Manuales de solidaridad. 1963/1966 | Centro Cultural de la Cooperación

Manuales de solidaridad. 1963/1966

18/05/2017


El cooperativismo de crédito nucleado en el IMFC se apoyó en la producción teórica de dirigentes emblemáticos, que dejaron testimonio de sus experiencias en cuatro textos fundamentales.

Daniel Plotinsky

Revista ACCIÓN

Desde su nacimiento en 1958, el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos fue un actor fundamental en el florecimiento de las cajas de crédito que se fundaban en todo el país. La entidad no solo promovió su desarrollo, sino que además asistió la formación in situ de muchos de esos pequeños «banquitos» comunitarios, que llegaron a ser casi un millar y lograron una participación importante en el sistema financiero: a mediados de 1966 funcionaban en el país 974 cooperativas de crédito que operaban en más de 300 localidades de 17 provincias y manejaban el 10,5% del total de los depósitos del sistema financiero. Casi dos tercios de ellas estaban asociadas al IMFC.

Más allá de la experiencia forjada en la práctica, en la construcción de la identidad doctrinaria del IMFC fue esencial una serie de trabajos publicados por la editorial de la entidad entre 1963 y 1966.

Son los textos de Jaime Kreimer y Ricardo Rojas Molina, manuales técnico-operativos dirigidos a quienes querían crear, y luego gestionar, una cooperativa de crédito; y los de León Schujman y Jacobo Amar, que exponían las posturas del IMFC en materia de doctrina cooperativa, al mismo tiempo que intentaban contribuir  a su difusión.

Jaime Kreimer fue el segundo presidente del IMFC, durante el período 1965-1967. Empresario industrial y miembro de la Caja de Créditos Rosario, el dirigente fue una de las figuras relevantes durante el proceso de construcción del Instituto. En mayo de 1958 fue designado como uno de los integrantes de la comisión promotora creada para analizar e impulsar la puesta en marcha de la cooperativa de segundo grado.

Su libro, que se llamó Qué es una cooperativa de crédito y el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos,  era la tercera versión, corregida y aumentada, de un texto publicado inicialmente en mayo de 1959 en la revista Cooperación y Crédito, y reeditado como folleto por varias cooperativas entrerrianas y bonaerenses como aporte a los trabajos de promoción de las nuevas entidades.

El autor se proponía contribuir al conocimiento del cooperativismo de crédito a partir de su experiencia como dirigente de la Caja de Crédito Rosario y del IMFC, más que desde un análisis teórico. En este sentido, el libro era una guía que describía didácticamente las bases del sistema financiero cooperativo, explicando lo que eran las cajas de crédito, cómo y quiénes podían formarlas, cómo encuadrarlas dentro de las normas legales y, sobre todo, cuál consideraba que era su finalidad: promover con su respaldo financiero todas las actividades útiles para la comunidad, sean ellas individuales o colectivas.

Incluía, además, un extenso apéndice con gran cantidad de facsímiles que abarcaban desde volantes y afiches para convocar a una asamblea constitutiva, hasta todos los documentos legales necesarios para la creación de una caja de crédito, aclarando que la provisión de esos documentos se incluía en «el asesoramiento técnico para cumplimentar tales fines, teniendo en cuenta que esta tarea forma parte de los objetivos de creación del IMFC».

Sin eufemismos

Fue, en síntesis, un manual teórico-práctico para el trabajo de promoción cooperativa, ya que explicaba el funcionamiento del sistema, los beneficios que ocasiona, la manera de crear una entidad y los elementos operativos y legales necesarios para crearla. Todo eso con un lenguaje sin eufemismos, de lo que es un ejemplo este párrafo: «En el lenguaje del crédito cooperativo y por disposiciones legales, no está permitido usar términos bancarios. De ahí que al cheque se le llame orden de pago; a las cuentas corrientes, cuentas personales; a la caja de ahorro, fondo de asociados; etc.».

Ricardo Rojas Molina, contador público y docente universitario, era director del departamento de auditoría del IMFC y posteriormente, fue gerente general, entre 1968 y 1971. Su libro, Lectura del balance en las Cajas de Crédito, resumía su experiencia de seis años de trabajo en el movimiento. En este sentido, es un material técnico-didáctico cuyo objetivo era ser un auxiliar tanto de la labor de los funcionarios responsables de las instituciones como de los consejeros, a quienes considera los verdaderos responsables de  la conducción efectiva de las instituciones.

Proyección social

Por su parte, Leon Schujman fue profesor universitario, prosecretario de IMFC y codirector del periódico Acción. Posteriormente fue director de IDELCOOP y fundador y presidente de la Asociación Latinoamericana de Centros de Formación Cooperativa (ALCECOOP).

En su libro, llamado El cooperativismo de créditos. Sus proyecciones económicas y sociales, realizaba en su trabajo un análisis del papel del cooperativismo de crédito en el proceso económico contemporáneo, y en el marco de la estructura económica argentina. Destacó además la función social del crédito y los problemas que involucraba la concentración bancaria para su cumplimiento, dedicando un capítulo a la historia de las cooperativas de crédito argentinas, a las que considera un elemento de autodefensa popular frente a los males de la concentración.

Jacobo Amar, en tanto,  ingresó al IMFC en 1960 como secretario de Relaciones y Publicaciones. En 1965 se publicó su libro Política y Cooperativas.

Amar explicaba allí en qué medida y por qué las cooperativas hacen política, sin vulnerar el principio rochdaleano de neutralidad política y religiosa. Señalaba que las cooperativas no son entes abstractos, y criticaba el hecho de que algunos sectores se sintieran alarmados por la presunta politización del movimiento y bregasen intensamente y «desde afuera» por una despolitización que estaban muy lejos de practicar y que «resultaría antinatural que hicieran».
Para el autor, el cooperativismo, en tanto movimiento surgido de los sectores obreros y las capas populares, al punto de haber sido recogido por la Primera Internacional como un modo de liberar a los trabajadores de la explotación, se había ampliado en su desarrollo a otros sectores sociales, particularmente aquellos de la pequeña y mediana empresa agraria, comercial e industrial, por lo que, en función de aspiraciones vitales insatisfechas, forzosamente estaba impregnado de un contenido esencialmente político en sus aspectos económico, social y cultural .

Puede afirmarse que, con este trabajo, Amar se adelantaba a las revisiones de la quinta regla de oro rochdaleana que realizó la ACI en sus congresos celebrados en Viena (setiembre de 1966) y Manchester (setiembre de 1995), que terminaron reemplazando el principio de neutralidad por el de autonomía e independencia de las cooperativas. De esta manera, significó un aporte de peso tanto para el movimiento nucleado en el lIMFC como para el cooperativismo argentino en su totalidad.

http://www.accion.coop

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