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El sistema interestatal capitalista en expansión: fundamentos de una lectura sudamericana

Autor/es: Leonardo Granato

Sección: Estudios de Economía Política y Sistema Mundial

Edición: 12

Español:

El texto aborda los fundamentos teóricos de una lectura sudamericana del sistema mundial que concibe al mismo como un “universo en continua expansión” desde su formación en la Europa del siglo XIII hasta nuestros días. Según esta lectura es posible identificar a lo largo de la evolución del sistema mundial cuatro momentos en que se produjo una suerte de “explosión expansiva” que amplió las fronteras del propio sistema y, actualmente estaríamos asistiendo a una de esas “explosiones” como consecuencia de la estrategia imperial de los Estados Unidos adoptada en respuesta a su “crisis de hegemonía” de la década de 70.

Ingles:

The article presents the foundations of a South American's view about the world system as an “expanding universe”, since its formation in the thirteenth-century Europe to our current times. According to this view, we can identify four times when there was a sort of “expansive explosion”, along the evolution of the world system that extended the boundaries of the system itself. Now, we could be attending one of these “explosions” again, as a result of the imperial strategy of the United States adopted in response to its “crisis of hegemony” of the 1970.

Portugués:

O texto aborda os fundamentos teóricos de um olhar sul-americano do sistema mundial concebido como um “universo em expansão”, desde sua formação na Europa do século XIII até a atualidade. Segundo essa leitura, podem ser identificados ao longo da evolução do sistema mundial quatro momentos em que ocorreu uma espécie de “explosão expansiva” que ampliou os limites do próprio sistema. Desde a década de 70, está em curso mais uma dessas grandes “explosões” como resultado da estratégia imperial que os Estados Unidos adotaram em resposta à sua “crise de hegemonia”.


1. Introducción

En el presente trabajo nos proponemos abordar los fundamentos teóricos de una lectura sudamericana del sistema mundial que concibe al mismo como un “universo en continua expansión” desde su formación en la Europa del siglo XIII hasta nuestros días.

Según esta lectura, es posible identificar a lo largo de la evolución del sistema mundial cuatro momentos en que se produjo una “explosión expansiva” que amplió las fronteras del propio sistema. En todos los casos, la “explosión expansiva” fue consecuencia de la “presión competitiva” provocada por la voluntad de expansión de las potencias líderes del sistema.

Actualmente estaríamos asistiendo a una de esas “explosiones expansivas” como consecuencia de la estrategia imperial de los Estados Unidos adoptada en respuesta a su “crisis de hegemonía” de la década de 70 siglo XX.

De esta forma, en la primera parte del trabajo abordaremos el concepto y alcance del sistema mundial y, en una segunda parte, nos referiremos a esa crisis de hegemonía norteamericana antes mencionada y a su actual “corrida imperialista”.

2. Un universo en continua expansión

José Luis da C. Fiori visualiza al sistema mundial como parte de un “universo” que se expande en forma continua a partir del “largo siglo XIII”1, en analogía con el “largo siglo XVI”, de Fernand Braudel2, identificando cuatro momentos en que se produjo una suerte de “explosión expansiva” del propio sistema.

El argumento parte de la idea que en esos cuatro momentos históricos, hubo siempre un aumento de la “presión competitiva” que derivó después en una gran “explosión expansiva”. Por un lado, el aumento de esa “presión” fue provocado por la expansión de una o varias potencias líderes con la consecuente “explosión expansiva” que proyectó el poder de esas potencias para fuera de sí mismas, ampliando las fronteras del propio “universo”, tal como se sintetiza a continuación.

Tabla 1

Fuente: elaboración sobre la base de Fiori, 2008.

Tal como surge con claridad de la información anterior, ese “universo en expansión” nace en Europa, atento a una serie de características que Fiori sistematizó y que expondremos en las líneas que siguen.

