Teatro en la oscuridad | Centro Cultural de la Cooperación

Teatro en la oscuridad

Autor/es: Ernesto Vargas Reyes

Sección: Palos y Piedras

Edición: 14/15

Español:

La puesta de una obra en una sala en tinieblas abre nuevos horizontes a la poética y al lenguaje teatral, y ofrece al espectador el ejercicio de formas de percepción que, ante las candilejas, se mantenían en estado latente, y que en el teatro en la oscuridad se potencian para permitir apreciar el aura de estas originales producciones artísticas.


Esta es una síntesis de la tesis de maestría, titulada: Teatro en la oscuridad. Investigación sobre dos experiencias argentinas, basada en la teoría teatral de Jorge Dubatti. En mi tesis, en el primer capítulo, titulado: “El cuerpo poético y otros conceptos en el teatro”, pienso, entre otros, los conceptos de cuerpo poético, convivio, intercambio aurático. Luego de desarrollar estos conceptos, los aplico a pensar la particularidad del cuerpo del actor en la total oscuridad, tomando como ejercicio de investigación los dos primeros montajes de teatro en la oscuridad en Argentina (Caramelo de limón y La isla desierta Grupo Ojcuro).

Esta tesis pretende contribuir a uno de los objetivos de Dubatti de “…crear un espacio activo de pensamiento crítico integrado a la dinámica del campo teatral”, específicamente poniendo este discurso −de las nuevas bases de la teatrología en Argentina, el cuerpo poético del teatro y el teatro en la oscuridad− en diálogo y discusión con la Maestría de Educación Corporal de la Universidad Nacional de La Plata y diversos espacios de discusión académica. Busca ser un puente de comunicación entre la práctica y la teoría, además de dar herramientas claras, pertinentes y sustentadas a quienes les interesa apropiarse del lenguaje teatral para sus prácticas.

Además de poner sobre la mesa los conceptos particulares del cuerpo con que se trabaja el teatro, pretendo acercar la indagación a la visualización de la discapacidad y la diferencia desde la perspectiva del teatro y otras artes.

En síntesis, no se trata de un discurso únicamente para la Academia, sino más bien desde ella. La originalidad de esta tesis se enmarca en la reflexión de un acontecimiento teatral que ocurre en la oscuridad total. Este se indaga, reflexiona y analiza desde las tesis de Jorge Dubatti y las complementa, ya que el teatro en la oscuridad es un área que no ha tenido investigaciones dedicadas a su especificidad, ni por investigadores teatrales, ni por sus iniciadores, ni por los que continúan haciéndolo acontecer. Esta tesis refiere el encuentro de la teatrología con la evolución de mi trabajo plástico y escénico: me interesa el tema desde mi experiencia de creador y espectador. Finalmente: mi trabajo intenta indagar cómo pensar una pedagogía corporal desde diferentes perspectivas, en este caso desde el teatro en la oscuridad.

¿Qué es el teatro en la oscuridad?

La mayoría de personas hemos tenido la experiencia de asistir a algún ritual teatral. Sabemos que uno llega al lugar acordado, compra la boleta, espera a ser llamado, ingresa en el lugar, se sienta y se dispone a percibir un grupo de personas que actúan: lo que llama la gente “hacer” teatro.

El teatro en la oscuridad se diferencia de cualquier tipo de reunión teatral porque se realiza en la total oscuridad. El rito se inicia a la entrada de la sala de teatro, previamente adecuada para que no se filtre en ella ningún rayo de luz. Este espectáculo acontece en la noche porque esto facilita la oscuridad total. A la entrada de la sala, los encargados y algunos actores piden encarecidamente apagar los celulares, porque estos aparatos tienen luz propia y esto daña la metáfora en los demás participantes. En el caso de Caramelo de limón, los encargados piden los celulares a los participantes y apagan los aparatos, y meten cada uno de estos en una bolsita negra y la cierran con un hilo; luego entregan la bolsita con el celular al dueño para que este no se separe de su objeto. Obviamente, se les pide a los espectadores que no puedan estar incomunicados por una hora del mundo exterior abstenerse de esta experiencia y de cualquier experiencia teatral. Apagados ya los celulares, sale un vocero del grupo, quien presenta la obra en la oscuridad y habla al público, le hace recomendaciones simples, tranquiliza los ánimos, explica que el juego de la oscuridad es vivirla, que la sala es un espacio amable, y que estamos todos a salvo, que si alguien no tolera estar a oscuras que diga “puerta” y los actores lo buscarán y lo sacarán. En Caramelo de limón, la boleta que te entregan a la entrada es una ficha en donde hay un número y una letra; uno se los aprende, y si se quiere salir de la sala, grita su número y es buscado para salir tranquilamente. Luego de esta introducción, los participantes hacen una fila y son entrados de diez en diez a la sala, en fila india, y en la cabeza un actor, quien está habituado a la oscuridad, guía hasta los asientos. Los espectadores se sientan quién sabe dónde, porque en este momento ya todo lo que ves es oscuridad. Te sientas y aguardas a que todo el público entre y te dispones a percibir la experiencia teatral en la total oscuridad.

