Universidad y Política: el movimiento estudiantil en los 80 | Centro Cultural de la Cooperación

Universidad y Política: el movimiento estudiantil en los 80

Autor/es: Luciana Arriondo

Sección: Investigaciones

Edición: 11

Español:

El presente trabajo tiene por objetivo identificar algunas dimensiones centrales para el estudio del movimiento estudiantil entre los años 1982 y 1989. En este período, luego de la brutal represión ejercida por la última dictadura en las universidades argentinas, se desarrollarán importantes cambios en las tradiciones políticas del movimiento estudiantil que darán origen a una renovada presencia de éste en la universidad. Para entender estas transformaciones, tomamos como punto de referencia la etapa previa a la dictadura. Intentaremos pasar revista a las principales características de la vida académica y de las tendencias en el movimiento estudiantil a fin de identificar cómo fue la vuelta de la actividad política en los años posteriores a la dictadura en relación a las formas organizativas adoptadas y a las opciones mayoritarias elegidas.


Introducción

Junto a los grandes protagonistas de la historia más reciente de nuestro país se encuentra el movimiento estudiantil. Se trata de un actor que si bien no ha sido tan estudiado en las ciencias sociales, ha mantenido su protagonismo en la historia de la universidad alcanzando también un lugar destacado en diferentes acontecimientos de relevancia en el país. Un momento clave de su constitución fue la Reforma Universitaria de 1918, hecho que inauguró un proceso de modernización de la universidad de alcance latinoamericano y cuyas reformas y principios otorgaron al movimiento estudiantil de nuestro país una base programática sobre la cual las agrupaciones estudiantiles organizaron su accionar desde entonces.

El estudio del movimiento estudiantil es bastante reciente. En los últimos años comenzaron a surgir diferentes iniciativas para su análisis específico y lentamente dan a luz importantes trabajos que intentan dar respuesta a la escasa y heterogénea bibliografía existente sobre este tema1. No obstante, un período poco estudiado es el que comprende los años de retorno de la democracia. En los 80 tiene lugar en Argentina la reconstrucción del sistema democrático tras el brutal golpe de Estado de 1976. En la universidad, se consolida la hegemonía de la agrupación Franja Morada, brazo estudiantil del partido de gobierno, la UCR, por entonces con amplio respaldo popular. El deterioro de este apoyo hacia el gobierno nacional se hará sentir especialmente desde 1987, momento que también significó una crisis profunda para Franja Morada en la universidad. El lugar que por entonces alcanzó la agrupación tanto en la conducción del movimiento estudiantil como dentro de las propias universidades será el inicio de un largo protagonismo que los sectores vinculados al radicalismo tendrán en la universidad hasta, por lo menos, el 2001. Claro que aquí solo nos ocuparemos de los años 80. ¿Qué características adoptó la actividad política estudiantil con el retorno de la democracia? ¿Por qué Franja Morada? ¿Cómo se incorporó la izquierda a este proceso?

Para intentar abordar estos interrogantes, en primer lugar, realizaremos una breve descripción de lo acontecido en la universidad y en el movimiento estudiantil en los años previos al golpe y en la dictadura. En segundo lugar, intentaremos reconstruir, en base a la bibliografía existente, las principales características que asume el movimiento estudiantil entre 1982 y 1989 para finalmente dejar planteado algunos interrogantes, que aquí no podrán ser desarrollados, para una futura agenda de investigación sobre la etapa.

Universidad y movimiento estudiantil: de la radicalización a la dictadura

La reestructuración de las relaciones sociales que la dictadura impuso en 1976 tuvo en la universidad uno de sus blancos. Las universidades fueron un objetivo claro del terrorismo de estado en la medida en que eran asociadas a la formación de la “subversión”. En marzo de 1976, mediante la ley 21.276, fueron intervenidas quedando bajo control del poder ejecutivo al tiempo que se suprimieron los órganos de gobierno colegiados y se prohibieron las actividades gremiales y políticas. El golpe militar significó el punto más álgido de una escalada de violencia que venía gestándose desde años anteriores. Tal como lo indican Laura Rodríguez y Germán Soprano, los años transcurridos entre 1974 y 1983,

(...) comprendieron el periodo en el que se impusieron mayores restricciones a la autonomía universitaria y se practicó sistemáticamente el ejercicio de la violencia sobre sus autoridades, profesores, investigadores, estudiantes, graduados y empleados, muchos de los cuales fueron objeto de exoneraciones, exilio o se contaron entre las personas asesinadas o “desaparecidos”, primero por el accionar de organizaciones armadas como la Triple A entre 1974 y 1976 y, luego, por el terrorismo de estado de la última dictadura.2

