Las clases medias, sus ideologías y representaciones políticas y el intento de recomposición de una hegemonía conservadora en la Argentina reciente | Centro Cultural de la Cooperación

El Búho y la Alondra

Las clases medias, sus ideologías y representaciones políticas y el intento de recomposición de una hegemonía conservadora en la Argentina reciente

Autor/es: Rodolfo Gómez

Edición: Ciclos y viceversa


Con el objetivo de entender la actual configuración de una hegemonía política conservadora en Argentina, este artículo se pregunta por el papel de una de sus protagonistas: las clases medias. Para ello, dispone un recorrido bibliográfico por algunos de las investigaciones clásicas y más contemporáneas que han intentado comprenderlas.

Introducción

En este breve trabajo intentaremos analizar, de una manera inicial y exploratoria, las prácticas, tradiciones e ideologías de las clases medias en la Argentina.

El interés manifestado por este tema tiene relación con la hipótesis de que fueron las prácticas, las ideologías y las características de las tradiciones políticas y culturales de estas “clases medias” las que están permitiendo el intento de configuración de una hegemonía política conservadora en nuestro país.

Intentaremos aquí avanzar en una caracterización de las prácticas e ideologías de las “clases medias” y su vinculación con las tradiciones político-partidarias que las representaron, partiendo del análisis de varios autores que, más o menos recientemente, estudiaron tanto a ese sector social como a los partidos o coaliciones partidarias a las que se presentaron ligados. Uno de presupuestos de los que partimos es que históricamente en la Argentina la representación política de los “sectores medios” ha tendido a canalizarse a través de tradiciones partidarias relacionadas con cierto “reformismo liberal”, como las de la Unión Cívica Radical o –en particular en los puertos de Buenos Aires y Rosario– del Partido Socialista (aunque no en todas sus vertientes); a las que cabría agregar un desprendimiento del radicalismo como fue en la década del sesenta el “desarrollismo”, sobre todo el “frondicista”. Lo que podría englobarse en una tradición política que ha dado en llamarse, en general, “progresismo”, por su referencia a la idea de “progreso”.

Concretaremos este análisis a partir de un abordaje interpretativo realizado con los trabajos de autores como Juan José Sebreli, David Rock y, más cerca en el tiempo, Göran Therborn, Ezequiel Adamosvksy y Adrián Piva, respecto de nuestro objeto de estudio.

Por último, y en la medida en que las ideologías también se representan en un sentido público, intentaremos trazar un punto de vinculación con el funcionamiento de los medios masivos de comunicación, a la sazón actores en y parte de la esfera pública donde se construye hegemonía.

Ideología dominante, hegemonía política y batalla cultural

Podríamos ensayar diferentes explicaciones de cómo fue posible el proceso de restauración neoconservadora actualmente en curso en nuestro país (como lo han hecho algunos autores, en ciertos casos poniendo el eje en torno a las transformaciones sucedidas en la forma y la composición de la protesta social, como así también en el proceso de canalización vía institucional de la misma a través de partidos políticos, sindicatos y estado). Pero aquí nos centraremos solamente en aquel aspecto al que hicimos referencia en la introducción, el concerniente al rol que desempeñaron las “clases” o “capas medias” en todo ese mismo proceso. Y esto en la medida que nuestra hipótesis sostiene que el rol ideológico y práctico hegemónico de estas capas medias fue importante a la hora de dar cuenta del proceso de restauración conservadora actualmente vigente en la Argentina a partir de la llegada al gobierno de Mauricio Macri.

Nuestro primer acercamiento tiene relación con la pregunta sobre el “peso político” de las clases medias en el panorama político argentino, cuestión que podríamos decir comienza a ser visible desde el triunfo de la Unión Cívica Radical de Hipólito Irigoyen en las primeras décadas del siglo XX. Sin embargo, a nuestro entender, en la Argentina “reciente”, esto es en la Argentina posterior a la última dictadura (1976-1983), se hace evidente a partir del triunfo del radicalismo de Raúl Alfonsín. Es el fracaso de la política económica de Alfonsín (sobre todo desde 1989, una vez desatada la “hiperinflación”) la que permite el triunfo del justicialismo de Carlos Menem y el posterior apoyo de los sectores medios al Plan de Convertibilidad que “ordenó” la economía. También el in crescendo de la crítica al gobierno peronista de Menem por parte de un sector importante de las clases medias lo que permite explicar el posterior triunfo del gobierno de la Alianza, presidido por –nuevamente– el radical Fernando de la Rúa.