La oscuridad se presenta como un gran lienzo donde, además de los estímulos físicos que nos brindan los actores y los demás participantes, aparece un sinfín de imágenes en nuestra cabeza. Es extraño que, ante tanta inmensidad y, quizá, tanta presencia vacía que podría parecer la oscuridad, esta se llene tan fácilmente por lo que podría ser la imaginación: al recibir los estímulos de las palabras, cada una de ellas se empieza a transformar con nuestras propias imágenes. La imaginación podríamos definirla como:

Función que engloba el conjunto de la psique, orientándola “hacia lo posible y, a veces, hacia lo irreal”, según Jeanne Bernis en su libro La imaginación. De entrada, la autora define esta función eminentemente humana en los términos siguientes: .la imaginación es generalmente definida como la facultad que tienen la mente de producir imágenes, siendo esta ya sea la simple reproducción de sensaciones, en ausencia de los objetos que la han provocado, ya sea creaciones libres de nuestra fantasía”.1

La imaginación no es lo único que llena la oscuridad de imágenes; tal vez es algo más profundo que la .imaginación”; pero lo dejaremos en este punto, ya que la imaginación es un criterio común que los espectadores reconocen, además es un músculo inquieto, activo; entre menos se le da, más detona, estalla y produce.

Ver oscuridad

El sentido de la visión es el único que percibe la oscuridad, ya que la oscuridad es inodora, intangible, inaudible y carece de sabor; los demás sentidos captan los estímulos del lugar donde nos encontramos con la oscuridad, mas no perciben la oscuridad. Entonces podríamos proponer el hecho de que vemos la oscuridad: perceptivamente vemos algo así como negro o una densidad parecida. La oscuridad total es un fenómeno anti−natura, ya que no la encontramos sino en ambientes muy reducidos de luz: en espacios arquitectónicos muy cerrados o en cuevas profundas o en las honduras del océano (aun en las noches sin luna y en lugares cerrados se percibe visualmente algo). Pero, para los que lo han intentado, generar un espacio de oscuridad total es muy complicado: en una época de alumbrado público y ciudades hiperiluminadas, no es muy común encontrarse con el fenómeno llamado oscuridad.

La isla desierta

La obra: La isla desierta fue mi primer encuentro con el teatro en la oscuridad. La isla desierta, es una obra escrita por Roberto Arlt, interpretada por el Grupo Ojcuro, de la ciudad de Buenos Aires; su director es José Menchaca. El texto dramático está representado con la técnica que el grupo llama “Teatro Ciego” o “Teatro a ciegas”. Es un espectáculo de teatro en la oscuridad. En La isla desierta actúan actores con necesidades sensoriales especiales –otro nombre que se le da a la discapacidad− en el campo de baja visión y ciegos, hecho que aporta a políticas de integración social. En la actualidad fundaron El Centro Argentino de Teatro Ciego, que tiene actividad permanente en la ciudad de Buenos Aires con múltiples espectáculos.

La isla desierta es posterior a la obra Caramelo de limón; temporalmente tiene una distancia de casi diez años. Además algunos de los que montaron el Grupo Ojcuro trabajaron en un montaje que se hizo de Caramelo… en Buenos aires. Pero opto por analizarlo primero, ya que tiene una confusión que he estado analizando, la analogía entre ceguera y oscuridad, parto del hecho de que este grupo toma la predilección de los ciegos por vivir en tinieblas, y que la metáfora es funcional, además porque el grupo trabaja con personas en situación de ceguera, pero en mi consideración me parece importante separarlas, oscuridad es una cosa, y ceguera, otra.

