Teatristas trabajando: la experiencia impa | Centro Cultural de la Cooperación

Teatristas trabajando: la experiencia impa

Autor/es: Julián Bokser

Sección: Palos y Piedras

Edición: 11


Ni los artistas ni sus historiadores

pueden ser absueltos de la responsabilidad

de nuestra situación, ni eximidos

de la obligación por cambiarla

B. Brecht

¿Es acá? La pregunta la repiten una buena parte de las 250 personas que todos los fines de semana se acercan a la intersección de Querandíes y Pringles para presenciar alguna de las propuestas teatrales que allí se presentan. Esa esquina de Almagro, poco transitada en la semana, recibe los fines de semana a un público mayoritariamente joven que se acerca a vivir la inusual experiencia de ver una obra de teatro en una fábrica de aluminio que durante el día está en funcionamiento. Sin prisa pero sin pausa y gracias a la intensa actividad que se desarrolla todos los fines de semana, impa se está convirtiendo en un nuevo punto teatral de la Ciudad de Buenos Aires, contiguo geográficamente al polo conformado por los más de 20 teatros del Abasto, pero con características que lo hacen un lugar único.

La singularidad más saliente de impa es que se trata de una fábrica recuperada por sus trabajadores en el año 1998 y que desde ese momento ha resistido varios intentos de desalojo y embates del poder político. A partir de la recuperación, las/os trabajadores de las fábricas sin patrón han inventado otras fábricas y ellos también son hoy otras/os trabajadores, que han desarrollado nuevas capacidades desconocidas hasta ese momento en una fábrica tradicional. La horizontalidad y la autogestión han generado una producción de subjetividad distinta, de mayor afirmación, autonomía y protagonismo. Otra especificad de impa es que desde los primeros momentos de la recuperación las/os trabajadores de la fábrica decidieron abrir un Centro Cultural, en el que todas las semanas hay talleres de las más diversas disciplinas, recitales, muestras y obras de teatro. Las circunstancias y el modo en que las/os trabajadores desarrollaron acciones colectivas han sido condición de posibilidad para la puesta en marcha de este emprendimiento: los dispositivos colectivos y el modo de habitar la fábrica luego de su recuperación han permitido poner en cuestionamiento la fragmentación y el aislamiento, características propias de una lógica capitalista tradicional de disciplina fabril, habilitando a la creación colectiva de nuevas prácticas y transformando el espacio-tiempo de una fábrica tradicional.

En lo que hace a la cuestión teatral, podemos definir a impa como un espacio no convencional, uno más de los muchos que hay en Buenos Aires, ciudad pródiga en la producción de teatro, no sólo en salas, sino también en plazas, escuelas, cárceles, hospitales y fábricas recuperadas. En este caso, público y artistas transitan todas las semanas por espacios que durante el día son utilizados para la producción fabril, generando una particular atmósfera de la cual es imposible sustraerse. Respecto a este tema, Natalia Sosa, trabajadora de la fábrica y miembro del centro cultural, destaca que “venir acá no es como estar en un teatro normal, que vos entrás, se apaga la luz y sabés que estás en un teatro. Acá entrás a una fábrica, se apaga la luz y no sabés que va a pasar (risas)”. Para los teatristas, las características del lugar son un elemento muy significativo dentro del proceso creativo. Quique López, coordinador de la actividad teatral, señala: “Este lugar es muy inspirador para los artistas: tomar un espacio fabril y proponer desde lo artístico, te da libertad”.

Los espacios artísticos desarrollados en las fábricas recuperadas interrogan algunos supuestos tejidos en torno al arte por lo inédito de las condiciones de su realización. Por lo especifico de estas condiciones, es posible hablar de una producción de subjetividad en acto, ya que son (muy) otras las afectaciones que se producen al hacer y al ver una obra de teatro entre pasillos y máquinas de una fábrica recuperada por sus trabajadoras/es. Esta clase de experiencias se inscribe dentro de micropolíticas teatrales que circulan por los bordes, lejos de la industria cultural del capitalismo, controlada y gestionada por poderosos grupos monopólicos que se ocupan de desarmar y combatir cualquier idea o proyecto que incluya la construcción de un mundo distinto y más justo. Sumado a eso, hay en el teatro una resistencia de un fenómeno ancestral que cobra en nuestros días importancia política: el teatro es siempre un hecho colectivo que necesita, al decir de Jorge Dubatti, del convivio, es decir la reunión de cuerpo presente sin intermediación tecnológica. Cada uno de los que participa en los distintos lugares a ocupar dentro de la experiencia teatral, ya sea como productor de poética o como espectador de la misma, forma parte de un hecho cultural y político. Dentro de la actividad teatral, no solamente se presentan obras: hay talleres de teatro para niños y para adultos y la Asociación de Investigadores y Críticos Teatrales (Aincrit) realiza periódicamente charlas y debates.

