Finanzas solidarias y democratización del dinero | Centro Cultural de la Cooperación

Finanzas solidarias y democratización del dinero

Autor/es: Nicolás Meyer

Sección: Estudios de Economía Política y Sistema Mundial

Edición: 14/15

Español:

Las finanzas solidarias son finanzas éticas porque reparan los vínculos que son diariamente dañados por un capitalismo cada vez más agresivo, y que presenta como modelo de desarrollo de las comunidades la acumulación de bienes y capitales bajo la lógica de la concentración y no de la distribución equitativa. Los Bancos Comunales generan un espacio donde mujeres emprendedoras de barrios vulnerables administran autogestivamente sus ahorros de manera segura y transparente reparando esa confianza dañada. El presente artículo fue escrito para la Edición Iberoamericana del Premio Robin Cosgrovei, organizado por el Observatorio de las Finanzasii ubicado en Ginebra, Suiza. El mismo obtuvo el primer lugar en la edición 2011. La ceremonia de premiación tuvo lugar en el marco del 10ª Reunión Internacional "Finanzas, Ética y Responsabilidad", en la ciudad de Ginebra en noviembre de 2011.


1. Los Bancos Comunales como herramienta de Finanzas Solidarias

La misión en la que la Asociación Civil Nuestras Huellas decidió canalizar todas sus energías se resume en promover el desarrollo integral de las personas en sus comunidades mediante programas de finanzas solidarias, fomentando acciones participativas, autogestivas y éticamente responsables en un marco de Economía Social y Solidaria.1

Entendemos que “las finanzas solidarias se constituyen como formas de democratización del sistema financiero al buscar la adecuación de productos financieros a las necesidades básicas de la población y al fortalecimiento del trabajo social acumulado en cada territorio, dando prioridad a los excluidos del sistema bancario tradicional y constituyendo un eslabón de integración y sustentación de una relación más duradera entre economía y sociedad. Relación construida bajo la protección de la ética y de la solidaridad para crear las condiciones idóneas para un desarrollo humano que necesariamente tendrá que ser integrado y sustentable”.2

Para lograr este desafío acompañamos la creación de Bancos Comunales en zonas de gran vulnerabilidad social. Nuestros Bancos Comunales son una de las principales herramientas de trabajo; junto a ellos se va generando el marco de Economía Social y Solidaria toda vez que se promueve el acceso al ahorro, el trabajo grupal, se ofrece capacitación y créditos destinados al emprendimiento y la vivienda, al tiempo que se intenta brindar un servicio integral incluyendo asistencia técnica en comercialización y formación para emprendedores. Actualmente Nuestras Huellas acompaña a 120 Bancos Comunales.

Se denomina finanzas la disciplina que trata de la utilización del dinero, su costo y su rendimiento, las formas de generación y captación de los excedentes económicos bajo forma líquida, su protección, transferencia y control, la instalación de servicios que apoyan a los que tienen excedentes monetarios y los que los solicitan bajo la forma de crédito. Pero esta visión, todavía descriptiva, deja de lado el tipo de actores involucrados, las finalidades específicas perseguidas, las características de las formas de intermediación y la cuestión de toma de sentido de las estructuras existentes y sus alternativas posibles.3

Un Banco Comunal es una organización barrial que se autogestiona. Cada grupo está compuesto, por un mínimo de siete personas llegando a contar incluso, con más de 20 integrantes. El único requisito para participar, además del espíritu para trabajar en equipo que se le pide a sus integrantes, en su mayoría mujeres4, es que ya se encuentren desarrollando un emprendimiento o que lo hayan estado haciendo en el último tiempo. De esta manera, cada socio – nombre que adquieren los emprendedores en los bancos comunales - recibe un crédito individual con posibilidad de crecimiento progresivo, cuya garantía necesaria es la confianza y el cumplimiento de su propio grupo. Asimismo, el destino del crédito puede ser fortalecer el emprendimiento o mejorar la vivienda.

Para que la propuesta a través del trabajo grupal en los Bancos Comunales sea verdaderamente transformadora en un marco real de Economía Social y Solidaria, se impulsan mecanismos de ahorro que, además, brindan la posibilidad de ayudar a otros vecinos con créditos solidarios. Este sistema de ahorro, siempre programado y voluntario, tiene por objetivo que los grupos puedan independizarse de Nuestras Huellas, es decir contar con sus propios fondos para otorgarse créditos a si mismos, sus familiares y vecinos.

