El lugar del lenguaje en La Señora Macbeth de Griselda Gambaro | Centro Cultural de la Cooperación

El lugar del lenguaje en La Señora Macbeth de Griselda Gambaro

Autor/es: Lydia Di Lello

Sección: Palos y Piedras

Edición: 3

Español:

Este trabajo se propone el análisis de La Señora Macbeth de Griselda Gambaro a la luz del texto canónico de William Shakespeare. Según Lydia Di Lello, el texto analizado es una de las reelaboraciones más interesantes que se han hecho del clásico shakesperiano, así como una muestra más de la lucidez con la que su creadora indaga sin concesiones la condición humana. Por eso propone un análisis a partir del cuál se puede apreciar cómo el reposicionamiento dramático del personaje construido por Gambaro ilumina dimensiones desconocidas en su antecedente shakesperiano.


Este trabajo se propone el análisis de La Señora Macbeth de Griselda Gambaro a la luz del texto canónico de William Shakespeare.

¿Qué decir de Griselda Gambaro que no digan sus obras? Y hablo de piezas que hicieron historia en la dramaturgia nacional, como Real envido, La malasangre, Puesta en claro, Antígona furiosa, El desatino, El campo, Nada que ver. Esta misma enunciación, con sus omisiones arbitrarias, no alcanza a esbozar siquiera su dramaturgia.

No me queda, pues, más que optar. Elijo, entonces, aquellas creaciones que son relecturas de obras clásicas de la cultura occidentali. De hecho, La Señora Macbeth es una de las reelaboraciones más interesantes que se han hecho del clásico shakesperiano.

Lo que originó esta presentación es la fascinación que me produjo su lady Macbeth, una muestra más de la lucidez con la que esta creadora indaga sin concesiones la condición humana. Es notable cómo el reposicionamiento dramático de este personaje ilumina dimensiones desconocidas en su antecedente shakesperiano.

Macbeth más allá de la tragedia

La tragedia de Macbeth shakesperiana fue escrita en 1606 y publicada en 1623. La fuente principal de Shakespeare fue The Chronicles of England, Scotlande, and Irelande (1577) de Raphael Holinshed, que se basó a su vez en Historia Gentis Scotorum (Historia de los escoceses) de Hector Boece (París, 1527).

El rey escocés de las Chronicles reinó durante diecisiete años y cometió innumerables crímenes. Las tres brujas aparecían allí sin despliegue de fantasmagorías, como “las diosas del destino” dotadas del don de la profecía por su ciencia nigrománticaii.

Esta versión oscura no parece compadecerse con la realidad histórica. Los historiadores afirman que el verdadero Macbeth fue un monarca popular que accedió legítimamente al trono. Él y su esposa Grouch Inge Boite reinaron en Escocia entre 1040 y 1057. Grouch había estado casada con el virrey de Moray, con quien tuvo al menos un hijo. Luego de que su marido fuera asesinado, se desposó con Macbeth, con quien no tuvo hijos. Ambos residieron en el castillo de Dunsinane. El 14 de agosto de 1040, Macbeth mató a Duncan no arteramente, sino en batalla y expió esta muerte con un peregrinaje a Roma.

La imagen envilecida de Macbeth se debería a Boece que, en su Historia Gentis Scotorum, lo habría denigrado para complacer a su mecenas, el rey Jacobo V de Escocia, con el fin de exaltar a un hipotético antepasado del monarca, Banquo.

De la lady a la señora

En el texto clásico, lady Macbeth aparece como la coprotagonista. Es un personaje fundamental en la trama, pero estructuralmente lateral. Aparece en las escenas V, VI y VII del acto I; en las escenas II y III del acto II; luego en la II y IV del acto III. No vuelve a presentarse sino hasta el acto V (escena I), en que desaparece definitivamente. En la escena IV del acto V, Macbeth se entera por su escudero que la reina ha muerto.

A pesar de lo esporádico de estas apariciones en la obra, lady Macbeth está instalada en el imaginario colectivo casi como un mito. Este personaje teatral ha atravesado cuatrocientos años para configurar la imagen misma de la mujer fálica.

