“Las izquierdas latinoamericanas en tiempos de crear” de Nils Castro. Universidad Nacional de San Martín, San Martín, 2012. | Centro Cultural de la Cooperación

“Las izquierdas latinoamericanas en tiempos de crear” de Nils Castro. Universidad Nacional de San Martín, San Martín, 2012.

Autor/es: Ana María Ramb

Sección: Comentarios

Edición: 14/15


Conocimos los trabajos del intelectual panameño Nils Castro en las páginas de aquella memorable revista que fue América Libre. Sus reflexiones eran no sólo las de un pensador comprometido con su tiempo, sino que venían enriquecidas con las experiencias de quien estaba (y está) entre los mismos actores de la historia que analizaba. Hoy, en su libro Las izquierdas latinoamericanas en tiempos de crear, escrito con reconocibles herramientas del materialismo dialéctico, y con el fervor de quien aspira a lograr una amalgama entre el marxismo y las teorías y concepciones inspiradas en el humanismo revolucionario, Castro plantea con urgencia al campo de la izquierda la necesidad de buscar vías originales y, tal vez, todavía inexploradas, para plasmar la unidad en la diversidad1, objetivo tan caro a las izquierdas, sin olvidar fortalecer esta promisoria síntesis entre lo nacional y lo internacional que hoy están trabajando varios pueblos de Nuestra América2 . “La historia de las izquierdas siempre se vinculó a proyectos de solidaridad e integración internacionales”, dice el autor3.

Esos mismos pueblos latinoamericanos se dan, según Castro, “márgenes de autodeterminación y cooperación recíprocos que previamente eran desconocidos”4, y con los que se lograron… “notables avances en la reducción de la pobreza y el hambre, y en la ampliación de la ciudadanía”.5 Afirma N. C. que, en ese contexto, no faltan extremistas que argumentan que tales avances, logrados por gobiernos elegidos mediante la no desdeñable vía electoral (aun en el marco de democracias restringidas), no constituyen una “opción revolucionaria”:

A veces este tipo de críticas es más el reflejo de una impotencia que de una convicción teórica. ¿Sería preferible que gobernara la reacción? De hecho la situación creada, incluso con los riesgos que implica, encierra numerosas oportunidades y no hay motivos para echarlas por la borda.6

No hace falta abundar en este comentario sobre los cimbronazos sufridos por las fuerzas de izquierda ante la caída de llamado “socialismo real” y la hegemonía instalada por el neoliberalismo y su pretendido “fin de Historia” en la década de los 90. Dentro de ese contexto, pero alentado siempre por el ejemplo resistente de la Revolución Cubana y su perdurable impulso teórico, político y organizativo, se produjo el dificultoso resurgimiento y realineamiento de las izquierdas latinoamericanas, que trajo aparejada la adecuación e incluso la revisión de planteamientos tácticos. Dice el autor:

En cierto extremismo de izquierda todavía pervive el prejuicio de que toda política gubernamental que mejore las condiciones de la vida popular desactiva o neutraliza una indignación social que se supone potencialmente revolucionaria. En el espíritu nihilista de “lo bueno que tiene esto es lo malo que se está poniendo”, especulan con que las reformas siempre tendrían efectos y hasta intenciones reblandecedoras y hasta contrarrevolucionarias; por lo tanto, más convendría que el pueblo lo pasara mal y hasta peor, para que así reaccionaran políticamente mejor.7

Rescata el ensayista las gestas latinoamericanas del siglo XIX frente al el abuso y la opresión del colonialismo, y los alzamientos en busca de la libertad y la equidad –valores que constituyen la esencia de toda izquierda– de los movimientos revolucionarios del siglo XX, que confrontaban el abuso, la opresión y la explotación del imperialismo. Nutridas de las ideas de avanzada que los inmigrantes europeos del Novecientos traían en las mochilas junto con sus útiles de trabajo, las izquierdas en Nuestra América debieron elaborar también sus propias respuestas a los problemas e interrogantes locales, e incluso en ciertos momentos, tomar las armas y pasar a la acción, hombro a hombro con vastos sectores populares. Mientras algunos dirigentes abrazaban esquemáticamente las fórmulas elaboradas por la dirigencia de izquierda europea, otros, como el cubano José Antonio Mella (y también el peruano José Carlos Mariátegui8), alertaban sobre… “la necesidad de basarse en las particularidades latinoamericanas y abordar con criterio propio lo que correspondía hacer en nuestros países”.9