Para el sociólogo sueco Göran Therborn (2014), esto tiene que ver con la nueva dinámica de un capitalismo financiarizado:

Los estratos de las clases medias, que incluyen a los estudiantes de manera crucial, jugaron un papel de liderazgo en los movimientos de 2011 (España, Grecia, el Máshreq árabe, Chile, así como las protestas más débiles del tipo Ocuppy en América del Norte y el norte de Europa) y en las protestas turcas y brasileñas de 2013 […]. No consiguieron cercenar el poder del capital, aunque las de 2011 derribaron dos gobiernos […], no apuntan a una dialéctica social decisiva; por el contrario, por lo general, aplauden el triunfo del consumismo […]. El compuesto heteróclito conocido como “clase media” no conlleva relaciones de producción específicas […], merecen una [consideración] especialmente atenta, ya que pueden ser cruciales en la determinación de las opciones políticas. Debido precisamente a su indeterminación social, el peso de las clases medias puede ser lanzado en direcciones diferentes o incluso opuestas.

Adentrándonos en el análisis ideológico de estos sectores medios, es que consideramos el trabajo de un autor como Adrián Piva, quien a su vez basa su interpretación en trabajos previos de sociólogos de la talla de Gino Germani y de historiadores como Ezequiel Adamovsky. Piva (2015) describe varias particularidades de los sectores medios argentinos, sobre todo en lo que respecta a su presencia y movilización en la esfera pública durante la década del noventa, mostrando el carácter por momentos contrastante de sus ideologías y prácticas.

Muestra, por un lado, cómo parte de esos sectores, en la búsqueda del “orden” y luego de la alteración del mismo a raíz del estallido hiperinflacionario desatado durante el mencionado gobierno de Alfonsín, apoyaron el Plan de Convertibilidad implementado por Menem y Cavallo; cómo criticaron al mismo tiempo el estilo “populista” y “clientelista” de gobierno, y a lo que las clases medias consideraron rasgos autoritarios y “hegemónicos” de los gobiernos de Menem (el cuestionamiento de la mayoría automática en la Corte Suprema de Justicia, que violentaba la liberal división de poderes; o bien la “falta de diálogo” que representaba un justicialismo que imponía leyes a partir de la posesión de mayoría en el Congreso Nacional, entre otros ejemplos posibles), lo que podría sintetizarse como una crítica “antipopulista”, o bien “antipersonalista” o “antiautoritaria”.

Cuestión que permitiría explicar por qué, con el gobierno de la Alianza presidido por De la Rúa, que “representaba” mucho más cabalmente a los sectores medios, dicho Plan de Convertibilidad prosiguió, modificándose solamente los últimos rasgos mencionados (el “personalismo”, el “autoritarismo”, el “populismo”, el “hegemonismo”).

Esto nos permite un primer acercamiento a una ideología de las “clases” medias argentinas, donde la figura del “orden” no es menor, lo mismo que la crítica al personalismo populista.

Por eso no llama tanto la atención el modo en que David Rock (1992), aquel historiador que escribió una de las mejores descripciones del radicalismo argentino, decidió “abandonar la tentación de utilizar la categoría de ‘populismo’” para describir a la Unión Cívica Radical; aunque dicha categoría permitía explicar ciertas características populares y personalistas del radicalismo yrigoyenista.

En su clásico texto de 1964, que lleva por título Buenos Aires, vida cotidiana y alienación, Juan José Sebreli describe no solamente las zonas geográficas de la ciudad de Buenos Aires donde solían radicarse los “sectores medios”, sino varias de sus prácticas cotidianas. También sorprenden las similitudes con la temprana descripción que allá por la década del treinta hacía del “hombre medio” José Ingenieros, como así con la que hacía Arturo Jauretche del “medio pelo” en la década del sesenta. Coinciden estos autores con la descripción realizada de un sector social a medio camino entre la “oligarquía” y los trabajadores urbanos en ascenso y donde se observa una fuerte tensión ideológica entre lo que “desean ser” y no son, y lo que efectivamente son; y entre lo que quieren aparentar y lo que pueden ejercitar realmente.

