Crítica y emancipación: algunos dilemas de la radicalización democrática hoy | Centro Cultural de la Cooperación

Crítica y emancipación: algunos dilemas de la radicalización democrática hoy

Autor/es: Ezequiel Ipar, Lucía Wegelin, Eugenio Garriga

Sección: Especial

Edición: 20

Español:

En este trabajo presentamos una introducción a algunos problemas teóricos que surgen cuando se busca interpretar y analizar los desafíos de los movimientos de emancipación en la política latinoamericana actual. A través de la relación que proponemos entre los conceptos de crítica y emancipación, pretendemos ofrecer una contextualización teórica que nos permita indagar algunos de los dilemas en los que necesariamente se introduce la crítica social contemporánea en América Latina.


Introducción

La filosofía que se interesa por la política enfrenta en estos días un acontecimiento paradójico que marca a fuego el sentido de nuestra época: Grecia, donde todo habría comenzado para la idea de política y democracia, ha sido el escenario de una brutal destrucción de la soberanía popular y el laboratorio de un gigantesco proceso de intervención por parte de países extranjeros y organismos multilaterales, en nombre, precisamente, de la estabilidad política y la gobernabilidad democrática. Siguiendo esta “pesadilla que recorre Europa”, Jürgen Habermas, filósofo esquivo a la exasperación y la crítica de las democracias liberales “occidentales”, se ha referido al porvenir de este proceso de acoso a la legitimidad popular por parte de las decisiones sistémicas del capital financiero internacional con un nombre de resonancias trágicas: el (re)surgimiento de sociedades post-democráticasi.

Como Latinoamericanos experimentamos y conocemos el dolor que se encierra en esta paradoja, pero pensamos que es posible abrir de otra manera los dilemas de la democracia en el actual contexto del capitalismo global. Si permanecemos atentos a los pliegues inesperados de la historia, todavía podemos comprender de qué modo el diagnóstico de las amenazas y las limitaciones estructurales del proceso de democratización de la vida política, cultural y económica sólo puede hacerse a través de una lectura cuidadosa de las energías transformadoras y revolucionarias del presente. Pero para realizar esto último, tenemos que comenzar reconociendo que el desafío de una lectura teórica que tome por objeto a las fuerzas transformadoras que recorren América Latina no aparece en el horizonte político actual ni como algo transparente, ni como algo unívoco. Esta dificultad, que abarca los más diversos motivos, está atravesada por una relación fundamental, la relación entre crítica y emancipación o, para decirlo mejor, entre los distintos modelos de crítica social y los proyectos políticos emancipadores de nuestra actualidad latinoamericana. Según como se conciba esta relación entre crítica y emancipación, se abren horizontes diferentes para pensar la idea de radicalizar la democracia en el actual contexto de dominio del capitalismo global. Plantear este problema es de alguna manera el objetivo de este pequeño trabajo, que intenta esclarecer –por lo pronto, muy esquemáticamente– la relación entre crítica y emancipación que está puesta en juego en muchos análisis, interpretaciones y estrategias de intervención política en la actual coyuntura latinoamericana.

Crítica y emancipación

Lo primero que hay que destacar de la relación entre crítica y emancipación es el carácter interno de la misma. De hecho, cuando pensamos el sentido de la palabra crítica, ya estamos de alguna manera insinuando la necesidad o la exigencia de una práctica emancipadora (por más elemental o gradual que ésta sea) y, viceversa, como herencia de los proyectos emancipadores de la Modernidad, la idea de emancipación debe ir unida a la necesidad de una crítica del presente. Criticar algo no significa sólo poner en cuestión (por ejemplo, la verdad de un enunciado), dudar de la validez de una norma (política, moral, estética, o cualquier otra) o juzgar el valor de una decisión tomada en una determinada situación (en términos de eficacia o de corrección normativa), sino que implica también, y fundamentalmente, oponerse, rechazar y negar eso que aparece sedimentado como la verdad, lo justo, o la misma “descripción” de la realidad. Toda crítica señala algo que debe cesar (porque resulta insoportable, injusto, falso, etc.) y, por lo tanto, llama la atención sobre algo que debe ser transformado. De esta manera, la crítica revela una orientación performativa que va siempre en el sentido de activar un proceso de emancipación. Esto mismo puede rastrearse en el sentido contrario de la relación entre crítica y emancipación. Cualquier necesidad, impulso o deseo de liberarse de una determinada relación de dominación o de una determinada configuración de la realidad experimentada como opresiva o injusta requiere de un proceso de representación o de simbolización de eso frente a lo cual alguien desea emanciparse. En este sentido, todo deseo de emancipación implica “poder decir no” (a las causas de la dominación), organizar discursivamente el rechazo a las prácticas y a las instituciones que configuran la realidad que se ha revelado como un obstáculo insoportable. Por esto mismo, toda proyección emancipadora de una subjetividad (individual o colectiva) sobre el mundo, implica ya el esbozo de una crítica de la pretensión de que ese mundo tenga que ser vivido al modo de una realidad inmodificable. La apertura del mundo hacia la que tiende la fuerza de un deseo de emancipación está ya conectada con la necesidad de realizar una crítica de ese mundo experimentado como “real”.

