"A la conquista de la clase obrera: los comunistas y el mundo del trabajo en la Argentina, 1920-1935" por Hernán Camarero. Buenos Aires, Siglo XXI Ed. Iberoamericana, 2007. | Centro Cultural de la Cooperación

"A la conquista de la clase obrera: los comunistas y el mundo del trabajo en la Argentina, 1920-1935" por Hernán Camarero. Buenos Aires, Siglo XXI Ed. Iberoamericana, 2007.

Autor/es: Irina Pasatir

Sección: Comentarios

Edición: 2


tapaEn el libro que recientemente publicó Hernán Camarero y que tituló A la conquista de la clase obrera. Los comunistas y el mundo del trabajo en la Argentina, 1920-1935, se propone estudiar cómo se construyó la identidad política comunista y, en especial, la vida política de la mayoría de los obreros industriales argentinos, en las décadas inmediatamente anteriores al ascenso del peronismo. El autor sostiene que el análisis histórico riguroso de este período va a echar luz sobre la explicación del ocaso del comunismo, frente al triunfo del populismo. ¿Cuál es la especificidad de esta obra? Es, justamente, la perspectiva desde la cual se aborda el tema. Es decir, la de una historia social, política y cultural que le permite a Camarero observar cómo intervino el comunismo en la clase obrera argentina, siendo al mismo tiempo afectado por el medio social en el cual estaba inserto. Una de las primeras cosas que explicita el autor es que no le interesa estudiar al Partido Comunista en tanto la “máquina partidaria” que fue sino más bien comprender cómo estas ideas se convirtieron en prácticas políticas pero, en particular, conocer cómo fue el proceso de apropiación y reproducción de aquellos hábitos, rituales y actividades en general que, sin pertenecer al mundo laboral o sindical de los obreros, gestaron en ellos y sus familias un sentimiento de pertenencia y de identificación con la causa revolucionaria que hasta el momento ninguna de las ideologías de izquierda había logrado en este sector social. Dice Hernán Camarero que “Asumir la identidad comunista no resultaba anecdótico en la vida de un activista obrero, estudiantil o intelectual”.1 El Partido Comunista de la Argentina había logrado durante los años veinte y treinta constituirse como la mejor opción ideológica, política y cultural para la clase trabajadora en competencia a su vez con el anarquismo, el sindicalismo y el socialismo. ¿Por qué el comunismo y por qué en este período? Porque el comunismo logra abrirse paso a través de las tareas de movilización y organización de los obreros llegados a la industrialización argentina recientemente, más allá de las dificultades desplegadas por los empresarios capitalistas y el Estado sobre sus explotados. El autor expresa en una de sus hipótesis que “...los comunistas contaban con recursos infrecuentes: un firme compromiso y un temple único para la intervención en la lucha social y una ideología redentora y finalista, el ‘marxismo-leninismo’...”2 El período bajo análisis es aquel en el cual el PC adopta la llamada “bolchevización” (proletarización) como línea política hasta que, en 1935, comienza la etapa de los “frentes populares”.

