Los procedimientos de autorregulación en fábricas y empresas recuperadas y su relación con la producción socio-histórica de subjetividad | Centro Cultural de la Cooperación

Los procedimientos de autorregulación en fábricas y empresas recuperadas y su relación con la producción socio-histórica de subjetividad

Autor/es: Cecilia Calloway, Bruno Colombari, Marcela Ferramondo, Santiago Iorio

Sección: Investigaciones

Edición: 17

Español:

Este escrito se enmarca en el trabajo de investigación realizado desde OSERA (Observatorio Social de Empresas Recuperadas y Autogestionadas, Instituto Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales; UBA) y particularmente en el proyecto de investigación “Los procedimientos de autorregulación y su relación con la producción socio-histórica de subjetividad” inscripto en el Departamento de Estudios Sociológicos del Centro Cultural Cooperación.
En el presente trabajo haremos foco en un eje del proyecto mencionado. Este será la incidencia de los diferentes escenarios políticos en la recuperación, modos autogestivos y procedimientos de autorregulación en las fábricas sin patrón.
Para tal propósito compararemos dichas dimensiones en escenarios sociopolíticos diferentes.
El año que funcionará como corte será el 2003 ya que, por un lado, consideramos que a partir de ese momento comienzan a reconfigurarse las modalidades de intervención del Estado frente a las demandas de las fábricas y empresas recuperadas y, por otro lado, comienzan a evidenciarse las transformaciones del conjunto de significaciones imaginarias con respecto a procesos de recuperación de estas unidades productivas.
De esta manera, suponemos que las características propias que dan identidad a cada período (inicio de los años 90 hasta 2003, y de 2003 hasta la actualidad) se imbrican con la auto-organización de los colectivos de trabajadores constituyendo la singularidad de los proceso de autorregulación de cada fábrica y empresa recuperada.


Introducción

A lo largo de este trabajo se desarrollarán algunas hipótesis y supuestos del proyecto de investigación “Los procedimientos de autorregulación en fábricas y empresas recuperadas y su relación con la producción socio-histórica de subjetividad” inscripto en el Departamento de Estudios Sociológicos del Centro Cultural de la Cooperación. En este proyecto se trabajará con metodología cualitativa.

Las experiencias de fábricas y empresas recuperadas durante los comienzos de la década de los 90i se dieron en una coyuntura signada por la profundización de medidas neoliberales cuyo resultado, entre otros, fue el avance de las privatizaciones y la desindustrialización (CENDA, 2010). En este contexto, los procesos de recuperación de las unidades productivas se constituyeron como experiencias novedosas que ponían en tensión las significaciones sobre la propiedad privada y el derecho al trabajo.

Este proceso eclosiona y toma una mayor visibilidad en los estallidos sociales de diciembre de 2001. Desde dicho año hasta 2003 se registra la mayor cantidad de recuperaciones y conflictos ligados a ellasii. La recuperación de empresas o fábricas quebradas se presenta como una alternativa para mantener la fuente laboral entre el conjunto de los trabajadores que se ven desempleados. El proceso que se da tras la quiebra y el abandono de la fábrica por parte del patrón, es la ocupación de la misma por parte de los trabajadores y posteriormente la organización autogestiva para comenzar con la producción.

Se trabajará sobre una hipótesis ya planteada en Política y subjetividad: asambleas barriales y fábricas recuperadas (Fernández, 2006) y sostenida también en Fábricas y empresas recuperadas: Protesta social, Autogestión y Rupturas en la Subjetividad (Fajn, 2003), allí se afirma que el nivel de conflictividad por el que tuvieron que atravesar estas fábricas y empresas recuperadas repercute directamente en la posibilidad de darse a sí mismos, como colectivo de trabajadores, una modalidad horizontal y autogestiva muy distante a la verticalidad vivida a diario en una fábrica con patrón. En este sentido, se podría decir que cuanto mayor sea el conflicto atravesado en la toma de la fábrica o empresa, mayor es la distancia con una modalidad de organización anterior (vertical y delegativa), produciéndose una diversidad tal de poder alcanzar mayores grados de autogestión.

