La mujer latinoamericana. Lucha emancipadora e identidad nuestroamericana | Centro Cultural de la Cooperación

La mujer latinoamericana. Lucha emancipadora e identidad nuestroamericana

Autor/es: Ana María Ramb

Sección: Crónicas

Edición: 9/10

Español:

Se presenta la jornada de intercambio y debate de un grupo de mujeres latinoamericanas que tuvo lugar el pasado 1º de junio en el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini. El evento tuvo como marco los acuerdos culturales entre los países del ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América) y el CCC, y contó con el auspicio de la Secretaría de Cultura de la Nación, dentro de las conmemoraciones del Bicentenario de la Revolución de Mayo.


Éste fue el eje de la jornada de intercambio y debate que tuvo lugar el pasado 1º de junio en el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini. El evento tuvo como marco los acuerdos culturales entre los países del ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América) y el CCC, y contó con el auspicio de la Secretaría de Cultura de la Nación, dentro de las conmemoraciones del Bicentenario de la Revolución de Mayo.

La convocatoria

El doble objetivo radicó en realzar la memoria de mujeres comprometidas con su tierra y su tiempo, para hacer visible su labor de concientización, militancia y trabajo cotidiano en defensa de las ideas de justicia e igualdad y, al mismo tiempo, para estimular el debate sobre el papel que desempeña la mujer en la sociedad actual en temas tales como integración latinoamericana, salud, violencia, trabajo y empleo, participación política y comunicación.

Ese 1º de junio estaban aún muy frescos los festejos que en mayo último se sucedieron a lo largo y ancho de nuestro país, con una multitudinaria participación popular e iniciativas de un alto nivel político y cultural. Fue una inmejorable ocasión para resignificar nuestra identidad como argentinos y argentinas, que es plural y, por ello, rica y diversa, jamás cristalizada en el tiempo, sino siempre en formación. Fue propicio también reconocernos como ciudadan@s de Nuestra América, con una revalorización de las comunidades de los pueblos originarios que la conforman, y con los migrantes de pueblos hermanos que vienen a la Argentina para aportar su trabajo y sus mejores afanes, tal como lo hicieron aquellas oleadas inmigratorias europeas de fines del siglo XIX y buena parte del XX.

Durante aquellos días de mayo de 2010, la Historia con mayúscula atravesó en forma sensible nuestras pequeñas historias. Superando los clichés monumentales de la vieja “Historia oficial” cultivada por la alta burguesía, y los de la “Historia anticuario” o de archivo, que se remite a registrar y conservar datos, la Historia de los pueblos nuestroamericanos nos apeló y conmovió. Marcada a fuego por el yugo de siglos de opresión, y  ávida por continuar el camino de la emancipación, nos recordó que aquel primer grito de libertad de 1810 en las colonias del Plata no fue un hecho aislado. Un año antes en Chuquisaca, y durante el mismo 1810 en Caracas, Bogotá, Quito, Santiago de Chile, Dolores en México, los pueblos se fueron levantando contra el imperio español, en sintonía con la revolución de los esclavos en Haití, pionera en nuestro continente, ante la poderosa Francia de 1804.

A lo largo y ancho de esta generosa geografía americana, se multiplicaron los movimientos de rebelión. El imperio colonial español se encontró con el valor sin claudicaciones y el sacrificio silencioso de miles de mujeres y hombres que, siempre que la patria los requirió, dejaron a un lado sus necesidades y dolores para entregarse de pleno al proyecto de liberar a nuestros pueblos. La Historia registra con justicia el nombre de sus grandes conductores: José de San Martín, Simón Bolívar, Bernardo de Monteagudo, Antonio José de Sucre, José Francisco Morazán, Benito Juárez, entre muchos que forjaron e intentaron asegurar esa primera independencia. Micaela Bastidas y Bartolina Sisa, heroínas de movimientos anticipatorios del siglo XVIII, más Juana Azurduy, Manuela Sáenz, Mariana Grajales en el XIX, estuvieron a la par de esos líderes en la línea de combate. Junto a las lideresas, es legítimo incluir miles de historias de sacrificios y dolores indecibles de tantas otras mujeres, bravas luchadoras anónimas en pos del bien común de millones de latinoamericanos. A todos ellas rindióseles homenaje en el encuentro, inspirado en la percepción de que la lucha ha sido y es incesante y colectiva, y de que esta independencia que festejamos en 2010 es apenas el primero y glorioso capítulo. De una de las mentes más brillantes que iluminaron la ruta a nuestros pueblos, surgió la noción de una segunda independencia; hablamos del poeta y revolucionario cubano José Martí, quien, en la 1ª Conferencia Panamericana de 1889-1890 en Washington, ya señalaba:

De la tiranía de España supo salvarse la América española; y ahora, después de ver con ojos judiciales los antecedentes, causas y factores del convite, urge decir, porque es la verdad, que ha llegado para la América española la hora de declarar su segunda independencia.