Caramelo de limón

Tomaré dos sinopsis de la obra Caramelo de limón para percibir dos posibles direcciones desde donde se podría leer la obra.

La primera de la sinopsis es la presentación que hace Osvaldo Obregón quien presenció la obra Bombom acidulé, la cual, con el mismo texto y el mismo director de Caramelo de limón, pero con diferentes actores, fue presentada en París en 1996. Obregón escribió una ponencia para el congreso La literatura hispanoamericana con los cinco sentidos, llamada “Caramelo de limón de Ricardo Sued: un teatro en tinieblas”, la cual expone:

Los principales hechos representados ocurren durante los años 70 y comienzos de los 80. Es la historia de una familia como tantas, obligada a exiliarse, a causa de la dictadura militar. La obra está construida sobre tres ejes temporales: 1976, año del golpe de estado, así como de la prisión y tortura de Mario, escritor (el padre); 1980−1981, que marca la muerte de Eugenia (la madre); el regreso del padre y la hija a Argentina; y 1996 año en que Mayra (la hija ya de 22 años) visita por última vez la casa vacía de la infancia.

La narración de Mayra evoca su vida anterior y convoca los personajes de su entorno, los cuales reviven episodios del pasado, incluso anteriores a su nacimiento: amistad de Mario y El gitano; encuentro de Mario y Eugenia, nacimiento de Mayra y su vida posterior, relación amorosa entre Mario y Alejandra, la guerrillera; episodios de la represión que afectan a Mario; desaparición de Alejandra, exilio y la muerte de Eugenia; retorno de Mayra y su padre y, finalmente la muerte de éste.2

Pese a que el señalamiento y la secuencia de los hechos son exactos en este texto, Obregón considera al personaje de Alejandra como “guerrillera", en una percepción que no comparto, ya que el texto original en ninguna parte lo hace explícitamente. Alejandra en cambio es una desaparecida en la dictadura militar argentina.

Ahora tomaremos la sinopsis del director recopilada en una entrevista; quizás esta percepción sea menos descriptiva que la anterior, pero nos da una idea de lo que Caramelo respira:

Caramelo de limón es el título de esta historia de amor, que se cuenta con cinco personajes y toca temas como la muerte, la sexualidad, los miedos, el amor en sí. […] El público se va a sentar a oscuras, guiado por los actores; no va a ser agredido, ya que queremos trasladarlo a través de sensaciones táctiles, corporales, hasta con caramelos de limón. La gente crea la imagen a partir de esas sensaciones. Nos preguntamos entonces, cómo percibimos personas y ambientes, sin apelar a la vista teniendo en cuenta que nuestra sociedad de consumo pasa por la imagen. 3

Es interesante pensar las posturas de Obregón y de Sued. Como observamos las dos lecturas son importantísimas y nos abren a los diferentes caminos que puede tener el cuerpo poético; ahondando así en la diversidad de lecturas que se presentan en las estructuras metafóricas, teatrales y los cuerpos poéticos.

Una de las particularidades que poseen las disciplinas metafóricas son los caminos y los lugares de reflexión a los que nos acercan. En mi caso, el teatro en la oscuridad me ha llevado a pensar a profundidad la oscuridad. Así como la oscuridad puede ser una puerta que te lleva a materializar una idea o una entidad viva, también García Márquez titula un cuento “La luz es como el agua”, en su libro Los doce cuentos peregrinos. Apropiándome de esta metáfora de manera opuesta y utilizando la experiencia de un actor ciego, propongo mi reflexión: la oscuridad es como el agua.

Juan Carlos Mendoza es un actor ciego que interpreta al personaje del Jefe de la Oficina, en la obra La isla desierta. Cuando lo entrevisté se refirió así a la oscuridad:

Es como estar en el agua y no saber nadar y no hacer pie. Entonces te entra esa desesperación de querer tocar y hacer flote en algo. Pero si vos estás tranquilo y conocés donde estás, y conocés lo que estás haciendo, estás muy conectado en lo que estás haciendo, creo que es nada, que es natural […] Cuando empecé a tener problemas visuales, una de las formas de escapar de ese problema era hacer natación y asocie la experiencia del agua con la oscuridad. Es exactamente igual meterme en un mundo en que no sabía cómo estar… era nadar, y cuando no hacés pie es como no tener a alguien siempre cerca. Eso pasa a veces con los espectadores. Yo digo que es tal cual esa situación.

