolsa de agua caliente, de (Carlos) Somigliana. Pero cada vez que hacíamos una función teníamos que traer todas las sillas de la escuela, subirlas (porque era en un primer piso), y devolverlas al día siguiente. Y ahí sentimos la necesidad de encontrar una sala propia. Se conseguían lugares alejados del centro. Este predio era un lugar céntrico, pero abandonado. Esto no tenía dueños, eran los terrenos del ferrocarril, pero abandonados.

Juan Carlos Muzzin: Aquí había funcionado una cooperativa agrícola que se prendió fuego en 1982. Se llamaba Flor del Manzano. Quedó desocupado. Era un lugar abierto, tenía piso asfaltado, le pusimos una lona e hicimos El cuento del petróleo.

Carlos Massolo: Más tarde tuvimos tres paredes, de esa época es la anécdota de los bomberos  limpiando el piso. Teníamos todo más armadito, teníamos la pared, el techo, habíamos pintado, pero el piso estaba imposible. Los bomberos vinieron a manguerear  con agua sucia y embarraron toda la pared recién pintada. (Risas).

Juan Carlos Muzzin: En una oportunidad tuvimos la posibilidad de hacer un trabajo institucional para marcar los hitos y las transformaciones de nuestra institución. Ese trabajo fue muy arduo. Porque cada uno tiene su visión particular de los cambios. Pero hay hechos significativos. Para mí, uno de los quiebres de la organización de la cooperativa fue la separación en elencos. Antes, todos hacíamos todo y cuando surgió la primera obra de elencos, muchos sentimos que nos cortaban en pedacitos. Ese fue un quiebre y un aprendizaje. Eso fue ni bien formada la cooperativa, cuando se estrenó Chau Cuco. Ahí hubo un cambio.

-La primer obra de Nuestramérica, ¿dónde la hicieron?

Silvana Giustincich: Trabajamos en la Escuela de Arte y estrenamos Juguemos a la poesía en el Colegio Nacional y después La bolsa de agua caliente se estrenó en la gomería. Y luego Hoy se comen al flaco se estrenó en el Círculo Italiano.

Carlos Massolo: Juguemos a la poesía le da nacimiento al grupo y llegamos a las 20 funciones, la hicimos en varias escuelas y en varias localidades, empezamos a viajar. Y cuando hicimos Hoy se comen al flaco, que fue un proceso de mucho trabajo (además de que paralelamente organizamos un encuentro de teatro), estrenamos abriendo el Encuentro Provincial de Teatro que no se hacía desde 1976. Luego, no tuvimos ninguna función más de esa obra. Esto generó también la aparición de la cooperativa. Hasta que no se empieza a discutir la constitución de la cooperativa, un día éramos seis y otro veintiséis.

-¿Y El cuento del petróleo?

Silvana Giustincich: Se estrena en la Fiesta Provincial de Teatro. El ensayo se hizo en la gomería, luego estrenamos en el Círculo Italiano y más tarde la presentamos, en marzo de 1988, en estos terrenos, con la lona, para la fiesta de la Vendimia. Fue una función maravillosa.

Liliana Pérez: Hace cuatro años que llegué a la cooperativa. Escucho sobre todos estos cambios, y pienso que yo llegué cuando ya estaba todo hecho. Esto contesta a la pregunta de las ventajas de una cooperativa. Nunca sentí que haya rangos de antigüedad, ni derecho de piso que pagar. Soy tan dueña hoy de esta cooperativa como el primer socio fundador. Lo siento así, me lo hacen sentir, laburo a la par, tengo el mismo poder de decisión. Eso es una cooperativa. Miren qué importante. Nosotros nos sumamos, pero estaba todo hecho.

Carlos Massolo: Cuando descubrimos que con alguna obra de teatro infantil podíamos ir a las escuelas y superar las cien funciones, creo que también comenzamos una nueva etapa. Quiere decir que con respecto a las obras también podemos marcar etapas. Juguemos a la poesía fue la primera obra y nuestro máximo objetivo fue cubrir los gastos que nos había ocasionado el teatro. Varias de las parejas tenían hijos muy pequeños y el objetivo era no pagar a la niñera de su bolsillo. Con eso nos dábamos por contentos. A partir de Chau Cuco comienzan los ingresos monetarios. Con Cachuzo y Ferrolo  hicimos quinientas funciones y allí ya cobramos según los valores de mercado. Con las obras dirigidas a los adultos nos costaba muchísimo más.