Participantes

Participaron del debate destacadas personalidades femeninas de la política, la lucha social, las artes y letras, la investigación académica y la comunicación. Nombraremos a algunas de ellas: Fanny Edelman, presidenta del Partido Comunista Argentino; la periodista y escritora Stella Calloni; las legisladoras de la ciudad de Buenos Aires María José Lubertino y María Elena Naddeo; Lía Méndez por el Partido Humanista; Graciela Romanelli, Leticia Sosa y Nita Silvestrini por el Partido Solidario; Elsa Bruzzone, secretaria del CEMIDA (Centro de Militares por la Democracia); Beverly Keene por Diálogo 2000; Rina Bertaccini por el Mopassol (Movimiento por la Paz, la Soberanía y la Solidaridad entre los Pueblos); Lidia Fagale, secretaria general adjunta de la UTPBA (Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires) y responsable del Observatorio de Medios de ese sindicato; Graciela Rosenblum por la LADH (Liga Argentina por los Derechos del Hombre); Sonia López, directora general de Presupuesto Participativo de la ciudad de Corrientes; la psicóloga y escritora Liliana Heer, participante de Carta Abierta; la socióloga Leticia Maronese, secretaria general de la Comisión Honoraria para la Preservación del Patrimonio Histórico Cultural de la Ciudad de Buenos Aires; Matilde Alejandra Mercado, socióloga, catedrática, ensayista e investigadora.

La presencia internacional estuvo constituida por María Fernanda Espinosa Garcés, ministra de Coordinación de Patrimonio de Ecuador; Magdalena Cajías, ex ministra de Educación y Cultura de Bolivia; y la filósofa e historiadora cubana Isabel Monal.

Taller y panel

Reunidas por la mañana en una sesión de taller, treinta y cinco mujeres analizaron los temas indicados al principio, e hicieron aporte de sus experiencias y proyectos activos frente a la hora actual. Se constituyeron en dos grupos, coordinados por Paula Topasso y Malena Ladizesky. Como ciudadanas de Nuestra América, no sólo las invitadas, sino varias participantes argentinas denunciaron junto a ellas la militarización imperialista de los EEUU en la región, materializada con la presencia de tropas en bases militares concedidas por gobiernos sumisos a los dictados de los centros de poder. Desde lo semántico (que también es político), se instó a no escatimar la aplicación del adjetivo “imperialista”. Y se citó la recomendación de Evo Morales, presidente de Bolivia: “Es preciso consultar a los pueblos sobre las bases y sobre el cambio climático”. Se observó que, ante la avanzada imperial, va en aumento el número de mujeres involucradas en el tema de la militarización; ellas inventan nuevas formas de lucha y resistencia.

En ese horizonte, también se incluye la lucha de la mujer por la paz mundial, de nuevo bajo amenaza. Tal responsabilidad política y humana no es inédita entre las mujeres, sino que tiene nobles antecedentes en las luchas contra el fascismo en ascenso, en la Guerra Civil Española, en los años previos a la Segunda Guerra Mundial y durante la misma; y más allá, durante la Guerra Fría, y en su participación en los organismos de defensa de los Derechos Humanos en nuestra región, asolada por dictaduras genocidas.

En el panorama global, América Latina se perfila como lugar de resistencia y lucha, lugar de genuinas expectativas de cambio y, por qué no, como la gran esperanza del mundo. A la vez, es el continente donde se concentra la mayor injusticia y desigualdad entre ricos y pobres, y donde se evidencia con nitidez que la pobreza es mujer. Un contraste que es un desafío para la reflexión y la praxis. En respuesta a esa mayor concentración de la riqueza aparecen construcciones como la Unasur y el ALBA, integrados por países que aspiran a otros modelos, con una economía al servicio del ser humano.