Es inevitable que en la oscuridad busques hacer pie en algo, como en el agua. Una de las cosas por las que me interesa tanto pensar la oscuridad y el teatro, es por la posibilidad del error, el riesgo de la equivocación, ir en una cuerda floja esperando caer y estrellarse. El teatro, como la vida, no es un acontecimiento perfecto, como lo hemos estudiado, es cambiante, siempre existe la posibilidad de cometer errores, de que la obra mute, que tome otro camino. Si, por ejemplo, se olvida el texto, hay que buscar la manera de encarrilar el hilo de la obra.

En la oscuridad total, siempre hay la posibilidad de caer, de tropezar, de golpearse la cabeza, los brazos, las rodillas (no dejen cajones abiertos cuando estén en esta situación). Existen incluso golpes clásicos que algunos hemos vivido en la oscuridad: el de las canillas o el del dedo pequeño con cualquier silla… Pero me parece que es un lujo la oportunidad que brinda este espacio de vivir tropezones. Puede sonar extraño y quizás incomprensible decir: “oportunidad”; pero vivimos en una cultura donde existe un miedo atroz a equivocarse. Equivocarse en público es lo peor que te puede pasar: estarás expuesto a burlas y escarnio público. ¿Se acuerda de alguien que se equivocó frente a su grupo en la adolescencia? ¿Quién no ha vivido una masiva burla por algo o alguien que se ha equivocado: mareas de risas, chiflidos y críticas? Qué mejor que la oscuridad para tropezarse, y no tener ojos que te estén recordando tu tropiezo, ojos negados a ver la paja en el ojo ajeno.

Pero creo que mucha gente tampoco tolera la oscuridad por la inmensa soledad que hay en ella. Está tu cuerpo abierto por todas partes: eres una oreja, una mano gigante, algo amorfo… sintiendo qué pasa a tu alrededor; y si no hay nadie alrededor, te pierdes realmente en algo que es infinito.

Mirna Gamarra, actriz ciega, puntualiza sobre la oscuridad y la ceguera:

Aunque hay algo, que la oscuridad esta [Su ceguera. Nota de Ernesto Vargas], en sí, es algo que una persona no conoce, no conoce en realidad la oscuridad. Porque digamos, yo he visto en algún momento, cuando era más chica, y recuerdo que cuando cerraba los ojos veía oscuridad. En cambio ahora, cuando uno no ve, no ve nada, digamos, y es algo que alguien que ve no lo puede experimentar porque es la nada, es todo.

Para concluir dejo unas palabras de Ricardo Sued, las cuales expresan su pensamiento sobre la oscuridad, pero aplica también al teatro y al cuerpo poético:

Te diría que la oscuridad es un lugar de estudio, de investigación. No más que eso. En este momento hay mucho que aprender de la oscuridad. Te juro que cada uno puede jugarla y aprenderla, de acuerdo a la etapa que cada uno vaya viviendo. Es algo increíble.


Bibliografía

  • Brook, Peter, La puerta abierta, reflexiones sobre la interpretación y el teatro. Alba Editorial, Buenos Aires, 2007.
  • Dubatti, Jorge, Filosofía del teatro I. Convivio, experiencia, subjetividad. Colección Atuel Teatro, Buenos Aires, 2007.
  • Heidegger, Martín, “El origen de la obra de arte”, en su Caminos del bosque. Madrid, Alianza Teatro, 2000.
  • Molinari, Beatriz, “Historia en la oscuridad”. La voz del interior, sección “Artes y espectáculos”, 1 de noviembre, Córdoba, 1991, p. 25.
  • Obregón, Osvaldo, “Caramelo de limón de Ricardo Sued: un teatro en tinieblas”. En: Valcárcel, Eva. La literatura hispanoamericana con los cinco sentidos. Universidade da Coruña, Coruña, España, 2005.

Notas

1 Obregón, Osvaldo, “Caramelo de limón de Ricardo Sued: un teatro en tinieblas”. En: Valcárcel, Eva. La literatura hispanoamericana con los cinco sentidos. Universidade da Coruña, Coruña, España, p. 494.
2 Ibídem, p. 495.
3 Molinari, Beatriz, “Historia en la oscuridad”. La voz del interior, sección “Artes y espectáculos”, 1º de noviembre de 1991, Córdoba, p. 25.

Compartir en

Desarrollado por gcoop.