Haití: Revolución y Castigo, de la primera independencia de América Latina al país más pobre de la región | Centro Cultural de la Cooperación

Haití: Revolución y Castigo, de la primera independencia de América Latina al país más pobre de la región

Autor/es: Juan Francisco Martinez Peria

Sección: Opinión

Edición: 11

Español:

La República de Haití es conocida por su pobreza y por la difícil realidad que debe enfrentar. Pero no siempre fue así, Haití fue el primer país en independizarse de sus colonizadores franceses y españoles. Inspirados en los valores de la Revolución Francesa los esclavos negros se levantaron en armas y bajo la dirección de Toussaint Louverture, entre otros, iniciaron la guerra de independencia contra los blancos. Este atrevimiento no fue gratuito para el joven país que, de ahí en más, debió enfrentarse al bloqueo y la explotación de países como Francia y Estados Unidos.


En 1492, Colón “descubrió” Aytí, el paradisiaco hogar de los tainos. Ese año, luego de un breve contacto pacífico, el “descubrimiento” mutó en conquista, la isla fue rebautizada como La Española y los indios fueron sometidos a la encomienda. Así, en poco tiempo, la colonia prosperó, convirtiéndose en el centro del Imperio Español en América. Empero, rápidamente la sobre-explotación laboral, las guerras y las enfermedades fueron diezmando masivamente a los indios, socavando las bases mismas de la acumulación colonial. Para resolver la falta de mano de obra, los colonos empezaron a introducir esclavos africanos, estableciendo el sistema esclavista en la isla. Esta solución funcionó en el corto plazo, sin embargo a mediados del siglo XVI, la colonia empezó a perder importancia económica y política en la medida que los españoles colonizaron a los indios del continente y descubrieron allí riquezas de enorme valor. De esta manera, para el s. XVII, los castellanos concentraron su dominación sobre la región oriental de la isla dejando abandonada la occidental.1 Aprovechando esta oportunidad, cientos de piratas comenzaron a establecerse en la isla, conformando una comunidad de forajidos. Sin embargo, esta situación duró algunas décadas, ya que Francia logró imponer su control militar sobre ésta, fundando así, la colonia de Saint Domingue en aquella región. Realidad que finalmente fue aceptada por España en 1697 con la firma del Tratado de Ryswick. A partir de allí, Francia llevó adelante un proceso imperial/esclavista que tuvo como resultado la construcción de un sistema de plantación en el que 500.000 esclavos africanos trabajaban en miles de plantaciones de azúcar, café, índigo y algodón. Así, Saint Domingue se convirtió en la colonia más próspera del Mundo Atlántico y en uno de los principales factores del desarrollo capitalista francés.2 Además de la masa de esclavos, la sociedad se componía de 30.000 blancos y 24.000 mulatos y negros libertos. Entre los primeros, la mitad eran trabajadores pobres y los otros ricos plantadores con gran poder económico, aunque no político, ya que debían soportar el despotismo metropolitano. Los segundos eran partícipes y víctimas del sistema, ya que poseían esclavos y plantaciones, pero eran segregados racialmente y sometidos por los blancos.3

Trazado por múltiples contradicciones, este orden comenzó a resquebrajarse en 1789, cuando la Revolución Francesa agitó la Isla. Los colonos temían que la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano se aplicase allí; empero, quedó rápidamente claro que el hombre del que ésta hablaba no era más que el varón blanco, europeo y propietario. Esta contradicción enardeció primero a los affranchis, que se levantaron en pos de la igualdad, lo que derivó en enfrentamientos entre plantadores de ambos bandos. Sin embargo, no fueron los únicos en insurreccionarse. Los esclavos se rebelaron en agosto de 1791. Su reclamo era claro: la Libertad y la Igualdad Universal. En una de sus proclamas, los líderes Jean Francois, Biassou y Toussaint Louverture, afirmaban: "Sí, caballeros, somos tan libres como ustedes (…). Somos sus iguales, por derecho natural, y si la naturaleza se congratula asimismo dando una diversidad de colores a la raza humana, no es un crimen haber nacido negro, ni una ventaja haber nacido blanco."4