Dice Sebreli (2003):

La relación directa con la mercancía, tanto en el empresario como en el obrero, condiciona a ambos a tener una relación realista y práctica del mundo y a actuar de acuerdo a sus propios intereses. La clase media en cambio no posee cosas como el burgués ni las fabrica como el obrero […]. Esta peculiar situación la ha llevado, a diferencia de las otras clases, a preocuparse más por los valores simbólicos que por los materiales. Intermediaria entre los productores y los poseedores –abogados, contadores, profesores, periodistas, corredores, comisionistas, empleados de banco, simples oficinistas–, la clase media ha manejado sólo símbolos abstractos de las cosas –palabras, cifras, esquemas, diagramas, fichas, expedientes, planillas–, circunstancia que la ha predispuesto a una visión idealista del mundo, a una mentalidad legalista y administrativa, a la creencia en el valor absoluto de las ideas, de los papeles escritos, de las consignas, de las reglamentaciones, de las órdenes […]. La historia no ha sido para la clase media una lucha de fuerzas entre grupos antagónicos que responden a necesidades objetivas, a intereses de clase […], sino una pugna de voluntades individuales, de intenciones subjetivas […]. Por consiguiente una política será buena o mala según la ejerzan individuos con buenas o malas intenciones. Por eso el radicalismo yrigoyenista, típica expresión de la clase media en su momento de apogeo, pretendía encarnar una política de carácter íntimo, casi doméstico, basada en contactos personales cara a cara, de manos afectuosas, de conversaciones […] entre las cuatro paredes de un comité con calor de hogar.

Cualquier punto de contacto o similitud con la realidad actual, no parece ser una casualidad.

Algunas conclusiones y referencias provisorias en torno a lo ideológico y cultural

Hemos intentado muy brevemente exponer aquí ciertas características presentes en las clases medias argentinas para mostrar, por un lado, la importancia de ellas en la configuración del panorama electoral político partidario de nuestro país, señalando al mismo tiempo que esta importancia refiere a cambios sucedidos desde la posdictadura en las relaciones de fuerza actuantes al interior de la sociedad capitalista actual; y donde las clases trabajadoras y sus ideologías han sufrido desplazamientos importantes.

A nuestro entender, fueron estos cambios los que en buena medida permitieron el triunfo del radicalismo en 1983 como la configuración de una ideología sustentada en valores que comprenden la “democracia” como “democracia formal”; como sistema de representación, división de poderes, participación sustentada a través de partidos. Esto implicó un desplazamiento conceptual y político de aquellas ideas y prácticas ligadas tanto al “populismo” como al “socialismo” (de izquierda, revolucionario), tendientes a cuestionar o a radicalizar este funcionamiento democrático formal (algo muy propio del giro político a la izquierda de la política argentina durante los años setenta previos a la última dictadura); que a nuestro entender se encuentra ligado a la tradición política de unas clases medias representadas por la UCR como por el Partido Socialista (ideológicamente socialdemócrata, reformista liberal).

Pero a la vez, esta defensa de la democracia formal supuso, al mismo tiempo, una defensa de la educación y de la salud públicas; provista desde el Estado, en el mismo sentido que se podría representar por parte de una tradición liberal como la de Domingo F. Sarmiento.

De la mano del proceso de pauperización de las clases medias producto del Plan de Convertibilidad y del fuerte crecimiento del desempleo, estas capas medias fueron desplazándose críticamente hasta cuestionar dicho plan y luego la propia legitimidad democrática solicitando “que se vayan todos”.

El fuerte cuestionamiento, sin embargo, no se sostuvo en el tiempo. Muchas demandas de generación de empleo, de defensa de la salud y educación públicas, de cambios en el funcionamiento del Poder Judicial (especialmente de la composición de la Corte Suprema) fueron canalizados nuevamente –desde 2003– a través de la institucionalidad democrático-representativa con el ascenso al gobierno de Néstor Kirchner y luego de Cristina Fernández de Kirchner.

