Palabras en la presentación del libro Teatro reunido de Alejandro Acobino, por su hermana Gabriela | Centro Cultural de la Cooperación

Palabras en la presentación del libro Teatro reunido de Alejandro Acobino, por su hermana Gabriela

Autor/es: Gabriela Acobino

Sección: Palos y Piedras

Edición: 19


Pensé no escribir nada hoy, pero temo que me traicione la emoción y me quede con la mente en blanco; por eso traje un ayuda memoria.

Es difícil hablar de Ale, mi hermano, en un ámbito que no es el privado. Creo que es la primera vez que voy a referirme a él como autor, y en verdad no prometo ser objetiva ni dejar de remitirme a él como hermano, porque ese es el lazo que nos unió siempre.

Quiero contarles que tuve la dicha de ser hermana de un ser muy inteligente, muy creativo desde pequeño, que llenó mi infancia de juegos originales. Tuvo la capacidad de poner magia en los momentos tristes y lindos con sus ocurrencias y especial sentido del humor.

Si tengo que rastrear en el tiempo al Alejandro artista o narrado, me tengo que remitir a los cuentos que me contaba a la hora de dormir, cuentos interminables que, con su frondosa imaginación, hacía variar noche a noche y que yo remataba con un fatal “y colorín colorado, este cuento se ha terminado”.

El dramaturgo en germen estaba también a la hora de jugar con nuestros muñecos, cuando solía tirarme texto para mi muñeca Micaela en diálogo con su muñeco Pablo. Lo mismo sucedía con el teatro de títeres en los cumpleaños, donde oficiaba de director de la obrita que armábamos con el mago Mandrake, la princesa y el bufón.

No le gustaban los deportes, por eso solía jugar a ser el relator de los partidos de fútbol de sus amigos, a quienes hacía llorar de la risa con sus chistes y ocurrencias.

Su primer contacto con los libros lo tuvo en mi casa, y fue gracias a mi madre que cultivó su amor por la lectura. Ella nos regalaba un libro a cada uno en Reyes, y Ale creció leyendo los clásicos.

Le gustaba leer de todo, pero sobre todo le fascinaba la historia, los libros de magia, más adelante, también la poesía.

Crecimos en un hogar de clase media en el que no había muchas cosas materiales, pero se cultivaba el gusto por los libros y la música. Él era un gran amante de la música clásica y si bien no tocaba instrumento iba a ver todos los conciertos que podía.

Fue en la secundaria, en el colegio Mariano Acosta donde hizo su primer taller de teatro, allá por1986.

Aunque más tarde siguió Química en la Universidad, nunca abandonó el teatro y siguió haciendo talleres en el Centro Cultural Rojas.

Un día me dijo en tono confidencial que iba a dejar la química para dedicarse al teatro.

Y así lo hizo. Y a la carrera de actor siguió la dramaturgia.

Al poco tiempo nace Continente Viril. Imprimimos esa obra en mi casa, y me leía partes del texto por la calle, antes de enviarla a concurso.

Continente tiene tantas referencias personales y familiares, que sólo conocemos nosotros y que tanto me deleitan cuando la veo en escena o la leo. Por empezar, el oficinista llamado Perrupato tiene el apellido de un tío, el loro que canta la marchita peronista existió: era la mascota de un vecino, y el científico poeta es Alejandro, no sólo por su doble vida o vocación, sino por las anécdotas de adolescencia que narra, que son las de mi hermano en el Mariano Acosta.

Fue en ese colegio, en el contexto de la vuelta a la democracia, donde Ale forjó su visión crítica de la historia que se marca tan fuertemente en esta obra.

Continente fue una obra que le dio muchas satisfacciones ya que fue premiada, traducida en dos idiomas, leída en Francia y representada en los EEUU.

De la mano de Los Macocos viajó por todo el país, y me atrevo a decir que esa obra ya es un clásico del teatro independiente.

Lo que intento transmitir en esta descripción es cómo tomaba estos elementos familiares que le resultaban graciosos, como punto de partida para construir una historia o el personaje.