Los rebeldes asumían el ideario ilustrado, pero lo resignificaban universalizándolo más allá de sus límites clasistas, raciales y eurocéntricos. Surgía así, como contracara de la Revolución Norteamericana y de la Revolución Francesa, un discurso radicalmente descolonial, que aunque todavía no denunciaba al colonialismo en sí mismo, jaqueaba sí a dos pilares de la colonialidad: el racismo y la esclavitud. En un primer momento, Francia y los plantadores resistieron a los insurrectos. Empero, en 1793, cuando Saint Domingue fue invadida por españoles y británicos, los comisionados metropolitanos se vieron obligados a declarar abolida la esclavitud para contar con el apoyo de estos. La Convención Nacional ratificó la medida en febrero de 1794 y resultó un éxito político-militar, logrando así mantener la colonia bajo la órbita francesa. Sin embargo, los costos fueron altos para la metrópoli, ya que fortaleció a un sector de los rebeldes, liderados por Toussaint Louverture, quienes lograron hegemonizar el poder en la Isla. En 1800, luego de una breve guerra civil entre ex esclavos y affranchis, Toussaint impuso un nuevo orden social post-racista y post-esclavista que, aunque mantenía formalmente el pacto colonial, lo limitaba de hecho. Al hacerlo, la Revolución había ido demasiado lejos y Napoleón decidió ponerle fin, enviando una poderosa expedición para reinstaurar el antiguo régimen. La expedición inicialmente logró, tras arduos combates la rendición de Toussaint, quien finalmente fue apresado y enviado a la metrópoli, donde murió en 1803. Empero, el éxito devino en fracaso cuando Leclerc, el comandante de la misión intentó re-imponer la esclavitud. Los ex esclavos, aliados con los mulatos, liderados por Jean J. Dessalines y Alexandre Petión, se rebelaron y en una guerra popular de liberación nacional consiguieron expulsar a los franceses. La revolución cerraba así su ciclo, deviniendo puramente descolonial, al asumir el anticolonialismo radical entre sus banderas.

Nacía, el 1 de enero de 1804, la primera República Negra del Mundo y la primera nación independiente de América Latina.5 El golpe al sistema moderno/colonial fue durísimo y las potencias imperiales, en respuesta, le impusieron al novel estado un cerrado bloqueo cultural, económico y político para que su ejemplo no se expandiera. Declarada la independencia, Dessalines se encargó de fortalecer el orden interno masacrando a los colonos franceses que todavía quedaban en la isla. Sin embargo, no reprimió a todos los blancos, ya que respetó a los médicos, los sacerdotes y a los soldados polacos y alemanes que habían apoyado la revolución. En el orden político, Dessalines promulgó una nueva constitución, en 1805, en la cual se establecía la libertad y la igualdad universal, la tolerancia religiosa y se lo nombraba Emperador de Haití. Por su parte, en el orden económico buscó restablecer el modelo agro-exportador mediante el sistema de plantaciones. Asimismo, haciendo gala de su solidaridad americana, apoyó materialmente la expedición libertaria de Miranda, la cual finalmente fracasó.6 Dessalines buscó consolidar la revolución, sin embargo, en el difícil contexto post-colonial, renacieron los conflictos internos y el Ejército se rebeló asesinándolo en 1806. A partir de ese momento, se dio un choque militar entre los sectores negros acaudillados por el Gral. Henri Christophe y los mulatos liderados por el Gral. Alexandre Petión, que llevó a la división del país en dos regiones, la del norte y la del sur. Christophe gobernó en el norte primero como Presidente y luego como Monarca (1811), estableciendo una suerte de despotismo ilustrado que buscó el desarrollo del país mediante el sistema de plantaciones (con intervención estatal), escuelas técnicas e imponentes obras públicas cívico-militares. Su gobierno fue parcialmente exitoso, sin embargo, a costa de un gran sacrificio de los cultivadores, que terminaron rebelándose y llevaron a su suicidio en 1820. Por su parte Petión gobernó en el sur, como Presidente, ampliando la escolaridad y llevando adelante la primera reforma agraria de América Latina.7

