Las aventuras de un término. Definiciones en torno a la dramaturgia en el teatro argentino de los ochenta | Centro Cultural de la Cooperación

Las aventuras de un término. Definiciones en torno a la dramaturgia en el teatro argentino de los ochenta

Autor/es: Araceli Mariel Arreche

Sección: Palos y Piedras

Edición: 11


En el contexto de un campo artístico “des - limitado” y dentro de una práctica cada vez menos “evidente” -al menos para las categorías que buscan pensarla- nuestra indagación1 se orienta a volver sobre un problema nodal del teatro el de la dramaturgia. Recorriendo el llamado nuevo teatro2 en la postdictadura3 se trata de examinar en primer término la noción en su dimensión histórica (qué se nombra bajo dicha etiqueta semántica) para, en un segundo tiempo, arriesgar un perfil colaborando así en el diseño de una categoría como estatuto en tanto herramienta destinada al conocimiento desde una perspectiva estética.

Como lo expresan distintos investigadores a propósito del teatro mundial, las últimas décadas del siglo XX han mostrado una “extensión” de la noción de dramaturgia al designar a otras formas de la creación por fuera de las ya reconocidas dentro de su repertorio. Dicha ampliación exige repensar ciertos principios, como el rol del autor y del director en tanto dramaturgias tradicionales en el marco de la inscripción de las dramaturgias recientes tales como la dramaturgia de grupo y la dramaturgia de actor; e indagar en la redefinición de sus identidades y las de sus creaciones -texto dramático y texto escénico-.

Por la cartografía del teatro de Buenos Aires y desde un seguimiento sistemático se tratará aquí de problematizar dicha noción en los desplazamientos e intercambios que el campo de la creación plantea4, teniendo por horizonte el acercamiento a categorías más ajustadas que describan el nuevo fenómeno en toda su complejidad.

El primer itinerario a proponer se enfoca en la década de los 80, específicamente entre 1983 y 1989, desde la revisión de las publicaciones especializadas en teatro en su condición de fuentes de información. Dicha elección se funda, como lo explica Carlos Fos, en que “en el marco de la apertura democrática la circulación de revistas aportó en calidad y diversidad a la reconfiguración de lo público, recomponiendo los canales clásicos de divulgación para la reflexión, la crítica y el debate”,5 (Fos: 2010) convirtiéndose en un campo de legitimación.

Se trata de recuperar, entonces, el tejido de aquellos debates donde aparece el problema en torno a la dramaturgia tomando como primer punto organizacional la variable cronológica.

En la década de los 80 hacen su aparición en Buenos Aires varias publicaciones especializadas en teatro, la revista del Teatro Municipal General San Martín (1980)6, Teatro Abierto (1982)7, la Revista de Estudios de Teatro (en su segunda época, 1984 – 1986) y los Cuadernos de Divulgación (con recopilación de materiales obtenidos en ocasión de seminarios), ambas publicaciones del Instituto Nacional de Estudios de Teatro8. Así también la revista Espacio de Crítica e Investigación Teatral (1986/1993)9, la reaparición de la publicación de Argentores (su tercer época, 1987)10, y ya en 1990 la revista Teatro11.

¿Qué se nombra por dramaturgia? ¿Cuáles son aquellas que aparecen como legitimadas y cuáles como emergentes en el derrotero de los ochenta?

Esta primera pesquisa se concentra en la revista del Teatro Municipal General San Martín, al ser una publicación especializada que aparece y se mantiene a lo largo de toda la década; y toma por referencia la Revista de Teatro Abierto12 y la publicación Espacio de Crítica e Investigación Teatral13.

En tanto parte de un circuito teatral oficial, la publicación de la revista del Teatro Municipal General San Martín ofrece un formato constante, subrayando la orientación de un teatro que basa su representación en un texto dramático previo, detalla puestas en escena textocentristas que se ligan a una teatralidad extendida y aún vigente en el Teatro Occidental.