El sesgo de ese casi mito es el de la instigación. No comete el asesinato de Duncan con sus propias manos, pero induce las acciones de Macbeth. Y lo sostiene cuando flaquea.

Griselda Gambaro capturó ese perfil y le dio otro giro. En su La Señora Macbethiii, sigue la línea argumental del texto shakesperiano, pero desvía la mirada hacia la verdadera protagonista de la historia. Su lady Macbeth es el personaje central y asume la totalidad de la articulación de la pieza. Ella encarna la tragedia.

La obra canónica, con su multiplicidad de personajes, se condensa aquí en una intriga tejida entre los elementos más pregnantes del drama. Esto es, lady Macbeth y las brujas, que funcionan como criadas-interlocutoras y que, a manera de coro, la rondan y la confrontan permanentemente con las acciones de su marido.

Esta red femenina sólo es interrumpida por la aparición del fantasma de Banquo. Esta interrelación con las brujas y con Banquo es absolutamente original de Gambaro, dado que en la pieza clásica estos personajes no entran en contacto. Señalemos al pasar este cruce con lo fantasmático.

Puesto el foco sobre la mujer, la dramaturga crea un personaje de un espesor de enorme dramaticidad. Esta amplitud puede ser abordada desde múltiples ejes posibles. Estos incluyen, entre otros, la singularidad del lenguaje, la sexualidad/esterilidad, el lugar de la víctima cómplice, la relación con el espacio, el personaje en la voz de los otros, las acciones físicas y las acciones verbales, el teatro dentro del teatro, el poder. Por ahora, me ceñiré a la cuestión del lenguaje.

En el análisis del lenguaje pondré el acento en los discursos divergentes, la tipología de los decires, el lugar de la locura, el fantasma de la voz y el no lenguaje.

Discursos divergentes

En su escritura, Gambaro utiliza un material precioso: los textos de Shakespeare. Reproduce algunos, modifica otros y arma esta tragedia Otra, la de la mujer del asesino.

Mi propuesta es indagar cómo está construido el discurso de La Señora Macbeth, analizando los modos en los que los fragmentos shakesperianos aparecen en la obraiv.

En este cotejo, inesperadamente, el discurso de la señora Macbeth no se parece al de lady Macbeth. Es el decir masculino de Macbeth el que está detrás de los dichos de la ahora protagonista central.

En este sentido, es fundamental señalar que Macbeth es una presencia en ausencia en la obra de Griselda Gambaro. No está. No hay cuerpo presente. Y, a la vez, está siempre ahí a través de su mujer, que es la que le pone cuerpo a la voz de Macbeth.

En otras palabras, Macbeth, estando físicamente ausente, está siempre presente. Y la señora Macbeth, estando siempre en escena, es la verdadera ausente.

La señora Macbeth es una mujer hablada. Su interioridad es sólo un vacío. Vacío que es ocupado por las palabras de su marido.

En el texto canónico, lady Macbeth tiene un decir autónomo. Este rasgo, que pareciera ubicarla en el extremo opuesto al de La Señora Macbeth, no resulta tan transparente como parece. Si nos aventuramos a un juego de disonancias y consonancias entre lady y señora, hay un elemento fundamental que las une más allá de lo aparente, un tronco común a partir del cual ambas emprenderán caminos muy diversos.

Me refiero a la primera aparición de la lady Macbeth shakesperiana, expresado así en las didascalias: “Entra lady Macbeth leyendo una carta”. Se trata de la misiva de Macbeth relatando el encuentro inicial con las brujas. Esto es, la primera palabra que sale de la boca de lady Macbeth es un ponerle voz a lo escrito por su marido. En esto coinciden señora y lady Macbteh, ya que la primera imagen es la de una mujer con la boca llena de las palabras de su marido.

Ambas leen la carta de Macbeth en la que éste hace referencia al destino profetizado:

¡Salve rey que serás! He creído bueno enterarte de esto, mi muy querida compañera de grandeza… (La tragedia de Macbeth, acto I, escena V, y La señora Macbeth, escena 1).

