Ley de Medios: un debate sobre la cultura y los medios de comunicación | Centro Cultural de la Cooperación

Ley de Medios: un debate sobre la cultura y los medios de comunicación

Autor/es: Alejandro Aymú

Sección: Crónicas

Edición: 7

Español:

En el marco de la discusión sobre la nueva Ley de Medios, el Centro Cultural de la Cooperación realizó diversas actividades a través de sus departamentos y su dirección. Numerosas personalidades de los medios de comunicación y la cultura circularon para brindar su visión sobre una ley de fundamental importancia para el desarrollo de nuestra democracia. La actividad, realizada el 16 de septiembre en la sala Solidaridad del CCC, presentó un rico debate precisamente la misma tarde en la que el tema se discutía en el Congreso Nacional. El panel estuvo compuesto por: Juan Carlos Junio, Director del Centro Cultural de la Cooperación; Enrique Vázquez, periodista; Ricardo Forster, filósofo; y Federico Luppi, actor; ante un auditorio nutrido de estudiantes, periodistas, escritores, actores, ciudadanos y ciudadanas en general.


En el marco de la discusión sobre la nueva Ley de Medios, el Centro Cultural de la Cooperación realizó diversas actividades a través de sus departamentos y su dirección. Numerosas personalidades de los medios de comunicación y la cultura circularon para brindar su visión sobre una ley de fundamental importancia para el desarrollo de nuestra democracia. La actividad, realizada el 16 de septiembre en la sala Solidaridad del CCC, presentó un rico debate precisamente la misma tarde en la que el tema se discutía en el Congreso Nacional.

El panel estuvo compuesto por: Juan Carlos Junio, Director del Centro Cultural de la Cooperación; Enrique Vázquez, periodista; Ricardo Forster, filósofo; y Federico Luppi, actor; ante un auditorio nutrido de estudiantes, periodistas, escritores, actores, ciudadanos y ciudadanas en general.

Juan Carlos Junio: “Lo que se disputa es la cultura”

Abrió la charla Juan Carlos Junio. En su primera reflexión enmarcó esta actividad, convocada desde la cultura, en una lucha ideológica más amplia, en la cual un aspecto fundamental es el que constituyen “cultura y medios de comunicación”. El director del centro cultural sostuvo que los sectores dominantes se propusieron, desde el comienzo de la historia de la humanidad, poseer el dominio absoluto de la cultura y las ideas, de modo tal de poder tener bajo su órbita el control político y económico que los afianza en su lugar de hegemonía. Resaltó que este proceso histórico tiene como carácter distintivo el salto tecnológico en materia de telecomunicaciones, “...a través de la televisión se llega al conjunto del pueblo, al conjunto de la sociedad, se podría decir que a casi toda la sociedad...” Durante estos últimos 20 o 30 años se fue “amalgamando un sistema cultural, económico, de negocios y político, montado en el triunfo del capitalismo hegemónico”, destacó Junio.

El debate sobre la nueva ley no puede abordarse si no se tiene en cuenta que la reglamentación que reguló durante más de dos décadas los medios audiovisuales surgió en el ceno del período más oscuro de la historia argentina, la dictadura militar. En aquella etapa, el continente americano se vio sometido a los regímenes militares que condenaron a los pueblos a vivir en un clima de aniquilamiento de las libertades y los derechos ciudadanos. Para Junio, el triunfo de estas dictaduras implicó la emergencia de una hegemonía cultural que encuentra hoy enormes fisuras, “la propuesta para los pueblos que ellos venían haciendo en el terreno cultural, económico y social va mostrando su fracaso. Lo que repartieron es miseria, hambre, dependencia, pérdida de la dignidad y subordinación cultural. Y desde esa fisura, de ese enorme muro que se levantó es que precisamente en nuestro continente estamos asistiendo a este fenómeno maravilloso de recuperación de la soberanía de la gran mayoría de nuestros países, también económica, política y cultural”.

