Representaciones sociales de los actores ligados a la basura de la Ciudad de Buenos Aires en Clarín | Centro Cultural de la Cooperación

Representaciones sociales de los actores ligados a la basura de la Ciudad de Buenos Aires en Clarín

Autor/es: María Silvia Biancardi

Sección: Investigaciones

Edición: 7

Español:

Este trabajo se propone analizar las representaciones sociales de los actores que participan del proceso de producción y recolección de la basura en la Ciudad de Buenos Aires. Para ello, se parte del análisis de los signos lingüísticos por ser considerados los signos ideológicos por excelencia. A partir de la perspectiva tridimensional propuesta por Fairclough (1993), se analizan nueve crónicas del diario Clarín del período comprendido entre noviembre y diciembre de 2008. De acuerdo con la metodología seleccionada, se analizan las noticias desde una perspectiva textual (análisis de vocabulario y gramática), desde una perspectiva discursiva (en relación a las condiciones de producción, distribución y recepción del discurso) y se piensa al discurso como una práctica social (en relación con el poder y la ideología dominante). Se analizan los roles diferenciados con los que se relacionan el cartonero, el funcionario y el vecino para notar que el cartonero se conforma discursivamente como un trabajador cuando el Estado le garantiza esa posibilidad. A su vez, los múltiples actores que no aparecen relacionados con la problemática de la basura dan cuenta de que las representaciones sociales ligadas a la problemática sólo se relacionan con la basura como un desecho de nuestro consumo, pero cuando ésta pasa a ser mercancía, las relaciones humanas intervinientes se cosifican.


Introducción

Desde mediados del siglo XIX, la basura en la Ciudad de Buenos Aires dejó de ser un asunto privado que se resolvía en el fondo de la vivienda para convertirse en un asunto a ser pensado desde la administración pública1. En la actualidad, el proceso de recolección y procesamiento de los residuos involucra un entramado complejo que comienza en la bolsa que los vecinos -o los encargados de edificio- depositan en las puertas de casas y edificios -o en los contenedores provistos por las empresas de limpieza para tal fin- y culmina en los rellenos sanitarios instalados en el conurbano bonaerense.

Durante el mandato del actual gobierno porteño2, la difusión de proyectos que tienen como objeto a los residuos pone su atención en la higiene y control de la basura en el espacio público, y mantiene al margen todo el circuito que va más allá de la bolsa puesta en las calles3. Un claro ejemplo de esto es la campaña “Jugá limpio”, que surge en noviembre del año 2008 y que se propone para “concientizar a quienes habitan y transitan Buenos Aires de colaborar en la mantención [sic] de la higiene y limpieza de la Ciudad”. El eje de la campaña está puesto en la relación entre el transeúnte (productor de basura en las calles) y el tacho en que debe colocarlos.

En contraste con estas políticas municipales, algunos grupos ecologistas piden al gobierno de la ciudad que se haga cumplir la ley de basura cero4 para que la cantidad de residuos que llega a los rellenos sanitarios se vea reducida. También algunas asambleas vecinales de localidades del conurbano receptoras de los residuos de la ciudad piden poner fin al sistema de descomposición de residuos en rellenos y redactan y difunden proyectos de tratamiento de la basura para su reutilización.

Ante esta situación, nos preguntamos por qué, pese al trabajo de difusión de asambleas y activistas, el gobierno de la ciudad puede proponer campañas que limitan la problemática de los residuos a mantener limpias las calles sin que esto aparezca –al menos para una muy importante cantidad de habitantes de la ciudad– como un ocultamiento parcial o un planteo incompleto. Decidimos entonces indagar en las representaciones sociales ligadas a los actores que participan del circuito de la basura más allá de las que aparecen en las legislaciones sobre el tema, atendiendo a la responsabilidad de la prensa con respecto a esta representación.

Nos preguntamos:

  • ¿Qué actores aparecen con mayor frecuencia en Clarín ligados a la problemática de la basura?
  • ¿Con qué características son asociados?
  • ¿Qué actores sociales intervinientes quedan fuera del discurso de Clarín?
  • En estas representaciones, ¿qué tiene permitido hacer cada uno de los actores sociales ligados al proceso y qué no tiene permitido hacer?