Desde aquí, se abren dos espacios diferentes. Lady Macbeth interviene en la potencial grandeza de su marido:

…y tú debes dejar a mi cuidado la gran tarea de esta noche, que habrá de dar a todas nuestras noches y a todos nuestros días por venir el poder y el dominio soberanos (La tragedia de Macbeth, acto I, escena V).

La señora Macbeth, en cambio, se ilusiona pensando que la buena nueva se dirigió a ella; ¡A mí, su adorada!, dice. Las brujas se encargan de ponerla en su lugar:

Lady M.: …me llamó su muy querida compañera de grandeza.

Las brujas: La de él…

Después de este momento inaugural se dividen las trayectorias de ambos personajes. La lady Macbeth shakesperiana impondrá su voz:

Lady Macbeth: Venga para que vuelque en tus oídos mi coraje y para que mi lengua, con su valor, azote todo aquello que te aleje del círculo de oro con que parece ya te han coronado el hado y las fuerzas naturalesv.

Es ella la que le pone acción a la inacción masculina. Inversamente a esta manifestación de poder, la Señora Macbeth tiene el lugar de la no palabra o, más bien, la sujeción al decir del marido. He aquí varios ejemplos:

Lady M.: Yo no pienso nada, se lo dejo a Macbeth que lo hace por los dos (La Señora Macbeth, escena 1).

Corro tras tu ambición para no retardarme, como corre una perra tras su dueño a caballo. […]…y me miró como si yo fuera su cómplice, pero yo no había pronunciado palabra.

Bruja 1: No importa estar muda, señora. Él te dirá a su hora las palabras que quiera escuchar… Tu lengua será un espejo de su lengua. […)

Lady M.: Lo amo a él, tan cobarde como para tener miedo de mis palabras y ponerme sólo las suyas en la boca.

Bruja 1: No tendrás más remedio que pronunciarlas. Harás tuyas sus intenciones (La Señora Macbeth, escena 2).

Una tipología de los decires

Hay tres modos del decir de Macbeth en boca de la señora Macbeth.

Modo de la repetición.

La protagonista se refiere a lo que ha dicho su marido, repitiéndolo.

La tragedia de Macbeth

Macbeth: Me pareció que oí una voz gritando: ¡No duermas más! ¡Macbeth asesina al sueño! (Acto I, escena VII)

La señora Macbeth

Lady M.: …Macbeth saltó del lecho. Dijo: Me pareció que oí una voz gritando: ¡No duermas más! ¡Macbeth asesina al sueño! (Escena 6)

Modo de la reelaboración.

La heroína se hace eco de las ideas de su marido, modificando ligeramente la expresión.

La tragedia de Macbeth

Macbeth: …llegó el impulso de mi amor violento más allí que la razón cavilosa… (…) Yace aquí Duncan, con su piel de plata galonada con su dorada sangre… (…)…allá los asesinos empapados en los colores de su oficio y, rudas, sus dagas enfundadas en los coágulos. ¿Quién hubiera podido contenerse? (Acto II, escena III)

La señora Macbeth

Lady M.: …Macbeth dio muerte a los guardias, indignado, fuera de sí, implacable en su dolor, al ver que compartían en ropas y dagas la sangre del rey. ¿Cómo resistir el impulso de su amor violento, ¡morir el rey y sus asesinos vivos!, quién hubiera podido contenerse? ¡Cierto, cierto! Son las palabras de Macbeth y nadie dude. ¡Son mis palabras! Las… (duda) mías… (Escena 3).

Modo de la apropiación.

Son citas textuales de las palabras de Macbeth, dichas como propias por la señora Macbeth.

La tragedia de Macbeth

Macbeth (Hablando con el médico): ¿Acaso no podéis sanar la mente enferma, arrancar una angustia arraigada en la memoria, y con un dulce antídoto de olvido alivianar ese cargado pecho de materia tan peligrosa como la que pesa sobre su corazón?

Doctor: En estos casos el paciente debe ayudar a su propia mejoría (Acto V, escena III).

La señora Macbeth

Lady M. (Se oyen quejidos): ¿Acaso no puede sanar la mente enferma, arrancar una angustia arraigada en la memoria, y con un dulce antídoto de olvido alivianar ese cargado pecho de materia tan peligrosa como la que pesa sobre su corazón?