Pero sostiene Piva, en el texto citado, que en la medida que estos últimos gobiernos oscilaron en su estrategia de recomposición de la legitimidad política entre la llamada “transversalidad” (abriéndose a otras experiencias partidarias diferentes de las justicialistas) y el “neopopulismo” (recomponiendo el “viejo aparato” partidario del peronismo), promovieron el paulatino alejamiento de los sectores medios todavía “antipopulistas” y “antipersonalistas”, y defensores de la “democracia formal” y liberal (con su división de poderes, alternancia de gobiernos que cuestionan la “hegemonía”, etcétera).

Esto explica el porqué del apoyo de un número importante de las clases medias tanto urbanas como rurales a una opción política de derecha que construyó su discurso desde una crítica a los “proyectos hegemónicos”, desde el “antipersonalismo” y el “antipopulismo”, y desde una defensa a la “democracia formal”, esto es, meramente representativa y delegativa, que respeta la división de poderes, incluido el reservado a los medios masivos de comunicación, contraria al “derroche irresponsable” en la economía, pero favorable al desarrollo de la salud y –sobre todo– la educación públicas (basta ver los afiches desplegados al respecto por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires).

En términos del funcionamiento de la “esfera pública” política en Argentina (algo muy importante desde el punto de vista de la lucha ideológica y cultural), esta defensa de la democracia formal –muy propia como intentamos mostrar de las clases medias– estuvo presente también en el discurso de los medios masivos de comunicación. Que no casualmente determinan su discurso general a partir de lo que se denomina “objetividad”, es decir, una suerte de “término medio” ideológico, ni de “derecha” (o muy volcado a la derecha) ni de “izquierda” (o muy volcado a la izquierda), tal como pudimos observar también para el caso del discurso político de las capas medias de la población.

Consideremos, por un momento, que la cultura de masas ha trastocado tanto los niveles de cultura altos, como los medios y los bajos, tendiendo a engrosar una suerte de “punto medio” cultural (mid-cult) de masas –como afirmaba el gran crítico cultural italiano Umberto Eco (1984)– que en su peor expresión ha derivado en el “kitsch”, esto es, en un tipo de expresión cultural de clase media (ni alta ni popular, pero masiva) aunque su pretensión sea más bien “alta” (¿Susana Giménez? O ¿Mirta Legrand?). Podríamos entonces explicar no sólo el porqué de la presencia de este tipo de discursos predominantes en los medios masivos, sino además su vinculación con ciertas prácticas e ideologías presentes en unas “clases medias” y en sus representaciones políticas, más vinculadas con una perspectiva de “equilibrio social” que con una que busque precisamente la transformación. Aunque nunca podría decirse que está todo dicho (o hecho).

 

Bibliografía

  • Adamovsky, E., 2009. Historia de la clase media argentina: apogeo y decadencia de una ilusión, 1919-2003. Buenos Aires: Planeta.
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  • Rock, D., 1992. El radicalismo argentino (1890-1930). Buenos Aires: Amorrortu.
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  • Therborn, G., 2014. “¿Nuevas masas críticas? Las bases sociales de la resistencia”, en New Left Review, Nº 85 (segunda época), marzo-abril.
  • Vommaro, G., 2008. “Lo que quiere la gente”. Los sondeos de opinión y el espacio de la comunicación política. Buenos Aires: Prometeo.

Cómo citar este artículo:
Rodolfo Gómez. "Las clases medias, sus ideologías y representaciones políticas y el intento de recomposición de una hegemonía conservadora en la Argentina reciente". El búho y la alondra [en línea]  Enero / Junio 2018, n° Ciclos y viceversa. Actualizado:  2018-01-18 [citado 2024-04-23].
Disponible en Internet: https://www.centrocultural.coop/revista/ciclos-y-viceversa/las-clases-medias-sus-ideologias-y-representaciones-politicas-y-el. ISSN 2618-2343 .

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