El Circuito Cultural Marcos como un entramado y un territorio de lo posible | Centro Cultural de la Cooperación

El Búho y la Alondra

El Circuito Cultural Marcos como un entramado y un territorio de lo posible

Autor/es: Ana Inés Heras, Claudia Ricca, Julio Colantoni

Sección: Editorial

Edición: Irrupciones, tramas, públicos


Comunidad, barrio, público, auditorio. Nuevos mapas de experiencias que producen espectáculos sin la pasividad de “espectar”. El texto presenta y analiza una serie de intervenciones en las que el habitar en común se entreteje de modos creativos para desestabilizar formas mercantilizadas de explotación del tiempo libre.

Lo público, el público, las audiencias y los entramados de lo posible

El Circuito Cultural Marcos (CCM) busca conectar grupos, organizaciones e instituciones a través del arte y la cultura. A través de esta forma-red, se vinculan quienes quieren ofrecer estas actividades con quienes quieren acceder a ellas. También, el CCM es un conector entre quienes queremos hacer actividades y quienes tienen espacios disponibles y los ponen a disposición. Disponerse, poner a disposición y generar una disposición forman parte de las formas de ser del Circuito. Por este motivo, como en nuestra sociedad no abundan estas formas de generar disposición, a veces, es difícil para el público en general entender de qué se trata la propuesta. A lo largo del tiempo, pudimos ir viendo que se comprende qué es simplemente disponiéndose con el cuerpo a estar ahí, a participar de lo que se ofrece en el CCM y, después de haber participado, a pensar cómo seguir.

Las actividades promueven la interacción comunitaria y crean espacios donde el quehacer autogestionado e independiente parte de organizaciones y personas muy diversas: cooperadoras escolares, grupos de música, institutos de investigación, espacios artísticos y de enseñanza y medios comunitarios, así como personas que se acercan a colaborar ofreciendo su tiempo, energía e ideas, sean o no, ellxs mismxs, artistas, educadores o personas de la cultura. Esto quiere decir que cualquier persona u organización que respete los puntos centrales de nuestro quehacer participa. A menudo ocurren situaciones que no esperamos ni anticipamos: la sorpresa es parte del CCM. Por eso llamamos a nuestro modo de hacer las cosas “el entramado de lo posible” y, en este escrito, queremos entones pensar sobre él. Para empezar, proponemos que se puede definir como lo que aparece (tomando forma) durante el encuentro entre público, organizadores, participantes, artistas y realizadores al efectuar una intervención estética y ética con el CCM.

Fuimos realizando un ejercicio de evocación para escribir, que partió desde esta cuestión del entramado de lo posible para identificar participantes, públicos, audiencias y potencias. Recurrimos a nuestros recuerdos, a algunos escritos que habíamos realizado en otros momentos y a imágenes de nuestras puestas en escena: los recuperamos para ponernos a trabajar en esta escritura. En ese ejercicio de evocación, volvimos a mirar muchas fotos y no pudimos dejar de poner en foco un acento en las miradas que se veían retratadas. Eso es lo que parece que construye esos entres, que van formando el entramado de lo posible. En las miradas que encontramos en las fotografías, vimos direcciones, emociones, afectos, sensaciones. Surgieron así ante nuestros ojos del recuerdo corporal la alegría, el entusiasmo, la intencionalidad y nos volvimos a asombrar: la sorpresa es que nuestra acción colectiva nos transforma cada vez que diseñamos algo y lo ponemos en marcha desde el Circuito. Nos convertimos en actores de nuestro propio presente y futuro, de alguna manera.

Qué nos preguntamos

Al recorrer las fotos, textos y recuerdos, vimos, literalmente y apoyándonos en las imágenes de las fotos y de nuestras evocaciones, que quienes participan de nuestras movidas se posicionan también como actores junto con nosotros. Esta primera cuestión resulta entonces de importancia, justamente si queremos pensar sobre públicos y audiencias: en el quehacer se van modificando las nociones de público, y muchos de los que vienen “a ver” o a “hacer algo” luego van a transformarse en co-participantes. Parece como si la acción sobre lo público en esos momentos se volviera un ejercicio de toma transitoria de un espacio que se vuelve por un rato de todxs lxs que estamos ahí, al armar y desarmar colectivamente esas acciones que nos permiten producir arte, cultura, recreación, educación y fiesta, en un mismo momento y lugar.

