Teatro y prácticas políticas en los movimientos sociales | Centro Cultural de la Cooperación

Teatro y prácticas políticas en los movimientos sociales

Autor/es: Patricia Devesa

Sección: Palos y Piedras

Edición: 11


A modo de introducción

Los artículos que siguen -“Fábrica con danza: un espacio de salud, entre obreros y universitarios”, “Grupo de Intervenciones Teatrales Callejeras La Bisagra: Una experiencia de teatro para la transformación social en el espacio público”, “Construcción de identidades trans en el Centro Cultural Rojas. Primeras reflexiones en torno a las artes escénicas y El Teje” y “Teatristas trabajando: la experiencia IMPA”- se presentaron como Mesa en las XVI Jornadas Nacionales de Teatro Comparado y dan cuenta de un fenómeno que viene creciendo y profundizándose en el campo de las artes escénicas vinculadas a los movimientos sociales y políticos, especialmente a partir de fines de la década del 80 y principios de los 90, pero que se hace visible en torno a la crisis de 2001. Se revela como la punta de un iceberg de cientos de artistas, algunos herederos de los artistas militantes de los 70, que producen desde/ en o para estos movimientos (fábricas, organismos de derechos humanos, movimientos de género y transgénero, desocupados, asamblea barriales, sindicatos, entre otros).

No se trata de un teatro comprometido porque aborda una problemática relevante para nuestros tiempos, sino, del teatro que busca una acción política, una acción política concreta. No se niega al primero, se trata de otro tema más complejo: del activismo a través del teatro, es decir de una herramienta de intervención política que sea una herramienta de transformación para la emancipación, la liberación de los sectores marginados, oprimidos, populares, subalternos, dominados, según las múltiples denominaciones, de lo que antes fue la clase obrera, o campesina, en otras latitudes. Son artistas que acompañan y militan los procesos de transformación social y reconocen así el campo de la cultura, en general, y de las artes escénicas, en particular, el terreno propicio de disputa hegemónica a la clase dominante. Lo denomino teatroactivismo y abarca la reflexión, la denuncia, la agitación y la acción. No son meros testigos de las injusticias sociales. Son grupos que mantienen una relación con los movimientos y organizaciones en lucha, formando parte de esas organizaciones políticas, en algunos casos partidarias, o de manera independiente, pero asumiendo el teatro como una herramienta de intervención práctica a favor de sus luchas, cuyos ejes temáticos se ponen al servicio de los movimientos sociales. Están contadas desde adentro, con la potencialidad que eso significa.

Claudia Bang, Julián Bokser, Mina Bevacqua y Patricia Devesa, quien escribe, somos investigadores que venimos realizando nuestros trabajos teóricos y de análisis en la Comisión Teatro y prácticas políticas en los movimientos sociales del Centro Cultural de la Cooperación y, además, conformamos el GIAT (Grupo de Investigación en Artes para la Transformación) para la producción de acciones culturales; entre ellas organizamos, este año en la Cuidad de Buenos Aires, el 1º Encuentro Internacional de Arte en y para los Movimientos Políticos y Sociales. Este equipo una premisa desde su creación: acompañamos las los movimientos y sus manifestaciones culturales a través de la investigación como herramienta para contribuir en la transformación. Para ello trabajamos desde la investigación participativa, estilo que procura la participación real de la población involucrada, en nuestro caso los grupos artísticos ligados a los movimientos sociales y políticos en el proceso de objetivación de la realidad en estudio, con un doble fin: generar conocimiento colectivo como instrumento para la transformación social en una sociedad caracterizada por la injusticia social y un manejo perverso del poder social. Es decir, una intencionalidad política en su opción epistemológica que contempla entre otros conceptos claves el conocimiento como un espacio de confrontación y lucha de clases, la incorporación de los sectores populares como actores del proceso de producción del conocimiento y la articulación de los procesos de investigación, participación y transformación.

Asimismo, como práctica la investigación procura la socialización del conocimiento producido; para ello este conocimiento producido debe ser comunicable, transferible y compresible para los otros, sin que por esto pierda rigurosidad científica.

Este modelo nos coloca como investigadores con un mayor grado de compromiso que se torna recíproco y facilita la apertura de los grupos, cuando corroboran que el conocimiento producido en el proceso de investigación de su práctica teatral se transforma en motor de cambio social y cultural.

Como intelectuales –investigadores, críticos e historiadores-, aspiramos a transformar nuestro pensamiento en acción, asumiendo la vida teórica como compromiso práctico, dando visibilidad a prácticas escénicas y prácticas políticas para contribuir a edificar una cartografía cultural argentina que dé cuenta de otras acciones culturales posibles.

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