Ahora bien, como esta conexión interna entre crítica y emancipación no se confunde con ninguna identidad entre ambos términos, lo que aparece inmediatamente después que se establece la dependencia mutua entre crítica y emancipación es el carácter esencialmente problemático de esta relación. Para citar sólo un ejemplo destacable, la relación entre crítica y emancipación formó parte de uno de los problemas clásicos (y de más difícil resolución) dentro de la Teoría Crítica de la Escuela de Frankfurt. Habría que recordar aquí la enorme lista de dificultades teóricas internas que mostraron algunos de los conceptos críticos claves de este paradigma teórico, como pudieron ser el de mímesis estética (Adorno), acción comunicativa (Habermas) y reconocimiento (Honneth), y su relación conflictiva (o simplemente no “sincronizada”) con los movimientos sociales de emancipación con los que sus elaboraciones teóricas pretendían entrar en un diálogo productivo. Recientemente, el sociólogo francés Luc Boltanski volvió sobre esta cuestión en un trabajo que publicó bajo el título De la Critique, précis de sociologie de l´émancipation. Este texto puede resultar especialmente útil para esquematizar lo que hemos llamado “diferentes caminos” (que abren diferentes horizontes políticos) para plantear la relación entre crítica y emancipación. La distinción fundamental que plantea Boltanski se da entre lo que él denomina Sociología Crítica (que aparece identificada con la propuesta sociológica de Bourdieu) y lo que él llama Sociología de la Crítica (encarnada en el propio trabajo de Boltanski). Esta diferencia que parece sutil, está llena de implicancias y consecuencias para los modos de pensar la crítica.ii

Vamos a esquematizar el planteo de Boltanski con el objetivo de pensar algunos de los dilemas de la(s) crítica(s) emancipadora(s) en la actualidad latinoamericana. Lo primero que hay que señalar es que ambas, tanto la sociología crítica, como la sociología de la crítica, respetan la relación interna entre crítica y emancipación que propusimos más arriba. Para ambas perspectivas toda crítica tiene un cierto sentido performativo que va en la dirección de desplegar un proceso de emancipación, y todo proyecto emancipador requiere, de distintas maneras, de una representación crítica de la realidad. La diferencia fundamental consiste en que mientras la sociología crítica elabora la crítica desde una perspectiva distinta a la que utilizan los propios actores sociales para juzgar las descripciones de la realidad social que merecen ser negadas (por ideológicas) y los marcos normativos que deben ser rechazados (por las relaciones de dominación que suponen), la sociología de la crítica pretende extraer todo eso a partir de una relación que privilegia el propio punto de vista de los actores sociales afectados. De este modo, la sociología de la crítica se piensa a sí misma como una mera prolongación de la propia capacidad de crítica (oposición, negación y rechazo) de los actores sociales involucrados en distintos contextos de interacción, alejándose del suelo tradicional de la sociología crítica.

La relación (conflictiva) entre ambas perspectivas salta a la vista. La sociología de la crítica suele objetarle a la sociología crítica el carácter tutelar de la “trascendencia” desde la cual mira y juzga a la realidad social, mientras que la sociología crítica le objeta a la sociología de la crítica su imposibilidad para diagnosticar situaciones opresivas que no pueden ser experimentadas como tales por los propios actores sociales, como efecto, obviamente, del propio dominio de una determinada ideología. De un lado, de lo que se trata es de elaborar una especie de fenomenología de las prácticas y los discursos críticos de los propios actores sociales, para poder comprender así lo proyectos de emancipación que fluyen (muchas veces “silenciados”) en una realidad social determinada. Del otro lado, lo que se privilegia es la descripción y el análisis de aquellas estructuras (económicas, políticas o culturales) que funcionan como obstáculos e implican una sujeción permanente de un determinado individuo, grupo o clase social.

Teoría crítica y teoría de la crítica en América Latina

En el contexto de la crisis social que atravesaron algunos países de América Latina a comienzos del siglo XXI, diversas fuerzas sociales potenciaron distintos procesos emancipatorios. Nos interesa en esta ocasión utilizar la distinción que propone Boltanski para reconstruir (muy preliminarmente) dos modelos de relación de la crítica social con esas luchas emancipatorias. Asumiendo la imbricación entre crítica y emancipación que propusimos anteriormente, nos interesa pensar estas dos modalidades de la crítica como dos tipos de visibilización e interpretación de las luchas emancipatorias que atraviesan la América Latina actual (con sus diferencias, dificultades y contradicciones).