En las siguientes secciones, nos proponemos indagar en las características que tiene este tipo de acción colectiva o entramado; cómo podemos pensar las nociones de público-audiencia, realizadores y co-participantes, y qué tiene de novedoso esa participación colectiva y su topografía.

El Circuito es acción sobre los espacios: cambia la topografía

La idea que originó la creación del Circuito fue poder vincular espacios y personas, organizaciones e instituciones, grupos formales e informales, cada uno desde su acción distinta en el barrio. Nos imaginábamos poner a disposición propuestas sensoriales, afectivas y estéticas a todx aquel/la que quisiera acercarse. También, nos imaginábamos actividades donde se pudiera acceder caminando o en bicicleta, es decir, a tracción humana.

La idea original se materializó en el año 2015, a partir de una iniciativa conjunta de una asociación cooperadora escolar (Escuela Marcos Sastre) y una institución autogestionada de la sociedad civil (Asociación Civil INCLUIR). Así nuestro punto “cero” o inicial fueron dos nodos en el mapa: había nacido el CCM.

                          

                                                                

                                                           Imagen 0. Dos nodos iniciales. Intervención visual colectiva del CCM sobre mapa original tomado de internet.

Desde el comienzo, el CCM explícitamente se definió como una actividad comunitaria no mercantil ni mercantilizada, y se planteó que si hacía falta conseguir recursos (materiales de trabajo, transporte, horas de trabajo), se aportarían voluntariamente por parte de cada una de las organizaciones participantes y sus miembros.

A muy pocos meses de andar, se habían sumado varios nodos y el mapa ya se veía así:

Imagen 1. Mapa del Circuito en 2015. Producción colectiva del CCM sobre mapa tomado de internet. Nodos: dos bandas (Vecina Canciones y Profesionales de Otra Cosa), una publicación (Revista Planetario), un restaurante, una escuela de yoga, una asociación civil y la Asociación Cooperadora Marcos Sastre. A lo largo de estos años, ese mapa fue cambiando varias veces. Por ejemplo, más adelante (año 2016) se veía así:

Imagen 2. Mapa del Circuito en 2016. Producción colectiva del CCM interviniendo imagen de internet. Referencias de colores: rojo: cooperadoras escolares; celeste: espacios vinculados al arte y la cultura; rosa fucsia: medios de prensa barriales; amarillo: bandas de música.

El entramado de lo posible, a través del entramado de las miradas y de los cuerpos que lo sostienen, va ocurriendo mientras ocurre. Tomó forma, por ejemplo, a través de contactos de bandas de música del CCM. La Banda ComunA16 tocó en festivales realizados en otros barrios de CABA y, también, en Rosario (Santa Fe) y en San Pedro (Provincia de Buenos Aires). Aunque no estuvieran necesariamente participando en representación del CCM, sí llevaron la lógica de funcionamiento del Circuito de forma implícita: trasladar actividades gratuitas y artísticas a lugares donde anteriormente no había habido posibilidad de hacerlo o donde ya ocurrían ese tipo de actividades, pero donde sumar una propuesta de otra geografía permitía una novedad.

                                                                                                                                     Fotografía 1. Banda ComunA16 en Rosario, 2017.



                                                                                                                                Fotografía 2. Banda ComunA16 en San Pedro, Provincia de Buenos Aires, 2017.

                                                                                          Fotografía 3. Banda ComunA16 en la Feria del Libro y la Palabra, barrio de Belgrano, patio de la escuela pública Liceo 9, 2017.



                                                                               Fotografía 4. Banda ComunA16 en el Festival de Cooperadoras, barrio de Colegiales, en la vereda de la escuela pública Marcos Sastre, 2015.



