Alejandro Finzi, voz universal. Una poética de la frontera. Reseña de Obra reunida (Teatro) de Alejandro Finzi, Ediciones con doble zeta / Inteatro editoria, Neuquén, Argentina, 2013. | Centro Cultural de la Cooperación

Alejandro Finzi, voz universal. Una poética de la frontera. Reseña de Obra reunida (Teatro) de Alejandro Finzi, Ediciones con doble zeta / Inteatro editoria, Neuquén, Argentina, 2013.

Autor/es: Gabriela Javier Caballero

Sección: Palos y Piedras

Edición: 21


Para actores, involucrados en las artes escénicas, estudiosos e investigadores de teatro en el Perú, no deja de ser admirable el estado de la realidad teatral argentina, su desarrollo en diversos aspectos: su teatro parece en permanente proceso de expansión, hay una abundante producción dramatúrgica, puestas en escena que llenan salas, investigadores teatrales que dan la pauta para los estudios de teatro en Latinoamérica y público espectador no solo dispuesto a ver y disfrutar de espectáculos, sino interesado en pensar lo visto, en “educar” la mirada. Se trata pues, de una realidad diferente de la que se vive en la Lima actual, pese a los que muchos quieren llamar “boom teatral”, y mencionamos solo a la ciudad capital, pues uno de los males que aquejan a nuestra nación, con terribles consecuencias en la sociedad, la economía, la política y educación, es el centralismo.

Teniendo esto en cuenta, conocer la obra de Alejandro Finzi no deja de ser un grato descubrimiento; en primera instancia —y partiendo de lo más simple—, por la cuidada edición que ha llegado a nuestras manos; un solo volumen de más de quinientas páginas que reúne dieciocho de las obras del autor, todo un lujo teniendo en cuenta que es poco el teatro que se publica en el Perú.

Alejandro Finzi nace en la década del cincuenta en Buenos Aires y desde 1984 radica en Neuquén, en la Patagonia argentina. Sus piezas teatrales han sido estrenadas no solo en su país, sino también en Europa y en varios países de Latinoamérica; además de haber sido traducidas al inglés, árabe, portugués, ruso y francés. Ha sido merecedor de diversos reconocimientos, entre ellos el que obtuviera el año que pasó por parte del Instituto Nacional del Teatro, que consistió en un subsidio para la publicación de su Obra reunida, que incluye textos que datan desde la década de los ochenta hasta el 2009; selección que hace posible un acercamiento general a su trabajo, y que permite al lector descubrir a uno de los autores más importantes de la escena argentina actual. Fundador junto con Daniel Vitulich del Grupo de Teatro Patagónico Río Vivo, conjuga en su trabajo la creación y la actividad académica; es reconocido también por su obra teórica y es catedrático en la Universidad del Comahue, donde dicta el curso de Literatura Europea. En su obra, la palabra cobra valor lírico para sumergirse en la realidad social, en la crítica y en la profundidad del hombre. Su voz sobrepasa fronteras y límites para convertirse en universal.

La lectura de textos pensados para la escena siempre representa un desafío mayor que el que implica leer cuentos o novelas, pues demanda un lector atento, que encuentre el ritmo propicio para que la lectura sea ágil; caso contrario, es probable que esta se abandone. Se necesita, pues, establecer nuevos pactos de lectura cuando se trata de textos dramáticos. En el caso de las obras de Alejandro Finzi, el lector se enfrenta a mecanismos poco convencionales en textos dramáticos, y a estructuras poco usuales; así uno debe adecuarse a este tipo de escritura, establecer una estrategia de lectura móvil y dinámica, predispuesta a lo imprevisible. Al recorrer el conjunto de los textos que recoge su Obra reunida nos damos cuenta de que se trata de una marca personal, un sello inconfundible. La escritura de Finzi avanza a través de situaciones complejas que atañen a los personajes de sus textos, así, parece no haber una narración de “un hecho”, sino una concentración de sentido en la palabra, que, llevada al límite, está cargada de significado para a la vez, resemantizar. Consideramos que esto está íntimamente asociado al lirismo intrínseco del lenguaje del autor: la palabra poética no solo enuncia, sino que encierra un sentido no-literal, un más allá de la escritura. En el ejercicio escritural de Finzi la palabra se desplaza, se convierte en vehículo para plasmar la realidad y, como esta misma, llevada al límite, estalla.

Pero antes de la palabra está la mirada. En el caso del autor, se trata de una mirada atenta con los problemas sociales de la actualidad, que siguen siendo los mismos de años atrás. Esta mirada queda plasmada en la idea/tema que recorre sus textos; así, uno de sus principales intereses es la problemática ecológica; cuestión que es de interés global pero que él aborda a partir de lo local, como en La isla del fin del siglo (1990), en la que además notamos otro rasgo común a sus textos: la presencia de personajes de épocas distintas en el tiempo. En la obra en mención, por ejemplo, Charles Darwin y Antoine de Saint -Exupéry interactúan ante el fin de la vida en la tierra; quizá se trate de ubicar a estos dos personajes en un mismo tiempo para aludir a que los problemas ecológicos no son solo de la actualidad, sino que datan de tiempos anteriores: un conflicto universal.

En Grieta de Luna llena o Aventuras en la isla 132 (2009), también se trata el tema del desgaste ecológico como consecuencia de la industrialización y la urbanización desmedida de las áreas naturales, nuevamente, explorando pasado y presente para mostrar la vacuidad de las ideas de progreso económico. Otra de las preocupaciones de Finzi es la exclusión y el desplazamiento como mecanismos empleados por el orden simbólico contra los más necesitados, como en Barcelona, 1922 (1985) o en Viejos Hospitales (1982), contundente texto que vuelve sobre aquellos que son víctimas del sistema que solo reproduce un modelo de poder y de éxito, y que excluye a los menos favorecidos. Empero, no todo es problemática social, llama la atención la breve pieza Acerca de lo que cuesta mantener una sala abierta (2007), en la que, en el cielo, interactúan Brecht y Enrique Buenaventura. Mediante el diálogo de estos, el autor pone en discusión cómo cada vez las salas de teatro se van convirtiendo en playas de estacionamiento u otros espacios que realmente rindan como un negocio.

Desde nuestra perspectiva, se trata de aristas de un mismo tema: el desplazamiento y el despojo, la exclusión; ya sea por la debacle ecológica o a causa de la problemática social. Hay, entonces, unicidad en su obra, integridad, y es en ese punto en donde se halla la complejidad de la obra de Alejandro Finzi, que no puede ser leída como monotemática, pues la palabra, abierta a varios sentidos, no es nunca la misma. En adición, debemos mencionar que sería reductivo también pensar la obra de Finzi como del interior o local. Instalado en provincia, Finzi trasciende los límites territoriales, los límites de la palabra para tratar asuntos comunes al mundo entero. Su voz es universal, potente, invocadora a la reflexión y a la resistencia, de profunda fe en la humanidad.

Su poética es la de la frontera, en el sentido en que la frontera es límite, es división que implica un más allá de nuestro (su) espacio. Alejandro Finzi traspasa fronteras en varios sentidos: la frontera entre el texto literario y el texto potencial para la escena, la frontera de la palabra y la frontera de su propio lugar de enunciación, pues si bien él y su trabajo están inscritos en determinada territorialidad, su voz no se ve condicionada por ello. Todo lo contrario: Finzi escribe desde la Patagonia, “último lugar del mundo”, pero con una voz universal, consciente de la problemática del hombre, íntegra, fuerte y sutil a la vez, que susurra al oído que las cosas no andan bien, que deben cambiar.

Lima, setiembre de 2013

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