Partiremos del tratamiento que hace la prensa de los actores sociales involucrados en el circuito de la basura por las razones que explicamos a continuación.

Las representaciones sociales

Cuando hablamos de representaciones partimos, como referencia, de la imagen mental que tiene un individuo acerca de cada cosa, evento o acción. Esa representación se convierte en social cuando en un mismo contexto sociohistórico, a través de la comunicación en cualquiera de sus formas, esa representación es compartida por el conjunto de miembros de una comunidad.

Para estudiar las representaciones sociales entendemos que los discursos sociales son un lugar privilegiado; en el caso particular de los discursos mediáticos, su omnipresencia en la sociedad hace que sea un indicador sensible de lo que sucede en ella y de las representaciones que se difunden.

Partimos del signo lingüístico, que es el signo ideológico por excelencia5. En el uso real de estos signos entran en disputa diversas valoraciones sociales. Un mismo signo puede tener valores muy diferentes según quién lo utilice y bajo qué circunstancias, sin embargo todos los hablantes de una misma comunidad lingüística pueden comprender el sentido que los signos soportan porque hay una valoración que se coloca como dominante.

Pensemos, por ejemplo, los diferentes valores que tiene el signo lingüístico “basura” para quienes habitan en conglomerados urbanos. “Basura” es aquello que se junta en una bolsa para después poder depositar en la puerta de la casa o el edificio; “sacar la basura” es una acción que refiere a depositar fuera de las paredes de la casa dichas bolsitas, y nadie entendería que, al recibir la orden de sacar la basura se nos esté pidiendo sacar cada pelusa depositada debajo de las sillas. Del mismo modo, “basura” también puede referirse a algo negativo, inútil, que debe ser eliminado: “este escobillón está para la basura”; puede, incluso, formar parte de un insulto: “sos una basura”, le decimos a aquel que nos ha engañado o traicionado, o “esa película es una basura” significa que no es digna de ser mirada. Como estos, otros cuantos ejemplos nos dan cuenta de este valor del signo “basura” como un material o un atributo que debe ser eliminado por negativo.

Sin embargo, la basura –al menos, algunos tipos de basura– puede asociarse también al abono, a la fertilidad, a aquello que permite que huertas y jardines se mantengan vivos. Todo desecho puede ser materia prima para nuevos productos en un recorrido circular que no culmina; incluso los pañales descartables, que se amontonan por toneladas en pocos segundos, pueden ser reutilizados en múltiples nuevos productos. En otro sentido, el signo “basura” también puede ser asociado al trabajo, si se tiene en cuenta todas las personas involucradas en su procesamiento.

De esta manera, muchas representaciones (imágenes mentales) se relacionan con el signo “basura”, pero aquella relacionada con el “descarte” es la que se activa con más facilidad. Esta representación es más accesible que otras porque está más cerca del eje de referencias establecido por el “discurso dominante”, es decir, aquella red de referencias social e inconscientemente aceptada que regula la circulación de significados posibles6.

Nos interesará aquí indagar las representaciones ligadas a los actores sociales que participan del proceso de la basura desde que ésta se genera y se deposita en las calles hasta que es llevada a los “rellenos sanitarios”. En este circuito participan, objetivamente, los consumidores/habitantes que producen los desechos, los recolectores (cartoneros, recolectores oficiales y quienes hurgan en la basura para comer), las empresas encargadas de la recolección y del traslado de la basura a los rellenos, las empresas que compran el material reciclable a los cartoneros, los recicladores.

Decíamos que el discurso constituye un lugar privilegiado para analizar las representaciones sociales; en ese sentido, tomamos el discurso de los medios masivos de comunicación como material de análisis por el lugar simbólico que ocupan y por la capacidad de llegar a un conjunto importante de miembros de la comunidad. Al construirse como emisores objetivos y omnipresentes, generan la posibilidad de establecer agenda, es decir de mantener determinados tópicos en el espacio público y, por lo tanto, de activar determinadas representaciones.

