COOPERATIVAS VITIVINÍCOLAS DE MENDOZA: En un mismo racimo | Centro Cultural de la Cooperación

COOPERATIVAS VITIVINÍCOLAS DE MENDOZA: En un mismo racimo

19/06/2013


Situada en el área andina central del país, la provincia de Mendoza cuenta con condiciones naturales especiales como altitud, marcadas amplitudes térmicas, permanencia de luz solar, suelos pedregosos, y aridez. Dichas características son las que favorecen el cultivo de la vid. Esta planta, introducida por los jesuitas durante la época colonial, ayudó a conformar un paisaje cultural característico en la zona: el oasis de cultivo irrigado.

A lo largo de la historia, como consecuencia de sucesivas crisis que afectaron la vitivinicultura, el sector se fue modificando cuantitativa y cualitativamente. Frente a este escenario, centenares de viñateros de pequeñas y medianas fincas se asociaron solidariamente para defender sus producciones. Fue así como en numerosas poblaciones rurales mendocinas surgieron diferentes experiencias cooperativas vinculadas con el cultivo de la vid. Un ejemplo de ello es el de la localidad de General Alvear, donde desde hace más de 50 años un grupo de productores dio origen a varias cooperativas vitivinícolas. «En momentos difíciles -explica el enólogo Francisco Alcaraz-, trabajadores que integraban un sindicato de viñateros se agruparon y, a través de un crédito de fomento del gobierno provincial, construyeron una bodega. En principio la asociación funcionó como una aseguradora agrícola y al año siguiente se formó la cooperativa La Regional. En 1995 el sector sufrió otra crisis y para superar ese trance la entidad decidió fusionarse con la cooperativa Vitivinifrutícola General Alvear, pasando a girar las dos bajo esa denominación», recuerda su actual gerente.

Zonas y cepas

Dada su extensión territorial, Mendoza está dividida en cinco zonas vitivinícolas productivas, entre las que se destaca el Valle de Uco. Allí es donde están ubicados la mayor cantidad de viñedos mendocinos. Otra de las zonas está conformada por las localidades de San Rafael y General Alvear, emplazadas al sudeste de la ciudad capital. Sus tierras, situadas a 446 metros sobre el nivel del mar y regadas por las aguas del río Atuel, le aportan una característica diferenciada a las variedades de cepas que allí se cultivan.

El sistema hídrico mendocino se remonta al tiempo prehispánico. Este régimen de riego, desarrollado sobre la base del primitivo método de canales y acequias que utilizaban los aborígenes para proveerse de agua, fue el que, junto con el adelanto tecnológico, propulsó la producción y la industria frutícola y vitivinícola de la zona. A este crecimiento también contribuyeron las corrientes migratorias europeas arribadas luego de la Primera Guerra Mundial, que generaron numerosos asentamientos rurales. Asimismo, la instalación de la red ferroviaria en el territorio sureño mendocino le permitió a General Alvear constituirse como localidad y sumarse al comercio provincial e incorporarse al mercado nacional.

«Aquí, las fincas, en promedio, tienen 10 hectáreas, hay más grandes y más chicas y la mayoría son de explotación familiar. Lamentablemente, a través del tiempo, las más pequeñas se fueron vendiendo porque económicamente eran inviables», cuenta Alcaraz, quien destaca la unión solidaria para sostener los emprendimientos. La asociación alvearense fue formada por 25 productores. Actualmente la cooperativa cuenta con 95 integrantes, que en conjunto reúnen más de 600 hectáreas de viñedos, además de una planta de elaboración y dos bodegas.
La administración racional de riego y fertilización, y la sistematización de los trabajos de acuerdo con las técnicas actualizadas en manejo vitícola le permiten a la organización colectiva elaborar productos altamente competitivos para el mercado de vinos del país.

«El productor cosecha sus uvas y las trae a la cooperativa -explica el gerente-, allí finaliza su labor individual. Luego es la cooperativa la que continúa el proceso de elaboración y le paga a cada productor su materia prima en función de la cantidad y la calidad que trae. En ese momento se pierde la individualidad del productor y pasa a ser el conjunto de asociados, que son los mismos productores, el que organiza y determina sobre esa producción», agrega Alcaraz. El 70% de la elaboración realizada desde la cooperativa se destina a vinos de mesa y el 30% a varietales. Por otro lado, la entidad es una importante productora y exportadora de mosto concentrado, el que es utilizado como endulzante natural en jarabes, jugos, golosinas, dulces, gaseosas y panificados.
La vitivinicultura de General Alvear mejoró notablemente en la última década: se erradicaron las variedades rústicas y se implantaron en su lugar variedades vitícolas de alta calidad enológica que posibilitan la elaboración y guarda de vinos finos, tanto de cepas blancas como tintas. Frente a los nuevos requerimientos del mercado, la Cooperativa Vitivinifrutícola General Alvear adaptó sus estrategias comerciales a las nuevas necesidades de la producción de vinos de calidad e inició así un período de crecimiento.