La transformación de la universidad impulsada por los militares contemplaba dos aspectos principales, por un lado, el control político e ideológico y por otro, el redimensionamiento del sistema universitario3, es decir, la disminución y reencauzamiento de la matrícula. En vistas a ellos se impulsaron en estos años sistemas de cupos, exámenes de ingreso y finalmente el arancelamiento. También se pusieron en marcha modificaciones en los planes de estudios de la mayoría de las carreras.4

El terrorismo de Estado fue la única vía posible para la puesta en marcha de la reestructuración neoliberal del capitalismo argentino de entonces. Por la misma vía se pretendió transformar las universidades argentinas, las cuales habían sido parte del proceso de radicalización social y de movilización política que vivió el país desde mediados de la década del 60 hasta 1974, período en el que tuvieron lugar importantes cambios en la universidad y en el movimiento estudiantil.

La dictadura de 1966 a cargo del general Juan Carlos Onganía se había propuesto objetivos similares a los de 1976 para la universidad. Los “años dorados” llegaron a su fin a partir de la intervención impuesta por el gobierno y comenzó entonces un proceso de desmantelamiento de importantes equipos de investigación. Sin embargo, de acuerdo con Pablo Buchbinder, la intervención no logró los objetivos esperados: fracasó en su intento de reconfigurar la universidad y llevar adelante un proceso de normalización, como así también en el intento de limitar la politización de la vida académica. Un elemento a destacar, que incide en las políticas implementadas por el gobierno de facto, es el proceso de masificación característico de toda la etapa, solo por mencionar un indicador, entre 1960 y 1972 la matrícula pasó de 159.000 a 333.000 estudiantes5. Una de las estrategias del régimen para limitar la movilización, en este contexto, fue la diversificación del sistema universitario a partir de la creación de nuevas universidades en el ámbito público, tanto a nivel nacional como a nivel provincial6. Según el mismo autor, la idea de incompatibilidad de la universidad de masas con la universidad científica sumado al temor por el impacto político de la concentración masiva de estudiantes fueron elementos decisivos para la descentralización del sistema.

Dos procesos serán característicos de esta etapa, la revisión por parte de la intelectualidad argentina del lugar del peronismo y, ligado a ello, una radicalización inédita del movimiento estudiantil. Esto último se puso de manifiesto en el cuestionamiento de los sectores de izquierda de las principales bases programáticas heredadas del legado reformista del 18, en la radicalización del sector católico, sobre todo de las universidades del interior; y, más tarde, en la incorporación de estos sectores al peronismo de izquierda y la afirmación de éste en la conducción del movimiento estudiantil en la mayoría de las universidades del país.

La intervención y militarización de las casas de estudios por parte del gobierno motorizó aun más las protestas estudiantiles7, que por entonces acompañaban una movilización social general en busca de cambios sociales profundos para el país y en relación a los cuales cuestionaban también el proyecto de universidad existente. Ante un escenario de presión creciente ejercida por la movilización popular, la dictadura fracasa y se abre paso a una salida democrática que traerá de regreso al poder al peronismo, luego de años de proscripción. En el breve periodo que va desde la asunción de Cámpora en mayo de 1973 hasta la muerte de Perón en julio de 1974, tendrán lugar importantes iniciativas dirigidas a modificar la universidad.

El proceso llamado “peronización” de la vida académica fue muy estudiado en la literatura sobre historia de las ideas en términos de los cambios que significó para una parte importante de la intelectualidad argentina. Este proceso involucró la aparición desde fines de los 60 de agrupaciones tanto de profesores como estudiantes peronistas, así como de destacados intelectuales que pasaron a identificarse con esa tradición política8. Con la llegada del peronismo al poder estas tendencias llegarán a los gobiernos de las universidades a partir de la intervención decretada por el gobierno peronista y luego por la implementación de la ley 20.654, conocida como “Ley Taiana”. De acuerdo con Perel y Raices,

(...) el objetivo de la intervención del 73 apuntaba a terminar con una universidad academicista (…) [algo que era entendido como] una formación destinada a servir de recurso calificado para las empresas multinacionales y generadora de un profesionalismo privatista e insolidario con las necesidades sociales. La reversión de este panorama debía darse desde la democratización de los claustros, una profunda reforma de los contenido y modalidades de la actividad académica y la depuración de los llamados “elementos continuistas”. (…) la universidad pública en general y la UNPBA en particular, vivió en aquellos tiempos una dinámica vertiginosa, de efímera duración pero de gran riqueza en iniciativas y propuestas9.

