Trabajo y autogestión: aportes para pensar modos alternativos de producción, consumo y comercialización | Centro Cultural de la Cooperación

Trabajo y autogestión: aportes para pensar modos alternativos de producción, consumo y comercialización

Autor/es: Malena Sofia Fallacara

Sección: Investigaciones

Edición: 14/15

Español:

Se propone aportar algunas reflexiones en torno a experiencias de emprendimientos productivos de la última década en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Experiencias que retoman y resignifican valores y formas de organización y funcionamiento autogestivas y cooperativas, presentándose como modos alternativos de producción que cuestionan desde su propia práctica el modelo socioeconómico hegemónico y las lógicas propias del capitalismo -acumulación de ganancias, competencia, ambición, individualismo, explotación, especulación, consumismo- creando y expandiendo una cultura alternativa que sustenta y re-crea formas y modos de vida donde prima el ser humano por sobre el capital. Se presenta luego como resultado de entrevistas la descripción y análisis de dos experiencias puntuales de producción cooperativa y autogestiva que se desarrollan en la CABA y que han surgido luego de la crisis argentina de 2001: Colectivo de Trabajo Burbuja Latina y Cerveza Artesanal La Cebada.


1. Introducción

A través de este artículo nos proponemos aportar algunas reflexiones en torno a experiencias de emprendimientos productivos que han florecido en la última década en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Experiencias que retoman y resignifican valores y formas de organización y funcionamiento autogestivas y cooperativas, presentándose como modos alternativos de producción que cuestionan desde su propia práctica el modelo socioeconómico hegemónico y las lógicas propias del capitalismo -acumulación de ganancias, competencia, ambición, individualismo, explotación, especulación, consumismo- creando y expandiendo una cultura alternativa que sustenta y re-crea formas y modos de vida donde prima el ser humano por sobre el capital.

De esta forma, luego de un breve recorrido teórico sobre conceptos tales como autogestión, cooperativismo y economía social solidaria, nos adentraremos a través de entrevistas realizadas a sus integrantes, en la descripción y análisis de dos experiencias puntuales de producción cooperativa y autogestiva que se desarrollan en la CABA y que han surgido luego de la crisis argentina de 2001: Colectivo de Trabajo Burbuja Latina y Cerveza Artesanal La Cebada. De esta manera, sumado a la reconstrucción histórica de cada experiencia, abordaremos cómo los miembros de estos emprendimientos entienden y conciben desde su propia praxis a los conceptos antes mencionados. Indagaremos en las causas y las expectativas que han dado origen a estas experiencias, así como en las dificultades que han atravesado en el camino y los aprendizajes que han adquirido y construido. Examinaremos las limitaciones internas y externas que se le presentan a estas prácticas contrahegemónicas y los desafíos que aparecen a la hora de vislumbrar las potencialidades que estas experiencias representan al momento de pensar en el crecimiento y expansión de una “otra economía”, más humana y justa, transformadora y superadora de la realidad socio-económica dominante.

Por último, analizando la sustentabilidad y sostenibilidad de este tipo de experiencias, delinearemos algunas reflexiones finales en torno a los espacios de encuentro generados por estos emprendimientos; espacios vinculados tanto a la comercialización de los productos que ofrecen como a la articulación con otras experiencias similares, que comparten modos de producción y comercialización alternativas al modelo hegemónico. En este sentido, esbozaremos algunas líneas respecto al rol que asumen las “ferias autogestivas” y las “redes sociales” para los propios emprendimientos que generan estos mismos espacios de encuentro, donde se refuerzan lazos sociales y se afianza y expande una cultura de la solidaridad, la cooperación y la reciprocidad.

2. Contextos en movimiento

La crisis política, económica, social y cultural que tuvo lugar en Argentina en 2001 marcó un antes y un después en la historia de nuestro pasado reciente. La década del 90 fue protagonista de un conjunto de reformas del Estado y del mercado de trabajo que profundizaron el proceso de liberalización de la economía y la consolidación de la hegemonía neoliberal (proceso iniciado ya en la década del 70). Como mencionan Frankel y Frega:

(...) ‘el achicamiento del Estado’ para liberar al mercado (…) resultó en una activa intervención para la desregulación del mercado y la apertura a los capitales internacionales con la consecuente destrucción del aparato productivo (…), la privatización de los recursos y empresas públicas y la reducción del déficit fiscal a costa de la reducción del gasto público en materia de salud, educación, vivienda, entre otras áreas.1

