Malvinas y Medios hoy: el abordaje del diario La Nación | Centro Cultural de la Cooperación

Malvinas y Medios hoy: el abordaje del diario La Nación

Autor/es: Keila Raitzin

Sección: Investigaciones

Edición: 18

Palabras clave: Malvinas, Medios, La Nación
Español:

El presente trabajo parte de la pregunta acerca del tratamiento de los medios de comunicación sobre la cuestión Malvinas, en un contexto de reinstalación del tema en la agenda político-mediática a principios de 2012. En particular, se toma el caso del diario La Nación, como uno de los principales periódicos de información general a nivel nacional. Como objetivo se plantea interpretar cómo fue la cobertura del diario La Nación respecto al reclamo argentino por Malvinas entre marzo y abril de 2012. Para ello, se intenta, en primer lugar, comprender el nuevo impulso que ha cobrado la causa. En ese sentido, se adopta el concepto de remalvinización sugerido por el docente e investigador Guillermo Levy. Luego, se describe cronológicamente el abordaje del diario sobre el tema, a partir de una serie de artículos seleccionados de la sección Política de su edición impresa entre el 1º de marzo y el 30 de abril de 2012. Y por último, a partir de la lectura de dichos artículos en conjunto, se analiza el discurso periodístico al respecto, teniendo en cuenta los ejes más destacados. Finalmente, se llega a la conclusión de que las características principales de la cobertura que el diario La Nación hizo sobre el tema en el período estudiado, dejan la puerta abierta a un debate de fondo acerca de los medios de comunicación en tanto actores políticos.


Introducción

En pleno siglo XXI, Gran Bretaña mantiene bajo su dominio la mayor parte de los enclaves coloniales que todavía subsisten en el mundo. Uno de ellos está comprendido por las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur, que fueron usurpadas hace 180 años.

Durante los primeros meses de 2012, la cuestión pasó a ocupar un espacio significativo en los medios de comunicación de nuestro país, luego de que el Poder Ejecutivo instalara el tema como uno de los ejes principales de su agenda. La relación de los medios con Malvinas forma parte de un capítulo ampliamente estudiado –aunque no por eso agotado– de la historia de la última dictadura cívico-militar. La famosa tapa de la revista Gente con el título “Estamos ganando” ha servido en infinidad de oportunidades para retratar en qué consistió la cobertura mediática del conflicto bélico de 1982. Ahora bien, así como la guerra debe comprenderse dentro del marco de lo que fue la dictadura, el comportamiento de las empresas periodísticas frente a ella se explica a partir del posicionamiento que habían adoptado ante el Estado terrorista desde 1976.

Posibilitantes a priori y legalizadores una vez sucedido (…) tuvieron como objetivo principal crear un ambiente propicio para la interrupción institucional, así como generar un consenso que legitimase al gobierno surgido en esas circunstancias. Luego, durante el tiempo que duró la dictadura, no sólo omitieron informar –lo cual sería en cierto modo explicable por la combinación de censura y temor- sino que no ahorraron elogios al régimen dictatorial y a sus personeros.i

Con la misma óptica, en una entrevista realizada en el marco de la presente investigación, el periodista Eduardo Blaustein recuerda que en esa época “los grandes medios habían convocado al golpe y robustecido el clima de consenso golpista” y que, en esos casos, los mecanismos que se desplegaron fueron más “de complicidad ideológica y relaciones de poder que una imposición de terror”. Y agrega que, si bien hacia 1982 subsistían dichos mecanismos, estaban más relajados, ya que el régimen militar se encontraba desgastado. No obstante, el estallido de la guerra implicó, según Blaustein, el “redisciplinamiento”, tanto de la sociedad como de los medios. Frente a la coyuntura bélica, estos últimos expresaron un “patrioterismo berreta y de lucro”.

En esa línea, el profesor de Filosofía Matías Farías explica que desde principios de 1982 se registraron notas que “dejaban entender que la guerra era un horizonte posible para dirimir el conflicto”ii. Después, ya iniciado el combate, Farías enumera cuatro aspectos del rol de los medios en la configuración del relato de la guerra: la construcción de un enemigo atroz y al mismo tiempo inofensivo, la propaganda triunfalista, la imagen de un pueblo unido y unánimemente convencido de la causa y la difusión de información inexacta.

Hoy, tres décadas más tarde y en un contexto enormemente diferente, la relación de los medios con el reclamo de soberanía sobre las Islas Malvinas vuelve a plantear temas de análisis, cuestionamiento y debate. Como preconcepto, podría pensarse que la causa en sí misma convoca a la unidad, más allá del gobierno de turno que la defienda en los foros internacionales. Sin embargo, “lo simple no existe, sólo existe lo simplificado”iii. Si no, ¿cómo podría explicarse que el 2 de abril de 2012 (Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas), la foto de tapa de La Nación, un diario argentino de los más influyentes, haya sido la de un acto cívico-militar celebrado para reafirmar el derecho británico sobre las islas?iv

En el presente artículo se busca interpretar cómo fue la cobertura del diario La Nación respecto a la cuestión Malvinas entre marzo y abril de 2012, como primera aproximación al estudio del comportamiento de los medios de comunicación masiva respecto del tema en el actual contexto democrático.

Si bien en los 90 Ignacio Ramonet ya planteaba que la prensa escrita, la radio y la televisión no se pueden estudiar de forma aislada, y que en ese entrelazamiento es la televisión el medio dominantev, se ha elegido enfocar el estudio empírico en uno de los principales periódicos de información general a nivel nacional. A pesar de que otros esquemas han cobrado gran relevancia en los últimos años, en detrimento de la prensa gráfica tradicional, los periódicos siguen ejerciendo una influencia sumamente importante aunque sea de forma indirecta ya que son una referencia clave para programas de radio y televisión, e incluso usuarios particulares que opinan, comunican y (se) informan a través de redes sociales.