Este movimiento contribuyó también a las transformaciones del movimiento estudiantil. Desde 1966 se produce en las agrupaciones un progresivo abandono de los postulados heredados de la reforma del ‘18 que son reemplazados por una identificación inmediata con partidos políticos. En un estudio sobre el movimiento estudiantil de la UBA, Juan Califa ofrece una periodización que tiene como base el nivel de radicalización del movimiento estudiantil10. Destaca que entre los años 1966 y 1970 se produce la crisis del reformismo como paradigma ideológico que había moldeado hasta entonces el accionar de las agrupaciones estudiantiles. Tendrá lugar entonces una mayor identificación con los partidos de izquierda, sobre todo con el peronismo de este signo. El segundo período que identifica el autor es la década del 70, en donde estos rasgos ya aparecen claramente consolidados. Ejemplo de estas tendencias es que hacia fines del 73 la Juventud Universitaria Peronista ganó las elecciones en casi todos los centros estudiantiles del país11. En la UBA, la JUP ganó nueve de los trece centros con un 44% de los votos, seguida de un 21% de Franja Morada y un 18% del MOR (Movimiento de Orientación Reformista, vinculado al Partido Comunista)12.

Según Raíces y Perel, los límites de la experiencia del peronismo en la universidad

(...) estarían dados por la inevitable inserción de las problemáticas universitarias en el ceno de las luchas por el poder que enfrentaron a la izquierda peronista –motor de las transformaciones académicas- con sus antagonistas dentro y fuera del peronismo, hasta decidirse su suerte no solo en sentido opuesto al proyecto camporista, sino incluso al reformismo liberal, sustituidos ambos por el perfil represivo y escolástico-clerical de la “Misión Ottalagano”.13

Alberto Ottalagano fue interventor de la Universidad de Buenos Aires, designado por Oscar Ivanissevich, quien asumió como ministro de Educación en agosto de 1974, tras la salida de Taiana. Con su llegada al ministerio se inicia la escalada de represión y violencia para las universidades que será profundizada desde marzo de 1976.

Recuperación democrática en la universidad

En 1982, tras la guerra de Malvinas comienzan a mostrarse fuertes síntomas de debilitamiento del gobierno militar. Al mismo tiempo, crecía la presión social y comenzaba a salir a la luz el horror cometido en aquellos años. Sumergido en una fuerte crisis interna, el gobierno anuncia el llamado a elecciones, las cuales finalmente se celebraron hacia octubre de 1983 otorgándole la presidencia a Raúl Alfonsín de la Unión Cívica Radical.

La llegada de Alfonsín y los primeros años de su gobierno fueron acompañados por una activa participación de la sociedad. El nuevo gobierno contó con el apoyo en las urnas pero también con una sociedad altamente movilizada, motivada por las grandes expectativas depositadas en el gobierno. No podremos aquí dar cuenta de los principales debates políticos y académicos que la denominada transición democrática ha desencadenado. Solo señalamos que hay quizás dos grandes líneas de evaluación sobre el papel del gobierno radical en la etapa, que se desarrollan en base al lugar preponderante que se le otorgue, en algunos casos, a los condicionantes del período (como las fuerzas armadas, el poder de las corporaciones sindicales, empresariales y políticas y de la situación económica del país) y, en otros casos, a la incapacidad o falta de voluntad política del gobierno de avanzar en terrenos indispensables para edificar la democracia en el futuro. Lo cierto es que entre los condicionantes estructurales y la voluntad política de avanzar pero moderadamente sobre algunos terrenos se inició un proceso de reconstrucción de la democracia frágil, con caminos zigzagueantes en las principales materias pendientes, que no logró ser un freno a la profundización de las políticas neoliberales que se implantarían en la década siguiente. El gobierno no logró capitalizar políticamente el apoyo popular con el que contaba y a la ilusión democrática de 1983, respalda en multitudinarias manifestaciones populares, prosiguió, en 1987, una profunda desilusión. En plena crisis hiperinflacionaria, el gobierno de Alfonsín tuvo que dejar el poder anticipadamente en 1989, en lo que fue la primera sucesión presidencial constitucional luego de más de 50 años.