Entre los siglos IX y XI, Europa vivió un proceso de gran fragmentación de su poder territorial y de atrofia de su actividad económica. En los dos siglos siguientes tuvo lugar una gran revolución que, a criterio de Fiori,

(...) mudou a história da Europa e do mundo: forjou-se no continente uma associação indissolúvel e expansiva entre a “necessidade da conquista” e a “necessidade do excedente”, que se repetiu, da mesma forma, em várias unidades territoriais soberanas e competitivas que desenvolveram seus sistemas de tributação local e criaram suas próprias moedas para financiar suas guerras de conquista. Guerras e tributos, moedas e comércio existiram em todo tempo e lugar, mas a grande novidade europeia foi a forma como se articularam entre si, dentro de pequenos territórios altamente competitivos e sob a pressão da “guerra permanente”.3

Según esa línea de pensamiento, en Europa, la preparación para la guerra4 y la guerra propiamente dicha se transformaron en la actividad fundamental del príncipe5 y, la necesidad de financiamiento6 de las mismas se convirtió en un continuo multiplicador de deuda pública y tributación y, por derivación, de excedente, comercio, mercado de monedas y títulos de deuda, dándose origen a los procesos de acumulación de poder y de riqueza en territorio europeo.7

De acuerdo a esa corriente de pensamiento, durante el “largo siglo XIII”, la lucha por el poder generó la aparición de mercados locales y estimuló la producción agrícola y la multiplicación del excedente económico. Por otra parte, la existencia de monedas soberanas facilitó el intercambio de estos excedentes y la consolidación de una economía de mercado. Al mismo tiempo, esas guerras8 crearon oportunidades de multiplicación del dinero por el dinero mismo, esquema propio del capital y del capitalismo.9

Según Fiori,

(...) as guerras europeias impediram a formação de uma “economia-mundo”, sob a égide de uma só moeda e de um só sistema de preços no continente europeu [...] [las guerras] criaram um verdadeiro “mosaico” de moedas e títulos públicos e privados, transacionados em vários mercados “financeiros” onde foi possível multiplicar o dinheiro (D-D), longe de produção, através da troca de moedas e de títulos soberanos, e da conquista de posições monopólicas, feitas à sombra dos poderes vitoriosos10.

Esas guerras desempeñarán un papel decisivo en el proceso de centralización del poder que llevó a la formación de los primeros Estados nacionales europeos11 y que, posteriormente, iniciarán la conquista del “sistema mundial moderno”.12 Según Fiori (2008), ese sistema no existía antes de la formación de los Estados nacionales, por el contrario, fue una creación del poder conquistador de los primeros Estados territoriales que definieron sus fronteras en el mismo momento que se expandieron para afuera de Europa.13

Hasta finales del siglo XVIII, ese “sistema mundial moderno” se restringía a los Estados europeos y a sus colonias americanas y fue sólo después de la gran “explosión expansiva” del siglo XIX que el mismo pasó a incluir a África y a Asia dentro de sus fronteras coloniales. Pero fue sólo en la segunda mitad del siglo XX que el sistema interestatal capitalista se globalizó definitivamente, después de la creación de los Estados independientes de los continentes antes mencionados.

Según Fiori, son dos las características que distinguen la originalidad y explican la fuerza victoriosa de estos Estados nacionales que surgirán en la Europa del “largo siglo XVI”: por un lado, la competitividad y expansión política y, por otro, la articulación de las economías nacionales como instrumentos de poder y expansión territorial.14

En relación a la primer característica de ese sistema interestatal,

(...) ele manteve os traços fundamentais do sistema político anterior formado pelas cidades e pelas “unidades imperiais” menores que os Estados: ele também nasceu armado, e se expandiu graças às suas disputas territoriais e às suas guerras de conquista (...) Por isso mantiveram-se válidas, para o novo sistema de poder, as observações de Norbert Elias com relação às guerras do século XIII. Na relação entre os Estados nacionais, como antes, a mera preservação da existência social exige uma expansão constante do poder, porque na livre competição, quem no sobe cai. Ou seja, no sistema interestatal, toda grande potência está obrigada a seguir expandindo o seu poder, mesmo que seja em períodos de paz, e se possível, até o limite do monopólio absoluto e global.15

Es importante destacar que la realización de ese límite implicaría la desintegración del propio sistema atento que se interrumpiría la competición entre los Estados y por ende, éstos no tendrían forma de continuar aumentando su poder.16 En este orden de ideas,