Carlos Bima: La creación del Circuito Nacional de Teatro, es decir, la idea de que pasen otros grupos y espectáculos por la sala, creo que contribuyó a que nos hiciéramos conocidos. Recibimos a grupos de todo el país. No se trataba de venir sólo a la sala, sino de un verdadero intercambio. De hecho, nos ha pasado de ir en gira y ser reconocidos por elencos amigos que habían pasado por nuestra sala. Creo que tener la sala abierta, no solo a la región, sino también al país, fue muy importante para La Hormiga.

Graciela Cabaza: La constitución del Instituto Nacional del Teatro también marcó una etapa, en el sentido que nos organizó a nivel administrativo y presentación de papeles. Además, hemos recibido apoyos importantes. En 1998 comienza la relación con el Instituto.

-¿Algunos de ustedes trabajaron además en el Instituto Nacional del Teatro?

Carlos Massolo: Fui Representante Provincial e integré el Consejo de Dirección en el regional.

Juan Carlos Muzzin: Hay también hitos desde la calidad que pueden ser significativos, pero me parece que el mayor mérito es la permanencia. En esta palabra “permanencia” van muchas cosas puestas. Desde tratar de no desentonar nunca desde la calidad artística, hasta participar en una encuentro internacional, ganar un premio en un festival, o participar en un trabajo con compromiso social, asistir a las reuniones de cooperativas o integrando el Instituto. En lo artístico te puede ir bien o mal.

Carlos Bima: Tenemos mucha capacidad de laburo.

-¿Se ven obligados a tener otro trabajo o viven del teatro?

Silvia Alvarado: Hay de todo.

Juan Carlos Muzzin: Es una meta institucional.

Oscar Benito: De hecho tenemos que buscarle la vuelta. En este momento social y en este lugar es bastante complicado vivir exclusivamente del trabajo teatral. El porcentaje de asociados que solo viven de la cooperativa es menor. El resto tiene otra actividad fuera de la cooperativa. Es una meta, un objetivo que siempre nos planteamos y que intentamos llevar adelante muy despacito. No son sólo decisiones, sino peldaños, pruebas, hay que probar de a poco para ver si funciona. El tema económico es muy complicado.

-Pero están mucho mejor que hace 10 años...

Juan Carlos Muzzin: Es un tema difícil. Es discutible. Algunos teóricos del cooperativismo dicen que el servicio que brinda una cooperativa de trabajo es que le da al asociado la posibilidad de trabajar. Ahora, en una cooperativa que fabrica llaves, si venden muchas llaves, les va bien. Mientras tenga el modelito que se vende. Y en nuestra cooperativa muchos de  nosotros no queremos hacer este modelito que se vende, sino que creemos que hay que hacer cosas de calidad artística. No se trata de hacer el modelito que se vende. Todo esto nos condiciona, porque no estamos vendiendo un producto  vulgar de mercado. Ofrecemos un producto artístico. Ahí está uno de los problemas o coyunturas de nuestra cooperativa.

Carlos Bima: Me parece que la diversidad de actividades que fuimos desarrollando en estos años hace a la importancia de trascender en el tiempo y permanecer. No nos guiamos por un modelito. El trabajo en la cooperativa es diverso e incluye muchas actividades que no son para cobrar. Uno de los que mencioné yo es el Circuito Nacional de Teatro. Ahí los asociados no cobramos, pero trabajamos para que cobren los grupos visitantes. Eventos con perfil económico, pero no con beneficios para nosotros, sino con fines institucionales. Es como un pulpo, si todos los brazos del pulpo tuvieran fines económicos, por ahí, todos estaríamos cobrando, pero no es así. Hay muchos más fines y cuestiones que atender como institución.

