El lento pero desafiante avance del Mercosur: el tratamiento de las asimetrías y la cuestión productiva | Centro Cultural de la Cooperación

El lento pero desafiante avance del Mercosur: el tratamiento de las asimetrías y la cuestión productiva

Autor/es: Leonardo Granato

Sección: Estudios de Economía Política y Sistema Mundial

Edición: 20

Español:

El presente trabajo tiene por objetivo discutir diferentes cuestiones en torno al tema de las asimetrías y de su tratamiento en el Mercosur así como también de la cuestión productiva. Para ello efectuaremos un recorrido histórico desde la génesis del bloque hasta el renovado espíritu adquirido a partir de 2003, considerando especialmente los paradigmas económicos y los modelos de desarrollo que han influido en la región.

Ingles:

In this article, we aim to discuss the asymmetries and their treatment in Common Market of the South, as well as approach the discussion on productive integration. In order to reach these goals, we provide a historical overview, from the genesis of the regional organization until the renewed interest started in 2003, with an emphasis on the economic paradigms and the development models which have had an influence in the region.

Portugués:

O presente trabalho tem por objetivo discutir diferentes questões em torno do tema referente às assimetrias e seu tratamento no MERCOSUL, bem como do tema referente à questão produtiva. Para isso, efetuaremos um perpassar histórico desde a gênese do bloco até o renovado espírito adquirido a partir de 2003, considerando-se especialmente os paradigmas econômicos e os modelos de desenvolvimento que têm exercido influência na região.


Introducción

En el marco del actual sistema interestatal capitalista en pleno proceso de globalización, articulado en torno de las estructuras hegemónicas de poder, la integración sudamericana intenta consolidarse como un verdadero instrumento de política externa al servicio del desarrollo nacional de cada uno de los países integrantes del Mercosur, y del desarrollo regional en su conjunto. Sin embargo, las perspectivas de desarrollo que subyacen a todo proceso de integración, incluido el sudamericano, no son homogéneas dado que no necesariamente los beneficios se distribuyen de manera equitativa entre los países participantes del bloque regional.

En este sentido, el objeto de este trabajo es proporcionar elementos que promuevan la discusión y el debate sobre la problemática de las asimetrías en uno de los pilares del proceso de integración sudamericana: el Mercosuri. El vocablo asimetría proviene del latín asymmetria y del griego asymmetría συμμετρία que significa carencia de simetríaii, algo que, desde el sentido común, se hace presente de manera ineludible al considerar la unión en bloque de un grupo de Estados soberanos de diversas características.

En líneas generales, podemos sostener que los países con economías más pequeñas y los de menor desarrollo relativo cuentan con menos posibilidades de apropiarse de los beneficios buscados a través de la integración regional, y es por ello que, históricamente, las experiencias de integración en América del Sur caracterizadas por la participación de Estados con diversos grados de desarrollo y características propias diferenciadas, han reconocido la necesidad de adoptar medidas correctivas de las asimetrías que aquejaban a estos procesos asociativos en tanto impedimento para el logro de los objetivos comunes.

Si bien existen diversas tipologías para identificar las asimetrías en un proceso de integración, en función del abordaje que efectuaremos en este trabajo nos inclinamos por diferenciar las asimetrías estructurales (también llamadas naturales) y las asimetrías en materia de políticas públicas (también llamadas artificiales o regulatorias)iii, diferencia que a su vez determinará las medidas correctivas que al efecto de su mitigación sean aplicadas.

Entre las asimetrías estructurales, que son las que generan disparidades en el grado de desarrollo económico de cada una de los países que conforman el bloque, se encuentran las vinculadas con la posición geográfica o la extensión territorial (de carácter permanente e inalterable), o con el tamaño de las economías, riqueza, infraestructura, nivel de capacitación de mano de obra, entre otros (plausibles de ser modificadas). Por su parte, las asimetrías en materia de políticas públicas son aquellas vinculadas con los incentivos fiscales, los programas de promoción de inversiones y exportaciones, el financiamiento preferencial, la política monetaria, los subsidios gubernamentales, entre otras medidas de política económica.

En función de ambos tipos de asimetrías, las desigualdades históricas y presentes que tienen lugar en el ámbito de la integración de los países de la sub-región, nos interpela sobre la necesidad de debatir sobre el camino recorrido, en pos de contribuir a hacer frente a esta problemática que constituye una condición necesaria de la construcción de políticas regionales de promoción del desarrollo en el ámbito del Mercosur.

Este trabajo se inscribe en el marco del renovado interés por las políticas relacionadas con el fortalecimiento de las capacidades productivas nacionales, y se estructurará en cuatro apartados que abarcarán el contexto de creación de la iniciativa del Mercosur, pasando por la etapa de los años 90, lo que nos permitirá argumentar acerca de los cambios operados a partir de 2003, fundamentalmente, en relación al tema en cuestión. Finalmente, en el cuarto apartado discutiremos la cuestión de la integración productiva como acción que contribuye al proceso de tratamiento de las asimetrías en el bloque mercosureño.