(...) a preparação para a guerra e as próprias guerras não impedem a convivência, a complementaridade e até alianças e fusões entre os Estados envolvidos nos conflitos. Às vezes, predomina o conflito, às vezes a complementaridade, mas é essa “dialética” que permite a existência de períodos mais ou menos prolongados de paz no sistema mundial, sem que se interrompa a concorrência e o conflito latente entre seus Estados mais poderosos. A própria “potência líder” ou “hegemônica” precisa seguir expandindo o seu poder de forma contínua, para manter sua posição relativa. E sua acumulação de poder, como a de todos os demais, também depende da competição e da preparação para a guerra contra adversários reais ou virtuais, que vão sendo criados pelas contradições do sistema. Se essa competição desaparecesse, as “potências líderes” ou “hegemônicas” também perderiam força, como todos os demais Estados, e todo o sistema mundial se desorganizaria, entrando em estado de homogeneização entrópica (...). A própria potência hegemônica (...) precisa da competição e da guerra, para seguir acumulando poder e riqueza. E para se expandir, muitas vezes, ela precisa ir além e destruir as próprias regras e instituições que ela mesma construiu, num momento anterior, depois de alguma grande vitória. Por isso, ao contrário da “utopia hegemônica”, nesse “universo em expansão” nunca houve nem haverá “paz perpétua”, nem hegemonia estável. Pelo contrário, trata-se de um “universo” que precisa da guerra e das crises para poder se ordenar e ‘estabilizar’ – sempre de forma transitória – e manter suas relações e estruturas hierárquicas.17

En relación a la segunda característica del sistema interestatal que se vincula a la utilización por parte de los estados europeos de las economías nacionales como instrumento de poder, podemos decir que, desde el inicio del “sistema mundial moderno”, en el expansionismo de sus estados líderes, el desarrollo de sus economías nacionales jugó un papel fundamental y viceversa: el impulso conquistador favoreció la expansión de los mercados locales más allá de las fronteras vis-à-vis creaba las oportunidades monopólicas para la realización de lucros extraordinarios base del capitalismo.18 Finalmente, podemos decir que ese sistema interestatal capitalista continúa alimentándose de esa relación entre acumulación de poder, guerras y aumento de la productividad y del excedente económico, por un lado, y, por otro, de la relación entre guerras, deudas públicas, sistema de crédito y multiplicación del capital financiero.19

Descripta la idea de ese sistema mundial en expansión, a renglón seguido abordaremos en su marco la cuestión de la crisis de hegemonía norteamericana como punto de partida de la actual “corrida imperialista”.

3. ¿Crisis terminal de hegemonía norteamericana?

A diferencia de aquellas perspectivas teóricas que sostienen la tesis que los Estados Unidos estarían viviendo la “crisis terminal” de su poder, la corriente de pensamiento que presentamos en este trabajo expresa, como ya se ha adelantado en la primera parte, que no existen evidencias convincentes de un “colapso” de ese poder.20

La primera vez que se expresó el fin de la hegemonía mundial norteamericana fue en la década de 70, después de la crisis del Sistema de Bretton Woods, la derrota en la Guerra de Vietnam (1961-1973), el fin del régimen monetario internacional del “patrón dólar” (1971) y la crisis del petróleo (1973) que pusieran fin a la “edad de oro” del capitalismo.21

En aquel momento, el economista norteamericano Charles Kindleberger formuló una tesis que se convertiría en la referencia obligatoria de todas las posteriores discusiones acerca del decline de la hegemonía norteamericana: “that for the world economy to be stabilized, there has to be a stabilizer, one stabilizer”.22 Según el autor, la economía internacional requiere de un país que, revistiendo la calidad de líder23, asuma la “responsabilidad” de proveer ciertos bienes públicos indispensables para su funcionamiento, tales como una moneda, la defensa y garantía de libre comercio, la coordinación de políticas macroeconómicas y la garantía del sistema financiero.24 Ese liderazgo, en tanto, obedece a una suerte de “ciclo vital” a lo largo de la historia, en que el ascenso del país estabilizador del sistema fue seguido de su decline, caída y sustitución por parte de un nuevo líder. De esa forma, Kindleberger concluirá que la primacía mundial de los Estados Unidos inició su decline después de la crisis experimentada por ese país en 1970.