Bruja 1: En estos casos el paciente debe ayudar a su propia mejoría (Escena 6).

El lugar de la locura

Si bien desde una perspectiva analítica esta tipología es pertinente para clasificar los decires de Macbeth en la señora Macbeth, en rigor los tres modos no expresan sino grados en los que el lenguaje del primero habita el cuerpo de la protagonista.

Pero hay un lugar donde la señora Macbeth ya no es dicha por su marido: es el lugar de la locura.

Volvamos al procedimiento de confrontar el texto de William Shakespeare con la mirada sesgada de Griselda Gambaro. Veamos cómo la señora Macbeth repite ya no a Macbeth sino a lady Macbeth.

La tragedia de Macbeth

Lady Macbeth: El barón de Fife tenía una esposa; ¿dónde está ella ahora?...

(…) Aquí queda aún el olor de la sangre: todos los perfumes de Arabia no podrían perfumar esta pequeña mano.

(…)…vamos, vamos, vamos, dame la mano. Lo que está hecho no puede ser deshecho (Acto V, escena I).

La señora Macbeth

Lady M.: Macduff tenía una esposa.

¿Dónde está ella ahora?

(…)… ¡aún queda aquí el olor de la sangre! Todos los perfumes de Arabia no podrán perfumar esta pequeña mano…

(…) Lo que está hecho no puede ser deshecho (Escena 6).

También aquí hay una apropiación, sólo que una voz femenina se apropia de otra. No es casual que esta confusión entre lady Macbeth y señora Macbeth aparezca justo después del silenciamiento de la yo misma que trataremos a continuación.

El fantasma de la voz

En el discurso cerrado de esta mujer se abre una grieta. Cuando ella se atreve a mirar oblicuamente el espejo, su imagen se resquebraja y lo que aparece es una voz, la voz propia que quiere ser dicha. Es la voz de un discurso autónomo que permanece encerrada, asfixiándose en el pecho de la protagonista:

…una voz me llama para obligarme a salir de mí misma… (…) estuvo acallada tanto tiempo como para creer que no existía (escena 6).

Ésta es una voz que no reconoce como propia, un cuerpo extraño, un delirio. Se pregunta:

¿Deliro? Ah, sí, ésta es mi lengua, no la lengua de Macbeth (escena 6).

Hay un juego de tensiones entre la mujer ausente, poseída por las palabras de su marido, y esta yo misma cuya voz pugna por salir. Éste es un momento clave donde se decide el destino del personaje. En este juego, la voz que desea, pero que no reconoce, termina aniquilada. Es la voz de la extranjera.

…¡Fuera, traidora a Macbeth!... No te dejaré hablar (escena 6).

Hay aquí lo que yo considero un primer final. Es la muerte simbólica que antecede a lo que será la muerte real de la protagonista que, con su último aliento, invoca nuevamente a su marido.

Un no lenguaje

En este recorrido por los diferentes decires prestados de La señora Macbeth, en este ir desmontando el discurso, en este rastrear desde dónde el personaje de Griselda Gambaro arma su decir, llegamos al mayor grado de despojamiento. Me refiero al “graznido” de la señora Macbeth cuando llama a su marido.

A propósito de esto es interesante retrotraerse una vez más al Macbeth de Shakespeare, puesto que allí hay un juego de contrastes que tiene que ver con las imágenes de la golondrina y el cuervo. La golondrina aparece evocada por Banquo como ave luminosa, generadora de vida (La tragedia de Macbeth; acto I, escena VI). En tanto que lady Macbeth utiliza la imagen del cuervo para describir la llegada del rey Duncan al castillo:

Ronco está el propio cuervo que graznó la fatídica entrada del rey Duncan por debajo de mis murallas… (Lady Macbeth; acto 1, escena 5).

El cuervo emite un graznido y la señora Macbeth grazna cada vez que grita el nombre de su marido. Esto ocurre apenas se inicia la pieza, cuando las brujas anuncian la llegada de Macbeth.