En este trabajo haremos un análisis exhaustivo de una selección de notas pertenecientes a un único medio, Clarín, en un período determinado. Elegimos Clarín porque, hasta el momento, es el centro editorial del multimedia más importante del país. Eso genera que la circulación de sus representaciones tenga alcance nacional. Seleccionamos un número reducido de notas para concentrarnos de modo exhaustivo en un pequeño corpus.

Las notas seleccionadas

Como primer paso, construimos un corpus de notas a analizar para buscar los actores sociales involucrados en el proceso de la basura.

El período que rastreamos abarca los meses de noviembre y diciembre de 2008, porque estos coinciden con la campaña “Jugá limpio” en la ciudad. Nos interesó particularmente este período porque partimos de concebir que esta campaña puso en tapete la problemática de la basura desde un punto de vista particular: la del circuito que va desde el ciudadano hasta el tacho de basura colocado en el espacio público. Aunque sin repercusión pública, esta campaña activó la oposición de algunos grupos ecologistas y se puso en pugna la posibilidad de pensar el signo “basura” desde otro lugar, como material a ser reutilizado.

Tomamos como parámetro para la selección de notas aquellas crónicas que tenían a la basura como tema central, al margen de su relación con la campaña. Hablamos de crónicas porque descartamos las notas de opinión y editoriales para quedarnos sólo con aquellas noticias que relatan sucesos, puesto que en ellas no se hacen explícitas las marcas de subjetividad del emisor y se transmite la información de manera aparentemente objetiva.

En los dos meses rastreados hallamos 9 notas, 7 de ellas en la sección “La ciudad” y 2 en las noticias de último momento que actualiza la página diariamente. En cuanto a la estructura temática, 5 de estas notas tienen como eje central el reciclaje de residuos, de las cuales 3 tienen como protagonista a los cartoneros. Las 4 restantes corresponden a los siguientes ejes temáticos: 2 son reclamos de vecinos, 1 se refiere a la campaña “Jugá limpio” y 1 se refiere a la instalación de contenedores en la ciudad.

Las notas son:

  • “La basura y el arbolado son las principales quejas de los porteños” (17/11/2008)
  • “Ambientalistas contra una campaña de limpieza” (19/11/2008)
  • “Responsabilidad en higiene urbana” (20/11/2008)
  • “Sumar a los cartoneros al plan de reciclado oficial costará $102 millones” (27/11/2008)
  • “La Ciudad y municipios bonaerenses buscan resolver problemas clave como basura y tránsito” (02/12/2008)
  • “Apenas el 16% de los vecinos recicla la basura en su casa” (09/12/2008)
  • “De cartoneros a 'empresarios' que levantan la basura en Nordelta” (14/12/2008)
  • “Ciudad: los vecinos deberán empezar con la separación” (14/12/2008)
  • “Tras un año, retoman el plan de poner contenedores de basura” (15/12/ 2008)

El método de análisis

Partimos de considerar que el discurso es una forma de práctica social que, como tal, relaciona dialécticamente un suceso discursivo particular con las situaciones, instituciones y estructuras que lo enmarcan. De este modo, lo social moldea el discurso y éste constituye a lo social7.

Para analizar las crónicas, Fairclough propone una perspectiva tridimensional para analizar discursos: como un texto, como una práctica discursiva y como una práctica social.

La práctica textual

En un primer momento, identificamos las formas lingüísticas: el vocabulario, la gramática, la composición general del texto. Particularmente abarcamos las notas desde un punto de vista semántico, teniendo en cuenta qué actores sociales aparecen nombrados y cómo se los denomina. Además, tuvimos en cuenta la distribución en las notas de agentes y pacientes tal como plantea la Lingüística Crítica. Desde esta concepción, denominamos “agente” al que causa la acción y “paciente” a aquel que se ve afectado por la acción. Por ejemplo, en

Los vecinos clasificarán los residuos

Hay un proceso: clasificar, causado por un agente (los vecinos) que afecta a un paciente (los residuos)

Esto no significa que siempre encontraremos este orden en las notas, puesto que hay muchos procesos que no necesitan dos participantes (como toser, que solamente necesita de alguien que tosa) y porque este orden: agente - proceso - paciente, muchas veces aparece alterado, cambiado. Es lo que, para la Lingüística Crítica, se denomina “transformación”. Veamos un ejemplo:

Los cartoneros serán empadronados

Por un lado, hay una transformación que convierte a la oración

x empadronará a los cartoneros

en una voz pasiva y, por otro lado, la x da cuenta de la elisión del causante (agente) de la acción de empadronar.

