La Alianza del Pacífico vs. Integración Emancipadora | Centro Cultural de la Cooperación

La Alianza del Pacífico vs. Integración Emancipadora

Autor/es: Stella Calloni

Sección: Invitado

Edición: 19


Aunque la Alianza del Pacífico ya lleva un tiempo de gestación –más de dos años–, la cumbre realizada en Colombia entre el 20 y el 24 de mayo de este año fue ampliamente promovida, creando una sensación generalizada de que se había dado un paso gigante, y que todos los estamentos de la integración latinoamericana y caribeña (Mercosur, Unasur, Alba, CELAC) debían ponerse a temblar.

Se trataba de la séptima reunión de México, Colombia, Perú, Chile y Costa Rica, en la que, en este caso, se incorporaron algunos invitados más, como Panamá, que también quiere “integrarse”, y otros todos bajo gobiernos derechistas.

Hay que advertir que este encuentro se produjo en un escenario complejo: la crisis de Europa y Estados Unidos,las guerras coloniales en Äfrica del Norte y Medio Oriente, las nuevas estrategias estadunidenses del Asia-Pacífico, para supuestamente “contener” a China, y la incorporación de Venezuela al Mercosur, que se constituye en un sólido bloque. Por todo esto, la nueva Cumbre fue mostrada como una “amenaza” para nuestra región.

Al fijar sus objetivos hace dos años,la Alianza del Pacíficomencionóla necesidad de “profundizar la integración entre estas economías y definir acciones conjuntas para la vinculación comercial con Asia Pacífico, sobre la base de los acuerdos comerciales bilaterales existentes entre losEstados parte”.

En estos momentos también se daba a conocer la fuerte decisiónestadunidense de apresurarsus nuevos diseñogeoestratégicos (Asia-Pacífico) y, además esta séptima Cumbre coincidía con la gran ofensiva de Washingtonen toda la región, con mayor presión sobre Cuba y Venezuela, aunque también están en la mira todos los gobiernos más avanzados y definidos hacia el proceso emancipador.

También coincidió con los anuncios del presidente de Colombia Juan Manuel Santos de manifestarse a favor de un acuerdo con la Organización del Atlántico Norte (OTAN), un tema especialmente sensible en América Latina, en momentos en que esamisma OTAN es utilizada para bombardear países, invadirlos yocuparlos, a costa de miles de víctimasy de la temible destrucción que van dejando.

Afganistán, Irak, Libia, ahora Siria, han sufrido verdaderos genocidios bajo la acción ilegal de la OTAN, que actúa como gendarme de invasiones ilegales y violatorias de todas las leyes, normas y derechos internacionalesy humanitarios.

Por eso, se hace evidente el mensaje que intentan transmitir a una América Latina que proyecta lograren este siglo nada menos que laindependencia definitiva, frustrada antes por la expansión global de Estados Unidos, que desde 1823 , con la Doctrina Monroe, ya había determinado que esta región debía quedar bajo su control y mando.

Y de allí surge la expresión “patio trasero” para identificarnos, como recientemente lo mencionó con absoluta impunidad el secretario de Estado norteamericano John Kerry ante el congreso de su país.

No era difícil interpretar quela coordinada acción mediática para propagandizar la última reunión de los países de la Alianza del Pacífico intentaba demostrar que Estados Unidos consolidaba y ampliaba esta unión, para debilitar la voluntad de integración emancipatoria regional. Se dibujaron ante losasistentes las “enormes posibilidades” comerciales, y se redoblaron las ofertas del “mercado” a pesar de la insoluble crisis que está viviendo el ofertante.

Otro de los objetivos de más largo plazoes la decisión estadunidense de ocupar todo lo que esté a su alcance en las costas del Pacífico,ante el cada día más sobredimensionado “inevitable” conflicto con China.

Es decir: por una parte, dominar América y colocarla bajo su control enun esquema de recolonización geoestratégica, como lo plantea el Plan Colombia nacido con el siglo XXI y, por otra, disputar al gigante asiático la supremacía mundial.

Asimismo, está imponiendo a las naciones de la Alianza del Pacífico su colonialista versión del Área para el Libre Comercio de las Américas (ALCA), proyecto derrotado por aquel inolvidable “NO” de los países del Mercosur en noviembre de 2005, durante la Cumbre de las Américas en Mar del Plata, Argentina.