Asimismo, consideramos que la autorregulacióniii conforma una de las aristas de la autogestión. Ciertos colectivos que han logrado conquistar una mayor autogestión logran a su vez construir procedimientos de autorregulación más lejanos a la disciplina fabril tradicional, resignificando viejas prácticas e inventando nuevos procedimientos para esta “nueva disciplina”. Esto permite pensar que a mayores grados de autogestión conquistados por los colectivos de trabajadores mayor será también el cambio en sus posicionamientos subjetivos y la tensión que puedan llevar adelante entre los modos socio históricos de subjetivación tradicionales y la producción de subjetividad.

Consideramos que el año 2003 marca, en cuanto a las estadísticasiv, un cambio en el panorama social de las fábricas y empresas recuperadas. Hasta 2003 estas se encontraban en un contexto hostil de lucha que ni las amparaba ni las legitimaba en sus reclamos. A partir de dicho año, se pusieron en marcha desde el Estado determinados programas y proyectos que permitieron otorgar respuestas parciales a algunas necesidades del sector. Así también comenzó un lento camino de legitimación de dicho proceso que tuvo su culminación con la modificación a la ley de quiebras. Transformando algo que se constituía como legítimo en legal. Una conquista importante pero no suficiente en los reclamos de estos trabajadores.

Desde allí podríamos pensar qué sucede con las fábricas y empresas recuperadas después de 2003, siendo que el contexto social cambió en muchos aspectos algunos trabajos también plantean que los niveles de conflictividad durante la toma no han sido tan altos como en épocas anterioresv. Por esto, creemos que resulta relevante analizar el modo en que se configuraron los campos de lucha en los dos periodos mencionados donde los diversos actores económicos y políticos fueron re-definiendo con el tiempo sus estrategias e intereses delimitando nuevos escenarios de recuperación. Consideramos que en estos contextos se reconfiguraron los diferentes mecanismos de legitimación política de estas experiencias en relación a la intervención estatal en materia técnico/económico y jurídica-legal (Hudson, 2011).

Creemos que estas transformaciones en los imaginarios sociales constituyen a un proceso que produce una nueva modalidad de la conformación de los colectivos de trabajadores autogestivos, en los procedimientos de autorregulación y la producción de subjetividad.

El contexto social durante los años 90 hasta 2003

El despliegue de la lógica neoliberal iniciada a partir de la dictadura militar de 1976 y profundizada por los sucesivos gobiernos hasta el 2003 se tradujo en un proceso de fragmentación del tejido social que consolidó una dinámica descolectivizadoravi en la sociedad. Este proceso irá re-definiendo el campo de organización y lucha de los sectores trabajadores ante las políticas de Estado que profundizaron el avance del desempleo y la precarización laboral. Al quedar relegada la producción industrial, el protagonismo de los repertorios clásicos de protestas laborales, ligados al sindicalismo tradicional, disminuye claramente. A grandes rasgos, podemos distinguir dos grandes posicionamientos a partir de los cuales se nucleó al conjunto de los trabajadores organizados. Por un lado, aquellos que asumieron una posición de resistenciavii frente al modelo neoliberal en curso y por el otro, aquellos que asumieron una posición de subordinación/adaptaciónviii.

Paralelamente a estas nuevas formas de organización sindical, comienzan a cobrar mayor relevancia nuevas formas de resistencias colectivas ligadas a las organizaciones sociales cuyas reivindicaciones giran en torno a la defensa de los derechos sociales como la educación, la salud, la vivienda y el trabajo. Los principales repertorios de lucha de estas organizaciones son más espontáneos y menos institucionalizados que aquellos repertorios desplegados por las organizaciones sindicales históricas. Durante este periodo puede constatarse la constitución de un escenario de disputa y elevada confrontación, en el que las organizaciones sociales comienzan a motorizar las demandas de los sectores populares convirtiéndose en interlocutores válidos frente al Estado y tensionando los modos de participación política tradicionales (sindicatos y partidos políticos). Aquí comenzaba a dejar de tener eficacia la lógica de la representación, que eclosionó en 2001 con el que se vayan todos.

