Reflexiones sobre la hegemonía, lo hegemónico y el vínculo hegemónico: ¿La reconstrucción del sujeto histórico de la economía política? | Centro Cultural de la Cooperación

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Reflexiones sobre la hegemonía, lo hegemónico y el vínculo hegemónico: ¿La reconstrucción del sujeto histórico de la economía política?

Autor/es: Ernesto Mattos

Edición: Ciclos y viceversa


Este artículo reflexiona, a partir del conflicto por la resolución 125 en el año 2008, sobre el modo complejo en que aspectos económicos, sociológicos, históricos, culturales y políticos se anudan en la producción de hegemonía. Tomado aquel conflicto como “acontecimiento”, muestra los modos en que visibilizó al sujeto agrícola hegemónico, que detenta no solo la tierra sino la principal producción de exportación en alianza a otros sectores al interior de una Estructura Productiva Desequilibrada que es también una Estructura Financiera Desequilibrada.

El campo intelectual, pensado como un proceso de acumulación, verificación y competencia interna y no como una parcialidad de la teoría social, ha consagrado cierto modo de entender, investigar y nombrar al mundo. La segmentación de la teoría social atenta contra una mayor comprensión de los fenómenos sociales y económicos que emergen de la “sociedad” y se cristalizan en el campo de lo político. ¿Qué sucede cuando esa cristalización se pone en tensión? Un momento de esa tensión fue la intención de aplicar la Resolución 125 en Argentina en el año 2008.

La política como el instrumento –necesario– para la pugna y deconstrucción de las formas dominantes y la significación del mundo de diferentes modos de legitimidad es la posibilidad necesaria para disputar y de-construir la hegemonía. Entendemos la hegemonía como la construcción de formas culturales que se alteran según los cambios en el campo de la política, cuando esta se tensiona y deviene, luego, en un Estado integral independientemente de la clases sociales que asuman ese espacio. Caso contrario, sin pugna y sin deconstrucción se consolida la hegemonía histórica que está en los intersticios de la estructura productiva, que puede profundizarse o volver a recuperar su punto de discusión y tensión en momentos históricos de territorio delineado como Nación.

Esto significó la Resolución 125 pero, además, simbolizó el surgimiento, la necesidad de otros enfoques sobre una problemática que emergía y ponía sobre la arena la política el debate de la política económica. Mientras, la economía solo utilizaba dos factores: capital y trabajo. En la valija había quedado la triada conceptual del siglo XIX de trabajo, capital y tierra. Triada clave para el estudio de la economía política, y más en el caso de las economías periféricas como la Argentina y el acontecimiento denominado Resolución 125 que sucedió poniendo en tensión la estructura productiva desequilibrada (EPD) –diferente– y mostró que en el subsuelo de la estructura, enraizado bajo el ideario pro-mercado, estaba la estructura financiera desequilibrada (EFD). Porque la periferia adoptará un rasgo –post 1976– basado en la acumulación de capital que no terminará de ser reinversión para continuar el proceso de acumulación sino que lo exportará a otros espacios económicos a resguardo del esquema impositivo y regulación estatal. Para ello inicia un proceso –histórico– de desregulación financiera pero pivoteando con el sector económico agrícola que explícitamente manifiesta su intención y vocación de poder. Otros sectores serán aliados silenciosos y prepararán y proveerán de funcionarios para ocupar el gobierno, cuando sea necesario.

La noción de arraigo –según explica Polanyi en La gran transformación. Los orígenes políticos y económicos de nuestro tiempo– expresa que la economía no es autónoma sino que está subordinada a la política, la religión y las relaciones sociales. La economía está subordina a la política. El desarraigo expresaría la no subordinación de la economía a la política, la economía a secas. Aunque Polanyi no considera el desarraigo, los procesos históricos que consolidaron la no-política de la política –durante y post 125– contribuyeron a cometer errores de percepción entre la sociedad civil y el Estado. Una economía política comprendida como economía o política fue una condición necesaria –no suficiente– para que fueran mediados por simbología y significados construidos desde los medios de comunicación (invasivos) consolidando la frase: “somos el campo”. De la cual surge una simple pregunta: ¿Qué identifica a un asalariado con un solo ingreso con la patronal agropecuaria y exportadora de empresas trasnacionales y sus regulaciones?

