Zurcido a mano: la resistencia desde la memoria del barrio de Barracas | Centro Cultural de la Cooperación

Zurcido a mano: la resistencia desde la memoria del barrio de Barracas

Autor/es: Marcela Bidegain

Sección: Palos y Piedras

Edición: 1


"El arte que no es solamente un producto estético para exhibir debe estar en una relación permanente con

el crecimiento de una sociedad, desplegarse en todas las etapas de la formación individual y en todos los espacios posibles de la

sociedad para hacer la vida cotidiana más sensible, más inteligente y más humana"

Alberto

Sava

Zurcido a mano es el último espectáculo que el Teatral Barracas presentó en el

año 2004 y repuso en el 2005 y a mediados del 2006, en el marco de la celebración de los diez años del Circuito

Cultural, uno de los grupos pioneros del fenómeno llamado teatro comunitario dirigido por Ricardo Talento.

Debemos aclarar, en principio, que muchos de los espectáculos de los grupos de teatro comunitario como el que analizamos

(publicado en una primera versión en Teatro y producción de sentido político en la postdictadura,

Micropolíticas III de las Ediciones del Centro Cultural de la Cooperación) se gestaron en un momento particular de la

coyuntura histórico-política del país y, a partir de entonces, en cada una de sus reposiciones se reactualizan a partir

de los hechos que marcan el devenir de la historia. Por este motivo, el análisis del espectáculo en el momento de su

génesis debió ser revisado en sus diferentes versiones, atravesado por la resignificación que adquirió a partir

del momento histórico que el país protagonizó, y ser reescrito para esta publicación.

Zurcido a mano bien puede ser considerado una suerte de continuación sobre la temática que el grupo de

teatro comunitario ya había empezado a explorar con Los chicos del cordel (1999 - 2001, reposición 2006 - 2007) en la

medida en que ambos cuentan la historia de su barrio, lo que les pasó y lo que les pasa, lo que como comunidad les duele y a

través del teatro pueden comunicar. Porque lo que cuentan y cantan estos espectáculos es quizá parecido a lo que les

sucede a otros barrios; y, en este sentido, ésta es una de las características esenciales de la producción de quienes

hacen teatro en la búsqueda de testimonio, memoria y compromiso para comunicar nuestra realidad en el afán de cicatrizar las

heridas e imaginarnos el mundo en el que quisiéramos vivir.

El espectáculo es una “Cantata barrial en

cuatro movimientos” y se ambienta en el mismo galpón que es el centro de reunión de la agrupación. La

escenografía reproduce una antigua barraca, albergue tosco, con restos de lo que podría haber sido una antigua

hilandería, como la de tejidos Piccaluga, por ejemplo, que ya no existe. Una barraca es, por definición, un edificio para

depositar cereales, lanas, cueros y otros efectos destinados al comercio y fue lo que dio nombre a este barrio. Un cartel a la izquierda del

escenario reza: “Acopios de frutos del barrio”, cita que el director de la agrupación, comentaba que alguna vez

leyó como “Acopios de frutos del país”, cuando Barracas, por su posición estratégica cercana al

puerto, exportaba y distribuía en el país cueros y alimentos, su principal fuente de riqueza.

Cuando

comenzaron a instalarse las primeras barracas y saladeros de cuero, como retrata la historia barraquense, poco a poco se asentaron en las

quintas (que retrata José Mármol en su canónica novela Amalia) familias pudientes como las del Almirante Brown,

los Cambaceres, los Alzaga, los Guerrero, los Montes de Oca. La epidemia de fiebre amarilla que terminó en seis meses con 14.000

personas salvó a los más privilegiados que huyeron a otros lugares para ponerse a salvo.

¿Qué

fue lo que el grupo de teatro comunitario encontró para trabajar en este proyecto con los vecinos?

El disparador

fue una imagen que Ricardo Talento vio mientras transitaba por el Puente Pueyrredón desde Avellaneda hacia la capital, para Montes de

Oca y hacia abajo del puente. Un pedacito de patio escondido entre yuyos y pastizales, testimonio y memoria de lo que fue la

construcción de la autopista por decreto del Intendente de facto, Osvaldo Cacciatore,i que dividió a Barracas en dos, demoliendo con topadoras en menos de un mes lo que había sido la

zona comercial del viejo Barracas y las casonas más antiguas. Por supuesto no hubo lugar para la consulta o la queja.

