Secesionismo, herramienta de la dominación | Centro Cultural de la Cooperación

Secesionismo, herramienta de la dominación

Autor/es: Horacio López

Sección: Opinión

Edición: 2

Español:

La política secesionista es una vieja herramienta usada por Estados Unidos en los casos en que le convino más desmembrar Estados que invadirlos, porque sencillamente no tenía otra posibilidad. Cuando tuvo condiciones, anexó los nuevos países que se creaban. En el siglo XXI tenemos casos de intentos de secesionismos en países que están intentando llevar adelante procesos de cambios profundos, de reafirmación de soberanía ante los embates de las multinacionales y los Estados Unidos, con intenciones de construir el llamado socialismo del siglo XXI. Son los casos que se están desarrollando en Venezuela, Ecuador y Bolivia en la actualidad.


De Kosovo a Santa Cruz de la Sierra *

El domingo 17 de febrero Kosovo fue noticia en todos los medios de información del mundo al declarar su parlamento, en una medida anunciada, la independencia propuesta por el gobierno del primer ministro Hashim Thaci. De esa manera ese territorio de 11.000 kilómetros cuadrados y 2,1 millones de habitantes concretó su separación de Serbia y fragmentó, aun más, lo que había sido hasta 1992 la llamada República Federal Socialista de Yugoslavia. Serbia planteó con firmeza que no reconocería la independencia de ese territorio, muy caro a la historia y la tradición de su pueblo; Rusia y China se opusieron también en el Consejo de Seguridad de la ONU, mientras que Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia la apoyaron.

Esta cuestión vino a agravar la delicada situación por la que atraviesa Bolivia, en donde los sectores dominantes en el departamento de Santa Cruz de la Sierra buscan la separación del país, para lo cual pretenden someter a referendo el 4 de mayo el estatuto autonómico que le da al prefecto cruceño el poder de definir la tenencia de tierras y la concesión de títulos de propiedad, entre otras atribuciones. La medida tomada por el gobierno de Kosovo alienta estas maniobras separatistas. El presidente Evo Morales, en declaraciones realizadas dos días después de conocerse lo de Kosovo, calificó como grave que algunos sectores políticos de Santa Cruz pretendan imitar esa declaración de independencia, e instó a preservar la unidad del país ante los intentos cruceños.

Una comprobación de la ingerencia de los Estados Unidos en este tipo de maniobras la da el currículum vitae del actual embajador de dicho país en Bolivia, Philip Goldberg. Este personaje estuvo en Bosnia entre 1994 y 1996, como asistente especial del embajador norteamericano que “contribuyó” a la desintegración de Yugoslavia, y más tarde retornó a los Balcanes como jefe de misión en Pristina, capital de Kosovo, apoyando a los separatistas de dicha región.

El sábado 23 de febrero el diario Clarín de Buenos Aires entrevistó a Evo Morales, quien ante la pregunta del cronista, referida a si creía que en Bolivia podía pasar lo mismo que en Kosovo, respondió: “Lo que quiero que sepa el mundo entero es que esta conspiración contra mi persona está encabezada por el embajador de Estados Unidos (Philip Goldberg). Preguntémonos de dónde viene el embajador estadounidense (que cumplió funciones en Kosovo). No vamos a permitir que Estados Unidos siga gestando conspiraciones para dividir Bolivia con grupos oligárquicos y mafiosos. Cuando ya no pueden dominar, porque hay democracias liberadoras y no sometidas, gestan división”.

La última frase del presidente boliviano es contundente y veraz: Estados Unidos aplicó la artimaña del secesionismo, como un arma más dentro de su bagaje, siguiendo el viejo precepto que dice “divide y reinarás”.

El Secesionismo en Nuestra América

La política secesionista es una vieja herramienta usada por Estados Unidos en los casos en que le convino más desmembrar Estados que invadirlos, porque sencillamente no tenía otra posibilidad. Cuando tuvo condiciones, anexó los nuevos países que se creaban; así ocurrió con Texas, logrando que se independizara primero de México y que solicitara luego, en 1848, su incorporación a la Unión, hecho que motivó una guerra entre México y Estados Unidos; guerra que, como no podía ser de otra manera, perdió México, con lo cual no sólo Estados Unidos anexó Texas, sino que también Nuevo México, Arizona, California, Nevada, Utah y parte de El Colorado. En total pasaron a ser parte del territorio estadounidense dos millones de kilómetros cuadrados, más de dos veces el tamaño de Venezuela.