Por lo tanto, en primer lugar, se intentará comprender el nuevo impulso que ha cobrado la causa Malvinas. Luego, se describirá la cobertura del diario La Nación sobre el tema, a partir de algunos ejemplos tomados de la sección Política de su edición impresa entre el 1º de marzo y el 30 de abril de 2012. Y por último, se analizará el discurso que se desprende de dicho abordaje.

La remalvinización

El 1º de marzo de 2012, la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner inauguró el período de sesiones ordinarias en el Congreso con la presentación de la causa Malvinas como uno de los ejes principales de su agenda. Allí anunció como próximas estrategias el intento de negociar con Londres tres vuelos semanales desde Buenos Aires a las islas y por Aerolíneas Argentinasvi, y la intención de participar ella en persona de la reunión anual del Comité de Descolonización de las Naciones Unidasvii.

Sin embargo, la priorización del tema en los planes del Poder Ejecutivo ya se había evidenciado meses atrás a partir de una serie de hechos. En primer lugar, en diciembre de 2011, Fernández de Kirchner había logrado en Montevideo que los presidentes de los países miembros del Mercosur acordaran cerrar sus puertos a buques que llevaran la bandera “ilegal” de las “Falkland Islands”. Luego, en febrero de 2012, la presidenta había firmado el decreto 200/2012, que permitió la desclasificación del Informe Rattenbach, el cual podía aportar información documentada sobre el rol de la Junta Militar en la guerra. Un día antes, había convocado a políticos oficialistas y opositores, militares, activistas de derechos humanos, ex combatientes, jóvenes militantes, empresarios y sindicalistas de diversas corrientes a la Casa Rosada para dar la noticia. En su discurso, le había pedido al primer ministro inglés, David Cameron, que le diera “una oportunidad a la paz”, haciéndole recordar con perspicacia las palabras de John Lennon. Además, había advertido que denunciaría a Gran Bretaña ante la ONU por la militarización del Atlántico Surviii.

Si bien nuestro país nunca renunció a su derecho de soberanía sobre las islas, salvo una en situación excepcionalix, y la guerra de 1982 ha sido el único intento por parte del Estado argentino de recuperarlas mediante la fuerza militarx, hubo altibajos y matices en la intensidad del reclamo en estos 180 años de historia.

Respecto al momento actual, el docente e investigador Guillermo Levy plantea que estamos frente a una nueva “remalvinización” que “intenta, con sus limitaciones, reinstalar el tema en la sociedad [y] en los foros internacionales, [y] aprovechar la coyuntura regional para fortalecer solidaridades latinoamericanas”xi. De aquí se extraen dos observaciones.

En primer lugar, Levy habla de remalvinización, en claro contraste con el denominado proceso de desmalvinización iniciado tras la guerra. Según el abogado, ensayista y profesor Francisco José Pestanha, a la desmalvinización se le atribuyen diversos sentidos. Uno de ellos fue planteado por el intelectual francés Alain Rouquié que manifestó que era necesario desmalvinizar con el fin de anular una posible excusa para el retorno de los militares al poder. Otro remite a los últimos días del conflicto bélico, cuando la dictadura advirtió que la derrota era inevitablexii. En esa línea, la escena triste del regreso de los combatientes al continente es retratada por Luis Eduardo Duhalde.

Tampoco es de extrañar el desentendimiento posterior de estos sectores dirigentes, especialmente las propias FF.AA., respecto a los combatientes de Malvinas: cuentan los historiadores clásicos, que Muhammad Tughlak, Sultán de Delhi, tenía varios planes que superaban en grandiosidad a los de Alejandro, entre ellos, la conquista de China por la travesía del Himalaya. Puso en pie un ejército de 100.000 jinetes. En el año 1357 este ejército marchó hacia su destino y pereció cruelmente en la alta montaña: sólo lograron salvarse diez hombres. Ellos regresaron a Delhi con la noticia de la desaparición de todos los otros. Estos diez hombres fueron ejecutados por orden del sultán: no soportó aquellas presencias que eran el testimonio vivo de su imprevisión, impericia y de la dimensión de la derrota.xiii

Siguiendo con los sentidos de la desmalvinización según Pestanha, también se destaca la versión de que ésta fue impulsada para restablecer las relaciones bilaterales con Gran Bretaña. En esta línea, el ex combatiente y docente Fernando Pablo Cangiano explica:

La “desmalvinización” se expresó bajo la forma de una tendencia a clausurar cualquier iniciativa de debate público sobre la experiencia vivida y, especialmente, a impedir toda tentativa de rescatar las enseñanzas emergentes de los hechos (…) En ese escenario, cuyo rasgo sobresaliente fue la necesidad de las clases dominantes de recomponer las relaciones dañadas con el imperialismo y, como condición necesaria para ello, apagar el fervor anticolonial y la energía popular que estalló con fuerza irresistible durante la guerra, el ex combatiente fue arrojado a una zona de invisibilidad social en tanto sujeto con identidad propia y con un mensaje para transmitir.xiv

Al respecto, Levy agrega que la desmalvinización “conllevó sacar Malvinas de la educación escolar y de la agenda política”, decisión que “fue de la mano con la desaparición de cualquier cuestión vinculada al colonialismo y, más adelante, a la defensa del patrimonio nacional y los recursos naturales”xv.