Tal como lo expone Kive Staiff (director del Teatro General San Martín y de la publicación) cifra su existencia en: “testimonios personales, análisis de ciertos fenómenos creativos, (...) estudios que entrelazan lo cultural con la realidad argentina de los últimos 100 años, reflexiones y documentos (...) en el que abreven estudiantes, estudiosos, profesionales y lectores interesados en teatro”. (nro. 12: 1983, 3) Donde entre las tareas fundamentales se encuentra “poner en un primerísimo plano”, y “difundir las expresiones de la dramaturgia nacional” acercando al espectador a “los textos y las puestas en escena de sus mejores autores” (nro. 10: 1983, 3)

El recorrido por los ejemplares, al menos de los primeros años, nos entrega una idea de teatro que sujeta el rol del creador al autor del texto dramático14. La promesa de ofrecer una “lectura coherente” del desarrollo del teatro nacional se hace posible entregando número a número el perfil de creadores tales como Florencio Sánchez, Armando Discépolo, Roberto Payró y Oscar Viale entre muchos otros. Todos nombres propios que remiten al rol del escritor de teatro y a la sujeción de la noción de dramaturgia, en primer lugar, al creador del texto dramático. La dramaturgia de autor aparece en toda su extensión como aquella legitimada y con años de tradición en el quehacer. Vale por caso la nota de Eduardo Pogoriles “Una generación fracturada” (nro.12: 1983, 43) donde se nos entrega una suerte de diagnóstico de las últimas dos décadas sorteando dicho camino en torno al autor como responsable del rol de la creación. Esbozando la diáspora que se da entre los autores de la generación del 60 y aquellos que hacen sus primeros pasos a mediados de los 70 -generación marcada según sus dichos por “la dispersión y el aislamiento” consecuencia de la dictadura-, Porigoles plantea un inventario que transita los rasgos más notorios de la renovación de los 60 e intenta abordar las búsquedas de la nueva generación en el marco de una década de censura y persecución -la de los 70- para acercarnos a un nuevo territorio aún por “hacerse”.

En el mismo número -y por fuera del cuidadoso trabajo que sobre Bernardo Canal Feijóo y su pieza “Pasión y muerte de Silverio Leguizamón” (1937) hacen Olga Cosentino, Juan Carlos Ghiano, Luis Ordaz, Jorge B. Rivera y Antonio Rodríguez de Anca en un reportaje a José María Paolantonio como director de la pieza-, nos encontramos con dos notas de cierre, una mesa redonda de la nueva generación de autores Diana Raznovich, Máximo Soto y Mauricio Kartun que lleva por título “En busca de la libertad creadora” y un apartado titulado “Cuatro propuestas actuales” donde se reúnen dramaturgos que hacen su estreno en ese año 1983 dentro del teatro municipal (Eugenio Grillero, Jorge Hayes, Jorge Huertas y Juan José Cresto) en un reportaje de Antonio Rodríguez de Anca que afianza esta idea en torno a una dramaturgia legitimada.

El autor, al menos para el perfil de esta publicación, es el agente de la creación y primera fuente para una reflexión que se oriente a pensar la realidad y el futuro del quehacer teatral. Importa conocerlo, saber de su biografía, sus filiaciones literarias y del acercamiento a la práctica de la escritura de teatro. Importa -como lo deja explícito Rodríguez de Anca en su reportaje- por qué escribe teatro, cómo fijan las imágenes en papel, y cuál es la intención de su texto.

Colaborar en la creación de una cartografía del teatro nacional parecería ser diseñar un “pequeño diccionario” de autores argentinos y sendos trabajos que desde cortes transversales recorran las distintas generaciones en búsqueda de “una indagación variada y múltiple del nuevo teatro argentino y de sus creadores más representativos” (nro. 10: 1983, 1)15

A lo largo de los primeros cinco años de la publicación la voz de los creadores y de sus estudiosos aparecerán confirmando la definición de roles claramente delimitados dentro del quehacer, donde la dramaturgia de autor ocupará el centro de las reflexiones aún para otra dramaturgia claramente legitimada en el campo, la del director, que desde su propio lenguaje -el de la escena- asume la responsabilidad de concretizar un nuevo acto de enunciación del texto previo al que se sujeta16.

