CONTINUIDADES Y RUPTURAS ENTRE EL PENSAMIENTO (I Parte) | Centro Cultural de la Cooperación

CONTINUIDADES Y RUPTURAS ENTRE EL PENSAMIENTO (I Parte)

06/12/2010

Por: PINACCHIO, Ezequiel (Filosofía –UBA; Investigador Centro Cultural de la Cooperación) y SÁNCHEZ SAN ESTEBAN, Santiago I. (Historia –UBA; Investigador Centro Cultural de la Cooperación)

Introducción

 

Puesto que las categorías que utilizamos para abordar la realidad condicionan significativamente nuestras posibilidades de comprenderla y, por esto mismo, de transformarla; una evaluación crítica de las mismas resulta una condición necesaria en cualquier proyecto de liberación para Nuestra América.

A continuación, nos proponemos presentar y comparar distintas propuestas teóricas elaboradas desde Latinoamérica, que han intentado, e intentan, desentrañar los complejos y cambiantes modos en que se despliega el imperialismo en nuestra región; a fin de mejor combatirlo.

En un primer momento, presentaremos ideas fundamentales de la Teoría de la Dependencia y la Filosofía de la Liberación. Luego, abordaremos algunas críticas que se les han realizado desde el debate posmoderno en Latinoamérica. Y, por último, mostraremos en qué medida el pensamiento descolonial resignifica estos problemas. Consideramos que este último - heredero crítico de aquellos discursos y proyectos de los ’60 y ‘70– permite actualizar la temática del colonialismo, articulando de manera novedosa sus diferentes aspectos; encarnando, así, un momento de vital importancia en la genealogía de las luchas anti-imperiales al mismo tiempo que un notable aporte para comprender y generar políticas alternativas en nuestra región. 

 

I. a. La teoría de la dependencia

 

Desde fines de los años ’50 hasta mediados de los ’60, aparece, crece y se desarrolla una vertiente teórica, de raíz académica y anclada en las disciplinas de la economía, la sociología y las ciencias políticas, que se denominará “teoría de la dependencia”. Su pensamiento estará íntimamente relacionado con la intervención de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en los debates en torno al tipo de administración económica que debían adoptar los gobiernos latinoamericanos, luego de la redefinición del escenario mundial, durante la segunda posguerra.

Las primeras preocupaciones del pensamiento cepalino estarán fundamentalmente mediadas por los problemas del desarrollo económico y de cuáles serán las consecuencias de la redefinición económica mundial para nuestra región. La primera tesis importante en este sentido, será la proposición de que el capitalismo, como sistema económico, es básicamente un fenómeno de dimensiones efectivamente globales. Sobre la base de esta noción, la de un sistema capitalista mundial, la existencia de diferentes problemáticas en los distintos espacios políticos y económicos se resolverá en una segunda tesis: la afirmación de que la economía mundial se encuentra estructurada en un “centro” y una “periferia”, cuyas realidades son divergentes. Para el año de 1949, en una introducción teórica al “Boletín Económico” de la recién creada CEPAL, el economista Raúl Presbich comenzaba su estudio afirmando:

 

La realidad está destruyendo en la América Latina aquel pretérito esquema de la división internacional del trabajo que, después de haber adquirido gran vigor en el siglo XIX, seguía prevaleciendo doctrinariamente hasta muy avanzado el presente.

En ese esquema a América Latina venía a corresponderle, como parte de la periferia del sistema económico mundial, el papel específico de producir alimentos y materias primas para los grandes centros industriales.

