Teatro, historia y política | Centro Cultural de la Cooperación

Teatro, historia y política

Autor/es: Juano Villafañe

Sección: Palos y Piedras

Edición: 17


En materia teatral, las políticas culturales e institucionales se verán enriquecidas cuando trabajen desde la aceptación de las condiciones singulares del hacer teatral en sí mismo. Historia y teoría teatrales son áreas de reflexión insoslayables. Las relaciones que se producen entre las tradiciones teatrales y las tendencias del propio presente escénico, no dejan de ser desafiantes y únicas cuando uno piensa que la propia historia del teatro es de alguna forma la historia de lo perdido. Así lo dice Ricardo Bartís en su libro Cancha con niebla. El teatro funciona como un presente de acontecimiento, dura solo el tiempo que ofrece su propio ritual. El encuentro entre actores, directores, dramaturgos y público se corona en cada función y se clausura con los aplausos.

La historia del teatro argentino es la suma de diversos acontecimientos, de los muchos teatros que han impactado a lo largo y ancho de todo nuestro territorio. Recuperar entonces la historia de lo perdido no deja de ser una gran aventura teórica, epistemológica e, inclusive, ontológica, porque se trata de reconocer el acontecimiento perdido desde la experiencia de cada sujeto, dentro de una cartografía nacional de paisajes y escenas que tiene altos grados de localización en cada una de las reuniones, en cada convivio que genera el ritual del encuentro.

Cuando reconocemos además que el teatro debe considerase como un gran laboratorio de ideas, de experiencias y acontecimientos, y que ya no puede limitarse a la “representación” o “presentación” de escenas, que el teatro es político por la naturaleza del hecho artístico y no por la temática que aborda, que a la vez el propio teatro se ha desdefinido por las condiciones que ofrece la sociedad del espectáculo (hay tanto teatro dentro del teatro como fuera del teatro), entonces las condiciones de estudio y de reconocimiento de la historia teatral argentina se transforma en un gran desafío intelectual.

El libro de Jorge Dubatti Cien Años de teatro argentino, desde 1910 a nuestros días (Biblos) representa justamente ese desafío del que hablamos y es una herramienta de referencia para gestores culturales. Lo valioso de abordar la problemática teatral en los distintos períodos considerando siempre la posibilidad de descubrir cada presente del teatro como historia, pensando que el teatro no puede desterritorializarse a través de las nuevas tecnologías porque exige la presencia de todos los cuerpos y todos los protagonistas dentro de un mismo recinto. Encontrar o recrear entonces cada presente perdido del teatro en un recorrido que abarca un poco más cien años es una tarea que requiere de un programa y de una prosa que le de calidez a lo que se quiere expresar. El libro citado recorre temas como la “época de oro” del teatro argentino, el nacimiento del teatro independiente desde la experiencia de Leónidas Barletta y el Teatro del Pueblo, las relaciones entre modernización y radicalización política en los años sesenta, el golpe militar de 1976 y el terrorismo de Estado, y el período de la postdictadura y su capítulo de postneoliberalismo.

Lo interesante de este libro está asociado a la ampliación del concepto de teatro como política: toda práctica o acción teatral productora de sentido social en un determinado campo de poder establece relaciones de fuerza en torno de esas estructuras de poder y la situación que vive dicho campo con el objeto de incidir en ellas, sentido que implica un ordenamiento de los agentes del campo en amigos, enemigos, neutrales o aliados potenciales. Nos hace muy bien en este tiempo cultural y político que vivimos poder reconocer una producción teórica que con audacia va en la búsqueda de los cuerpos que se han escenificado como ha ocurrido durante el Bicentenario con Fuerza Bruta, u obras como el Panteón de la Patria de Jorge Huertas, o Mariano Moreno, un teatro de operaciones de Manuel Santos Iñurrieta, o el éxito arrollador del espectáculo El Conventillo de la Paloma de Alberto Vacarezza en el Teatro Nacional Cervantes. Cuerpos que se han escenificado y que por la potencia de la metáfora y el mito sondean “las aguas profundas” de nuestra realidad. En la medida que se extienden los campos el afuera es también el propio teatro, ese afuera del teatro está dentro de la propia sociedad. Los cuerpos entonces que confrontan en el presente también tienen estados de representación, y que ya no solo simbolizan en lo público las movilizaciones nacionales y populares. La derecha política también pone de manera pública sus propios cuerpos, por primera vez en muchos años en nuestro país. Las escenas entonces se potencian en los campos con sujetos contradictorios. La aventura teórica ofrece nuevos desafíos. El teatro social como acontecimiento coloca nuevos personajes en la escena que no tenían los hábitos de mostrase con tanta impunidad. La escena contemporánea se completa. El libro de Jorge Dubatti deja ver el teatro en la Argentina como historia, como política y como presente.

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