La segunda observación al planteo de Levy sobre la remalvinización consiste en que el foco está puesto en el ámbito nacional pero también en el regional e incluso el internacional. Esto se debe a que la cuestión no sólo compromete la integridad territorial argentina y constituye una pieza importante de la historia e identidad locales. Además, significa una alerta para toda la región debido a la presencia de una base militar extranjera y la falta de mecanismos de control y supervisión sobre sus armas de destrucción masiva, su pesca y sus actividades de exploración y posible explotación de hidrocarburos. A nivel internacional, representa un resabio del colonialismo e imperialismo de otros tiempos, los cuales forman parte también de la historia de numerosos Estados nacionales que se independizaron, algunos, hace ya más de dos siglos. La actual estrategia apunta, entonces, a buscar el apoyo y la solidaridad tanto en el continente como fuera de él.

A su vez, los esfuerzos por reinstalar el tema en la sociedad parecen estar cargados de una intencionalidad política concreta en el sentido de una lucha por la memoria. Al respecto, Blaustein opina que “hay una operación cultural-histórica de mirar Malvinas con ojos más interesantes”.

La cobertura de La Nación, entre marzo y abril de 2012xvi

Como ya se dijo, el 1º de marzo de 2012 la presidenta Fernández de Kirchner indicó que la causa Malvinas sería uno de los ejes principales de su agenda. Ese día, el diario La Nación publicó en su edición impresa una nota de Mariano Obarrio que advertía que el discurso presidencial en el Congreso comprendería anuncios en relación a ese tema, de acuerdo a una supuesta estrategia de darle al gobierno “una extrema impronta nacionalista”xvii.

Además, en su columna de opinión, Joaquín Morales Solá se preguntó: “¿Para qué le pidió a David Cameron una ‘oportunidad para la paz’ si ella se dedicó luego a tensar aún más la relación?”. A su vez, denunció a la ministra Débora Giorgi de enfrentar a la Argentina con la totalidad de la Unión Europea, al pedirles a los empresarios que evitaran importar productos británicosxviii. Finalmente, concluyó: “Las Malvinas son cada vez más, aun con su errática política y su peor diplomacia, el humo que atizan para cubrir tiempos de infortunio”xix.

En otro sentido, el matutino dio cuenta del apoyo recibido en Mozambique y Azerbaiján por el canciller Héctor Timermanxx y un día después, en un pequeño apartado, difundió los gestos contra la ocupación británica dirigidos al príncipe Enrique (Harry) durante su visita a Brasilxxi.

La semana siguiente, 72 horas antes de la visita oficial de Fernández de Kirchner a Chile, La Nación publicó una nota sobre la llegada del secretario de Estado de Relaciones Exteriores del Reino Unido, Jeremy Browne, a ese país, destacando que esta vez no sería recibido por el presidente Sebastián Piñera, a diferencia de lo que había ocurrido en 2010. Entre sus declaraciones, el diario destacó:

Creo que un argentino común quiere tener un buen empleo, con un buen ingreso para su familia. Si fuese argentino, para mí, sería más importante tener una economía estable, baja inflación y puestos de trabajo, que las Falkland, que la mayoría de los argentinos nunca ha visitado y que no hacen ninguna diferencia en sus vidas (…) Creemos que las Falkland están bien defendidas y tenemos que defenderlas por la situación política creada por la Argentina. No queremos iniciar un conflicto militar en el Atlántico Sur, pero hemos aprendido que siempre hay que estar preparados, incluso si uno quiere ser pacífico y la gente de las Falkland quiere vivir en paz para determinar su propio futuro. Lo aprendimos hace 20 años.xxii

Luego, Obarrio difundió el mensaje antibélico de la mandataria al recibir el Informe Rattenbach, aunque aclaró que la estrategia del Poder Ejecutivo al respecto “podría capitalizar eventuales logros en las elecciones legislativas de 2013 y las presidenciales de 2015”xxiii.

En relación al posicionamiento regional, Nelson Fernández escribió que empresas uruguayas irían a Malvinas para promover exportaciones de varios productos, y recordó que para el presidente José Mujica el aislamiento comercial no correspondía en ningún casoxxiv. Al día siguiente, remarcó que el canciller Luis Almagro había sostenido que su país no participaría de un bloqueo económico o comercial, por las mismas razones que esgrimían en el caso cubano. Después, agregó que Almagro debió aclarar que la situación de Cuba no era comparable a ésta, ya que aquí no existía bloqueo “a los habitantes (…) por parte de ningún país del continente". A pesar de este dato, el título del artículo versaba “Uruguay no apoya un bloqueo comercial a las islas Malvinas”, mientras que la volanta decía “Diferencias con la estrategia argentina”, como si nuestro país efectivamente hubiera solicitado a los países del Mercosur que se sumaran a un bloqueo de ese tipoxxv.

Por esos días, el ministro de Defensa Philip Hammond se refirió a la guerra y sus declaraciones fueron replicadas por Graciela Iglesias en La Nación. El funcionario había admitido que para ellos nuestro país ya no representaba una amenaza bélica dado que nuestros aviones de combate tenían 40 años, mientras que los suyos eran los más “avanzados y poderosos del mundo”. En vez de recordar que poco tiempo atrás Gran Bretaña había enviado un barco de guerra a la zona, Iglesias destacó que “la admisión del ministro de Defensa forma parte de un esfuerzo por bajar los decibeles de la retórica en torno al conflicto, lo cual, según fuentes diplomáticas británicas (…) ‘no ayuda a nadie’”xxvi.