Junto a estas medidas, crecía la flexibilización y precarización laboral, así como los despidos masivos de trabajadores. Las consecuencias socioeconómicas más importantes de estas reformas fueron: el aumento de los niveles de desocupación, desempleo, pobreza, exclusión, marginación y el crecimiento de los índices de indigencia. Ya durante la década del 90 comenzaron a gestarse nuevas formas de organización y lucha que resistían y denunciaban estas políticas y medidas neoliberales llevadas a cabo durante el menemismo. Sin embargo, fue luego de la crisis de diciembre de 2001 que, en algún sentido, cobraron mayor visibilidad estas experiencias de lucha. Ahora bien, las mismas no se quedaron en la mera acción del reclamo y la denuncia. Comenzaron también la construcción de formas nuevas de protesta2 y también formas nuevas de organización y resistencia en busca de sobrevivencia. Es en este escenario en el que comienza a gestarse también un “nuevo repertorio de protesta social”3. Un escenario donde se vislumbran nuevas estrategias de lucha, nuevas formas de organización y funcionamiento interno, nuevas demandas sociales y nuevas identidades de pertenencia. Un escenario donde es posible observar un pasaje de una matriz sindical de reclamos hacia una ampliación y diversificación de las demandas enmarcadas en una matriz más cívica. Podemos decir entonces que luego de esta rebelión de 2001, comienzan a visibilizarse con mayor intensidad, luchas y organizaciones sociales que ya venían trabajando en la construcción de formas alternativas de organización y subsistencia a través del trabajo y la acción colectiva4. Y es luego de 2001 que comienzan también a florecer nuevos espacios de construcción colectiva con características particulares. Varias de estas nuevas experiencias se encontraron y/o se encuentran ligadas a prácticas y espacios de trueque directo, a espacios de producción autogestiva colectiva, a empresas recuperadas, a proyectos de autoconsumo sustentados en el trabajo comunitario, a huertas urbanas y compras comunitarias, a ferias populares, a mercados recuperados, a redes de economía social solidaria y a redes de comercio justo y consumo responsable. Las Ferias del Encuentro, la Red Tacurú de Economía Solidaria, la Red de Emprendimientos del Bajo Flores, Consumando, Puentes del Sur, El Galpón, entre otra heterogeneidad de casos, son algunos ejemplos de estas experiencias florecidas en la última década. Experiencias que entretejieron y entretejen a distintos emprendimientos productivos que, desde diversos lugares, intentaron resistir la situación socio-económica adversa que estalló luego de 2001, apelando a la creatividad, a la solidaridad y a la cooperación.

Previo a adentrarnos entonces en dos emprendimientos entrelazados en las experiencias antes citadas, dedicaremos algunos párrafos a ciertas cuestiones conceptuales.

3. Definiciones en movimiento. Autogestión, Cooperativismo y Economía Social Solidaria

Entendemos a la autogestión no como un emblema o una teoría, sino como una práctica constante, una dinámica.5 Abocándonos específicamente al ámbito laboral-productivo, la autogestión refiere a la propia gestión de los trabajadores sobre su unidad de trabajo, sin capitalistas ni gerentes, desarrollando su propia organización del proceso de trabajo, adoptando formas no jerárquicas de organización. Entendemos entonces a la autogestión como una forma dinámica de organización económica-productiva alternativa a las propias del sistema capitalista. Una forma de organización donde los propios trabajadores definen colectivamente bajo qué normas y reglas se regula la producción, qué organización toma el proceso de trabajo, cuál es el uso que se le da al excedente, cómo se comercializan sus productos o servicios y cómo es la relación con el resto de la sociedad. En síntesis, autogestión significa que los trabajadores colectivamente deciden, definen y llevan a la práctica todo aquello que compete a su trabajo. En este sentido, autogestión significa también una forma de organización económica donde no existen relaciones entre empleadores y empleados, entre dueños de los medios de producción y desposeídos de los medios de producción, donde no existe por tanto la plusvalía.

Por su parte, entendemos al cooperativismo como un movimiento social que surge en paralelo al avance de la revolución industrial y sus progresos tecnológicos a fines del siglo XVIII y principios del XIX, denunciando y resistiendo las consecuencias negativas que estos avances produjeron en el trabajo de los talleres de producción artesanal. Las ideas y prácticas cooperativistas llegan a nuestro país de la mano de los inmigrantes europeos a fines de siglo XIX, principio de siglo XX, quienes a través de sus tradiciones, sus reivindicaciones y su bagaje ideológico-cultural, introdujeron formas de organización y lucha que traducían ideas de solidaridad y cooperación. De esta forma, surgen las primeras organizaciones cooperativas en Argentina que tenían en su mayoría una base mutualista y de servicio a sectores de colectividades y gremios.

Actualmente, una cooperativa se concibe como “una asociación autónoma de personas que se han unido voluntariamente para hacer frente a sus necesidades y aspiraciones económicas, sociales y culturales comunes por medio de una empresa de propiedad conjunta y democráticamente controladas”, según la definición adoptada por la Alianza Cooperativa Internacional6 en 1995. Es decir que la cooperativa es una empresa social que se posee en conjunto (colectivamente por sus socios o integrantes) y que es controlada, gestionada y administrada democráticamente. Dos características centrales (la propiedad colectiva y el control democrático) la diferencian de las empresas controladas por el capital (empresas capitalistas) o por el gobierno (empresas estatales). A su vez, los principios cooperativos, formalizados en 1937 y actualizados en 1966 y 1995, determinan: Adhesión abierta y voluntaria - Control democrático de los asociados - Participación económica de los asociados - Autonomía e independencia - Educación, entrenamiento e información - Cooperación entre Cooperativas -Compromiso con la comunidad.7

Estos principios son entendidos como pautas generales a través de las cuales las cooperativas ponen en práctica sus valores. Los valores que promueve y sobre los que se basa el cooperativismo como pensamiento, movimiento y práctica social son la ayuda mutua, la democracia, la responsabilidad, la igualdad, la equidad y la solidaridad.

Por último, nos interesa trabajar sobre la noción de economía social solidaria. Hace ya unos años, desde diferentes perspectivas teóricas, y específicamente desde una perspectiva latinoamericana (aunque no solamente), se viene trabajando sobre los conceptos de economía social, de solidaridad, solidaria, popular o del trabajo. La diversidad de adjetivos da cuenta de la diversidad de definiciones y planteos al respecto de una economía que, más allá de esta variedad de nominaciones, se piensa y concibe en algún sentido como una economía distinta a la economía de mercado o a lo que podríamos denominar como economía formal, o economía a secas.8

Entendemos a la economía social solidaria no como una economía de pobres para pobres que emerge en situaciones de crisis para “paliar” las necesidades momentáneas (concepción que también aparece respecto a esta economía) sino como

(...) una propuesta transicional de prácticas económicas de acción transformadora, conscientes de la sociedad que quieren generar desde el interior de la economía mixta actualmente existente, en dirección a otra economía, otro sistema económico organizado por el principio de la reproducción ampliada de la vida de todos los ciudadanos-trabajadores, en contraposición con el principio de la acumulación de capital.9

Desde esta perspectiva se reconoce a la economía social solidaria como una propuesta para todos los hombres y mujeres de la sociedad, en tanto es pensada como una vía para otro desarrollo social y humano.