Para estudiar la “empresa comunista”, como la llama el autor en su libro, sigue los siguientes pasos. El primero de ellos es brindar una “genealogía” del socialismo argentino para dar cuenta de los orígenes del PC así como también del derrotero que éste sigue hasta el ascenso del peronismo. Luego, recorre las posturas historiográficas que han interpretado este fenómeno y este período. Su balance es tan justo como crítico pues expresa que la época no sólo no ha sido estudiada desde la perspectiva de la cultura de la clase bajo análisis, sino que han pervivido posiciones que, directamente, niegan la existencia de la lucha de clases en este momento en la Argentina y aseveran, incluso, que las posibilidades para el ascenso social eran prácticamente ilimitadas. ¿Qué hace este autor? En primera instancia analiza la organización que propone el PC a la clase obrera del momento. Esto es, la estructura celular por fábrica o por taller y los sindicatos únicos por rama. Asimismo realiza un estudio pormenorizado de la prensa obrera y comunista detectando, como novedad para el período, la confección de periódicos por fábrica o taller. Los comunistas estaban seguros, dice el autor, de que las denuncias de los obreros ante los malos tratos o los abusos en general, debían quedar escritas para ser difundidas y, a su vez, para generar en el resto de los trabajadores mayor conciencia de clase y formas de organización genuinas para la lucha contra los patrones. Luego, aparece una detallada descripción de los conflictos de clase de los años veinte y treinta que, según Camarero, demuestra que no se trató de un período de tregua social, ni nada que se le parezca. La obsesión de los comunistas por intervenir en el mundo sindical hizo que la conquista de los gremios fuera una tarea permanente y sistemática para el partido. En este sentido, la estructura celular era la privilegiada para “sitiar” a los sindicatos y darles la vitalidad que muchas veces no tenían. El PC se preocupó de captar a los obreros industriales, especialmente, por ser ellos la mayoría de los trabajadores y quienes padecían las peores condiciones de trabajo y los más bajos salarios. Por esto es que el autor justifica que su estudio está circunscripto a la Capital Federal y al GBA (Gran Buenos Aires) tomando, asimismo, los casos de los obreros industriales de las provincias de Córdoba y Santa Fe. Esta demarcación obedece a la extensión territorial que supuso la primera industrialización por sustitución de importaciones que se iniciara en nuestro país, hacia la década de 1930. La “proletarización del comunismo”, dice el autor, explica que en la dirección de los conflictos sindicales los comunistas se propusieran el doble objetivo de conseguir mejoras para los trabajadores, así como fortalecer y expandir el sindicato. Para mediados de la década del treinta, el partido lideraba la mayoría de las luchas obreras, controlando a los gremios masivos, como el de los metalúrgicos, en el seno de la CGT (Confederación General del Trabajo), recientemente fundada. Los “otros caminos”, a través de los cuales el PC se insertó en el mundo del trabajo en esta época, son aquellos que muy novedosamente estudia Hernán Camarero en su libro. Nos referimos a las iniciativas que se les proponían a los obreros para usar su tiempo libre. La “empresa cultural comunista” fue lo suficientemente densa y sugerente como para poder convertir al PC en una “escuela de sociabilidad” para el movimiento obrero. En esta apuesta cultural el partido intenta afianzar en las conciencias obreras valores y símbolos de clase, como nunca antes lo había hecho otra corriente ideológica. La constitución de una ‘cultura obrera’ se concretó a través de las bibliotecas obreras, de la política que el partido adoptó para con la minoridad (“infancia proletaria”), las actividades recreativas (“domingos comunistas”) y las instituciones deportivas que rescataban el deporte no profesional (“deporte rojo proletario), de gran alcance barrial. El dispositivo cultural que arma el PC para interpelar a la clase trabajadora es amplio y diverso y persigue como objetivo central generar prácticas culturales que sirvan para alimentar “...ese proceso de emancipación que siempre se resolvía en la lucha política revolucionaria.”3 Finalmente, aparece en el libro el segundo de los aspectos considerados novedosos en cuanto a su estudio. Nos referimos a la cuestión de la extranjería en la militancia obrera del PC. Para la década del treinta la cantidad de población extranjera era muy importante y la forma que halló el partido de saldar la cuestión idiomática (e incluso étnica), fue a través de la creación de las secciones. Es el caso de la colectividad judía o, incluso, el caso de los italianos. Este mecanismo es evaluado como ventajoso pues generó gran cohesión al interior de dichas secciones pero, a veces, también facilitó la fragmentación dentro del partido. El autor expresa que la única fuerza política que pretendía dirigir las luchas obreras que supo saldar esta cuestión fue el Partido Comunista.

A la pregunta inicial del libro sobre cómo hace este partido para conquistar a la clase obrera, Hernán Camarero responde con dos conclusiones finales. En la primera de ellas sostiene que el comunismo se presentó como la única alternativa proletaria radicalizada, pues el contexto del acelerado proceso de industrialización que vivía la Argentina, incentivaba la generalización del sindicalismo por rama. A su vez, los años de dictadura iniciada con el golpe del 6 de septiembre de 1930, hicieron de los comunistas una de las principales y más numerosas víctimas de la persecución y el encarcelamiento de parte de los gobiernos tanto de Uriburu como de Justo. “...fue asentándose, también, una suerte de ‘capital moral’ que el partido pudo usar provechosamente como carta de presentación en los medios proletarios: sencillamente, era el partido de los obreros que se inmolaban en la lucha contra el capitalismo y la represión fascista. El sacrificio era entendido como precio para forjar una esperanza...”4 En la segunda de estas conclusiones Camarero afirma que el lugar que el comunismo le otorgara a la sociabilidad obrera de la época da cuenta de la presencia de actitudes de resistencia a la explotación capitalista así como también demuestra que “La aventura del ascenso social no parecía estar disponible para un porcentaje importante de los obreros.” (...) “...en los años veinte, a contracorriente de esa sociedad abierta, de movilidad ascendente y reformista, se siguió recreando un mundo proletario cerrado, formado por sectores excluidos, dentro del cual mantuvieron vigencia las retóricas y las prácticas contestatarias.”5

La importancia que creemos tiene este trabajo no solo está dada por su novedoso enfoque y por el estudio de tópicos hasta ahora descuidados por la historiografía sino que además posee una densa y completa indagación documental convirtiendo incluso a algunos de ellos en fuentes primarias que hasta el momento no habían sido consultadas. En este libro los documentos hablan a partir de las preguntas de Hernán Camarero y también existen cruces, intersecciones en las cuales hallamos diálogo entre las propias fuentes. Para finalizar decimos que se trata de un estudio muy amplio, tal vez demasiado abarcativo, para dar cuenta de la intervención del comunismo en la clase obrera argentina de las décadas del veinte y del treinta y que creemos deja por lo menos en el plano de la enunciación, la cuestión de las características de la ideología comunista de esta época. No obstante, la lectura total del libro nos permite hallar una no menos variada y contundente respuesta a la pregunta sobre cómo se produjo la conquista de la clase obrera de parte de los comunistas durante los años veinte y treinta en la Argentina.



Notas

1 A la conquista de la clase obrera. Los comunistas y el mundo del trabajo en la Argentina, 1920-1935, Buenos Aires, Siglo Veintiuno Editora Iberoamericana, p. 354.

2 Ibíd., p. LIV.

3 Ibíd., p. 281.

4 Ibíd., p. 354.

5 Ibíd., p. 355.

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