En el primer año de funcionamiento los Bancos Comunales ahorran aproximadamente $2000 (500 usd). El crecimiento anual de los ahorros es de un promedio del 15%. Los créditos que los Bancos Comunales otorgan con sus reservas oscilan entre los $400 y los $1.500. Llegado marzo de 2011 el total de ahorro de los Bancos Comunales asciende a $500.000 (125.000 usd) con 900 créditos activos, gestionados por ellos mismos y otorgados en sus comunidades. La cartera de crédito activo de Nuestras Huellas al mismo mes es de $643.562, lo que quiere decir que los Bancos Comunales poseen prácticamente el mismo capital para dar crédito que una Asociación Civil constituida formalmente. Cabe destacar que la morosidad en los Bancos Comunales no supera el 2%.

Cada Banco Comunal elige democráticamente entre sus asociados una mesa directiva, presidenta, tesorero, secretario y responsable de formación, encargados de la gestión de su organización. Dichos cargos son rotativos y asumidos como un servicio a la Asamblea de Socios, considerada máxima autoridad en la toma de decisiones del Banco Comunal. El coordinador dispuesto por Nuestras Huellas para que acompañe este proceso, tiene como misión facilitar la metodología y las herramientas necesarias para que cada grupo pueda ir logrando mayor autonomía, dentro de un proceso progresivo de educación y apropiación.

Paralelamente, la asamblea de socios redacta su propio reglamento donde se explicitan políticas de crédito, derechos y obligaciones que asume el socio, así también como el formato de las reuniones, los valores y modos que unificarán los diferentes intereses y motivaciones que tienen los socios del Banco Comunal. Por todo lo expuesto cada Banco Comunal es autogestivo desde el primer día de su fundación creciendo paulatinamente en autonomía.

2. Finanzas solidarias y democratización del dinero

Las finanzas solidarias, así como cualquier sistema financiero, constituyen un instrumento de intermediación. En la economía capitalista, este sistema financiero se transforma en un poderoso instrumento de concentración y centralización del capital. La preguntas que hacemos cuando buscamos conceptualizar las finanzas solidarias es si podemos tener instrumentos financieros que permitan una democratización de las relaciones económicas, que generen condiciones para un desarrollo humano, que fortalezcan el trabajo social acumulado en cada territorio, que respondan a las necesidad básicas de cada comunidad, que otorguen prioridad a los excluidos del sistema bancario tradicional y que tengan acciones pautadas por la ética y la solidaridad.5

El programa de Bancos Comunales que desarrolla Nuestras Huellas está destinado principalmente a mujeres que tomaron la decisión de trabajar por cuenta propia. Por lo tanto conocer esta experiencia nos lleva a pensar sobre la relación de la mujer y el trabajo. En muchas ocasiones hemos conversado con ellas sobre el motivo de comenzar un emprendimiento. Las respuestas que recibimos son variadas: para generar un ingreso de dinero extra al hogar, por haber heredado esa profesión o seguir el deseo de aprender el oficio, para poder “matar el tiempo” y no ocuparlo solo con las tareas domésticas, para contar con dinero propio sin tener que recurrir al marido, por apreciar un momento de encuentro y dispersión con amigas o vecinas, porque les permite estar fuera de la casa y conocer gente. Éstas son algunas respuestas entre un sinfín más de motivos que tienen como denominador común el hecho de que comenzar su propia actividad laboral produce en los socias un cambio que parte del interior de la persona y que, como una espiral, va tocando todas las realidades de su vida. Indudablemente el camino despierta sentimientos y percepciones personales de autoestima que activan nuevas actitudes como, por ejemplo, querer estar más arreglada, cuidar la imagen personal y tener más en cuenta la propia femineidad. Es así que la familia y el círculo social que rodea a la interesada reconoce que la protagonista comienza a desenvolverse de otra manera, su creatividad se reactiva y la conciencia de ser socia en nuevos grupos, en nuevos espacios produce un despertar de muchas capacidades que disparan efectos positivos muy rápidamente.