Al ir andando, no pudimos mantener la consigna de que las distancias fueran solo posibles de recorrer de a pie, ya que muchas actividades se realizan junto con el Circuito, pero también en otros barrios y en otras ciudades. Nuestro espacio inicial se desbordó. Y por eso, sucesivamente, en el mapa continúa habiendo cambios, porque se suman nodos: porque se enteran y vienen a participar y porque traen una propuesta una vez y luego les interesa seguir como co-organizadores permanentes. Además, se retiran nodos en forma permanente: algunos porque cerraron su actividad en el barrio, otros porque no querían sostener una participación sistemática como organizadores y otros porque no quieren terminar de enterarse qué quiere decir participación colectiva. Asimismo, se incluyeron puntos, nodos, personas de otros barrios e incluso de localidades diferentes. Así que ahora estamos construyendo nuestro nuevo mapa… que seguramente dejará de representar al territorio ¡en el mismo minuto en que lo terminemos de hacer!

Ver de nuevo: mirar lo público, al público, a las audiencias y co-participantes. Distintos espacios y niveles.

El registro fotográfico nos permite ver de nuevo y ver lo nuevo (porque aparece algo que antes no vimos). Así nos encontramos con que los actores y artistas se funden con la audiencia que en el espacio público deja de ser estrictamente “público o audiencia” para convertirse en co-participante. También, este movimiento de roles va permitiendo que muchos de los que se acercan por primera vez a una actividad pronto se piensen ya como participantes co-organizadores de una futura actividad, o incluso de esa misma actividad en el transcurso de una tarde.

En las fotos notamos además que el uso del espacio en nuestras actividades es múltiple y tiene muchos niveles: piso, mesas, tarimas, sillas, escenarios (en general, figurados; es decir, están al mismo nivel del piso, pero se crean con una marcación de tiza o una alfombra, por ejemplo). Junto con la concurrencia de niveles, existe una concurrencia de espacialidades distribuidas a lo largo y a lo ancho del sitio donde tiene lugar la actividad. Por lo general, se conforman cuadrados, rectángulos o círculos, como formas en que se distribuyen las diferentes propuestas de las actividades del Circuito, y es en esos territorios inventados, tomados por un rato para que circule el arte y la cultura, que se producen movimientos de cuerpos, emociones y propuestas.

Mirando las fotos, entonces, podemos recordar y fijarnos muy especialmente en cómo se sigue conformando un “nosotros” que hace posible esta propuesta de organización abierta, que incluye a la audiencia y público como co-participantes, y cómo se organiza el espacio, dando lugar a nuevas concepciones de territorio a través de una topología que se va creando mientras hacemos lo que hacemos.

Así, en cada actividad que realizamos, el territorio puede ser otro lugar y se define en ese mismo acto de realización artístico y cultural:

  •     veredas cuando hacemos veredazos donde podemos coser a máquina y bordar a mano, oír música y charlar, comer y pensar;
  •     espacios liminales entre la escuela y la calle, cuando hacemos Mesitas, para pensar sobre la escuela pública que queremos y para inventar ideas nuevas como familias y comunidad barrial;
  •     espacios dentro-fuera cuando hacemos festivales en las escuelas o centros culturales, pero conectados con la calle, donde ponemos en juego vertientes múltiples de expresión con el cuerpo, la palabra, la imagen y la voz;
  •     lugares de reconfiguración cuando pedimos permiso, cortamos la calle y ocupamos la escena... para estar presentes armando un momento comunal.

A continuación las imágenes que elegimos para explicar estas cuestiones.



Fotografía 5. Niñes que miran y hacen, juegan, participan, crean, disfrutan, y muestran a sus padres y madres, padres y madres mirando el hacer de sus hijes.



                                  Fotografía 6. Hijxs que miran a sus progenitorxs en situaciones no habituales, vecinxs que miran, organizadores que miran y hacen, objetos y haceres que son mirados.