En la universidad la política del gobierno de Alfonsín se propuso la normalización recuperando aspectos principales del modelo reformista de 1918. Las normas sancionadas en la etapa expresan el compromiso con la autonomía universitaria, el gobierno tripartito y el pluralismo ideológico. El lugar destacado que el gobierno otorgó a la universidad se vio reflejado en el acompañamiento que a éste se le brindó desde las casas de estudio. Según Buchbinder y Marquina,14 la reestructuración político-institucional implicó la normalización del claustro de profesores y la consecuente reincorporación de docentes cesanteados y de impugnación de los concursos sustanciados entre 1976 y 1983. Otro rasgo característico que destacan los autores es el predominio de la política de partidos hacia el interior de las universidades. Los nombramientos de cuadros políticos de la UCR como rectores interventores y las alternancias posteriores con el peronismo fueron configurando la relación particular entre política de partidos y universidad que actualmente conocemos.

Señalábamos como uno de los objetivos de la dictadura para la universidad el redimensionamiento de la matrícula del sistema universitario. Durante esta etapa la matrícula registró un estancamiento como resultado de la implementación de sistemas de cupos, aranceles o su desplazamiento al sector universitario privado o hacia el nivel terciario. Contrario a la política restrictiva de la dictadura el gobierno de Alfonsín dio prioridad al ingreso abierto a la universidad. Muchas universidades volvieron a establecer el ingreso irrestricto, aunque posteriormente comenzaron a implementarse los cursos de ingreso. Según Buchbinder y Marquina “la expansión acelerada del número de estudiantes constituyó entonces, sin duda, una variable central de la historia universitaria del período de la transición democrática”.15 El ingreso abierto a la universidad se tradujo en un sustancial aumento de los ingresantes y un acelerado crecimiento de la matrícula, según los autores en 1983 había 416.000 estudiantes universitarios, en 1984 llegaron casi a 500.000, en tanto que en 1986 superaban los 700.000.

Durante el gobierno de Alfonsín no se crearon nuevas universidades públicas ni se autorizó la creación de nuevas universidades privadas. Los autores señalan al respecto que el sistema que absorbió el crecimiento sustancial de la matrícula de estos años era en 1991 prácticamente el mismo que en 1973. Así, señalan que durante el gobierno de Alfonsín,

(...) el periodo de apertura y democratización no fue lo suficientemente planificado. La política de ingreso irrestricto del gobierno como forma de satisfacer las expectativas de la población no contempló una realidad marcada por la falta de aulas, de docentes capacitados para atender a todos los ingresantes y de presupuesto. A esta situación se sumó la grave situación económica del país, traducida en altos índices de inflación que terminaron por licuar los presupuestos universitarios y generar a nivel institucional el mismo desencanto que se agudizaba en la sociedad.16

El movimiento estudiantil en los 80

Decíamos que los 80 serán años de una presencia renovada del movimiento estudiantil. Nos interesa detenernos en los principales rasgos que asumió en esta etapa por la importancia que tienen para entender la vuelta a la vida política en la universidad. Hablamos de presencia renovada en referencia a su pasado más inmediato: un profundo proceso de radicalización política que se inicia hacia fines de los 60 y el quiebre del mismo a partir de una brutal represión iniciada incluso antes de la dictadura militar de 1976. Con la llegada de la democracia, la elección del movimiento estudiantil fue diferente. El rasgo sin duda sobresaliente es que el movimiento estudiantil acompañó las expectativas del conjunto de la sociedad en el gobierno, con altísimos niveles de participación y movilización y con la elección de su conducción política. En 1983, en las primeras elecciones después de la dictadura, los estudiantes eligieron a la agrupación Franja Morada, brazo del radicalismo en la universidad, como la principal fuerza política. Era una opción por una alternativa políticamente moderada, por una agrupación que alcanzaba su hegemonía al tiempo que modificaba su anterior discurso radicalizado.

La hegemonía alcanzada por Franja Morada será fuertemente disputada recién en 1987, momento en el que una fuerza en crecimiento, de corte liberal, UPAU (Unión Para la Apertura Universitaria, rama estudiantil de la UCEDE) gane varios de los centros estudiantiles que se encontraban bajo conducción de Franja Morada. En este momento, a nivel nacional, también el radicalismo fue golpeado en las elecciones nacionales legislativas y la UCEDE registró la mejor elección de su historia.