No tenía allí cabida la industrialización de los países nuevos…[1]

 

Aquí encontramos las ideas claves sobre las que gravitará el pensamiento cepalino: división internacional del trabajo, sistema económico mundial, grandes centros industriales, periferia. Como se desprende de la cita, la preocupación por el desarrollo económico estará pensada en términos de una industrialización de los países periféricos. En este sentido, ¿cuáles son los problemas que se deben afrontar en esa faena, dada la particular estructura del mercado mundial? Presbich discutirá con la premisa, tan cara al liberalismo, de que con la división internacional del trabajo el fruto del progreso técnico tiende a repartirse parejamente entre toda la “colectividad” mundial, ya sea por la baja de los precios o por el alza equivalente de los ingresos. Contrariamente a esa tesis, Prebisch afirmará:

 

La falla de esta premisa consiste en atribuir carácter general a lo que de suyo es muy circunscrito. Si por colectividad sólo se entiende el conjunto de los grandes países industriales, es bien cierto que el fruto del progreso técnico se distribuye gradualmente entre todos los grupos y clases sociales. Pero si el concepto de colectividad también se extiende a la periferia de la economía mundial, aquella generalización lleva en sí un grave error. Las ingentes ventajas del desarrollo de la productividad no han llegado a la periferia, en medida comparable a la que ha logrado disfrutar la población de esos grandes países.[2]

 

Aquí aparecerá, entonces, una tercera tesis, también retomada por el pensamiento de la dependencia, acerca del “deterioro en los términos de intercambio”: el incremento en la productividad en los centros no se refleja en un descenso de los precios de los bienes industriales sino en un incremento del ingreso real medio, mayor que el de los países de la periferia. La estructura del mercado mundial será, pues, desequilibrada, y esta contradicción o desequilibrio se traducirá en una tensión conceptual entre la situación real de la periferia y la falsa “totalidad” encubierta en la noción universal de “colectividad”, denunciada por Presbich en el extracto citado.

Este punto, junto con las concepciones de sistema-mundo y centro-periferia, será nodal para las posteriores formulaciones dependentistas. Especialmente, habilitará pensar no sólo en la existencia de un capitalismo efectivamente mundial, y con una estructura desigualitaria, sino también en el problema de la relación dialéctica que vinculará a los opuestos, países centrales y periféricos. En el contexto de esa preocupación, entonces, se inscribirán diferentes autores de la Teoría de la Dependencia, con producciones variadas, algunas más moderadas, asociadas al “estructuralismo”, y otras más radicales, vinculadas en algunos casos al “marxismo”. Sin embargo, todas tendrán un marco teórico compartido y una preocupación similar, en donde la diferencia estribará menos en el diagnóstico de la realidad y los problemas que en algunas de las soluciones prescriptas.

Los dependentistas asociarán las nociones de “periferia” y “subdesarrollo” con la categoría de “dependencia”, despegándose de las teorías más convencionales sobre el desarrollo y la modernización. Por ejemplo, Celso Furtado escribirá en 1961: “…el subdesarrollo no constituye una etapa necesaria del proceso de formación de las economías capitalistas modernas. Es, en sí, un proceso particular resultante de la penetración de las empresas capitalistas modernas en las estructuras arcaicas”.[3] De acuerdo al pensamiento dependentista, el “subdesarrollo” no debía ubicarse linealmente en una instancia temporal “anterior” al “desarrollo” capitalista, sino, al contrario, en una relación de simultaneidad heterogénea y desigual. Esto significa que el “atraso” económico y el “desarrollo” no serán dos entidades autónomas, sino más bien el resultado de una dialéctica inherente a la misma estructura económica mundial capitalista. En conclusión, el “subdesarrollo” ya no podía entenderse como una “desviación”, tal como se desprendía de algunos aportes de la teoría de la modernización. En cualquier caso, se sostenía, los países centrales no habían transitado el “subdesarrollo” antes de alcanzar la revolución industrial y constituirse en el centro de la economía mundial. Por el contrario,

 

La situación de subdesarrollo se produjo históricamente cuando la expansión del capitalismo comercial y luego del capitalismo industrial vinculó a un mismo mercado economías que, además de presentar grados diversos de diferenciación del sistema productivo, pasaron a ocupar posiciones distintas en la estructura global del sistema capitalista.[4]

 

La confusión entre las nociones de “desarrollo” y “sistema capitalista” permitiría encubrir las relaciones de subordinación entre las regiones desarrolladas y las “insuficientemente” desarrolladas, y presentar como característica fundamental de éstas últimas el “atraso” o la “patología”.