Lo que podríamos llamar como teoría crítica suele interpretar al capitalismo global, y a sus efectos en términos de dominación y explotación, como régimen neo-liberal. En tal sentido, lo que privilegia la crítica es el rechazo a la dependencia económica, a la pérdida de soberanía política y a la hegemonía de las ideologías que habían legitimado el proyecto social de las décadas anteriores (y por lo tanto los propios deseos, expectativas y valores de los sujetos involucrados). Por eso la crisis pasa a ser interpretada como “crisis del modelo neoliberal” y las luchas que se visibilizan son aquellas que se habían estructurado como negación de ese orden y reclamo de uno nuevo. Los fuerzas políticas que lograron canalizar esas luchas y, de esa manera, darles curso con acciones transformadoras de la realidad, llevaron adelante procesos de emancipación que implicaron básicamente un fortalecimiento de la autonomía del Estado frente al mercado, una negación de todos los acuerdos ético-políticos que le habían dado forma al surgimiento del “orden neo-liberal” y una oposición muy abierta con las estructuras y los dispositivos que definen la “actualidad ideológica”, muy esquemáticamente: las grandes corporaciones privadas que dominan los medios masivos de comunicación.

Por otro lado, en estas mismas sociedades aparecen críticas que asumen un punto de vista más próximo al sentido directo que le da una pluralidad de nuevos actores sociales en lucha a sus propios conflictos. En el sentido de lo que llamaríamos teoría de las críticas de la sociedad, se establece un registro más capilar, que se ocupa de las resistencias que resultan imperceptibles para los grandes conceptos (ej. neoliberalismo) y las grandes críticas (ej. Estado vs. Mercado). Esas luchas se realizan, en muchos casos, como luchas de una minoría oprimida o desplazada de sus derechos como sucede con las comunidades indígenas, los trabajadores tercerizados, o quienes defienden el medio ambiente contra el desarrollo económico de actividades extractivas a gran escala. La crítica, desde este punto de vista, puede negar tanto las condiciones particulares de la opresión que son consecuencia de la “herencia neoliberal” y, a veces, entran en contradicción con la lucha emancipatoria emprendida por algunos Estados latinoamericanos contra esas estructuras. Por lo pronto, lo que queremos destacar es no sólo la diferencia entre ambos modelos de crítica, sino también sus problemas internos y el peligro de su neutralización recíproca como proyectos de emancipación. Vamos a exponer esto último a través de una serie de ejemplos.

Ejemplo 1. Para criticar la pérdida de la soberanía del Estado, muchas fuerzas políticas que accedieron al gobierno decidieron aumentar los saldos del comercio exterior de sus países para, de ese modo, controlar más divisas genuinas y evitar entrar en el círculo de las condicionalidades del mercado financiero o las agencias multilaterales de crédito. Pero para conseguir esta autonomía financiera relativa del Estado se ven obligados a promover exportaciones que demandan una alta participación del capital internacional (por motivos tecnológicos, económicos, etc.) y el desarrollo intensivo de actividades potencialmente contaminantes del medio ambiente (ej. el extractivismo minero), constituyendo así una aporía o dilema de sus proyectos emancipatorios que es uno de los motivos centrales de la teoría de la crítica latinoamericana contemporánea.

Ejemplo 2. Para criticar el extractivismo minero desde el punto de vista de sus potenciales afectados y de su reivindicación de una forma de vida, muchos movimientos sociales recurren a los grandes medios de comunicación para visibilizar su protesta y para combatir de esa manera las multinacionales y las estrategias de desarrollo económico que rechazan. Pero, para potenciar esa oposición entre modelos de desarrollo y formas de vida, necesitan establecer acuerdos tácitos con los conglomerados de comunicación privada que se resisten a cualquier democratización del espacio público, involucrándose así en una aporía o dilema que denuncian quienes desarrollan una teoría crítica de la dominación ideológica en Latinoamérica.

Es evidente que estos ejemplos se podrían multiplicar, encontrando otros con mayores grados de complejidad política y casos singulares más intensos en términos de aporías éticas o ideológicas. Pero en términos preliminares podemos concluir con una serie de preguntas: ¿Qué significa radicalizar la democracia para cada uno de estos dos modelos de crítica social? ¿Resultan absolutamente incompatibles los proyectos de emancipación que surgen de esas críticas? ¿Cómo pensar estrategias de crítica social que tiendan a superar cierta parálisis frente a los propios dilemas que genera la crítica y que los puedan transformar en “tensiones creativas” del momento político latinoamericano?


Bibliografía

  • Boltanski, L. y Chiapello, È., El nuevo espíritu del capitalismo, Madrid, Akal, 2002.
  • Boltanski, L. y Thévenot, L. De la justification, Paris, Gallimard, 1991.
  • Boltanski, L., De la Critique, Paris, Gallimard, 2008.
  • Crouch, C., Posdemocracia, Madrid, Taurus, 2004.
  • Habermas, J., La constitución de Europa, Madrid, Trotta, 2012.
  • Held, D., Models of Democracy, Oxford, Stanford University, 1987.
  • Streeck, W., “The crisis in context: democratic capitalism and its contradictions”, en: Schäfer, A. y Streeck, W., Politics in the age of austerity, Cambridge, ed. Polity, 2013.

Notas

i Cfr. Habermas, Jürgen, La constitución de Europa, Madrid, Trotta, 2012. Ver también: Crouch, C., Posdemocracia, Madrid, Taurus, 2004.
ii Ver Boltanski, Luc, De la Critique, Paris, Gallimard, 2008.

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