A principios de abril, Alberto Armendáriz escribió sobre el apoyo brasilero, el cual se habría visto reforzado por la preocupación de ese país por proteger las reservas de hidrocarburos de la zona frente a potencias externas. Según Armendáriz, Brasil estaría en condiciones de “hacer valer su voz y presentarse como garante de los intereses de la región”xxvii.

El Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas, la nota principal de tapa fue “Inflexibles, los kelpers hicieron su propio acto por el 2 de abril”. Su autor, Nicolás Balinotti, escribió que según John Fowler, director del periódico malvinense Penguin News, “los isleños sienten ‘desconfianza’ hacia los argentinos y que ‘todos preferirán mantener la defensa británica’ del territorio”xxviii. A su vez, se publicaron declaraciones de Cameron a favor del principio de autodeterminación y en contra de la “agresión” de 1982xxix. Además, un artículo se tituló “Los chilenos que toman partido por el conflicto en las islas”xxx. Lo curioso es que el texto trataba sobre los chilenos que viven en las islas y toman partido a favor de la posición británica.

El 3 de abril se incluyó una nota sobre el acto central encabezado por Fernández de Kirchner en Ushuaia el día anterior, que se llamó “La presidenta exige diálogo y promete respeto a los isleños”xxxi. En referencia al discurso presidencial, Morales Solá escribió en su columna: “Es imperturbable en su decisión de sorprender. Cristina Kirchner fue ayer una política correctamente pacifista, después que había dejado crecer las expectativas de una mayor tensión con Londres”xxxii. Por su parte, Martín Dinatale también destacó las supuestas contradicciones del Gobierno Nacionalxxxiii. Sin firma, se publicaron el mismo día dos notas tituladas “La vigilia en Ushuaia convocó más gente que el acto de la Presidenta”xxxiv y “El Reino Unido denuncia ‘acoso’ argentino”xxxv. Además, un enviado especial reportó que el 2 de abril se vivió en las islas sin conmemoraciones argentinasxxxvi. Por último, se añadió un artículo que daba cuenta del apoyo oficial de la Unasurxxxvii.

Más tarde, se volvió a alertar sobre la posibilidad de un bloqueo económico y comercial. El texto decía:

Sin un Guillermo Moreno en versión isleña, todo producto que llega a Malvinas va casi directamente del avión o del barco hacia las góndolas del supermercado. El temor a un bloqueo comercial siempre está aquí latente. Por el momento, los habitantes de las Malvinas cruzan los dedos a la espera del avión semanal de LAN o de algún barco de carga.xxxviii

A su vez, se insistió en dicho temor al reproducir las declaraciones del gobernador de Malvinas, Nigel Robert Haywood, en relación a las palabras de Fernández de Kirchner del 2 de abril.

“El discurso fue como se esperaba, pero lo que más me desilusionó fue el tono de agresividad con los isleños. La Argentina le quiere subir la temperatura al conflicto", dijo el funcionario, designado en Londres por la reina. Haywood, además, se refirió a las amenazas de un posible bloqueo económico.xxxix

En otra línea, Virginia Gamba escribió sobre las bases militares de Gran Bretaña en la zona y su relevancia para “la proyección del poder militar hacia América del Sur”xl.

El mismo día, se le adjudicaron a Fernando Iglesias, autor del libro La cuestión Malvinas, las críticas al “malvinerismo” del gobierno y la frase: "Mientras tanto, se pelea con todos sus vecinos y destruye el Mercosur"xli.

Hacia el final de esa semana, se informó sobre el envío de un destructor británico a las islasxlii y se dio a conocer una entrevista exclusiva de La Nación al gobernador Haywoodxliii, distribuida en dos notas separadas. En una se mostraba que el funcionario acusaba a la Argentina de “colonialismo” por querer avanzar “más allá de los deseos de sus habitantes” (por los isleños); y en la otra aparecía un entrevistado más conciliador que reclamaba “retomar los vínculos de cooperación” con nuestro país.

Desde allí en adelante, el espacio dedicado al tema en la edición impresa del diario fue mermando. Sin embargo, la cuestión reapareció durante la cobertura de la VI Cumbre de las Américas. Al respecto, se destacó que no se había incluido a Malvinas en la declaración final ya que el gobierno no había logrado convencer a Estados Unidos y Canadáxliv. A su vez, Mariana Verón enfatizó en el supuesto fracaso del Poder Ejecutivo al escribir bajo la volanta “Traspié de las gestiones argentinas” que Fernández de Kirchner no había conseguido el apoyo necesario, se había quejado ante el presidente anfitrión Juan Manuel Santos y se había ido antes de lo previstoxlv. Por su parte, Dinatale opinó:

Sólo la sucesión de errores o una política exterior potenciada por la arrogancia pueden explicar tantos traspiés de la Argentina en una cumbre de presidentes (…) El maleficio volvió a rodear a la Cumbre de las Américas. Al igual que en la reunión de presidentes de Mar del Plata, en 2005, ayer México quedó del lado de Washington junto con otros socios latinos, y la Argentina se alineó con la Venezuela chavista. Esta vez no hubo peleas públicas como en 2005. Fue suficiente con la salida intempestiva de Cristina Kirchner y el fracaso en la redacción final con los casos de Cuba y Malvinas como telón de fondo.xlvi

Días más tarde, Fernando Laborda volvió sobre la idea bajo el título “Peleados con el mundo”, e incluso deslizó una comparación entre Fernández de Kirchner, presidenta reelegida democráticamente con el 54% de los votos tan sólo unos meses atrás, y el represor Galtieri, presidente de facto de la última dictadura cívico-militar durante la guerra de Malvinas.