Sobre el final de su reflexión, Junio planteó el interrogante sobre qué es lo que finalmente se está discutiendo con esta ley que tanto incomoda a los sectores más poderosos; su respuesta a este interrogante fue: “lo que se disputa es la cultura, lo que se disputan son los símbolos, lo que se disputan son las palabras, lo que se disputan son las metáforas artísticas, lo que se disputan son los contenidos, el cine, el teatro, los hábitos, se disputa qué es lo que hay que leer y lo que se oculta y no se puede leer, se disputa la música, se disputa la idea de qué es la libertad (...) está en juego la dimensión y el debate de la cultura y la política, del arte y la política, eso también está en juego, ya que ahí también, desde el punto de vista ideológico y cultural, lograron levantar otro muro invisible. Se puede hacer cultura pero nunca se asocien con la política, eso es muy feo; se puede trabajar en las ciencias sociales, investigar, publicar pero no debe vincularse eso con la política; y se puede ser un eximio artista y poeta pero no se puede vincular con la política. Allí también hay otra cuestión que está en juego con todo este debate”. Para concluir, dejó en claro que, después de haber sido marginados de poder brindar un servicio y levantar la voz a través de medios de comunicación, “los cooperativistas apoyamos decididamente esta ley”.

Enrique Vázquez: “Los medios de comunicación como 'ordenadores del caos'”

Enrique Vázquez se definió como un trabajador de los medios y su reflexión comenzó a partir de definir el lugar que ha ocupado la palabra en las cruzadas civilizatorias, en la importancia del verbo en las religiones, y recordó que el recitar inadecuado del credo podía implicar la muerte para el desafortunado que era considerado “hereje” por la inquisición.

La palabra siempre fue, según Vázquez, la “quinta esencia del poder”. Refrescó el lugar que han tenido los medios en el contexto social y político para los ciudadanos comunes: “Los medios de comunicación se presentan con un ropaje inocuo ante la sociedad. Dicen que son los meros trasladores de la realidad a personas que no podían, no estaban en condiciones de percibir por sus sentidos, de manera directa, esa realidad”. Los calificó como “ordenadores del caos” en el que se vive y reflexionó sobre la importancia que tiene ese ordenamiento para detectar qué es lo importante y qué no lo es: “Nos vamos acostumbrando inadvertidamente a un orden, a un criterio, y eso nos impregna de valores. Esos valores sí efectivamente son cultura y son moral”.

El otro lugar que Vázquez encuentra en este debate sobre la Ley de Medios es la vinculación de los medios y la política del “consenso”: “La política que trata de no molestar a nadie, de no irritar a nadie, no lastimar. Y es esa inserción natural que tienen los medios de comunicación en la acción política plena”. En este marco, la consigna del “consenso”, según Enrique Vázquez, se manifiesta a través del discurso mediático: “Los medios de comunicación son los que dicen qué piensa la gente. Y son los que fuerzan a que el dirigente político adopte tal o cual criterio supuestamente emanado del consenso. Son los que tienen las preguntas y tienen las respuestas. Y son los que castigan al político que no pretende ese consenso impuesto por los medios de comunicación, y tiene sus propios valores y sus propios criterios como propuesta para resolver los problemas de la sociedad”.

Vázquez hace hincapié en el carácter tematizador que tienen los medios de comunicación a la hora de fijar las agendas, planteando el posicionamiento “objetivo” u “objetivable” con el que los medios de comunicación se plantan ante la sociedad. Lo ejemplifica con el caso de la “inseguridad policial” y el rol del pibe chorro o el “morochito” para los medios y la ausencia de un verdadero debate acerca de la inseguridad en los distintos ámbitos laborales, sociales, industriales, etc. Se pregunta, “¿cómo es que se instala un tema?”. La respuesta la da inmediatamente: “Mediante la simple repetición de una noticia o de algo aleatorio a esa noticia”. Sobre estos parámetros el periodista analizó el contexto actual en el que se debaten valores que forman parte de una cultura y cómo se definen los medios frente a una problemática social que, bajo aquellos lenguajes, pasan a ser problemáticas mediáticas.

