La reciente publicación por parte del Instituto Nacional del Teatro del nuevo trabajo de Cora Roca sobre Saulo Benavente resulta relevante y novedosa –tal vez, por su estructura de clase con intervención de testimonios de alumnos y compañeros que nos permiten develar capa a capa conceptualizaciones básicas acerca de la escenotecnia y la escenografía en teatro y cinematografía–. Entre ellos, cabe destacar a Agustín Alezzo, Luis Brandoni, Augusto Fernándes, Carlos Gorostiza, Francisco Javier y Rubén Szchumacher, entre otras figuras de renombre.

Saulo Benavente es presentado por todos sus allegados como un “obrero del teatro”. Lejos de la formalidad rigurosa con que los profesores universitarios de La Plata se presentaban a dar clases, él se vestía con una suerte de mameluco y trabajaba con sus alumnos –término poco simpático para él, que prefería la palabra aprendices–, impartiendo una enseñanza sin dogmas, donde se realizara la potencialidad de cada uno de ellos. Algunos de sus aprendices recuerdan –incluso– como un hecho poco usual entre los escenógrafos el hecho de que Saulo tomara la escoba para barrer si era necesario. Su prolífica labor se condice con esta condición de trabajador, Cora Roca apunta en el apéndice cronológico del ensayo “un total de 501 obras, distribuidas en Teatro, 385 obras; en Ópera 53 y en Cine 64. Además, 56 obras en Decoración y arquitectura escenotécnica.” (p. 145).

El ensayo consta de: una Introducción, “Magisterio de Saulo Benavente”, en el que se recuperan datos sobre su formación, además de incluir sucintamente testimonios de sus estudiantes y una descripción de sus experiencias más importantes como docente –acompañada de una cronología detallada–; un primer apartado de “Nociones sobre la escenografía teatral”, donde parte de una definición etimológica de escenografía para ampliarla hacia el sentido moderno de la palabra, además de vincularla con la labor de dirección y considerarla –por ello– un arte escénico; un segundo capítulo de “Consideraciones sobre la escena teatral”, donde se trabajan algunos problemas específicos en torno al espacio escénico, su relación con la iluminación y la preferencia por la “caja italiana”, y una última sección vinculada a “Reflexiones sobre la escena cinematográfica”, en la que se recuperan una serie de declaraciones acerca de sus trabajos en artes audiovisuales, a partir de una diferenciación con la labor de escenografía teatral.

Acompaña a la edición un apéndice cronológico que contempla la diversa actividad de Saulo Benavente en las artes previamente mencionadas, a partir del material recuperado por Cora Roca organizado por año de composición de cada trabajo; y un sector de Ilustraciones con bocetos y realizaciones que datan desde 1934 hasta 1973 a todo color.

Celebramos, entonces, la aparición de este material por parte de Inteatro, confiando en la potencialidad pedagógica de este instrumento dotado de una gran profundidad teórica y –sobre todo– de una particular afectividad, que acercan al lector a la obra de uno de los primeros y más grandes escenógrafos –en sentido moderno– que la Argentina ha visto nacer.