Lo que se vuelve interesante de relevar aquí, entonces, son las preocupaciones que se manifiestan dentro de la experiencia en torno a la nueva década y la apertura democrática. Ya en el editorial del nro. 10 se esboza la necesidad de pensar al teatro en un nuevo contexto, donde los argentinos encuentren en sus propios dramaturgos “los más adecuados intérpretes de las contradicciones y los proyectos de la comunidad” (nro.10: 1983, 3) Donde el teatro no pueda ser pensado como “un producto de invernadero, que crezca ajeno a los humores y dolores de la sociedad que lo ha engendrado.” (nro. 10: 1983, 3)

Quizás el número más representativo en este sentido sea el 19, de diciembre de 1984. Allí, desde una suerte de balance que Carlos Somigliana plantea sobre la experiencia de Teatro Abierto, se confirma la necesidad que orienta la práctica y la reflexión, el modo de abrir canales de comunicación bloqueados durante los últimos años por la censura y la indiferencia. ¿Cuáles serían las perspectivas de la cultura y del teatro frente a la democracia? ¿Cuáles los compromisos de sus generadores y consumidores?

Kive Staiff lo explica al abrir el número de esta manera:

El estreno de Primaveras, obra de la dramaturga Aída Bortnik, sobre finales del año 1984, es decir, al cabo de doce meses del inicio de la novísima experiencia democrática argentina abierta el 10 de Diciembre de 1983, ha suscitado en los responsables de la Revista la necesidad de reflexionar sobre la situación del teatro en particular y de la cultura argentina en general en esta instancia histórica (...) La cultura tiene un papel fundamental para cumplir en esta circunstancia (...) Por eso resulta pertinente en este momento utilizar la plataforma del estreno de una obra argentina en el Teatro Municipal General San Martín para una reflexión en torno a la cultura que la democracia necesita (...) y de la democracia que la cultura necesita (nro. 19: 1984, 2)

La dramaturgia, entonces, se discute en términos de identidad cultural; se trata de “afianzar una dramaturgia argentina” como lo esgrime Osvaldo Bonet (director del Teatro Nacional Cervantes) “de que las voces creadoras de nuestra comunidad tengan cabida” Para lograr estos objetivos se llamarán “a los autores nacionales, para que expresen lo que naturalmente expresa un autor nacional, es decir, las necesidades y los sueños del pueblo que los rodea” (nro. 19: 1984, 16)

Creemos que este número condensa una preocupación que se afianzará a lo largo de los siguientes, donde desde miradas retrospectivas sobre los últimos veinticinco años y la presentación de las nuevas generaciones de autores, las reflexiones se concentran mucho más en describir aquellos puntos en los que las obras transitan preocupaciones en común, “la historia nacional”, que por sus estéticas disímiles e ideologías dispares.

Es el nro. 40, de mayo de 1989, una edición especial que se concentra en la puesta de Peer Gynt de Henrik Ibsen por Omar Grasso y de Los casos de Juan de Bernardo Canal Feijóo por Francisco Javier, el que nos da la posibilidad de reconocer un primer desplazamiento, donde se verifica una extensión en la noción de dramaturgia que se venía manejando17. Desde un artículo: Nuevas Tendencias del Teatro Argentino, Olga Cosentino visibiliza las búsquedas “recientes” de un teatro al que nombra como “la renovación de la liturgia teatral.” En dicho texto que inicia con una sumario de las últimas tres décadas del teatro local, y la revisión sobre una dramaturgia consagrada, la de autor (aquella responsable de expresar la realidad del quehacer del teatro) aparece la referencia a una nueva modalidad de trabajo que “ha ido ganando espacio en los últimos años” y que según los dichos de la propia autora está en manos de grupos de jóvenes que “sorprendieron con su insolencia y creatividad”

Con el sistema de autogestión que le permite no depender de productores ni subsidios, pero que las obliga a encarar el proyecto con un amateurismo romántico muy difícil de sostener en medio de una crisis integral, pequeñas compañías integradas por gente cuya edad promedio no supera los treinta años están buscando en las técnicas elementales de un histrionismo popular e ingenioso, como el mimo o el clown, la manera de volver a la teatralidad ironizando sobre su propia decadencia. (nro. 40: 1989, 60).