Ricardo Forster: “Cuando se disuelve el poder ideológico de los partidos de la derecha, los medios de comunicación terminan siendo los referentes”

Forster propone trasladarse a la década del 90, para hacer el ejercicio de detener el tiempo y transformar el pasado en un museo temático. En esa década, el capitalismo tardío se pronunció con la mayor voracidad, y encontró en la industria cultural aquella herramienta con al cual desplegar por todo el planeta la ideología del consumo. Por eso Forster propone: “reducirla a objetos, colocarla en la vitrina de los museos, y convertir a los ciudadanos globales en visitantes de esos museos que remitían a historias ya clausuradas”.

Para Forster, se consolida así una etapa en la que se borran las posibilidades de transformación que motorizan el transcurrir de la historia: “El conflicto era parte de la dinámica de la experiencia histórica, el mercado global, la muerte del sujeto, el fin de las ideologías, el anuncio de que la historia estaba clausurada y que se había logrado conjugar, ahora sí, mercado, mercancía, globalización, democracia liberal, y quedarían algunos restos, como si fueran esas zonas del vertedero, del occidente opulento, en el que quizás aún persistieran algunos conflictos, pero la historia estaba consumada. El discurso, la narración, la práctica, ya era la consumación de un modelo. Era la naturalización de una época del mundo. Era la transformación de intereses particulares en intereses universales”.

La década del 90 fue un momento histórico en el que el capitalismo alcanzó los mayores niveles de concentración económica en pocas manos. Se produjo en nuestro continente un desguace de los aparatos estatales y su curso viró hacia el eje financiero-especulativo. Ese momento de transformación económico-material, señala el filósofo, es un momento simbólico-cultural.

La década neoliberal no fue sólo un proceso histórico de transformación de las condiciones materiales de producción, sino que además para Forster: “es también la construcción sistemática de una representación del mundo. Es la construcción sistemática de nuevos imaginarios culturales. Es la construcción continua de nuevas formas de subjetividad. Se modifican acciones, modos de ver el mundo, vínculos entre las personas, se transforma radicalmente la cotidianeidad”.

En esta construcción de subjetividades y de modos de interpelar al mundo, los medios de comunicación forman parte fundamental en la construcción de los imaginarios culturales de las personas, con lo cual su injerencia en la vida social no es ingenua. Forster los definió como “máquinas colosales, sutiles, maravillosas de producir sentido, efectos, de construcción de opiniones públicas, de generar condiciones de representación de la realidad, del mundo” y su relación con las personas es a partir de lo que nos generan, “nos educan, transforman nuestros lenguajes, modifican nuestra percepción, horadan nuestra sensibilidad, generan condiciones extraordinarias de modificación de los modos a través de los cuales miramos la sociedad, dialogamos con los otros”. Esto no significa que los medios hagan con nuestras vidas lo que quieran sino que, para el filosofo, “las transformaciones tecnológicas, transformaciones civilizatorias, mutaciones culturales, las nuevas formas de lenguajes se han pegado dramáticamente, exponencialmente a la sensibilidad, a la construcción de los sujetos, a la manera de ver el mundo”. Esto da por entendido que esta mirada no es depurada de ninguna subjetividad, de hecho, aclara Forster, la cultura convoca a la interpelación, la cultura es conflicto, diversidad, pero señala que hay épocas en las que todo esto se consolida de un modo espectacular.

La década neoliberal del 90 expandió sus tentáculos capitalistas a lo largo de todo el planeta. El rol de los medios masivos de comunicación fue fundamental para este proceso cultural y global. Forster definió este rol de los medios como “uno de los puntos más notables de su capacidad de expandir dominio, ideología, y continuar una lógica de sometimiento”. Para ejemplificar esta actuación del stablisment mediático, Forster tomó el caso de la prensa europea, que se autodefine como progresista, y dijo: “Es una cosa tremenda la manera como una prensa que supuestamente proviene de tradiciones socialdemócratas, que mezcla tradición liberal con vieja concepción de Estado de Bienestar, cuando tiene que hablar de América Latina, lo hace de manera salvaje, bestial, cruda. 'El chavismo avanza como nuevo demonio de la época. En la Argentina se está intentando legislar para aniquilar a la libertad de prensa'. Todo eso que relatan nos están muestra que en el núcleo del poder, en la ideología del poder, porque lo mismo podríamos leer en el New York Times o en el Washington Post, esa prensa, el cuarto poder, democrática, liberal progresista, que durante las guerras sistemáticas del Imperio aceptó absolutamente la censura militar. Jamás pudimos ver lo que el Imperio hizo en la última guerra de Irak, jamás, porque esas prensas democráticas aceptan a rajatabla cuanto el poder les dice 'esto se puede decir y esto no se puede decir'.” Y advierte cómo estos aparatos de prensa supuestamente plurales y demócratas, a la hora de hablar de América Latina, lo hacen como si se estuviera viviendo en un clima de barbarie y de conflictividad social permanente. Forster analiza este nuevo papel de los medios de comunicación en el escenario global, haciendo una comparación con el rol de los partidos políticos y las nuevas lógicas de la época: “Cuando se disuelve el poder ideológico de los partidos de la derecha, los medios de comunicación terminan siendo los referentes, los constructores de ese sentido común que tiene como núcleo fundamental la proyección de una lógica de derecha”.

