Arceo ayuda a entender la crisis | Centro Cultural de la Cooperación

Arceo ayuda a entender la crisis

Autor/es: Diego Rubinzal

Sección: Comentarios

Edición: 14/15


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Los textos de Enrique Arceo, Doctor en Economía del Desarrollo de la Universidad de París e integrante del Área de Tecnología y Economía de FLACSO, se constituyen en una referencia inexorable para los devotos de la economía política.

En numerosos escritos, libros y ensayos se encuentra plasmada la agudeza intelectual de Arceo.

El último libro de su cosecha, El largo camino a la crisis. Centro, periferia y transformaciones de la economía mundial, ocupa un destacado lugar en la cuidada colección editada por el Centro Cultural de la Cooperación y la editorial Cara o Ceca.

El trabajo analiza las transformaciones experimentadas por la economía mundial, desde mediados de los años setenta y la paulatina desaparición de las condiciones que hicieron posible el modelo de acumulación vigente desde los ochenta.

El texto comienza realizando un detallado estudio de las características adoptadas por la economía de posguerra durante la llamada “edad de oro” del capitalismo.

El autor se interna progresivamente en desentrañar cuál fue la naturaleza de la crisis que puso punto final a ese modelo de acumulación.

A partir de entonces, la imposición mundial del paradigma neoliberal provocará una sostenida ofensiva del capital sobre el trabajo.

Los organismos internacionales (FMI, Banco Mundial, OMC) liderarán un embate tendiente a encorsetar las políticas económicas de los países periféricos. De acuerdo con esa visión, esas políticas debían limitarse a la creación de condiciones favorables para la actuación del capital extranjero.

La crisis que recorre al mundo por estos días cuestiona severamente ese orden neoliberal.

El investigador de FLACSO disiente terminantemente con la idea de que la actual crisis económica sea el resultado de “errores” en la política monetaria, de regulación o de incentivos.

Por el contrario, afirma que “esos ‘errores’ reflejan la firme hegemonía ejercida por el capital financiero sobre el conjunto del bloque de clases dominante”.

El autor sostiene que esos “excesos” permitieron superar las contradicciones derivadas de una tendencia central -los beneficios superan el consumo y la inversión de los capitalistas- de ese orden económico.

“La creciente demanda de activos financieros, resultado del desequilibrio entre los beneficios y la inversión, fue canalizada mediante el desarrollo de diversas innovaciones financieras (…) se desarrolla así, apoyado en la pléyade de capitales, un círculo virtuoso para las finanzas. El crecimiento de la demanda de activos impulsa la constante creación de nuevos instrumentos, e incrementa la masa de activos financieros y su precio. Lo cual, a su vez, eleva la ‘riqueza’ de sus propietarios y posibilita su creciente endeudamiento”, explica Arceo.

Además, la internacionalización de los procesos productivos, por ejemplo mediante la relocalización de segmentos productivos en aquellos países que tienen costos laborales más reducidos, “otorga al capital transnacional una ventaja sustancial, en materia de costos, sobre las fracciones nacionales del capital que no han transnacionalizado sus procesos productivos. En segundo lugar, implica un cambio en la relación de fuerzas entre capital y trabajo en el seno de la empresa, y limita la influencia de las políticas nacionales en relación a la inversión externa.”

En ese marco, la crisis en curso no implica necesariamente un repliegue del papel hegemónico del capital financiero.

Con el pesimismo de su inteligencia, Arceo señala: “La falacia de la autorregulación de los mercados ha quedado de manifiesto. Pero si bien el aumento del desempleo, la caída de la actividad productiva y el descontento por la carga que han debido asumir los estados para salvar al sistema financiero han aumentado, en alguna medida, el grado de autonomía de los aparatos del estado respecto a la fracción hegemónica, no ha habido un cambio en la relación de fuerzas que debilite sustancialmente su dominación”.

Sin perjuicio de eso, el tablero mundial está sufriendo intensas transformaciones y una parte significativa de la periferia viene transitando por un cauce distinto al previsto por el gran capital trasnacional.

Arceo destaca que “ciertos países estuvieron en condiciones de utilizar, dadas las características de su bloque de clase dominante y el peso de su aparato estatal, la inserción en la nueva división internacional del trabajo para promover un amplio desarrollo industrial y generar ventajas comparativas dinámicas que posibilitan la rápida transformación de sus exportaciones y la creciente competencia de sus empresas con las grandes empresas internacionales de los países centrales”.

Eso explica, entre otras cuestiones, que el dinamismo de la economía mundial dependa actualmente de los países periféricos -en acelerado proceso de industrialización- y de la periferia exportadora de recursos naturales.

El crecimiento de la participación de las naciones periféricas en el PIB mundial, 18 puntos entre 1974 y 2004, está explicado en buena medida por la perfomance de los países asiáticos.

El autor sostiene que “el hecho de que una parte significativa de las transformaciones experimentadas en la economía mundial sea atribuible a políticas gubernamentales que están lejos de poder ser calificadas como amigables con el mercado, y que esas políticas se hayan apoyado en el capital de origen local o en el capital de origen público, pone claramente de manifiesto que el proyecto de conformación de la economía mundial impulsado por los países centrales, los organismos multilaterales de crédito y el capital transnacional, ha generado efectos que distan de ser los previstos. La discordancia entre el proyecto y sus resultados remite a la inexactitud de una visión, conforme a la cual los cambios en la economía mundial desde los años ochenta son consecuencia de una revolución científico-técnica que ha impuesto un único sendero de acumulación, imposible de contrarrestar con las políticas gubernamentales”.

En ese sentido, Arceo –partiendo del análisis de las transformaciones operadas en la economía mundial– indaga profundamente acerca de cuáles son las posibilidades y obstáculos que se les presentan a los países periféricos.

Arceo rescata particularmente la idea de que el accionar estatal no es ajeno a la dinámica de la economía mundial. Las grandes empresas transnacionales continúan teniendo un fuerte anclaje nacional. Ese mercado continúa siendo el eje central de su rentabilidad y de su proceso de acumulación.

A su vez, las exportaciones del capital trasnacional están fuertemente vinculadas con su región de origen. El 80 % de las exportaciones -de las principales empresas trasnacionales- son dirigidas hacia los mercados regionales.

Entonces, la dinámica de la economía mundial es la resultante de “una compleja interrelación entre las decisiones de los capitales y las estrategias internas y externas de estados que poseen un poder marcadamente asimétrico”.

Ese razonamiento lo lleva a sostener que la competencia entre los capitales en el mercado mundial no es un proceso independiente de la competencia interestatal.

“No son tiempos de calma los que se avizoran. Y si bien las luchas políticas y sociales tendrán lugar en un contexto donde, por primera vez en casi ciento cincuenta años, el fantasma de los movimientos anticapitalistas no desvela al capital, ninguna de las razones que les dieron origen han desaparecido y es claro que la historia está lejos de haber llegado a su fin, tal como proclamaban los ideólogos del neoliberalismo”, concluye Arceo.

El impecable análisis teórico desarrollado a lo largo del libro es respaldado por abundante material empírico, lo cual torna aun más valioso este texto imprescindible.

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