En 1982, el gobierno de Leopoldo Fortunato Galtieri vio en la recuperación de las islas australes la solución para detener la caída libre de un régimen que evidenciaba su agotamiento y comenzaba a sufrir fuertes presiones sociales. Salvando las distancias, el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner ha recurrido a la retórica nacionalista para repuntar en la consideración popular, tras la fuerte disminución de su imagen positiva por la tragedia de Once y el escándalo que rodea al caso Ciccone y al vicepresidente Amado Boudou (…) En el tema Malvinas, la Presidenta sufrió una gran desilusión durante la reciente Cumbre de las Américas de Cartagena. Comprobó la escasa predisposición de algunos gobiernos latinoamericanos para acompañar el reclamo de soberanía de un país que, al mismo tiempo, prohíbe o restringe sus importaciones.xlvii

A su vez, se publicó una nota del escritor peruano Mario Vargas Llosa titulada “Borrachera de patrioterismo nacionalista”. Aquí no sólo se reiteró la consigna de que el reclamo era una estrategia del Ejecutivo para mejorar su imagen sino que también estuvo presente el fantasma de Galtieri. Vale recordar que la idea de “borrachera” fue asociada a este último cuando circularon las versiones de que había ordenado la guerra en 1982 bajo efectos etílicos. Con ese dato o sin él, Vargas Llosa escribió:

La expropiación del 51% del capital de YPF, propiedad del grupo Repsol, decidida por el gobierno de la señora Cristina Fernández de Kirchner, no va a devolver a la Argentina "la soberanía energética", como alega la mandataria. Va, simplemente, a distraer por un corto período a la opinión pública de los graves problemas sociales y económicos que la afectan con una pasajera borrachera de patrioterismo nacionalista, hasta que, una vez que llegue la hora de la resaca, descubra que aquella medida ha traído al país muchos más perjuicios que beneficios y ha agravado la crisis provocada por una política populista y demagógica que va acercándolo al abismo (…) Desde hace algún tiempo el gobierno argentino multiplica estas operaciones de distracción para compensar mediante gestos y desplantes demagógicos la grave crisis social que ha provocado él mismo (…) Primero fue la guerra contra los diarios más prestigiosos del país, La Nación y Clarín, con acusaciones y amenazas que parecían preceder su secuestro y clausura (…) y, luego, más recientemente, la resurrección del tema de las Malvinas. En la reciente cumbre de Cartagena la presidenta Fernández de Kirchner experimentó una seria decepción al no obtener de sus colegas latinoamericanos el aval beligerante que esperaba, pues éstos se limitaron a ofrecerle un apoyo más retórico que práctico, temerosos de verse arrastrados a un conflicto de muy serias consecuencias económicas en un continente donde las inversiones británicas y europeas son cuantiosas.xlviii

Por último, la vinculación entre funcionarios del gobierno democrático, Galtieri, las Malvinas y el alcohol reapareció en un artículo sin firma del 30 de abril, titulado “El Malbec, la obsesión de Timerman”.

Al parecer, la obsesión central del canciller Héctor Timerman no pasa en estos días por los reclamos de la soberanía argentina en las islas Malvinas, las quejas de 40 países ante la OMC por las trabas a la importación o los embates de España por el caso YPF. Por el contrario, Timerman estuvo abocado a difundir desde la Cancillería el Día Mundial del Malbec (…) En el Palacio San Martín dicen que Timerman ya se ganó el premio de canciller del vino.xlix

El discurso de La Nación sobre el reclamo por Malvinas

Preguntarse por el tratamiento que el diario La Nación le dio al tema Malvinas en el actual contexto a lo largo de dos meses de un intenso caudal de noticias al respecto podría dar lugar a un trabajo sobre las causas. Entonces, se cuestionaría: ¿por qué hay tan poca información sobre los derechos jurídicos, históricos y geográficos de la Argentina?, ¿por qué no se destacan los intereses geopolíticos y estratégicos de Gran Bretaña en la región?, ¿por qué se insiste en mostrar la supuesta amenaza de un bloqueo a los habitantes de las islas?, ¿por qué se recalca que el reclamo es utilizado por el Gobierno Nacional para obtener algún tipo de rédito político-electoral?, ¿por qué se interpreta que detrás del discurso oficial no hay más que un patrioterismo malvinero que lleva a la confrontación con el mundo y cae a veces en la contradicción con una estrategia de paz?

Sin embargo, antes de formular los por qué es necesario ahondar en la reflexión sobre el cómo. Además, analizar cómo fue el abordaje del diario sobre el tema conlleva una importancia en sí misma, que está dada por los efectos. Al respecto, Van Dijk explica:

La noticia no se caracteriza como una imagen de la realidad, que puede ser correcta o deformada, sino como un marco a través del cual se construye rutinariamente el mundo social.l

Esto implica que, más allá de por qué el periódico haya decidido encarar el asunto desde determinado punto de vista, el modo en que lo haya tratado produce un discurso, cuyo impacto puede llegar a trascender el tema en concreto.

Por lo tanto, en este apartado se intentará interpretar el discurso de La Nación sobre el reclamo del Estado argentino por Malvinas, induciendo sus ejes principales en torno a las preguntas básicas que, según se enseña, se suele hacer el periodismo: qué, quién, dónde, cuándo, cómo y por qué.