La voz pasiva no es la única manera de transformar la estructura básica de una cláusula8, pero no daremos cuenta de ello aquí puesto que no es pertinente para nuestro análisis en particular. Sí deberemos tener presente que las transformaciones producidas sobre las proposiciones básicas son operaciones de suma importancia en este modelo de análisis porque permiten borrar, sustituir, combinar o reordenar sintagmas con dos funciones posibles: la economía del lenguaje (para evitar repeticiones innecesarias) o la distorsión (dado que las transformaciones no son inocentes o inmotivadas).

A partir del análisis del discurso como práctica textual, podemos hacer una descripción de los resultados más relevantes encontrados.

La práctica textual II: descripción de las crónicas

Lo primero que observamos al abordar las crónicas es que los actores sociales del circuito de la basura que aparecen en el discurso son tres: los cartoneros, los funcionarios públicos y los ciudadanos.

Decidimos entonces ahondar en las cláusulas en las que aparecen nombrados atendiendo a cómo se los denomina, a qué acciones se asocian y cómo se los califica.

Se habla de “cartoneros” en 9 cláusulas, de las cuales 7 tienen una característica en común:

los cartoneros no aparecen nunca en el lugar de agentes, es decir, no son los responsables de las acciones sino que se ven afectados por los resultados de las acciones que otros realizan sobre ellos.

1. Sumar a los cartoneros al plan de reciclado oficial costará 102 millones (27/11)

2. Obligarían a separar la basura y darle lo reciclable a los cartoneros (27/11)

3. El gobierno de Mauricio Macri quiere organizar a los cartoneros (27/11)

4. El Ejecutivo ya empezó a formalizar a los 4800 cartoneros que trabajan en la ciudad (27/11)

5. Ya fueron incluidos al sistema 600 cartoneros (27/11)

6. La idea es que la gente separe por su cuenta los residuos reciclables y combine con un cartonero oficial para que pase a buscarlos. (15/12)

7. Los cartoneros no recibirían pago del Gobierno de la Ciudad (14/11)

A los cartoneros, por lo tanto, se los suma, se los organiza, se los formaliza, se los incluye. Siempre son “otros” -desconocidos, como en 1, 2 y 5 o explícitamente formulados: el ejecutivo / el gobierno de Mauricio Macri (3 y 4) y la gente (6)- los que actúan.

En este último ejemplo (6), y del mismo modo en (2), el agente de las acciones es un grupo amplio –los que darían lo reciclable en (2) y “la gente” en (6)– pero no aparecen en ella los cartoneros como pacientes. En (2) los cartoneros son una extensión de la acción “x da lo reciclable” y en (6) tampoco son afectados puesto que se “combina con” ellos. Sólo son pacientes (afectados por la acción) cuando el actor, explícito o elidido, es el Ejecutivo.

La oración 7 la incluimos en este grupo pues, si bien los cartoneros aparecen como agentes (son los que realizan la acción de recibir), en realidad el que actúa es, nuevamente, el Gobierno de la Ciudad puesto que hay una transformación de la cláusula el Gobierno no “paga” a los cartoneros.

En las dos cláusulas restantes los cartoneros son responsables de las acciones, pero lo hacen de una manera peculiar:

8. La recolección de reciclables quedará a cargo de cartoneros “empadronados, organizados o independientes” (14/11)

9. La idea del macrismo es que la recolección de residuos reciclables esté a cargo de los cartoneros (15/12)

Si bien los cartoneros son los responsables de “quedar a cargo”, no se están describiendo sucesos sino que se está dando cuenta de sucesos posibles. Hay una diferencia muy importante entre ambos ejemplos que tiene que ver con el uso de los verbos. Mientras que en (9) se usa el modo subjuntivo: esté a cargo (y por lo tanto expresa claramente que se trata de una posibilidad o un deseo) en (8) se utiliza el futuro: quedará a cargo, que da cuenta de algo real, que aún no ha sucedido pero que, sin embargo, no se lo cuestiona. En este caso, quienes quedan a cargo no son cartoneros “a secas” sino que deben cumplir una función: empadronarse, decidir organizarse o no. ¿Y quién es el que decide esta categorización de los cartoneros? Nuevamente, el Gobierno de la Ciudad es el que toma las decisiones, los empadrona, los organiza.