Carlos Massolo: Hay una cuestión que es muy difícil porque tenemos que situar en un marco capitalista-neoliberal una forma de organización de la economía social, el cooperativismo, que tiene una ideología, un pensamiento. Si nosotros hablamos del desarrollo que pretende cada uno, tenemos que ver a qué nos referimos con “desarrollo”, un término tan caro desde que se empezó a usar luego de la Segunda Guerra Mundial. Nosotros en cambio apuntamos a tener una mejor calidad de vida. ¿De qué manera? Trabajando y haciendo el trabajo que nos gusta hacer. Yo no estoy feliz porque gano mucha plata aquí, sino que estoy feliz porque hago lo que quiero, porque no tengo patrón. Yo estoy feliz no porque hay compañeros a quienes no les alcanza para vivir, pero sí porque tienen cubierta su jubilación y una mínima obra social. Esta organización nos contiene. Y por algo estamos acá. Nos contiene porque nos ocupa en las personas y no en las cosas. No podemos decir que no nos interesa la plata. Mucho menos cuando tenemos que salir a competir con un mercado que tiene reglas del juego que no son las nuestras. El Instituto Nacional de Teatro, además de ser el mayor productor teatral de la Argentina, además de haber movilizado un teatro en el interior y ser nuestro gran benefactor, es fijador de precios. ¿Cuánto paga el Instituto hoy, a la fecha, un cachet para que vengan a actuar Los Macocos a Regina? Tres mil quinientos pesos. Ahora, ¿dónde nos pagan a nosotros tres mil quinientos pesos? Hicimos trescientas funciones el año pasado, ¿cuánto habríamos ganado en total? Ahora, el promedio de lo que cobramos fue de trescientos pesos. Ahí está la cuestión. Es muy complejo. Por eso nos abrimos a múltiples actividades.  Pero lo que sí estamos intentando es que las personas, los seres humanos, estén en primer lugar.

-Es complejo proponer una estructura alternativa a la que la realidad en general se está oponiendo.

Oscar Benito: En este sentido es interesante la capacidad de transformación permanente que tiene la cooperativa. Porque estos pequeños objetivos hacen que la organización y el funcionamiento de la cooperativa se vaya adaptando a los nuevos requerimientos. El tema del cobro de las funciones (cuando la suma asegura que sus integrantes reciben un dinero) lo internalizamos de otra manera. Aparece claro para la cooperativa que esa suma hay que lograrla para el bien de sus asociados. A medida que la cooperativa se va agrandando y su funcionamiento ocasiona mayores gastos, se hace necesario aumentar los ingresos. Se va equilibrando. Si no, en algún momento hubiéramos tenido algún desfasaje y la cooperativa se habría desmantelado o quebrado. Es decir, la cooperativa se va adaptando notoriamente a los objetivos que los asociados vamos desarrollando.

Silvana Giustincich: En una época para mantenernos hacíamos canelones caseros, pastelitos, feria de ropa. Épocas en que tuvimos que hacer otras actividades.

Juan Carlos Muzzin: Ahora nos bastamos con las obras, pero tenemos el espíritu para seguir haciendo otras tareas cuando lo necesitamos. El año pasado, para el aniversario de Villa Regina, usamos el espacio como patio de comida. No hicimos una obra porque nos significaba una recaudación de quinientos pesos. Mientras que en el caso del patio de comida trabajábamos en forma comunitaria y recaudamos dos mil. Fue la elección de ese momento.

Carlos Massolo: Una de las cuestiones esenciales de la cooperativa es no abandonar en ningún momento el terreno del crecimiento y de la formación, porque esa búsqueda de la calidad nos va a dar en algún momento el respaldo económico y jerárquico que necesitamos para trascender con nuestro trabajo. Hemos logrado que la sociedad de Regina nos respete. Al principio éramos un grupo formado por el hijo del panadero, por este vecino y por el otro... Hoy, la sociedad de Regina sabe que vinimos de una gira por España. ¿Qué es lo que se modificó? Es que hay un status para los valores de esta sociedad en la que vivimos. Entonces, esto nos permite ir a pedirles una publicidad con unos valores monetarios que antes eran impensables. Antes nos daban publicidad los kioscos por dos mangos. Ahora aportan también las empresas.