Asimismo, en 1816, dio apoyo económico y militar a la gesta independentista de Bolívar, a cambio de que éste liberara los esclavos de Hispanoamérica. Cosa que aquel finalmente hizo, expandiendo así, las banderas de la revolución haitiana por el continente y dándole contenido social a la lucha anti colonial hispanoamericana.8 Dos años después, Petión murió y fue reemplazado por el mulato Gral. Jean Pierre Boyer, quien, en 1820, logró reunificar el país bajo la égida de la elite mulata. Como Presidente, Boyer expandió la reforma agraria por el país, dando cauce al reclamo histórico de los cultivadores, sin embargo, la medida no implicó el fin absoluto de las plantaciones (que ahora eran controladas por mulatos y negros oficiales del Ejército) y, lejos de generar un aumentó de la productividad, significó su descenso y una especialización hacia otros cultivos distintos del azúcar, como el café, el algodón y la madera de tinte. A su vez, en 1822, Boyer expandió la revolución hacia Santo Domingo, anexándolo a Haití. Sin embargo, asediado por el bloqueo y por las dificultades económicas, Boyer decidió reestablecer negociaciones con Francia para lograr el reconocimiento de la independencia del país. Finalmente en 1825, Francia accedió a aquel reclamo a cambio de una enorme indemnización de 150.000 millones de francos, que obligó al gobierno de Boyer a pedir un empréstito a un banco francés para afrontar los primeros pagos. Nacía así la doble deuda externa de Haití, el altísimo precio que el Estado de afrodescendientes tuvo que pagar para ser reconocido como tal en la arena internacional. Precio que, sin embargo, no alcanzó para que Haití participara del Congreso de Panamá, del cual fue excluido a pedido expreso de Estados Unidos. Con serias dificultades económicas y políticas, Boyer gobernó en los años sucesivos, dándose durante esa época un proceso de consolidación de la hegemonía de la elite comercial mulata y el fortalecimiento paralelo de otra elite menos poderosa, la de los oficiales/terratenientes negros. En 1843, Boyer fue derrocado por estos sectores negros, quienes impusieron como nuevo Presidente a Charles Hérard. Seguidamente, en 1844, Santo Domingo logró su independencia dando nacimiento a la República Dominicana. A partir de ese momento, Haití entró en una espiral de inestabilidad política, debido a sucesivas revueltas populares, que llevaron a la caída de varios gobiernos, aunque manteniéndose la hegemonía mulata.

Finalmente, en 1847, el Gral. negro Faustin Soulouque, fue nombrado Presidente por los mulatos con la esperanza de que resultara un gobernante títere. Sin embargo, este rompió con aquel sector y creó su propio régimen llegando a auto-coronarse como Emperador en 1849. El gobierno de Souloque ciertamente fue represivo, sin embargo, llevó adelante medidas interesantes como una reivindicación de la negritud, una política anti-imperialista contra Estados Unidos y un nacionalismo económico que intentó estatizar el comercio exterior, aunque sin éxito. Asediado por las potencias extranjeras, los vaivenes del precio del café y por la presión de la elite mulata, Souloque fue finalmente derrocado en 1859.9 Aquel acontecimiento abrió una nueva y extensa etapa en la historia haitiana que se cierra en 1915, con la ocupación norteamericana. Durante ese período, a pesar de intentos de modernización productiva, la economía del país entró en franca decadencia debido a las debilidades estructurales del modelo agroexportador, la presión de la deuda externa y la creciente dependencia financiera de los Estados Unidos, Francia y Alemania. En el aspecto político Haití vivió una etapa de gran inestabilidad, marcada por sucesivos cambios de gobierno debido al constante enfrentamiento entre el partido Nacional y el Liberal, una disputa de poder ínter oligárquico entre la elite mulata (hegemónica) y la negra, que tendía a movilizar a los cultivadores a su favor. Sin embargo, también se dieron revueltas populares autónomas que dificultaron el proceso de construcción estatal. Por último, en el ámbito de las relaciones internacionales, Haití continuó aislado y amenazado por las potencias imperiales, que estaban interesadas, no sólo en intervenir económicamente, sino también en aprovechar la ubicación estratégica de la isla.10