Entre tanto, la “Nueva Derecha” no permanece impasible. Está en recomposición en nuestros países, y pone en juego nuevas tácticas, donde los llamados medios de comunicación, en realidad, fungen como instrumentos para la modelización de la opinión pública y la continuidad de una cultura patriarcal y colonizada. La presencia de una mujer en la cabeza del gobierno de Costa Rica no debe inducir a engaño; la Nueva Derecha sabe despojarse en algunos casos de viejos prejuicios para elegir a sus cuadros más hábiles, convencidos y convincentes. Estas realidades, y la usurpación espuria de reivindicaciones del campo progresista, obligan a un gran esfuerzo epistemológico y político de resignificación, para contrarrestar los discursos y prácticas que se generan desde el poder.

Las mujeres latinoamericanas vienen incorporando una visión transversal de género en distintos ámbitos, disciplinas y actividades, en ocasiones con luchas visibles y heroicas; en lo cotidiano, con la persistencia de la gota de agua que horada la piedra. Pero, inmersas en relaciones de clase y sin percibir su necesidad de organizarse, en un nutrido sector de las clases menos favorecidas, mujeres hay que no siempre tienen claro el empoderamiento de los derechos, y no se sienten con capacidad jurídica para reclamar. Y cuando conocen sus derechos, pueden descubrir que hay una diferencia abismal entre, por un lado, la igualdad de derecho en la letra de la ley y, por otro, la práctica cotidiana. Esto se observa sobre todo en las denuncias por violencia familiar (rechazadas por funcionarios policiales que envían a casa a la víctima), y en el ámbito laboral, en el que la consigna “a igual trabajo, igual salario”, es todavía eso: una consigna. Y qué decir de la economía del cuidado –de hijos, padres y enfermos–, todavía sobre los hombros de la mujer, en forma tal que libera al hombre y a la sociedad de ese tipo de asistencia. Por otra parte, en el ámbito académico, donde veinte años atrás era arduo incorporar una visión de género, también hoy quedan, como remanente, ciertas exclusiones sexistas.

En materia de derechos reproductivos y de igualdad de género, es preciso un abordaje regional. Reconocer el derecho de la mujer a decidir sobre su propio cuerpo. Reivindicar el derecho a acceder a los adelantos científicos, a las últimas tecnologías, por parte de las mujeres de las clases más modestas. Problematizar el uso exclusivo y excluyente de patentes de medicamentos y métodos anticonceptivos.

La descolonización cultural es tarea de todos los días, como afirmación de la propia identidad y de la interculturalidad en un mismo país, con una revalorización del sentido comunitario de nuestros pueblos originarios. Tarea que corre pareja y paralela a la afirmación de la noción de par en la lucha política, y a la equiparación de niños y niñas en la educación, el trabajo y la cultura.

Contra la permanencia de una cultura sexista –dentro de un sistema androcéntrico, patriarcal, capitalista y dependiente–, a la que se agregan, para potenciarla, nuevas colonizaciones culturales, se imponen nuevas tácticas y estrategias. Por ejemplo:

  • Ejercer el pensamiento crítico aun en procesos de cambio, incorporando una mirada transversal en las nuevas construcciones. Abordar la emancipación de nuestros pueblos con sentido amplio, incorporando formas alternativas y auténticamente progresistas de hacer política.
  • Tomar conciencia de que la participación de la mujer es parte esencial en la batalla cultural. Floreal Gorini hablaba de la centralidad de la cultura en la batalla de ideas.
  • Hacer militancia en la subjetividad, hasta constituir una nueva. Sustentar a la unidad desde una pluralidad de miradas. Rectificarse y crecer, superar localismos. Al mismo tiempo, tender a la territorialización de los liderazgos obtenidos por las mujeres.

Coordinado por la Lic. Valeria Mutuberría, en la tarde de ese mismo 1º de junio tuvo lugar un panel con la participación de las invitadas de las tres repúblicas hermanas, y de las argentinas Stella Calloni y Solana López, a lo largo del cual se profundizaron los temas tratados en el taller de la mañana, y se cruzaron experiencias de género, profesionales y de gestión.

Conclusión

América Latina es hoy sujeto de su propia historia. En ella, las mujeres son sujetas de derecho y tienen un papel protagónico en los procesos de cambio social y político. Sus luchas por incorporar una mirada transversal de género en los distintos campos, y por la supresión de opresiones y explotaciones de género, se imbrican en las demandas a favor del conjunto de los oprimid@s y excluid@s del modelo sociopolítico, y de este modo son más amplias, ricas y abarcativas, y con horizontes de más largo alcance.

Compartir en

Desarrollado por gcoop.