En la actualidad, ante el tsunami que arrasa las economías y la situación social en países del llamado Primer Mundo, siguiendo el cauce de Antonio Gramsci, señala Nils Castro que la protesta de estudiantes y trabajadores europeos es justa y necesaria para impedir mayores ferocidades de parte de sus gobiernos, generosos en el salvataje a los bancos, pero impiadosos con sus pueblos a través de restricciones, desahucios, recortes y cesantías. Pero observa el autor que se trata de actitudes defensivas, en las que no se ve todavía una propuesta de interés popular:

Al cuestionar el sistema, la crisis ha vuelto a poner en evidencia un estado de cosas en el que lo viejo da tumbos pero no muere, mientras que lo nuevo lo denuncia pero aún no tiene condiciones para reemplazarlo: situación que hace abrir un tercer juego de opciones.10

Es decir, que en un momento de acumulación democrática, la subjetividad del pueblo crece y madura hasta encontrarse con las condiciones objetivas propicias para lograr un cambio de paradigma. Para triunfar, según Mariátegui, una “utopía movilizadora” (fruto de condiciones subjetivas) y el “método de conocimiento” (o de reconocimientos de condiciones objetivas) no pueden sufrir desencuentros. Cita Nils a Fidel Castro:

Al hablar de conciencia no me refiero a una voluntad capaz de cambiar la realidad sino, por el contrario, al conocimiento de la realidad objetiva que determina la conducta a seguir.11

Se entienden entonces estas palabras del comandante Hugo Chávez:

…no acepto que [actualmente] vivamos un período de revoluciones proletarias; la realidad nos lo dice día a día. Pero si me dicen que por esa realidad no se puede hacer nada por los pobres, entonces respondo [que] jamás aceptaré que no pueda haber redistribución de la riqueza en la sociedad. Creo que es mejor morir en [esta] batalla que mantener una bandera revolucionaria muy alta y muy pura, que no hacer nada…12

Más adelante, y sin caer en capitulaciones reformistas, observa N. C.:

En ningún país latinoamericano hay un movimiento de masas en apoyo de proyecto contrarrevolucionario13.p.187 (…) es indispensable concebir el socialismo como un proceso y, además, destacar la trascendental importancia de los factores subjetivos involucrados.14

El autor advierte sin embargo sobre el riesgo de los crudos pragmatismos:

Quien hace centrismo no construye contrahegemonía, sino que se adapta a las pautas de la dominación existentes.

A pesar de que Nils Castro no dicta fórmulas a nuestras izquierdas, sugiere que tendrán que afinar la creatividad en la arena donde hoy se libran grandes batallas: la cultura y la comunicación. Habrá que enfrentar con decisión e imaginación la labor incesante de la “nueva” derecha latinoamericana que mantiene relaciones permanentes con el Partido Republicano de los EEUU, y con el partido Popular de España y sus fundaciones, con sus think tanks (donde se inscriben tanto politólogos como especialistas en marketing y estrategias de comunicación) y universidades conservadoras.15

En estas circunstancias, el populismo de derecha asume la industria de la comunicación como vehículo de perfomance que –en reemplazo de la vieja propaganda– desarrolla una retórica destinada a suplantar la realidad, a la vez que alinea a los medios más penetrantes como instrumento de poder político.16

A los argentinos no nos resulta extraña la descripción. Uno de los desafíos de las izquierdas será desarrollar sus propios proyectos en cuanto a comunicación masiva, y aprovechar las técnicas ahora disponibles. En diciembre de 2012 se cumplirá en la Argentina otra etapa trascendente en la aplicación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual17, que reemplazó la promulgada en 1980 por la dictadura militar. La nueva ley instaló un cambio radical en el sistema público y privado de los medios audiovisuales, al abrir y garantizar la participación de instituciones públicas, organizaciones sociales y la ciudadanía en su conjunto como productores activos de la comunicación social.