En 1855 Estados Unidos avaló a un aventurero sin escrúpulos de nombre William Walker, quien al frente de su “Falange Americana”, integrada por mercenarios yanquis, invadió Nicaragua llegando a proclamarse su presidente, como paso previo al objetivo de la anexión.

La resistencia al filibustero se amplió a Centroamérica; los ejércitos de las pequeñas repúblicas al mando del costarricense José Joaquín Mora lo enfrentaron con variada suerte, hasta que, en 1857, Walker finalmente capitula. Un navío de guerra norteamericano lo salva trasladándolo hasta Panamá. Desde allí se dirigió a los Estados Unidos, donde fue recibido como un héroe. En 1860 Walker realiza una nueva tentativa, esta vez desembarcando en Honduras. La suerte no lo acompañó; fue hecho prisionero y fusilado.

En esto de secesionar para anexar, lo mismo hizo Estados Unidos con la isla de Hawai en 1898, originalmente un reino tribal independiente; su principal interés allí obedecía a su política geoestratégica de expansión hacia el Pacífico, para lo cual asentó bases militares, entre ellas la conocida de Pearl Harbor, a cambio del acceso privilegiado de Hawai al mercado azucarero de EE.UU. Posteriormente, un grupo de importantes capitalistas isleños dio un golpe de Estado, apoyado por los infantes de marina del USS Boston, anclado en el puerto de Honolulu, proclamando una república provisional “hasta que las condiciones de la unión a Estados Unidos hayan sido negociadas”. En 1898 Hawai es anexada a los EE.UU. como un nuevo territorio, y mediante un plebiscito en 1959 –61 años después- se convierte en el Estado nº 50 de la Unión.

Estados Unidos se “engulló” también a Puerto Rico como “territorio” primero cuando se desmembró de España en el mismo año, y finalmente como “Estado Libre Asociado”; y lo intentó también con Cuba, al calor de las luchas independentistas de ambas islas. En estas islas también asentó sus bases militares. En el caso de Cuba, no por medio de la anexión sino gracias a la Enmienda Platt, que le permitió introducir un “apéndice” en la Constitución cubana, cuyo artículo VII dice: “Que para poner en condiciones a los EE.UU. de mantener la independencia de Cuba y proteger al pueblo de la misma, así como para su propia defensa, el gobierno de Cuba venderá o arrendará a los EE.UU. las tierras necesarias para carboneras o estaciones navales en ciertos puntos determinados que se convendrán con el Presidente de los EE.UU.”1 Así se apropiaron de la hoy tristemente célebre base de Guantánamo.

En 1903 Estados Unidos alentó el movimiento separatista de Panamá, logrando que ese Estado perteneciente a Colombia se transformara en República independiente.2 El objetivo en este caso era poder controlar al pequeño país naciente para dominar la construcción del canal que ya se proyectaba y, posteriormente, detentar su control militar y económico.

Durante el siglo XX Estados Unidos apoyó y promovió, con suerte diversa, movimientos secesionistas en diversos países de nuestra América; algunos de los cuales persisten en el presente. Tal es el intento de formar la República de Airrecú en la zona fronteriza entre Nicaragua y Costa Rica, zona elegida para la construcción posible de un segundo canal interoceánico; intentos independentistas en la región del Soconusco, región mexicana lindante con Guatemala, en la Amazonia, en las islas Malvinas, según una estrategia británica, entre otros casos.

Ya en el siglo XXI tenemos casos de intentos de secesionismos en países que, ¡oh casualidad!, están intentando llevar adelante procesos de cambios profundos, de reafirmación de soberanía ante los embates de las multinacionales y los Estados Unidos, con intenciones de construir el llamado socialismo del siglo XXI. Son los casos que se están desarrollando en Venezuela, Ecuador y Bolivia en la actualidad.