Aparecen reconocidos aquí, en tanto se los presenta como “grupos consolidados”, el Clú del Claun, La Banda de la Risa, Los Macocos, El Teatrito y Dorrego.

La experiencia que se viene transitando hace ya varios años se posiciona entonces como una nueva dramaturgia, dramaturgia de grupo, una dramaturgia reciente en tanto emergente dentro de las lógicas de los circuitos de legitimación que plantea el campo.

Dentro del mismo espacio y como cierre del número en cuestión la publicación del Teatro General San Martín nos abre al estreno de “Postales Argentinas” (6 de abril de 1989) de Ricardo Bartís; dicho acontecimiento desde una perspectiva diacrónica aparece como punto de giro en nuestro itinerario, dando paso a lo que se sospecha un segundo tiempo en torno a los debates que caracterizan la noción de dramaturgia. Postales... iniciará definitivamente un camino distintivo que obligará repensar los roles y las identidades dentro de la creación teatral18.

El derrotero exhibido hasta aquí nos permitió reconocer cómo la apertura de la década dentro del territorio teatral nos instaló en la tradición de dos dramaturgias, la de autor y la de director, orientando sus debates –de orden local– a propósito de la identidad cultural y la experiencia dentro del nuevo contexto democrático. Así también nos acercó -promediando la década- al debate sobre las dramaturgias emergentes y su inscripción en el campo como dramaturgias recientes.


Bibliografía

  • Dubatti, Jorge, 2008, “Textos dramáticos y acontecimiento teatral”, en Cartografía Teatral. Introducción al Teatro Comparado, Buenos Aires, ATUEL.
  • Fos, Carlos, 2010. “Publicaciones del campo intelectual, artístico y teatral  en la transición democrática.” (Texto inédito)
  • Rubio Zapata, Miguel, 2001, “A telón quitado, dramaturgia (s) y el Diccionario de la Lengua”, en sus Notas sobre Teatro, Lima, University of Minnesota/ Grupo Yuyachkani, pp. 51-53.

Revistas

  • AAVV, 1985. Teatro, año 5, nro. 20, mayo, Buenos Aires, Teatro General San Martín.
  • AAVV, 1987. Teatro, año 7, nro. 29, mayo, Buenos Aires, Teatro General San Martín.
  • Anaine, Susana, 1987, “La escena joven argentina. Poética de un teatro que avanza”, en
  • Espacio de Crítica e Investigación Teatral, año 2, nro. 3, diciembre, Buenos Aires, FUNDART.
  • Cosentino, Olga, 1989. “Nuevas tendencias en el teatro argentino“, en Teatro, año 9, nro. 40, mayo, Buenos Aires, Teatro General San Martín.
  • Gregorich, Luis, 1984. “Perspectivas de la cultura frente a la democracia “, en Teatro, año 5, nro. 19, diciembre, Buenos Aires, Teatro General San Martín.
  • Pogoriles, Eduardo, 1983. “Una generación fracturada“, en Teatro, año 4, nro. 12, junio, Buenos Aires, Teatro General San Martín.
  • Staiff, Kive, 1983. “Un teatro y un país“, en Teatro, año 3, nro. 10, febrero, Buenos Aires, Teatro General San Martín.
  • Staiff, Kive, 1983. “Una buena historia“, en Teatro, año 4, nro. 12, junio, Buenos Aires, Teatro General San Martín.
  • Staiff, Kive, 1984. “Democracia y Cultura“, en Teatro, año 5, nro. 19, diciembre, Buenos Aires, Teatro General San Martín.

