Los esclavos negros del Azuay | Centro Cultural de la Cooperación

Los esclavos negros del Azuay

29/03/2014

Por Jorge Núnez Sánchez.

27 de marzo de 2014 en El Telégrafo. Primer Diario Público.

Guayaquil. Ecuador.

La esclavitud de la población negra estuvo presente en nuestro país desde la época colonial hasta los inicios de la época republicana. Y una lectura ingenua de la historia nos ha hecho creer que la esclavitud terminó por un decreto del general Urbina emitido el 25 de junio de 1851.

Lo cierto es que el asunto de la manumisión fue bastante más complejo. El decreto del general Urbina no dispuso la libertad inmediata de todos los esclavos, sino que creó una cuenta de fondos públicos para comprar progresivamente la libertad de los esclavos existentes, pagando su valor a los propietarios.

Esa cuenta fue creada con las utilidades del ramo de la pólvora e incrementada luego con otros fondos estatales, lo que permitió la liberación de un buen número de esclavos durante los gobiernos liberales de Urbina y Robles, muchos de los cuales pasaron a integrar los temidos batallones de ‘Tauras’. Pero más tarde, bajo el régimen de la derecha, se extinguió esa cuenta de manumisión, con lo cual siguieron bajo la esclavitud los negros todavía no manumitidos.

Hace poco he comprobado que la pervivencia de la esclavitud en nuestro país fue todavía peor de lo que imaginaba. En una reciente visita al valle de Yunguilla, en Azuay, he podido constatar la existencia de población negra en la zona baja de ese valle, ahí donde se juntan los ríos Girón y Burro para formar el Jubones. Esa población está presente en varias comunidades de ese valle: Sarayunga, Sulupalli Grande y Chico, Quera, Santa Cecilia, San Miguel de Brasil y San Salvador de Cuba.

Según testimonio de esos pobladores, algunos de sus antepasados vinieron del valle lojano de Catamayo y otros parecen haber venido desde Portovelo a finales del siglo XIX, huyendo de una empresa minera. Pero hay pruebas de que otros más fueron comprados como esclavos en la zona minera de Popayán, Colombia, y traídos en tal condición al Ecuador en 1934. Ellos tenían marcas de hierro en sus glúteos, según el testimonio que diera a la periodista Sandra Ochoa don Wilson Coronel, habitante de Sulupalli y miembro de la Pastoral Social de Santa Isabel, que vio esas marcas en el cuerpo de Natividad Santos.

¿Por qué fueron traídos a la región esos esclavos negros? La clave parece haber estado en la explotación aurífera, pues las poblaciones mencionadas se ubican en la parte superior de la actual zona minera de Ponce Enríquez, que forma parte de la misma estructura geológica.

¡Oro y esclavitud hace apenas ochenta años! Me pregunto ¿de qué sirvieron las luchas de la Revolución Liberal, producidas 40 años antes de que esos esclavos negros fueran traídos al Azuay? ¿De qué sirvió el terrible combate del Chorro de Girón, ocurrido en 1895, unos kilómetros arriba de Sarayunga y en el que el ejército de los terratenientes conservadores fue derrotado por las fuerzas revolucionarias que subían desde Machala?

Por lo visto, nuestra historia social está todavía por investigarse.

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