Los comienzos de la iniciativa regional

Como ya hemos sostenido en otros trabajos, la génesis del actual proceso de integración en América del Sur la encontramos en el proceso de integración iniciado por el eje argentino-brasileño en el año 1985iv. Si bien fue en la primera mitad de la década de los años 80 cuando Brasil y Argentina profundizaron su cooperación tendiente a un afianzamiento de los vínculos bilaterales, será recién después de la segunda mitad en que la recuperación de la democracia en ambos países, y un contexto internacional especialmente adverso signado por los primeros efectos de la crisis de la deuda, propiciará el puntapié inicial para construir los cimientos sobre los cuales comenzar a dar forma a un proceso de integración más amplio que derivará en la creación del propio Mercosur.

Con América Latina al margen de los principales flujos del comercio mundial y de la captación de inversiones, el gobierno argentino comenzó a diseñar desde el regreso de la democracia en 1983 un espacio regional que le permitiera, junto a Brasil, competir con el resto del mundo, así como ampliar sus márgenes de decisión y negociación, disminuyendo la brecha con el mundo desarrollado. Recuperada la democracia en Brasil, ambos países dieron impulso al Programa de Integración y Cooperación Económica (PICE) que si bien no fijaría como objetivo la creación de una zona de libre comercio, estableció principios para desarrollarla con la herramienta del intervencionismo estatal.

Debido a las asimetrías existentes entre ambos países, el PICE sería gradual, flexible y equilibrado, adhiriendo al principio del tratamiento especial y diferenciado, a efectos de evitar una especialización de las economías en sectores específicos, de estimular la integración intersectorial, de favorecer un equilibrio progresivo, cuantitativo y cualitativo del intercambio por grandes sectores y por segmentos a través de la expansión del comercio entre los dos países, de perseguir la modernización tecnológica y de favorecer la participación empresarial. Según explicaba el negociador argentino Roberto Lavagna en un trabajo publicado en 1987 titulado 1986: el año decisivo:

...la metodología elegida fue -a propuesta argentina- la de trabajar en lo que se denominó proyectos integrados, es decir, acuerdos de complementación e integración económica dentro de ramas productivas en las cuales definir las metas de integración, los instrumentos precisos (que pueden diferir de proyecto en proyecto) y las condiciones del equilibrio dinámico, con sus consiguientes formas de reequilibrio en la medida en que produjeran desvíosv.

Partiendo de la premisa de que el sector industrial debía ser el eje dinámico del PICE, los protocolos sectoriales servían de base para alcanzar acuerdos en torno de la problemática específica de cada rama de actividad. En razón de las asimetrías del mapa productivo "derivadas del disímil desempeño del sector en cada uno de los países, de la desproporción de sus capacidades instaladas, y de las disparidades en cuanto a precios de insumos, tipos de cambio, incentivos fiscales o monetarios, costos de mano de obra, marcos regulatorios, etc.", ambos países acordaron avanzar en un esquema sectorial, descartándose de esta forma la idea de un proceso que incluyera a todo el universo de productos comercializables:

Los proyectos integrados tenían así el sentido de definir con precisión las condiciones del equilibrio e incluso formular las necesarias condiciones de simetría en las políticas internas. Lo que era posible de hacer globalmente, era factible en áreas específicas.vi

Hacia 1988, como respuesta a las limitaciones estructurales que derivaban del PICE, ambos países suscribieron el Tratado de Integración, Cooperación y Desarrollo que seguía sosteniendo los criterios de gradualidad, flexibilidad, equilibrio y simetría para permitir la adaptación progresiva de los habitantes y las empresas de cada Estado parte a las nuevas condiciones de competencia y de legislación económica, y se planteaba el objetivo de crear un espacio económico común entre ambos países basado en la reciprocidad y en equilibrio de las ventajasvii. Hacia 1989 no hubo tiempo para más, y los nuevos gobiernos neoliberales que asumirían en ambos países reorientarán el esquema de integración inter-industrial hacia el objetivo de liberalización comercial acompañado por un reaseguro fundamental: la escasa o nula presencial estatal como administrador del proceso de integración.

El Mercosur neoliberal de los años 90

Con la suscripción del Tratado de Asunción en marzo de 1991 se pondría fin a la etapa iniciada en 1985 que proyectaba una integración gradual, equilibrada, flexible y simétrica, y se pasaría a un programa de desgravación progresiva, lineal y automática para todo el universo arancelario. Del mismo modo, el mencionado instrumento establecía el compromiso de eliminar las barreras para-arancelarias que afectaban el intercambio comercial.

De esta forma, el desmantelamiento de las barreras comerciales pasó a ser el objetivo central del proceso de integración sustituyendo la dinámica de los protocolos sectoriales que enfatizaban la integración inter-industrial de la etapa anterior. A partir de ese momento, el objetivo de la integración ya no sería proteger a las economías nacionales en pleno proceso de despegue y diversificación, sino, por el contrario, el objetivo era utilizar el mercado regional para potencializar las ventajas comparativas, convirtiéndolo en la plataforma de inserción de ambos países en el orden económico internacionalviii.

Estas características formaban parte de lo que, en 1994, la CEPAL definió como lo que debería ser la nueva estrategia de integración en América Latina: el regionalismo abiertoix. De esta forma, se impulsaba la idea de una integración regional que funcionara como complemento de las políticas aperturistas dirigidas a promover una mejor inserción de los países latinoamericanos en la economía internacional, dejando de lado los antiguos resabios proteccionistas del desarrollo hacia adentro que formaban parte de lo que alguna literatura denominó como el viejo regionalismo, en oposición a esta nueva integración abierta a los mercados y articulada con el sistema multilateral de comercio (BID, 2002)x.