El caso del Zulia

El actual proceso de la llamada Revolución Bolivariana en Venezuela objetivamente está en franca oposición a los intereses que Estados Unidos tiene para el continente. Por lo tanto no extraña que haya vuelto a resurgir con fuerza la intención de desmembrar al Estado Zulia del resto del país. En uno de sus programas dominicales “Aló Presidente”, Hugo Chávez denunció que “el imperialismo norteamericano vuelve por sus fueros, tratando de utilizar esa quinta columna alienada, desnacionalizada (...) que está en marcha para separar a Zulia de Venezuela”. Aseveró que Washington pretende “apoderarse” de los campos petroleros del lago Maracaibo con esta maniobra. La quinta columna a la que se refiere el Presidente es la organización regional reaccionaria denominada “Rumbo Propio”, que propicia la realización de una consulta popular para solicitar la autonomía de Zulia, apoyándose en las fuerzas de la oposición acérrima a Chávez, comandadas por el propio gobernador del Estado.

Este fenómeno de la propuesta secesionista no nace en el Zulia de la noche a la mañana, sino que tiene su historia, y en ella se basan los separatistas para ponerla nuevamente en la agenda actual: Cuando España decide conformar la Capitanía General de Venezuela en 1777, separándola del virreinato de Nueva Granada, el puerto de Maracaibo queda subordinado a Caracas, la que a su vez le daba más importancia al puerto de La Guaira. Esto generó serias contradicciones y rivalidades entre la oligarquía marabina y la caraqueña. Pero la primera actitud separatista real se dio cuando, al calor de la lucha independentista, Maracaibo no firma la declaración de independencia del país en 1811. Recién en 1821 se incorpora la provincia de Maracaibo formalmente a Venezuela.

En un artículo de Luis Britto García de febrero de 2006, éste denuncia, entre otras declaraciones, la de la Directora de Ciencias Políticas de la Universidad del Zulia, Lucrecia Morales, quien exhorta a “deslindar el Estado Zulia de este Gobierno y hacerlo por la vía de la emancipación definitiva, es decir, la autonomía total”. Agrega Britto García que “Carlos Morales Manssur, Director del acervo Histórico del Estado Zulia, advierte para Prensa Latina que ‘estratégicamente a Estados Unidos le convendría la independencia del Zulia, que (además de sus riquezas y virtudes) pertenece a un país cuyo gobierno a ellos no les gusta, con el fin de establecer (dentro de él) una importante base del Plan Colombia en la Región... que se enfile en retomar los planes de recolonización de América Latina’. Vallas publicitarias anuncian ‘Rumbo propio para el Zulia’, camisetas estampadas presentan mapas con una República Independiente del Zulia, artículos de prensa y páginas web diluvian llamados a la ‘autonomía’, la ‘soberanía’ y la ‘independencia’...”3

Uno de los ideólogos de “Rumbo Propio”, el profesor de Ciencias Políticas Alberto Mansueti, confiesa sus razones: “1) Nuestra lucha es ideológica... Estamos contra el socialismo y en pro del capitalismo liberal...

“2) Nuestra propuesta es clara: el capitalismo liberal. Es la fórmula del éxito económico de los pueblos, demostrada históricamente por los países que hoy son ricos, y más recientemente por los ‘dragones’ del Sudeste asiático...”4

Las definiciones de la organización nos eximen de mayores comentarios.

En el mes de marzo de 2006 en varios medios de comunicación salió la declaración del diputado por el MVR, William Lara, denunciando reuniones en el Zulia del entonces Embajador de Estados Unidos en Venezuela, William Brownfield, con Rumbo Propio. En dichas reuniones abordaron el tema del movimiento separatista, según el diputado, quien agregó además que el Embajador habló de la República del Zulia.