Si bien estas características de la política estudiantil irán a tono con la situación política nacional, hay también elementos singulares propios de la vida académica que en interacción con éstos otorgarán una nueva presencia del movimiento estudiantil. Nos detendremos aquí en algunos elementos que se desprenden de, por un lado, la forma de organizar la actividad política, y por otro, las opciones políticas que tomó el movimiento estudiantil. En este sentido, la hegemonía política del brazo radical no representa la única novedad del período. La vuelta a la actividad política estudiantil en la universidad será acompañada de la aparición de grupos denominados “independientes” a la par de un debilitamiento de la izquierda y del peronismo, ambos de fuerte peso en los años anteriores a la represión.

El ascenso de Franja Morada

Antes del final de la dictadura se inicia un proceso lento y subterráneo de reorganización del movimiento estudiantil. Ante la ley de arancelamiento de la educación impulsada por el gobierno militar, la Federación Universitaria Argentina (FUA) reúne en 1980 a una Junta Representativa en la que participan delegados de acuerdo a sus mandatos anteriores a 1976 y que impulsará petitorios contra el arancel y una solicitada que aparecerá en los diarios nacionales en diciembre de 198017.

A partir de 1982, el movimiento estudiantil abandona paulatinamente el activismo subterráneo que realizó en los años de la dictadura y comienza a reclamar con más fuerza la reapertura de los centros. Las agrupaciones comienzan a rearticularse en base a pequeños grupos de estudiantes, se destacan en este periodo las corrientes predominantes en la etapa previa a la dictadura como Franja Morada, MOR, el Movimiento Nacional Reformista, en tanto que la JUP tiene una recuperación mucho más lenta. Este fue un reclamo unificador de todas las agrupaciones en esta etapa.

Tanto Fernando Pedrosa como Laura Polak y Juan Carlos Gorbier coinciden en señalar que la unificación por el reclamo de recuperación de los centros de estudiantes fue seguida de un proceso de diferenciación de las agrupaciones estudiantiles. Pedrosa sostiene que

(...) a medida que parecía aflojarse la política represiva y en virtud de la desesperante situación del gobierno militar, que derivó en abrupto llamado a elecciones generales, la política de los estudiantes (caracterizada hasta entonces por lo reducido de sus activistas, la convergencia de esfuerzos y la homogeneidad de posiciones) cambió su carácter y en consecuencia creció sustancialmente el número de agrupaciones y militantes, lo que conllevó en ese particular contexto, a un proceso de diferenciación hacia dentro del resurgido movimiento estudiantil.18

Para Polak y Gorbier desde finales de la guerra en 1982 cuando la militancia se hace pública “la emergencia de agrupaciones que hasta ese momento estaban bajo la superficie, sumada a la aparición de agrupaciones nuevas, desencadena un proceso de identificación y singularización, siguiendo en la mayoría de los casos clivajes políticos partidarios.19” En este proceso de diferenciación y partidización nos detendremos en adelante, pero antes nos interesa señalar algunos datos relevantes.

En la segunda mitad del año comienzan las campañas para las elecciones de centro. En 1983 Franja Morada consolida su fuerza electoral en la UBA ganando 8 de los 13 centros de estudiantes. En diciembre de ese año encabezó la lista de unidad de la Federación de la UBA y en 1984 alcanzó de la misma manera la presidencia de la FUA en el XIV congreso celebrado en Tucumán20. Si consideramos el total de centros de la UBA en el periodo 1983-1989 Franja Morada será la primera fuerza electoral durante todo el período. Seguida en segundo lugar por agrupaciones independientes de derecha en 1983, por la Juventud Universitaria Intransigente en 1984 y 1985, y por UPAU desde 1986 hasta 1989.

La partidización de la vida política tras la vuelta de la democracia, elemento que estaba presente desde los años anteriores al golpe, ha sido una de las explicaciones brindadas para explicar la elección de Franja Morada. Polak y Gorbier señalan que la supervivencia de Franja Morada está ligada a la vinculación de algunos de sus cuatros al partido radical. Los espacios brindados por el partido a muchos militantes franjistas facilitaron, desde esta perspectiva, lo que la adversidad de la universidad tornaba imposible, muchos estudiantes que compartían la facultad y los cursos solo pudieron reconocerse fuera de ellos, en las reuniones del partido. Sin embargo, también señalan un corte generacional verificado en los estilos de militancia entre quienes eran nuevos en la política y quienes había sido parte de la resistencia a la dictadura. Los “viejos”, según los autores, seguían marcados por las ideologías de los 60 en tanto que “los nuevos” tendían a enfatizar las cuestiones gremiales. Así es que para los autores dentro de la agrupación se producen diferencias tanto en lo que respecta a las tareas que debía asumir el movimiento estudiantil como en lo que hace a las posiciones a tomar frente a cuestiones específicas de la universidad.