Dentro de esta noción de economía social solidaria se ubican vastas experiencias, diversidad de proyectos que tienen en común la intención de “contribuir a asegurar la reproducción con calidad creciente de sus miembros y sus comunidades de pertenencia o, por extensión, de toda la humanidad”.10 Desde esta vertiente, se concibe entonces la posibilidad de desarrollar una socioeconomía donde los denominados agentes económicos no son entes separados de sus identidades sociales, ni de su historia, ni de su mundo simbólico e institucional que es su cultura. La economía deja der ser considerada una esfera escindida de lo político, lo cultural y lo social; y pasa a ser concebida como un

(...) espacio de acción constituido no por individuos utilitaristas buscando ventajas materiales, sino por individuos, familias, comunidades y colectivos de diverso tipo que se mueven dentro de instituciones decantadas por la práctica o acordadas como arreglos voluntarios, que actúan haciendo transacciones entre la utilidad material y valores de solidaridad y cooperación, limitando (no necesariamente anulando) la competencia.11

Tomamos entonces en este trabajo la definición que el Colectivo LaYunta12 propone en torno a la economía social solidaria, agregando que algunas prácticas y experiencias tienen también como punto de partida la construcción de relaciones sociales y económicas contrahegemónicas:

La economía social solidaria está conformada por el conjunto de prácticas laborales, productivas, de intercambio y consumo, que tienen como punto de partida la resolución de necesidades básicas y de subsistencia. Adoptando para su funcionamiento y organización, prácticas alternativas con criterios y valores basados en la autogestión, la solidaridad, la cooperación y la reciprocidad que posibiliten la reproducción de la vida, la propiedad colectiva o social de los medios de producción, la toma de decisiones compartidas y la distribución equitativa de los ingresos.13

Estas prácticas en muchos casos surgen como estrategias para dar respuesta a necesidades sociales puntuales, pero siguiendo lo planteado por Coraggio y por el Colectivo La Yunta, llevan implícitas la potencialidad de proponerse y constituirse como alternativa a partir de la construcción de novedosas sociabilidades y formas económicas distintas a las hegemónicas

4. Experiencias en movimiento. “Burbuja Latina” y “Cerveza Artesanal La Cebada”

Como explican en uno de sus folletos y como nos cuentan sus integrantes, Burbuja Latina nació en 2002 como un proyecto de la Asamblea Gastón Riva del barrio de Caballito, dentro del Centro Cultural La Sala que hasta el 2006 estuvo ubicado en una casa en la calle Giordano Bruno y luego se trasladó a una casa en Avellaneda al 600, en el mismo barrio porteño, donde sigue funcionando en la actualidad. Atravesada esta asamblea por la búsqueda de nuevas formas de vivir y de relacionarse, surgieron por un lado la cooperativa de consumo “Consumando” y el proyecto Burbuja Latina14 como espacio de producción y trabajo.

Martín nos cuenta que el año 2002 fue muy vertiginoso y que “el motivo central de ese año y de los años siguientes fue el encuentro”. “La gente buscaba los espacios, tenía ganas de encontrarse, había mucha movida”. Podríamos decir entonces que el encuentro y la situación de falta de empleo de algunos compañeros de la asamblea antes mencionada, fueron los dos grandes motivos que dieron impulso al proyecto, frente a la posibilidad de darle cauce a un subsidio que otorgaba el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires a través del programa Autoempleo.

Sumado a esos motivos, aparecían también otras inquietudes que rondaban esos espacios colectivos. Inquietudes ligadas a la vida misma, a repensar la cotidianeidad, al tratar de cambiar los patrones que rigen nuestra forma de vivir y organizar nuestra vida.

La asamblea de alguna manera también plasmaba ciertas ganas de cambiar cosas y una de las cosas es cómo uno se sustenta materialmente. Que esos son lugares en que uno ocupa mucho tiempo de su vida, estar 8 - 10 horas en un lugar todos los días, para con eso sacar dinero. Y de repente, poder trasformar eso que vos ocupás tanto tiempo, bueno, hacerlo a la manera que vos querés hacerlo o por lo menos intentar hacerlo de la manera que vos querés hacerlo. Y bueno, eso fue todo un desafío.

El contexto socio-político en el que se enmarcan los inicios de este proyecto no es un dato menor. Como mencionamos al inicio, el estallido de diciembre de 2001 marcó la vida social y política de gran parte de hombres y mujeres que comenzaron a pensar y re-pensar nuevas formas de lucha, de protesta, de denuncia y también de organización y construcción colectiva. En este sentido, la idea de un cambio social profundo, de un proyecto social alternativo, estaba en auge y se respiraba día a día. Y ese aroma de cambio social profundo nutría y se replicaba en estas incipientes experiencias que surgían no solamente porque “no tengo laburo” sino también porque “había mucho de proyecto social, de relaciones sociales, de cambiar las relaciones”.

La experiencia de La Cebada también comenzó a florecer en el centro cultural La Sala ya casi finalizando la década del 2000, rondando el 2008. Hoy, creciendo en otro espacio físico fuera de la Ciudad de Buenos Aires (en Ramos Mejía), este proyecto integrado actualmente por 6 personas, se define a sí mismo como un emprendimiento autogestivo: “Birra La Cebada, emancipada desde el origen.” Enmarcado su surgimiento en un contexto socioeconómico y político diferente al de la otra experiencia analizada, Pablo nos cuenta que el encontrarse fue quizá el motivo más fuerte que dio inicio a esta experiencia, sin proponerse como objetivo inicial ser un emprendimiento que sustente económicamente a sus miembros.