Para poder enmarcar una propuesta de finanzas solidarias donde el objetivo central es democratizar el dinero necesitamos sin duda partir del trabajo. El ahorro generado por estas emprendedoras no es fruto de un capital heredado, o de la generación de renta por la movilización del mismo capital. Un fenómeno clave en este proceso es que el ahorro es fruto y expresión del trabajo, trabajo propio y trabajo de todo un grupo familiar. Las mujeres son las que administran y movilizan los ahorros que genera su trabajo y el de su pareja, el de sus hijos mayores y quizás de algún abuelo que vive en la misma vivienda, eligiendo depositar los excedentes de toda la familia en el Banco Comunal. Por lo tanto estas mujeres son en primer término administradoras por excelencia de los ingresos del trabajo de todo la familia, planificando cuanto se destinará para alimentos, para vestimenta, educación, celebraciones familiares, así como también previendo una porción para casos de emergencia que normalmente suceden.

El efecto que produce sumar a la administración de los ingresos la administración de los excedentes de la familia es muy poderoso, en cuanto a las repercusiones que produce en la autoformación y autovaloración de las implicadas. No hay que olvidarse que a esta nueva responsabilidad se le suma la realidad de que ese dinero ahorrado pasa a ser movilizado para cubrir necesidades de financiamiento de sus familiares y vecinos. Ese pequeño esfuerzo excedente unido al de otros vecinos se convierte en un capital que gradualmente va respondiendo a necesidades que antes parecían quedar fuera de toda opción de financiamiento. Para los bancos comerciales estas emprendedores no alcanzan prácticamente ningún requisito solicitado. Paralelamente, en las financieras y prestamistas ilegales, los intereses que se deben abonar hacen que, a fin de cuentas, no valga la pena la inversión; mientras que para los préstamos que pudieran recibir de familiares o amigos, que en general son los principales financiadores, las mujeres suelen carecer de los fondos necesarios.

La situación expuesta anteriormente deja ver como a través de la posibilidad de acceder a los Bancos Comunales las socias rompen con la premisa de ‘no poder, de quedar afuera, de no tener los recursos, y de toda clase de frases contundentes que escucharon desde su infancia en comunidades que históricamente fueron empobrecidas. A través de su propio trabajo, humilde, sencillo y pequeño, las mujeres pueden ir generando la riqueza para responder a las necesidades de su familia y las familias de su comunidad. Respecto al orden de prioridades para los que los bancos comunales destinan sus créditos encontramos más ítems que necesidades básicas insatisfechas. En una escala decreciente, ubicamos en cuarto lugar aproximadamente los eventos sociales, como cumpleaños, casamientos, bautismos y, en algunos puestos más abajo, las vacaciones familiares. En los primeros lugares lógicamente se encuentra la salud, la vivienda y el emprendimiento. Esta pauta reafirma nuestro compromiso con la economía social y solidaria demostrando que las finanzas solidarias tiene como misión esencial no la reproducción del capital, sino la reproducción ampliada de la vida.

Así como la empresa capitalista es la forma elemental de organización micro económica propia del capital, la unidad domestica es la forma elemental de organización de la micro socio-economía propia del trabajo. Las empresas capitalistas pueden coaligarse, formar redes de hecho o formales, y consolidar grupos con intereses comunes para mejorar las condiciones de acumulación de los capitalistas y de altos ingresos ejecutivos. Del mismo modo, las unidades domésticas pueden generar extensiones de su lógica de reproducción mediante asociaciones, comunidades organizadas, redes formales o informales de diverso tipo, consolidando organizaciones socioeconómicas dirigidas a mejorar las condiciones de reproducción de la vida de sus miembros.6

Por todo esto una característica destacada de las finanzas solidarias es que todas las personas vinculadas a esta actividad financiera tienen acceso a conocer el destino exacto de sus ahorros. Dentro de la misma comunidad el dinero produce un movimiento tipo remolino levantando un efecto de desarrollo creciente en el que las personas empiezan a mirar con otros ojos su propio barrio, detectando sus necesidades concretas, y asumiéndose capaces de compartir los desafíos que les preocupan. Del mismo modo, el barrio se reúne a celebrar la superación de la dificultad del vecino, o el furor de un amigo que cumplió su sueño. Y es en ese momento cuando la espiral dialéctica de las finanzas solidarias cobra su mayor sentido y cierra el círculo de la reproducción de la vida.