Por su parte, el politólogo norteamericano Robert Gilpin también arribará a la misma conclusión en el sentido de que la economía internacional requiere de un hegemon que estabilice el sistema, aunque, a diferencia de Kindleberger, el autor enfatizaba que el hegemon actuaba en el marco de la promoción de sus propios intereses.25

La misma tesis reaparece en autores neomarxistas, como Immanuel Wallerstein y Giovanni Arrighi,26 que cambiarán los preceptos de las teorías del Imperialismo27 por la nueva agenda de pesquisa propuesta por los teóricos de la estabilidad hegemónica.28 En línea con Kindleberger, Wallerstein adhiere a la idea del colapso del poder norteamericano al formular su teoría de los “ciclos hegemónicos”. Para este autor, los poderes hegemónicos constituyen “one aspect of the central role of the political machinery in the functioning of capitalism as a mode of production”.29

Como Kindleberger, Wallerstein también consideró que la crisis de hegemonía norteamericana comenzó en la década de 70 y duró hasta fines del siglo XX, aunque, según este autor, en los inicios del siglo XXI, esa crisis norteamericana no se trata de un caso más de “transición hegemónica” sino que representa la crisis terminal del “sistema mundial moderno” que nació en Europa durante el “largo siglo XVI” (1450-1650)30 y que deberá ser reemplazado por un nuevo orden internacional hacia los años 2025 o 2050.31

Por su parte, Giovanni Arrighi propone una tesis en la que identifica dos ciclos paralelos dentro del sistema mundial: los ciclos de poder o “ciclos hegemónicos” propiamente dichos y los ciclos económicos del capital o “ciclos de acumulación” que fueron liderados, en los últimos quinientos años, por Génova (siglo XV hasta principios del siglo XVII), Holanda (finales del siglo XVI hasta finales del siglo XVIII), Inglaterra (segunda mitad del siglo XVIII, todo el siglo XIX y los primeros años del siglo XX) y Estados Unidos (finales del siglo XIX hasta la fase actual de expansión financiera). Según Fiori, por un lado,

(...) a originalidade da teoria da Arrighi está na relação braudeliana que estabelece entre o poder e o capital, e sua principal contribuição marxista à teoria das hegemonias mundiais é seu conceito de “ciclo sistêmico de acumulação” pero, por otro, o problema é que este conceito é também o ponto mais frágil de toda a teoria de Arrighi, muito vago, impreciso e sem sustentação empírica.32

En palabras del propio Arrighi,

la fórmula general del capital acuñada por Marx (DMD) puede interpretarse, por consiguiente, como la descripción no únicamente de la lógica de las inversiones de los capitalistas individuales, sino también como la pauta de comportamiento recurrente de capitalismo histórico como sistema-mundo. El aspecto central de la mencionada pauta radica en la alternancia de épocas de expansión material (fases DM de acumulación de capital) con fases de renacimiento y expansión financieros (fases MD). En las fases de expansión material, el capital-dinero “pone en movimiento” una creciente masa de mercancías (incluidas la fuerza de trabajo mercantilizada y los recursos naturales), y en las fases de expansión financiera, una creciente masa de capital-dinero “se libera” de su forma de mercancía, y la acumulación se realiza mediante procedimientos financieros. En su conjunto, las dos épocas o fases constituyen un ciclo sistémico de acumulación completo (DMD).33

Arrighi identifica en su tesis dos momentos cruciales en el declino simultáneo de sus dos ciclos, de poder y de capital: el momento de la crisis inicial y el momento de la crisis terminal. En el momento en que los dos ciclos convergen y “terminan”, un nuevo bloque de poder y capital (que ha conseguido suficiente poder mundial) reorganiza el sistema y lidera el ciclo siguiente. De acuerdo a ese autor, la crisis inicial de la hegemonía norteamericana comenzó en la década de 1970 y su crisis terminal está en pleno curso en este siglo XXI.34

En opinión de Fiori,

Arrighi atribui, muitas vezes, uma dimensão revolucionária ao fim do “ciclo americano”, numa clara analogia com a teoria do Imperialismo de Lenin, na qual a “etapa superior” do capitalismo seria, ao mesmo tempo, a antessala da revolução socialista mundial. Com a diferença de que, na teoria marxista do imperialismo (...) a revolução e a superação do sistema capitalista não eram um subproduto do “declínio inglês”.35