Ahora bien, no en todas las crónicas se denomina “cartonero” al recolector informal de materiales reciclables. También aparecen otros nombres, sin embargo la elección de uno u otro no es fortuita. Veamos los ejemplos:

10. Unos 200 “recuperadores urbanos” ya están trabajando por Palermo y otros barrios (14/12)

11. Antes de que termine el año debería haber otros 400 cartoneros más trabajando como recuperadores urbanos (14/12)

La acción de “trabajar” no aparece ligada en ninguna oración al cartonero, puesto que esto se reserva para el “recuperador urbano”. Un mismo sujeto, una misma actividad pero asociada a dos nombres diferentes que ponen su énfasis en distintas cuestiones. “Cartonero” se asocia a uno de los materiales que son recolectados y “recuperador urbano” hace hincapié en el resultado positivo de la acción: el sujeto que recolecta cartones en la ciudad “recupera” algo. Pero para cambiar de estatus y estar ligado a una acción positiva y no a un material se necesita pasar, una vez más, por la misma varita mágica: la del Gobierno de la Ciudad.

En dos oportunidades los actores que estamos analizando aparecen por sus nombres propios:

12. El camión, conducido por Alberto, zigzaguea por las apacibles calles del barrio (14/12)

13. Luis y Felipe sudan la gota gorda debajo de un sol abrasador (14/12)

Los cartoneros dejan de ser aquí entidades generales asociada a una actividad para convertirse en sujetos individuales que realizan acciones por sí mismos, pero estas acciones son las de sudar que, si bien se asocia al esfuerzo, no surge por propia voluntad; y la de conducir, que aparece aquí transformada en una voz pasiva: El camión (es) conducido por Alberto en lugar de Alberto conduce el camión.

Los ejemplos (12) y (13) pertenecen a una misma nota en la que también aparece la denominación cartoneros pero que decidimos mantener apartada hasta este momento. Es aquella que se titula “De cartoneros a empresarios que levantan la basura en Nordelta”. En este titular, la denominación cartonero aparece para ser luego desplazada por una nueva: la de empresarios que será luego la denominación que realizará la acción de levantar.

En esta crónica, del 14 de diciembre, los cartoneros ahora devenidos en empresarios adquieren nombres propios, y están ligados a verbos de decir, como en

14. “Sin concientización es imposible pretender que la gente comience a reciclar”, opina Walter Lizarazu (14/12)

La posibilidad de “hablar” de los cartoneros aparece sólo cuando éste se convierte en empresario (representación vinculada a la “oportunidad” de que el cartonero, a partir de su trabajo, puede “ascender”). También puede hablar, como en el ejemplo que sigue, cuando se convierte en militante:

15. Un militante del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) -una de las organizaciones de cartoneros que aceptó la propuesta de la administración de Mauricio Macri- insultó y trató de coimero al diputado Eduardo Epszteyn (27/11)

Pero hay diferencias significativas entre ambos ejemplos, puesto que mientras que el “empresario” emite opiniones, el militante, cuando adquiere su capacidad de decir, lo hace negativamente a través del insulto.

En contraste con estos dos ejemplos, hay una fuerte presencia de verbos que indican que hay un participante que habla. Veamos los ejemplos:

16. El ministro de Ambiente y Espacio Público, Juan Pablo Piccardo, anunció que (...) (27/11)

17. Epzsteyn acusó al jefe de gabinete del ministerio (27/11)

18. “Devolvé la plata de los camiones”, le contestó el diputado (27/11)

19. Piccardo detalló que el plan es invertir 30 millones (27/11)

20. La diputada Patricia Walsh preguntó por qué a las empresas concesionarias le paga un 60% (27/11)

21. El ingeniero, gerente general de la Asociación Vecinal Nordelta cuenta (...) (14/12)

22. El ministro porteño de Espacio Público, Juan Pablo Piccardo, le explicó a Clarín: (...) (15/12)

23. “A partir de 2010 pondremos otros contenedores más grandes, de 3.300 litros” aseguró Piccardo (15/12)