Los altos niveles de desempleo, el empobrecimiento de amplias capas de la sociedad, la poca respuesta del movimiento sindical y las escasas perspectivas de cambio fueron definiendo un escenario ante el cual, muchas de las organizaciones sociales desplegaron estrategias ligadas a formas de acción directa que reconfiguraron su relación con el resto de los actores habilitando nuevos sujetos, nuevas subjetividades. En este contexto de crisis surgen las primeras recuperaciones de fábricas y empresas por parte de los trabajadores. Frente a esta situación, la estrategia de la recuperación se presenta como una alternativa para mantener la fuente laboral entre el conjunto de los trabajadores que se ven desempleados y frente a un escenario altamente desfavorableix.

Los trabajadores podían percibir claramente al desempleo como un ataque directo a su ser (la identidad ligada al trabajo que habían hecho toda su vida), antes de llegar a la quiebra de la fábrica o empresa, en general, ellos tuvieron que ver el despido progresivo de los compañeros, el achicamiento paulatino de las empresas en las que trabajaban. En el relato los trabajadores manifiestan que eso en general se vivió en soledad, las fábricas y empresas bajo patrón tenían prohibiciones explicitas o tácitas (de acuerdo al caso) de reunirse con sus compañeros. Esto hacía que los procesos se vivieran en soledad, transformando, un proceso de estricto carácter económico social en un proceso privado que deriva en culpas personales, que deriva fundamentalmente en una crisis individual.

Antes de esa desobediencia máxima que implicó tomar la fábrica habían pasado por un proceso, en muchos de los casos, de obediencia máxima, cuando ellos comenzaban a ver el despido de los compañeros y junto con eso los patrones les solicitaban hacer un esfuerzo, eso implicaba trabajar más horas pero que ya no le paguen las horas extras, implicaba no tener vacaciones, implicaba ir despojándose de los derechos laborales. Se adaptaban a eso por temor a que les pasara lo mismo que a los compañeros. Aquí la amenaza de desocupación funciona como un chantaje social, presionando a los trabajadores a aceptar cualquier tipo de condiciones laborales (Aguiar, 1997).

Se quedaron esperando a que vuelvan los patrones y les paguen lo que le debían, muchos de ellos se quedaron esperando porque tampoco tenían dinero para volver a sus casas, en líneas generales los trabajadores viven lejos de sus casasx. Así debieron pasar muchas cosas juntos, las amenazas de desalojos, la desesperación de no tener dinero y tener que comer ellos y mantener a sus familias, permanecer en un edificio donde en general las deudas habían generado el corte de los servicios. La intensidad de esa lucha y la capacidad de resistencia permitieron conformar un colectivo. Y comenzar a manejarse en forma autogestiva y horizontal, haciendo todo entre todos.

El nuevo contexto pos 2003

A partir del 2003, el nuevo contexto social comienza a constituir un entramado de articulaciones en el ámbito económico y político que se va a expresar, entre una multiplicidad de cuestiones, en la re-estructuración de los escenarios de disputa en el territorio de las fábricas y empresas en los cuales se desarrollaron los procesos de recuperación.

Resulta relevante caracterizar el modo en que a partir del 2003 se reconfiguran las modalidades de intervención del Estado en lo político, a partir del cual se delimita un campo de disputa con los actores movilizados en los procesos de recuperación de fábricas y empresas. Por un lado, el panorama económico que comenzaba a perfilarse traería como consecuencia un crecimiento de la actividad productiva, la caída del desempleo y la recomposición de los salariosxi y, por otro lado, el Estado comenzaría a hacerse eco de las protestas a través de la creación y re-significación de programas gubernamentales que dieron respuestas parciales ante las demandas de ciertas organizaciones sociales que fueron protagonistas en las movilizaciones políticas que tomaron visibilidad a partir de 2001.

Las primeras experiencias de empresas recuperadas entre fines de los 90 y principios del 2000 constituyeron a la recuperación de unidades productivas como un repertorio privilegiado de defensa de la fuente de trabajo. Eso habilitó el espacio para que surgieran múltiples experiencias que confluyeron en los diferentes movimientos de empresas y fábricas recuperadasxii. El proceso de conformación de los movimientos permitió dinamizar las recuperaciones en el nuevo contexto. A su vez, este momento estuvo acompañado por transformaciones en los imaginarios sociales que dieron mayor visibilidad y legitimidad a estos procesos, habilitando un conjunto de herramientas que ampliaron la capacidad de lucha de los colectivos de trabajadores ante situaciones conflictivas.