Al mismo tiempo, Arrighi visualiza a China como probable sucesora de la hegemonía norteamericana y, en ese sentido, su concepto de crisis “terminal” vuelve a ser cíclico y no revolucionario. No obstante ello, según Fiori, no queda claro desde el punto de vista de estas teorías qué sucedió con la “crisis de los años 70”36 que terminó fortaleciendo el poder hegemónico norteamericano en un marco de transformación estructural del sistema mundial37:

Pouco a pouco, o sistema mundial foi deixando para trás um modelo “regulado” de “governança global”, liderada pela “hegemonia benevolente” dos Estados Unidos, e foi se movendo na direção de uma nova ordem mundial com características mais imperiais do que hegemônicas.38

De la lectura de Fiori surge de forma explícita que en este inicio de siglo XXI no existen evidencias de un “colapso” del poder norteamericano39, enfatizando la “confusión” entre planos y tiempos históricos diferentes en la que recaen las tesis antes mencionadas que declaran su final.

Braudel distingue el tiempo “breve” (vida política inmediata) del tiempo de “larga duración” (grandes estructuras históricas) y, desde esa perspectiva, podríamos asumir que los Estados Unidos están enfrentando actualmente una crisis de liderazgo en el tiempo “breve” de las relaciones políticas inmediatas con sus aliados y adversarios40, aunque ello no redunde necesariamente en una disminución de su “poder estructural”.41

En su análisis, Fiori es claro al sostener que

(...) no plano das “longas durações” históricas, em que tudo se transforma de maneira mais lenta, as derrotas militares americanas e a expansão chinesa não significam, necessariamente, uma crise final do poder americano. Pelo contrário (...) elas fazem parte de uma grande transformação expansiva do sistema mundial, que começou na década de 70 e se prolonga até hoje, associada, em grande medida, à expansão contínua e vitoriosa do próprio poder americano neste período.42

4. Conclusión

La corriente de pensamiento abordada en el presente trabajo concibe al sistema mundial como un “universo en continua expansión” que necesita de la preparación para la guerra y de la guerra propiamente dicha, cuanto de las crisis, para estabilizarse y abrir nuevos caminos de progreso.

Quizá una de las cuestiones centrales que se desprende de la tesis presentada es que la existencia de un hegemon estabilizador del sistema no interrumpe la voluntad expansionista de los demás estados del sistema y, ni siquiera la del propio hegemon, cuanto desestabilizador del propio conjunto de reglas por él creado.

Actualmente, está en curso una de esas grandes explosiones expansivas del sistema interestatal capitalista donde los estados que luchan por el “poder global” (en particular las grandes potencias) están siempre creando orden y desorden, expansión y crisis, paz y guerra, sin perder su preeminencia jerárquica dentro del sistema.