Qué

Si se abordan las páginas de la sección Política del diario durante los meses estudiados para saber qué pasó, la idea que se sugiere es que se ha tensado la relación con Gran Bretaña debido a la ponderación del reclamo sobre Malvinas por parte del Gobierno Nacional. Además, aunque algunos países latinoamericanos y africanos han manifestado su apoyo a la causa, la lealtad no ha sido absoluta. Por un lado, los propios Estados americanos se negaron a incluir un párrafo al respecto en la declaración final de la Cumbre de las Américas, por lo que Fernández de Kirchner se habría retirado antes de lo esperado. Por otro, Uruguay planteó sus diferencias con la supuesta estrategia de impulsar un bloqueo comercial o económico a los habitantes de las islas, concepto que sobrevoló las páginas del diario como amenaza argentina y temor de los isleños. A estos presuntos infortunios se sumó la noticia de que los chilenos que viven allí expresaron su preferencia por la postura británica en el asunto. Por lo tanto, el recrudecimiento de las tensiones con Gran Bretaña –que según La Nación supuso también un enfrentamiento con la totalidad de la Unión Europea– y el apoyo relativo de los países hermanos han dejado a la Argentina peleada con el mundo.

Quién

En relación a los actores, se observa que uno de los protagonistas de la noticia ha sido la propia presidenta Fernández de Kirchner. Sin embargo, de acuerdo a la información y las opiniones difundidas en el diario, se podría interpretar que la mandataria ha actuado más como defensora de su propio gobierno que de los intereses nacionales a nivel global. La que ha tensado las relaciones fue Cristina. La que se ha emborrachado de nacionalismo –como Galtieri en 1982– fue Cristina, o en todo caso su canciller Timerman. La que ha fracasado en la Cumbre de las Américas fue Cristina. La que ha presentado contradicciones entre mensajes agresivos y promesas de respeto a los isleños fue Cristina. En cambio, Cameron y sus funcionarios fueron mostrados como protectores de los derechos de los isleños con el argumento del principio de autodeterminación de los pueblos. Por otro lado, también han sido protagonistas precisamente los habitantes de las islas. El 2 de abril, La Nación se situó en sus zapatos cuando fue tapa su acto de defensa de la soberanía británica.

Cuándo y dónde

Durante el período estudiado, se encuentran escasos elementos que permitan contextualizar el reclamo argentino dentro de la perspectiva histórica de 180 años de ocupación. Tampoco se visualiza en el diario un debate profundo en torno al colonialismo y al imperialismo, ni una reflexión sincera acerca de las implicancias del caso en el marco de una sociedad democrática. A lo sumo, se registra un artículo que plantea la problemática de la presencia de Gran Bretaña en la zona como proyección de su poderío militar hacia América del Sur y otro que admite la preocupación de Brasil en ese sentido.

Cómo

Según se deja entrever, el calentamiento de las relaciones se ha producido a partir de los mensajes agresivos y a su vez contradictorios de la presidenta argentina, que decidió darle a su gobierno una extrema impronta nacionalista y malvinera. Si bien se incluye la noticia del envío de un barco de guerra británico a las islas, ese dato no es tomado en cuenta a la hora de adjudicar responsabilidades por el incremento de las tensiones entre Londres y Buenos Aires. Por el contrario, se presenta a los funcionarios ingleses como los que han intentando bajar los decibeles de la retórica.

Por qué

Respecto a las razones que subyacen bajo el aumento de las tensiones entre ambos países, se plantea el intento de Fernández de Kirchner de desviar la atención pública en tiempos críticos a nivel interno. Incluso se sugiere que la política de la presidenta podría haber estado motivada por el deseo de obtener algún rédito político-electoral. En cambio, poco se explica acerca del derecho legítimo de reclamar por la soberanía de las Malvinas o sobre los intereses geopolíticos y estratégicos de Gran Bretaña en la región. A su vez, tampoco se dimensiona la relevancia del apoyo de América latina a la Argentina, e incluso se minimiza dicha situación.

Conclusiones

En el año 1833 las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur fueron ocupadas por Gran Bretaña. Desde aquel entonces, la Argentina ha sostenido el reclamo de recuperación de su soberanía sobre dichos territorios, aunque con divergencias de modo e intensidad. Sin embargo, el único gobierno que ha utilizado como estrategia la fuerza militar fue el del represor Leopoldo Fortunato Galtieri, presidente de la última dictadura cívico-militar durante la guerra de 1982.

Si se deposita el foco en el comportamiento de los medios de comunicación masiva en relación a dicho conflicto bélico, se observa que no fue ajeno al posicionamiento que el periodismo de la época había adoptado a lo largo de todo el período dictatorial. Del mismo modo, la guerra debe comprenderse dentro del marco más general que constituyó el Estado terrorista instaurado en 1976. Por eso, entre otras cosas, la relación de los medios con la cuestión Malvinas en esos tiempos ha sido para muchos autores tema clave de investigación.

Tras la derrota militar que precipitó el fin de la dictadura, se inició el denominado proceso de desmalvinización. Esto significó que la causa fuera desplazada del debate público y la agenda política, y con ella todas sus aristas: la guerra, el colonialismo y la defensa del patrimonio nacional y de los recursos naturales.

En contraste con dicho proceso, algunos autores han calificado al momento actual como “nueva remalvinización”, basándose en que la decisión de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner de reinstalar el tema como uno de los ejes principales de su gobierno el año pasado se materializó en acciones concretas en el plano nacional, regional y global, más allá de las limitaciones de los resultados.

Frente a este panorama, se cree que la nueva política se distingue del patrioterismo de derecha nacionalista y belicista y se caracteriza como un intento democrático, pacífico y latinoamericanista por conseguir dialogar acerca de la soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes.