Otras experiencias

En la década de 1970, la industria vitivinícola atravesó una profunda crisis. Por diferentes motivos, los consumidores se reorientaron hacia otras bebidas, como la cerveza y las gaseosas. Esta modificación repercutió fundamentalmente en la producción de vino de mesa, generando una caída significativa. Esta situación desigual aún se mantiene: en el año 2010, la composición del mercado de bebidas alcohólicas ubicó a la cerveza en la cima, con el 65,7% del total. Le siguen el vino (32,3%) y los destilados, con un 2%.
Actualmente, para impulsar y fomentar la producción agropecuaria del departamento, desde la Dirección de Agricultura de General Alvear se promueven diferentes programas y proyectos que ayudan a fortalecer el arraigo rural de los productores de uvas y otras frutas, utilizando como principal herramienta el modelo asociativo de gestión.

«Hace más de cuatro décadas, la mayoría de los productores estaban cooperativizados -recuerda Carlos Oyhernart, director de Agricultura alvearense-. Por diferentes motivos, malos gerenciamientos y gobiernos negligentes, se perdieron varias cooperativas porque los dueños de las pequeñas fincas habían quedado cautivos de los grandes industriales. Por otro lado -prosigue-, hubo quienes no veían con buenos ojos el modelo solidario de gestión, pero hemos logrado que se comprenda que la cooperativa es la única salida para el productor, ya que la mayoría son minifundistas», explica el funcionario.
Uno de los casos que se viene desarrollando con éxito es el de la Cooperativa Vitícola y Frutícola Grupo 11, impulsada por la Dirección con el objetivo de generar oportunidades y la integración de finqueros. «Antes procesábamos las uvas a cuenta de terceros en una bodega privada. Ahora la asociación cooperativa nos da muchos beneficios, como la compra conjunta de insumos y una mejor defensa de nuestra producción en el mercado», cuenta Héctor Cordero, productor y miembro de la cooperativa.

Mientras recolecta ciruelas bajo el radiante sol mendocino del mediodía, Héctor comenta que la vendimia concluye a fines del mes de abril y que en mayo comienza la poda y todas las labores necesarias para la cosecha del siguiente año. «El trabajo en la finca no termina nunca -agrega Marcelo Pérez, presidente de Grupo 11-. Para llegar al embotellamiento del vino o el secado de las ciruelas, hay todo un año de trabajo atrás», agrega el productor.
La Cooperativa Grupo 11 de General Alvear, como su denominación lo expresa, reúne a 11 productores de la zona que se juntaron para elaborar vinos y procesar ciruelas de manera agrupada, optimizando, de este modo, recursos y ampliando su capacidad

de negociación y comercialización. Con poco más de un año y medio de
existencia, la entidad lanzó su propia marca, cosechó y secó más de 2 millones de kilos de ciruelas y procesó un millón y medio de uvas. «Nos juntamos para que valga nuestra producción, no es lo mismo ir a ofrecer nuestras uvas de manera individual que hacerlo todos juntos», refuerza Pérez.

En los últimos años se implementaron políticas a nivel nacional para impulsar la industria vitivinícola, que apuntan a la tecnificación y al fortalecimiento del sector. En paralelo a este proceso, en los últimos 15 años se han generado importantes avances en el mejoramiento de la calidad de los vinos, tanto por el cuidado de los varietales de base como en los procesos tecnológicos, el envasado en origen y los nuevos sistemas de comercialización.

La transformación en el consumo llevó al desarrollo de una nueva relación cultural entre consumidores y productores. Se desplegaron diferentes estrategias para promover a la industria: el estímulo del turismo cultural y enológico, y la creación de itinerarios que recorren lugares y establecimientos, iniciativa que, además, revalorizó y recuperó antiguas fincas y bodegas y le dio nuevo impulso a los pueblos viñateros.

En la búsqueda de nuevas experiencias y de viajes con gran valor agregado, el turismo del vino se presenta como una alternativa válida en la Argentina para maridar la belleza del paisaje con los vinos y la gastronomía de cada región. Si bien este auge turístico no se estableció con fuerza en General Alvear, no deja de ser una propuesta latente para los productores locales.

Silvia Porritelli
Fotos: Eduardo Dolengiewich

www.acciondigital.com.ar

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