Referencias

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Notas

1 Véase Fiori, José Luís da C. O sistema interestatal capitalista no início do século XXI. En: Fiori, José Luís da C. et. al. O mito do colapso do poder americano. Rio de Janeiro: Record, 2008.
2 Véase Braudel, Fernand. A dinâmica do capitalismo. Rio de Janeiro: Rocco, 1987.
3 Cfr. Fiori, José Luís da C. Op. cit., p. 25.
4 Según Hobbes, “(...) a guerra não consiste apenas na batalha, ou no ato de lutar, mas naquele lapso do tempo durante o qual a vontade de travar batalha é suficientemente conhecida (...), a natureza da guerra não consiste na luta real, mas na conhecida disposição para tal, durante todo o tempo em que não há garantia do contrário”. Cfr. Hobbes de Malmesbury, Thomas. Leviatã ou matéria, forma e poder de um estado eclesiástico e civil. São Paulo: Abril [1651], 1974, pp. 79-80).
5 Respecto de las atribuciones del príncipe en materia militar, Maquiavel expresa: “Preconizo que um príncipe não tenha outro objeto de preocupações nem outros pensamentos a absorvê-lo, e que tampouco se aplique pessoalmente a algo que fuja aos assuntos da guerra e à organização e à disciplina militares, porquanto apenas estes concernem à única arte atinente ao seu comando. (...) os príncipes que se ocuparam mais dos seus deleites que das armas perderam os seus Estados. O que por primeiro pode fazer com que percas o teu próprio Estado é a negligência com respeito a essa arte. Ademais, o que te permitirá conquistá-lo será a tua excelência nessa mesma arte”. Cfr. Maquiavel, Nicolau. O príncipe. Porto Alegre: L&PM [1513], 1998, p. 69).
6 De acuerdo a Hobbes, “(...) pertence à soberania o direito de fazer a guerra (...) Quer dizer, o de decidir quando ela (...) corresponde ao bem comum, e qual a quantidade de forças que devem ser reunidas, armadas e pagas para esse fim, e de levantar dinheiro entre os súbditos, a fim de pagar suas despesas”. Cfr. Hobbes de Malmesbury, Thomas. Op. cit., p. 114.
7 Según Marx, “(...) las diversas etapas de la acumulación originaria tienen su centro, en un orden cronológico más o menos preciso, en España, Portugal, Holanda, Francia e Inglaterra. Es aquí, en Inglaterra, donde a fines del siglo XVII se resumen y sintetizan sistemáticamente en el sistema colonial, el sistema de la deuda pública, el moderno sistema tributario y el sistema proteccionista. En parte, estos métodos se basan, como ocurre con el sistema colonial, en la más burda de las violencias. Pero todos ellos se valen del poder del Estado, de la fuerza concentrada y organizada de la sociedad, para acelerar a pasos agigantados el proceso de transformación del modo feudal de producción en el modo capitalista y acortar las transiciones. La violencia es la comadrona de toda sociedad vieja que lleva en sus entrañas otra nueva. Es ella misma una potencia económica”. Cfr. Marx, Karl. El capital. México: Fondo de Cultura Económica [1867], 1980. v. 1, p. 638.
8 Según un autor, “Os europeus seguiram uma lógica padronizada de provocação da guerra: todo aquele que controlava meios substanciais de coerção tentava garantir uma área segura dentro da qual poderia desfrutar dos lucros da coerção”. Cfr. Tilly, Charles. Coerção, capital e estados europeus: 990-1992. São Paulo: Ed. da USP, 1996, p. 127.
9 Braudel establece una distinción fundamental entre los conceptos de “economía de mercado” y de “capitalismo”, en el sentido que en la economía de mercado se desenvuelven intercambios “normales” mientras que el capitalismo es el lugar donde se obtienen los “grandes lucros”. Véase Braudel, Fernand. Op. cit.
10 Cfr. Fiori, José Luís da C. Op. cit., p. 27. Véase también, Fiori, José Luís da C. “Formação, expansão e limites do poder global”. En: Fiori, José Luís da C. (Org.). O poder americano. Petrópolis: Vozes, 2004a. Asimismo, Fiori, José Luís da C. O poder global e a nova geopolítica das nações. São Paulo: Boitempo, 2007.
11 Según un autor, “O desenvolvimento concreto dessa luta constante e as relações de poder entre os adversários variam profundamente conforme os países. O resultado dos conflitos, porém, é, em sua estrutura, quase sempre o mesmo: em todos os maiores países da Europa Continental, e ocasionalmente também na Inglaterra, os príncipes e os seus representantes terminam por acumular uma concentração de poder à qual não se comparam os demais Estados”. Cfr. Elias, Norbert. O processo civilizador. Vol. 2. Rio de Janeiro: J. Zahar [1939], 1976, p. 15).
12 Si bien Fiori utiliza la misma denominación de Immanuel Wallerstein en su formulación de la teoría del sistema-mundo, deja en claro que la misma es empleada al sólo efecto de contar con la misma referencia cronológica.
