La coyuntura económica argentina nos encontró envueltos en una reducción de las reservas del Banco Central, lo que expresa la típica restricción externa al crecimiento que sufren los países dependientes. Como ya sabemos, el crecimiento motorizado, en primer lugar por el consumo, y por una mejora en la distribución del ingreso, lleva a un aumento de las importaciones y, por lo tanto, a un cuello de botella, en tanto las exportaciones crecen a una velocidad más lenta.

Más allá de las responsabilidades políticas que llevaron a un recambio ministerial luego de las elecciones de octubre, la cuestión estructural de la escasez de divisas abre tres soluciones posibles: el endeudamiento en dólares, la reducción del mercado interno y la sustitución de importaciones. El Gobierno Nacional se ha definido hace rato por la necesidad de la sustitución de importaciones, para lo cual necesitará mejorar la institucionalización de un plan industrial, además de la restricción de importaciones.

Este marco de falta de divisas supone, por un lado, una ventaja política para los sectores exportadores, como el agrícola y el minero. Este último sector, justamente, es uno de los más criticados y los que más urgentemente requiere de cambios, no solo por los actores que involucra (empresas transnacionales), sino por la dirección que está tomando en términos de acumulación de capitales y de impacto socio-ambiental. Algunos aspectos de la actividad se presentan en el artículo de Laura Alvarez y Ezequiel Acsebrud, El avance de la frontera minera en San Juan, donde se propone un debate sobre la mega-minería a cielo abierto. Este trabajo es uno de los frutos del trabajo multidisciplinario realizado en el seno del Departamento de Economía sobre la cuestión minera, junto con la publicación del libro de Nicolás Gutman Argentina en la frontera minera (ediciones del Centro Cultural de la Cooperación).

Otro tópico que será tratado en este número de la Revista de Economía Política y Sistema Mundial es el de la integración regional, en sus dos facetas: la de la crisis europea y la “década ganada” latinoamericana.

En su artículo Una aproximación a la dimensión histórica del proceso de integración económica en Europa, Javier Lewkowicz y Tomas Lukin realizan un recorrido histórico de la integración europea diferenciando sus etapas “fordistas” y la actual, que aparece a todas luces como funcional a una redistribución del ingreso regresiva, tanto entre países como entre sectores sociales.

Por último, en su artículo El lento pero desafiante avance del Mercosur: el tratamiento de las asimetrías y la cuestión productiva, Leonardo Granato nos muestra la otra faceta de la integración regional: la que ocurre en nuestro continente entre Argentina y Brasil. Allí el autor aborda una de las cuestiones más críticas del proceso de integración regional, que es la de las asimetrías económicas y políticas entre países, y las soluciones que se fueron aportando en el Mercosur. El Fondo de Convergencia Estructural del Mercosur (FOCEM) aparece entre las herramientas más importantes para enfrentar tales asimetrías, y junto con otros instrumentos implementados desde 2003, afirman una nueva visión en la integración regional latinoamericana, de carácter post-neoliberal.