Además de estas maniobras, Estados Unidos maneja entre sus planes la posibilidad de constituir un nuevo Estado petrolero, uniendo el Zulia con el Departamento colombiano de Santander, obviamente alentando también la secesión de este Departamento. Este delirante plan le permitiría al imperialismo yanqui manejar una inapreciable producción petrolífera, facilitada por el gobierno títere que necesariamente surgiría de ese supuesto nuevo Estado. Todo esto por supuesto que en los papeles por ahora, mientras exista el proceso de la revolución bolivariana, y más quimérico será, en la medida en que esa revolución se vaya fortaleciendo y desarrollando. Lo cual no quita que estemos alertas ante el acecho del monstruo imperialista.

El caso de Manabí

Manabí es una rica provincia del Ecuador bañada por las aguas del océano Pacífico; su capital es Portoviejo pero tiene a la ciudad de Manta como puerto internacional del país. Manta ha adquirido triste popularidad en los últimos años debido al anticonstitucional “Acuerdo de Cooperación entre el Gobierno de la República del Ecuador y el Gobierno de los Estados Unidos de América”, mediante el cual se cedió el acceso y uso de las instalaciones de la base de la Fuerza Aérea Ecuatoriana a los Estados Unidos, para “actividades aéreas antinarcóticas”. Dicha base es como un portaviones en tierra, destinado a intervenir en Colombia y demás países del área bajo los llamados Plan Colombia y Plan Patriota, los que detrás de la fachada de la lucha contra el narcotráfico permiten a los Estados Unidos tener una ingerencia directa en el combate contra las FARC.

Actualmente, el gobierno de Rafael Correa plantea con firmeza no renovar ese acuerdo –vence a fin del corriente año- y recuperar su soberanía sobre la base de Manta.

En octubre de 2006 apareció una declaración del Consejo Provincial de Manabí con el título de “Autonomía”. El texto dice: “ Es un proyecto que nace con la necesidad de la reivindicación. Para el efecto, las instituciones públicas, organizaciones sociales y entidades privadas, de carácter provincial, han mantenido una serie de reuniones y conformado el Comité Cívico Interinstitucional ‘Pro Autonomía de Manabí’...

“Manabí ha formulado al país su planteamiento de ser considerada a futuro como provincia autónoma...”5

Esta posición nos lleva a ubicar dicha iniciativa como un caso de la llamada secesión blanda, es decir, lograr una mayor autonomía que le permita a la provincia disponer a su voluntad cuestiones como una mayor soberanía sobre su territorio y sus riquezas. De lograrse, las fuerzas reaccionarias de la provincia podrán mantener el acuerdo con los Estados Unidos, de acceso y uso de la base de Manta por parte de los militares yanquis. Sin descartar que una vez conseguida la autonomía, se avance hacia la independencia total, lo cual sería un caso de secesión dura.

Además de esta disputa, en el Ecuador subsisten las posiciones autonómicas y separatistas por parte de sectores de la burguesía de Guayaquil. En 2002 las autoridades de la provincia de Guayas convocaron una consulta popular en la que se preguntaba si la provincia debía recibir la mitad de los recursos tributarios que generaba. El Sí fue abrumador: 95,8% de los votos.

Otro caso más reciente de cómo la derecha ecuatoriana utiliza la herramienta del secesionismo para poner escollos a la Asamblea Constituyente, en el proceso que lleva adelante el Presidente Rafael Correa, es el planteo del actual Alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot, de realizar una consulta popular para buscar el aval del pueblo a las tesis neoliberales. Nebot propone que los guayasenses voten a favor de la economía de mercado, de la dolarización, pero además de la imposición de un régimen de autonomía territorial, para obligar a introducir esos elementos en la nueva Constitución, todo esto sustentado en la frase: “Guayaquil independiente”. En una declaración del PC ecuatoriano se lee: “El secesionismo territorial está presente en la acción de la derecha socialcristiana; actúan por hacer de la provincia de Guayas un Estado aparte y buscan legalizar su acción con el establecimiento de un régimen de autonomía territorial. En todo caso, como ellos mismos reclaman, tienen la decisión de hacer ‘autonomía al andar’, esto es, fragmentar al país.”6

Una forma de evitar que el proceso encabezado por Rafael Correa se consolide y avance en el Ecuador es tratar de debilitarlo y desestabilizarlo con maniobras como las comentadas. Estados Unidos, sin dudas, seguirá echando leña al fuego y subvencionando el accionar de las fuerzas antipatrióticas.