Ambos proyectos presentan grandes similitudes respecto al funcionamiento y organización interna de una cooperativa, aunque no se encuentran conformados legalmente como tal pero evalúan la posibilidad de constituirse como cooperativa en un futuro. Si bien, la experiencia de Burbuja Latina se define a sí misma como un Colectivo de Trabajo, intentando remarcar su búsqueda por “todas formas que rompan con el individuo”, resaltando la idea de mezclarse y despersonalizarse, ligan su práctica claramente a los principios y valores más fuertes del cooperativismo antes mencionados. Siguiendo lo que nos cuenta María, otra integrante de este emprendimiento, nadie obliga a otros a sumarse al emprendimiento: cada miembro eligió participar y sumarse a esta construcción colectiva asumiendo las responsabilidades y el compromiso que implica el proyecto. Todos administran el emprendimiento y llevan adelante la fijación de políticas sobre el mismo. La toma de decisiones se produce entre todos sus miembros a través de reuniones periódicas de forma asamblearia donde cada integrante tiene su voz pudiendo expresarse todos libremente (igualdad) manifestando sus posturas y opiniones (diversidad). Administran el capital del emprendimiento de forma democrática y entre todos deciden cómo se reparten los ingresos (que en este caso es por cantidad de hora trabajadas, teniendo un máximo de horas de trabajo). Son autónomos e independientes de partidos políticos y organizaciones privadas (como fundaciones u ONG). Los insumos del colectivo son de todos (si un miembro decide irse, los insumos y herramientas de trabajo quedan en el colectivo porque son del colectivo). Cooperan y trabajan mancomunadamente con otros emprendimientos y cooperativas fortaleciendo redes de productivos y espacios de consumo justo y responsable, trabajando en pos del desarrollo y crecimiento de estas experiencias en los barrios y comunidades de las que forman parte.

En ambos proyectos, todos los integrantes saben hacer todas las actividades que competen al emprendimiento y al funcionamiento del mismo, aunque esto no implica que necesariamente todos realicen todas las tareas todo el tiempo. El hecho de que todos tengan un conocimiento integral de las acciones y labores que construyen y dan vida al proyecto productivo (en todas sus aristas: producción, comercialización, administración, etc.) rompe con la monopolización y fragmentación de saberes bastante común en las empresas, fábricas y emprendimientos de la modernidad.

Siguiendo con la definición que sus propios integrantes le otorgan al emprendimiento, nos parece interesante mencionar la tensión que atraviesa a varios emprendimientos que reciben dinero de programas del Estado; la tensión entre autogestión y subsidio. Frente a esta relación, las posturas dentro de los mismos emprendimientos son diversas y llevan a debates donde se discute y reflexiona sobre la relación de los emprendimientos con el Estado, sobre el significado de ser autogestivos y sobre cuánto y cómo influye (o no) en la autogestión y autonomía de un emprendimiento el recibir un subsidio.

Una de las caras para incorporar a este debate es “cómo vos gestionás el subsidio”, remarcando entonces la importancia de algo esencial en la dinámica de la autogestión: “no hay nadie que te gestione”. Son los propios integrantes del emprendimiento que gestionan, se-gestionan, se auto-gestionan, poniendo sus normas, sus reglas, su modo de trabajo, su forma de comercializar sus productos, etc. De esta manera, se corre el debate sobre si tener un subsidio implica más o menos autogestión, para comenzar a pensar cómo se gestiona ese subsidio y qué proyecto se pone en marcha con ese subsidio, pensando a su vez “si vas a vivir toda la vida de un subsidio o no, en qué contexto lo vas teniendo y la potestad que tenés de gestionar ese recurso”.

En esta línea, es interesante asociar con esta problemática a la históricamente cuestionada regla número 4 de los principios cooperativos.15 Lo que refuerza esta regla es justamente la autonomía e independencia que deben tener las cooperativas a la hora de recibir ayuda de otras organizaciones, remarcando que esta ayuda no tiene por qué interferir en el espíritu cooperativo, y podríamos decir, autogestivo del emprendimiento. Como nos comenta Pablo de La Cebada:

En los comienzos necesitás un empujón, o una inversión tuya o de los propios integrantes o un subsidio estatal que para mí si no te condiciona en tus ideas, en tu proyecto o en lo que querés hacer y en cómo lo querés hacer, se puede seguir considerando autogestivo, aunque recibas en un primer momento un subsidio para inversión.

Adentrándonos en otra arista sumamente importante de estos emprendimientos, emerge la cuestión del consumo y la distribución. ¿Dónde comercializan los productos que crean? Ambas experiencias venden gran parte de su producción en los mercados alternativos a los espacios de venta tradicionales.

Una gran parte se vende a través de redes de comercio justo, a través de Puentes del Sur, por la Red Tacurú. Y también en La Sala misma o por grupos que se arman en diferentes barrios como el de compras comunitarias de Villa Pueyrredón. También en el local de Titrayjú, en el mercado solidario de Rosario, a otras cooperativas, a empresas recuperadas y por pedidos directos. Después está la otra parte: salimos por bares, escuelas, geriátricos.