En cuanto a los medios de comunicación masiva, resulta evidente que no han quedado afuera del nuevo proceso de remalvinización. El tema ha ocupado a los principales periódicos de información general a nivel nacional. Sin embargo, su comportamiento en relación a la cuestión vuelve a plantear ejes de investigación, aunque en un contexto democrático y lejos ya de las circunstancias que enmarcaron la guerra de 1982. Un caso curioso es el del diario La Nación, sobre el que trata el presente artículo.

Si se observa la cobertura periodística del tema en la sección Política de su edición impresa entre el 1º de marzo y el 30 de abril de 2012, se puede concluir que la noticia es que la Argentina ha tensado la relación con Gran Bretaña (qué). La principal responsable ha sido la presidenta Fernández de Kirchner (quién). Con el objetivo de darle a su gobierno una extrema impronta nacionalista para atravesar tiempos adversos (por qué), la mandataria ha llevado a cabo una política diplomática agresiva y contradictoria (cómo). Frente a eso, el primer ministro David Cameron y sus funcionarios han sostenido con firmeza la defensa de los isleños bajo el argumento del principio de autodeterminación de los pueblos (quién y cómo). Mientras la presidenta ha llevado el reclamo a foros internacionales y regionales, obteniendo ciertos apoyos aunque no contundentes, y peleándose con el mundo (qué), los funcionarios ingleses han tratado de bajar los decibeles de la retórica, más allá de la continuidad de la política fáctica de militarización del Atlántico Sur (quién y cómo). Por su parte, los isleños han mantenido su desconfianza hacia los argentinos, y ha crecido su temor a un bloqueo económico y comercial (quién). Ante este panorama, poco se ha escrito en la sección Política de La Nación acerca de los derechos jurídicos, históricos y geográficos de Argentina y de las implicancias del colonialismo y los intereses geopolíticos y estratégicos de Gran Bretaña en la zona (cuándo, dónde y por qué).

De este modo puede deconstruirse el discurso de La Nación acerca del reclamo por Malvinas, a partir de la interpretación de cómo ha sido su abordaje sobre el tema.

Ahora bien, en una entrevista realizada en el marco de este estudio, Eduardo Blaustein opina:

“Hubo una operación muy cretina de la derecha y de los medios de la derecha de cada paso que dio el Gobierno (…) Los medios que habían sido re contra patrioteros en 1982 ahora denuncian el discurso patriotero de Cristina [Fernández de Kirchner] que no es tan patriotero. Es una cosa de hipocresía espantosa. De nuevo en función de cuál es su relación con el kirchnerismo” [sic].

En este sentido, queda abierto el debate acerca de los por qué, el cual requeriría un análisis sobre los periódicos en tanto actores políticos, y la contextualización de la actual coyuntura política y de las relaciones de poder en la Argentina.


