La producción de soja en Argentina: causas e impactos de su expansión | Centro Cultural de la Cooperación

La producción de soja en Argentina: causas e impactos de su expansión

Autor/es: Julia Strada, Ignacio Andrés Vila

Sección: Estudios de Economía Política y Sistema Mundial

Edición: 23

Español:

El presente artículo tiene por objetivo efectuar un repaso histórico por las condiciones que permitieron el desarrollo del cultivo de soja en Argentina, alcanzando en la actualidad una cobertura del 60% de la superficie sembrada de nuestro país. Su expansión en el agro argentino tiene estrechas vinculaciones con la evolución de las variables externas, teniendo en cuenta que prácticamente su totalidad -tanto en forma de poroto, pellets, como aceite de soja- se exporta hacia el resto del mundo.
La soja en Argentina comenzó a sembrarse a mediados de los años 70, y en menos de 40 años ha tenido un avance inédito. Este proceso de creciente sojización ha desplazado otro tipo de prácticas y productos agropecuarios, dejando claramente ganadores y perdedores. Entre los primeros se encuentran los pooles sojeros integrados por capitales internacionales, mientras que los pequeños y medianos productores han sido los más perjudicados.
A partir de una revisión de fuentes bibliográficas que responden a típicos estudios sectoriales del agro y al relevamiento de datos cuantitativos de orden nacional sobre distintas variables -evolución de toneladas producidas, de las hectáreas sembradas, de los márgenes obtenidos y de los precios internacionales de los principales productos agrícolas-, se construyen las líneas analíticas a lo largo del trabajo.
En este orden de ideas, en el primer punto se señala la creciente importancia del cultivo de soja (i); en el segundo apartado (ii) se abren interrogantes sobre el proceso de sojización, y en el tercer punto (iii) se avanza sobre los impactos del mismo.


Introducción

En el marco de la actual restricción externa, conjugada con el litigio con los fondos buitre y el pretendido impacto negativo que este conflicto supondría en la estabilidad financiera local, la discusión en torno a la obtención de divisas ha cobrado gran relevancia. Particularmente ha puesto en el centro de la escena los debates referidos a la preponderancia del complejo sojero en la producción del agro argentino y al elevado nivel de concentración de las exportaciones de sus productos.

En un contexto signado por una feroz puja distributiva, que posiciona a los sectores más concentrados –particularmente del agro, en sintonía con sectores industriales de la UIA- en favor de una devaluación de la moneda que “devuelva competitividad” a la economía, con argumentos similares a los esgrimidos a partir de la alteración cambiaria en enero de 2014, se hace imperativo repasar la trayectoria de la principal producción agrícola en la actualidad: la soja.

En este marco, ponderar quiénes han sido los ganadores y perdedores de un proceso de creciente “sojización” que se remonta a las década de los ‘70 resulta sin dudas revelador de la trama de intereses que se conjugan en la actual coyuntura.

I. La creciente importancia del cultivo de soja

La producción de soja y sus derivados es actualmente una de las actividades más dinámicas de la economía argentina. Se introdujo a mediados de los años ‘70, etapa en la que este cultivo comenzó a tener escala comercial local. En tanto experiencia inédita en el nivel internacional en términos de la velocidad de adopción del nuevo cultivo como base para la generación de ventajas competitivas, actualmente se ha convertido en la principal producción del agro argentino. La cosecha 2011/2012 alcanzó las 40 millones de toneladas, habiendo alcanzado un pico de 52 millones en la cosecha 2009/2010, superando de manera holgada a la suma de las cosechas de trigo, girasol y maíz.

En paralelo, también se ha incrementado año a año la capacidad de procesamiento del grano, tanto a través de inversiones para aumentar la capacidad de molienda, como en la mejora de los puertos para exportación.

El grueso de la producción de soja, ya sea como grano, aceite o sus derivados, se exporta. Asimismo se trata de un sector que tiene relevancia fiscal, especialmente por los impuestos al comercio exterior.

Como se visualiza en el Gráfico 1, la producción de soja creció más aceleradamente que la producción de maíz, trigo y girasol desde finales de los años ‘90. Este despegue de su producción durante la postconvertibilidad responde a distintos factores, entre los que se encuentra el gran incremento de los precios internacionales de los commodities, y en especial de la soja, junto con la introducción de un nuevo paquete técnico y su consecuente modelo de organización de la producción.

Las innovaciones tecnológicas tuvieron que ver con la difusión de la utilización de semillas transgénicas y la siembra directa, mientras que la organización de la producción supuso una creciente separación de la propiedad de la tierra de quien desarrolla las actividades, lo que significó una masiva contratación de servicios de la mano del surgimiento de poderosos pooles de siembra que concentraron la explotación de la tierra.

