Acerca del Bicentenario | Centro Cultural de la Cooperación

Acerca del Bicentenario

Autor/es: Horacio López

Sección: Opinión

Edición: 1

Español:

Se critica la concepción "argento-centrista" de la historiografía argentina referida a la revolución de 1810. Afirma que la guerra por la independencia en Hispanoamérica fue continental, es decir, tuvo como campos de batalla toda la geografía americana; como ámbitos de debates y constitución de los nuevos poderes las principales ciudades de Hispanoamérica, y como objetivo la integración basada en una nueva institucionalidad. Menciona a los patriotas que dieron muestra de lo que llama un verdadero "americanismo revolucionario". Describe los hechos acaecidos en Buenos Aires durante los llamados festejos del centenario, para culminar planteando cuáles son los desafíos de la integración en nuestra América en el presente, de cara al bicentenario. En ese marco resalta los procesos de cambios como los que hoy se observan en Venezuela, Bolivia, Ecuador y destaca la iniciativa denominada ALBA como una herramienta de integración política, social, cultural, científica, tecnológica y física.


El amar, madre, a la patria
No es el amor ridículo a la tierra,
Ni a la yerba que pisan nuestras plantas;
Es el odio invencible a quien la oprime,
Es el rencor eterno a quien la ataca...

Abdala. Poema Dramático
José Martí

 

Para nosotros la patria
Es la América

Simón Bolívar

La concepción argento centrista

A medida que nos acercamos a la conmemoración del Bicentenario, aumentan los afanes "pedagógicos" de los grandes medios de comunicación y editoriales por ilustrar al soberano sobre la interpretación del proceso revolucionario del siglo XIX en nuestra América. Hablan y escriben sobre el Bicentenario de la Revolución de Mayo aquellos que adhieren a la concepción argento centrista, que se circunscribe a los sucesos desarrollados durante dicho mes del año 1810 en la ciudad de Buenos Aires y su influencia en el territorio de lo que fuera el virreinato del Río de la Plata. Esta interpretación mezquina e interesada es heredera de las ideas mitristas. Bartolomé Mitre, en su Historia de Belgrano, menciona: "El virreinato del Río de la Plata, dentro de cuyas fronteras se dilató la revolución argentina...(...) Tal fue el bosquejo del país argentino dentro del cual debía operarse su revolución interna."1 Y justifica lo que quedó afuera de esta revolución interna, como los casos del Paraguay, "miembro atrofiado de la sociabilidad argentina", las provincias del Alto Perú, "era un mundo aparte", la Banda Oriental, "patrimonio de multitudes desagregadas, emancipadas de toda ley..."2

Esta concepción fue la que instaló el poder porteño a partir de la contrarrevolución que se afirmó contra Mariano Moreno, Castelli, Belgrano, Monteagudo, Artigas. Fue la concepción que tergiversó, a partir de 1816, la "Declaración de la Independencia de las Provincias Unidas de Sud América", por la más controlable de la "Independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata". Señala Astesano al respecto: "Ese cambio de rumbo independentista terminó en una fragmentación de seis patrias chicas (Chile, Perú, Bolivia, Paraguay, Uruguay y Argentina). La localista burguesía portuaria, armonizando sus ideas republicanas o monárquicas, armó a sus ejércitos para imponer su hegemonía minorizante, haciendo valer su derecho tradicional de capital del antiguo Virreinato del Río de la Plata, que le había dado el disfrute del Puerto y la Aduana, mecanismos del control de un desarrollo capitalista apoyado en el tráfico portuario."3

En las llamadas Primeras Jornadas Internacionales Puertas del Bicentenario, desarrolladas en Buenos Aires en noviembre de 2006, la Ministra de Cultura del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Arq. Silvia Fajre, se refirió a que "Por la coincidencia con la que se producen los Bicentenarios de las naciones latinoamericanas (México, Chile, Argentina, Ecuador, entre otras), ésta es la primera oportunidad que tenemos para examinar de qué manera confluyeron o no en nuestra región los anhelos y logros independentistas."4

Para la funcionaria parece ser producto de una gran casualidad las "coincidencias" de dichas efemérides, como si de procesos diversos se tratara, sumado a lo cual agrega la oportunidad de examinar "de qué manera confluyeron o no en nuestra región" esos anhelos y logros independentistas, para discernir si convergieron o no fenómenos originados en diversas zonas geográficas, a los que seguramente considerará distintos.

En el mismo error conceptual cae, a mi entender, Silvana Giudici, Ministra responsable del programa Puertas del Bicentenario, quien en su disertación en las mencionadas Jornadas expresa: "Desde estas latitudes rioplatenses la Revolución del 25 de Mayo de 1810 contagió su espíritu libertario por todas las arterias del debilitado edificio colonial. Propuso hacia todos los confines latinoamericanos un nuevo modelo de integración social basado en el concepto de ciudadanía, terminando con la pirámide social estática de la colonia."5 Concepción argento centrista y soberbia rioplatense.