A fines del siglo XIX y principios del XX, Estados Unidos y Alemania compitieron en esta carrera y el primero terminó imponiéndose, cuando finalmente ocupó Haití en 1915, tomando como pretexto el caos financiero y político que vivía la isla. De esta manera, USA coronaba su política imperial en el Caribe y en Centroamérica que tenía sus antecedentes en la imposición del protectorado a Puerto Rico (1898), la enmienda Platt en Cuba (1902), la intervención de la aduana de la República Dominicana (1907) y la intervención en Nicaragua (1909).11 Así, miles de marines blancos invadieron la isla y esta quedó a cargo de un procónsul militar estadounidense. Para mantener las formas, se impuso un Presidente títere y se firmó un acuerdo de protectorado entre ambos países. Asimismo, se promulgó fraudulentamente una nueva carta magna en la que se fijó la posibilidad de que los extranjeros adquiriesen tierras en Haití, algo que las constituciones previas prohibían. Siguiendo esa línea los gobiernos títeres (Dartiguenave, Borno, Roy, Vincent) realizaron profundas concesiones económicas, entregaron el control aduanero para el pago de la deuda externa y el control del ejercito. A su vez, se re-estableció un sistema laboral semi-esclavista denominado corvée, por el cual la población campesina estaba obligada a trabajar en la construcción de obra publica. Los sectores populares liderados por Charlemagne Peralte y Benoit Batraville, se levantaron en armas frente a esta política neo-imperial, sin embargo luego de años de lucha guerrillera, finalmente fueron derrotados por los marines, dejando más de 3000 campesinos muertos. Asimismo, de las capas medias negras nació un movimiento cultural anti-imperialista y de afirmación negra, liderado por Jean Price Mars que resistió a la ocupación y que consolidó la conciencia nacional. Estas acciones socavaron el poder de la ocupación, empero, EEUU, controló el país por 19 años hasta que en 1934, debido a la nueva política del “buen vecino” de Franklin Roosvelt, decidió retirarse dejando todo amañado en su propio beneficio. De esta manera, recuperada la soberanía formal, el pesidente Vincent siguió con la política pro-imperial.12

Para colmo, en 1937, se dio una nueva desgracia, el ejército de Trujillo masacró a 20.000 haitianos que cortaban caña en la República Dominica. Vincent le reclamó a Trujillo un resarcimiento y firmó con él un acuerdo en el que este se comprometía a pagar 750.000 dólares como indemnización. O sea la vergonzosa suma de 30 dólares por persona. Estas y otras medidas generaron enorme descontento popular y llevaron a que Vincent decidiera no ir por la reelección y dejar su lugar a Lescot como Presidente. Este gobernó durante los años sucesivos, llevando una política fuertemente represiva y otorgándole grandes concesiones a empresas agrícolas y mineras norteamericanas. Asimismo, el país vivió una nueva crisis económica, que derivó en una gran movilización popular contra el gobierno y que llevó a que el Ejército finalmente depusiera a Lescot y llamara a elecciones en 1946. De las mismas, salió vencedor Dumarsais Estimé, representante de la burguesía y la pequeña burguesía negra. Su presidencia se dio en un contexto económico internacional favorable, que le permitió impulsar la obra pública y promover el avance de la elite negra, aunque sin mejorar la paupérrima condición de vida de las masas. Resentida por su exclusión política, la elite mulata finalmente derrocó a Estimé en 1950 e impuso la dictadura de Paul Magloire, que duró hasta 1956. Ese año, Magloire tuvo que renunciar ante la crisis económica y política que vivía el país y se abrió un período breve de gran inestabilidad en el cual se sucedieron distintos presidentes provisionales. Uno de ellos fue Daniel Fignolé, líder del Mouvement Ouvrier Paysan, quien representaba a los sectores populares reivindicando un discurso democrático y anti-imperialista. Su llegada al poder fue una horrenda sorpresa para la elite y por ello 19 días después de su ascenso lo derrocó militarmente.13