Esta experiencia articula de un modo muy singular la compleja relación entre el arte y la política: los pasillos, las escaleras y todos los espacios de impa están atravesados por historias de resistencia y lucha que se conjugan con una multiplicidad de actividades que da cuenta de la ampliación de la capacidad de invención que los colectivos de trabajadoras/es tuvieron a partir de la recuperación. Todas estas actividades ponen también en evidencia la importancia estratégica de la articulación que las fábricas recuperadas han establecido con distintos sectores de la comunidad, dado que esta conexión les permite consolidar y difundir la recuperación. Las construcciones artísticas son uno de los modos posibles de enfrentar al poder, criticando sus valores y proponiendo otras formas de habitar al mundo, sobre todo si entendemos que la cultura no es un epifenómeno donde también (pero más tarde) deba disputarse la hegemonía, sino que es parte del entramado en el cual se enfrentan proyectos antagónicos y un lugar privilegiado donde se demuestra que pueden establecerse relaciones en las que el producto del trabajo humano no sea una mercancía.

Las obras que allí se presentan se inscriben en distintas tradiciones estilísticas y recurren a diversos lenguajes teatrales, lo que da como resultado una heterogeneidad que da más valor aún a la propuesta de impa: distintas corrientes teatrales, alejadas de objetivos comerciales, encuentran un espacio para mostrarse, sin ceñirse a criterios excluyentes. Esta capacidad de alojar lo diverso es y ha sido uno de los motores del Centro Cultural, que abre sus puertas para recibir distintas propuestas, conformándose de este modo en un espacio abierto a diferentes movimientos artísticos que colaboran con el crecimiento de impa.

Vale decir que los teatristas se encuentran con una dificultad no menor y que constituye otra de las características de impa: a causa de una decisión político- judicial, la fábrica no tiene luz. Las/os trabajadores, para poder trabajar, se ven obligados a pagar de su bolsillo el alquiler de un generador y el gas oil necesario para hacerlo funcionar. Sumado a esto, el Centro Cultural no cuenta con equipos de luz ni sonido, por lo que cada compañía debe autogestionar sus recursos técnicos. Hacer teatro en estas condiciones implica un gran esfuerzo, a la vez que los lazos con el lugar se ven automáticamente reforzados, ya que el trabajar para dejar los espacios en condiciones para ser usados como salas teatrales (hacer la instalación eléctrica, colgar las luces, cobrar las entradas, limpiar el lugar, acomodar las sillas y demás tareas necesarias para el montaje de una obra) hace que los teatristas se involucren de un modo muy estrecho con el lugar, lo cuiden y lo sientan como propio. Por otro lado, las condiciones de producción y el espacio no son detalles arquitectónicos o técnicos, sino que son componentes definitorios en lo que hace a la actividad teatral: en impa no se establece una relación jerárquica entre trabajadores, artistas y público, sino que todos ellos comparten las mismas dificultades pero también las satisfacciones que conlleva estar en un lugar así. Las situaciones problemáticas que se viven cotidianamente no hacen más que reforzar los aspectos positivos del teatro en impa, donde es posible disfrutar de excelentes obras en lugares que a priori no estaban preparados para recibirlas. Los teatristas trabajan en espacios que en un primer momento se presentan como hostiles pero que permiten, en la medida en que desarrollan su trabajo, que se apropien de ellos e incluso que sumen elementos de la fábrica (la oscuridad, los olores, las ventanas, las columnas, etc.) a la estructura de la obra.

Situaciones como la de impa posibilitan volver a pensar en la radicalidad política a la que habilitan algunas prácticas artísticas, configurando modos de relación con otras y otros que no se encuentran mediados por cuestiones mercantiles. Impa abre sus puertas entonces para conformar un espacio que permita dar voz, impulsar y servir de enlace entre el mundo de la creación artística y el trabajo.

 


Bibliografía

  • Adorno, T. Teoría Estética, Madrid, Akal, 1995.
  • Bokser, J. Centros Culturales en Fábrica Recuperadas: Una invención estratégica, Jornadas Internacionales de Problemas Latinoamericanos - Universidad Nacional de Mar del Plata, Publicado en CD-ROM– ISBN 978-987-24583-0 – 2008.
  • Bokser, J. IMPA: Cultura de la Resistencia – Resistencia de la cultura, II Encuentro Internacional de Teoría y Prácticas Políticas en America Latina - Universidad Nacional de Mar del Plata – Publicado en CD-ROM– ISBN 978-987-1314-96-6 - 2010
  • Dubatti, Jorge. Cartografía Teatral, Buenos Aires, Atuel, 2008.
  • Fernández, A. M y Cols. Política y subjetividad. Asambleas barriales y fábricas recuperadas, Buenos Aires, Ed. Tinta Limón, 2006
  • Fernández, A. M. Las lógicas colectivas: Imaginarios, cuerpos y multiplicidades, Buenos Aires, Ed. Biblos, 2007.
  • Fernández, A.M. y Borakievich, S. “La anomalía autogestiva” en El Campo Grupal, n° 92, Buenos Aires, Agosto de 2007
  • Foucault, Michel. Microfísica del poder, Buenos Aires, La piqueta, 1992.
  • Gramsci, Antonio. Antología, Buenos Aires, Siglo XXI, 2004.

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