Nos explica Martín:

Para nosotros, al mismo tiempo que empezó Burbuja, empezó Consumando. Con esta idea de llegar a los productores, de evitar los intermediarios innecesarios. De valorar cómo se hace el producto, considerar que el producto es una relación social, que estás avalando con tu dinero o no. Todas esas cosas también las vimos desde un principio en esto de cuestionar la vida en general. Creo que más del 50 % de lo que saca Burbuja es para el mercado alternativo. A mí me parece importante desde el punto de vista que tanto el consumidor está valorando que vos hacés un producto de una manera determinada de una forma cooperativa, igualitaria, y a la vez que vos como productor le estás dando un valor social a tu actividad, que eso es algo que tenemos bastante perdido en la ciudad (…) Estás recuperando lo que llamamos valor social de la actividad que no es sólo el valor mercantil (…) La actividad que tenés tiene un fin para el resto de la gente, el fin es que lo use, tratar de recuperar también el valor de uso.

Aparte de cuestionar desde el inicio aspectos básicas de la vida en general respecto a cómo se producen las cosas que compramos y dónde compramos los productos que necesitamos, los emprendimientos tienen como expectativa (al inicio o una vez avanzado el proyecto) el sustento de la vida de sus miembros. La sustentabilidad y sostenibilidad en el tiempo de este tipo de emprendimientos es, justamente, un asunto que compete y atraviesa a todos ellos. Llegar a cumplir esa expectativa es uno de los desafíos que en definitiva se plantean como horizonte. Y es, asimismo, uno de los caminos con más obstáculos, ya que las limitaciones o inconvenientes para poder ir consiguiendo esa meta son variados y múltiples.

Podemos esbozar que aparecen dos tipos de limitaciones y/o desafíos: los internos, propios al proyecto (que en estos casos remiten a la dificultad de subir el precio de la hora de trabajo, a la dificultad de que haya un excedente como para poder, por ejemplo, cambiar las máquinas que ya están viejas; entre otras cuestiones) y los externos, ligados a su vínculo con el exterior y ligados fundamentalmente al mercado capitalista donde necesariamente muchas veces deben “jugar” (para conseguir su materia prima, para conseguir clientes, etc.), enfrentándose a lógicas distintas.16 María lo señala con claridad: “Somos un emprendimiento dentro de un mercado capitalista”.

Los emprendimientos y experiencias que conforman el heterogéneo campo de la economía social solidaria, se encuentran atravesados por una tensión de lógicas. Sus lógicas de funcionamiento interno y los principios y valores que guían sus prácticas “chocan” con la lógica individualista y de competencia feroz del mercado capitalista en el cual deben moverse. Aparece entonces, la importancia de poco a poco poder ir creando y construyendo mercados alternativos que se basen también en lógicas y comportamientos solidarios, cooperativos y de reciprocidad entre sus miembros. Expandir el “consumo consciente y responsable”, revalorizando el “precio justo” de los productos es otro de los grandes desafíos que tienen estas experiencias, limitados y condicionados por la cultura del consumo masivo y por los precios más bajos de productos elaborados masivamente y que envuelven por detrás una relación de explotación.

Así, reflexionando sobre las limitaciones y potencialidades de este tipo de emprendimientos, resulta difícil decretar si los mismos han avanzado o retrocedido en las últimas décadas, ya que algunas experiencias se sostienen a lo largo del tiempo y otras nacen y culminan a los pocos años. No obstante, Martín nos remarca una construcción que trasciende al proyecto productivo en sí msimo, pero lo vincula, lo entreteje y lo sostiene; hablamos de las redes sociales.

Creo que el emprendimiento profundo de Burbuja es la Feria del Encuentro17, fueron las provocaciones de los encuentros sociales, las redes sociales, que es la forma de construcción con la que uno está mas de acuerdo. Y vos decís la red, una red no existe, ¿dónde están las redes sociales? ¿qué son? Y bueno, las redes sociales están más construidas desde el afecto y funcionan desde ahí.

En sintonía con esta mirada, y revalorizando los vínculos sociales construidos por sobre la actividad económica en sí misma y sus frutos a nivel ganancias, Pablo señala; “No sólo el factor económico es el que importa. Y esto, se ve también en la Feria del Encuentro, se da que se encuentra gente, como cuando nos juntamos nosotros también, y surgen otras cosas, es otro momento distinto”. Brenda, feriante y también integrante de un proyecto productivo autogestivo que fabrica sahumerios, hace ya 10 años (y del cual vive ella y sus dos hijos), nos comparte:

La Feria del Encuentro es justamente un lugar de encuentro donde lo que está bueno es poder venir a exponer lo que uno hace, más allá de la compra o venta que se llega a dar, a veces se da, a veces no. No importa si vendés o no, en realidad lo importante es venir y encontrarse con un montón de personas que te das cuenta que la mayoría van por el mismo camino, usan el mismo lenguaje.

En este sentido, y pensando en los “encuentros sociales” y las “redes sociales” que se generan entre y por estas experiencias, cabe resaltar como fruto de estas prácticas y proyectos, “la construcción colectiva en el plano territorial de líneas de acción que reconfiguran relaciones sociales y resignifican el espacio público, en torno a lógicas de mayor equidad social y participación”.18

Las multifacéticas ferias periódicas que se realizan en distintos barrios porteños (entre las que podemos mencionar a la Feria del Encuentro, la Feria de Villa Pueyrredón, la Feria a ContraFlecha, entre otras) recuperan y resignifican espacios públicos promoviendo los encuentros, construyendo otros vínculos sociales y a su vez otra forma de comercialización donde se produce un encuentro directo entre los productivos y los consumidores. Las redes sociales (entre las que podemos mencionar a la Red Tacurú de Economía Social y Solidaria19, a Puentes del Sur20, y a las múltiples y diversas redes de compra y venta conjunta, entre otras experiencias) junto con los espacios de encuentro van entretejiendo lazos entre la diversidad de experiencias creando y extendiendo esas redes, no perceptibles quizá para el ojo humano, pero vivas y en permanente movimiento, que van poco a poco extendiendo esta “otra economía posible”, ayudando a la sostenibilidad de las experiencias.