Paralelamente, a partir del año 2003, se comienza a percibir una re-significación y un mayor reconocimiento de estas experiencias en la agenda política de Estado, en el plano técnico-económico y jurídico-legal. En este sentido, y a lo largo de estos años, podemos pensar que los colectivos de trabajadores de fábricas y empresas recuperadas atraviesan un proceso de legitimación en relación al Estado, proceso que pareciera desarrollarse de manera desigual y heterogénea con respecto a las formas en las que éste interviene. Por un lado, en el plano técnico/económico puede corroborase una mayor intervención desde las diferentes instancias estatales, a través de subsidios, créditos y asesoramiento, proveniente del Ministerio de Desarrollo Social y del Ministerio de Trabajo. La creación de programas y organismos orientados hacia este sector, evidencian ciertos mecanismos de legitimación de estas experiencias por parte del Estadoxiii.

Según Ruggeri (2010) en el Informe del Tercer Relevamiento de empresas recuperadas por sus trabajadores, hasta el año 2004 se percibe la ausencia de una política consistente que respalde a los trabajadores y sus empresas. Existía una dispersión de las agencias de política pública hacia las empresas recuperadas, había una incoherencia entre si y una inexistencia del sector en la consideración de la política económica. Si bien en el periodo posterior algunos aspectos continúan existiendo, sobre todo en relación a la forma dispersa y a veces contradictoria en la forma de intervenir sobre este sector, la entrega de subsidios por parte del gobierno nacional comenzó a crecer. Según el relevamiento recién mencionado, a diferencia del periodo previo al 2004, donde un 46% de empresas recibieron algún tipo de subsidio estatal, para el año 2010, este porcentaje se eleva a un 85%xiv.

Por otro lado, la dimensión jurídica-legal está fuertemente ligada a la situación de la propiedad de los inmuebles. Por esto, a la hora de analizar esta institucionalización de empresas y fábricas recuperadas, en este plano resulta relevante tener en cuenta: por un lado, los avances de una gran cantidad de unidades productivas que obtuvieron fallos a favor de las cooperativas y, por otro lado, la Reforma en el año 2010 de la Ley 24.522 de Quiebras y Concursos. Con respecto a la situación legal, desde el 2004 hasta el 2010 el porcentaje de empresas que lograron la expropiación a favor de la cooperativa fue del 65% a diferencia del periodo anterior donde más de la mayoría de ER tenía una situación legal incierta (Ruggeri, 2010: 36).

Con las reformas de la ley anteriormente mencionada, los trabajadores de una empresa podrán conformarse como cooperativa y comenzar a producir antes de que la quiebra sea declaradaxv. La sanción de la nueva Ley de Quiebras, aunque no obtuvo el consenso de todo el conjunto de empresas y fábricas recuperadas, mejoró notablemente la situación de los trabajadores ante la situación de quiebra.

Podemos pensar que estas respuestas, aunque parciales, fueron conquistas realizadas por los colectivos de trabajadores de fábricas y empresas, así como también producto de todo el apoyo que han recibido durante este tiempo (y que actualmente continúan recibiendo) por parte de diversas organizaciones sociales, universidades, y de las mismas comunidades en las cuales se encuentran insertos.

Así también, a la hora de recuperar una fábrica o una empresa, la mayoría de los colectivos de trabajadores, en estos últimos años ha tenido rápidos asesoramientos por parte de los movimientos que nuclean a las fábricas y empresas. Esto, habiéndose aceitado una red que permite que los trabajadores no queden aislados en su lucha.

Por otro lado a la hora de pensar la autogestión y la autorregulación, también han tenido referencias de otras fábricas y empresas que podemos decir que, por un lado allanaron su camino, mostrándoles una forma posible de organización, y por otro consideramos que limitan, de alguna manera, la capacidad de invención en la singularidad de sus recorridos.

Lo que insiste y parece perdurar, tanto en el contexto anterior como en el actual, es la transformación en sus posicionamientos subjetivos. Cada uno de los trabajadores tuvo que aprender nuevas funciones dentro de la fábrica o empresa, pero por sobre todo tuvo que aprender el difícil ejercicio de decidir, de tener voz, de hacerse responsable. Algo que de alguna manera como obrero de una fábrica con patrón tenía vedado, sólo por su hábitus de clase. Mediante prácticas autogestivas lograron implementar nuevos procedimientos de autorregulación y también tensar los modos históricos de subjetivación propios de la disciplina fabril tradicional (Calloway, 2010).