El caso de la Media Luna

La región oriental de Bolivia, principalmente el Departamento de Santa Cruz de la Sierra, tiene una historia de rivalidad y enfrentamientos con el poder central boliviano, incluidos amagues de secesión, desde prácticamente los orígenes de la república. El fuerte sentimiento regionalista fue y es alimentado por las oligarquías lugareñas que aspiran a controlar las riquezas de la región. El Mutún es uno de los yacimientos de hierro más importantes del mundo; si a eso le sumamos el gas, el petróleo, el oro, los recursos agrícola ganaderos y forestales de Santa Cruz, concluiremos que se trata de la región más próspera y rica de Bolivia. Y si a esta caracterización le sumamos además el proceso de recuperación de identidad y de soberanía que está protagonizando el nuevo gobierno encabezado por Evo Morales, con su política de nacionalización de los recursos naturales como el petróleo y de recuperación de parte de la renta petrolera para dedicarla a la jubilación de los que nada tienen, comprendemos por qué la oligarquía cruceña, apoyada por las empresas petroleras transnacionales, revitalizan la autonomía como un paso previo a la separación de Bolivia.

Las intenciones autonómicas, si bien tienen raíces históricas, se reavivaron por parte de la oligarquía en los últimos tiempos: En 2001 nace el Movimiento Nación Camba dirigido por un cuerpo colegiado de personalidades regionales. Esta “nación”, que representa más del 30% de la población, se asienta sobre un territorio que representa más del 70% del país, y abarca los departamentos de Pando, Beni, Santa Cruz y Tarija. La constituyen quienes se identifican con la cultura mestiza proveniente del cruzamiento de hispanos y guaraníes. El Memorándum de la Nación Camba precisa los objetivos estratégicos de dicho movimiento; entre ellos: “proclamamos la necesidad de convertir a Santa Cruz en una Región Autónoma, dotada de gobierno propio y amparado por un estatuto especial de autonomía que sea la expresión del Poder Cruceño, como reconocimiento formal y legal de nuestra Nación-Estado...Los recursos naturales cruceños son propiedad inalienable de la nación Camba”.7

En noviembre de 2004 Antonio Peredo Leigue denunciaba en un artículo, a raíz de un paro propuesto por los empresarios de Santa Cruz, lo siguiente: “La tendencia separatista de ese sector se basa en el convencimiento de que sus empresas movilizan casi la totalidad de la economía nacional... Desde hace una década, la explotación de hidrocarburos se ha orientado al gas, del cual hay cantidades importantes que, en la etapa de crisis energética que vive la región, resultan altamente codiciadas...

Autonomía es un primer apronte. Luego se planteará el federalismo. Avanzando en su estrategia, no tardarán en exhibir su tendencia separatista. La razón es muy simple: la riqueza gasífera que se acumula en esa región –más en Tarija que en Santa Cruz- es codiciada por las empresas transnacionales que actualmente detentan su propiedad; para mantener ese poder, están dispuestas a provocar incluso la división del país. No sería la primera vez que ocurre en América Latina, como efecto de los apetitos empresariales.”8

Como una fuerza centrípeta los diversos movimientos apuntan hacia los mismos objetivos.

El diario Los Tiempos publicó una noticia el 21 de julio de 2006 con el título: “Nación Camba proclama derecho a secesión”. En relación al Memorándum que comentáramos más arriba, esta noticia evidencia una postura más radicalizada del movimiento. Dice: “Nación Camba, un movimiento minoritario asentado en la ciudad de Santa Cruz, proclamó ayer el derecho a la secesión de los territorios de los llanos orientales del país”.