Ante esa situación, Washington comenzó apresionar a las naciones más débiles para firmar Tratados de Libre Comercio (TLC) bilaterales ysubregionalesque, como se ha visto, se convirtieron en una nueva tragedia para los pueblos, cuyos gobiernos han caído en la tentación de nuevas sumisiones coloniales.

Todos los países de la Alianza del Pacífico han firmado los TLC convenientes para Estados Unidos. Sus resultados se están viendo. Los pueblos se levantan contra las imposiciones, que arrasan con sus culturas, sus vidas, sus alimentos, sus tierrasy tanto más, y la violencia ha regresado.

Sólo basta con mirar México, donde se registran unos cien mil muertos y desaparecidos, desde que firmó con Estados Unidos el Plan Mérida en 2006, y este tomó bajo su mando la dirección de la supuesta “guerra contra el narcotráfico”, y la violencia continúa bajo una solapada injerencia extranjera.

O mirar la situación en Colombia, donde las demandas pacíficas de campesinos, ante las imposiciones neoliberales, derrotadas por los pueblos de América a fines del siglo pasado y comienzos de este, han incrementado la represión y la muerte. El presidente Santos acaba de ordenar la militarización de la capital y el país, para impedir marchas en los últimos días de agosto de este año.

“En las siete deliberaciones de más alto nivel que se han realizado hastaahora -en la Alianza del Pacífico- han prevalecido los debates acerca del impulso al comercio eintercambio de bienes y servicios. En el corazón de la propuesta está laprofundización del modelo neoliberal que tantas penurias ha causado a lospueblos de la región”, señala un análisis publicado en la red Nicaragua Socialista.

Se recuerda que “estas prácticas han permitido abaratar la mano de obra para atraer a las empresas transnacionales, que campean sobre la basede mecanismos de flexibilización laboral que ponen a los trabajadores en condiciones de minusvalía frente a sus empleadores. Asimismo, la explotaciónde los recursos naturales y, en particular, la apertura a las transnacionales energéticas y mineras que extraen sin control las riquezas de la región”, dice la misma fuente.

Esto revela que la tan propagandizada Alianza del Pacífico, al imponer los TLCsólo puede llevar a los pueblos a una situación de enorme precarización, aumentando el poder de las oligarquías ydeterminando la subordinación a la hegemonía del capital transnacional.

Todos sabemos lo que esto significa. Es exactamente lo contrario a la propuesta emancipadora de la integración soberana que han logrando los países de nuestra región, donde no están ni Estados Unidos ni Canadá,

Dispuestos aavanzar en su proyecto, están mostrando la capacidad de resistencia ante la crisis mundial. Los pueblos en el Mercosur, ALBA, Unasur, han logrado avances sociales, mayor empleo, mejor educación, disminución de la pobreza en momentos en que todo esto retrocede en Europa y Estados Unidos.

Esto indica que imponiendo la Alianza del Pacífico, en su estrategia por golpear y destruir la unidad de América Latina, Washingtonestá sembrando contradicciones múltiples que, unidas a los trágicosresultados de sus nuevas guerras coloniales, no auguran un buen futuro a sus proyectos fundamentalistas de control global.

El proyecto confesado de Washington esimponer el ALCA en toda la región y garantizar a las empresas estadunidenses el control de estos territorios que van desde el Polo Ártico hasta la Antártida, “libre acceso, sin ningún obstáculo o dificultad, para nuestros productos, servicios, tecnología y capital en todo el hemisferio”, como lo dijo en su momento Colin Powell, citado también por Nicaragua Socialista.

“Durante las próximas décadas estaremos poniendo nuestro enfoque en las regiones donde vemosmayores oportunidades, y en realidad no tenemos que buscar más allá delcontinente americano. No existe otra región en el mundo que contribuya más a la prosperidad de Estados Unidos”, ha dicho el vicepresidente Joe Biden, a su paso por Colombia.

La Alianza del Pacífico no trae beneficio alguno para los pueblos de los países que la constituyen. Además, hay otras consecuencias, comola imposición de acuerdospara instalar más basesmilitares en el Pacífico (la del sur de Chile es una de las últimas, y las que está construyendo apresuradamente en Panamá), para sus fuerzas navales, “enparticular para el tránsito de sus portaviones que llevan armas nucleares". Washington está jugando con fuego en América Latina.

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