Si bien, como dijimos antes, Nils Castro no da recetas a las izquierdas de Nuestra América, sugiere que sus objetivos deberían abarcar al menos tres ejes:

El eje nacional, en sus dos aspectos: la efectiva integración entre las poblaciones que componen cada país, sin dejar grupos ni regiones marginados como tampoco excluidos, y recuperar plena autodeterminación y soberanía. El eje social: erradicar la opresión, la injusticia, el atraso, la pobre y la marginación, dando respuesta a las exigencias de igualdad de oportunidades de desarrollo personal, formación, trabajo útil y salario decente, servicios sociales eficientes. El eje democrático: garantizar la representación y participación de la pluralidad sociopolítica, ideológica y sociocultural del país y de cada ciudadano en las decisiones y deliberaciones de interés colectivo. Control de toda forma de gestión por parte de organizaciones populares, cívicas y laborales.

Sin bajar la guardia, dado que años recientes se intentaron –teniendo como usinas las respectivas embajadas yanquis– golpes de Estado en Venezuela y Bolivia bajo la presidencia de George Bush (hijo), y seguidamente, bajo la administración de Barak Obama se perpetró el de Honduras, en una modalidad que se reiteró con éxito en Paraguay, sin olvidar el fallido intento en Ecuador, resulta también muy pertinente la recomendación de Nils –sustentada en una cita de Fidel–18 de construir puentes de diálogo entre las izquierdas de nuestra región y sectores progresistas e intelectuales norteamericanos implicados en las mejores causas. Recordemos aquí el silencio que los medios hegemónicos impusieron al pensamiento de un novelista, ensayista y crítico de las políticas belicistas estadounidenses como Gore Vidal, candidato al Premio Nobel de Literatura y fallecido hace poco, y a Cindy Sheenan, madre de un soldado estadounidense muerto en Irak, quien, convertida hace años en militante pacifista, respalda los reclamos de libertad que se oyen en todo el mundo para los 5 Héroes Cubanos, luchadores antiterroristas y prisioneros políticos en los EEUU.19

Las izquierdas latinoamericanas en tiempos de crear se presenta con dos prólogos: uno, del brasileño Marco Aurélio García, asesor de Lula y de Dilma Rousseff, y otro, del argentino Jorge Taiana, nuestro canciller entre 2005 y 2010.

Notas

1Castro, Nils, Las izquierdas latinoamericanas en tiempos de crear, p. 71
2 Hay construcciones como el Mercosur, el ALBA, Unasur y Caricom, y la no hace mucho constituida Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe (CELAC).
3 Ibídem, p. 230.
4 Ibídem, p. 200.
5 Ibídem, p. 201.
6 Ibídem.
7 Ibídem.
8 Mariátegui, José Carlos, Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana. Publicado por primera vez en Lima en 1928, tuvo múltiples ediciones y traducciones, incluso versiones online.
9 Ibídem, p. 36.
10 Ibídem, p. 212.
11 Castro, Fidel, “La hormiga y el elefante”. Reflexiones de Fidel, en: Granma, 19 de junio de 2008, p. 78 del libro que comentamos.
12 Alí, Tarik, “¿Por qué ganó Chávez?”, La Jornada, México, D.F., 19 de agosto de 2004.
13 Castro, Nils, Las izquierdas latinoamericanas en tiempos de crear, p. 87.
14 Ibídem, p.238.
15 Ibídem, p. 181.
16 Ibídem, p. 182.
17 Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, Nº 26.522, del 10-10-09.
18 “Siempre hay que contar con los propios norteamericanos, con los intelectuales y el pueblo norteamericanos. Ese pueblo puede ser engañado, pero cuando conoce la verdad, como en el caso del niño Elián […] ese pueblo apoyó en una proporción de un 80% el regreso del niño cubano […] Ese pueblo hoy se opone al bloqueo a Cuba. Ese pueblo, en número creciente, se opone a la doctrina de la guerra sorpresiva, intervencionista, a pesar del golpe artero a la ciudad de Nueva York el 11 de septiembre de 2001. (Ignacio Ramonet, Cien horas con Fidel, cap. 24, p. 28, La Habana, Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, 2006).
19 Se trata de cinco jóvenes profesionales que decidieron dedicar sus vidas, lejos de su patria, a la lucha contra el terrorismo en la ciudad de Miami, centro principal de las agresiones contra Cuba. Sus nombres son Gerardo Hernández, Antonio Guerrero, Ramón Labañino, Fernando González y René González.

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