Finalizando con el análisis y descripción de estos proyectos, resulta interesante mencionar qué enseñanzas dejan estas experiencias en sus propios miembros. Nos comparte Martín:

Yo creo que el darle consistencia a este tipo de experiencias es enseñarnos profundamente que podemos hacer cosas diferentes y que más allá de si sabés la fórmula o no sabés la fórmula para hacer el detergente, que eso puede ser lo más operativo de Burbuja, vos sabés que se pueden hacer las cosas de otra manera. Es haber aprendido una cosa muy profunda, es aprender una experiencia social, que no tiene que ver tanto con saber una fórmula matemática, pero si aprender que los límites de lo posible se extendieron.

Y en relación al tema, comparte Pablo: “Estamos aprendiendo también todos. Estamos aprendiendo otra forma de relacionarnos con el trabajo”.

Como cierre para la reflexión y como punto central para entender y comprender la existencia, conformación y crecimiento de estas experiencias productivas alternativas (y las redes que tejen y sus espacios de encuentro), resulta interesante mencionar lo que comenta Pablo en la entrevista dialogando sobre la posibilidad de vivir a futuro del emprendimiento del cual forma parte: “(…) podés juntarte a hacer detergentes, señaladores, remeras o cerveza. La forma de organización, la forma de trabajo, es a lo que se apunta. Y vivir de eso. (…) Podemos hacer jabón, mesas, aulas, lo que sea, la forma o fórmula está en el CÓMO, no en lo QUÉ hagamos.”

5. Palabras finales

Las conclusiones de este trabajo no podremos detallarlas al final del escrito sino más bien podemos encontrar a lo largo del mismo, inquietudes, preguntas y ejes temáticos que nos abren nuevos interrogantes.

No obstante, luego del trabajo realizado es posible sostener que ambas experiencias analizadas encarnan, desde la práctica, el trabajo y los valores cooperativos que mencionamos párrafos atrás, cuestionando desde su actividad diara el modelo de producción dominante, más allá de si legalmente son o no una cooperativa. A su vez, por priorizar al ser humano y la reproducción de la vida por sobre la reproducción y acumulación de capital y por las características que asumen sus prácticas, son un claro ejemplo de aquello que denominamos como una economía social solidaria. Son experiencias que llevan implícitas la potencialidad de construir relaciones y formas de producción alternativas al modo hegemónico, como vimos en el apartado sobre definiciones. Sus prácticas sociales y económicas son permanentemente acciones transformadoras de la realidad existente y buscan, conscientemente, construir otra sociedad y otra economía, pensando y construyendo nuevos modos de producir, de trabajar, de consumir, de comercializar, de intercambiar. En este sentido, muestran también cómo la autogestión no es un lema estático sino una dinámica constante, un trabajo cotidiano que se lleva adelante día a día, en cada decisión que toman colectivamente respecto a sus emprendimientos, y en cada acción que llevan adelante para concretar los propósitos consensuados.

Nos gustaría a su vez esbozar algunas reflexiones respecto a lo que significan los “encuentros sociales” y las “redes sociales” que nuclean y articulan a este tipo de experiencias. Pensamos que los mismos cumplen una triple función. Por un lado, son espacios autogestivos que muchas veces ocupan y resignifican espacios públicos de la Ciudad de Buenos Aires perdidos en las últimas década por el avance del discurso sobre la inseguridad y sus consecuentes políticas de enrejamiento de los espacios al aire libre. En este sentido, se fomenta el encuentro en las plazas, los parques, las plazoletas, las calles y otros lugares públicos y comunes, convocando a diversas y múltiples actividades (mercantiles, culturales, artísticas, de formación, etc.) convidando al encuentro entre personas.

Por otro lado, estos encuentros sociales como pueden ser las ferias autogestivas que se realizan periódicamente en distintos barrios de la ciudad, representan un camino hacia la construcción de mercados alternativos (guiados por la lógica de la solidaridad, la reciprocidad y la cooperación y no por la competencia feroz y la acumulación de ganancias). Mercados alternativos donde los productos de estos emprendimientos productivos autogestivos pueden encontrar una salida comercial, intentando poco a poco ayudar a fortalecer la etapa de comercialización, que es la que más dificultades presenta en este tipo de experiencias, volviendo a un encuentro cara a cara entre los productores y los consumidores.

Ahora bien, nos faltaría entonces la tercera función de estos encuentros y espacios. La multiplicación de estos espacios (que cabe volver a señalar, son autogestionados por los mismos emprendimientos y por todas aquellas personas que apuestan a la construcción de esta “otra economía” ya sea consumiendo productos de la economía social solidaria, dando talleres culturales o charlas en las ferias, entre otras actividades) lleva a multiplicar los lugares de comercialización de los productos de estos emprendimientos, acrecentando este mercado alternativo al mercado formal. Sin embargo, es interesante resaltar en este punto que, generalmente (no siempre), este tipo de ferias autogestivas no significan para los emprendimientos lugares de “grandes ventas”, es decir, son pocos los ingresos que entran a través de la venta en estos espacios. No obstante, no se cuestiona la participación en las mismas sino, contrariamente, se busca generar más espacios de esta índole, multiplicando las ferias en otros ámbitos o haciéndolas con mayor frecuencia. En este sentido, podemos percibir que otro de los roles que cumplen estos “encuentros sociales” y las “redes sociales” es entretejer lazos que “sostengan” a los emprendimientos ayudando a la sustentabilidad y sostenibilidad en el tiempo de los mismos, más allá de si puntualmente en estos espacios se produzcan o no buenas ganancias económicas. De esta manera, podemos observar una tercera función de estos ámbitos como red de contención de los emprendimientos, creada por los propios emprendimientos autogestivos y por aquellas personas que aunque no formen parte de un emprendimiento productivo, participan con frecuencia de estas redes y espacios de encuentro.