Algunas reflexiones finales

Como mencionábamos en el inicio del trabajo consideramos, a través de nuestro recorrido en diferentes equipos de investigación, así como dentro de las indagaciones llevadas adelante desde el OSERA (Observatorio Social de Empresas Recuperadas y Autogestionadas) que los contextos sociales permiten conformar modalidades de organizaciones acordes a ellos.

Hace algunos años que nos encontramos en un contexto que ha permitido algunos canales de diálogo y de respuesta a ciertas problemáticas que presentaban las fábricas y empresas recuperadas, con esto ha descendido el nivel de conflicto a la hora de la recuperación de nuevas empresas o fábricas.

De aquí en más nos quedará por pensar si esta disminución del conflicto incidirá directamente en un menor grado de autogestión del colectivo de trabajadores o si se darán formas autogestivas diversas no comparables con modalidades anteriores, sino prosiguiendo el devenir singular de cada fábrica y empresa recuperada.


Bibliografía

  • Aguiar, E., “La desocupación: algunas reflexiones sobre sus repercusiones psicosociales”. En: Revista de Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, tomo XX, N°1, Buenos Aires, AAPPG, 1997.
  • Calloway, C. (2008) “La regulación colectiva en las fábricas y empresas recuperadas por los trabajadores/as”. En: Memorias del Cuarto Encuentro de Investigadores en Psicología del MERCOSUR, Buenos Aires, UBA, 2008.
  • Calloway, C., “Desafíos en los procedimientos de autorregulación en las fábricas y empresas recuperadas”. En: Memorias de II Jornadas Internacionales de Problemas Latinoamericanos. Movimientos sociales, procesos políticos y conflicto social: escenarios en disputa. CONICET – UNC, 2010.
  • CENDA, “La Macroeconomía después de la convertibilidad”, Buenos Aires, 2010.
  • Fajn, G., Fábricas y empresas recuperadas. Ediciones del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, Centro Cultural de la Cooperación., Buenos Aires, 2003.
  • Fernández, A. M. y colaboradores/as, Política y Subjetividad. Asambleas barriales y fábricas recuperadas. Tinta Limón Ediciones, Buenos Aires, 2006.
  • Hudson, J.P., Empresas Recuperadas por los Obreros: Fin de Etapa y Nuevas Instituciones. En: Revista Nº 5, Buenos Aires, OSERA (Observatorio Social de Empresas Recuperadas y Autogestionadas), 2001.
  • Rebón, J., Desobedeciendo al desempleo, Buenos Aires, Ediciones Picaso, La rosa blindada, 2004.
  • Rebón, Julián y Salgado, Rodrigo, “Empresas recuperadas y procesos emancipatorios”. En: Resistencias laborales. Experiencias de repolitización del trabajo en Argentina”. Buenos Aires, Red insumisos latinoamericanos, 2009.
  • Ruggeri, A., “Las Empresas Recuperadas en la Argentina: Informe del Tercer Relevamiento de Empresas Recuperadas por sus trabajadores”, Programa de Facultad Abierta, Secretaría de Investigación, Facultad de Filosofía y Letras. Buenos Aires, Ediciones de la Cooperativa Chilavert, 2010.
  • Wyczykier, G., De la dependencia a la autogestión laboral. Buenos Aires, 2009.