24. “Se está pagando un servicio de recolección diferenciada sin sentido”, afirmó Piccardo. (15/12)

25. "Giusti, coordinador de la Unidad del Plan Estratégico porteña afirmó (...) (2/12)

De los nueve ejemplos citados arriba, ocho asocian la capacidad de decir (cuenta, explica, afirma, asegura) a funcionarios políticos, de estos ocho sólo uno de ellos tiene como actor a la oposición al gobierno porteño (ejemplo 20) y otra liga la acción de contar con un gerente de Nordelta. A diferencia de los cartoneros, no son denominados como una categoría abstracta o por el nombre de pila, aquí aparecen cargos, nombres y apellidos.

Recapitulando, los cartoneros solamente actúan cuando se denominan recuperadores urbanos, para hablar se convierten en militantes (e insultan) o en empresarios (y opinan), porque son los miembros del poder político los capacitados para explicar, sugerir, contar, afirmar.

Además de cartoneros y políticos, hay otro actor en estas notas seleccionadas que aparece con frecuencia asociada a un tipo de acciones particulares. Es el vecino.

26. Se colocaron 15 mil contenedores en las calles para que los vecinos depositen la basura (14/12)

27. El 60% de los vecinos hace la separación en origen (14/12)

28. Los vecinos deberán empezar con la separación (14/12)

29. La idea es que la gente separe por su cuenta los residuos reciclables (15/12)

30. Apenas el 16% de los vecinos recicla la basura (09/12)

31. El 63,3% de los vecinos desconoce cómo es el proceso actual de tratamiento de la basura (09/12)

En síntesis, los funcionarios dicen, explican, comentan; los cartoneros reciben lo que otros hacen por ellos o, a lo sumo, sudan, sólo trabajan cuando son denominados recuperadores urbanos; quienes realizan acciones materiales con más frecuencia son los vecinos, que aparecen ligados a acciones como depositar, separar (en sus múltiples versiones), reciclar.

La práctica discursiva

Desde el punto de vista de la práctica discursiva deberemos tener en cuenta las condiciones de producción, circulación y consumo de los discursos y su relación con las convenciones establecidas por los géneros.

En este sentido, de las crónicas que hemos analizado podemos establecer que si bien las 9 notas analizadas se presentan como noticia, en tanto son discursos que circulan en un medio de comunicación con determinada estructura textual, se distancian del género porque en ninguna de ellas se ofrece una nueva información sobre sucesos recientes. Entendiendo que la intertextualidad es “la propiedad que poseen los textos de estar construidos con fragmentos de otros textos”9, las crónicas analizadas tienen como acontecimiento los discursos previos de instituciones encargadas de generar encuestas y datos estadísticos (cuál es el porcentaje de vecinos que recicla la basura, por ejemplo) o bien los discursos orales de sujetos habilitados para prometer, sugerir o aseverar que ciertos sucesos acontecerán (por ejemplo, el relato de algún funcionario acerca de qué deberán hacer los vecinos con la basura).

Esto es importante en nuestro análisis de las representaciones sociales de los actores involucrados en el proceso de la basura en tanto da cuenta de lo que Fairclough llama la tecnologización del discurso, que surge porque

(...) la creciente importancia del lenguaje en la vida social tuvo como resultado un mayor grado de intervención consciente para controlar y moldear las prácticas lingüísticas en una forma acorde con los objetivos económicos, políticos e institucionales.

En este sentido, los funcionarios públicos y las instituciones que moldean los procesos sociales a partir de cifras forman parte de este suceso.

En ejemplos como:

32. Un reciente informe del Sistema Único de Reclamos (SUR) de la Ciudad de Buenos Aires revela que (...) (20/11)

o en:

33. Las conclusiones de una encuesta realizada por la Universidad de Palermo en 972 hogares de Capital (...) (9/12)

son instituciones, públicas en (32) y privadas en (33), las que informan lo que los vecinos piensan acerca del reciclaje de residuos o el accionar de los cartoneros.