Juan Carlos Muzzin: Por el tipo de estructura administrativa nosotros tenemos una conducción que se llama Consejo de Administración. Y en la mayoría de las cooperativas los presidentes no se renuevan. Se enorgullecen de decir: “Yo soy presidente desde hace 26 años”. De los que estamos acá muchos ya fuimos presidentes. Esto implica otro tipo de funcionamiento. Acá no vas a escuchar que se refieran a nosotros como: “El grupo de  Juan Carlos Muzzin  o el grupo de Massolo”.

Carlos Massolo: Esto lo constatamos cuando empezamos a salir o cuando viene alguien de visita y tiene una mirada de nosotros como un grupo muy bien organizado.

Oscar Benito: No somos exageradamente organizados, pero tenemos capacidad de organización, esquemas y tipos de distribución del trabajo. Lo cierto es que tenemos mucho trabajo y eso nos da experiencia. A veces nos supera, pero tenemos entrenamiento, capacidad de reacción. Hemos tenido tantos modelos de organización y los hemos pensado tanto que tenemos capacidad para salir a enfrentar los distintos temas.

Magaly Reyes: Te preguntan: “¿Y quién se queda en la sala?”

Silvana Giustincich: En mayo del año pasado (2006) estaba Pata de Fierro de gira en el Sur, Nuestro pacto en Brasil, Betty Godt en Mendoza  y había función en la sala. Ese sábado a la noche sabíamos que estábamos trabajando todos a la vez en distintas obras y en distintos lugares. Y funcionaron todas las cosas.

-¿Reciben algún apoyo externo, además del subsidio de Instituto Nacional de Teatro?

Juan Carlos Muzzin: Siempre pedimos, como todo teatrero del mundo, y a veces con éxito desigual. Pero lo que logramos hacer el año pasado fue firmar un convenio de contraprestación con la Municipalidad, que incluía una serie de ítems. Es un importe de dinero especial. Lo que nos libera de no pedirle nunca nada y a cambio ellos siempre figuran en nuestros planes y son auspiciantes. Nosotros nos encargamos del teatro de Regina en nombre de ellos. Es la primera vez en veinte años. A nivel provincia no recibimos nada.

Carlos Massolo: Nos ha costado mucho gestionar aportes. El año pasado tuvimos el auspicio del Fondo Nacional de las Artes.

Juan Carlos Muzzin: No tenemos problemas en recibir aportes, siempre y cuando no signifique ponerse una camiseta política. Creemos que nos merecemos auspicios de mayor jerarquía por respecto también al pueblo de Regina que nos considera embajadores culturales de la ciudad.

-La Patagonia es una zona rica.

Carlos Massolo: Lo de rico o pobre es relativo. Nos sorprende cuando grupos de Capital Federal nos dicen que consiguieron aportes de una embajada. En Buenos Aires es mucho más fácil el reconocimiento hacia una actividad cultural o un buen producto. Acá, en términos generales, la cultura tiene un grado de marginalidad muy alto. Todas las manifestaciones culturales y el teatro en consecuencia. Creemos que estamos abriendo un camino en ese sentido. Hemos pasado de ser una cooperativa con un presupuesto anual de diez mil pesos a un presupuesto anual de ciento ochenta mil pesos. Nos vamos adaptando. Antes estuvimos tres meses discutiendo si era necesario comprar una computadora, ahora estamos pensando en que dos computadoras no dan abasto porque están siempre ocupadas.

Juan Carlos Muzzin: Tenemos claro que la mejor manera de recibir dinero es ofreciendo algo a cambio. Este canje con la Municipalidad significa ofrecer trabajo a cambio, no porque seamos vecinos del pueblo. Y tenemos un proyecto presentado en un organismo nacional: 99 funciones de teatro por cincuenta mil pesos. Pero por ese lado trabajamos. Esos proyectos a veces son difíciles de seguir porque estamos a la vez atajando las tareas cotidianas.

-¿Tienen algún tipo de asesoría externa?

Magaly Reyes: Hemos intentado distintas cosas y siempre ha sido para bien, ha sido positivo. Nos sirvió para ver las cosas de otra manera.

Liliana Pérez: Participó gente que nos brindó su experiencia en lo terapéutico y en lo humano. Y también otras personas que aportaron en cuanto a la dinámica de trabajo y lo organizativo.