Para cuando comienza el ciclo de gobiernos kirchneristas la soja ya ocupaba el 46% de la superficie sembrada del país (Teubal y Giarraca, 2005). Entre el año 1982 y el 2003 la superficie sembrada de soja se multiplicó por seis, pasando de ocupar algo más de 2 millones de hectáreas a 12, 6 millones de hectáreas en el 2003.

Las nuevas condiciones de precios relativos, sumadas al favorable contexto internacional, dieron como resultado un nuevo dinamismo productivo que lleva a la actividad a niveles superiores a los 38 millones de toneladas.

Este comportamiento fue el resultado de:

i. la difusión masiva de un nuevo paquete agronómico articulado por la semilla transgénica (y complementado por la siembra directa y el uso de fertilizantes y herbicidas);

ii. la consolidación de una nueva forma de organización de la producción –la trama– incluyendo ahora no sólo la actividad primaria sino también la industria y los servicios (con los consecuentes impactos sobre el nivel y la tipología de la ocupación);

iii. las favorables condiciones de precios relativos;

iv. la preexistencia de una base tecnológica, productiva y empresaria.

Grafico 1

Grafico 2

Observando el Grafico 2, se visualiza que, desde mediados de los ’90, el rendimiento de los tres principales cultivos de nuestro país ha tenido un importante incremento, con mayores toneladas producidas en la misma cantidad de hectáreas. En esta línea, la incorporación de equipamiento de alto desarrollo tecnológico, los nuevos métodos de siembra y cosecha, y el avance de las semillas transgénicas, han sido elementos coadyuvantes en el aumento del rinde. Naturalmente el crecimiento muestra altibajos, producto de que todavía la incidencia climática es demasiado alta (las sequías, lluvias extremas, piedras, entre otras causales, pueden generar una mala cosecha más allá de los avances tecnológicos con los que se cuente). Es importante señalar que el gráfico 2 ilustra el comportamiento de estos productos a nivel nacional, con lo que debe señalarse que en las zonas núcleo el rendimiento por hectárea ha tenido un salto de mayor cuantía. Esto se conjuga con la expansión de una frontera agrícola en los últimos años, a partir de la utilización de tierras que no cuentan con las mismas características en materia de fertilidad.

Con el objetivo de evidenciar con mayor claridad el impacto de la introducción de la soja transgénica en Argentina, a continuación presentamos dos gráficos (3 y 4) que ilustran el antes y el después de 1996, en la superficie sembrada de soja, girasol y trigo.

Grafico 3

Garfico 4

A priori, se extrae de ambos gráficos 3 y 4, el hecho del continuo crecimiento del cultivo de soja en ambos subperíodos (1991-1996 y 1997-2014). Pero en este contexto es marcado el despegue de la superficie sembrada de soja desde 1996, en el marco de un la desregulación agraria realizada vía decreto en el 1991 por el presidente Carlos Menem. Esto provocó una multiplicación por cuatro de la producción de soja.

Asimismo, y a pesar del aumento de los rindes de trigo y girasol (como veíamos en Grafico 2), ambos cultivos cayeron en sus niveles de producción (descendiendo a la mitad entre las cosechas del 1996/97 y la 2013/2014). El trigo, que ocupaba 7.3 millones de hectáreas pasó a ocupar 3.6 millones; el girasol se redujo de 3.1 a 1.3 millones de hectáreas y en el caso de la soja, en el mismo período pasó de ocupar 6.7 millones de hectáreas a 19.8 millones.

II. ¿Por qué ocurre el proceso de sojización?

Entendemos que el proceso de sojización experimentado en Argentina no es un fenómeno simple y monocausal. Intentamos delinear algunos factores intervinientes en el mismo.

Nuevo orden jurídico

El año 1991 marca un punto de inflexión en el agro argentino, donde a partir de un Decreto de Necesidad y Urgencia del Poder Ejecutivo, se modifica de cuajo el orden jurídico, quedando el Estado argentino prácticamente sin herramientas de intervención en el sector agrario. A partir de esa medida fueron eliminadas: la Junta Nacional de Granos, la Junta Nacional de Carnes, el Instituto Forestal Nacional, el Mercado Nacional de Hacienda de Liniers, la Comisión Reguladora de la Producción y Comercio de Yerba Mate, el Mercado Consignatario Nacional de Yerba Mate y la Dirección Nacional del Azúcar. Asimismo, se adoptaron medidas dirigidas a la liberación de cupos de siembra, cosecha, elaboración y comercialización de caña de azúcar y azúcar, yerba mate, viñedos, uva y vino, organismos que tenían por finalidad regular la actividad agraria (Díaz Ronner, 2001).

A partir de esta nueva regulación que liberó el sector, la producción se orientó por la rentabilidad de los cultivos, alejándose de las necesidades de consumo local.