Por otra parte, el soporte material de las crónicas analizadas es el sitio web del medio, por lo cual no podemos dejar de tener en cuenta que los destinatarios y los productores no son los mismos que los de la versión impresa y tampoco son las mismas las secciones del periódico, pero creemos que la influencia de este medio sobre las representaciones sociales que nos interesan aquí se repiten más allá del soporte.

La práctica social

A partir de las convenciones del género y de los criterios básicos para el análisis textual, nos resta entender los discursos como prácticas sociales. En este nivel de análisis tendremos en cuenta cómo se ubican los discursos analizados con respecto al poder y la ideología dominante.

No nos será posible establecer aquí definiciones certeras en cuanto a esta dimensión del análisis, en principio porque creemos que sólo es posible hacer este tipo de acercamientos desde un trabajo arduo que involucre a diversas disciplinas. Por lo tanto, lo que intentaremos hacer es aventurar, a modo de conclusiones, las nuevas preguntas que fueron surgiendo del análisis.

Conclusiones

Para conocer las representaciones sociales de los actores sociales de la basura partimos del discurso de los medios masivos de comunicación como voceros privilegiados para instaurarlas y reproducirlas.

En las crónicas analizadas, las representaciones sociales inscriptas estigmatizan actores, de manera tal que las funciones de hacer, decir o ser espectador corresponden significativamente a uno u otro de los participantes en los eventos que se relatan. El mundo puede ser opinado, explicado, verbalizado si se pertenece al grupo seleccionado para ello, el de la clase política; mientras que el cartonero no sólo no tiene en su poder los roles de los funcionarios, tampoco tiene la capacidad de hacer que tienen los vecinos.

El lenguaje representa -y a la vez es constitutivo- de identidades sociales, en este sentido cobra relevancia lo hallado en nuestro análisis con respecto al valor del signo cartonero y el de recuperador urbano. Para que el recolector informal de residuos pase de ser nombrado como cartonero (es decir, asociado a uno de los materiales que recolecta) a ser nombrado mediante su función de recuperar algo necesita ser empadronado u organizado por el gobierno de la ciudad. Así, cuando está bajo el control del Estado, se convierte discursivamente en un trabajador que puede hacer algo más que sudar. Esto nos permite formular algunas preguntas en cuanto a la reproducción de las relaciones sociales inmersas en el proceso productivo: el cartonero, ¿es un trabajador?, ¿es un excluido? En nuestro análisis, desde el punto de vista discursivo, el cartonero no forma parte de las relaciones de producción hasta que el Estado le garantiza esta posibilidad. Deberíamos indagar qué sucede con los discursos que tienen como actores a otros trabajadores informales, si se trata de disputas en torno al concepto de ‘trabajo’ o si es algo que sucede con el recolector informal de residuos en particular.

En cuanto a las relaciones sociales ausentes en las notas sobre la basura del período seleccionado, creemos oportuno establecer algunas lecturas posibles. La basura, luego de ser el desecho que sacamos de nuestras casas se convierte, en el circuito siguiente, en un producto negociable y, como tal, en mercancía. Es adquirida por empresas de recolección, por recolectores informales, hay empresas que adquieren a bajo precio los materiales recolectados; participan en estas empresas centenares de trabajadores encargados de seleccionar, distribuir, trasladar y disponer los residuos en un determinado lugar. Pero como todo producto propio del trabajo, se percibe la producción de mercancía como una relación entre cosas, y quedan ocultas las relaciones humanas intervinientes. Por eso es que sólo podemos percibir a la basura como desecho de nuestro consumo, pero cuando ésta pasa a ser mercancía, se cosifica.

Aquí debemos hacer una salvedad respecto al cartonero, sujeto que aparece en la mayor parte de las crónicas analizadas y que, sin embargo, pertenece ya a este circuito de la basura como mercancía. Si bien no nos explayaremos aquí sobre esto, creemos que su instauración como actor social posterior a la crisis de 2001 hace necesario atender a su presencia no ya como un participante del proceso productivo de la basura sino como un deambulador de los espacios urbanos que debe ser contenido, controlado o expulsado.