En este contexto, si bien la forma de lidiar con las asimetrías ha estado presente en el debate del Mercosur desde sus inicios, en la práctica, el Tratado de Asunción evitó toda referencia a políticas regionales, de cohesión o de transferencia de recursos orientadas a compensar las asimetrías estructurales, y simplemente se limitó a reconocer en su artículo 6° diferenciales puntuales de ritmo de la liberalización comercial para Paraguay y Uruguay. Ello derivó en que, entre 1991 y 2003, el tratamiento de las asimetrías en el espacio integrado se limitase a determinadas ventajas diferenciales referentes al Programa de Liberalización Comercialxi o a examinar las políticas públicas de cada Estado miembro que incidían en el desempeño comercial del bloque, pero que de ninguna manera combatían las asimetrías ni delineaban una política regional para su efectivo tratamiento.

Si bien en el período 1991-1998 la expansión del intercambio comercial alimentó un clima de optimismo y confianza sobre la sostenibilidad política del Mercosurxii, la crisis que tendría lugar a partir de 1999, la concomitante expiración del régimen de adecuación a la unión aduanera, y la sucesiva postergación de su perfeccionamiento, revelaron que la apertura comercial no fue suficiente para consolidar el crecimiento económico equilibrado de todos los países miembros. Si bien es cierto que la ampliación del mercado promueve economías de escala e inversiones, existen muchos otros factores vinculados a las asimetrías estructurales o de políticas públicas que, si lo que se quiere es un Mercosur comprometido con objetivos de desarrollo, su tratamiento mediante verdaderas políticas correctivas resulta imprescindible.

Una política de solidaridad regional en construcción

Así como a inicios de la década de los 90 una ola de presidentes latinoamericanos adoptó los principios del neoliberalismo para sus programas de gobierno, en el nuevo milenio, otra ola de presidentes autoproclamados de izquierdaxiii, buscaron desandar los elementos nodales del modelo hegemónico de la década pasada, lo que llevó a un autor a catalogar al siglo XXI como el siglo de Nuestra Américaxiv.

En este sentido, la convergencia de las políticas externas de Brasil y de Argentina durante los gobiernos petistas de Lula da Silva y Dilma Rousseff y los gobiernos kirchneristas de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner (2003-2013) en relación con la revitalización del proceso de integración mercosureño, derivó entre otros aspectos, a reconocer la necesidad del tratamiento de las asimetrías entre los países del bloque y a implementar y mantener una política en ese sentido. Es dable destacar que el compromiso inicial con la integración regional sostenido por el gobierno del presidente Lula desde su asunción en enero de 2003 ha resultado decisivo en ese sentidoxv.

Con la asunción del presidente Kirchner en mayo de 2003, el núcleo básico de aglutinación argentino-brasileño retomará un intenso diálogo político que colocará la piedra fundamental para dar comienzo al proceso de reactivación y fortalecimiento del Mercosur. A través del Consenso de Buenos Aires de octubre de 2003, Argentina y Brasil se encaminaron a construir una visión común del escenario internacional, de las posibilidades de acción, como así también una asociación bilateral que considerando las asimetrías existentes en el Mercosur promueva un cierto equilibrio de costos y beneficios en el ámbito del mismo.

En el ámbito del sistema multilateral de comercio, así como en la Ronda Uruguay el concepto dominante fue el principio de reciprocidad de derechos y obligaciones, a partir de la Ronda de Doha (OMC), iniciada en 2001, comenzará a considerarse prioritaria la reducción de las asimetrías entre los países miembros. En tal sentido, la Declaración Ministerial de Doha retomó los conceptos de trato especial y diferenciado y de reciprocidad asimétrica, reconociendo la necesidad de impulsar determinadas excepciones, exenciones y flexibilidades para los países en desarrollo.

En respuesta a la nueva realidad política favorecida por los presidentes Lula y Kirchner, quienes alzaron el valor de la cohesión a través del reconocimiento de la necesidad de una estrategia de solidaridad regional, y desde un punto de vista más amplio, como reflejo del devenir en la concepción y tratamiento de las asimetrías en el ámbito de las relaciones económicas internacionales, en el marco de la Reunión Ordinaria del Consejo del Mercado Común y Cumbre de Jefes de Estado del Mercosur xvi que tuvo lugar en Asunción en junio de 2003, la Delegación de Brasil presentó la propuesta Programa para la Consolidación de la Unión Aduanera y para el Lanzamiento del Mercado Común - Objetivo 2006, que contemplaba los programas Político, Social y Cultural; Unión Aduanera; Base para el Mercado Común y Nueva Integración.

En la Cumbre de Montevideo, en diciembre de ese mismo año, la referida propuesta fue aprobada bajo el nombre de Programa de Trabajo del MERCOSUR 2004-2006, abriéndose camino para avanzar en la creación de un espacio de integración social y productiva, y en el desarrollo de una agenda común que contemplara el problema de las asimetrías entre los países del bloque y su tratamientoxvii.