Ingreso soja transgénica y nuevo paquete tecnológico

En el año 1996 se produce un ingreso al mercado argentino de la semilla de soja transgénica, comercialmente conocida como la semilla “RR”: Roundup Ready.

El nuevo paquete tecnológico se difundió rápidamente dando lugar a una reconfiguración productiva cuyo resultado concreto fue la ampliación de la producción de granos. Esto último fue acompañado por nuevas inversiones en la industria de la molienda lo cual reforzó el modelo traccionado por la demanda internacional.

En el nivel productivo, el promedio de los 12 millones de toneladas de la primera mitad de los ‘90, fue rápidamente superado, a punto tal que en 2002 se había duplicado la producción respecto de 5 años atrás (Bisang, 2005).

La semilla RR, comercializada por las empresas multinacionales, fue alterada genéticamente para resistir al glifosato, un potente herbicida que acompaña el cultivo. A partir de estas transformaciones tecnológicas, la producción de soja queda estrechamente vinculada a la utilización del “paquete tecnológico” que combina estos tres elementos: la utilización del glifosato se conjuga con la siembra directa mecanizada y con la semilla transgénica.

La producción de soja, que creció desde principios de los ’90, y alcanzó en 1995 un período de amesetamiento, comenzó a despegar entonces hacia 1996 (como se visualiza en el grafico 4), ocupando más hectáreas y aumentando sus toneladas producidas.

A su vez, la utilización de este paquete tecnológico tuvo un impacto determinante en la productividad por hectárea. Entre 1997 y 2002, en la zona núcleo sojera, el rinde promedio fue de 27,9 quintales por hectárea, mientras que entre 2003 y 2014 el rinde promedio fue de 34,7 quintales por hectárea, alrededor de un 20% superior. Por su parte, los rindes promedio del girasol y el maíz también aumentaron.

Grafico 5

Analizando el gráfico 5 que refleja la evolución de los precios internacionales de los principales commodities, se observa que tres de los cuatro commodities con precios más altos desde los años 1990 a 2013 son las semillas de soja y sus derivados: aceite de soja, pellets de soja y semillas de soja.

En esta línea, a la vez que las características de precio y demanda internacional generaron condiciones propicias para el aumento de la producción de soja, la completa liberalización del mercado local permitió la profundización de este avance. En ese contexto la soja y sus derivados alcanzó valores de venta más altos que el resto de los commodities, con una demanda en fuerte crecimiento.

III. Impactos

Aumento del precio de la tierra

Como revela el gráfico 6, entre 2001 y 2013, el valor de la tierra en Argentina creció, medido en dólares, un 363%. Este crecimiento, basado fundamentalmente en el aumento de los precios internacionales de los commodities, no se comportó de manera homogénea en términos de cultivos en todo el país. Si en la zona núcleo sojera el valor de la tierra se multiplicó por cinco, el crecimiento del valor en la zona núcleo triguera el aumento fue bastante menor.

En esta línea, el valor de la tierra se ha ido adecuado a la tasa de ganancia de estos productos, generando, por un lado, un sector de propietarios rentistas y, por otro, una canalización de los productores hacia este tipo de cultivo.

Concentración de la tierra

Esta nueva situación fue reformando estructuralmente la composición del sector agropecuario de nuestro país, en donde el pequeño y el mediano productor fueron teniendo cada vez menos espacio y participación.

Como muestra el Gráfico 6, entre los censos de los años 1988 y del 2002 podemos ver cómo han ido desapareciendo las explotaciones agropecuarias de menor tamaño y, al mismo tiempo han ido creciendo aquellas explotaciones más grandes. Esto muestra una de las consecuencias terribles que tuvo el neoliberalismo en lo rural, concentrando la propiedad de la tierra como nunca antes. Se visualiza un marcado incremento de las explotaciones que superan las 1000 hectáreas y alcanzan las 5000 has, asimismo se revela un aumento de las explotaciones con más de 20 mil has. En paralelo, se redujeron prácticamente en una misma proporción todas las explotaciones con menos de 500 has., reflejando una palmaria destrucción de la pequeña producción. Reforzando esta tendencia y para el período de la postconvertibilidad, el reciente informe de la ONG Grain “Los Hambrientos de la Tierra” (2014) indica que Argentina perdió el 18% de sus fincas entre 2002 y 2008.

Concentración exportadora

Como revela el grafico 8, ha crecido con fuerza desde la devaluación del año 2002 el peso de las exportaciones del complejo sojero sobre el total de las exportaciones del país, medido en dólares. Esto se conjuga con una realidad dada por la concentración de estas exportaciones en un número reducido de empresas:

• Las cinco primeras explican el 66% de las ventas externas. 

• Las diez primeras dan cuentan del 96%.