Finalmente se dieron elecciones en 1957, en las que François Duvalier triunfó fraudulentamente. Este representaba a la elite negra y gracias a su práctica como médico rural y a su reivindicación de la negritud, logró el apoyo de una parte de los cultivadores. De esta manera, desde los inicios de su mandato, Papa Doc se revindicó como el líder de una revolución negra frente a los poderes imperiales y oligárquicos. Sin embargo, tal como señaló Frantz Fanon para el caso de las burguesías nacionales africanas de la era post-independencia, Duvalier expropió aquella ideología revolucionaria y la vació de contenido, llevando en la práctica un gobierno totalitario, corrupto y aliado de los Estados Unidos. A poco de asumir, para consolidar su poder, Papa Doc rápidamente doblegó a la elite mulata, la iglesia y el Ejército. Buscando terminar con la inestabilidad política conformó un cuerpo para-militar: los Voluntarios para la Seguridad Nacional, conocidos popularmente como los Tonton Macoutes (nombre que en creole evoca la figura del hombre de la bolsa). Los sectores campesinos, sindicales e intelectuales buscaron resistir el embate para-estatal, sin embargo Duvalier logró su cometido, imponiendo un régimen terrorista que le permitió ganar sucesivas elecciones fraudulentas. Asimismo, en cuanto a su relación con EEUU, a pesar de que hubo ciertos choques con la administración Kennedy, a partir de la presidencia de Johnson, Duvalier fue visto como el baluarte del anti-comunismo en el Caribe y su régimen fue apoyado militar y económicamente por la potencia del norte. Sin embargo, la economía de la isla basada en un modelo agroexportador arcaico, de semi-monocultivo, se mantuvo estancada y con una gran disparidad en la distribución de la riqueza. Finalmente, Papa Doc murió en 1971, dejando como sucesor a su hijo de 18 años, Jean Claude Duvalier.14

A pesar de su inexperiencia, Baby Doc continuó con el sistema político y económico impuesto por su padre, aunque generando algunos cambios no menores. En primer lugar, limitó la represión e intentó dar una imagen de apertura política, que sin embargo resultó absolutamente limitada, generando una permanente resistencia popular al gobierno. En segundo lugar, impulsó las inversiones extranjeras y diversificó parcialmente la economía, generando una industria liviana de ensamblaje y promoviendo el turismo en la isla. Dichas medidas tuvieron un éxito relativo, empero no significaron una mejora en las condiciones de vida de la población, sino por el contrario, un aumento en la brecha de desigualdad entre la elite y los sectores populares. Asimismo, este periodo estuvo marcado por una corrupción generalizada que enriqueció a la casta gobernante. Baby Doc logró mantenerse en el poder por 15 años, sin embargo, para 1986 la resistencia popular ganó las calles y finalmente tuvo que renunciar y exiliarse en Francia.15

El Ejército se hizo cargo del poder conformando un Conseil National de Gouverment, liderado por el Gral. Henri Namphy, que dio paso a una serie de breves gobiernos provisionales que buscaron mantener el status quo. Asimismo, en 1987, se promulgó una nueva constitución, que apuntaba a democratizar el sistema político, pero que recién logró ponerse efectivamente en marcha con las elecciones de 1990. En ese año se dio un proceso de apertura política y de movilización popular que llevaron a las primeras elecciones verdaderamente libres y democráticas de la historia de Haití, en las cuales fue electo con el 67% de los votos Jean Bertand Aristide (apodado popularmente Titid). Lejos de candidatos como Marc Bazin, ex funcionario del Banco Mundial, ligado a los intereses norteamericanos, Aristide era un joven sacerdote salesiano formado en la teología de la liberación, que revindicaba un discurso anti-imperialista y que tenía una importante trayectoria de militancia social y política contra los Duvalier. En este sentido, Aristide representaba los intereses de los sectores populares y su victoria electoral significó un enorme avance de las luchas emancipatorias en el país. Luego de un fallido intentó de golpe de Estado para evitar su asunción, Aristide se hizo cargo del poder en febrero de 1991 e inició su gobierno, impulsando una serie de reformas que apuntaban a una mayor distribución de la riqueza y a terminar con el legado represivo del duvalierismo. Empero, la elite no daría el brazo a torcer y a los 7 meses lo derrocó mediante un nuevo golpe de Estado. Titid se exilió primero en Venezuela y luego en Estados Unidos y el gobierno quedó en manos de un triunvirato militar dirigido por el dictador Raoul Cédras, quien era el jefe del Ejército y había sido entrenado en la Escuela de las Américas. Así, Cédras impuso una dictadura oligárquica y pro-norteamericana, que mediante una nueva fuerza paramilitar, el Front pour l'Avancement et le Progrès Haitien, reprimió duramente a los sectores populares.