A continuación presentamos una tabla que ilustra algunas de las principales asimetrías entre los países del Mercosur:

Tabla Nº 1: Asimetrías en el MERCOSUR (promedios 1992-2012)


País

Territorio (en k2)

Población (millones de hab. al 2012)

PBI (tasa de crecimiento anual)

PBI per cápita (en dólares)

Exportaciones (en millones dólares)

Exportaciones (como % del PBI)

Exportaciones (tasa de crecimiento anual)

Argentina

2.780.400

41,028

4,25

11.010,12

31.757,60

16,91

6,52

Brasil

8.514.877

198,361

3,05

8.125,12

83.905,17

11,37

6,31

Uruguay

176.215

3,381

3,26

9.559,05

3.881,28

23,31

6,40

Paraguay

406.752

6,661

2,83

4.588,69

4.179,63

52,98

3,48

Fuente: elaboración propia sobre la base de INDEC, IBGE, FMI, BM y CEPAL.

Nota: No hemos incorporado a Venezuela atento a que será recién a partir del 12 de agosto de 2012 que, mediante la Decisión CMC Nº 27 del 30 de julio de 2012, este país adquirió la condición de Estado parte del MERCOSUR, de acuerdo al artículo 2° del Tratado de Asunción y en los términos del Protocolo de Adhesión del 4 de julio de 2006.

La tabla sirve para ilustrar que los países que forman parte del Mercosur tienen diferencias importantes en el tamaño o dimensión económica, el grado de desarrollo, la población y el tamaño del mercado de cada uno. De acuerdo al PBI, a la población y al territorio, Uruguay y Paraguay son claramente los socios menores. Por otra parte, la tabla también deja entrever otras diferencias de tipo político y regulatorio, como la ausencia de coordinación de políticas macroeconómicas y en especial las políticas de incentivos. Cada socio tiene sus propias políticas de promoción de inversiones, de apoyo a sectores productivos y a las exportaciones, lo cual altera aún más las condiciones de competencia entre las firmas según se ubiquen en un país o en otro. Por último, si bien en líneas generales es posible afirmar que el desempeño comercial del bloque en estos veintiún años ha sido positivo, en virtud del aumento significativo del intercambio comercial que pasó de US$ 4,5 billones en 1991 a US$ 45 billones en 2010, también debemos asumir que la evolución del comercio intrarregional registró una tendencia favorable a Brasil y Argentina.

De esta forma, instaurado el tema de las asimetrías en la nueva agenda del Mercosur a través del ya mencionado Programa de Trabajo del Mercosur 2004-2006, con el objeto de promover la convergencia estructural, desarrollar la competitividad, favorecer la cohesión social y apoyar el funcionamiento de la estructura institucional del bloque, el Consejo del Mercado Común creó, mediante Decisión Nº 45/04, el Fondo para la Convergencia Estructural del MERCOSUR (FOCEM)xviii, es decir, el primer mecanismo de transferencia de recursos que deberá financiar los siguientes programas:

Cuadro Nº 1: Aplicación de recursos del FOCEM


Programa

Proyectos que serán financiados

Programa de Convergencia Estructural

Proyectos que contribuyan al desarrollo y ajuste estructural de las economías menores y regiones menos desarrolladas, incluyendo el mejoramiento de los sistemas de integración fronteriza y de los sistemas de comunicación en general.

Programa de Desarrollo de la Competitividad

Proyectos que contribuyan a la competitividad en el ámbito del Mercosur, incluyendo procesos de reconversión productiva y laboral que faciliten la creación de comercio inter-Mercosur, y proyectos de integración de cadenas productivas y de fortalecimiento de la institucionalidad pública y privada en los aspectos vinculados a la calidad de la producción (estándares técnicos, certificación, evaluación de la conformidad, sanidad animal y vegetal, etc.); así como a la investigación y desarrollo de nuevos productos y procesos productivos.

Programa de Cohesión Social

Proyectos que contribuyan al desarrollo social, en particular, en las zonas de frontera, y podrán incluir proyectos de interés comunitario en áreas de la salud humana, la reducción de la pobreza y el desempleo.

Programa de Fortalecimiento de la Estructura Institucional y del Proceso de Integración

Proyectos que atiendan la mejora de la estructura institucional del MERCOSUR y su eventual desarrollo.

Fuente: elaboración propia sobre la base de la Decisión CMC N° 18 del 19 de junio de 2005.

Esta herramienta fue planificada y aprobada con un claro sentido compensatorio y redistributivo en favor de los países más pobres, siendo que el 70% de los aportes de carácter contributivo (no reembolsables) deberán provenir de Brasil, el 27% de Argentina, el 2% de Uruguay y el 1% de Paraguay, porcentajes establecidos teniendo en cuenta la media histórica del PBI de los Estados integrantes. En igual sentido, los fondos serán destinados a los beneficiarios de acuerdo con el siguiente criterio: 48% para Paraguay, 32% para Uruguay, 10% para Argentina y 10% para Brasil. Conforme explica el ex Alto Representante General de Mercosur: Todos os programas do Mercosul têm de obedecer ao objetivo de redução das assimetrias em suas contribuições e em sua alocação de recursos. Os fundos devem ser financiados por contribuições assimétricas e a alocação de seus recursos deve beneficiar os Estados menoresxix.

