Rey, Pedro B. “Antonin Artaud: textos escogidos”. Buenos Aires, Cántaro, 2007. | Centro Cultural de la Cooperación

Rey, Pedro B. “Antonin Artaud: textos escogidos”. Buenos Aires, Cántaro, 2007.

Autor/es: Ricardo Dubatti

Sección: Palos y Piedras

Edición: 12


"En mi vida hay un misterio y en su base está el hecho de que yo no nací en Marsella el 4 de septiembre de 1896, sino que pasaba por ahí, viniendo de otro lado, porque en realidad nunca nací y es por eso que en realidad no puedo morir". Con estas palabras en una carta enviada a Marthe Robert se abre el prólogo de una nueva antología de textos de Antonin Artaud, y hace ciertamente tentadora la posibilidad de hacer una lectura literal de esta afirmación, Artaud no puede morir. Su obra, así como el mito alrededor de su figura, parecen tener cada vez más peso y presencia en la actualidad, y es ahí donde radica el disparador de esta antología, tal como señala Pedro B. Rey, su compilador: "esos fragmentos [...] nos permiten a nosotros, sus tardíos lectores, dejar por un instante de lado el transitado tópico de su locura y asumir la inquietante sospecha que refulge en la mayor parte de lo que escribió: la de que es más contemporáneo que muchos de nuestros contemporáneos" (p. 21). En esta ocasión, los textos elegidos para la antología consisten en piezas no tan conocidas de su primera etapa, vinculada al surrealismo. De este modo el libro deja de lado El ombligo de los limbos y El pesanervios, los textos más conocidos de esta época, "por reflotar las zonas menos frecuentadas de este iceberg que Artaud dejó como legado de su primera -y muy activa- década de escritor" (p. 23). Así, los textos elegidos son Tric Trac del cielo, Bilboquet, Cartas a Jacques Rivière, El arte y la muerte, y textos surrealistas. Cabe destacar que en esta selección figuran algunas piezas de muy poca difusión en español. "No nos consta [...] que El arte y la muerte haya sido publicado antes en nuestro idioma como libro propiamente dicho. Lo mismo sucede con esas dos pequeñas rarezas de la primera hora que son Tric Trac del cielo y Bilboquet" (p. 23). Por otro lado, también se hace una breve mención a modo de homenaje a Aldo Pellegrini y sus invaluables aportes en la traducción y difusión de la obra de Artaud.

Estos textos están impregnados, además, por la fuerza de la presencia del autor dentro del escrito, de esa marca y disolución simultánea de las fronteras del texto con la vida real. Rey observa: "pocos textos se han visto anclados con tanta virulencia en la primera persona del singular, en la locura de una mente y un cuerpo, que al mismo tiempo permitan ser leídos, en su brutal incandescencia, haciendo caso omiso de las vicisitudes de una vida. Al mismo tiempo, pocos autores han confundido 'obra' y vida al punto de que la primera recupere los residuos calcinados de la segunda hasta convertir todo, por así decirlo, en llaga, cuerpo, carne viva. En deshechos de sí mismo, para parafrasear al propio Artaud" (p. 8). Podemos ahora releer aquella frase escrita a Marthe Robert y repensar su significado, donde queda manifiesta esa irreductibilidad que señalase Michel Foucault hacia el final de Historia de la locura en la época clásica.

El libro, además de contar con estas piezas seleccionadas, posee un breve prólogo, quizás un poco escaso, a cargo de Pedro B. Rey (quien se encarga también de la traducción y las notas), que incluye una breve biografía que nos permite darnos un pantallazo de la vida, de las múltiples idas y venidas que tuvo que encarar Artaud y que, de uno u otro modo, terminaron por ser una influencia fundamental en su obra. La edición también cuenta con un apartado dedicado a un pequeño pero fascinante archivo de fotografías y otro que muestra algunos autorretratos dibujados en distintos momentos.

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