Así como casi ninguna persona de estas comunidad queda excluida de la posibilidad de realizar un ahorro, por mas pequeño que sea, para capitalizar una organización barrial que destina sus recursos a su propia comunidad, ninguna persona debe quedar excluida de la capacidad de administrar estos recursos. Esta afirmación puede parecer algo obvi, pero en muchas ocasiones supone una dificultad instalada. Sería ingenuo suponer que este mandato y rotulo impuesto por gran parte de la sociedad pueda ser revertido solo con la palabra y la insistencia. Existen herramientas concretas, que les permiten a las mujeres sentirse capaces, y entender que no sólo comprenden el funcionamiento, sino que también conocen la lógica que se encuentra en el fondo de toda la operatoria.

Es interesante considerar que el sistema financiero formal parece jactarse de utilizar un lenguaje, una pedagogía y herramientas que, por incomprensibles para la mayoría de las personas, pretenden ser superiores. Parecería que si todos pudiéramos acceder a la lógica de las finanzas, estas perderían todo su poder, y creo que esta percepción no es ingenua, ni mucho menos. Inverso a esta creencia, toda la operatoria de ahorro y crédito que realizan los Bancos Comunales debe ser principalmente fácil y transparente; es decir, capaz de ser comprendida por cualquier socia o socio decidido a analizar los pros y los contras de su funcionamiento y las tendencias que se van sucediendo con el paso del tiempo. En muchas ocasiones, nos hemos planteado la posibilidad de digitalizar la operatoria de los Bancos Comunales, y que, para reducir la posibilidad de errores humanos, cada uno con su computadora pueda realizar toda su gestión de una forma más eficiente. Sin embargo, consideramos que la brecha de acceso a la informática y lo digital aún es muy grande, y que todavía es necesario recorrer un camino para que realmente sea para todos. Aunque consideramos que sería de gran aporte en muchos aspectos, somos conscientes que los tiempos de las personas, más aún: cuando son tiempos grupales en un contexto de histórica marginación, requieren de otra lógica de procesos. Planteada esta situación, mientras vamos diseñando y preparando un salto a la digitalización de la gestión de los Bancos Comunales, todos los bancos realizan toda su operatoria en papel, mediante planillas y gigantografías donde se busca tener un registro sencillo y llevar un control visual de los ahorros y los créditos otorgados.

El autocontrol y la autorregulación dentro de los Bancos Comunales es un desafío grande. Las personas estamos más acostumbradas a que nos digan qué hacer, y cómo debemos actuar, exigiendo detalles en la manera de corregir los errores, y llamarle la atención al compañero que actúa indebidamente. El coordinador que designa Nuestras Huellas está para acompañar al grupo en este sentido. Esta figura es a quien primero se recurre para que muestre cuál es el camino a seguir y cuál es la mejor decisión a tomar. En este sencillo acto, el grupo delega toda la responsabilidad sobre su propio dinero y organización en una persona ajena no solo a los ahorros en juego, sino también a la realidad barrial, cultural y vincular que existe en ese momento. La solución del coordinador sería tan sólo un barniz superficial sobre las cuestiones de fondo necesarias de recrear, para que las finanzas sean realmente apropiadas para sus protagonistas. En muchas ocasiones, reflexionamos sobre el futuro del Banco Comunal ante la alternativa de que Nuestras Huellas tuviera que dejar de funcionar. La conclusión siempre termina en un rotundo optimismo que confirma que los Bancos Comunales no dudarían en continuar, ya que la misma capacitación incluye la autogestión. Y es mediante esta pedagogía de la pregunta, como la llama Paulo Freire, que facilitamos que ese grupo de mujeres pueda hacerse cargo de su propio dinero, su propia organización, sus propias necesidades y su propio destino.

El hecho de que cada ciclo el Banco Comunal inicie con la redacción del reglamento interno, revisando las políticas de crédito, convivencia y otras reglas específicas, no es suficiente para lograr la autonomía en la autogestión. Notamos que sólo con la conciencia de apropiación de la organización que otorga el tiempo, los asociados pueden, por ejemplo, cuestionar a uno de sus integrantes que el monto de crédito que está solicitando excede sus posibilidades de pago. Esto no significa que la persona no va a devolver su crédito, sino que, para hacerlo, quizá debe resignar ítems de su economía del hogar que necesariamente deberían estar en primer lugar. La cultura individualista promueve el “no te metas”, y que cada uno haga lo que quiera. Romper con ese discurso pudiendo aconsejar desde un vinculo creado es un gran logro, y debe ser una de las características revolucionarias de la economía social y solidaria.

