Los personajes de nuestra América. Juana Azurduy
Concurso Nacional de Diseño de Afiches
Organizado por Secretaría de Cultura de la Municipalidad de La Plata con el auspicio de la Asociación de Diseñadores de Comunicación Visual de la provincia de Buenos Aires - ADCV y el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini. El concurso de afiches apunta a recuperar el espíritu de los personajes que fueron el motor de los procesos emancipatorios latinoamericanos y contribuir a la preservación y construcción de la memoria colectiva, comenzando por la educación primaria. Dirigido a profesionales de la comunicación visual y el diseño gráfico -o grupos mixtos con profesionales- Finaliza: 04/08/10. Más información:
www.cultura.laplata.gov.ar www.adcv.org.ar www.centrocultural.coop
Juana Azurduy
"En poco tiempo, el prestigio de Juana Azurduy se incrementó a límites casi míticos: los soldados de Padilla veían en ella la conjunción de una madre y esposa ejemplar con la valerosa luchadora; los indígenas prácticamente la convirtieron en objeto de culto, como una presencia vívida de la propia Pachamama"[1].
Juana Azurduy nació en Toroca, una pueblo cercano a Chuquisaca el 12 de julio de 1780. En ese año en la ciudad de La Paz Tupac Catari y bartolina Sisa se habían levantado en armas apoyando el levantamiento de Tupac Amaru en el Cuzco. Su infancia tuvo un buen pasar, pero a la muerte de sus padres quedo a cargo su hermana Rosalía y sus tíos, quienes dado su idea conservadora decidieron enviarla al convento de Santa Teresa, donde fue expulsada a los ocho meses dado a que se revelo frente a la disciplina autoritaria promoviendo reuniones clandestinas, además de conocer la vida de Tupac Amaru y Micaela, como así también a leer la vida y escritos de Sor Juana Inés de la Cruz.
De regreso en Chuquisaca, Juana conoce a Melchor Padilla, y establece una amistad con su hijo, y futuro esposo, Manuel. El 25 de mayo de 1809 estalla la revolución y Potosí, donde Manuel decide sumarse a la resistencia para enfrentar el ejército realista. Al año siguiente se une a Martín Miguel de Guemes, resistencia a la que Juana quería sumarse pero estaba prohibido el ingreso de mujeres. En 1813 Padilla fue el encargado de organizar el ejército que ocupo Potosí, y del cual, esta vez sí Juana formo parte, logrando que muchas mujeres se sumaran a la lucha.
En marzo de 1814 Manuel y Juana vencen a los realistas en Tarvita y Pomabamba. Pezuela, el jefe del ejército español, inicio la persecución, y las tropas revolucionarias debieron dividirse: Padilla se encaminó hacia La Laguna y Juana se internó en una zona de pantanos junto a sus cuatro hijos pequeños. Allí se enfermaron, los dos varones murieron antes de que Manuel llegara a auxiliarla. Una vez en el refugio del valle de Segura mueren sus dos hijas de fiebre palúdica y disentería. El 2 de agosto de 1814 Juana da a luz a su quinta hija junto al Río Grande mientras eran acechados por el ejército realista. Cuando la descubren un grupo de suboficiales intenta arrebatarle el tesoro con el que contaba el ejército revolucionario. Juana se alza frente a ellos junto a su hija recién nacida, y defendiéndose con la espada que le entregó M. Belgrano monto su caballo logrando así cruzar el río, para luego dejar a su hija Luisa al cuidado de Anastasia Mamani, una pobladora originaria.
En 1816 Juana y Manuel, contaban con el apoyo de 6000 pobladores originarios, con los que lograron sitiar, por segunda vez, la ciudad de Chuquisaca. Pero esta vez Los realistas lograron poner fin al cerco, y en Tinteros, Manuel Padilla fue asesinado, su cabeza fue exhibida en la plaza pública durante meses. En mayo de 1817 Juana junto a su ejército lograron recuperarla.
Juana Azurduy no sólo fue nombrada teniente coronel por M. Belgrano, sino que también Antonio J. de Sucre, cuando fue nombrado mariscal tras la independencia de Bolivia declarada en 1825, le otorgo una pensión que le fue quitada durante el gobierno de José M. Linares en 1857. El 25 de mayo de 1862, a los casi 82 años, y al igual que la mayoría de los hombres y mujeres que lucharon por la independencia y unidad de nuestro continente, muere en el olvido y la pobreza, siendo enterrada en una fosa común.
[1] Galeano Eduardo en “Mujeres”.
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