La vulgata historicista y etapista, que ubicaría a la “periferia” en un tiempo histórico anterior al de las potencias centrales industrializadas, debía ser reemplazado, entonces, por un análisis estructural-histórico, en que la situación de subdesarrollo sólo podría comprenderse atendiendo a la forma en que históricamente las economías subdesarrolladas se vincularon al mercado mundial. Tal enfoque, sostienen Cardoso y Faletto en su clásico estudio “Dependencia y Desarrollo en América Latina”,

 

implica reconocer que en el plano político-social existe algún tipo de dependencia en las situaciones de subdesarrollo, y que esa dependencia empezó históricamente con la expansión de las economías de los países capitalistas originarios (…) La dependencia de la situación de subdesarrollo implica socialmente una forma de dominación…[5]

 

Esta situación de dependencia, por otra parte, se verifica en un doble condicionamiento: uno externo y otro interno. Externo, como se ha visto, en tanto la vinculación al mercado externo limita las posibilidades de decisión y acción autónomas de los países dependientes. Pero también interno, puesto que, al mismo tiempo, la dependencia implicará un determinado tipo de configuración de las relaciones sociales entre grupos, fuerzas y clases sociales, que intentan imponer al conjunto de la sociedad un tipo de dominación política particular. De esta manera, la dependencia se concibe como “un tipo específico de relación entre las clases y grupos que implica una situación de dominio que conlleva estructuralmente la vinculación con el exterior[6].

Entendiendo, entonces, estas complejidades de la “dependencia”, luego de varios años de producción dependentista, para el año de 1978, Theotonio Dos Santos publicará un clásico estudio en el que asociará estrechamente las nociones de dependencia e imperialismo. Describiendo a este último, afirmará:

 

El imperialismo contemporáneo se define como una nueva etapa del capitalismo iniciada después de la segunda guerra mundial que se caracteriza por una alta integración del sistema capitalista mundial fundada en el amplio desarrollo de la concentración, conglomeración, centralización e internacionalización del gran capital monopólico que se cristaliza en las corporaciones multinacionales, célula de ese proceso, y en el aumento y profundización del vinculo entre el monopolio y el Estado.[7]

 

Reaparece, así, la clásica definición de Lenin del imperialismo como fase superior del capitalismo. Sin embargo, ahora estará dotada de un direccionalidad adicional, dada por el sentido que la “dependencia” impondrá al proceso de desarrollo de los capitales transnacionales monopólicos. El imperialismo será ya no la “fase superior”, sino el punto de partida del capitalismo en América Latina. Para Dos Santos, la expansión de estos conglomerados internacionales a nivel mundial no auspiciará desarrollo económico alguno de las zonas periféricas y dependientes, en tanto éstas continúan siendo, como antes, el lugar natural de colocación e inversión de los nuevos capitales monopólicos para la obtención de materias primas y productos agrícolas a bajos precios,  y ganancias desmedidamente elevadas.

Antes bien, después de describir la categoría “dependencia” y sus conclusiones, surge la pregunta: ¿cuáles serán las diferentes formas de responder al fenómeno de la dependencia?

En este sentido, dentro del amplio rango de propuestas elaboradas, existen algunos puntos de consenso entre varios autores. Por un lado, frente al condicionamiento impuesta desde los países centrales se propone la industrialización. Recordemos que el clásico estudio de Cardoso y Faletto comienza con un análisis de por qué para los años 60 los países económicamente más fuertes de Sudamérica (Brasil, Chile, Colombia, Argentina) no logran cumplir con el promisorio destino de industrialización plena y desarrollo económico que se preveía desde las dos décadas precedentes[8]. Desde lo económico, la industrialización significa una modificación en la forma en que está dada la interacción mutua entre el centro y la periferia, porque intenta cancelar los perjuicios que se derivan del deterioro de los términos de intercambio que sufren los países proveedores de materias primas a manos de los industrializados. Así, sin tener demasiado en cuenta los aspectos internos, para algunos autores la industrialización estará íntimamente relacionada con la idea de “desarrollo”.