Volviendo a la estructura financiera desequilibrada, otro concepto complementario para dar forma a su conceptualización es el de haute finance, que nos permite comprender la brecha entre la organización política y la organización económica. Las haute finance en la periferia se organizó y complemento bajo la EFD que posibilitó la transferencias de recursos al exterior (fuga de capitales, giro de utilidades y dividendos y pago de intereses de la deuda) a condición de desregular su espacio económico. Una característica a estos procesos fue el endeudamiento externo. Poner regulaciones a la transferencia de recursos tensionó aún más la situación entre 2008 y 2015: por ejemplo, el cepo de noviembre de 2012. Dos tensiones, una por la Resolución 125 (2008) y otra por el denominado cepo (administración de la divisa, 2012) que regulaba las transferencia son hechos que nos denotaban la importancia de la estructura financiera desequilibrada. Una tercera tensión fue, tal vez, la menos tenida en cuenta en ese periodo: el endeudamiento externo estuvo condicionado por la disputa “patria o buitre”. Mientras no se pagara a los fondos especulativos, Argentina tendría que aceptar tasas superiores a las de otras economías. Por esta razón se evitó el endeudamiento externo. La banca extranjera en Argentina intentó así manejar el proceso de endeudamiento –por comisiones y negocios–. Estos tres aspectos se unifican en la EPD y EFD para conformar un todo, alianzas y medios de comunicación operando y la cultura dependiente tuvieron su primera disputa desde el 24 de marzo de 1976. No abordaremos el tema del cepo porque sería ampliar el objetivo de nuestro ensayo.

Antes de continuar es preciso definir qué entendemos por acontecimiento. Porque son los distintos acontecimientos los que van condicionando el rumbo histórico, el campo de lo político, la política, el Estado y el campo de lo intelectual y que tienen como resultado el cuestionamiento de la “universalidad”. Lo universal entendido como la frase somos el campo que se le suma con una cosecha nos salvamos todos que hace que el asalariado crea o sienta que tiene la misma suerte y desgracia que la patronal agropecuaria y la de los exportadores –distingamos en esa patronal agropecuaria a los pequeños y medianos productores–, una falsa conciencia que lo hace defender intereses ajenos.

Por ello en el caso de Argentina surgen una serie de preguntas: ¿Somos el granero del mundo? ¿Por qué? ¿Qué clases sociales asaltaron el Estado y construyeron el ideario de Nación? ¿Cómo las clases dominantes construyeron e impusieron el lema “cultivar el suelo es servir a la patria” o “somos todos el campo”? Trataremos de dar respuesta a estos interrogantes cuando abordemos el acontecimiento. En el período 2003-2015, el Estado, retomando lo anterior, fue caracterizado como una maquinaria relacional que estuvo en tensión entre las urgencias de un gobierno que transforma la realidad y las pugnas de la sociedad que condicionan las acciones del gobierno en el campo político. Este proceso evidenció que cualquier transformación supone una resistencia. La intensidad de la resistencia dependerá de las formaciones sociales organizadas: lo que se resiste impone su interés particular –de representación de una clase social– y atenta contra el interés general –sociedad civil y la instrumentación de la política–. Esto supondría no sólo un conflicto con el Estado sino en toda la estructura productiva y financiera. No obstante, este proceder es una suma de acontecimientos con modificación en la percepción de la problemática y revisionismo emergente para comprender si un problema coyuntural o estructural. Entonces, el acontecimiento lo comprendemos como un cambio del planteamiento a través del cual percibimos el mundo y nos relaciones con él.

El acontecimiento económico y político se funda en que en el primero conviven tensiones en la estructura productiva y financiera: la productiva es la concentración y la conducción del sector de alimentos y bebidas junto a los sectores históricos del agro que van cambiando según el producto que tiene mayor demanda externa. La demanda externa define el comercio exterior y el producto exigido y así condiciona la producción en el territorio y espacio económico-productivo. Esto en una etapa de desconcentración del capital. Un momento caracterizado por la centralización y desconcentración del capital. Por su parte, la estructura financiera organizó la salida de recursos del capital extranjero –nacional en su lugar de residencia– y de la facción –menor escala– del capital autóctono que organizó su producción para exportar y abastecer al mercado interno. En ambos casos, obtiene un margen de ganancias por sus ventas. Se complementa a esta estructura financiera los servicios brindados por la banca extranjera y su organización económica bajo la organización política que acuerda una desregulación de la cuenta capital y financiera. Los negocios que surgen de ese punto de encuentro son endeudamiento externo y desregulación del comercio exterior.