Creo que funcionaban si le divertían a él, y era habitual que te sorprendiera con una carcajada sonora para contarte algo nuevo que se le había ocurrido.

Porque esas cosas que para todos pasan como desapercibida,s para él eran material de escritura, como cuando le contabas algo y le resultaba gracioso y decía que lo iba a usar para una obra.

Ale disfrutó enormemente escribiendo, dirigiendo. Si bien hubo procesos más complejos como el caso de la escritura de Hernanito, había siempre un condimento de risa y de su humor particular que rozaba a veces el grotesco en cada una de las obras.

Creo que esa capacidad de usar el humor como recurso para contar cosas fuertes, que duelen y sacuden, era también parte de su estilo.

Rodando, llega de la mano de Germán Rodríguez, y Ale escribe por primera vez con otro autor.

Creo que Germán tuvo la inteligencia de lograr una simbiosis creativa con Ale, lo cual no debe haber sido fácil, dada su manera especial de hacer las cosas. Para alguien que construye mundos en su habitación rodeado de sus libros, con su música de fondo y en solitario, fue todo un desafío.

Esas paredes vieron más tarde nacer Absentha y Hernanito.

Más allá de que llega a Absentha convocado por La Fronda, Ale logra imponer su sello propio en esta obra que tantos premios le hizo ganar.

Pero esto no es novedad para ustedes.

Lo que tal vez no sepan es el trabajo previo que mi hermano hacía antes de escribir. Herencia de la facultad de Ciencias Exactas tenía una capacidad de investigación y un rigor poco común. Es así como no sólo se conformó con su experiencia o conocimiento como poeta, sino que investigó sobre los estilos de escritura en poesía, y prueba de ello son los muchos archivos que encontré sobre el tema en su pc.

Entonces, al talento le sumó el método para construir estos tres estereotipos de poetas y darles a cada uno una forma de escritura particular.

Hernanito, por último, fue tallada como una pieza de joyería, no solo desde la escritura, sino desde el cuidado mínimo en la construcción del muñeco (que hizo junto con un titiritero), la búsqueda de un ventrílocuo que enseñe al actor el oficio y hasta los sonidos.

Mi mamá me cuenta que Ale estaba caminando por la calle cuando siente un sonido de máquina y se mete en el taller para ver de dónde provenía, ya que quería usarlo en su obra.

Es la obra más personal y compleja, la más intimista y poderosa, y no por nada fue la que escribió hacia el final.

Podría pasar horas hablando de mi hermano, pero les pido simplemente que lo recuerden como un ser que vino a este mundo y a nuestras vidas para iluminarnos, para llenarnos de magia, y quien, en su carta final se despidió de todos ustedes “la gente del teatro”, con mucho cariño por tantas satisfacciones que este mundo le había dado.

Fue amigo de todos sus elencos, era un genio solidario que daba clase de dramaturgia a cambio de un puro, una persona desinteresada muy fuera de toda norma, y ajena a las rencillas de cartel o protagonismo, tal vez porque supo brillar con luz propia.

Ale encendió una llama, y desde aquí convoco a los directores y elencos a que esa llama no se apague. Ale: este libro era tu sueño. Gracias a todos lo que lo hicieron posible, en especial a Jorge Dubatti y Jimena Trombetta. Mi hermano se había prometido a sí mismo trascender y creo que su libro es el legado que nos deja a todos.

Muchas gracias por su compañía esta noche, ¡ya disfrutar de este libro!


Nota del editor: Esta presentación del libro Teatro reunido de Alejandro Acobino se realizó en el marco de la Retrospectiva Alejandro Acobino (IX Festival Internacional de Buenos Aires, Teatro del Abasto, Buenos Aires, 16 de octubre). Participaron Gabriela Acobino (hermana del autor), Jorge Dubatti, Fernando Molle, Roberto Perinelli, Germán Rodríguez y Jimena Trombetta (coordinadora). Incluyó la proyección de un video de homenaje al autor.

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