En el curso de su intervención, Ricardo Forster hizo reiteradas alusiones a los años 90, haciendo especial énfasis en la necesidad de una reglamentación más democrática, y se refirió a la importancia de esta etapa que inaugura la nueva normativa: “busca reemplazar a una ley impuesta en la noche de la dictadura, una ley de los esbirros, de los represores. Esa ley que se mantuvo durante 26 años y que fue mejorada durante los años 90 para beneficiar a la corporación mediática; esa ley es una deuda tremenda de la historia democrática argentina. Es casi del orden del sentido común, cualquier liberal que se precie debiera sentir la alegría inmensa de que por fin la democracia argentina, en el Congreso de la Nación, está pagando una deuda con nuestros muertos, con una historia horrenda de este país, promoviendo una ley democrática, una ley que habilita a otros actores, que recupera la idea de que la comunicación no es sólo un negocio, que la comunicación no es sólo una cuestión del mercado, que la comunicación es clave en esta época para hacer visibles a los invisibles de la historia, para dejar que los muchos que no suelen tener voz para expresar públicamente lo que sufren y lo que necesitan tengan la oportunidad de entrar a la disputa por el sentido, a la disputa por el lenguaje, a la disputa por la cultura”.

También se refirió a la oposición: “Es vergonzoso que aquellos que se reivindican de una tradición liberal, democrática, progresista en nuestro país, hoy sean cómplices del chantaje de las corporaciones mediáticas, creo que lo que se está denunciando es cómo hoy se ha construido una alianza, de nuevo tipo en estos últimos años, que ponen en común a los dueños de la tierra, a los dueños de las corporaciones económicas, a los dueños de las corporaciones políticas, en el sentido de las corporaciones que hoy operan en el interior de la política sólo como correa de transmisión de las corporaciones económico-mediáticas”.

El escritor define este escenario como “delicado” y “extremadamente importante” porque “cuando lo crudo se expresa en el interior de una sociedad es grave. Es grave porque lo que desaparece es la sutileza, la complejidad, y todo se vuelve, entre comillas 'transparente', cuando sabemos que nuestras sociedades son opacas. La inteligencia de las grandes corporaciones mediáticas, la sutil inteligencia de esas corporaciones, es trabajar en la opacidad, lo mejor de las escrituras periodísticas y culturales es ser capaces de jugar en el interior de la opacidad y no apostar a la brutalidad de una transparencia que por supuesto tampoco es transparente”.

En esta línea de reflexión, repasó el momento histórico que América Latina atraviesa en el entramado dialéctico e histórico: “Lo que está pasando en nuestra sociedad, como en otros países de América Latina, tiene que ver con el retorno de la política, pensada no como gestión de los intereses empresariales, sino como espacio de disputa por la dignidad, por la justicia, por la igualdad, por lo emancipatorio. Estamos discutiendo ahora el bicentenario, estamos discutiendo la Argentina, estamos discutiendo América Latina, estamos discutiendo modelos de sociedad, modelos de país, y sin dudas que en el interior de ese debate, la cuestión de los medios de comunicación, que insisto, no son sólo instrumentos, no son sólo objetos que están por allí, sino que atraviesan decisivamente la trama de nuestra cotidianidad, de nuestras ilusiones, de nuestras fantasías, de nuestra manera de ver el mundo”.