13 De acuerdo a Fiori, “Nesse sentido, o mais correto é dizer que o ‘império’, ou a ‘vontade imperial’, foi uma dimensão essencial dos primeiros Estados nacionais europeus. Como resultado, desde o início, o novo sistema estatal europeu esteve sob o controle compartido e competitivo de um pequeno número de ‘Estados-império’ que se impuseram dentro da própria Europa, conquistando, anexando ou subordinando outras formas de poder locais menos poderosas que os novos Estados. Foi assim que nasceram as primeiras potências, um pequeno número de ‘Estados-império’ que se impuseram em sua região e se transformaram no ‘núcleo central’ do sistema estatal europeu. O núcleo das grandes potências que nunca foi homogêneo, coeso ou pacífico e viveu em estado de guerra quase permanente, exatamente porque todos os seus Estados eram ou tinham ‘vocação imperial’ e mantinham, entre si, relações complementares e competitivas”. Cfr. Fiori, José Luís da C. Op. cit., 2004a, pp. 38-39.
14 Cfr. Fiori, José Luís da C. Op. cit., 2008, p. 29.
15 Cfr. Fiori, José Luís da C. Op. cit., 2004a, pp. 41-42.
16 La conquista es el acto fundador que instaura y acumula poder. Nadie puede conquistar nada sin tener poder o sin tener más poder en relación al conquistado. En un mundo en el que todos tuvieran el mismo poder, no existiría el poder. En ese sentido, el poder ejerce una “presión competitiva” sobre sí mismo, y no existe ninguna relación social anterior al propio poder. Véase Fiori, José Luís da C. Um universo em expansão: o poder, o capital e as guerras. En: Jornal de Resenhas, n. 5, 2009a.
17 Cfr. Fiori, José Luís da C. Op. cit., 2004a, pp. 30-31.
18 Según se indicara, “Desses grandes lucros derivam as consideráveis acumulações de capitais, tanto assim que o comércio a distância se reparte apenas entre poucas mãos (...) só os grandes comerciantes praticam e concentram em suas mãos lucros anormais”. Cfr. Braudel, Fernand. Op. cit., p. 49.
19 Según indica Fiori no existe capital ni capitalismo en general, sino que existen capitales nacionales que se internacionalizan sin perder su vínculo con alguna moneda nacional o soberana. Históricamente, todas las “monedas internacionales” fueron monedas nacionales de Estados “vencedores”. De esa forma, es posible sostener que los sistemas monetarios internacionales constituyen una suerte de “retrato” de la correlación de fuerzas existentes entre las potencias en un momento determinado. Véase Fiori, José Luís da C. Op. cit., 2008.
20 Cfr. Fiori, José Luís da C. Op. cit., 2008, p. 18.
21 Véase Hobsbawn, Eric. Historia del siglo XX. Buenos Ares: Crítica; Planeta [1994], 2009.
22 Cfr. Kindleberger, Charles P. The world in depression: 1929-1939. Berkeley: University of California, 1973, p. 305.
23 En palabras del autor: “The international economic and monetary system needs leadership, a country which is prepared, consciously or unconsciously, under some system of rules that it has internalized, to set standards of conduct for other countries; and to seek to get others to follow them, to take on an undue share of the burdens of the system”. Cfr. Kindleberger, Charles P. Op. cit., p. 28).
24 Según se expresara: “The 1929 depression was so wide, so deep and so long because the international economic system was rendered unstable by British inability and United States unwillingness to assume responsability for stabilizing it in three particulars: a) maintaining a relatively open market for distress goods; b) providing counter-cyclical long-term lending; and c) discounting in crisis”. Cfr. Kindleberger, Charles P. Op. cit., pp. 291-292.
25 Cfr. Gilpin, Robert. Global political economy: understanding the international economic order. Princeton: Princeton University, 2001, p. 99). En palabras del propio Gilpin: “States have a strong incentive to take actions that safeguard their own values and interests, especially their power and freedom of action, and they also attempt to manipulate market forces to increase their power and influence over rival states or to favor friendly states”. Cfr. Gilpin, Robert. Op. cit., p. 77.
26 Véase Gill, Stephen (Org.) Gramsci, materialismo histórico e relações internacionais. Rio de Janeiro: Ed. da UFRJ [1993], 2007.
27 Véase Bukharin, Nikolai I. A economia mundial e o imperialismo. São Paulo: Abril [1915], 1984. También Hobson, John A. Imperialism: a study. Michigan: University of Michigan [1938], 1965. Asimismo, Hilferding, Rudolf. O capital financeiro. São Paulo: Nova Cultural [1877–941], 1985).
28 Fue Robert Keohane quien hacia 1980 acuñó el término de “Theory of hegemonic stability”.
29 Wallerstein, Immanuel. The politics of the world economy. Cambridge: Cambridge University, 1984, p. 43.