Como rasgo distintivo de transparencia, encontramos principalmente el vínculo que se genera entre las personas nucleadas en entorno a ese capital, que nace del trabajo y la administración de la economía del hogar y es destinado a favorecer la reproducción ampliada de la vida. Es decir, que las personas conocen el origen del ahorro de todos los asociados. No existe la posibilidad de que una persona realice un ahorro de grandes proporciones sin blanquear su procedencia, que bien podría tener orígenes oscuros como negocios ilegales, tráfico de armas o venta de drogas. No descartamos la alternativa de que esta terrible realidad pueda suceder, sino que aseguramos que, en caso de que suceda, los socios de ese Banco Comunal tengan la opción de decidir si quieren que ese dinero “sucio” entre en su organización. La reflexión implica contemplar si es redituable que para mejorar la calidad de vida de los vecinos del barrio se utilicen fondos que provienen de acciones que dañan y destruyen vidas y familias. Y es necesario mencionar esto último, porque no es lo mismo que los clientes de las drogas más baratas y dañinas sean niños y adolescentes de otras comunidades y hasta otros países, a que sean sus propios hijos, sobrinos o nietos.

La persona que se acerca al Banco Comunal para solicitar un crédito conoce entonces de dónde proviene ese dinero, quiénes son los que evalúan su solicitud, qué criterios se utilizan, por qué en ese momento no se cuenta con los fondos necesarios, o por qué se le solicita que espere una semana para recibir el crédito. Cotidianamente, nos encontramos con que dos personas se acercan a solicitar el crédito casi simultáneamente y que, habiendo pocos fondos en ese momento, la que llegó primero le cede el lugar a la que llegó segunda porque entiende que el destino que ésta solicita para ese crédito es más urgente o importante que el suyo. Estos pequeños hechos tienen un impacto muy grande en esas comunidades, ya que dinamizan muchísimas otras reacciones que se pueden dar en la escuela, el almacén o la plaza.

A lo largo de estos años de acompañamiento de más de cien Bancos Comunales, nos hemos encontrado en varias oportunidades con dos situaciones puntuales que, en muchos casos, desestabilizan la organización poniendo en riesgo su funcionamiento prolijo y transparente, y hasta su continuidad en el tiempo.

El primer caso se registra cuando una persona que tomó un crédito se encuentra imposibilitada para pagar la totalidad de su cuota. Las razones pueden ser muchas y variadas, pero todas cuentan casi siempre con la justificación lógica de la complejidad de la situación de vulnerabilidad social y económica que atraviesa su familia. Otra característica es que, en general, esta situación es momentánea, es decir que la personas se atrasan en el pago durante unos pocos días, lo que confirma que no está en juego su voluntad de pago, sino realmente su capacidad del momento. Para estos casos creamos la Caja Solidaria, conformada por dinero que el Banco Comunal genera mediante pequeños sistemas barriales, tales como rifas, bingos o venta de comida, con el fin de recaudar dinero. De esta manera, el grupo cuenta con un fondo destinado a apoyar a las personas que entrarían en mora con su Banco Comunal, aunque sea por unos días. La importancia de prevenir este atraso no sólo tiene como finalidad controlar los índices de morosidad, sino también que la persona no se sienta angustiada por haber fallado. El sentimiento de apoyo y sostén tiene, en ese momento, una fuerza impresionante para cambiar la lógica de frialdad y lejanía que generalmente se asocia al mundo de las finanzas. Contemplar que la mora de menos de 30 días es una realidad corriente y lógica es un cambio fuerte para realizar los juicios de valor sobre las personas. Imaginar que uno mismo podría atravesar esta situación porque mi hijo se enfermó inesperadamente, o hubo quizás una lluvia fuerte que no me permitió trabajar o dañó mi vivienda, produce que sea todo el grupo el que se comprometa a contar con su caja solidaria. Lógicamente, este compromiso posee reglas muy claras con respecto a la devolución de sus fondos.