Juan Carlos Muzzin: Estamos siempre abiertos a recibir asesores. Porque a veces lo cotidiano reciente las relaciones.

Oscar Benito: Igualmente tenemos recetas caseras que son las que más funcionaron a lo largo de nuestra historia.

-¿Cuáles son?

Oscar Benito: Resolver las cosas acá dentro. Sin llevarlas al afuera. En cuanto se detecta un problema, lo enfrentamos y lo charlamos entre todos. Éste, a la vez, es un problema: hablamos demasiado las cosas (Risas). Aprendimos a arreglarnos de puertas adentro.

Silvana Giustincich: Y algo que nos sirve es juntarnos a comer, ser amigos cuando terminamos el laburo. Siento que nos está haciendo muy bien volver a trabajar todos juntos en Babilonia. A mí me hace muy bien. Siento que nos une un poco más. Compartimos muchas cosas, pero creo que estar juntos en el hecho artístico hace muy bien, sana mucho al grupo. Tuvimos grandes crisis, al estilo matrimonial. De todas hemos salido. Nos hicieron crecer y madurar.

Carlos Massolo: Somos absolutamente heterogéneos. No hay cuatro iguales. Igualmente, uno puede enojarse con el compañero, pero tenemos claro y reconocemos que el afuera teatral es más duro. Yo ni loco me voy a otro grupo. Esta cooperativa tuvo fluctuaciones entre ser super-cooperativistas o super-teatristas. Se nos desarmaba el cooperativismo porque estábamos en el teatro o se nos desarmaba el teatro porque estábamos en el cooperativismo. Muchas veces nos decían: “Ustedes están tan concentrados en el cooperativismo que están dejando de lado el teatro”. Hemos tenido asesores en cooperativismo y también muchísimos maestros y asesores teatrales y también expertos en dinámicas de grupo: desde un cura hasta técnicos en la materia.

-¿Cómo deciden las tareas artísticas? ¿Y cómo hacen con el tema de la capacitación?

Oscar Benito: Hay dos cosas. Los proyectos grupales y los proyectos parciales. Ningún proyecto que presenta un compañero se rechaza.

Magaly Reyes: Lo que no quiere decir que se acepta tal cual es. Lo que permite que haya tantas producciones son los principios del cooperativismo que atraviesan la ideología del grupo: democracia, solidaridad, y la conciencia de que el otro está acompañando, apoyando tu proyecto para que no se caiga. Se discute todo. Todo pasa por esta oficina.

Juan Carlos Muzzin: Yo pienso que algunos proyectos no habría que aprobarlos pero, si se aprueban, todos apoyamos.

-¿Y la distribución de roles?

Carlos Bima: Hay roles artísticos y hay roles de producción.

Juan Carlos Muzzin: Cuando decidimos hacer Babilonia, nos planteamos si íbamos a convocar a un director de afuera. No fue sencilla la resolución.

Rubén Petricio: Si se decide que la elección es interna, siempre se elige un director dentro del grupo.

-¿Y la capacitación, la formación, el entrenamiento?

Carlos Bima: Es de lo más variado. Hay gente que estudió en el INSA (Instituto Nacional Superior de Artes), en General Roca, otros que no, otros que tomaron un taller o un seminario. Si vamos a un festival aprovechamos los cursos de capacitación y los talleres. La formación es desde adentro, nos formamos en la cooperativa. Este trabajo con Rubens Correa (Babilonia) lo tomamos como obra a representar, pero también como un taller de capacitación o de formación.

Carlos Massolo: Hemos hecho capacitaciones técnicas colectivas, pero si no, cada uno lo hace por su lado.

Juan Carlos Muzzin: Todos creemos que el conocimiento y el perfeccionamiento son fundamentales, pero por supuesto que es un tema que nos debemos cada vez más. Es una pelea que damos todos los años. Tomamos becas de capacitación, pero según los intereses particulares: de iluminación, de cooperativismos, de vestuario, etc.