Esta idea de Polak y Gorbier matiza al menos la explicación dada por Pedrosa, quien afirma que el éxito de Franja Morada se explica porque la nueva etapa implicó la aparición de la cuestión académica como un reclamo muy fuerte por parte de los estudiantes a las agrupaciones políticas y que fue Franja Morada, como representante del arco reformista, quien mejor se posicionó frente a estos reclamos. Lo que nos interesa señalar es que el cambio en las reivindicaciones de los estudiantes, así como la aparición de reivindicaciones propias de quienes eran nuevos en la política y rechazaban las lógicas más tradicionales de construcción atraviesa la etapa que estudiamos, pero no explica totalmente el éxito de Franja Morada que por entonces, y dada la coyuntura nacional, mantenía un discurso politizado y en referencia permanente al Partido Radical. A este respecto, Polak y Gorbier afirman que “el lanzamiento de la campaña a nivel nacional impacta desmesuradamente sobre el proceso de democratización de la universidad, produciendo un fenómeno de significativa partidización que acarrea, dentro de la FM cierta subordinación del discurso reformista universitario al discurso alfonsinista”.21 Esto está vinculado, según los autores, a la compleja trama de interacciones entre los militantes, cuyo nudo es la militancia “doble” en la universidad y en el partido. Si bien los testimonios le permiten identificar ciertos reparos a este desplazamiento de la cuestión universitaria por la cuestión partidaria (que posteriormente será la raíz de la división de franja morada), se sitúa allí gran parte del éxito de la agrupación.

Otra explicación de este ascenso, diferente de la partidización, también se desprende de Polak y Gorbier cuando señalan que Franja Morada produjo una recuperación de las reservas de sentido contenidas en la tradición reformista, olvidada en los 70, “un discurso que logró forjarse una posición central y en la cual la mencionada tradición coexistía con una serie de contenidos elaborados por la nueva dirigencia del Partido Radical”.22

La izquierda y los sectores independientes

Como señalábamos en el proceso de reorganización de los centros se registra presencia de fuerzas de izquierda, existentes con anterioridad al golpe, pero estas fuerzas encontrarán en la normalización de los centros desde 1983 un descenso de su fuerza electoral. La izquierda peronista tendrá una presencia mucho menor, según Polak y Gorbier, “apenas se registra la presencia de militantes de la JUP que ya a partir del 75 se habían desmembrado con motivo de las luchas internas y que luego del golpe terminaron de desbandarse bajo el impacto de la represión que se descargó sobre la izquierda peronista”.23 En la UBA, se convertirán en tercera fuerza recién en 1987 y a partir de un frente, FUNAP.

Para Pedrosa esta situación será reflejo del proceso de diferenciación que mencionamos. Según el autor, emergieron desde 1983 diferentes concepciones de la política universitaria, una de ellas es la reformista, que será expresada por Franja Morada, en tanto que registra, además, agrupaciones vinculadas a la década del 70 y agrupaciones independientes.

Respecto de la izquierda el autor señala que las agrupaciones con peso real eran las vinculadas al Partido Comunista y al Partido Intransigente. Señala que las características de sus discursos y prácticas eran la politización y apelación a la movilización constante y un rechazo por las cuestiones académicas. Con el proceso electoral, y posteriormente con la sanción del ingreso irrestricto, según el autor, estas agrupaciones fueron relegadas o debieron reconvertirse.

Nuevamente, nos interesa señalar la importancia de rever a la luz de nuevos trabajos esta separación expresa entre la politización y las reivindicaciones académicas. Sin duda la izquierda en esta nueva etapa necesitaba una readecuación de sus prácticas y discursos, sin la cual, posiblemente encuentre dificultades para su crecimiento político. Pero nos resulta interesante indagar, en todo caso, sobre las posibilidades y límites de tal proceso. Por otro lado, como lo señalábamos, tal tarea debe iniciarse considerando la interconexión que por entonces tenían las reivindicaciones académicas con las de carácter político, ya que el predominio de las primeras será un hecho con posterioridad.