La segunda situación con la que nos encontramos es que en muchos casos las socias toman crédito para situaciones de emergencia, principalmente de salud, muerte o catástrofe. Nunca creímos correcto que se deba pagar el interés de este crédito cuando la familia atraviesa una situación muy difícil, que repercute en sus ingresos y gastos. Es necesario considerar que ese crédito, en muchos casos, provenía de sus propios ahorros; por lo tanto, la persona se estaría pagando intereses a ella misma cuando lo que precisa es ahorrar lo más posible. Todos los socios pueden retirar sus ahorros en cualquier momento del Banco Comunal, pero se fomenta que esto no ocurra para no descapitalizar su organización. Por esta razón creamos Los Fondos Comunitarios, fondos de dinero que genera cada Bancos Comunal destinando un porcentaje de los intereses generados en cada ciclo y, en algunos casos, con aportes de cada socio o logrados colectivamente. Estos fondos son prestados solamente a las y los socios sin tasa de interés para situaciones de emergencia, como las anteriormente mencionadas. El plazo y la frecuencia de pago se deciden según cada caso puntual. Este mecanismo busca jerarquizar las diferentes necesidades por las que puede pasar una familia, y poner en su lugar de prioridad las cuestiones imprevistas que vienen acompañadas de mucha preocupación y dolor para todos.

3. Conclusiones

Muchos son los desafíos y retos que encontramos día a día para perfeccionar las finanzas solidarias, en vista a conseguir una herramienta cada vez más potente para el desarrollo local de las comunidades empobrecidas. La experiencia nos ha enseñado que éste no es un camino que hay que crear a partir de cero, a fuerza de machete y brújula. Estamos convencidos de que los pueblos poseen una riqueza inmensa de mecanismos de organización y administración de sus recursos, entre los que se encuentra con su propio dinero. Nuestro proceso de creación de herramientas y estrategias implica siempre bucear entre esos conocimientos y prácticas que se desarrollan en la cotidianidad del hogar, del emprendimiento, del club de barrio, la cooperadora del colegio, y entre los acontecimientos sociales más significativos. Buscamos conocer, por ejemplo, cómo hace la gente para generar y administrar dinero para ampliar una cancha de fútbol para los niños del barrio, o cómo toda una familia planifica y se organiza para preparar una fiesta de quince años, donde la niña pasa a convertirse en mujer e ingresa al mundo de los adultos. En este proceso, las clases medias o altas nos ubicamos en nuestro lugar, descendiendo del púlpito de la sabiduría para tan sólo tomar aquella riqueza ancestral y actualizarla, a fin de ponerla nuevamente al servicio de la reproducción de la vida.

No podemos ignorar que estamos en un momento de la historia donde hay fuerzas en pugna, donde claramente se descalifican estos mecanismos autogestivos, porque no ayudan a la concentración del poder económico y, por lo tanto, a la dominación y manipulación de la vida en las comunidades. En este contexto, uno de los desafíos mayores que afrontamos es el tiempo que le lleva a un Banco Comunal contar con los fondos suficientes para responder a la demanda de su comunidad. No debemos olvidar que la capacidad de generar excedentes es bastante baja, debido a los bajos salarios y al costo de vida, los que comprimen cada vez más la economía del hogar. Por eso creemos que es necesario que las organizaciones y los gobiernos asuman de lleno esta puja de poderes e intereses, y generen mecanismos para que la balanza se incline un poco más hacia estas experiencias. Desde Nuestras Huellas decidimos generar una línea de crédito destinada a los Bancos Comunales para que la organización se capitalice más rápidamente y cuente con más fondos para responder a su demanda. Hemos decidido llamar a esta línea Cuenta Complementaria, que posee una tasa de interés mucho menor a la de los créditos para los socios; el plazo y la frecuencia de pago también son especiales.