Notas

i Un ejemplo de esto es el proceso de recuperación de empresas impulsada por la seccional Quilmes de la UOM.
ii Desde mediados de 2001 hasta finales de 2002 se recuperaron un total de 16 unidades productivas en la Ciudad de Buenos Aires, mientras que la media de recuperaciones de 2003 a 2008 fue de 4 recuperaciones por año. Ver publicación N° 1 del OSERA, primer semestre de 2009, sección datos. Disponible en: http://webiigg.sociales.uba.ar/empresasrecuperadas/PDF/estadisticas.pdf
iii “Podemos entender por autorregulación un conjunto de prácticas colectivas que reemplazan en una organización autogestiva a la disciplina fabril propia de la organizacional vertical. La autorregulación se pone en marcha en lo cotidiano y presupone la invención de una respuesta ante los problemas diarios que obstaculizan la producción, por ejemplo: las llegadas tarde, las ausencias sin aviso, los retrasos en la producción, los faltantes de dinero, el tiempo del almuerzo, etc.”. “Desafíos en los procedimientos de autorregulación en las fábricas y empresas recuperadas”. Calloway, Cecilia, Memorias de II Jornadas Internacionales de Problemas Latinoamericanos. Movimientos sociales, procesos políticos y conflicto social: escenarios en disputa. CONICET – UNC, 2010.
iv El 85% de las empresas relevadas en el 2010, manifestó haber recibido algún tipo de subsidio por parte del Estado, esto se contrapone con un 45% de empresas que en el año 2004 habían manifestado haber recibido algún subsidio (Ruggeri, 2010).
v “Como podemos ver, el nivel mayor [de represión] se dio entre los años 2002 y 2004, donde el 60% de las ERT ocupadas fue objeto de alguna medida represiva. A partir de allí, este número bajó al 40% y en los últimos tres años [2008-2009-2010] se redujo algo más” (Ruggeri, 2010:27).
vi “Por otra parte, la difusión de formas atípicas de empleo (trabajo intermitente, precario, informal) conspira contra la efectivización de acciones colectivas cuyo anclaje primario se había consolidado durante el siglo XX en la gran empresa. En este sentido, constituye uno de los efectos principales de la descolectivización que los individuos se encuentran cada vez más expuestos a enfrentar individualmente situaciones que colocan en riesgo la reproducción material y social de sus condiciones de vida (Castell, 2000)” (Wyczykier, 2009:91)
vii Dentro de esta línea de resistencia cabe destacar la instalación de los docentes de la Carpa Blanca en Plaza de Mayo.
viii “Como afirma Svampa (2005) citando a Palomino, la CGT obtuvo a cambio de su apoyo al gobierno y las medi­das neoliberales aplicadas, la afirmación del monopolio de la representación sindical sostenida en la personería gremial, el control de los fondos de las obras sociales, el mantenimiento de su rol en las negociaciones colecti­vas, entre otros aspectos” (Wyckzykier; 2007:99).
ix “(…) la situación era vivida por sus protagonistas como “última oportunidad” para evitar caer en un tipo de desocupación, que dadas las características de la crisis y la ausencia en Argentina de seguro de desempleo, ponía a dichos trabajadores y sus familias en una situación límite”. (Fernández, Imaz, Calloway; 2005:4).
x De las casi 300 fábricas y empresas recuperadas que existen en el país (el número no es exacto ya que las recuperación continúan produciéndose en forma permanente), hay 39 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. En líneas generales los trabajadores de estas fábricas y empresas de Capital no viven en la Ciudad sino que viven en el conurbano, para llegar a sus hogares deben tomar más de un medio de transporte.
xi “…la tasa de desocupación pasó de niveles cercanos al 20% en el primer trimestre de 2003 a valores inferiores al 10% en 2007 (…) los salarios reales de la economía crecieron el 48% desde 2003 hasta fines de 2009” CENDA, (2010) “La Macroeconomía después de la convertibilidad”, Buenos Aires.
xii Por ejemplo el Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas (MNER), el Movimiento Nacional de Fabricas Recuperadas (MNFR), Federación Argentina de Cooperativas y Trabajadores Autogestionados (FACTA), Asociación Nacional de Trabajadores Autogestionados (ANTA), Unión Productiva de Empresas Autogestionadas (UPEA).
xiii En este sentido, podemos considerar la creación del Programa de Trabajo Autogestionado del Ministerio de Trabajo, el Programa Nacional del Recuperación de Empresas del Instituto Nacional de Tecnología Industrial y el protagonismo del Instituto Nacional de Economía Social dependiente del Ministerio de Desarrollo Social.
xiv De la totalidad de las empresas relevadas, el 19 % de las recibió capacitación, un 18% recibió asesoramiento legal, un 14% recibió planes sociales y un 32% diversos tipos de cuestiones (apoyo político, bolsones de comida, donaciones, etc.).
xv De la totalidad de las empresas relevadas, el 19 % de las recibió capacitación, un 18% recibió asesoramiento legal, un 14% recibió planes sociales y un 32% diversos tipos de cuestiones (apoyo político, bolsones de comida, donaciones, etc.).

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