Carlos Massolo: No se trata de forzar al otro, pero sí de tener las herramientas y los conocimientos necesarios para trabajar en forma colectiva. Debemos ser mejores actores, mejores técnicos, mejores directores para el bien de la cooperativa. Acá hay carencias. En Buenos Aires querés capacitar y tenés a los especialistas. Acá nosotros somos todo lo que hay. Desde el origen estuvo presente el tema de la capacitación. No seguimos ni una línea ni un maestro. En Bahía Blanca fuimos con Oscar Benito a ver experiencias de teatro antropológico y logramos que un grupo viniera a darnos a Regina un curso gratuito. Desde 1987 siempre tuvimos el espíritu de traer gente para que nos ayude a capacitarnos.

-¿Cómo se relacionan con el país y con el mundo?

Juan Carlos Muzzin: Como decía Garza (Carlos Bima), hemos sido siempre un grupo receptor, entonces tenemos amigos en todos lados. El que se va de esta sala casi siempre te recibe en su provincia. Empezamos en las escuelas más cercanas, luego fuimos a los pueblitos vecinos. Después fuimos a Bariloche, Ushuaia, a La Pampa, a Rosario y a Buenos Aires en el mismo año. Luego descubrimos que con los infantiles había que ir a todas las escuelas. Laburamos de lunes a viernes. Con Viaje al horizonte ya salimos a Chile. Se creó una forma de irradiación que la terminamos de consolidar con Cachuzo y Ferrolo.  Betty Godt, por ejemplo, ya lleva cuarenta funciones, y eso es mucho para la zona y también para el país.

Carlos Massolo: En el medio en el que nos movemos rara vez se llega a las 12 funciones.

Juan Carlos Muzzin: Cuando fuimos con Pata de Fierro al Festival Patagónico llegamos con 6 funciones previas y teníamos 15 después, en la misma gira. Y llegamos a Regina luego de ofrecer 180 funciones mientras que la mayoría de los grupos llegan a 10. Es que nosotros ya tenemos un recorrido ganado. El cooperativismo fue para nosotros todo un mercado que desconocíamos.

-¿Y en España y Bélgica?

Juan Carlos Muzzin: Fuimos  con Cachuzo y Ferrolo y ahora con Pata de Fierro. Nos llevaron unos argentinos que están en Extremadura. También fuimos a Lanzarote, a una asociación de desarrollo rural. En Bélgica nos invitó un director de teatro que conocimos en el Festival Patagónico. También hubo giras de otras obras por Brasil a partir de presentaciones en el Festival del Mercosur.

-¿Hay intercambio con Buenos Aires?

Oscar Benito: Nosotros tuvimos muchos grupos invitados en nuestra sala. Me parece que en Buenos Aires es difícil lograr que el producto que vos llevás lo vea una cantidad importante de gente. En lugares más chicos o con grupos más organizados los contactos son más fáciles. Buenos Aires, además de complicado, no te da tanto beneficio. A veces, uno puede pensar que el beneficio de Buenos Aires es conseguir alguna crítica en un diario.

Juan Carlos Muzzin: Diego Cazabat e incluso Sarah Bianchi nos han invitado. Pero, realmente, es complicado. A nosotros no nos hace ilusión ir a Buenos Aires por ir a Buenos Aires en sí.

Carlos Massolo: Nos interesa si nos invitan de un Festival, pero para ir a trabajar no nos conviene. Es muy difícil instalarse allí. No nos da prestigio. No tenemos tampoco un grupo de críticos que nos acompañe allí.

Oscar Benito: Las grandes ciudades son complicadas.

Juan Carlos Muzzin: Por supuesto que hay un reconocimiento del grupo hacia los especialistas de Buenos Aires. Los capacitadores invitados a Regina son en su mayoría de Buenos Aires.

Carlos Massolo: Una cosa es que Buenos Aires te imponga desde el modelo hasta propuestas y otra cosa es que nosotros decidamos a quién queremos traer y para qué. Antes de la creación del Instituto Nacional de Teatro uno se comunicaba con la Dirección Nacional de Teatro y le pedía capacitación, y ellos te mandaban a alguien, a quien ellos querían. Ahora, esto cambió y uno elige quién quiere para la capacitación. Nos interesa que los artistas que vengan de Buenos Aires sean artistas de calidad y buenas personas, no soberbios que nos vengan a decir qué tenemos que hacer.