De forma complementaria a la aprobación del FOCEM, el Consejo del Mercado Común aprobó la Decisión Nº 34 del 15 de diciembre de 2006, que contiene las Directrices para un Plan para la Superación de las Asimetrías en el Mercosur; y la Decisión N° 33 del 28 de junio de 2007, que encomienda la elaboración del Plan Estratégico para la Superación de las Asimetrías en el Mercosur, basado en los principios de solidaridad, complementariedad, adicionalidad y buenas prácticasxx; que podrá articularse con el FOCEM; con programas de cooperación; con mecanismos para facilitar la integración y complementación de los sectores productivos en el Mercosur; con programas de inversión compartida (joint venture); y con programas de promoción comercial conjunta.

Retomando el tema del FOCEM, consideramos importante destacar que esta herramienta solidaria para la reducción de asimetrías reviste un gran avance desde el punto de vista del modelo de integración, cuyo impacto real debe evaluarse actualmente en función del presupuesto anual que asciende a los 100 millones de dólares, y de las características de los proyectos aprobados. Según un autor:

...o FOCEM [...] não apenas é tímido em recursos, como se volta essencialmente à modernização, sem qualquer ênfase no processo de mudança estrutural que pudesse apontar na direção de maior complementaridade e comércio estratégico na região.xxi

El monto total de las contribuciones recibidas por el FOCEM desde su conformación asciende a US$ 751 millonesxxii, de los cuales US$ 631 millones corresponden a contribuciones regulares de los Estados partes, y US$ 120 millones a contribuciones voluntarias realizadas por Brasil. En lo que respecta al uso de los recursos del FOCEM, US$ 448 millones han sido desembolsados a proyectos aprobados (lo que representa un 60% de los aportes recibidos) y US$ 3,8 millones han sido utilizados para financiar los gastos de funcionamiento de la Unidad Técnica FOCEM desde su puesta en funcionamiento en el año 2007 (lo que representa apenas el 0,5% del total de las contribuciones recibidas)xxiii.

En tanto, la cartera de proyectos del FOCEM cuenta hoy con 44 proyectos aprobados por un valor de US$ 1.415,6 millones, de los cuales US$ 982,5 millones corresponden a recursos aportados por el Fondo. Asimismo, el 65,6% de dichos recursos corresponden a proyectos de Paraguay y 23,8% a proyectos de Uruguay, concentrando entre ellos casi el 90% del total de los recursos asignados por el FOCEM en el período 2007-2013xxiv. Ello refleja claramente la impronta redistributiva que el bloque adquirió desde la puesta en marcha del FOCEM, la cual en gran medida constituye una réplica de los principios redistributivos adoptados por los gobiernos petistas y kirchneristas en sus políticas nacionales.

Otro dato importante para resaltar es la distribución de proyectos por cada programa del FOCEM: veinte de los proyectos pertenecen al Programa de Convergencia Estructural, vinculados a construcción y rehabilitación de calles, ferrovías, líneas de transmisión eléctrica, sistemas de agua potable y saneamiento básico, entre otros; once pertenecen al Programa de Desarrollo de la Competitividad, vinculados al apoyo a las pequeñas y medianas empresas, fomento de cadenas productivas y asociatividad microempresarial, apoyo a la investigación, apoyo al control de la fiebre aftosa en la región, entre otros; 9 forman parte del Programa de Cohesión Social, vinculados a apoyo a poblaciones vulnerables en las regiones de frontera, inserción laboral y promoción económica, acceso a vivienda para comunidades de bajo ingreso, entre otros; y los cuatro restantes pertenecen al Programa de Fortalecimiento Institucional vinculados a la construcción de base de datos del Arancel Externo Común, construcción de base de datos jurisprudencial para el Mercosur, sistema de promoción y protección de los derechos humanos, entre otrosxxv.

De lo anterior se desprende que el 86% de los recursos fueron asignados a proyectos de convergencia estructural, 4,7% a proyectos de desarrollo de la competitividad, 6,2% a proyectos de cohesión social y 0,1% a proyectos de fortalecimiento institucional. A su vez, la mayor parte de los proyectos de convergencia estructural se vinculan con infraestructura, dado que es la reducción de las deficiencias de infraestructura entre las regiones y los Estados lo que puede tornar menos asimétricas las condiciones de atracción de inversiones.

En la Cumbre del Mercosur de diciembre de 2012xxvi, los primeros mandatarios incluido el de Venezuela cuyo ingreso al bloque ya se encontraba perfeccionado aprobaron la Decisión N° 40, mediante la cual se dispuso el adelantamiento de los trabajos de evaluación de la efectividad de los Programas del FOCEM así como la conveniencia de su continuidadxxvii, y la Decisión N° 48 mediante la cual se aprobó el presupuesto del FOCEM para el año 2013, entre otras cuestiones relativas a la asignación de recursos por país, y aprobación de cuatro nuevos proyectos.

En suma, en función de lo discutido podemos concluir que el FOCEM se ha erguido en poco tiempo como el más importante instrumento para hacer frente a las asimetrías entre los Estados partes del Mercosur, así como una relevante fuente de financiamiento para proyectos de impacto en la región. De cualquier forma, el impacto real de esta estrategia de solidaridad regional deberá evaluarse con el correr del tiempo dado que la misma involucra procesos que maduran en períodos relativamente extensos.