Sin embargo, Aristide no se dio por vencido y apoyado por la diáspora haitiana en Estados Unidos, inició una fuerte presión sobre el gobierno de Clinton para que este lo ayudara a regresar al gobierno de la isla. Clinton tenía dudas sobre el camino a seguir, sin embargo, presionado por los sectores afroamericanos del Partido Demócrata y por la avalancha inmigratoria que empezó a llegar desde Haití, decidió finalmente apoyar a Aristide en su retorno al poder. De esta manera, en 1994, en un acto sin precedentes, los marines volvieron a intervenir en Haití pero esta vez para restaurar a Titid en el poder. Esta operación permitió la reanudación del proceso democrático, sin embargo, le impuso fuertes limitaciones al mismo, ya que se amnistió a los golpistas y se presionó a Aristide para que aplicara políticas neoliberales en su gobierno. Reinstalado como Presidente, este disolvió definitivamente el Ejército, creo una comisión de verdad para investigar los crímenes de la dictadura y, en cuanto al programa neoliberal, aunque finalmente se resistió a privatizar las empresas estatales, sí accedió liberalizar el comercio exterior, medida que profundizó la crisis económica ya que produjo un aumento de la importación de productos norteamericanos, especialmente agrícolas que golpearon duramente a la producción nacional de arroz.16

A pesar de ello, Titid, siguió contando con un enorme respaldo popular y estuvo tentado a presentarse para la reelección en 1996. Sin embargo, como la constitución lo prohibía, el candidato Lavalas, su partido, finalmente fue René Preval, su ex primer ministro y compañero de militancia de los 80. En 1996 se llevaron adelante las elecciones y Preval ganó con un 88% de los votos, dándose la primera sucesión presidencial democrática y pacífica de la historia del país. A pesar de ello, el gobierno de Preval fue sustancialmente distinto al de su predecesor, dejando de lado el discurso antiimperialista y llevando adelante las prometidas reformas neoliberales, que implicaron un recorte estructural del Estado y la privatización de las mayores empresas estatales. Estas medidas hicieron que Aristide se convirtiera en un opositor al nuevo gobierno y que el partido Lavalas se dividiera en dos en 1997, el Lafanmi Lavalas liderado por Titid y la Organisation Politique Lavalas de Preval. Esta fractura generó una nueva crisis política, que llevó a que el presidente disolviera el parlamento en 1999 y gobernará mediante decretos. Aún así, el sistema democrático se mantuvo y las fuerzas de paz que se encontraban en el país desde 1994 finalmente se retiraron en el 2000.