Sin embargo, por otra parte, en otros autores la ruptura de la “dependencia” toma forma en medidas económico-políticas aún más radicales, que implican un “desprendimiento” de la matriz capitalista. Mauro Ruy Marini afirmará:

 

La manera cómo se agudizan, en el capitalismo dependiente, las contradicciones inherentes al ciclo del capital; la exasperación del carácter explotativo del sistema, que lo lleva a configurar un régimen de superexplotación del trabajo; los obstáculos creados al paso de la plusvalía extraordinaria a la plusvalía relativa, y sus efectos perturbadores en la formación de la tasa media de ganancia; la extremación consiguiente de los procesos de concentración y centralización del capital —esto es lo que constituye la esencia de la dependencia, la cual no puede ser suprimida sin que se suprima el sistema económico mismo que la engendra: el capitalismo.[9]

 

De esta manera, la ruptura de la dependencia dependerá ya no de un descentramiento de la estructura mundial, sino más bien del desplazamiento de las economías nacionales hacia fuera del sistema-mundo capitalista, a través de la opción por el socialismo[10].

Como veremos al analizar el pensamiento descolonial, desde la crítica dependentista podrá desprenderse también un intento de dislocación y descentramiento epistemológico[11], pues en palabras de Jed Schloesberg,

 

…el análisis de la dependencia constituyó la primera gran ofensiva de la teoría social latinoamericana en contra de los prejuicios metropolitanos de lo que podría llamarse “ideología de la modernización” en las teorías del desarrollo producidas especialmente en Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial.[12]

[…] Existe así, desde la perspectiva del análisis de la dependencia, un cuestionamiento implícito del concepto de modernidad como resultado de un proceso de modernización[13].   


[1] Presbich, Raúl; “El desarrollo económico de la América Latina y algunos de sus principales problemas”; en: 50 años de Pensamiento en la CEPAL, FCE, Santiago de Chile, 1998, p. 65.

[2] Ibidem, p. 66.

[3] Furtado, “Desarrollo y Subdesarrollo”, en: 50 años de Pensamiento en la CEPAL, FCE, Santiago de Chile, 1998, p. 240.

[4] Cardoso, Fernando y Faletto, Enzo; Dependencia y Desarrollo en América Latina; Buenos Aires; Siglo XXI Editores; 1975 [1969]; p. 23.

[5] Ibidem, p. 24.

[6] Ibidem, p. 29.

[7] Dos Santos, Theotonio; Imperialismo y Dependencia; México; Ediciones Era; 1986 (1978); p. 16

[8] Cardoso, Fernando H. y Faletto, Enzo; Op. Cit; pp. 3-10.

[9] Ruy Marini, Mauro; Prólogo, en: Vania Bambirra, La Revolución Cubana: una reinterpretación, Editorial Nuestro Tiempo, México, 1976

[10] Las críticas radicales del dependentismo latinoamericano al capitalismo tendrán gran influencia en pensadores de otras regiones del mundo. Ése es el caso, por ejemplo, del economista egipcio Samir Amin y su concepto de “déconnexion”, acuñado en su libro homónimo del año 1985. Para este autor, el “desarrollo desigual” es inmanente al propio sistema capitalista, lo que significa que es la propia la expansión capitalista la que genera una creciente polarización entre las economías participantes. La desconexión de la que habla Amin será, además, una necesidad no sólo del campo económico sino también político y cultural.

[11] Mignolo, Walter; Desobediencia Epistémica; Buenos Aires, Ed. Del Signo, 2010.

[12] Schlosberg, Jed; La crítica posoccidental y la modernidad; Quito, Universidad Andina Simón Bolívar, Ediciones Abya Yala; 2004, p. 47.

[13] Ibidem, p. 51.

Compartir en

Añadir nuevo comentario

Image CAPTCHA