Como parte de las reflexiones finales, podemos agregar que como toda experiencia que se plantea contrahegemónica desde su propia práctica, estos emprendimientos y sus “espacios de encuentro” están atravesados por las contradicciones propias que impone el hecho de vivir dentro de un sistema capitalista de producción, con sus consecuentes lógicas de mercado que actualmente rigen en casi todas las esferas de la vida. No obstante, desafiando al discurso único que planteaba una única lógica racional y lucrativa y un solo camino posible para paliar los propios problemas que el mismo sistema y sus políticas neoliberales causaron (esto es aplicar “la misma receta” y seguir profundizando las mismas medidas), estos emprendimientos, estas redes y ferias populares, buscan ir creando una nueva forma de vida, donde la “comunidad”, el espacio público, el trabajo colectivo y cooperativo sin patrones, los lazos de solidaridad, la autogestión y la horizontalidad sean valores y criterios desde donde construir una nueva realidad. El nuevo escenario político y socioeconómico abierto en 2003 a nivel nacional, plantea nuevas oportunidades y a su vez nuevos desafíos para estas experiencias, que pueden llegar a consolidarse, crecer y multiplicarse de forma más rápida, teniendo por delante entonces el desafío de no perder su autonomía e independencia.

Con dificultades, con obstáculos, llenos de debates y discusiones en torno a cómo organizarse, cómo definirse, cómo conseguir recursos y cómo sostenerse en el tiempo y crecer, van caminando estas experiencias, dejando una huella sumamente importante en la historia de la construcción de un mundo más justo, más humano.


Bibliografía consultada

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  • Coraggio, José Luis (1996). “El trabajo desde la perspectiva de la economía popular”, versión revisada de la ponencia presentada en el Seminario sobre los impactos territoriales de la reestructuración laboral en la Argentina, San Carlos de Bariloche.
  • Coraggio, José Luis (2002) “La economía social como vía para otro desarrollo social”. Documento de lanzamiento del debate sobre “Distintas propuestas de Economía Social” en Urbared, Red de Políticas Sociales. Publicado en www.urbared.ungs.edu.ar, sin datos específicos
  • Coraggio, José Luis (2003). “Economía del Trabajo”, en Catani, A. (org.) A outra economía. Porto Alegre, Veraz.
  • Coraggio, José Luis (2007). “Sobre el sentido de la economía social” en Economía social, acción pública y política. Buenos Airesm Editorial CICCUS.
  • Frankel, M. y Frega, Mariana (2011). “Programa Ingreso Social con Trabajo Argentina Trabaja. Una aproximación acerca de los debates en torno de las políticas sociales actuales.” Ponencia presentada en la IX Jornadas de Sociología de la UBA
  • Gorini, Floreal (1998). “Ni claudicación ni oportunismo”. 40 aniversario del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, en La batalla cultural (selección de textos).
  • Plotinsky, Daniel. “Los principios cooperativos. Un poco de historia sobre la relación entre cooperativismo y política”, sin datos específicos
  • Quijano, Aníbal (2002). “¿Sistemas alternativos de producción?”. En Boaventura de Sousa Santos (org), Produzir para vivir. Os caminos da produçao nao capitalista. Río de Janeiro, Ediciones Civilizaçao Brasileira.
  • Razeto, Luis (1999). “La economía de solidaridad: concepto, realidad y proyecto”, en Revista Persona y Sociedad, volumen XIII, nro. 2, Santiago de Chile.
  • Ruggieri, Andrés (comp.) (2009) Las empresas recuperadas. Autogestión obrera en Argentina y América latina. Buenos Aires, Editorial de la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires.
  • Singer, Paul (2000). “Economía Solidaria. Un modo de producción y distribución”, en Coraggio, José Luis (org) (2007) La economía social desde la periferia. Contribuciones latinoamericanas. Buenos Aires; UNGS-Ediciones Altamira.
  • Schuster, Federico y Pereyra, Sebastián (2001). “Transformaciones de la protesta social en Argentina: balance y perspectivas de una forma de acción política”, en Giarraca, Norma (comp). Protesta social en Argentina. Transformaciones económicas y crisis social en el interior del país. Buenos Aires; Alianza.
  • Schuster, Federico (comp) (2005). Tomar la palabra: estudios sobre protesta social y acción colectiva en Argentina contemporánea. Buenos Aires, Prometeo.
  • Svampa, Maristella (2002). “Las dimensiones de las nuevas protestas sociales”, en El Rodaballo, nro. 14, Buenos Aires.
  • Svampa, Maristella y Pereyra, Sebastián (2003). Entre la ruta y el barrio. La experiencia de las organizaciones piqueteras. Buenos Aires, Biblos.

Entrevistas

  • Entrevista a Martín, integrante de Burbuja Latina (octubre de 2009). Entrevistadora: Malena Fallacara
  • Entrevista a María, integrante de Burbuja Latina (octubre de 2010). Entrevistadora: Malena Fallacara
  • Entrevista a Pablo, integrante de Cerveza Artesanal La Cebada (noviembre de 2009). Entrevistadora: Malena Fallacara.
  • Entrevista a Brenda, integrante de Visnu Sahumerios (noviembre-diciembre 2010). Entrevistadora: Malena Fallacara.