Ese mismo año se dieron las elecciones y Aristide se presentó como candidato revindicando un discurso de izquierda y anti-imperialista. Por su parte los partidos opositores al Lafanmi Lavalas se unieron en la Convergence Démocratique e intentaron boicotear las elecciones, aduciendo la existencia de fraude, empero los comicios se realizaron y Aristide salió re-electo con un 92% de los votos. De esta manera, en el 2001 inició su segundo gobierno, prometiendo realizar un proceso de profundas transformaciones, sin embargo, debido a la oposición de la elite y a sus propios errores, éste no logró materializarse llevándose adelante únicamente, una serie de proyectos progresistas como programas de alfabetización, bancos cooperativos y planes asistenciales para limitar la miseria de la población. Esta situación derivó en una nueva crisis política, que se manifestó en el recrudecimiento de la violencia entre sectores populares armados afines al gobierno y bandas paramilitares del viejo FRAPH y del ejército disuelto. Aristide buscó contener la debacle, apelando a los festejos del Bicentenario de la Revolución como una oportunidad para refundar el país. Así el 1 de enero del 2004, en Gonaïves dio un discurso celebrando la gloriosa revolución y reclamando a Francia el pago de una indemnización de 21 billones de francos, para reparar los daños causados por su política esclavista y colonial en la isla. Más allá de lo justo de su reclamo, ya era demasiado tarde, la oposición paramilitar organizada en el Frente de Liberación Nacional de Haití, acaudillado por el ex golpista Guy Phillipe, comenzó a sublevarse hasta controlar los centros nucleares del país. Aristide buscó resistir, pero frente a la presión de la embajada de EEUU y de Francia, abandonó el país en un avión norteamericano exiliándose en Sudáfrica. Aun no queda claro si Aristide fue o no “raptado” por EEUU lo cierto es que su gobierno fue derrocado y nuevamente las tropas de EEUU y Francia (junto con las de Chile y Canadá) ocuparon el país, imponiendo un gobierno provisional compuesto por sectores de la Convergence Démocratique y liderado por el Primer Ministro Gérard Latorture, un rico empresario que hacía décadas que vivía en La Florida.17

De esta manera, 200 años después de la Revolución, Haití volvió a caer, una vez más, preso del colonialismo, del que todavía no logra escapar.


Notas

1 Franco, José, Historia de la Revolución de Haití, Editora Nacional, Santo Domingo, 1966, pp. 9-57
2 James, CLR, The Black Jacobins, Vintage, New York, 1989, pp. 40-47.
3 Dubois, Laurent, Avengers of the new world, Harvard Press, Boston, 2004, pp. 50-70.
4 “Carta a la Asamblea General de Jean Francois ,Biassou y Belair (Toussaint Louverture ), Julio 1792” en Nick Nesbitt (comp), “Toussaint Louverture and The Haitian Revolution ” Verso, Londres, 2009, pp. 5, 6.
5 Dubois, Laurent y Garrigus, John, Slave Revolution in the Caribbean 1789-1804, Boston 2006, pp. 35-38.
6 Verna, Paul, Petión y Bolivar, Imprenta Nacional, Caracas, 1980, pp. 86-88.
7 Dantes, Bellegarde, “President Alexandre Petión”, en Phylon ,Vol. 2 Nº 3, 1941, pp. 205-214.
8 Verna, op. cit., p. 169, David. Geggus, “Slavery, War and Revolution in the greater Caribbean 1789-1815”, compilado por David Gaspar y David Geggus, en A turbulent time the French Revolution and the greater Caribbean, Indiana University Press, 1997, p. 16.
9 Von Grafenstein, Johanna,Haití, Ed Alianza Mexicana, México, 1988, pp. 112-115.
10 Von Grafenstein, Johanna, op. cit., pp. 115-157.
11 Ibidem, p. 153.
12 Nicholls, David, From Dessalines to Duvalier: Race, Colour and National Independence in Haiti, New Jersey: Rutgers University Press, 1996, pp. 145-165.
13 Gérard Pierre Charles, “Haití: La crisis interrumpida (1930-1975)”, en Pablo González Casanova, América Latina, Historia de medio siglo, Siglo XXI, México, 1981, p. 179-197.  
14 Nicholls, op. cit., pp 212-235.
15 Pierre Charles, op. cit., pp. 209-221; Nicholls, David, “Haití 1930-1990”, en Leslie Bethel (ed) Historia de America Latina, Tomo XIII, Crítica, Barcelona, 1998, pp. 284-294.
16 Girard, Phillipe, Paradise Lost, Palgrave Macmillan, 2005, New York, pp. 110-156.
17 Girard, op. cit., pp. 156-200.

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