Notas

1 Este trabajo sienta las bases de una investigación incipiente que bajo el nombre Nueva(s) dramaturgia(s) del teatro en la Postdictadura coordino dentro del Área de Artes Escénicas para el Centro Cultural de la Cooperación. El grupo de investigadores que participa está integrado por: Melina Alfaro, Ramiro Guggiari y Silvia Sánchez Urite.
2 Como lo plantea Jorge Dubatti, se entiende por nuevo teatro a una franja amplia en constante movimiento y muy productiva que constituye el teatro argentino actual.
3 Refiere a la propuesta de periodización que contempla “ el conjunto de la actividad escénica y dramatúrgica de Buenos Aires que se desarrolla a partir de la restitución de la Constitución y sus instituciones de 1983 en diferentes líneas estético – ideológicas y circuitos” (Dubatti: 2002, 4)
4 Sosteniendo por eje dicha discusión identificamos cuatro momentos dentro del territorio del nuevo teatro: 1983 – 1989, 1989 – 1995, 1995 – 2002, 2002 hasta el presente.
5 El subrayado es nuestro.
6 En octubre de 1980 aparece el primer número de la revista del Teatro Municipal General San Martín. Buenos Aires, cuyo editor responsable era Kive Staiff y con dirección de Jorge Araóz  Badii, y asesoría literaria de Luis Gregorich. A partir de 1983, Gerardo Fernández dirige la publicación. La calidad, trayectoria y refinamiento en su edición, define a  esta publicación como  fundamental para recorrer el teatro argentino en su historia como así también en los dedicados trabajos realizados a partir de las obras de temporada que ofreciera el Teatro. Por sus páginas pasaron colaboradores tales como Gerardo Fernández, Antonio Rodríguez de Anca, Jorge Laffourgue, Luis Ordaz, Griselda Gambaro, Francisco Javier, Ernesto Schoó, Raúl Castagnino. (Fos: 2010)
7 De salida trimestral, hace su aparición en  octubre  de 1982. Con la dirección general de Ricardo Monti y la dirección técnica de Carlos Pais, contó con la asesoría de actores y autores de la talla de Alfredo Alcón, Heddy Crilla, Griselda Gambaro, Jaime Kogan, Carlos Gorostiza, entre otras destacadas presencias, y con un equipo de redactores de renombre tales como Máximo Soto, Mauricio Kartun, Roberto Perinelli, entre otros. (Fos: 2010)
8 Director del Instituto: Osvaldo Calatayud. Esta publicación, sin lugar a dudas, representó un claro ejemplo de reconfiguración  de la institucionalidad democrática que, en términos culturales, se operó en lo específicamente teatral .La recomposición del Estado democrático, a través de uno de sus organismos, la Secretaría de Cultura de la Nación, llevó adelante la publicación de una revista  dedicada al campo teatral argentino desde una perspectiva histórica y   contemporánea. La revista contó entre sus principales colaboradores a Osvaldo Pelletieri, Jorge Dubatti, Raúl Castagnino, Teodoro Klein y Beatriz Seibel, entre otros.  Entre sus números principales se destaca el dedicado al Centenario del estreno de Juan Moreira (Nº 13, 1986) que incorporaba la versión de la obra de 1891 como así también el del Efemérides del Teatro Nacional (Nº 14, 1986) que consistió en  una rigurosa compilación histórico-teatral argentina, con abundancia de bibliografía y fines claramente didácticos  como rezaba su introducción. (Carlos Fos, 2010)
9 Publicación fundada por FUNDART (Fundación para el Desarrollo de la Creación Artística) y dirigida por  Osvaldo Quiroga y Eduardo Rovner. Obtuvo el premio Ollantay, otorgado por el CELCIT (Venezuela, 1989) y el premio Leónidas Barletta (1990). Por sus logrados números, pasaron destacables colaboradores nacionales  tales como: Luis Ordaz, Ricardo Monti, Carlos Pacheco, Susana Anaine, Pedro Espinosa, Perla Zayas de Lima, Osvaldo Pelletieri, Francisco Javier, Roberto Cossa, Julia Elena Sagaseta, Beatriz Trastoy, Juan  Carlos Gené, Manuel Iedvabni, así como relevantes figuras del quehacer teatral internacional: Tadeusz Kantor (Polonia), Fernando de Toro y Carlos Genovese (Chile), Edilio Peña (Venezuela), Giorgio Strehler y Eugenio Brba (Italia), entre otros. (Carlos Fos, 2010)