Lady M. (Se oye su voz. Grita el nombre de Macbeth con un graznido insólito, animal): ¡Macbeth! ¡Macbeth! (La señora Macbeth; escena 1).

Poco después, mientras se prepara el banquete, la dramaturga indica la misma distorsión en la voz:

Lady M.: … ¿y dónde está Macbeth? ¡Que viva su felicidad junto a mí! (Sale, graznando como un animal:) ¡Macbeth! ¡Macbeth! (La señora Macbeth; escena 1).

Lo mismo ocurre frente al fantasma de Banquo:

Lady M.: …Llamaré a Macbeth y verás (grita con su graznido animal) ¡Macbeth! ¡Macbeth! (La señora Macbeth; escena 4).

En la última escena, ante el cadáver de la protagonista, una de las brujas dice:

Delante del palacio, se amontonarán para gritar (grazna como lo hacía lady Macbeth). ¡Macbeth! ¡Macbeth, que vivirá Macbeth aún! (La señora Macbeth; escena 6).

Esta distorsión de la voz, insistentemente señalada por las didascalias, no hace más que refrendar la idea de la ausencia de un discurso autónomo. La mujer habitada por el lenguaje de su marido, al llamarlo, queda reducida a su animalidad. Recurre al grito como pura voz despojada del valor simbólico de la palabra. O, mejor dicho, cae la condición polisémica de la palabra y queda un único sentido posible para la señora Macbeth: el nombre de su marido.

Coda

El lenguaje distribuye lugares. Al final, la señora Macbeth quedó sin lugar. Tuvo una oportunidad, pero la desechó. En la yo misma rechazada hubo un deseo hecho cuerpo que ella eligió no asumir. Quedó reducida a ser un mero soporte de la palabra de otros, como en una pintura la tela es el soporte de las imágenes.

Griselda Gambaro tejió una rica trama de textos tomados literalmente del original, textos reelaborados y textos propios. El momento más intenso es cuando la señora Macbeth comprende, siquiera precariamente, que el discurso de su marido es un discurso otro. Pero no sabe hacerse su lugar. En este descentramiento está la fuerza dramática de La señora Macbeth, precisamente allí donde se aparta de Shakespeare.

Buenos Aires, mayo 25, 2008


Bibliografía

  • Dolar, Mladen, Una voz y nada más, Manantial, Buenos Aires, 2007
  • Gambaro, Griselda, La señora Macbeth, Norma, Buenos Aires, 2006
  • Garrote, Pablo, Lacan, entre el arte y la ideología. El nudo de la letra, la música y la voz, Quadrata/Grupo Editor Montressor, Buenos Aires, 2004
  • Luque, Alberto, Filosofía y Tragedia en Shakespeare, en Espéculo.
  • Revista de Estudios Literarios, Universidad Complutense de Madrid, en www.ucm.es/info/especulo/numero14/shakesp.html

  • Poizat, Michel, La voz en la ópera en Zafiropoulos, Markos (ed.), Aspectos del malestar en la cultura, Manantial, Buenos Aires, 1989
  • Shakespeare, William, La tragedia de Macbeth, traducción de Idea Vilariño, Losada, Buenos Aires, 1995


Notas

i Próximamente, me ocuparé del análisis de La casa sin sosiego de Griselda Gambaro y L’Orfeo de Claudio Monteverdi.

ii Luque, 2000.

iii La primera edición de esta obra es de octubre de 2003, y estuvo a cargo del Grupo Editorial Norma. Fue estrenada en el Centro Cultural de la Cooperación bajo la dirección de Pompeyo Audivert, con la actuación principal de Cristina Banegas.

iv Los fragmentos de La tragedia de Macbeth de William Shakespeare utilizados por Griselda Gambaro pertenecen a las traducciones de Guillermo Whitelow (Fondo Nacional de las Artes, Sudamericana, Buenos Aires, 1970) e Idea Vilariño (Losada, Buenos Aires, 1995). Ésta última es la considerada en el presente análisis.

v Las palabras envenenan el espíritu. Del mismo modo, el usurpador Claudio vertió veneno en la oreja del rey Hamlet. Hay aquí mecanismos similares para vehiculizar el mal.

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