El surgimiento de agrupaciones independientes es un rasgo del período. Rodrigo Touza24, en un trabajo sobre el movimiento estudiantil de Mendoza en el período, realiza un análisis cuyo eje es la separación entre las agrupaciones partidarias e independientes. Las vinculadas a partidos, según el autor, mantenían una agenda que contemplaba los reclamos por un centro de estudiantes con Asamblea General y Comisión directiva, la participación política masiva en asambleas, movilizaciones, gratuidad de la enseñanza, ingreso irrestricto, participación en el cogobierno y lucha contra los concursos de la dictadura. Las agrupaciones independientes manifestaban su rechazo a los partidos en la universidad y eran opuestos a los pronunciamientos sobre temas ajenos a la vida universitaria, planteaban al Centro de estudiantes solo como herramienta gremial y expresión de reivindicaciones académicas. En 1983, señala el autor, Franja Morada era la fuerza política más grande, pero solo conducía una facultad, las seis restantes estuvieron ese año en manos de agrupaciones independientes, algunas de las cuales se integrarán más tarde a UPAU25.

Para Polak y Gorbier, el fenómeno de las agrupaciones independientes, de derecha, está ligado al intento en la UBA de una “apertura controlada” tras la crisis del gobierno militar. Esto habría llevado a las autoridades universitarias a la creación de agrupaciones afines, muchas de las cuales sobrevivieron con la llegada de la democracia. Los autores plantean que estas agrupaciones promovían una universidad “sin política” y que fueron alcanzando niveles de crecimiento26.

Desde la perspectiva de Pedrosa, se destaca que en la mayoría de los casos estas agrupaciones contaban con el apoyo de las autoridades, que les brindaban ayuda y privilegios. Señala además que en sus prácticas hay una comprensión de la nueva atmósfera que reinaba entre los estudiantes y constituirán un antecedente valioso del reacomodamiento que ulteriormente producirán las fuerzas de centro-derecha en el seno de la universidad y que hacia 1987 adquirirán gran fuerza y organicidad.27

Palabras finales

Hasta aquí, tras pasar revista por los años previos al golpe y luego de identificar sus objetivos y los efectos de sus políticas en la universidad hemos intentado dar cuenta de las principales características asumidas por el movimiento estudiantil en los años de retorno de la democracia. Un trabajo más pormenorizado deberá reunir estudios de casos sobre el movimiento estudiantil en diferentes universidades del país, ya que mayormente la información contenida en las fuentes aquí utilizadas corresponde a la Universidad de Buenos Aires.

Las características que señalamos, la partidización de la vida universitaria, el ascenso de Franja Morada, la pérdida del caudal electoral de las agrupaciones de izquierda y el surgimiento de agrupaciones independientes de derecha, así como los discursos políticos en torno al rechazo de la política y los partidos, y las reivindicaciones en torno a cuestiones estrictamente gremiales deben ser estudiados quizás de manera particular. Se trata de elementos importantes para comprender en gran medida el movimiento estudiantil que tenemos. Algo que debe hacerse, a su vez, poniendo en interacción la propia historia de la universidad, junto con los principales acontecimientos que vive el país, a fin de comprender en cada etapa de la historia de este movimiento, el peso de cada elementos y la riqueza y complejidad de este conjunto de interacciones.