Esa poderosa imagen fue transmitida a los vecinos-actores en las charlas de mesa que tienen los grupos antes de empezar con un

nuevo trabajo y, a partir de ella, surgieron cientos de historias y de anécdotas que los mismos vecinos experimentaron en carne propia

o que escucharon de sus familiares, amigos o vecinos. Porque de esta manera se gestan los espectáculos de teatro comunitario: con las

historias que los mismos vecinos traen y trabajan en las improvisaciones. Y en este caso, también apoyada por la música en vivo

(para explorar climas) de un grupo orquestal de niños, adolescentes y adultos que ejecutan violines, guitarras, percusión y

esencialmente cantan acompañando a todas las voces del grupo de sesenta integrantes. Porque Zurcido a mano es una cantata, una

composición de increíble poesía para ser cantada.

Durante varios meses se relataron y escucharon

historias del barrio escindido y su decadencia industrial. El espectáculo aborda en los cuatro movimientos las distintas etapas de la

historia de Barracas.

En “De fantasmas, olvidos y desgarros”, Zurcido a mano propone exorcizar el

olvido y los fantasmas de veredas desoladas, de lo que en otro tiempo fue un lugar de trabajo con fábricas donde los primeros

inmigrantes italianos y españoles llegaban y encontraban trabajo, conformaban el barrio, construían sus casas, habitaban los

inquilinatos y los padres enseñaban valores a sus hijos. Pero hoy, quien recorre Barracas encuentra fábricas cerradas porque,

como cantan coralmente en la canción “Nos hicieron creer”, a los barraquenses les hicieron creer, que las fábricas

eran viejas y obsoletas, que lo que se fabricaba era de mala calidad, que el barrio ya no era industrial y que tenía que cambiar. El

resultado de todo este macabro plan terminó con el cierre de General Motors, la fábrica de tejidos Piccaluga,

Noel, Águila, Medias París, Marmolerías Campolonghi y Fratte, Papelera

Argentina, Fabril Financiera, fábricas de cuero, de ropa y de camisas, y así, las operarias de fábrica y los

obreros se convirtieron en los cartoneros que hoy sufren la indignidad de recoger los despojos del trabajo de otros. Tal es el caso de

Lucía, uno de los personajes claves del espectáculo que une las distintas épocas y que permite explicarnos el estado

actual de Barracas. Lucía “llegó en un negro barco negrero”; de lavar la ropa en el Riachuelo, “Lucía

fue operaria de una fábrica o cuidó hijos ajenos / Hoy anda con carro cartoneando / para ganarse el puchero / con sus seis

hijos a cuestas / y un destino negro, negro.”

La hilandería, que escenifica el espectáculo de notable

teatralidad, hoy no existe, por lo que no se puede hilar, pero sí se puede zurcir o suplir con puntadas muy juntas y entrelazadas los

hilos que faltan en un tejido social desgarrado. “Zurcir a mano porque un mundo late en ese barrio y vale la pena zurcir los

desgarros” que dicen en el fondo quiénes son los barraquenses y reconstruir, de este modo, su propia identidad y memoria.

Para distender el clima de tanta pérdida y desolación, en el relato dramatúrgico de Zurcido a mano,

intervienen algunos personajes grotescos hasta el patetismo. Tal es el caso del agente inmobiliario y martillero público, Marcelo

Peñas Grueso, que acompañado por su empleado de pocas luces, Ramoncito, se empeña en que Barracas, a la que él

considera una “ratonera”, se convierta en “un lugar respetable”. El problema es que el agente inmobiliario

entiende que respetar las tradiciones es construir tres canchas de padlleii o

levantar una torre de cuarenta pisos “para hacer edificios como la gente”.

Tampoco, la agrupación

olvida de dejar testimonio del aspecto actual del Riachuelo que “pasa muerto”. Esta poderosa síntesis es consecuencia de

los factores causantes de la misma contaminación y putrefacción: los desechos de los saladeros, de las fábricas y de las

curtiembres que se instalaron para estigmatizarlo.iii

Antes de

pasar al segundo movimiento de la cantata, resuena en la memoria del espectador mayor de veinte años la musicalidad del pedal de la

máquina de coser Singer, en la que Anita, la humilde costurerita, trabaja, alegre, sin miedo a dar “el mal paso”. A pesar

de los galanteos del prototipo de galán criollo, Tito Logarzo, que sueña con un mundo mejor en París, Anita prefiere

otro destino para ella: “Lo que usted necesita es una mujer que lo atienda, Don Tito. Que le cocine, le planche, y lo espere con la

casa calentita cuando vuelva de trabajar (Tito mira con cara de qué me hablan).”