30 De acuerdo a Wallerstein: “The world in which we are now living, the modern world-system, had its origins in the sixteenth century. This world-system was then located in only a part of the globe, primarily in parts of Europe and the Americas. It expanded over time to cover the whole globe. It is and has always been a ‘world economy’. It is and has always been a ‘capitalist’ world economy”. También expresó: “We are in a capitalist system only when the system gives priority to the ‘endless’ accumulation of capital (…) only the modern world-system has been a capitalist system (…) Endless accumulation (…) means that people and firms are accumulating capital in order to accumulate still more capital, a process that is continual and endless (…) A world-economy and a capitalist system go together. Since world-economies lack the unifying cement of an overall political structure or a homogeneous culture, what holds them together is the efficacy of the division of labor. And this efficacy is a function of the constantly expanding wealth that a capitalist system provides (…) A capitalist world-economy is a collection of many institutions (…) markets (…) firms that compete in markets (…) the multiple states, within an interstate system; the households; the classes; and the status-groups”. Cfr. Wallerstein, Immanuel. World systems analysis: an introduction. London: Duke University, 2004, pp. 23-24.
31 Cfr. Wallerstein, Immanuel. Após o liberalismo. Petrópolis: Vozes [1995], 2002, p. 209.
32 Cfr. Fiori, José Luís da C. Op. cit., 2008, pp. 14-15.
33 Cfr. Arrighi, Giovanni. El largo siglo XX. Madrid: Akal [1994], 1999, pp. 18-19.
34 Cfr. Arrighi, Giovanni. Op. cit., p. 26.
35 Cfr. Fiori, José Luís da C. Op. cit., 2008, p. 16.
36 Varios fueron los indicadores que permitieron presumir su decline: los Estados Unidos se transformaron en el gran deudor de la economía mundial, la crisis del Sistema de Bretton Woods, el padrón “dólar oro” fue sustituido por un nuevo padrón monetario internacional (que alguna literatura denominó de “dólar flexible”), la desregulación del mercado financiero norteamericano, la crisis de precios de petróleo y la derrota en la Guerra de Vietnam.
37 Cfr. Fiori, José Luís da C. O poder global dos Estados Unidos: formação, expansão e limites. En: Fiori, José Luís da C. (Org.). O poder americano. Petrópolis: Vozes, 2004b, pp. 93-94.
38 Tal como expresa Fiori: “A projeção internacional do poder americano começou logo depois da sua independência e se prolongou, de forma contínua, através dos séculos XIX e XX. Mas foi só na segunda metade do século XX, depois da ‘crise da década de 70’, que os Estados Unidos adotaram uma estratégia imperial explícita, que obteve uma vitória contundente, em 1991, alimentando o sonho de um poder global absoluto, ou de um império mundial”. Cfr. Fiori, José Luís da Costa. Estados Unidos, América do Sul e Brasil: seis tópicos para uma discussão. In: Diplomacia, Estratégia & Política, n. 9, 2009b, pp. 35-36.
39 Si bien la crisis hipotecaria y financiera de 2007-2008 se profundizó derivando en una crisis financiera global, no afectó la centralidad del dólar y su carácter de moneda internacional (padrón dólar flexible), de los títulos de la deuda y de la economía norteamericana que continúa siendo la más poderosa del mundo. Asimismo, el fracaso político norteamericano en Irak no disminuyó el poder militar de los Estados Unidos que sigue siendo superior al conjunto de poderes del resto de las potencias. Véase Serrano, Franklin. A economia americana, o padrão dólar flexível e a expansão mundial nos anos 2000. En: Fiori, José Luís da C. et. al. O mito do colapso do poder americano. Rio de Janeiro: Record, 2008.
40 Según Fiori, como en la década de 70 se hablaba del declino norteamericano con relación a Alemania y Japón, hoy es posible hablar de un “decline relativo” de los Estados Unidos con relación a China, sin importar ello un colapso de su poder hegemónico. Cfr. Fiori, José Luís da C. Op. cit., 2008, p. 21.
41 Según Strange: “There are two kinds of power exercised in a political economy – structural power and relational power”. El hegemon cuenta con cuatro fuentes de poder: “control over security; control over production; control over credit; and control over knowledge, beliefs and ideas”. El control sobre esos recursos confiere a la potencia hegemónica el “poder structural” que por definición(...) is the power to shape and determine the structures of the global political economy within which other states, their political institutions, their economic enterprises and (not least) their scientist and other professional people have to operate”. Cfr. Strange, Susan. States and markets. Londres: Pinter, 1988, pp. 24-26.
42 Cfr. Fiori, José Luís da C. Op. cit., 2008, p. 20.

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