Notas

i Duhalde, Luis Eduardo, El Estado terrorista argentino. Quince años después, una mirada crítica. Buenos Aires, Eudeba, 1999, p. 90-91.
ii Farías, Matías. “Los medios durante la guerra de Malvinas” [en línea]. Agencia de Noticias Télam [Buenos Aires, Argentina] [citado 3 de julio de 2013]. Disponible en Internet: http://malvinas.telam.com.ar/noticia/los-medios-durante-la-guerra-de-malvinas_n1
iii Bachelard, Gastón (1985), citado en Borrat, Héctor y Fontcuberta, Mar de. Periódicos: sistemas complejos en interacción. Buenos Aires, La Crujía, 2006, p. 38.
iv Ver Balinotti, Nicolás. “Inflexibles, los kelpers hicieron su propio acto por el 2 de abril”, diario La Nación, Buenos Aires, 02/04/2012.
v Ramonet, Ignacio. La tiranía de la comunicación, Madrid, Debate, 1998.
vi En ese momento –y aún hoy– la forma más directa de viajar a las Islas Malvinas desde el continente era vía LAN, partiendo de Santiago de Chile.
vii El 14 de junio de 2012 se concretó el plan. Nunca antes un primer mandatario había participado de forma directa en dicho foro.
viii Semanas antes, Gran Bretaña había enviado un moderno barco de guerra, y había anunciado que el príncipe Guillermo visitaría las islas para realizar un entrenamiento militar.
ix En 1842 hubo un intento de ofrecer las Islas Malvinas al Reino Unido en concepto de pago de una deuda que la provincia de Buenos Aires había contraído con Baring Brothers 20 años antes. Sin embargo, la propuesta fue rechazada.
x Ansaldi, Waldo. "La memoria y el olvido como cuestión política. A propósito de Malvinas". Ciencias Sociales. Revista de la Facultad de Ciencias Sociales/UBA. Buenos Aires, Abril 2012, núm. 80.
xi Levy, Guillermo. “La metáfora de las dos plazas y la ‘desmalvinización’”. Ciencias Sociales. Revista de la Facultad de Ciencias Sociales/UBA. Buenos Aires, Abril 2012, núm. 80, p. 99.
xii Pestanha, Francisco José. “Las disputas por Malvinas”. Ciencias Sociales. Revista de la Facultad de Ciencias Sociales/UBA. Buenos Aires, Abril 2012, núm. 80.
xiii Duhalde, Luis Eduardo. El Estado terrorista argentino. Quince años después, una mirada crítica, Buenos Aires, Eudeba, 1999, p. 119-120.
xiv Cangiano, Fernando Pablo. “’Desmalvinización’, la derrota argentina por otros medios”. Ciencias Sociales. Revista de la Facultad de Ciencias Sociales/UBA. Buenos Aires, Abril 2012, núm. 80, p. 29.
xv Levy, Guillermo. “La metáfora de las dos plazas y la ‘desmalvinización’”. Ciencias Sociales. Revista de la Facultad de Ciencias Sociales/UBA. Buenos Aires, Abril 2012, núm. 80, p. 99.
xvi Se ofrece un recorrido cronológico, a partir de algunos artículos seleccionados que fueron publicados en la sección Política de la edición impresa del diario La Nación entre el 1º de marzo y el 30 de abril de 2012.
xvii Obarrio, Mariano, “YPF y Malvinas, ejes del discurso”,diario La Nación, Buenos Aires, 01/03/2012.
xviii Joaquín Morales Solá se basó en el pedido de explicaciones emitido por el Foreign Office al encargado de negocios argentino en Londres por el intento de boicot a los productos provenientes de Gran Bretaña.
xix Morales Solá, Joaquín. “Una obra cumbre del relato oficial”, diario La Nación, Buenos Aires, 02/03/2012.
xx Sin firma, “Buscan apoyo en África”, diario La Nación, Buenos Aires, 10/03/2012.
xxi Sin firma, “Críticas al príncipe Enrique en Brasil”,diario La Nación, Buenos Aires, 11/03/2012. En un concierto, el príncipe Enrique fue silbado por el público mientras el cantante inglés Morrissey recordaba la ocupación británica de las Malvinas. Al día siguiente, en una prueba atlética, también fue recibido con carteles que expresaban consignas a favor de la posición argentina.
xxii Vergara, Carlos, “Embestida británica en Santiago”, diario La Nación, Buenos Aires, 13/03/2012.
xxiii Obarrio, Mariano, “La Presidenta condenó la guerra”, diario La Nación, Buenos Aires, 23/03/2012.
xxiv Fernández, Nelson, “Empresas uruguayas irán a Malvinas”, diario La Nación, Buenos Aires, 28/03/2012.
xxv Fernández, Nelson, “Uruguay no apoya un bloqueo comercial a las islas Malvinas”, Diario La Nación, Buenos Aires, 29/03/2012.
xxvi Iglesias, Graciela, “Para Gran Bretaña, la Argentina no es una amenaza bélica”, diario La Nación, Buenos Aires, 30/03/2012.
xxvii Armendariz, Alberto, “Brasil refuerza su apoyo al reclamo por la soberanía”, diario La Nación, Buenos Aires, 01/04/2012.
xxviii Balinotti, Nicolás. “Inflexibles, los kelpers hicieron su propio acto por el 2 de abril”, diario La Nación, Buenos Aires, 02/04/2012.
xxix Sin firma (a), “Cameron: ‘Se buscó robar la libertad de los isleños’”, diario La Nación, Buenos Aires, 02/04/2012.
xxx Sin firma (b), “Los chilenos que toman partido por el conflicto en las islas”, diario La Nación, Buenos Aires, 02/04/2012.
xxxi Sin firma (a), “La Presidenta exige diálogo y promete respeto a los isleños”, diario La Nación, Buenos Aires, 03/04/2012.
xxxii Morales Solá, Joaquín, “Un giro hacia la sensatez”, diario La Nación, Buenos Aires, 03/04/2012.
xxxiii Dinatale, Martín, “Un mensaje para los ingleses y el frente interno”, diario La Nación, Buenos Aires, 03/04/2012.
xxxiv Sin firma (b), “La vigilia en Ushuaia convocó más gente que el acto de la Presidenta”, diario La Nación, Buenos Aires, 03/04/2012.
xxxv Sin firma (c). “El Reino Unido denuncia ‘acoso’ argentino”, diario La Nación, Buenos Aires, 03/04/2012.
xxxvi Balinotti, Nicolás, “Un 2 de abril en Malvinas sin ex combatientes y mucha desolación”, diario La Nación, Buenos Aires, 03/04/2012.
xxxvii Sin firma (d), “Gestión oficial de la Unasur ante la ONU”, diario La Nación, Buenos Aires, 03/04/2012.
xxxviii Sin firma (a), “El temor siempre latente en las islas a que falten frutas y verduras”, diario La Nación, Buenos Aires, 04/04/2012.
xxxix Sin firma (b), “Rechazo al discurso de Cristina”, diario La Nación, Buenos Aires, 04/04/2012.
xl Gamba, Virginia, “Dos bases británicas con mucho valor estratégico”, diario La Nación, Buenos Aires, 04/04/2012.
xli Sin firma (c), “Malvinas y el nacionalismo, en debate”, diario La Nación, Buenos Aires, 04/04/2012.
xlii Sin firma, “Gran Bretaña envió un destructor a las islas”, diario La Nación, Buenos Aires, 05/04/2012.
xliii Balinotti, Nicolás, “Haywood: ‘El Belgrano no estaba en un viaje de placer o de paseo’”, diario La Nación, Buenos Aires, 06/04/2012.
xliv Sin firma, “No hubo declaración sobre Malvinas”, diario La Nación, Buenos Aires, 15/04/2012.
xlv Verón, Mariana, “Cristina no logró apoyo por Malvinas”, diario La Nación, Buenos Aires, 16/04/2012.
xlvi Dinatale, Martín, “Una sucesión de errores”, diario La Nación, Buenos Aires, 16/04/2012.
xlvii Laborda, Fernando, “Peleados con el mundo”, diario La Nación, Buenos Aires, 20/04/2012.
xlviii Vargas Llosa, Mario, “Borrachera de patrioterismo nacionalista”, diario La Nación, Buenos Aires, 23/04/2012.
xlix Sin firma, “El Malbec, la obsesión de Timerman”, diario La Nación, Buenos Aires, 30/04/2012.
l Van Dijk, Teun, La noticia cómo discurso: comprensión, estructura y producción de la información. Barcelona, Paidós, 1990, p. 22.

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