Cooperativismo transformador | Centro Cultural de la Cooperación

Cooperativismo transformador

30/01/2013


por Angel Petriella.

Presidente de IDELCOOP Instituto de la Cooperación

Para los cooperativistas, 2012 ha sido un año especial. La importancia de haber sido declarado por las Naciones Unidas como el Año Internacional de las Cooperativas debe ser tomada como el inicio de una nueva época para el cooperativismo. El mismo lema elegido por la ONU como consigna universal, «Las empresas cooperativas ayudan a construir un mundo mejor», sienta las bases para una perspectiva trascendente de lo cooperativo en el mundo contemporáneo y hacia el futuro. Los actos, foros y congresos realizados en todo el mundo tuvieron una matriz común en términos de objetivos estratégicos.

Se trata de crear mayor conciencia en el público sobre la contribución de las cooperativas al desarrollo económico y social y al logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio; de fomentar la constitución y el crecimiento de cooperativas, compuestas de personas e instituciones, para abordar sus necesidades económicas mutuas, además de lograr una plena participación económica y social; y alentar a los gobiernos y organismos reguladores a implementar políticas, leyes y normativas que propicien la constitución y el crecimiento de las cooperativas.

Claro que el abordaje de estos tres ejes axiales para el rol de las organizaciones cooperativas nos lleva a tener en cuenta la diversidad de enfoques que existen en el mundo. Por ello, siempre decimos que no se trata de pensar en un ideal cooperativo, sino de reconocer la existencia de un ideario que recoge múltiples anclajes teóricos, diversas experiencias de configuraciones organizacionales y culturas de gestión, así como desiguales grados de desarrollo vinculados con los entornos económico-sociales específicos y con las relaciones con las políticas oficiales de cada país.

No obstante, por encima de estas diferencias, el llamado a contribuir a un mundo mejor instituye una gran oportunidad para quienes, como nosotros, se inscriben en la concepción del cooperativismo como herramienta de transformación social, alineada con las mejores causas populares en las luchas por la paz y la democracia en un mundo sin desigualdades, con educación, trabajo y salud para todos. Cuando se convoca a contribuir a un mundo mejor, algo está implícito: la crítica a la organización de la sociedad moderna basada en los parámetros del capitalismo.

Se trata, entonces, de desplegar un gran debate al interior de las organizaciones cooperativas acerca del rol potencial del cooperativismo para ofertar un modelo que no sólo debe ser valorado por su naturaleza jurídica asociativa, y por ende constituyente de un tipo de propiedad social, sino además por portar gérmenes de democracia participativa, de relaciones solidarias de producción. Esto implica reconocer el carácter económico y político de la crisis global de un mundo rico que fabrica pobres.

Esta crisis de sustentabilidad, pero aún no de hegemonía, interpela al cooperativismo y lo convoca a involucrarse activamente en el debate no sólo desde la defensa de sus reivindicaciones como sector en la actividad económica, sino como movimiento social con profundos anclajes políticos, desde su misma identidad acuñada por aquellos luchadores-fundadores imbricados en el diapasón del pensamiento socialista. Esto, a su vez, coloca a lo cooperativo dentro de una complementariedad necesaria para la transformación social. Se trata de las relaciones entre cooperativismo y Estado, y, por ende, de la búsqueda de una ligazón virtuosa en el marco de las políticas públicas que desarticulan el andamiaje neoliberal de los últimos 40 años e intentan reconstituir sociedades gobernadas por sus pueblos, dejando en la historia la sumisión de la política a los poderes fácticos.

La nueva sociedad no surgirá de la toma por asalto de las ciudadelas del poder; será inequívocamente el resultado de las construcciones que los pueblos vayan edificando en medio de sus luchas. El cooperativismo transformador ya no puede ser sólo testimonial; está llamado a escena para ser un gran protagonista de la historia del siglo XXI.

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