Comportamientos especulativos

Las prácticas de retención de la cosecha de parte de un puñado de empresas exportadoras (sólo 8 explican la salida de granos al exterior) se han manifestado con claridad a fines de 2013 (a la vez que el adelanto de importaciones). Se encontró “alentada” por una devaluación a cuentagotas conjugada con una tasa de inflación siempre superior a la tasa de interés.

Luego de la devaluación de enero de 2014 se efectuó una importante liquidación de la cosecha (de manera anticipada respecto a años anteriores) que cayó hacia mitad de año, con productores y exportadores reteniendo una parte importante de la misma. Sin embargo, el precio de la soja tocó un piso de 350 U$S la tonelada, que implicó un ingreso no realizado de U$S 4088 millones (CEPES, 2014). Por ello, entre agosto y octubre los productores pedían un dólar a $13 para recibir la misma cantidad de pesos por tonelada equivalente a los que hubieran recibido en mayo.

Estos comportamientos especulativos no han sido ajenos a otras prácticas tendientes a operar sobre el nivel de reservas del banco Central y la creación, e impulso, de un mercado de dólar paralelo e ilegal1.

IV. Conclusiones

Entender el proceso de sojización que sufrió Argentina es evidentemente una tarea compleja que requiere el análisis de varios factores. Contiene tanto decisiones de orden político que instauraron nuevos marcos jurídicos, como la incorporación de un paquete tecnológico y el propio contexto internacional favorable en materia del aumentos de los precios de la soja- en su forma de poroto, pellets y aceite-. En la posconvertibilidad la creciente demanda –en cantidad- de parte del gigante asiático, China, se sumó al factor precio. Finalmente, las necesidades locales de divisas internacionales para hacer frente a compromisos externos e impulsar el crecimiento económico de la industria local se sirvieron de este sector en alza, soja-dependiente, para consolidar un patrón de desarrollo.

En este marco, el aumento del peso de las exportaciones de la soja y sus derivados en las exportaciones totales del país en el marco de la concentración exportadora descripta, generó un aumento en el poder de la administración de las divisas de este grupo de empresas exportadoras, que, sobre todo a partir del año 2013, donde reaparece en Argentina la problemática del estrangulamiento externo y de la escases de divisas, pasaron a jugar un rol fuerte en la política nacional, presionando por una devaluación que les permitiera aumentar sus ganancias. La alianza con grupos económicos que desarrollan su actividad en otros sectores económicos, generó otros mecanismos de presión devaluatoria, como han sido las corridas cambiarias, las operaciones ilegales de compra y venta de divisas, la fuga ilegal de capitales, la sobrefacturación de importaciones y la sub facturación de exportaciones, etc.

Este proceso de aumento de la superficie sembrada de soja que ha sido posible debido a la desregulación casi completa del sector, ha dejado claramente ganadores y perdedores.

La reforma administrativa del estado durante el neoliberalismo (en este caso particularmente a través del decreto de 1991) fue una verdadera reforma política que promovió una severa reformulación de las relaciones de poder y dominación entre actores domésticos y entre estos y actores externos, a través de la asignación de recursos, redefinición de las condiciones de participación en la competencia por ellos, distribución de costos y beneficios. Hubo quienes ganaron y quienes perdieron; hubo quienes pudieron aprovechar las nuevas condiciones para avanzar, consolidarse o globalizarse y hubo quienes fueron expulsados de los mercados y se hundieron en la pobreza y la precariedad” (Carlos Vilas, 2014, Revista Realidad Económica N°287, “Ajuste estructural como reforma de Estado: una vez más sobre el Baco Mundial en América Latina”)


Bibliografía


1Corridas cambiarias. Como señala Zaiat (2013), Entre 2007 y 2013 CFK atravesó 6 corridas, que fueron desarticuladas por la política preventiva de haber acumulado reservas: en 30 de los 48 meses del primer gobierno de CFK se detectaron ventas de dólares para frenar las corridas. Más recientemente, fue de importancia una séptima corrida en enero de 2014 con la compra de dólares de Shell a $8,70. Esto arrojó ganancias por diferencia de cotización: Citibank a 733 millones de pesos; el BBVA Francés logró 548 millones; HSBC, 356 millones; BNP Paribas, 198 millones; JP Morgan, 92 millones; Galicia, 51 millones, y el Banco de Córdoba, 50 millones de pesos (mes de enero 2014). Operaciones financieras. En el caso del contado con liqui, las operaciones realizadas hasta noviembre de 2014 ascendieron a U$S 27.400 millones vía las Sociedades de Bolsa y otros 10 mil millones de dólares a través de los bancos. En 2012 la fuga de capitales vía precios de transferencia fue de 13.218 millones de dólares, un 9 por ciento del total del comercio exterior (Cefid-Ar, 2013). En 2014 Procter & Gamble fue denunciada por sobrefacturación de importaciones por U$S 138 millones.

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