El bachín: teatro militante | Centro Cultural de la Cooperación

El bachín: teatro militante

Autor/es: Raúl Serrano

Sección: Comentarios

Edición: 11


Alrededor del cambio de siglo, todo era de noche para quienes tenían una mirada crítica sobre el mundo occidental capitalista, en el que parecíamos estar definitivamente incluidos. Nada nos salía bien. Todo eran noticias de derrumbes, fracasos, muros que se caían. Nuevos aires (en realidad rancias teorías) parecían explicar el mundo: se oía de confusos post – modernismos en el arte, de políticas que habían decidido ser micro en busca de su eficiencia y ante el fracaso de las “macro”, se aseveraba que los grandes relatos ya no servían más ( y no se referían a “Simbad el marino”) y se afirmaba que la libertad de que gozábamos, en realidad la libertad de comprar y vender los que podían hacerlo, era la libertad consagrada por los Derechos del Hombre. En nuestro terreno, el del arte, la diversidad de estilos constatada acaso por algunos críticos, significaba por entonces la caída de los cánones (¡bravo!) y a la vez, la pérdida de todos los valores (¡caramba, esto venía de yapa!)

Unos pocos tozudos, en su mayoría ya entrados en años y aferrados a la certeza de que el nuestro no era el panglossiano mejor de los mundos, continuábamos bastante desorientados la batalla que entonces parecía perdida y contra todos. Sin embargo, algo nos reunía: intuíamos que el capitalismo no había resuelto los problemas, y hasta nos atrevíamos a pensar que Marx era más actual que antes de esas caídas y derrumbes. Y seguíamos trabajando.

En la Argentina particularmente, durante el año 2001, ocurrió la debacle. Quiebras, gobiernos “fast food”, miles de personas en la calle pidiendo que “todos” se fueran, bancos tapiados de urgencia, manifestaciones espontáneas y de las otras. Y, mientras tanto, los tozudos seguíamos debatiendo sin poder incidir demasiado en el curso de los acontecimientos. Eran diez y siete (recuerdo el número) veteranos de la gran épica teatral argentina independiente los que se reunían y a los que se añadían algunas caras nuevas. ¿Y qué debatían? Parecía totalmente a contramano: discutían cómo levantar varias salas de teatro y una institución cultural en medio del derrumbe. Se argüía a favor o en contra de una escena a la italiana o acerca de una sala transformable. Se proponían modos de funcionamiento ¡Como siempre parecíamos colgados de la utopía! ¡Fuera de la realidad!

Y esas reuniones y debates, a veces airados, desentonaban en el gris panorama desilusionado. En la calle Corrientes, justo al frente del Teatro San Martín, eso sí, por la vereda de la mano izquierda, y casi sin que se notara se levantaba, de a poco, desde los cimientos hasta lo más alto, un enorme edificio que decían estaba destinado al arte y a la cultura. Y para eso las reuniones. Pero… no se trataba de cultura en general… a lo que se aspiraba era a una cultura crítica, contestataria, enderezada claramente contra aquellos tópicos de la cultura única, aquella imperante y de la que hablamos al principio de la nota.

Tras la sorpresa inicial (de los diez y siete convocados y de los pocos enterados) se planteó ¿acaso se podía construir algo, algo así en esas épocas tobogánicas? Y el grupo de los tozudos comenzó a pensar cómo había que llenar ese edificio con gente que funcionara. Y entre esos tozudos estuve. Peleamos. Era difícil reunir a los mejores después de tantos años de aislamiento, de prejuicios, de planteos sectarios o erróneos. Pero nos convocamos y allí durante meses nos peleamos por dibujar un proyecto que fuera luego herramienta unitaria. Recuerdo en esas discusiones a Alejandra Boero, a Ricardo Bartís, a la Banegas, a Pavlovsky, había también críticos y allá, en la punta de aquella mesa un joven callado que nos miraba casi con curiosidad museística, creo. Poco habló aquel joven, pero seguramente escuchó mucho y aprendió bastante de nuestras antiguas diferencias. Poco intervino, pero mucho escuchó y caviló. Ese joven se llamaba Manuel Santos. Caviló, calló y al fin se puso a hacer. Ahora después de los años y de sus obras, se llama también Manuel Santos pero el nombre suena más estentóreamente. Ahora creo que en vez de sentirnos observados por él, mejor haríamos en mirar nosotros lo que hizo desde entonces, y aprender, y sumarnos. Ahora somos nosotros los que tenemos que mirar y, quizás, aprender.

De él quiero hablar, porque creo que en el sector teatro de esa nueva institución que se creaba, el Centro Cultural de la Cooperación, fue para mí el fenómeno más cercano al ideal buscado con la fundación de la institución. Fue su más genuino y valioso producto.

Este muchacho, Manuel Santos Iñurrieta, está llegando a la mayoría de edad en su actividad creativa y se atreve a marcar un rumbo que rescata lo mejor de la tradición del teatro crítico argentino, junto a su conmovedor lenguaje juvenil y a su coraje cívico. Y hasta recibe premios. Algunos de esos galardones llegan de aquellos a los que critica. Algo en su obra debe no poder negarse.

Alrededor de él, aparece el verdadero sujeto de los cambios: el colectivo. Ya llevan años trabajando juntos en el teatro, y en el barrio y en la militancia. Ese sujeto se llama “bachín” para que quede claro de parte de quiénes están y qué es lo que aspiran: están en la calle, como el Chiquilín, y de parte de los humillados; y desde ahí, desde ese lugar, hacen arte en la calle Corrientes, a contramano diríamos. Y en otras partes: en los barrios, en los piquetes, en San Pablo (Brasil), en Cuba.

Su última producción se refiere a la Revolución de Mayo. Gira alrededor de lo que fue, pudo haber sido o debiera ser su conductor, Mariano Moreno. ¿Por qué este grupo no nos cuenta una linda historia de Billiken y, en cambio, nos obliga a pensar, a decidirnos y a tomar partido frente a lo que el teatro es y debiera ser y frente a lo que la sociedad es y puede devenir?

Floreal Gorini aspiraba, dijimos, a una cultura crítica. Al ver el trabajo del bachín debe de sentirse satisfecho de quienes siguen sus indicaciones en la práctica de todos los días.

Buenos Aires, noviembre 2010

Compartir en

Desarrollado por gcoop.