Luisiña, el

personaje nexo entre los fragmentos de los relatos que comenta, opina, introduce personajes y contribuye a distender la angustia, anuncia la

llegada de nuevos inmigrantes: turcos, alemanes, irlandeses, griegos, que vienen también con voluntad de trabajar.

“De escombros, autopistas y derrumbes del alma” es el momento trágico, molto delirante de la cantata

porque cuenta otro saqueo, éste por decreto, por prepotencia militar, por construir una autopista y demoler casas a cambio de dinero y

condiciones de vida desfavorables. Es en este momento del espectáculo en el que surgen las historias de los que se negaban a dejar su

lugar de residencia aún a cambio de su propia vida, de los que se reunían en el torreón, a pesar de los tiempos

violentos, a organizar la resistencia. De aquellos que, con tristeza, se llevaron en su bolsito de mano una porción de baldosa o

cerraron con llave las puertas que ya no estaban.

La autopista se llevó los patios ajedrezados de baldosas

parejas, las parras que como techo refrescaban los calurosos veranos, algunos viejos aljibes, las macetas con sus malvones y las glicinas. La

autopista partió, abrió en dos a Barracas, dispersó a las familias y desunió a los vecinos. Barracas

perdió su furor fabril dado que también se inhabilitó su estación de trenes como parte de la estrategia del plan

siniestro de desarticular al país entero en materia de transporte ferroviario.

“De tránsito pesado,

grietas y bancarrotas” se define como un grotesco allegro ... manon troppo.

En este movimiento, la

agrupación teatral cuenta la decadencia del trabajador y profesional y de cómo sobrevivieron los embates de la locura por la

prometida modernización de Barracas con diferentes rebusques. Son muy pintorescas las intervenciones de quien de ser secretaria

ejecutiva devino en repostera, de quien tuvo consultorio médico y hoy hace guardia en varios lados y reiki a domicilio, de quien

tenía comercio en Montes de Oca y terminó trabajando de remisero o de quien de tener un instituto de belleza hoy es manicura.

Y, finalmente, Anita que fue “pantalonera, camisera, chalequera”, y hoy sigue estando igual, desmoronado su afán de

ser una perfecta ama de casa: “cambio cierres, dobladillos, subo bajos, siempre ha sido mi trabajo darle duro al pedal”.

El tránsito pesado sigue pasando por grietas y bancarrotas. La suerte de mucha gente se desbarrancó, la barraca

del barrio, ahora es acopio de gente, de los nuevos inmigrantes: peruanos, bolivianos, uruguayos que vienen al país corridos por otras

miserias similares a las nuestras y “ocupas urbanos desalojados /, que se fueron a pique, se desbarrancaron / agrietando la vida de

nuestro barrio.”

Sobrevino el encierro por miedo al asalto, desaparecieron las reuniones en la plaza, los juegos y

las mujeres barriendo las vereda; desapareció el club y el café de barrio. Empezamos, triste y resignadamente, a aceptar como

normal que no haya alimento ni un lugar digno para vivir para todos.

“De sueños nunca soñados, de

sueños mal soñados y la inevitable esperanza” es el andante, molto empecinado del espectáculo teatral y

musical. Como cada vez que se marca un cambio de movimiento en la cantata, gira la rueda de una máquina manual artesanalmente

construida. Es la máquina del viento, la que se constituye en uno de los elementos plásticos más bellos y de intensa

semiosis en la puesta. La máquina desata su ruido y los personajes, por su efecto, son arremolinados y parecen ser desparramados y

arrojados a otro tiempo o lugar. En otro tiempo, el viento arremetió contra la zona industrial para dejar paso a personajes del

presente, “los cartoneros que se ocuparon de levantar los despojos del trabajo”. Luego, el mismo viento se ocupó de

dispersar, cual cenizas, los restos de los escombros de las viviendas y también los cartoneros se ocuparon de juntar los restos de la