Juan Carlos Muzzin: El Centro Cultural de la Cooperación es un lindo lugar para presentarnos, con el que nos interesa trabajar por los vínculos cooperativos.

-¿Cómo se ingresa a la cooperativa?

Juan Carlos Muzzin: Primero, tiene que haber en la cooperativa la necesidad de que alguien ingrese. El ingreso es libre, pero si no hay trabajo, no ingresa. Una vez que existe la necesidad de La Hormiga de que ingrese alguien, la persona tiene que tener una capacitación técnica específica y una capacitación cooperativa. Este es el ideal. Pretendemos siempre que el que ingrese aporte profesionalismo, que tenga firmes los principios del cooperativismo, que sea buena persona y que haya estudiado.

Claudio Adrián Granados: Yo soy el último que ingresó. Vi que había una necesidad por parte de la cooperativa que yo podía llenar y vi también una posibilidad de trabajo para mí. Tuve un período de prueba en el que descubrimos que yo podía ocuparme de la parte técnica. Si bien mis ganas se orientaban hacia lo técnico,  tenía también hambre de otras cosas para involucrarme.

Liliana Pérez: Siendo alumna en un taller, al tercer año, sentí la necesidad de pertenecer, de ser para La Hormiga algo más que una alumna. Se los comenté a los asociados y empecé a asistir a reuniones e integrar equipos de trabajo. Fue un período de prueba, valioso para mí también, para ver si era lo que quería.

Carlos Massolo: No tenemos  una vida social muy intensa. Estamos mucho tiempo trabajando acá, dentro de la sala, y también hacemos muchas giras. El que quiere entrar se acerca. Nosotros luego decidimos si lo aceptamos o no. Las etapas de la cooperativa se pueden medir también según la gente que fue ingresando. Hoy convivimos fundadores, viejos socios y los más recientes. El intercambio con los nuevos integrantes es fundamental. Porque con Juan Carlos (Muzzin) y Oscar (Benito), ya sabemos qué pensamos y hemos discutido toda la vida. (Risas).

-¿Piensan que este modelo es transportable a otros lugares? Si el grupo se sustenta, ¿es porque hay una mística?

Oscar Benito: Me parece que las experiencias no son trasladables. Lo que sí podemos hacer es ayudar a otros grupos o cooperativas a organizarse para trascenderse a ellos mismos. Eso es lo más importante que podemos hacer: aportar la forma de organizarse y generar una actividad. Creo que lo que demostramos es que pudimos avanzar y crecer.

Silvana Giustincich: No sé si queremos ser modelo de otras cooperativas. Porque trabajamos bajo el concepto de prueba-error. Nosotros mismos seguimos probando cuáles son las mejores maneras de funcionar. No hay fórmulas porque además el éxito de este grupo tiene que ver con las características personales de sus integrantes y con las características geográficas y comunitarias del lugar.

Carlos Massolo: Yo creo que el modelo es trasladable en tanto modelo de cooperativa de trabajo artístico. No en tanto La Hormiga Circular. El modelo es hacer teatro a través del cooperativismo. Y estamos, de alguna u otra manera, empeñados en difundirlo, darlo a conocer. Al cooperativismo le falta prensa, propaganda, status. Yo quisiera que hubiera en el país muchas más cooperativas de trabajo teatral. Nosotros podemos transmitir el modelo, no la experiencia que, como decía Silvana, es particular y única. Somos un modelo de trascendencia en el tiempo. Esta es nuestra postura frente al individualismo de otros.

Carlos Bima: La mística del grupo es que se discute todo, se acepta lo que se discute y se acepta lo que se vota. Me parece que este es el secreto, las ideas se comparten y se ponen a prueba.

Juan Carlos Muzzin: Varios encontramos acá un lugar para vivir y trabajar. Estamos mejor en La Hormiga Circular que en otros lados. Es lindo  entrar a la sala y saber que tenés un grupo de gente con la que estás sosteniendo un proyecto. Para mí, después de mi hija, La Hormiga Circular es lo más importante que hice en mi vida.

-Muchas gracias a todos.

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