Me gustaría cerrar este artículo aportando una reflexión respecto a la cuestión de la dependencia. Al momento de pensar una metodología de finanzas solidarias, debemos tener en cuenta si ésta contempla que estas personas, comunidades u organizaciones deban depender o no de una organización que los financie y apoye por siempre. Nuestra postura es que es necesario canalizar la mayor cantidad de energías para crear mecanismos que tengan como puerto la autonomía. Y si este es el puerto, en el trayecto de nuestro acompañamiento no sólo podemos utilizar herramientas económicas y financieras, debemos a su vez contar con especialistas en pedagogía y organización comunitaria que promuevan procesos de independencia, autonomía y liberación. Y aquí es donde las finanzas se ven obligadas a pedir ayuda, a dialogar con las otras disciplinas creadas para estar al servicio de la reproducción de la vida. Así es cómo imaginamos un futuro donde en todas las escuelas primarias, secundarias y en las universidades, sin importar la carrera, todos los jóvenes reflexionen sobre nuestra vinculación con el dinero, su circulación, su carácter de medio y sobre la identidad de los protagonistas y hacedores de la economía, que inevitablemente es social y debe ser solidaria. Asimismo, creemos en la necesidad de canalizar los avances de la ciencia y la tecnología para que estén al servicio de las finanzas éticas y transparentes.

Por medio de este ensayo he buscado, en fin, dejar en evidencia la relación que encuentro entre la práctica de finanzas solidarias de los Bancos Comunales, y una estructura financiera que pueda estar sustentada en una ética de la vida, de la diversidad y del cuidado.

Ninguna sociedad tanto en el pasado como en el presente, vive sin una ética. Como seres sociales, necesitamos elaborar ciertos consensos, cohibir ciertas acciones y crear proyectos colectivos que dan sentido y rumbo a la historia. Hoy, debido a la globalización, se constata el encuentro de muchos proyectos éticos, no todos compatibles entre sí. De cara a la nueva era de la humanidad, ahora mundializada, se siente la urgencia de una base ética mínima que pueda conseguir la aceptación de todos y hacer así viable la convivencia entre los pueblos (...). La ética del cuidado protege, potencia, preserva, cura y previene. Por su naturaleza no es agresiva y cuando interviene en la realidad lo hace tomando en consideración las consecuencias benéficas o maléficas de la intervención. Es decir, se responsabiliza de todas las acciones humanas. Cuidado y responsabilidad andan siempre juntos.7

Las finanzas solidarias son finanzas éticas, porque reparan los vínculos que son diariamente dañados por un capitalismo cada vez más agresivo, que presenta como modelo de desarrollo de las comunidades la acumulación de bienes y capitales bajo la lógica de la concentración y no de la distribución equitativa. Los Bancos Comunales cuentan con la posibilidad de tener un espacio donde ahorrar con otros de manera segura y transparente, reparando esa confianza dañada. De esta manera el grupo de vecinos resignifica un conjunto de valores y principios compartidos. Por lo tanto la ética que proponen las finanzas solidarias es una ética basada en la vivencia, en la experiencia, omitiendo caer en preceptos que pueden resultar fríos y abstractos. La palabra solidaridad no debería ser separada de hechos concretos, de situaciones cotidianas en las que hay que poner lo de cada uno para lograr el bien de todos.

Para finalizar, creo que finanzas solidarias y finanzas éticas deberían ser sinónimos para designar el rumbo a tomar, en vista a relacionarnos con la riqueza que cada comunidad tiene la posibilidad de generar, administrar y compartir para la reproducción de la vida en todos sus sentidos.


Notas

2 Dias Coelho, Franklin, “Finanzas Solidarias".En: Cattani, D. (Org.), La Otra Economía, Buenos Aires: Ed. UNGS-Altamira-OSDE, 2004.
3 Sabaté, Alberto Federico; Muñoz, Ruth, y Ozomek, Sabina (Comp.). Finanzas y Economía Social, Buenos Aires: Ed. UNGS – Altamira, 2005.
4 Actualmente alcanza un 95% del total de los socios.
5 Dias Coelho, Franklin. “Finanzas Solidarias”. En: Cattani, D. (Org.), La Otra Economía, Buenos Aires: Ed. UNGS-Altamira-OSDE, 2004.
6 Coraggio, José Luis. “Economía del Trabajo”. En: Revista A Outra Economía. Extraído de la página web del autor: www.coraggioeconomia.org/jlc/.../ECONOMIA%20DEL%20TRABAJO3.pdf
7 Boff, Leonardo, “Ética para la nueva era”, artículo publicado en el sitio web www.servicioskoinonia.org (3 de julio de 2009).

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