demolición. Pero esta vez, en el final del espectáculo, el viento no logra desparramar a los personajes, por el contrario,

todos luchan contra él y sobreviene el mensaje esperanzador: la resistencia del grupo de teatro comunitario a no dejar pasar de lado

los acontecimientos y a hacerse eco de lo que viven y vivieron. Ricardo Talento, el director de la obra, opina “... que hasta que como

sociedad no seamos capaces de soñarnos, el viento nos va a llevar para el lado que quiera y no para el nosotros queramos”. El

grupo entero, entonces, construye una barricada con lo que quedó de la hilandería destruida por el abandono y el paso del

tiempo. Porque convencidos de que las sombras y el olvido hacen daño, se proponen con tozudez zurcir los desgarros. Porque

están seguros de que “no hay futuro sin movimiento” y el movimiento supone hacerse cargo del pasado y del presente,

de testimoniarlo, hacerlo conocer y seguir luchando para que este lugar del sur sea tenido en cuenta por los gobernantes. Dolor y lucha, pero

también resistencia para que el público conozca la historia de Barracas y, después de permitirse

emocionarse con el cierre del espectáculo, pueda traer nuevas anécdotas y nuevos recuerdos, historias propias y/o ajenas para

seguir enriqueciendo el espectáculo.

"... Porque los huecos, las sombras, y el fatal olvido,

hacen daño...

Es bueno saber que mi calle de asfalto, ayer fue adoquines... y

antes de ayer, fue tierra y barro.

Por eso un zurcido, hecho a mano, con hilo fuerte y

tosudez de barrio porque une distancias, y vuelve esperanzas... ¡tantos desgarros!"

ZURCIDO A MANO
Trabajo colectivo con textos y

letras de canciones de Ricardo Talento

Diseño de luces:
Néstor

López

Operación de luces:
Verónica Cambeiro y Erica

Maryncak

Escenografía:
Taller de realización plástica coordinado por

Patricia Bontas

Maquillaje:
Mariana Brodiano y Romina Bordino
Asistente de dirección:
Erica Maryncak
Música original y

dirección musical:

Néstor López
Dirección

general:

Ricardo Talento

Bibliografía

Entrevistas

realizadas a Adhemar Bianchi y a Ricardo Talento durante los años 2005 a 2007.

- Dubatti, Jorge, El

teatro laberinto. Ensayos sobre teatro argentino, Buenos Aires, Atuel, 1999.

_____, El nuevo teatro

argentino de la postdictadura. Micropoéticas I, Buenos Aires, Ediciones del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, Centro

Cultural de la Cooperación, 2002.

_____, El convivio teatral. Teoría y práctica del

Teatro Comparado, Buenos Aires, Atuel, 2003.

_____, El teatro de grupos, compañías y

otras formaciones. Micropoéticas II, Buenos Aires, Ediciones del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, Centro Cultural de

la Cooperación, 2003.

_____, El teatro sabe. La relación escena/conocimiento en once ensayos

de teatro comparado, Buenos Aires, Atuel, 2005.

_____, Teatro y producción de sentido

político en la postdictadura. Micropoéticas III, Buenos Aires, Ediciones del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos,

Centro Cultural de la Cooperación, 2006.

- Sava, Alberto, Desde el mimo contemporáneo al teatro participativo. La

evolución de una idea. Ediciones Madres de Plaza de Mayo, Buenos Aires, 2006.

Notas

i El brigadier Osvaldo Cacciatore, intendente de la ciudad de

Buenos Aires en los años de la dictadura, decidió la construcción de ocho autopistas, pero sólo se concretaron la

Perito Moreno y la 25 de Mayo, cuyo costo faraónico fue financiado con deuda externa avalada por el Tesoro Nacional.

Para hacerlas, Cacciatore expropió y derribó cientos de casas y dividió barrios, causando un daño irreparable al

paisaje urbano. Además, por su construcción se pagó un sobreprecio de varios millones de dólares. Disponible en

www.terra.com.ar

ii Obsérvese cómo para acentuar el rasgo grotesco del personaje, la

pronunciación del inglés de la que hace gala es remarcadamente incorrecta.

iii Sánchez, Nora."De a poco, el sur porteño busca emparejar la brecha con

el norte". Disponible en Clarin.com

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