Revolución Continental

La guerra continental por la independencia de lo que se llamó Hispanoamérica fue, al decir del chileno José Victorino Lastarria, "el acontecimiento más grande de los siglos, después del cristianismo."6 A diferencia de otros imperios de Occidente en la antigüedad, los colonizadores tuvieron que vérselas con una insurgencia generalizada; fue continental, es decir, tuvo como campos de batallas toda la geografía americana; como ámbitos de debates, decisiones y constitución de los nuevos poderes, las principales ciudades hispanoamericanas, y como objetivo en las mentes más lúcidas que la condujeron, el sueño de la integración en una nueva institucionalidad.

Marcos Domich –con cierta inspiración poética- llama a esta ola revolucionaria continental "una especie de fuego santo común que inflama y contagia a las huestes del continente". Y continúa: "La misma euforia, la misma esperanza e idéntica bravura despiertan las acciones revolucionarias de Charcas, La Paz, Quito, Caracas, Buenos Aires, Santiago, Arequipa, Montevideo o Cochabamba."7

Entre los deseos y objetivos de Bolívar y de San Martín se abarcaba, infatigablemente, todo el subcontinente de habla hispana. En la batalla de Ayacucho, capítulo decisivo de las campañas militares patriotas, combatieron militares del Perú, Argentina, Chile, Colombia, Ecuador, Panamá, Bolivia y México.

Generales, oficiales y soldados de cada futura república estuvieron guerreando no sólo en sus territorios de origen, sino también, en muchos casos, en lejanos escenarios de nuestra América, dando muestras de un verdadero americanismo revolucionario.

El peruano Luis Alberto Sánchez nos recuerda a destacados americanos que sobresalieron fuera de sus fronteras originarias: "Flores, que había nacido en Venezuela, gobernó Ecuador; La Mar, oriundo de Cuenca, gobernó Perú, así como Santa Cruz, nativo de la actual Bolivia; Irisarri, guatemalteco, y Bello, venezolano, fueron prohombres de Chile, y Rocafuerte, ecuatoriano, lo fue de México... Los dos grandes libertadores ejercieron el mando, por corto o largo plazo, en varias repúblicas recién creadas, y uno de ellos no dirigió su propio país de origen."8

De manera que la contienda libertaria la libró toda nuestra América, y sus hijos valientes y lúcidos jugaron sus suertes y regaron sus sangres sobre la madre tierra de la Patria Grande, lo que le dio a la esperanza un compromiso solidario desde el vamos, que no debemos dejar caer en el olvido ni en la charca de los nacionalismos estrechos y ridículos.

El Centenario

Para 1910 la Argentina contaba con 6.500.000 habitantes, de los cuales 1.000.000 eran italianos y 800.000 españoles. Las luchas obreras estaban en auge y al gobierno conservador de Figueroa Alcorta le preocupaba el clima social en el país al acercarse la conmemoración del centenario. En ese primer decenio del siglo se realizaron nueve huelgas generales, girando las reivindicaciones de las mismas alrededor de la solidaridad contra la represión policial, en oposición a las leyes coercitivas como la de Residencia y la de Defensa Social, contra el estado de sitio, entre otros temas.9

"El 14 de noviembre de 1909, el anarquista pacifista y vegetariano Simón Radowitzky mata en atentado al jefe de Policía, Coronel Falcón, y a su ayudante. Esa misma noche el Poder Ejecutivo decreta el estado de sitio. Se asaltan los diarios La Protesta y La Vanguardia, se detienen a más de 500 activistas y muchos son deportados. Comienzan a organizarse grupos ‘patrióticos’, movidos por la propaganda chauvinista y racista del Gobierno..."10

Al comenzar 1910 las huelgas obreras se incrementan. Comienzan en los talleres de la Exposición Internacional, organizada para funcionar todo el año en homenaje al Centenario. Se desatan conflictos en la marina de cabotaje, en el gremio de la madera que recibe la solidaridad de los conductores de carros, los obreros portuarios y los albañiles.