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Notas

1 Se destaca en este sentido la aparición de dos publicaciones recientes, El movimiento estudiantil argentino. Historias con presente de Bonavena, Califa y Millán de 2007 y Apuntes sobre la formación del movimiento estudiantil argentino (1943-1973) de Buchbinder, Califa y Millán aparecido en 2010, que sistematizan los resultados de diferentes investigaciones y jornadas realizadas en los últimos años y que buscan constituir un campo de específico de investigación sobre movimiento estudiantil.
2 Rodríguez Laura Graciela y Germán Soprano, “La política universitaria de la dictadura militar en la Argentina: proyectos de reestructuración del sistema de educación superior (1976-1983)”, Nuevo Mundo Mundos Nuevos, Cuestiones del tiempo presente, 2009, [En línea], Puesto en línea el 09 mayo 2009. URL : http://nuevomundo.revues.org/56023. Consultado el 27 diciembre 2010.
3 Buchbinder, P., op. cit., p. 209.
4 Buchbinder señala que las carreras más afectadas fueron las del ámbito de las Ciencias Sociales, como Psicología, Sociología y Antropología. Destaca también la supresión completa de la Carrera de Cinematografía de la Universidad Nacional del La Plata, los profesorados de Humanidades, Matemática, Física y Química de la Universidad Nacional del Sur, las carrera de Psicología de la Universidad Nacional de La Plata, Tucumán y Mar del Plata y el cierre completo de la Universidad Nacional de Luján en 1979. Buchbinder, Pablo, op. cit., p. 209.
5 Ibídem.
6 En 1968 se creó la Universidad Nacional de Rosario, en 1971 fueron creadas las universidades del Comahue y Río Cuarto, en 1972 las de Catamarca, Lomas de Zamora, Luján y Salta, en 1973 las de Entre Ríos, Jujuy, La Pampa, Patagonia, Misiones, San Juan y Santiago del Estero, en 1974 la Universidad del Centro de la Provincia de Buenos Aires y en 1975 la de Mar del Plata. Buchbinder, Pablo, op. cit., pp. 201-202
7 Entre muchas otras movilizaciones y protestas del período, los estudiantes participaron activamente junto a los sindicatos, en el Cordobazo en mayo de 1969, que terminará por derrumbar el gobierno de Onganía.
8 Ver, Barletta Ana María y Maria Cristina Tortti, Desperonización y peronización en la universidad en los comienzos dela partidezación de la vida universitaria. Respecto de la peronizacion del movimiento estudiantil ver Barletta, Ana María Una izquierda Universitaria peronista. Entre la demanda académica y la demanda política (1968-1973).
9 Perel, Pablo; Eduardo Raíces y Martín Perel, Universidad y dictadura. Derecho entre la liberación y el orden (1973/83), p. 45. La sigla UNPBA(Universidad Nacional y Popular de Buenos Aires), corresponde a la denominación que por entonces recibió la Universidad de Buenos Aires.
10 Califa Juan Sebastián, “El movimiento estudiantil en la UBA entre 1955 y 1976. Un estado de la cuestión y algunos elementos para su estudio”. En, Bonavena, Pablo, Juan Sebastián Califa y Mariano Millán (comps.) El movimiento estudiantil argentino. Historias con presente. Buenos Aires, Ediciones Cooperativas, 2007.
11 Buchbinder, Pablo, op. cit., p. 203.
12 Perel, Pablo; Eduardo Raíces y Martín Perel, Universidad y dictadura. Derecho entre la liberación y el orden (1973/83), p. 75.
13 Perel, Pablo; Eduardo Raíces y Martín Perel, op. cit., p. 45
14 Buchbinder, P. y Marquina, M . Pasividad, heterogeneidad y fragmentación. El sistema universitario argentino 1983-2008. Los polvorines, Universidad Nacional de General Sarmiento, 2008.
15 Ibídem. p. 27.
16 Ibídem. p. 31.
17 Levenberg, Rubén y Daniel Merolla, Un solo grito. Crónica del movimiento estudiantil universitario de 1918 a 1988.
18 Pedrosa Fernando, “La Universidad y los estudiantes frente a la dictadura militar”. En Marsiske, Renate, Movimientos estudiantiles en América Latina. UNAM, México, 1989. Pág. 230
19 Polak, Laura; Juan Carlos Gorbier, El movimiento estudiantil Argentino (Franja Morada 1976-1986). CEAL, Buenos Aires, 1994
20 Datos extraídos de Romero, Ricardo. La lucha continúa. El movimiento estudiantil argentino en el siglo XX, EUDEBA, 1999 y de Levenberg Rubén y Daniel Merolla, Un solo grito. Crónica del movimiento estudiantil universitario de 1918 a 1988. Buenos Aires, Federación Universitaria Argentina, 1988
21 Polak, Laura; Juan Carlos Gorbier, op. cit., p. 88.
22 Ibídem. p. 31.
23 Ibídem. p. 80.
24 Touza, Rodrigo, “El movimiento estudiantil universitario de Mendoza entre 1983 y 2000. UN Cuyo.” En Bonavena, Pablo, Juan Sebastián Califa y Mariano Millán (comps.) El movimiento estudiantil argentino. Historias con presente. Buenos Aires, Ediciones Cooperativas, 2007.
25 El autor identifica a Arco Iris en la Facultad de Filosofía y Letras, a Pucará en Ingeniería, a Integración independiente en Cs. Económicas, a PAUN en Cs. Agrarias, a la Agrupación de estudiantes Independientes en Cs. Sociales y Políticas y en la UTN a la agrupación Estudiantes Tecnológicos. Ibídem
26 En la UBA reconocen a agrupaciones como Quantum en Ingeniería, Nobis en Filosofía, Nexo-Revalúo y Base 0 en Ciencias Económicas, Iustum y UNE en Derecho y AGUA en agronomía. Polak, Laura; Juan Carlos Gorbier, op. cit., p. 63.
27 Pedrosa Fernando, op. cit, p. 232.

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