La integración productiva

Además del FOCEM, podemos afirmar que también existen otras acciones que abonan al proceso de reducción de asimetrías en el bloque. Nos referimos, principalmente, a la cuestión de la integración productiva, la que, en el marco del período 2003-2013, ganaría espacio debido a dos grandes consensos: primero, que los procesos de complementación productiva y la conformación de eventuales cadenas regionales de valor requieren, para su desarrollo, mecanismos de coordinación eficaces que puedan aprovechar las potencialidades del mercado ampliado; y segundo, que el Mercosur debe tener como prioridad administrar los problemas de asimetría competitiva entre sus países miembros y que, en este marco, la complementación productiva podría favorecer la creación de ventajas dinámicas, y hacer más equitativa la distribución de los beneficios potenciales del mercado ampliado.

Como ya hemos mencionado anteriormente, el estímulo a la profundización de un proceso de desarrollo industrial aparecía como el tema central en el proceso integracionista iniciado entre Argentina y Brasil en 1985, que cedió ante los objetivos comercialistas del Tratado de Asunción que guiaron el desarrollo del MERCOSUR durante los años 90. Ya en el siglo XXI, y particularmente a partir del Consenso de Buenos Aires de octubre de 2003, la cuestión de la complementación productiva afirmó su importancia en el debate regional.

La integración productiva adquirió un lugar central en las agendas de la XXX Cumbre del Mercosur (Córdoba, julio de 2006) y de la I Cumbre Social del Mercosur (Brasilia, diciembre de 2006)xxviii. Las declaraciones oficiales que surgieron de ambas instancias reflejaron el compromiso con un proyecto de integración productiva regional, con énfasis en el desarrollo de cadenas productivas de las Pequeñas y Medianas Empresas (pymes), y en la participación de empresas de los países de menor desarrollo relativo. Con estos fines, se instruyó a los ministros de las áreas respectivas para desarrollar un Plan de Desarrollo e Integración Productiva Regional.

Mientras que en 2007, se profundizó la conciencia de la necesidad de elaborar un programa de integración productiva que promoviera el desarrollo de cadenas de valor regionales y la competitividad y complementariedad de las pymes; en 2008, se avanzó firmemente con la creación del Programa de Integración Productiva del Mercosur y el Grupo de Integración Productiva, por un lado, y del Fondo Mercosur de Apoyo a las PyME, por otro, adoptados mediante Decisiones CMC Nº. 12 y Nº 13 del 30 de junio del citado año, respectivamentexxix. Mientras que el Programa tendrá por cometido el fortalecimiento de la complementación productiva de las empresas del bloque con énfasis en las pymes y el incremento de la competitividad de diferentes sectores de los Estados partes, el Grupo será el encargado de coordinar y ejecutar dicho Programa, promoviendo propuestas y acciones concretas a través de instrumentos de carácter horizontal y sectorial.

Entre las acciones propuestas en nivel horizontal, podemos mencionar la cooperación entre los organismos y entidades nacionales, haciendo hincapié en la articulación de instrumentos destinados al desarrollo productivo y la complementación en investigación y desarrollo y transferencia de tecnología; la creación del Programa Regional de Capacitación de Recursos Humanos, dirigido tanto al sector público como al privado; la instalación del Observatorio Regional Permanente sobre Integración Productiva, para la elaboración de diagnósticos sectoriales a nivel regional; y finalmente, la articulación de alternativas de financiamiento con el FOCEM, con el Fondo MERCOSUR de Apoyo a PyME, y con otros fondos tanto de carácter nacional o regional, tales como el Banco Nacional de Desenvolvimento Econômico e Social (BNDES), el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF)xxx o el Fondo Financiero para el Desarrollo de la Cuenca del Plata (FONPLATA).

Entre las acciones propuestas en nivel sectorial, podemos mencionar la articulación con el Programa de los Foros de Competitividad de las Cadenas Productivas del MERCOSURxxxi; y con otras formas de cooperación dentro de sectores seleccionadosxxxii, promoviendo proyectos específicos de joint venture, de integración fronteriza y de alianzas para exportación, entre otros. De esta forma, se dio comienzo a varias iniciativas de integración productiva, algunas bilaterales y otras multilaterales, en sectores como petróleo y gas, automotriz, aeroindustrial, metal mecánica y metalúrgica, naval; energías alternativas; productos fitosanitarios; sanidad animal; madera y muebles; industria vitivinícola e integración de las cadenas productivas del turismoxxxiii.

El impacto real de estas iniciativas sobre la formación de cadenas regionales de valor deberá evaluarse con el correr del tiempo toda vez que, no sólo se trata de procesos que maduran en períodos relativamente extensos, sino que también los recursos afectados pueden, eventualmente, resultar insuficientes, o las inversiones intrarregionales (en caso de existir) poseer un escaso componente de complementación dentro del Mercosur, así como los mecanismos de coordinación entre los agentes privados pueden fortalecerse o debilitarse conforme a una gran variedad de factores.

Finalmente, si bien se han planteado las bases para poner en marcha una reestructuración productiva en la que todos los países del bloque regional puedan avanzar en la consecución de ventajas productivas dinámicas y de cadenas de valor, creemos que ello sólo será posible a través de una verdadera política de tratamiento de las asimetrías principalmente las referidas a política económica (crédito, fiscal, incentivos).