10 Publicación oficial de la Sociedad General de Autores de la Argentina, bajo la dirección de Roberto Tálice. En la misma aparecen consignadas las autoridades, su Junta directiva y sus Consejos Profesionales de Teatro, de Radio, de Cine y de Televisión. En las palabras liminares de su primer número expresaba, como reflejo de la situación de crisis institucional que vivía el país, lo siguiente: “ARGENTORES reinicia la edición de su revista en un momento conflictuado y conflictivo, bien distinto por cierto de la paz octaviana que encontrara en sus anteriores etapas”  haciendo , asimismo, un llamado de colaboración a “ todos aquellos que sientan amor por esa eterna pasión de la humanidad que es el Teatro, en todos sus avatares antiguos y modernos”.1El" target="_blank">http://territorioteatral.org.ar/html.2/articulos/n3_05.html#_ftn11#_ftn11">1El primer número de reaparición consistió en un verdadero homenaje al teatro con la imagen en su portada de las máscaras clásicas de la tragedia y la comedia, la publicación del original de la primera edición en París de Ubú Rey de Alfred Jarry y dibujos sobre el teatro oriental y sus máscaras. En 1987, la revista también se hizo eco de las discusiones y debates acerca de la Ley del Teatro, en tratamiento por esos días en el Congreso Nacional. (Carlos Fos, 2010)
11 Publicación semestral editada por el Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral – CELCIT- aparecida en setiembre de 1990. Su director, Carlos Ianni, contará con la colaboración de un prestigioso Consejo de Redacción (Juan Carlos Gené, Francisco Javier, José Monleón, entre otros), y con un Consejo Asesor integrado por Eugenio Barba, Osvaldo Dragún, Patrice Pavis, Eduardo Rovner y otros autores. La revista continúa publicándose y puede ser leída y consultada por Internet. (Fos, 2010)
12 Al remitir a un hito de la historia del teatro argentino como lo fue el fenómeno de Teatro Abierto.
13 Esta revista, de salida semestral, recorre trabajos históricos de teatro, trabajos críticos y filosóficos del arte así como Congresos y Festivales de carácter nacional e internacional. “Encuadrada en el contexto de la época, tenía una mirada latinoamericana y federalista del teatro vernáculo en el marco de  un permanente intercambio y diálogo con el  mundo teatral europeo” (Fos: 2010).
14 La orientación sobre un teatro local se hace más fuerte desde 1983, como lo consigna Melina Alfaro en su informe: “la revisión de los primeros diez números entre 1980 a 1983 se traza sobre una mayoría de autores extranjeros”.
15 El subrayado es nuestro y responde a que dicha afirmación trabaja sobre el presupuesto que los creadores a los que refiere son autores y directores. Así como la referencia a lo variado y múltiple aplica a la búsqueda de nuevas historias y procedimientos para el trabajo del texto y la escena, no así a las dramaturgias emergentes que se están experimentando.
16 En el primer y finalmente único ejemplar aparecido de la revista Teatro Abierto (1982), la dirección destacaba como objetivos fundamentales el detalle trimestral de las actividades teatrales en nuestro país, el relevamiento histórico del teatro argentino a través de la programación de investigaciones históricas. La asistencia a la formación teórica mediante la colaboración de investigadores y críticos literarios. La creación de un espacio a los artistas y el intercambio de opiniones o planteo de  cuestiones en debate. Se manifestaba  abierta a todas las corrientes teatrales argentinas y foro de las más variadas experiencias estéticas, con el convencimiento de constituir un valioso aporte en la apertura democrática y la recomposición de la esfera pública en el país. En este histórico número, como lo detalla Silvia Sánchez Urite, se presentan artículos de Mauricio Kartun, Máximo Soto, Nora Mazziotti y el texto completo de “Ya nadie recuerda a Frederic Chopin” de Roberto Cossa. Así también abre a