El escritor y ensayista definió este momento como de recuperación del tiempo, de lo discursivo, de aquello que los 90 parecían haber enterrado para siempre. Forster no olvidó hacer referencia a los aniversarios recientes: “Es un día muy particular en el que recordamos un golpe ominoso en la historia argentina, es el día también que nos recuerda la masacre de los estudiantes en La Plata, ayer es el día en que Videla firmó el decreto para la Ley de Radiodifusión. A veces se dan estos momentos casuales, este es un día particular, este es un día intenso, como muchos de los días previos y seguro como mucho de los días que vendrán”. Por último, cerró su intervención diciendo que “con una nueva Ley de Medios Audiovisuales no vamos a resolver la historia, pero al menos vamos a tener posibilidades de dar una batalla en mejores condiciones”.

Federico Luppi: “Los chacales se han quitado la careta”

Federico Luppi, actor y referente de la cultura, habló de esa oposición que se opone a esta ley ante todo y todos. Esa oposición política que en sus largas defensas en nombre de una “libertad de expresión”, se pronuncia en contra de una reglamentación que pretende democratizar la palabra a partir de incorporar nuevos actores. Luppi se refirió a ellos sin ahorrarse la impresión que le causan: “Una cosa interesante de este proceso es que una parte importante de los chacales del razonamiento, entre comillas, se han quitado la careta. Uno los ve zafios, incultos, perros en el razonamiento, cretinos y cínicos porque no pueden hacer otra cosa”, dijo y agregó “apelan directamente, sin eufemismos, al golpe de Estado. Una política que dice 'apoyemos a cualquier corporación importante con tal de que se mantenga la libertad de expresión', contradicción tan fragante que es idiota. Pero en fin, eso forma parte de este tiempo que estamos viviendo en el cual, debo decirles, me siento, como decía Lin Yutang, 'una hoja en la tormenta'”.

El actor también destacó que en este contexto en el que la ciudadanía queda atrapada en un laberinto retórico en el que se disputan espacios políticos y poco importa la tan mentada “libertad de expresión” esos ciudadanos y ciudadanas terminan siendo rehenes de estas batallas políticas, “se hace muy difícil si no se tiene un 'background' intelectual importante y definible como criterio analítico, importante y profundo, uno gasta una enorme cantidad de energía en enojarse, en ser un protestón profesional sin demasiadas productividades: es mi caso particular” confesó ante el público. Declaró también lo duro que son sus viajes en taxis, donde escucha “cosas muy duras”, lo que lo lleva a reflexionar lo curioso de estas opiniones que vierten trabajadores, gente que la vida no le es para nada fácil y la pasan duro, reflexionó Luppi y, tratando de encontrar un diagnóstico de estas severas reflexiones, el actor emitió ante la audiencia su parecer respecto de lo que cree que le está pasando a mucha gente, “les ha ido comiendo el coco ese lento desgranar, el gota a gota cotidiano, que les permite decir y ser polea transmisora de aquello que les están diciendo que digan”, sentenció.

Federico Luppi destacó la importancia de esta ley en el marco de un modelo de país, “cuando nos planteamos en este momento tan tremendo de nuestra historia algo que, es cierto, esta ley excede las condiciones del metalenguaje comunicacional, va más allá de si un artículo más, un artículo menos, si tendremos más o menos monopolios, más o menos pistas informáticas, más o menos telefónicas, o más estructuras mediáticas para informarnos mejor. Creo que tiene que ver, no quiero parecer tremendista pero lo digo, tiene que ver con la supervivencia de la Argentina como país. Tiene que ver con esta posibilidad, seguramente utópica, de poder discutir, disentir, hablar, contrastar, antagonizar”.

Por último, terminó su intervención volviendo a referirse a los sectores de la oposición que han tenido un lugar privilegiado durante largas horas en la televisión durante este proceso y dijo “en el mundo entero la careta se ha caído. Y hay que apelar a la violencia, justamente porque no saben cómo triunfar. Pueden vencer”.

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