Observaciones finales

Tras 21 años de vida, el Mercosur ha demostrado contar con una capacidad de renovación, y en el marco de los lentos pero desafiantes avances experimentados, ha incorporado como objetivo de la integración la fijación de bases que permitan instaurar una política de solidaridad, frenando la heterogeneidad económica y productiva entre sus miembros, a partir de la implementación de pautas para una distribución más equitativa de los efectos positivos de la integración.

El tratamiento de las asimetrías, así como las medidas de integración productiva que tuvieron lugar a partir de 2003, se inscriben en una nueva visión de la integración pos-neoliberal que busca contribuir a la promoción del desarrollo productivo en el espacio de solidaridad ampliada que comporta el Mercosur, así como al fortalecimiento de las capacidades nacionales de los miembros del bloque. Esta política de solidaridad regional, así como el propio proceso de integración, está en construcción, lo que redunda en la imposibilidad de expresar una mirada conclusiva del tema que hemos tratado en el presente trabajo.

Por último, futuros avances en estos campos significarían el fortalecimiento de las capacidades institucionales del Mercosur y la apertura de puertas a iniciativas más audaces para la evolución del proceso de integración, principalmente en lo atinente a las limitaciones y problemas mencionados anteriormente.


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  • Medeiros, C. A. de. Os dilemas da integração sul-american. En: Cadernos do Desenvolvimento, Rio de Janeiro, año 3, Nº. 5, pp. 213-254, dic. 2008.
  • Porta, F., Cómo reinsertar el MERCOSUR en una agenda de desarrollo. Problemas y políticas. En: Cuadernos del CENDES, Caracas, V. 23, Nº 63, dic. 2006.
  • Rapoport, Mario, Argentina: economía y política internacional. Los procesos históricos. En: Diplomacia, Estrategia y Política, Brasilia, Nº 10, pp. 26-50, oct.-dic. 2009.
  • Sader, Emir, El nuevo topo. Los caminos de la izquierda Latinoamericana, Buenos Aires, Siglo XXI-Clacso co-ediciones, 2009.
  • Santos, B. de S. Nuestra América: reinventando un paradigma [Fragmentos], Revista Casa de las Américas, La Habana, Nº 237, pp. 7-25, 2004.