Mientras las teorías económicas y sociales analizaban parcialmente la historicidad del Estado argentino, el acontecimiento mismo de la disputa por el monopolio de la tributación social irrumpió en la sociedad civil atravesándola y trastocó los debates sobre si la tributación a los sectores concentrados en la exportación de granos era o no confiscatoria. Del mismo modo, hizo emerger una frase totalizante/universal –no desde el Estado–: “somos el campo”, desde el subsuelo de los cimientos construido por la clase dominante, y su destino como estructura productiva “granaría, pampeana y de exportación”. La irrupción –latente– de este acontecimiento se comprendía al de-construir la historicidad de la estructura productiva y financiera enmarcada en una teoría económica en reflexión. Con el acontecimiento económico y político emergía desde el fondo de la política la noción de hegemonía, que es un hecho esencialmente cultural –en una primera aproximación–. Por ello, hay que de-construirla, desde los puntos históricos inflexibles de problemas estructurales tanto productivos como financieros, nacionales e internacionales, que dieron forma a la inserción económica en el mercado internacional. Cumpliendo su pecado original como proveedora de materias primas, caracterizándola como economía periférica en proceso de industrialización; donde el campo de lo político, intelectual y las disputa por la conducción de la política económica –entendida como Estado– definieron su abstracción territorial, simbólica e ideológica dejándola en un eterno proceso de industrialización sin ser la industrialización comandada por la revolución burguesa, sino apenas un proveedor de materias primas para industrializar. Ese es dilema histórico en cada momento de pugna y debate, marcado por el contexto internacional.

El acontecimiento denominado Resolución 125 supuso para las clases dominantes vinculadas a la soja (principal producción que se comercializa al exterior) un cambio de la política económica. Implicó un debate del monopolio de la tributación, lo cual significó una pérdida del “objeto”, entendido como lugar estable, inmutable que complementaba el ideario de con una cosecha nos salvamos todos por ello hay que hacer todo lo necesario para exportar nuestras materias primas sin trabas en el comercio para competir y tener una mejor productividad. Pero las modificaciones en la regulación del comercio exterior fueron interpretadas como “confiscación”, cayendo en un estado melancólico que hizo remover y surgir, en última instancia, la disputa de la hegemonía constituida desde la noción de “cultivar el suelo es servir a la patria”, lema de la Sociedad Rural Argentina. Conformaron un estado emocional (político) de añoranza de las cosechas que salvaban el año, ante la pérdida del objeto que era, en este caso, la política económica. Entiéndase “la melancolía proporciona la paradoja de una intención de pasar el luto que precede y se anticipa a la pérdida del objeto”, como dice Zizek en el libro Acontecimiento.

La estructura productiva dominante se basa, históricamente, en el intercambio mercantil entre la estructura productiva interna y la estructura productiva externa. Mediados por el comercio exterior donde existe una moneda (o divisa) que facilita el intercambio y donde el control supone el control de las divisas por parte del Estado. En algunos casos puede ser control privado, estatal o un una combinación de ambos. Analizar la estructura productiva, la producción y los productos que se intercambian en el exterior nos muestra las características, los sujetos económicos y su accionar político en cada momento de la historia argentina. Esta descripción está incompleta sin la noción de centro-periferia, siendo el Estado la estructura productiva que interacciona con la estructura productiva externa o mercado externo. La relación de una estructura (productiva) externa –economía central– pone en función de sus intereses económicos y políticos la estructura interna del país periférico, reorganizando no solo las líneas de producción interna sino moldeando la estructura financiera para transferir los recursos de las empresas –trasnacionales– que operan en el territorio y especialmente donde se asienta la principal zona de producción: región pampeana. Los intereses políticos entre el centro y la periferia se cristalizan en los sujetos económicos que colaboran en la organización de la producción del principal producto del comercio exterior. Esta cristalización se basa en sostener en el tiempo la estructura productiva dominante de la periferia que no se pierda el objeto o el pacto –neocolonial–.