Notas

1 Frankel y Frega, 2011, p. 3.
2 Recordemos que es durante esta década del 90 que aparecen los piquetes como nueva estrategia de lucha y medida de fuerza.
3 Esta noción ha sido desarrollada por autores como Maristella Svampa (2002, 2003), Sebastián Pereyra (2001, 2003), Federico Schuster (2001, 2005) y otros investigadores que trabajan temas vinculados a la acción colectiva y la protesta social.
4 Como es el caso de los Movimientos de Trabajadores Desocupados (MTD), principalmente en el conurbano bonaerense.
5 Ruggieri, 2009.
6 La Alianza Cooperativa Internacional (ACI) es la entidad que agrupa a las cooperativas de todo el mundo. Fue fundada en Londres en 1895 y sus principales actividades son de representación, defensa, promoción, información, asesoramiento técnico, educación y estímulo de las relaciones económicas y sociales entre las organizaciones asociadas.
7 Para acceder a una breve explicación sobre cada principio cooperativo véase: Plotinsky, Daniel (s/d) “Los principios cooperativos. Un poco de historia sobre la relación entre cooperativismo y política”.
8 En los últimos años se ha dado un interesante debate teórico en torno a las nociones, similitudes y diferencias de la economía social, economía popular, economía del trabajo, economía solidaria y economía de la solidaridad. Como no es el eje de esta investigación adentrarnos en estos debates conceptuales y teóricos, sugerimos como lectura para este tema los siguientes textos: José Luis Coraggio (1996) “El trabajo desde la perspectiva de la economía popular”, José Luis Coraggio (2002) “La economía social como vía para otro desarrollo social”, Aníbal Quijano (2002) “¿Sistemas alternativos de producción?”, Paul Singer (2002) “Economía Solidaria. Un modo de producción y distribución” y Luis Razeto (1999) “La economía de solidaridad: concepto, realidad y proyecto”. Fundamentalmente, resulta interesante la noción de “Economía del Trabajo” que propone Coraggio para comprender la construcción de un nuevo sistema socio-económico contrapuesto a la Economía del Capital. Sobre el tema, véase: José Luis Coraggio (2003), “Economía del Trabajo” en Catani, A (org.), A Outra Economía.
9 Coraggio, 2007, p. 37.
10 Coraggio, 2002, s/d.
11 Ídem.
12 Para mayor información sobre el Colectivo LaYunta, visitar la página http://colectivolayunta.wordpress.com
13 Colectivo LaYunta, 2009, p. 4.
14 El colectivo de trabajo Burbuja Latina es un proyecto productivo de artículos de limpieza, y como ellos mismos aclaran, es fundamentalmente un proyecto de producción de subjetividades. Actualmente trabajan en este colectivo 7 personas. (burbujalatina@yahoo.com.ar)
15 Esta pasó de ser “Neutralidad política y religiosa” en 1937 a ser “Autonomía e independencia” en 1995, luego de que en 1966 ya hubiese una primera modificación al respecto desapareciendo esa regla e incorporando el espíritu de la misma en la redacción del primer principio titulado Adhesión libre y voluntaria. Véase: Plotinsky, Daniel. “Los principios cooperativos. Un poco de historia sobre la relación entre cooperativismo y política”, sin datos específicos.
16 Resulta importante señalar una diferencia central entre lo que podríamos denominar un emprendimiento capitalista y un emprendimiento que se rige por principios, valores y normas no capitalistas (podríamos decir anti-capitalistas) englobados ambos dentro de un mercado capitalista, con sus normas y reglas. La principal diferencia entre ambos es que mientras las empresas capitalistas buscan la acumulación del capital y su motor principal es el lucro y la acumulación de ganancias, los emprendimientos no capitalistas buscan el bienestar socioeconómico de sus miembros intentando satisfacer sus necesidades materiales e inmateriales básicas, guiados por la reproducción de la vida donde prima el trabajo y las personas por sobre el capital. Importante diferencia para tener que competir en el mercado capitalista. La diferencia, sin embargo, no recae en la denominación de los emprendimientos sino en su accionar cotidiano. En este sentido, resulta interesante traer a colación una frase de Floreal Gorini (1998) al respecto: “Las sociedades cooperativas (como una de las formas que adoptan los emprendimientos no-capitalistas) se pueden clasificar en dos grandes grupos. Uno, el de aquellas que hacen de las cooperativas una forma más de organizar empresas dentro del sistema capitalista; aplicando, más formalmente que realmente, los principios de la cooperación, pero adaptándose a los métodos del sistema capitalista, con el cual terminan mimetizándose y, en algunos casos, asociándose al capital de lucro y concediéndole derechos en la conducción. Otras entidades, en cambio, aplican la doctrina cooperativa como un instrumento de transformación de la actual organización de la sociedad, confrontando ética y económicamente con el sistema capitalista.”
17 Las Ferias del Encuentro surgieron en el año 2008 en el barrio de Caballito. A partir de la articulación con las ferias que se venían desarrollando en los barrios de Flores Sur y Villa Pueyrredón, se logró establecer un circuito de ferias autogestivas que se realizan en forma alternada los días sábados en estos tres barrios. Para mayor información sobre la Feria, visitar la página: www.feriadelencuentro.com.ar
18 Colectivo LaYunta, 2009, p. 6.
19 La Red Tacurú es una red de economía solidaria que nace en el año 2006 a partir de la articulación de diversas experiencias de trabajo autogestivo, movimientos campesinos, colectivos estudiantiles y cooperativas, con el fin de construir alternativas a las formas hegemónicas de comercialización y consumo imperantes en la ciudad. Para mayor información, visitar la página: http://tacuru.ourproject.org
20 Puente del Sur es una organización popular surgida en el año 2003, que trabaja en la distribución y comercialización de productos de diversos emprendimientos de la economía social y solidaria. Para mayor información, visitar la página: http://puentedelsurcoop.com.ar

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