Fuentes Estadísticas


Notas

i El Mercado Común del Sur (MERCOSUR) fue creado en el año 1991 con la firma del Tratado de Asunción entre Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. En el año 2012 se incorpora Venezuela como miembro pleno del bloque.
ii [a(n)- -/½- gr. no + sýn Ã{½ gr. con, unión + metr(o)- ¼sÄÁ¿½ gr. medida + -í gr. cualidad]. Diccionario médico-biológico, histórico y etimológico de la Universidad de Salamanca. Disponible en: http://dicciomed.eusal.es/palabra/asimetria Acceso: 21/08/2013.
iii Ver Porta, 2006.
iv Ver Granato, 2012.
v Cfr. Lavagna, 1998, pp. 98-99.
vi Cfr. Lavagna, 1998, p. 99.
vii El instrumento preveía dos etapas, la primera orientada a la remoción de todos los obstáculos tarifarios y no tarifarios al comercio de bienes y servicios en un plazo máximo de diez años, para pasar a la segunda etapa en la cual debería buscarse la armonización de las demás políticas necesarias para la conformación de un mercado común -políticas aduaneras, de comercio interno y externo, agrícola, industrial, de transporte y comunicaciones, científico y tecnológico, así como la coordinación de políticas fiscal, cambiaria y de capitales- a través de acuerdos específicos.
viii Ver Rapoport, 2009.
ix Se denominó regionalismo abierto al proceso que surge de conciliar la interdependencia nacida de los acuerdos especiales de carácter preferencial y aquella impulsada básicamente por las señales del mercado resultantes de la liberalización comercial en general (CEPAL, 1994).
x El argumento de que la apertura comercial promovía por sí misma el desarrollo económico estaba en línea con la Ronda Uruguay del GATT (1986-1995) en cuya fase final se priorizó la reciprocidad en las negociaciones con el fin de diseñar marcos normativos homogéneos que evitaran las fragmentaciones e ineficacia de las reglas.
xi Tales como tiempos más flexibles para completar el Programa de Liberalización Comercial, un mayor número de productos en las listas de excepción a la liberalización intrarregional o normas de origen más flexibles. Una vez concluido el Programa de Liberalización Comercial, Paraguay y Uruguay también obtuvieron concesiones transitorias en el marco del régimen de adecuación a la unión aduanera y del proceso de implementación del arancel externo común.
xii En el período de transición hacia la unión aduanera aumentaron considerablemente los flujos comerciales intrazona, se redujeron las barreras arancelarias y para-arancelarias y los países miembros se convirtieron en importantes receptores de capital extranjero. Transcurrida la etapa de transición, se da inicio a la segunda etapa de la evolución del MERCOSUR, entre 1995 y 1998, que Bouzas (2001) denominó como la época de oro para los mercados. Esta etapa se caracteriza por el aumento exponencial de los flujos comerciales intrazona y extrazona, así como por el mantenimiento de las corrientes de inversión extranjera. El punto de partida se fija en diciembre de 1994, momento en que los Estados partes suscribieron el Protocolo Adicional al Tratado de Asunción sobre la Estructura Institucional del Mercosur, comúnmente denominado Protocolo de Ouro Preto, que consagró la personalidad jurídica internacional del Mercosur; estableció sus órganos definitivos y determinó el sistema de solución de controversias. El carácter inter-gubernamental que se le imprimió a la arquitectura institucional encontró fundamento tanto en el espíritu preponderantemente comercial del bloque, como en la decisión de los principales socios de ceder muy escasas parcelas de su autonomía de decisión. Asimismo, fue aprobada la TEC que, en 1995, llegaría a abarcar el 85% del intercambio comercial, y que permitía avanzar con la constitución de la unión aduanera.
xiii Ver Sader, 2009.
xiv Cfr. Santos, 2004.
xv Cfr. García, 2010.
xvi En adelante, para referirnos a estos encuentros lo haremos genéricamente como Cumbres del Mercosur.
xvii De hecho, en la citada Cumbre, también se aprobaron la Decisión CMC N° 28 que establece que el Mercosur impulsará en todas las negociaciones externas, con terceros y agrupaciones de países, la obtención de un tratamiento diferenciado para Paraguay, conforme su condición de economía menor y de país sin litoral marítimo; la Decisión CMC N° 29 que establece un régimen de origen diferenciado con miras a facilitar al Paraguay la ejecución de una política de industrialización orientada a la exportación; y la Decisión CMC N° 32 que establece instrumentos de políticas comerciales diferenciados para Paraguay y Uruguay.
xviii El Reglamento del FOCEM fue aprobado mediante Decisión CMC Nº 24 del 8 de diciembre de 2005.
xix Cfr. Guimarães, 2012, p. 185.
xx La identificación de los objetivos deberá basarse en los siguientes pilares temáticos: acciones para el desarrollo y la integración de las economías de los países sin litoral marítimo; acciones de apoyo a la competitividad de las economías menores; acceso a los mercados regionales y al resto del mundo, y marco institucional.
xxi Cfr. MEDEIROS, 2008, p. 248.
xxii En ocasión de su renuncia al cargo de Alto Representante General del MERCOSUR, Samuel Pinheiro Guimarães hacía referencia a la necesidad de expandir los recursos del FOCEM: Os recursos disponíveis ainda são insuficientes para executar um programa mínimo de recuperação. Cfr. Guimarães, 2012, p. 186.
xxiii Según datos del Estado de Origen y Aplicación de Fondos FOCEM al 30 de junio de 2013. Ver Informe sobre el Funcionamiento del FOCEM  Junio de 2013  elaborado por la Comisión de Representantes Permanentes del MERCOSUR (CRPM) para la consideración del Consejo de Administración del FOCEM.
xxiv Según datos del Estado de Origen y Aplicación de Fondos FOCEM al 30 de junio de 2013. Ver Informe sobre el Funcionamiento del FOCEM  Junio de 2013  elaborado por la Comisión de Representantes Permanentes del MERCOSUR (CRPM) para la consideración del Consejo de Administración del FOCEM.
xxv Para un detalle de cada uno de los proyectos véase el portal oficial de FOCEM.
xxvi Cabe aclarar que tras la suspensión de Paraguay en la Cumbre del Mercosur que tuvo lugar en Mendoza, Argentina, en noviembre 2012, se garantizó la continuidad de los aportes de FOCEM a ese país.
xxvii Conforme lo dispuesto por el artículo 22 de la Decisión CMC N° 18/05.
xxviii En ejercicio de la presidencia pro tempore del Mercosur, y con el objeto de profundizar la integración y promover la participación de la sociedad organizada en el proceso decisorio del bloque, bajo la coordinación de la Secretaría de la Presidencia de la República, con el respaldo del Ministerio de Relaciones Exteriores, Brasil lanzó en 2006 la llamada Cumbre Social del MERCOSUR, ratificando la agenda social surgida del I Encuentro por un MERCOSUR Productivo y Solidario realizado en la ciudad argentina de Córdoba en julio de ese mismo año.
xxix Mediante Decisión N° 41 del 15 de diciembre de 2008, el Consejo del Mercado Común dispuso la creación del Fondo MERCOSUR de Garantías para Micro, Pequeñas y Medianas Empresas que participen de actividades de integración productiva en el bloque. El aporte inicial de los Estados parte ascendió a 100 millones de dólares, conforme el siguiente criterio: 70% de Brasil, 27% de Argentina, 2% de Uruguay y 1% de Paraguay. De la misma forma, se crearon otros dos instrumentos de gestión financiera, y en cierta forma vinculados al anterior: el Fondo de Agricultura Familiar del MERCOSUR (Decisión CMC N° 45 del 15 de diciembre de 2008) y el Fondo de Promoción de Turismo del MERCOSUR (Decisión CMC Nº 24 del 07 de diciembre de 2009).
xxx Cuando el alcance de la originalmente Corporación Andina de Fomento trascendió a los países andinos, pasó a llamarse Banco de Desarrollo de América Latina.
xxxi Creado por Decisión CMC Nº 23 del 6 de diciembre de 2002.
xxxii Por ejemplo, el caso del régimen para la integración de procesos productivos en varios Estados partes del Mercosur con utilización de materiales no originarios (Decisión CMC N° 03 del 19 de junio de 2005).
xxxiii Ver AECID, 2010.

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