                                                                                       Fotografía 7. Rostros de asombro, fascinación, emociones. Territorio fértil.



En estas tres fotos se ven los distintos niveles y espacialidades. Esta coexistencia de niveles de espacio (piso, nivel intermedio y nivel semielevado) da una calidad de invitación: a tirarse en el piso, a armar algo en el mismo suelo que antes no estaba (una rayuela, una pintura con tiza, un collage, una bandera), a diseñar un encuentro entre iguales que no se conocen (a través de un mate ofrecido en una mesa compartida inventada en ese momento como “mesa compartida de mate”, porque hasta hace un minuto atrás era la mesa donde se había realizado una actividad propuesta), a intervenir (aun siendo público, saliendo del lugar de audiencia y pasando al escenario para ofrecer algo, por ejemplo, una lectura, un cuento, una canción, una percusión).

Los niveles de piso, intermedio, elevado permiten también que personas de edades distintas convivamos en lugares que usualmente no ocupamos: los adultos no solemos tirarnos al piso, pero en estas actividades lo hacemos, invitados, por ejemplo, por la Colección Esdrújula o el Taller de Alma, que nos propone que en el piso algo bueno está ocurriendo… Los niños a lo mejor no tienen la oportunidad de co-organizar con adultos actividades, pero aquí ocurre porque algo de lo espontáneo del ser audiencia, público y participante, todo a la vez, puede abrir esa posibilidad. Las actividades del CCM, a la vez, promueven los vínculos intergeneracionales que se reflejan no solo en el poder jugar juntxs, sino también en el poder compartir esos ser audiencia, ser organizador/a y ser participante a la vez.

Vocabulario del Circuito: territorio espacial y territorio del lenguaje

Trabajamos desde una noción de territorio que está en continuo proceso de conformación –el entramado de lo posible–, pero también vamos hacia un territorio ignoto que se configura a la vez en el espacio geográfico y en el lenguaje, porque vamos construyendo un vocabulario de palabras que debemos inventar: veredazo; mesitazo; bla bla bla: feria del libro y la palabra; reuniones de planificación por asociación libre; licencia para el delirio creativo. Tomamos también prestado vocabulario de otras experiencias que replicamos y reconstruimos a nuestro modo, tal como el concepto de leer al paso vinculado con las Bibliotecas al Paso del barrio de Colegiales y de otros barrios.

Lxs participantes de cada acción que realizamos somos a la vez audiencia, espectadores, público, co-organizadorxs, ya que podemos estar “haciendo una performance” y luego ser parte del “público”; quienes participan como “público” de cualquier actividad pueden después asumir roles de co-organización para futuras actividades. Se produce así algo de lo posible, de lo imaginado, de lo que puede todavía ser y aún no ha sido, en un territorio aún por definirse.

Lo visual en la dinámica del Circuito, tanto para la planificación como en la concreción y en las reflexiones que compartimos luego, cobra una dimensión que siempre trasciende al registro del que somos capaces. Ahí, en vivo, se pone en acción un registro interno de cada unx de nosotrxs sobre la imagen (bella a nuestros ojos) que creamos. Después, al mirarnos en el tiempo a través de las fotos y los recuerdos, parece surgir un acuerdo tácito entre nosotrxs: lo visual nos provoca. Nos permite múltiples lecturas y eso es parte de lo que nos parece que permite siempre intervenir, ser protagonista, dibujar el espacio que habitamos, dibujar la realidad que somos.


Cómo citar este artículo:
Ana Inés Heras. , Claudia Ricca. , Julio Colantoni. "El Circuito Cultural Marcos como un entramado y un territorio de lo posible". El búho y la alondra [en línea]  Enero / Junio 2019, n° Irrupciones, tramas, públicos. Actualizado:  2019-01-11 [citado 2024-04-25].
Disponible en Internet: https://www.centrocultural.coop/revista/irrupciones-tramas-publicos/el-circuito-cultural-marcos-como-un-entramado-y-un-territorio-de. ISSN 2618-2343 .

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