Margarita Belén: Más que una batalla judicial | Centro Cultural de la Cooperación

Margarita Belén: Más que una batalla judicial

Autor/es: Ataliva Dinani

Sección: Invitado

Edición: 12

Español:

Hace nueve meses comenzó en el Chaco el tan ansiado juicio oral y público contra 9 genocidas acusados de ser los ejecutores de la tristemente conocida “Masacre de Margarita Belén”. Se trata de una matanza de presos políticos realizada el 13 de diciembre de 1976, en la que más de veinte personas fueron asesinadas. Este lamentable hecho es un emblema del pedido de memoria, verdad y justicia no solo de Chaco sino de toda la región nordeste, tanto porque sus víctimas no sólo eran chaqueñas, sino de todo el litoral, así como por la impunidad con que se llevó el hecho y la manera de encubrirlo. La tarea del momento es no sólo sostener los grandes avances que ha tenido el país desde 2003 a esta parte, sino y sobre todo de profundizar los cambios como única garantía de que lo ganado hasta aquí se mantenga y perdure.


Margarita Belén: Más que una batalla judicial

Hace nueve meses comenzó en el Chaco el tan ansiado juicio oral y público contra 9 genocidas acusados de ser los ejecutores de la tristemente conocida “Masacre de Margarita Belén”. Se trata de una matanza de presos políticos realizada el 13 de diciembre de 1976, en la que más de veinte personas fueron asesinadas. Este lamentable hecho es un emblema del pedido de memoria, verdad y justicia no solo de Chaco sino de toda la región nordeste, tanto porque sus víctimas no sólo eran chaqueñas, sino de todo el litoral, así como por la impunidad con que se llevó el hecho y la manera de encubrirlo.

En este tramo del juzgamiento, el juicio oral se elevó por solo 14 de las víctimas. El debate oral comenzó el 3 de junio de 2010.

La ardua labor de llevar adelante la acusación contra los autores de esta masacre está a cargo tanto de la Fiscalía como de las partes querellantes. Los fiscales son: Jorge Auat, Luis Benítez, Carlos Amad y Horacio Rodríguez. Por las partes querellantes actúa en representación del CELS y familiares de víctimas, Mario Bosch; por la Secretaría de DD.HH. de la Provincia, Sergio Quiroz y Silvina Canteros; y por la LADH (Liga Argentina por los Derechos del Hombre) Ataliva Dinani, Pedro Dinani y Duilio Ramírez. Asimismo, debe resaltarse la importancia de que este proceso termine con una sentencia condenatoria, disponiendo cárcel común y efectiva para todos y cada uno de los responsables. Ello es así porque la verdad histórica debe ser fortalecida con el peso institucional de la verdad judicial. Por eso es que desde la LADH sostenemos la necesidad de condenar a los responsables del terrorismo de Estado bajo la figura jurídica de Genocidio.

Si bien se trata de un juicio, todos los que participamos en este proceso nos dimos cuenta que se trataba de mucho más que una cuestión jurídica, en función de que con los distintos testimonios que se iban dando a lo largo de las audiencias, además de probar irrefutablemente la responsabilidad de los acusados, también se fueron abriendo las historias de vida de los compañeros que en los 70 optaron por hacer de su vida un camino de justicia social y equidad en nuestro país.

Quizás ese sea el mayor aporte que este tipo de procesos produce. Para los que venimos militando desde jóvenes y que por ende sabíamos qué había pasado en la dictadura a través de libros y demás material de estudio nos significó una sensación de mayor entendimiento y de conmovernos aun más por la vida que llevaron los militantes de los 70. Es que de repente todo eso que habíamos leído se transformaba en personas de carne y hueso, pero que lejos de mostrarse tristes o abatidos, demostraban una alegría de vivir y de ser parte de un pasado en que gran parte de la población decidió luchar por un país más justo. El ver a gente que sufrió tanto y que no obstante continúa la senda de la liberación del pueblo es un ejemplo de vida, de coherencia y de constancia superlativo.

Otra situación que se dio repetidas veces en las audiencias fue el reencuentro de compañeros que no se veían desde aquellos años. Es decir que el debate oral sirvió también para superar la dispersión que lamentablemente todavía existe en muchos militantes del campo popular.

Es que en realidad en estos juicios lo que se está juzgando además de la responsabilidad de los genocidas de la dictadura, es una forma de ejercer el poder. Es decir, la manera en que la derecha argentina defiende sus intereses y el costo que ello conlleva.

Por eso lo importante de estos juicios. Por eso es doblemente saludable que el proceso político iniciado en 2003 con la presidencia de Néstor Kirchner y hoy continuado por Cristina Fernández haya tomado la bandera de los Derechos Humanos como una política de Estado. En este sentido, Argentina se muestra al mundo como un Estado de avanzada en esta materia. Esta condición se ve reflejada en numerosos testimonios que en forma coincidente se volcaron en el juicio en torno a la idea de que “ni en nuestros mejores sueños pudimos imaginar que alguna vez íbamos a llevar al banquillo de los acusados a estos asesinos”.

Algunos sostenían cuando se bajaron los cuadros de Videla de la Escuela Militar o cuando se recuperó la ESMA para los organismos de Derechos Humanos que eso no era más que una cuestión oportunista; hoy cuando se reabren causas contra los genocidas en todo el país, cuando sólo en 2010 se han dictado sentencias contra 111 represores, vemos que era mucho más que un gesto lo realizado por el presidente Kirchner. En realidad, era un símbolo de los nuevos rumbos que se aproximaban.

Ahora bien, no sería correcto tomar aisladamente estos avances, sino que para su correcta valoración es preciso contextualizarla en el marco del rumbo general del gobierno nacional. Es que lejos de quedarse en el juzgamiento y/o reivindicación de los Derechos Humanos de los 70, también se trata de una resignificación de los derechos humanos actuales como el derecho social a la información con la sanción de la Ley Servicios de Comunicación Audiovisual o la pelea actual por el acceso igualitario del papel de diario para todos los medios. En ese marco inclusivo se inscriben también la Asignación Universal por Hijo o la incorporación de millones de ancianos a una jubilación y la recuperación de los fondos jubilatorios para el Estado. Ya no alcanza con tener una visión testimonial, sino que es preciso una vuelta de tuerca y conjugar la reivindicación de la rica experiencia popular de la juventud de los 70 con las nuevas necesidades del pueblo en este siglo.

En este sentido, cobran relevancia las palabras de despedida del Flaco Salas, cuando era retirado de su pabellón de la Unidad Penitenciaria N° 7 (U7) por el ejército para asesinarlo en Margarita Belén: “Compañeros, cuéntenle a nuestros hijos por qué morimos, pero también por qué vivimos”.

No obstante, es preciso aclarar que los avances no son lineales e inamovibles. Todavía los grupos de poder concentrados gozan de amplios espacios de actuación. Así se explica la gravísima desaparición de Julio López o la muerte de Mariano Ferreyra.

Todo ello nos indica que la tarea del momento es entonces no sólo sostener los grandes avances que ha tenido el país desde 2003 a esta parte, sino y sobre todo de profundizar los cambios como única garantía de que lo ganado hasta aquí se mantenga y perdure.

Compartir en

Desarrollado por gcoop.