una sección sobre problemas de teoría teatral en torno al Teatro Experimental con las reflexiones de Gastón Breyer y Bereida Bar. Ahora bien, y a propósito del teatro local, la reconstrucción de la puesta en escena de La Malasangre de Griselda Gambaro - estrenada bajo la dirección de Laura Yusem y la actuación protagónica de Soledad Silveyra - por parte de Soto y Kartun y su propuesta metodológica que documenta la evolución de la puesta en escena a través de entrevistas a la autora, la directora y el elenco como sus protagonistas, deja claro que la apertura de la década en el territorio de la dramaturgia se piensa desde los roles creadores de autor y de director.
17 Ya en el nro. 3 de Espacio de Crítica e Investigación Teatral, diciembre de 1987, Susana Anaine lo refería en su texto: “La escena joven argentina. Poética de un teatro que avanza” en el que da precisiones acerca de “nuevas formas de escritura escénica.” La transformación del espacio y combinación de estilos como fenómeno de un “teatro emergente”. ‘(...) Hay una estética que agoniza, que ya no atrae, se le escucha decir a la gente joven”, afirma la investigadora. “Hay una nueva escena que surge, no tradicional, rebelde: creadores jóvenes, público joven, es un síntoma visible en el teatro porteño de 1987 (...)”. La autora compara estas experiencias con las de los años sesenta y presenta como procedimientos compartidos la utilización de un lenguaje de imágenes, la idea de autonomía del texto dramático con respecto a la puesta y la creación colectiva. No son elementos nuevos, aclara, pero reaparecen con una fuerza extraordinaria y singular que logra incomodar a la franja más conservadora (...) Como último ejemplo de la emergencia de nuevas concepciones dramatúrgicas Anaine menciona el caso de las muestras realizadas en la sala Sarmiento por los egresados de la Carrera de Puesta en Escena de la Escuela Municipal de Arte Dramático (1986). De los diecisiete integrantes, cinco tomaron, como punto de partida para su trabajo, un texto narrativo; cuatro escribieron su propio texto; y sólo los ocho restantes optaron por trabajar con un texto dramático de existencia previa. Y en todos los casos “el texto elegido, dramático o de narrativa, funcionó como núcleo generador de imágenes o como base de estructuración de un esquema de situaciones; el guión definitivo fue el escénico, esto es, el que se fue creando durante el proceso de trabajo con los actores”. Incluso menciona el más que paradigmático hecho de que casi todos tuvieron problemas para registrar la obra frente a las autoridades competentes por no poder precisar quién era el autor (...) Desde el número 2 la publicación nos trae una información complementaria y nos permite elaborar un panorama más preciso de los desplazamientos de la noción - promediando la década - dándole visibilidad a la incipiente emergencia de otra dramaturgia, la del actor. Juan Carlos Gené en “Algunas reflexiones sobre la conducción del actor en el proceso de la puesta en escena” nos lo acerca al remitir una y otra vez a la idea del actor como creador de obra. Gené al referirse al actor lo presenta como “cuerpo creativo” e insiste a lo largo del texto en que “el actor crea”. Entre tanto, Enrique Buenaventura reflexionando sobre la crisis del teatro actual denuncia una concepción dramatúrgica agotada. En “La dramaturgia del actor”, se pregunta “¿Qué entendemos por dramaturgia?”, interrogación que finalmente no responderá pero que lo invita a comenzar el texto afirmando: “El teatro no es un género literario (…) [sino] el momento efímero en el cual se produce una relación entre actores y espectadores”.
18 Este acontecimiento en el orden del contexto que estamos revisando y desde la perspectiva que asumimos será clave para fijar el cierre del primer tiempo al que orientamos entre 1983 – 1989 y el inicio del segundo tiempo 1989 – 1995 sujeto aún a revisión en ésta investigación.

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