En el mismo mes se realizó un referendo sobre el régimen autonómico en todo el país, en el que Santa Cruz, Tarija, Beni y Pando dijeron “sí” a la autonomía, pero el “no” se impuso a nivel nacional y en las cinco regiones restantes: Cochabamba, Chuquisaca, La Paz, Oruro, Potosí. No obstante, a los pocos meses, los prefectos de los departamentos rebeldes aprobaron los estatutos autonómicos de sus regiones, aun con la oposición del gobierno nacional. Santa Cruz pretende ahora validar ese estatuto mediante un nuevo referendo regional el 4 de mayo de 2008, hecho a todas luces ilegal ya que sólo el Congreso Nacional puede convocar un referendo de esta naturaleza.

El Presidente Evo Morales inició negociaciones con los prefectos para discutir esta problemática, junto a otros temas como la renta petrolera y el proyecto de nueva Constitución, pero dichas conversaciones se encuentran empantanadas. La posición del gobierno nacional es clara: se garantizarán los regímenes de autonomías departamentales en el marco de la legalidad y la Constitución, preservando la unidad de la república.

Mientras en Bolivia exista un gobierno que beneficie a su pueblo, ejerciendo su soberanía sobre los recursos que hasta ayer usurpaban las transnacionales en connivencia con las oligarquías vernáculas, el peligro del separatismo seguirá vigente; es un arma que no van a desechar los sectores de la dominación.

La integración como defensa

Más allá de los conflictos mencionados, en el futuro mediato recrudecerán, sin duda, maniobras secesionistas con el objetivo del apoderamiento de los recursos naturales vitales para el desarrollo: petróleo, gas, agua, minerales estratégicos, etc. En ese escenario correrán peligro –ya existen indicios- ciertas regiones como la Amazonia y la Patagonia argentina, entre otras. El imperialismo contemporáneo, además de los males que nos genera, desarticula los cimientos del Estado-Nación.9 El futuro de los Estados nacionales es incierto. Señala al respecto Gilberto Dupas: “... mientras el capitalismo global prospera (...) el Estado nación pierde cuotas considerables de su poder (...) En la post-globalización, los Estados pierden la posición de poder más relevante de la acción colectiva; sus fronteras son despreciadas y ellos ya no logran regular las reglas de la acción política”.10

El antídoto ante tantas maniobras divisionistas pasa por revalorizar la integración en nuestra América. Un primer paso en esta dirección es la regionalización, o sea procesos que llevan a la constitución de bloques unificados tras un interés común, en defensa de bienes comunes como las riquezas naturales –es el caso del Tratado de Cooperación Amazónica entre los países con soberanía en esa región- o de amenazas externas, formando en estos casos, fuerzas disuasivas comunes. Por allí pasa el camino de la integración, que no será sólo de gobiernos sino también de pueblos, que nos llevará a la larga a la institucionalización unitaria de la Patria Grande, tal como soñaron Simón Bolívar, Bernardo Monteagudo, Cecilio Del Valle, entre otros.



* El presente artículo está extractado, en síntesis apretada, de un libro en proceso de coedición entre el CCC Floral Gorini y la editorial venezolana El perro y la rana, de autoría de Horacio A. López.

1 Emilio Roig de Leuchsenring, Historia de la Enmienda Platt. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana. 1979, p. 24.

2 Nota del autor: No se abre juicio en este artículo sobre las razones esgrimidas por los patriotas panameños para bregar por su independencia.

3 Britto García Luis. “¿Estado libre asociado del Zulia?” Artículo. 26/2/06. www.aporrea.org

4 Mansueti Alberto. “El ascenso de Rumbo Propio”. Artículo. www.cedice.org.ve/detalle.asp?Sección=Divulgación&ID=647

6 Periódico “En Marcha”. Edición 1366 de julio 2007. www.pcmle.org/EM

8 Peredo Leigue Antonio. “Qué se proponen los separatistas”. Noviembre 2004. www.argenpress.info/nota.asp?num=015810

9 Roberto Regalado. América Latina entre siglos. Ediciones Ocean Sur. Australia. 2006, p. 241.

10 Gilberto Dupas. “América Latina y el nuevo juego global”, en Gilberto Dupas –Coordinador- y otros. América Latina a comienzos del siglo XXI. Homo Sapiens Ediciones. Rosario. 2005, p. 353.

Compartir en

Desarrollado por gcoop.