Domingo de Olivera y Barahona. Prócer ecuatoriano-argentino
Por Jorge Nuñez Sanchez en el diario “El Telégrafo. (Primer Diario Público. Guayaquil, Ecuador) 23 de diciembre de 2010.
La gentileza de un respetado compatriota que reside en Buenos Aires, el doctor Otto Federico Aguilera, me ha permitido conocer la existencia de otro notable prócer ecuatoriano-argentino de inicios de la república: don Domingo de Olivera y Barahona.
Nacido en Ambato, actual capital de nuestra provincia de Tungurahua, el 10 de octubre de 1798, fue hijo de don Domingo de Olivera y Borja, nacido a su vez en Quito, a mediados del siglo XVIII, cuando esta ciudad pertenecía al Virreinato del Perú, y quien contrajo matrimonio con doña Manuela Barahona, radicándose luego en Lima.
Domingo fue educado en Lima con todo el cuidado debido a los hijos de la aristocracia, pero debió abandonar urgentemente esa ciudad, junto con su familia, tras el fracaso de la revolución contra el virrey Abascal ocurrida a fines de 1809, en la que su padre se hallaba comprometido. Tras refugiarse en el Alto Perú, la familia se trasladó a La Paz y luego a Chile. Tras la batalla de Tucumán, su padre y él entraron al Río de la Plata por la provincia de Salta y llegaron en marzo de 1813 a Buenos Aires.
Mientras su padre partía hacia Chile en agosto de 1820, para incorporarse al ejército libertador del Perú, Domingo, que llegó muy joven al Río de la Plata, fue abriéndose paso en el país, donde sus prendas morales y su personalidad le abrieron las puertas de los más distinguidos círculos sociales y políticos de la capital argentina.
Inició su vida pública antes de cumplir 16 años, como empleado de la Intendencia de Policía, y en abril de 1819 ya era Oficial de Número del Ministerio de Hacienda. El 31 de julio de 1821 se casó con Dolores Piriz y Olaguer, de aristocrática familia criolla.
En marzo de 1822 fue nombrado por el ministro Bernardino Rivadavia como Secretario de la misión que iría a Chile y Perú, para liquidar la deuda por los gastos de las campañas libertadoras. Un año después, Rivadavia le encargó preparar la fundación de la “Sociedad de Beneficencia”. Y a mediados de 1823 presentó el “Reglamento para la Economía y Orden Interior de los Colegios de la Capital” y diseñó la creación de la Escuela de Agricultura, proyectos aprobados.
En enero de 1825 fue uno de los fundadores del periódico El Mensajero Argentino. Y en febrero de 1826 el presidente Rivadavia lo nombró Oficial Mayor del Ministerio de Negocios Extranjeros. Luego, durante la guerra con el Brasil, fue designado Oficial Mayor del Ministerio de Guerra y luego Secretario de Relaciones Exteriores de la Confederación Argentina.
Afincado ya en su nuevo país, adquirió importantes propiedades, entre las que destacaba una estancia en Buenos Aires, que, al decir de Aguilera, “comprendía alrededor de una quinta parte de lo que es hoy la Capital Federal”. Agrega Otto que, “de aquel predio rústico, se conserva la casa principal o casco de la estancia, en un extenso parque conocido como Parque Avellaneda, en la zona oeste de la capital argentina”.
Pero era también un hombre de cultura, y así se explica que haya sido encargado de redactar el “Reglamento para Orden y Estudio de la Universidad de Buenos Aires”, tarea de alta responsabilidad, que, en el caso chileno, fuera encargada al sabio polígrafo Andrés Bello.
En la Correspondencia del Libertador Simón Bolívar con Chile y Argentina, compilada por don Vicente Lecuna, se reproducen varios documentos suscritos por Domingo de Olivera como Secretario de Negocios Extranjeros y/o Encargado del Ministerio del ramo.
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