"Las organizaciones obreras se sienten fuertes para aprovechar los actos del Centenario, al cual asistirán importantes personalidades europeas para iniciar movimientos huelguísticos, exigiendo la derogación de la Ley de Residencia, la libertad a los presos por causas sociales y la amnistía para los desertores."11

Pocos días antes de los esperados festejos, el Gobierno recrudece la represión; el número de detenidos supera los 2.000. El 16 de mayo comienza una huelga general que dura hasta el día 21. "De todas maneras el acto inaugural de las festividades ya estaba comprometido. La iluminación fue saboteada; el arco de triunfo preparado, incendiado; las principales exposiciones se abrieron con semanas de retraso. La fiesta de la libertad debió realizarse bajo el imperio de la ley marcial."12 Pero claro, los inadaptados obreros no iban a arruinarle a la clase dominante la fiesta largamente preparada. Así cuenta la crónica del diario La Razón lo sucedido en tal magna fecha: "El desfile militar del 25 de mayo se realizó ante la presencia de embajadores de 50 países. Pero hubo un hecho que quedó en el recuerdo de los argentinos como un verdadero acontecimiento: la visita de la Infanta Isabel de Borbón, hermana del ex rey de España Alfonso XII y tía de Alfonso XIII, a la sazón soberano reinante en la madre Patria... España nos enviaba su más elevada y gentil representación. Se le hizo un recibimiento apoteótico. La nave Alfonso XII en que viajó la ilustre visitante fue recibida en el puerto por una enorme y entusiasta multitud, que vitoreaba ruidosamente a la Argentina y a España. La Sarmiento se hallaba anclada en el puerto totalmente empavesada con su tripulación en los mástiles y enarbolando el pabellón de Castilla.

"La Infanta Isabel descendió del barco del brazo del intendente municipal. Al pie de la planchada, esperaban el presidente de la Nación y sus ministros y miembros del cuerpo diplomático. Sobre el puerto, el pueblo. Puede decirse que todo el pueblo de Buenos Aires se había volcado allí para darle la bienvenida a la ilustre dama."13 Claro que no era todo el pueblo; el pueblo sufriente y reprimido no estaba para darle la bienvenida "a la ilustre dama" ni tenía mucho que festejar.

Para completar la caracterización de un Centenario carente del sentido revolucionario y soberano que tuviera la guerra independentista, cabe consignar que durante 1910 se realizó la IV Conferencia Panamericana en Buenos Aires. El "panamericanismo", método por el cual Estados Unidos vació de contenido a la intención de verdadera integración de nuestra América, venía desarrollándose desde la I Conferencia convocada en Washington en 1889. Al momento de realización de esta IV Conferencia, la política imperialista de la Unión se desplegaba intensamente por Centro América y el Caribe, siendo víctimas directas Cuba, Santo Domingo, Nicaragua, Honduras, Haití, Guatemala. El presidente de los EE.UU., Taft y su Secretario de Estado, Knok, lanzaban sus avanzadas de marines y empréstitos, controlando las economías débiles de los países americanos. Los temas tratados en Buenos Aires fueron reclamaciones pecuniarias y el de la Oficina Internacional existente, a la que se rebautizó como Unión Panamericana, y que tendría su asiento en el edificio de las Repúblicas Americanas en la ciudad de Washington, presidida por el Secretario de Estado de los Estados Unidos. ¡Todo un símbolo de la dominación y dependencia que se padecía!

Hacia el Bicentenario

Sud América ha entrado al siglo XXI inmersa en una oleada de cambios de los que las masas populares son sus responsables y garantes. Atrás ha quedado la década infame del reinado total del neoliberalismo, aunque aún no se lo haya erradicado totalmente.

Hoy emergen procesos como los de Venezuela, Bolivia, Ecuador, que se ubican en las antípodas del neoliberalismo, llevando adelante políticas de recuperación de los recursos naturales, de rechazo a los padrinazgos de los organismos de crédito internacionales, de redistribución de las riquezas; liderazgos como el de Hugo Chávez Frías introducen en la agenda el objetivo de construcción del socialismo del siglo XXI. Como contrapartida, en el mundo globalizado actual, las condiciones para concretar la integración son distintas, y a nuestros países les acechan peligros aun mayores que los padecidos en el pasado. El imperialismo contemporáneo, además de los males que nos genera, desarticula los cimientos del Estado-nación.14

El futuro de los Estados nacionales es incierto. Señala al respecto Gilberto Dupas:

"... mientras el capitalismo global prospera... el Estado nación pierde cuotas considerables de su poder (...) En la post-globalización, los Estados pierden la posición de poder más relevante de la acción colectiva; sus fronteras son despreciadas y ellos ya no logran regular las reglas de la acción política. El Estado-nación y el Estado de Bienestar Social dejan de imperar. Con la liberalización de las fronteras surgen papeles y reglas desconocidas, así como nuevas contradicciones y conflictos".15

Todo esto es aprovechado por las transnacionales y los países dominantes, impulsando e imponiendo los TLC chicos (ante el fracaso del ALCA) y planes económicos o medidas ajustados a sus conveniencias, desde organismos como el FMI, BM, OMC, CIADI, etc.