Al principio decíamos que nos interesaba indagar en las representaciones sociales de los actores involucrados en el proceso de la basura para tratar de entender por qué, pese al trabajo de grupos ambientalistas y asambleas ciudadanas, desde la administración pública pueden plantearse políticas ligadas a la basura que sólo abarcan la limpieza del espacio público. En este sentido, debemos reconocer que cada representación reproducida en un discurso no se instala en los sujetos de manera aislada, sino que se liga con otras representaciones ya existentes en el sistema de creencias previas. Por eso es que, conocer ese sistema de creencias previas -que, aunque individual, deviene en social mediante la comunicación- es lo que nos permite entender por qué determinadas campañas públicas surten su efecto o, al menos, son comprendidas.

En este sentido, nos resta en una próxima etapa analizar por qué los discursos ecologistas no logran hacer presión para mover de su lugar al eje de referencias instalado por el discurso dominante en cuanto a qué hacer con los residuos. Este análisis sería de importancia porque entendemos el lenguaje como producto de una lucha. Si creyéramos que los discursos sólo sirven para la reproducción de lo social, nos limitaríamos a aceptarlo. Pero el discurso es una herramienta más, una muy importante, para la transformación. Ahí es donde entender las estrategias para la instalación de representaciones sociales se vuelve fundamental.


Bibliografía

  • Fairclough, N. Discurso y cambio social. Fichas de cátedra Nº 3 de Sociolingüística, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, 1993.
  • Hodge, R. y Kress, G. Language as Ideology. Londres, Longman, 1993.
  • Raiter, A. Lingüística y política, Buenos Aires, Biblos, 1999.
  • -----. “Representaciones sociales” en Raiter et al. Representaciones sociales, Buenos Aires, Eudeba, 2002, pp.9-29.
  • -----. Lenguaje y sentido común, Buenos Aires, Biblos, 2003.
  • Shchamber, P. y F. Suárez (comp.) Recicloscopio, Buenos Aires, Prometeo, UNLa y UNGS, 2007.
  • Voloshinov, V. El marxismo y la filosofía del lenguaje. Madrid, Alianza Universidad, 1992.

Notas

1 Un recorrido sobre este pasaje del ámbito de la basura de lo privado a lo público se puede ver en Shchamber, P. y F. Suárez (comp.) Recicloscopio, Buenos Aires: Prometeo, UNLa y UNGS.
2 Nos referimos al gobierno de Mauricio Macri, que se inicia en diciembre de 2007.
3 Hubo intentos de involucrar a los vecinos en este proceso más amplio de la basura cuando se pusieron tachos diferenciados para cada tipo de basura, sin embargo, no aparecieron mencionados en campañas en la vía pública y rápidamente se decidió sacarlos porque, en palabras del ministro de Ambiente y Espacio Público: "la recolección diferenciada de basura le sale mucha plata al Estado y no sirve para nada, porque cuando se abren los contenedores, todos los residuos están mezclados. Tampoco vamos a gastar plata en una campaña de concientización de la sociedad, porque el sistema evidentemente fracasó". Clarín, 30 de junio de 2008.
4 La Ley 1.854 de “Basura Cero” se aprobó en el año 2006 y prevé que para el año 2010 se podría reducir la basura que se envía a rellenos sanitarios en un 30% mediante la separación de residuos en origen, recolección diferenciada y colocación de contenedores en la ciudad. La ley se la reglamentó en mayo de 2007.
5 Voloshinov, V. El marxismo y la filosofía del lenguaje. Madrid, Alianza Universidad, 1992.
6 Raiter, A. Lingüística y política, Buenos Aires, Biblos, 1999.
7 Fairclough, N. Discurso y cambio social. Fichas de cátedra Nº 3 de Sociolingüística, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, 1993.
8 Llamamos “estructura básica” a esta construcción que lleva el orden Agente - Proceso - Paciente, o bien Agente - Proceso. Otras estructuras básicas relacionan al agente con sus atributos, como en Los cartoneros son delincuentes. La suma de estos componentes, más allá de sus transformaciones y elisiones se denomina “cláusula”.
9 Fairclough, N., op. cit.

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