En síntesis, existe el sujeto agrícola hegemónico, sujeto porque históricamente está vinculado a la principal producción de exportación y en segundo plano a la industrialización de alimentos, ambos tienen en común ser los principales sectores generadores de divisas; usualmente esa situación se enmarca en la disputa por la conducción del Estado y gobierno para resolver las tensiones generadas por la política económica que pueden afectarlos o no. A su vez es una suma de alianzas que se organizan alrededor de la principal producción de exportación. Agrícola porque justamente es la oleaginosa (post-1976) el principal producto generador de divisas por sus productos y derivados. De la producción, industrialización a la exportación, que otrora fuera la lana o la carne, trigo y lino pasamos al predominio de los productos agrícolas, cereales y oleaginosos. Lo hegemónico como el objeto constituido de la hegemonía cultural, que expresa a la principal producción, porque no es una construcción espontánea, sino una construcción histórico material que permite observar el comportamiento de las voluntades colectivas que asociadas a la principal producción de exportación configuran la estructura productiva-financiera y la política económica –desde el Estado– en función de los intereses de la estructura externa o mercado internacional o economía central. Para justificar dicho lugar en la división internacional del trabajo, el país periférico apeló al rol de los intelectuales de la sociedad que dan sustento ideológico y político a la situación y al rol económico que debe cumplir la estructura productiva del Estado periférico en el mercado internacional. De esa forma, la estructura productiva desequilibrada se inserta en la división internacional del trabajo bajo dos condiciones: la dependencia económica, política, financiera y comercial; y, por otro lado, dar argumento para consolidar la hegemonía y sostener el objeto de la clase dominante. La hegemonía –segunda aproximación– tiene un momento de articulación política entre el sujeto (agentes) económico-social(es) que, particularmente, pueden asumir la representación de una totalidad, en tanto clase dominante, el gobierno e imponer su mentalidad y visión del mundo. Sus articulaciones políticas logran vincular lo político –nación y gobierno– y constituir una identidad cultural; y lo económico –la EPD y la EFD– producto de los intercambios históricos funcionales a las economías centrales.

En tercer lugar, el vínculo hegemónico: la representación de intereses afianza la relación hegemónica –vínculo hegemónico– y tiene una directa vinculación con la producción dominante de la EPD y la EFD y al mismo tiempo es el espacio de donde emerge el producto que, vía comercio exterior, consigue los ingresos (moneda o divisa) en el intercambio con la estructura externa.

Reflexión final

La Resolución 125 fue el acontecimiento que hizo posible que se debatiera si existe o no un sujeto –histórico– agrícola hegemónico, que detenta no sólo la tierra sino la principal producción de exportación en alianza a otros sectores económicos. Conformando una EPD que permitió influenciar en las decisiones de política económica del Estado, situación que fue modificada y generó más interrogantes ante el cuestionamiento de la tributación social. Se sumó que la estructura financiera desequilibrada, bordeando y conformando parte del sujeto, influenciara y presionara en el conflicto y desde su sub-campo propició otra trinchera con un posicionamiento organizado y posibilitó la transferencia de recursos al exterior, tensionando aún más al conflicto de la 125. Además, dejó en evidencia que parte del campo intelectual que, en muchos casos, terminó sin comprender el problema estructural y fue al final parte del sostenimiento del status quo de la EPD, la falta de comprensión del carácter histórico y la importancia de la hegemonía consolidada desde los inicios del modelo agroexportador –como punto de partida– hasta la actualidad evidenció una pereza y la falta de un pensamiento crítico para analizar dicha problemática. La Resolución 125 nos dejó y abrió otras puertas: si antes la dicotomía suponía una relación nación-imperio; hoy podríamos repensarla entre continente-trasnacionales. Lo cual no quiere decir que es un tema agotado sino que requiere de mayores herramientas teóricas para comprender lo significante del 2008 y el proceso 1976-2001. Lo urgente es complementar las ciencias sociales, no separarla y analizarla como compartimentos estancos y unilaterales.


Cómo citar este artículo:
Ernesto Mattos. "Reflexiones sobre la hegemonía, lo hegemónico y el vínculo hegemónico: ¿La reconstrucción del sujeto histórico de la economía política?". El búho y la alondra [en línea]  Enero / Junio 2018, n° Ciclos y viceversa. Actualizado:  2018-05-03 [citado 2024-03-29].
Disponible en Internet: https://www.centrocultural.coop/revista/ciclos-y-viceversa/reflexiones-sobre-la-hegemonia-lo-hegemonico-y-el-vinculo-hegemonico-la. ISSN 2618-2343 .

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