Es por eso que la integración hoy, de cara al Bicentenario, enfrenta desafíos mayores. No obstante, se va avanzando en procesos regionales de entendimientos y acuerdos más allá de las fronteras nacionales, que llevan a la constitución de Bloques unificados tras intereses comunes o en defensa de bienes comunes como las riquezas naturales. Es un proceso aún incipiente, pero dotado de la fuerza que le imprimen los procesos como el de la revolución bolivariana en Venezuela y otros países de la región andina. El llamado ALBA (Alternativa Bolivariana para América latina y el Caribe) es un instrumento que se muestra eficaz para, como señala Hugo Chávez Frías, repensar y reinventar los debilitados y agonizantes procesos de integración sub-regional y regional, cuya crisis es la más clara manifestación de la carencia de un proyecto político compartido.

El ALBA es un nuevo esquema integrador que no se limita al mero hecho comercial sino que, sobre nuestras bases históricas y culturales comunes, apunta su mirada hacia la integración política, social, cultural, científica, tecnológica y física.

El Bicentenario encontrará a la mayoría de nuestros países en Sudamérica sufriendo índices alarmantes de pobreza, indigencia, desocupación, desatención de la salud, la educación, etc., con una institucionalidad deteriorada y partidos políticos gobernantes desacreditados. Pero avanzamos en el rescate de una identidad nuestramericana que hoy se revaloriza al calor de los fenómenos de resistencias populares, como los Foros Sociales, las movilizaciones de reclamo de nuestros derechos, la defensa de nuestros recursos naturales, la solidaridad y apoyo de procesos como los de Venezuela, Bolivia, o a favor de la democracia y contra el fraude en México. Fenómenos que se contactan y articulan con Cuba socialista, creando un nuevo damero impensado una década atrás.

Hoy vuelven a flamear las viejas banderas de los revolucionarios de principios del siglo XIX, las de la Patria Grande, de la Confederación de Repúblicas Mestizas. En nuestra unidad institucional y de pueblos está asentada la garantía de poder concretar nuestra segunda y definitiva independencia, nuestra liberación nacional y social y la construcción del socialismo del siglo XXI. Es una idea grandiosa y movilizante.

Como dijera Simón Bolívar: "Es una idea grandiosa pretender formar de todo el Mundo Nuevo una sola nación con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo. Ya que tiene un origen, una lengua, unas costumbres y una religión, debería por consiguiente, tener un solo gobierno que confederase los diferentes estados que hayan de formarse..."16

Esta tendencia a la integración, incluida la político-institucional, es el elemento nuevo a consignar a las puertas del Bicentenario.

Notas

1 Bartolomé Mitre. Historia de Belgrano. (III) Editorial Estrada. Buenos Aires. 1947, p. 38.

2 Ibíd.

3 Eduardo Astesano. Juan Bautista de América. El Rey Inca de Manuel Belgrano. Ediciones Castañeda. Buenos Aires. 1979, p. 176.

4 Arq. Silvia Fajre. "El Bicentenario. Una visión desde las Instituciones" en las llamadas Primeras Jornadas Internacionales Puertas del Bicentenario, 14 y 15 de noviembre de 2006, realizadas en el Centro Cultural General San Martín, Buenos Aires.

5 Silvana Giudici. "Mayo, una autopía de libertad vigente" en las Jornadas citadas.

6 José Victorino Lastarria. "La América".1844. Ensayistas de Nuestra América. Tomo I. Editorial Losada. Buenos Aires. 1994, p. 254.

7 Marcos Domich Ruiz. La Fascinación del Poder. Editorial Universitaria. UMSA. La Paz. 1997, p. 58.

8 Luis Alberto Sánchez. Examen Espectral de América latina. Editorial Losada. Buenos Aires. 1962, p. 17.

9 Mirta Zaida Lobato. "Los trabajadores en la era del ‘progreso’" en El progreso, la modernización y sus límites (1880-1916).Nueva Historia Argentina. Tomo 5. Editorial Sudamericana. Buenos Aires. 2000, p. 497.

10 Julio Godio. Historia del movimiento obrero argentino. Tomo I. Ediciones Corregidor. Buenos Aires. 2000, p. 179.

11 Ibíd., p. 180.

12 Ibíd., p. 181.

13 La Razón 1905-1980. Historia Viva, p. 23.

14 Roberto Regalado. América latina entre siglos. Ediciones Ocean Sur. Australia. 2006, p. 241.

15 Gilberto Dupas. "América latina y el nuevo juego global", en América latina a comienzos del siglo XXI. Homo Sapiens Ediciones. Rosario. 2005, p.353.

16 Simón Bolívar. "Carta de Jamaica" (1815) en Jacinto Pérez Arcay, El Fuego Sagrado, Caracas, 1979, p. 301.

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